Partida Rol por web

Galdrin quiso adelantarse a caballo para internarse él solo en la arboleda dejando atrás a su señor y a Ser Adrik, esto provocó que la cautelosa formación con que Ser Adrik y Lord Evan habían empezado a avanzar hacía el lugar de los cuervos se rompiera y tuvieran que correr para alcanzarle pregúntandose el motivo de tan osada y estúpida acción. Mientras, por detrás de ellos corría Ser Roshar, mirando hacía los flancos que los demás hombres habían olvidado. Galdrin, pensaba el caballero, había creado la distracción perfecta para que Lord Evan y Ser Adrik olvidaran lo que ocurría a ambos lados de ellos y alguien pudiera emboscarles. Afortunadamente eso no pasó.

El maestro de armas fue el primero en llegar a la arboleda, donde la pestilencia era más fuerte, y por tanto fue el primero que vio cual era el motivo por el que los cuervos se habían aglutinado junto a los árboles y lo que vio hizo que el corazón se le subiera a la boca a la par que lo hacía el contenido de su estomago, teniendo que reprimir una arcada. Los otros tres hombres no tardaron en llegar y experimentaron una idéntica sensación.

Bajo el lugar donde los cuervos volaban en círculo, una manada de media docena de lobos se daba un festín y peleaba por los restos de varios hombres. El más grande de la manada levantó su hocico bermejo, teñido por las entrañas de un hombre gordo que yacía con sus órganos esparcidos por la arboleda, y lanzó un gruñido de advertencia a los intrusos. Sin embargo el resto de lobos se escabulleron entre los árboles dejando a su líder solo frente a los cuatro hombres.
 

Con calma se fue hacia donde estaba la cabeza de la comitiva. Vió como el maestro de armas hizo lo propio dando las órdenes pertinentes para que los guardias estuvieran en alerta. ¿Tal vez sería prudente llevar arqueros? No te preocupes Evan, serán restos de algún animal grande. ¿Un ciervo? Servirà de comida para el lagarto. Iba pensando el Lord. Se distrajo brevemente, lo justo como para apenas percatarse de que Ser Roshar estaba tomando posiciones en la retaguardia de la pequeña comitiva de exploración. Y algo llamó su atención, Galdrin salió disparado hacia la espesura del bosque. Abrió los ojos de par en par ante la sorpresa y miró a su sobrino, con esa mirada sobraron la palabras. Lo siguieron con arrojo sin saber muy bien que había sobresaltado a el joven y sin percatarse apenas de que había a su alrededor. ¿Qué esperabas Evan?

En unos instantes llegaron a un claro, al ver la escena su rostro palideció, era una imagen dantesca. Había presenciado los horroes de la guerra, la brutalidad del pantano en más de una ocasión,  pero aquello le pilló de imprevisto. Apretó los dientes y maldijo en su mente. Recuperó la compostura al ver que aquellas bestias se movían, desenvainó en un acto reflejo temiendo lo peor, pero vió como salían de su espacio visual dando un breve atisbo de calma. Cálmate Evan. Por un instante quiso arremeter contra aquella bestia. Tuvo que reprimir su impulso natural de acabar con todo, pero recordó que su labor esta por encima de él, la prudencia llamo las puertas de su ser y decidió hacerle caso.  Tenía que haber traído arcos. Mierda.

Su mirada recorrió el rostro de los presentes para saber que reacción presentaban ante la situación.

Galdrín se quedo delante, interponiéndose entre el lobo y el señor de la casa y sus caballeros.

Sabía que estaba en una mala posición, pero era su deber salvaguardar a todos los miembros de la comitiva. El lobo era bastante grande, y estaba claro que tenía cierta inteligencia animal, el resto de su grupo se había dispersado, pero bien podía ser una maniobra de caza. Pues a pesar de los cuerpos mutilados, no tenía claro que estuvieran saciados.

Mientras daba hacia retroceder dos pasos a su montura de manera lenta hacia su espalda, puso otro metro más entre la bestia y el animal que montaba, su mano derecha bajaba hasta la espada y la izquierda al escudo comento lo que pensaba rápidamente.

