Partida Rol por web

Lord Clayton luchó por no mostrar ni una mueca de dolor cuando Ser Roshar atravesó su rodilla con la espada, casi lo consigue hasta que el caballero empujó más la hoja y la clavó en lo más profundo de sus carnes, momento en el cual el Zorro aulló de dolor y se llevó su única mano hacía la espada. Se dirigió entonces con la voz tomada por el dolor y la rabia hacia Roshar con palabras igual de amigables que las pronunciadas hasta entonces.

-Yo sólo sirvo a los dragones. -Contestó el Caballero Zorro. -Sois vos quien ha sido engañado por ese Usurpador del Trono de Hierro. Matadme de una vez, no tengo nada más que decir a traidores de mierda.

Sólo una vez que ser Roshar logró cortar con su espada el brazo del Caballero Zorro, se atrevió Orten Lugus a acercarse hasta el lugar del combate. Aún así se mantuvo un par de pasos detrás de los hombres de los Crogall y habló a Lord Archay desde la distancia. El Zorro era peligroso, como bien había demostrado degollando a Galdrín cuando ya parecía vencido.

-Lord Archay, recapacitad vuestras palabras. Ayudad a esta buena gente, estoy seguro de que habéis sido engañado por alguien que...

Los razonamientos de Orten Lugus fueron toscamente interrumpidos por los improperios de Lord Archay harto ya de monsergas.

-Púdrete en los Siete Infiernos, mierdecilla. Has ensuciado el buen nombre de tu padre mezclándote con estos asquerosos rebeldes.

Orten atemorizado sólo con las palabras y la mirada furibunda que le dirigió el Caballero Zorro, tragó saliva tembloroso y retrocedió un par de pasos.

Whalen se sentía intimidado por aquel viejo que aún y postrado era capaz de intimidar a Orten o a él mismo. Pero Whalen no quería quedar como un cobarde. No. Y había matado a Galdrín. Jodido cabrón. Depositó la cabeza de su amigo con cuidado sobre el suelo. Estaba cubierto de sangre del matsro de armas.

Avanzó un paso.

Callad, cerdo. Habéis matado a Galdrín como un puto traidor. Alguien como vos no es caballero ni es nada. Sois un montón de mierda. Así que no oséis hablar de lealtades. Explicadnos quien os pagó para atacar a los Dannett. Explicadnos todo lo que sabéis relacionado con nuestra casa y Roshar os cortará la cabeza con misericordia. Seguid haciendo el papel de héoe ultrajado y juro por los Siete que me encantará ver como ser Roshar os va fileteando con suavidad, onza a onza, y como va a ir amontonando a mis pies vuestras orejas, vuestros ojos, vuestra nariz, vuestros dedos, vuestra verga... Hasta que lo que un día fue el viejo cabrón de los bosques sea un montón de carne lista para darse a los perros.

Por los dioses que deseo que os neguéis para disfrutar de eso.

El heredero estaba furioso. Realmente pensaba lo que decía. No se daba cuenta de lo grosero que estaba sonando y al diablo si le importaba. Seguramente después el virtuoso caballero Bryan y su primo, e incluso Orten pondrían reparos a lo que había expresado en aquel momento, pero le daba igual. Aquel viejo hijoputa había matado a su hermanastro. Y lo había hecho como la rata traidora que era.

Y con una patada envió el brazo cercenado de ser Archay contra el rostro del mismo.

Ser Roshar cada vez veía menos probable sonsacar información al viejo testarudo. Le molestó contenerse para nada. Lord Clayton serviría hasta el final como la herramienta perfecta, y sin siquiera saber que no ayudaba ni un ápice a su causa. No pudo evitar pensar lo útil que le podría haber resultado a él en otras circunstancias...

- Trae la carta. - pidió a Orten tras su intento por ayudar. - Los dragones no ganaran nada por todo esto... - empezó a decir antes de que Whalen interviniese.

El caballero escuchó sus palabras con atención y retorció la espada incrustada en la carne del Zorro al final de éstas para darles mayor énfasis. Se lamentó, sabiendo que la tortura no era una de sus especialidades y que no podría cumplir los deseos del heredero, ni lo suyos. Por desgracia sus víctimas siempre perecían demasiado pronto, antes de poder sonsacarles todo lo que le gustaría. Lo que le hizo pensar en que lo mejor sería ir deteniendo las hemorragias del viejo si pretendían mantenerlo más tiempo con vida. 