Sera mejor que hagamos pasar la comitiva, antes de que decidan atacarnos. Aun tienen carne aquí, si los dejamos solos pueden no suponer un gran riesgo. Mi señor, de la orden.

El no pensaba marcharse del lugar, no al menos hasta que la comitiva pasara. Aquello podía ser peligroso, pero si lo trataba con la cabeza fría, el único animal que podría presentar batalla estaba allí. Si lo dejaban en paz bien podían pasar sin problemas. Si el animal se enfrascaba en una batalla, bien podía aullar para pedir refuerzos, y no les interesaba que pasara eso. 

El olor a putrefacto era más intenso allí en la arbolada y pronto supieron porqué. Aquellos lobos se estaban dando un buen festín con la carne de esa pobre gente. No le hubiera extrañado encontrarse un animal muerto pero en ningún momento se había imaginado que serían personas lo que proporcionaría ese festín a los carroñeros.

Por instinto, Ser Adrik desenvainó la espada pero se mantuvo a la espera de las ordenes de Lord Evan. Galdrin aconsejaba que se fueran por donde habían venido y tal vez esa no sería mala opción después de todo. Pero, ¿dejarían allí a los muertos para que fueran pasto de lobos primero y de cuervos después?.

Se recompuso, tras una arcada seguida de una mueca asqueada, y siguió con la mirada a los lobos que se escabullían. Mientras el resto se preocupaba por el peligro visible él se encargaría del que siempre era su trabajo, detectar los enemigos que acechaban para atacar desde los puntos menos inesperados. 

No había tardado en desenfundar su arma. Aquellos lobos podían sentirse amenazados en cualquier momento y atacar para defender su festín, habían tomado posiciones. Tranquilizó a Pomposo antes de dirigir su mano hacia el escudo colocado a su espalda y tirar de él sin dejar de observar los flancos en ningún momento, intentando identificar cada silueta en movimiento que se desplazara en las proximidades. 

Aun no se habían dado ordenes que cumplir, pero Galdrín recomendó ignorarlos para que continuaran disfrutando del banquete sin molestar a la comitiva. El caballero no sería quien fuera a mostrar interés por aquellos cadáveres y su destino, pero aquella manada había atacado a un grupo de hombres y a la vuelta era posible que no estuvieran tan ajetreados como en ese momento. 

- Es una manada peligrosa. - 

Lady Varya observó como los soldados cerraban filas a su alrededor, mientras ser Roshar los sobrepasó y avanzó hacia el lord con la mirada, como siempre, perdida en ningún sitio; el maestro de armas se adelantó a los dos nobles y, poco a poco, todos desaparecieron entre los árboles sobre los que volaban los cuervos. La dama se llevó el interior de la muñeca izquierda, donde permacenecía en su bolsillo interior una bolsita aromática, a la nariz para aspirar profundamente y contestó a la pelirroja a media voz.

- Un cadáver querida, - su voz era tranquila y su semblante sereno, como si no le afectase - huele a carne pudriéndose, el olor es parecido a cuando se pudre la vegetación pero más fuerte.

Su mano derecha seguía acariciando distraidamente en cuello del animal.

El heredero es mudo espectador del intercambio de frases de las dos mujeres, y las últimas palabras de lady Varya, no sabe muy bien porque, le hielan la sangre. Quizás es el tono, o las palabras, o ambas cosas. No puede ni sabe qué añadir, pero la mira muy fijo, con los ojos entrecerrados, estudiando a esa enigmática mujer.

La peste en el aire le trae malos recuerdos. Ha olido el hedor de la carne en descomposición algunas veces. Pocas pero suficientes.

El acre olor de los fluidos corporales y... las moscas. Siempre hay moscas donde hay una bestia muerta. Y gusanos. Asquerosos gusanillos blancos retozando entre los músculos flácidos... Sí, quizás tiene cierto aire familiar al fétido olor del pantano. Ese pestazo a huevos podridos, esas aguas limosas y aceitosas...

Qué asco...

Piensa, aunque hace todo lo posible para no exteriorizar nada. ha de ser fuerte por su mujer. Por las damas. Es el heredero. No una nenita.

Scarlett realizó un gesto de desagrado, de fastidio. Como si encontrarse un cadáver fuera lo mismo que que se salga una rueda. Ella se habia criado entre los Blackwood y allí no se andaban con chiquitas. Scarlett había visto más ejecuciones de las que podria contar con los dedos de la mano.

-Serán unos bandidos o algun campesino que han colgado para dar un escarmiento! En Raventree Hall los Blackwood suelen imponer disciplina de manera parecida.

Covern había desmontado su humilde caballo para comprobar qué tal marchaba el otro animal que estaba a su cargo. El lagarto-león estaba más quieto que de costumbre. Sin embargo Covern sabía leer la verdad en aquellos ojos de reptil mentiroso. Se acercó a la jaula e inspeccionó a la criatura, después fue hasta las alforjas de su caballo y sacó un buen filete de carne cruda que enseñó a la criatura.

-El olor le está dando hambre. -Comentó fríamente.

No le tiró el filete directamente, si no que se lo mostró, haciendo que el lagarto-león mostrara sus verdaderas intenciones y abriera las fauces, en ningún momento se abalanzó hacía él para coger el filete sino que aguardó hasta que Covern se lo lanzara. ¿Qué clase de hombre sería aquel que hasta aquella criatura de los pantanos le mostraba ese respeto?. Covern le lanzó el filete finalmente y el lagarto-león lo atrapó al vuelo moviéndose con extraordinaria rápidez y lo engulló de un trago. El hombre sonrió satisfecho y volvió a montar a su caballo.

Tal como temía Ser Roshar, los lobos no habían huido dejando al líder de su manada solo ante la amenaza de aquellos hombres sino que se habían dedicado a tomar posiciones entorno a ellos. Un lobo apareció gruñendo por la espalda, cerrándoles el camino de vuelta. Era presumible que los otros les estuvieran rodeando, tomando posiciones.

Debían estar muy hambrientos para enfrentarse abiertamente de esa manera, pues por lo general aquellas criaturas eran esquivas y solían huir si notaban la presencia del hombre cerca. Seguramente aquel festín sería la primera comida decente que tendrían en mucho tiempo y pensaban defenderla de cualquier intruso.

- Seguramente, - Lady Varya estuvo de acuerdo con la otra dama - pero como en los viajes toda precaución es poca, debemos esperar a que confirmen que todo es normal.

A pesar de sus palabras Varya se estaba impacientando y el comentario de Covern no le ayudó a calmarse, los hombres ya debían de haber llegado hasta el lugar pero no había noticias de ellos, si todo estuviese bien qué les costaría asomarse y decirnos qué ocurre, pensó sombríamente y tomó una decisión.

- William, ¿podría adelantarse y hacernos saber qué pasa?

Se había dirigido al soldado más veterano de los que les acompañaban, no había hablado con él antes pero su marido le tenía confianza y eso era suficiente, no le gustaba inmiscuirse en la toma de decisiones pero no soportaba la espera sin noticias, lo que importa es que todos estén bien, pensó alejando las ideas de la cadena de mando y todas esas tonterías de las que hablaban los soldados, si no fuese así oiríamos algo.

Con cuidado  movió el brazo en busca de algo, su escudo. Y no le costó mucho percatarse de que no estaba allí. Viejo confiado de los cojones.  No pudo esconder la cara de frustración que sintió en aquel momento. Escuchó a Galdrin. Se paciente. Estas no son tus tierras. Levantó la cabeza para ver a su alrededor de nuevo, más allá de la pequeña comitiva. Se paciente. Debes llevarlos a todos sanos y salvos a Desembarco. Dio un pequeño toque con el tacón a su montura para que girarse  y situarse en una mejor posición ante la retaguardia. Se paciente. Piensa en tu familia. Entonces escuchó a Ser Roshar. Se paciente. Y vio como uno de los lobos de la manada se interponía entre la vuelta al camino y ellos. Mierda. Suspiró. No somos suficientes. Apretó el puño con fuerza.

- Roshar ¿Cómo ves a ese? - En referencia al animal que les bloqueaba el paso. En su voz no había formalidad alguna. Sonaba seca, fría y la mirada de Lord Evan era dura.

Sin girarse continuó hablando.