Lord Clayton respondió a la amenaza de Whalen escupiendo un gargajo rojizo por la sangre a la cara del heredero de los Crogall, la espada de Roshar le hizo retorcerse nuevamente de dolor como castigo a aquella osadía, pero no pareció importarle. Cuando consiguió sobreponerse al dolor empezó a carcajear como un loco.

Orten acercó la carta que ser Roshar había solicitado, pero se alejó un par de pasos en cuanto Lord Archay le clavó la mirada de nuevo con unas intenciones nada amistosas. El Caballero Zorro tenía otro esputo en la boca preparado para lanzárselo a la carta en cuanto Roshar se la mostró. No hubo necesidad de mediar pregunta, esa era la respuesta que el Zorro iba a dedicarle.

-Sois lamentables, Crogall. -Rió con sorna, aún a pesar del dolor que le atenazaba el cuerpo por las múltiples heridas que le tenían al borde de la muerte.

Ser Roshar retorció de nuevo la espada incrustada en la carne del Zorro como respuesta a sus provocaciones. Sintió la rabia crecer en su interior. Quería rebanarle la cabeza para que dejara de graznar tonterías... Aquel despreciable bandido tenía una determinación envidiable. Lástima que no fuera capaz de aceptar que había sido engañado, que ha desperdiciado su vida. Estará contento por morir por su causa y no dirá nada útil. Facilitará la tarea a quienes le han utilizado. E intentará conseguir una muerte rápida a base de insultos. El caballero no se la daría con tanta facilidad. No después de haber matado a Galdrín.

El Blackfist se giró hacia el heredero esperando confirmación. Aunque se dio un gusto previo alzando su pie para pisar el brazo herido de Lord Clayton. Pensó que al menos le haría lamentar no haber caído en combate como le habría gustado. Contra la absoluta terquedad del viejo poco más se podía conseguir. O eso pensaba Ser Roshar, a quien le encantaría poder borrar aquella sonrisa de su sucia boca. 

Whalen se quedó petrificado ante la reacción del viejo. El escupitajo permaneció unos largos momentos en su cara, mientras seguía observando, alucinado, al traidor caído. Sólo después de percatarse de la mirada interrogativa de ser Roshar volvió en si y se limpió con tranquilidad, casi se diría con suavidad, las babas de Archay.

Esto no funciona. Ahora volveremos a Desembarco. De camino pararemos en una casa abandonada. De no encontrarla pagaremos a algún campesino por una sala, o el uso de sus establos, y un poco de intimidad.

Su voz era monocorde. Algo en su interior, una cuerda, se había tensado demasiado y se había roto. Ahora entendía mejor a su padre.

Allí nos acomodaremos. Vos, ser Roshar, iréis a Desembarco y buscareis a un buen profesional. Uno de los que sabe aflojar lenguas. Buscad al mejor. Después de que nos diga tooooodo lo que sabe lo entregaremos a la justicia del Rey. Ya que parece tan ansioso por una muerte en el bosque, no se la daremos, ¿verdad? Después de que diga todo lo que sabe sobre nuestra familia lo entregaremos para que sea descuartizado, los perros se coman sus entrañas y los niños jueguen a pelota con su puta cabeza. 

Le daba igual la presencia d egente ajena a su casa. El joven Lugus ya parecía demasiado impresionado por todo, y confiaba que el caballero dorniense entendería la situación.

La actitud calmada de Whalen impresionó al caballero. Aquel viaje le estaba enseñando la realidad del mundo. Pensando que tenía que estar a la altura, respiró hondo para aplacar su cólera y poder pensar con claridad. Hasta ese momento se le ocurrieron mejores formas de llevar al prisionero. Como atarlo a una cuerda y arrastrarlo con los caballos hasta la capital. Lo de entregarlo al rey tampoco le había convencido, aún sabiendo su importancia. Había determinado convertir en un martirio lo poco que le quedase a Lord Clayton de vida y no consentiría que estar en las mazmorras reales lo evitara. Por ello ya planeaba distintas formas para alcanzarle estuviera donde estuviera. 

- Como desee, mi señor. - Apoyó una rodilla en la espalda del Zorro para inmovilizarlo. - Es necesario tratar sus heridas para mantenerlo en este mundo. - Ser Roshar se aseguraría de que el prisionero no volviera a escurrirse para volver a atacar. Su frase intentaba además dar a entender que él carecía de los conocimientos necesarios.

Pensaba que no lograrían sonsacar nada al viejo, pero el joven Crogall debería construir su propio criterio en base a la experiencia. El Blackfist tampoco quería equivocarse ni dejarse llevar por las ganas de enseñarle al Zorro sus propias tripas. Y la idea de encerrarlo en una habitación con un experto de la tortura no le desagradaba para nada. Conseguiría al mejor. 

- ¿Como está Ser Joris? - 

Al estar más tranquilo sus pensamientos empezaron a ponerse en orden de nuevo. Y el anciano caballero que les había guiado hasta allí no era su única preocupación. Había pensado que aquella reunión había sido preparada para cazarlos con el bandido, pero era posible que el ataque a la familia tuviera otro objetivo: Lord Crogall. Sintió la creciente necesidad de volver a Desembarco cuanto antes. 

La cara del crío le indicó a lady Varya que sus palabras no habían surtido efecto antes incluso de oír la respuesta, decidió dejar de ser sutil y plantarle la verdad delante. Esperaba que la reacción no fuese exagerada, no quería tener que tomar otras medidas.

-A ver Neil, quiero que me escuches atentamente y si hay algo que no entiendes me preguntes. Voy a serte sincera. Primero, si tu madre hubiese escrito esa carta, que no lleva ni su nombre, no estaríais pasando hambre ni penurias pues podría trabajar escribiendo para otros. -Varya seguía hablando despacio y con buen tono a pesar de que la paciencia se le estaba acabando, tantos ataques en un solo día le comenzaban a crispar, le recordaban a otros tiempos cuando había tenido que vivir en constante alerta -Segundo, un mensajero no lleva un mensaje de forma gratuita, hay que pagarle por hacerlo, me has dicho que no teníais un cobre y que por eso habías salido. Y tercero, me temo que lord Crogall no estuvo en Desembarco en la fecha que debería para poder ser tu padre. 

La dama se había ido posicionando mientras hablaba por si tenía que retener al muchacho, no sería nada bueno que saliese corriendo, con su cuerpo intentó bloquear la salida y sus manos se prepararon para moverse rápidamente.

-No te voy a decir una mierda, mequetrefe. -Afirmó el caballero cuando Whalen dio a conocer la suerte que había planeado para él. No pareció asustarle ninguna de sus palabras, a pesar de la descripción tan gráfica que el heredero de los Crogall dio acerca de lo que le aguardaba ahora. Con una calma perturbadora, el Caballero Zorro guardó silencio y no volvió a abrir la boca para decir palabra alguna, fiel a su recién adquirida promesa. Tan sólo vociferó algún grito y alguna maldición cuando pisaron sus sangrantes heridas para recordarle el dolor que les había causado.

Ser Bryan era partidario de ser nobles pese a todo y terminar con el sufrimiento de Lord Clayton y su nefasto paso por el mundo, ambos solucionados con la misma espada. Pero el dorniense no pronunció palabra alguna, y se limitó a contemplar la escena, comprensivo ante la ira y la rabia que Whalen debía de sentir ante la muerte de su maestro de armas. Galdrín había terminado de ahogarse con su propia sangre y junto a su cadáver se encontraba un derrumbado Adrik, manchado de la sangre de su amigo, completamente destrozado y sollozando junto al cuerpo. Sostenía entre las suyas la mano de Galdrín y lloraba desconsolado como un niño. Orten estaba tan asustado que bastante tenía con mantenerse entero y no perder la compostura.

A pocos metros de allí, yacía Ser Joris, herido de gravedad pero todavía con vida. Consciente a duras penas. No hablaba porque sabía que si decía algo corría el riesgo de que la vida se le fuera junto a sus palabras. Tan sólo gemía en voz muy baja, sosteniéndose las tripas con las manos, intentando contener las heridas.

El muchacho miró a la dama con aquellos ojos tan grandes intentando comprender sus palabras. En un primer momento no logró entender a qué se refería la dama ni qué pretendía decirle con todo aquello, pero las últimas palabras de Varya fueron determinantes. La ilusión de aquellos ojos se quebró como el vidrio de un frasco que cae al suelo y se vuelve añicos. Las lágrimas acudieron a los ojos del niño que luchó por mantener la compostura.

-¿Queréis decir que... Lord Crogall no es mi padre?. -Él poco entendía de como funcionaban los mensajeros, nunca tuvo a nadie con el que intercambiarse correspondencia. Y su mente infantil no había pensado en el detalle de que su madre pudiera no saber escribir ni leer. -Tal vez... se la escribiera otra persona... -Trató de decir aferrándose a esa posibilidad.

El muchacho no sabía qué debía hacer ahora. Sus esperanzas e ilusiones estaban puestas en la creencia de que Lord Crogall era su padre, no había pensado nada más allá de esa posibilidad.