- Tormenta - Refiriéndose a Galdrin, no era habitual que lo tratará por su apellido para evitar el recuerdo de su pasado. - ¿Y si fueran Bandidos? - Hizo una leve pausa, su tono daba a entender que no quería escuchar respuesta alguna a la pregunta - Intentaremos salir todos juntos de aquí. Si nos lo ponen dificil tu y Adrik cargad contra el líder, el resto os cubrimos.

Notando el nerviosismo de Pomposo bajo sus posaderas y escuchando las palabras de su señor, Ser Roshar hizo girar totalmente a su montura hacia el lobo que les cortaba la retirada. No le había sorprendido su aparición, aunque había confiado en que no les cerraran el paso para permitirles abandonar el lugar, dejando así que continuaran su banquete. 

- Deberían permitirnos pasar si reculamos despacio. No deberían atacar si no se sienten amenazados... o a su comida...- 

Mantuvo la espada baja y el escudo contra su pecho, intentando no mostrar un aspecto hostil pero preparado para atacar si era necesario. Entonces ordenó a su caballo avanzar un paso con lentitud. Quería comprobar su teoría, averiguar la reacción del animal que les cortaba el paso. Si este cedía el paso avanzaría un par de pasos más y esperaría al resto del grupo. No era capaz de dejar de vigilar los flancos, sabía que el resto de la manada esperaba la orden para atacar y eso le hacía compartir el nerviosismo de su montura. 

La montura de Evan empezó a sentirse nerviosa al olfatear los peligros que ser cernían sobre el grupo.  El Lord montó con firmeza y posó su mano sobre las crines del animal. El animal se calmó seguro de que su jinete estaba con él.

Asintió a las palabras de Ser Roshar dando la aprobación a su modo de escape.

- Vamos.

-Está bien.- Susurró Ser Adrik apretando los dientes y retrocediendo junto con los demás. No le perdía ojo al líder de la manda que continuaba gruñendo y mostrando los dientes de forma amenazante.

Al caballero no le hacía gracia dejar allí a aquellas personas para servir de festín a los lobos, pero su alto sentido de la obediencia le impedía actuar por su cuenta propia desobedeciendo las ordenes del Lord.

Ser Roshar estaba en lo cierto. El lobo que les cerraba el camino se apartó reculando hacía un lateral mientras ellos pasaban lentamente. Dejo que así lo hicieran pero continuó gruñendo y vigilándoles incluso cuando ya habían pasado y se separaron un buen trecho de ellos.

Salieron de la arboleda conscientes de que los lobos les seguían ocultos en la maleza vigilando todavía sus movimientos, asegurándose de que abandonaban el lugar. Cuando lo hicieron, vieron que el resto del grupo permanecía a la expectativa, mirando hacía ellos. Un soldado, William, se encontraba a medio camino de la arboleda de camino hacía ellos y se detuvo al verlos aparecer.

-Enseguida, mi señora. -Dijo William y sin perder ni un solo segundo salió del camino y se dirigió a la arboleda por la que instantes antes habían partido Lord Evan y los tres hombres. Pero cuando el veterano solado se encontraba a mitad de camino, los cuatro aparecieron de nuevo. 

Al ver que vuelven me adelanto un poco, para encontrarme con ellos a medio camino.

Voy a ver qué era...

Informo a las dos damas, impaciente por saber qué era lo que desprende tan penetrante olor.

Tras lo cual pongo a Bella en un paso largo para acercarme hasta el séquito.

El caballero avanzó con el resto sin apartar la vista de la arboleda, donde aun sentía a los lobos acechantes. Forzó a su montura a acercarse a la de su señor.

- Esa manada podría ser peligrosa en el futuro, mi señor. - habló en voz baja pero de manera distante, como si supiera que sus palabras no iban a ser tomadas en cuenta y se esforzaba inútilmente. Era su papel y Evan sabía cuando debía tener en consideración sus palabras y cuando no.

Sin esperar ningún tipo de respuesta redujo la velocidad de su caballo, distanciándose de Lord Crogall y posicionándose en la nueva retaguardia del grupo. Desde allí siguió observando el terreno que dejaban atrás.