Varya leyó las emociones por las que fue pasando el niño y mantuvo su rostro imperturbable, solo después de que hablase su gesto se ablandó intentando seguía ematizando con él.

-Lord Crogall no es tu padre, es imposible, y la carta es falsa, no es de tu madre. -sentenció -Si quieres ganar unos cobres podrías ser mi guía en Desembarco, es una gran ciudad que no conozco y seguro que tú conoces todo sobre ella.

-Bueno... -El muchacho se encogió de hombros con desgana completamente defraudado por el desenlace que habían tenido los acontecimientos. Se sentía frustrado, triste y abatido. Miró con ojos llorosos a la dama y aceptó su ofrecimiento como el consuelo escaso para lo que prometía ser una alegría mucho mayor.

-Lo siento, mi señora. -Se disculpó por su estado en aquellos momentos. -Esperaba conocer a mi padr... a Lord Crogall y... bueno... es igual. Creo que será mejor que me vaya... no quiero molestar.

Eso ya lo veremos... Le contestó Whalen en un susurro amenazador. En realidad lo que deseaba era ver sufir a aquel cabrón. Estaba desfogando su pena por la muerte de galdrín en su asesino. Le gustaría estar como su primo, rodeando con sus brazos el cuerpo inerte de su hermanastro, pero no podía. Galdrín, que se había criado con él, que tantas veces habían cruzado sus espadas de entrenamiento, las aventuras de chavales... La vez que le aconsejó para cortejar a Carla, la hija del tintorero. No era una relación que fuera a aprobar su padre, pero Galdrín le ayudó a conseguir que Whalen consiguiera robarle un beso a aquella belleza castaña... Se le esbozó un principio de sonrisa al recordar, pero se el congeló en un rictus incómodo. Galdrín había muerto a traición en manos de aquel viejo cabrón. Una muerte inútil. 

Creo que me encantará ver como un profesional te rebana las pelotas y te las mete en la boca, para disfrutar viendo como te ahogas con ellas.

No era él mismo, no lo era. Los Siete lo sabían. Pero era lo que le pedía el cuerpo. El alma. Pedía venganza.

Le llegaron los gemidos del viejo ser Joris. Al final parecía que seguía con vida. Qué injusto. Aquel viejo que se lanzaba ansioso a los brazos del Desconocido no se gana su favor, pero Galdrín que no lo buscaba es presa de sus atenciones. Mira al viejo unos instantes, inexpresivo.

Whalen está mortalmente pálido. Le repugna la sangre, las heridas. Le recuerdan a cierta experiencia desagradable de su infancia, y en esos momentos está rodeado de sangre. El viejo cabrón con un brazo amputado, Gladrín cubierto de su propia sangre, y ser Joris con las tripas saliéndole como si fueran enormes gusanos. Es incapaz de moverse un paso.

¿Alguien puede ocuparse de ser Joris?

Aunque sus heridas parecen muy serias. Si te cuelgan las tripas no tienes muchas posibilidades de vivir.

Quizás podríamos hacer unas parihuelas para llevarlo hasta Desembarco... O el sitio más cercano donde puedan tratarlo.

Miraba a los árboles, como en busca de ramas útiles, para evitar seguir mirando toda la matanza que le rodeaba.

Lady Varya se acercó un poco al niño, no podía dejarlo ir así, necesitaban buenas palabras para con su casa. En un arrebato, de lo que parecían los instintos maternales de la señora, los delgados brazos de la mujer abrazaron los enjutos hombros del bastardo. 

-No molestas joven Neil Ríos, la buena gente siempre es bien recibida en las tierras de los Crogall. -dijo su voz mientras sus hábiles manos buscaban con discreción la carta -Espero que, según lo acordado, vengas todos los días al amanecer a nuestro pavellón en la esplanada. 

Se separó de nuevo y, con media sonrisa, tomó el mentón del chico y le elevó el rostro hasta que sus ojos hicieron contacto.

-El apellido sólo es importante para la gente, los Dioses ven en tu interior y juzgan tu corazón. ¿Qué quieres ser, noble de apellido o de corazón? 

Ser Roshar mantuvo su peso sobre el Caballero Zorro mientras comprobaba que no tuviera más armas ocultas. No quería más sorpresas desagradables. Pidió una cuerda o algo similar, esperando que el grupo que se había reunido para apresar al bandido hubiera pensado en ello, y pensó la mejor forma de atar al prisionero. Había perdido su mano hábil, pero el caballero se negaba a darle la más mínima oportunidad. 

El Blackfist no podía hacer más que esperar a que se trataran a los heridos o a poder inmovilizar a Lord Clayton para poder ayudar a preparar el viaje de vuelta. Por el momento prefería no girar la mirada hacia Galdrín, no quería pensar en ello... Aquel encuentro había supuesto un pago demasiado alto. Y apenas habían logrado nada. 

Varya deslizó sus hábiles dedos entre las ropas del muchacho mientras lo abrazaba y logró sustraer la misiva del bolsillo donde había visto que la guardaba. El pobre Neill ni siquiera fue consciente de la jugada y se encogió de hombros ante la propuesta que la dama de los Crogall le tendía acerca de visitar el pabellón familiar cuando él quisiera. Profundamente decepcionado, el joven Ríos sabía que cuando los Crogall partieran de vuelta a sus tierras pantanosas ya no volvería a saber de ellos a menos que los siguiera como alma en pena por los peligrosos caminos.

Con rostro triste miró a la dama y volvió a encogerse de hombros con los lagrimones asomando en sus mejillas.

-Supongo que de corazón... -Respondió sin sonar muy convencido pues imaginaba que esa era la respuesta que la noble quería escuchar. Pero para él, que vivía en el Lecho de Pulgas, bien sabía que ser noble de corazón importaba bien poco si eras noble de nombre, o al menos de bolsillos. Trató de sonreír y se disculpó como buenamente pudo para dejar a solas a la dama y regresar a sus tareas, que seguramente consistían en mendigar alguna moneda de cobre.

Siguieron las instrucciones que Whalen había proporcionado y se prepararon para transportar al Zorro y a Ser Joris hasta una casa abandonada que Ser Roshar había creído ver de camino al bosque cuando los perseguía disfrazado de pordiosero. Cortaron unas ramas largas de los árboles, procurando que fueran lo más rectas posibles y con otras más pequeñas construyeron un armazón de varas entrecruzadas anudadas a las dos ramas largas. Allí aposentaron al malherido Ser Joris, quien a pesar de la fea herida que le sangraba en el vientre se agarraba a la vida con tozudez. Construyeron otro transporte semejante para el cadáver de Galdrín y dejaron que Ser Adrik cargara con su cuerpo. El caballero había estado como ido desde la muerte de su amigo y les había costado arrancarle al maestro de armas de sus brazos. Incluso se revolvió contra ellos con rabia, ira y lágrimas en los ojos. Lograron calmarlo antes de que la Locura se apoderase de su mente de forma permanente y se dejó caer vencido. A partir de entonces seguiría el cadáver de su amigo allí a donde lo llevaran sin apenas voluntad, convertido en un fantasma amargado.

Arrastraron las improvisadas parihuelas fuera del claro del bosque y a través de los árboles hasta donde habían dejado los caballos. Allí encontraron además una cuerda con la que atar al Caballero Zorro y obligarle a seguir los tirones de las riendas por el camino que ellos le marcaban. Aún sangrando como estaba, y con el dolor que debía de sentir, Lord Clayton fue fiel a su palabra y no dijo nada más durante todo ese tiempo. Enfilaron los caballos hacía el camino de vuelta a Desembarco tirando del bandido que caminaba a duras penas y de los dos armatostes que habían construido para el muerto y el herido que los acompañaban.

Al final llegaron a la casa abandonada que Ser Roshar había mencionado. Allí esperarían a que el caballero del Puño Negro fuera en busca de un torturador con el que hacerle pagar a Clayton Archay todo el mal que les había causado. Orten Lugus se mantenía en silencio, todavía impresionado por todo lo que allí había visto. No se fiaba de Lord Archay pese a su estado, quien miraba al joven Lugus con una mirada de odio terrible. Orten sujetaba su puñal con fuerza entre los dedos, por si acaso.

Mientras Ser Roshar preparaba su caballo para partir en busca del torturador, Ser Bryan se acercó a Whalen para susurrarle unas palabras en voz baja. Sin embargo Roshar logró escucharlas con discreción sin mucho esfuerzo, mientras simulaba tener toda su atención puesta en atar las cinchas de su caballo.

-Mi señor, -dijo el dorniense en un tono suplicante, -os ruego que reconsideréis lo que vais a hacer. No es honorable. Sé que vuestro dolor ahora es profundo, y que este ruin hombre merece más que la muerte, pero pensad con frialdad. ¿Qué diría vuestro padre de veros en esta situación? -Poco sabía Bryan que Lord Crogall hubiera actuado con mayor crueldad que la de su hijo.