Partida Rol por web

Lord Evan dio la bienvenida al joven y le invitó a sentarse a su mesa extendiendo la mano con un ligero movimiento hacía las sillas vacías que Ser Roshar, astutamente, se había adelantado a preparar. Quería aparentar ser amigable, tranquilo y confiado. Todo ello pura fachada, pues en realidad el viejo Crogall estaba al tanto de cualquier posible estratagema que el Lugus pudiera planear, y sobre todo, de lanzarse como un viejo lobo sobre la información que traía para ellos. 

-Bienvenido, joven Orten. Por favor, tomad asiento. ¿Deseáis tomar algo?. -Se giró hacía Galdrín. -Llenad la copa de nuestro invitado. -Habían pedido una gran jarra de cerveza para llenar los vasos de cada uno, y Evan se la señaló a Galdrín para que Orten se sintiera cómodo y los viera como una familia diferente a la de las habladurías que decían de ellos, que se confiara al ver como compartían su bebida con él y, sobre todo, soltará la lengua.

-Es un honor conocerle, Lord Evan. - Dijo a modo de saludo inclinando ligeramente la cabeza antes de sentarse en el asiento que Ser Roshar tan amablemente había buscado para él. Uno a uno fueron siendo presentados todos los miembros del Consejo Crogall y Orten les dedicó la misma atención a cada uno y los fue saludando cortésmente. Se notaba que era un muchacho muy bien educado y que había tenido un buen maestre preocupado por inculcarle ampliamente los valores del protocolo. Cuando al fin se sentó dejó que fuera primero Lord Evan el que hablara, aceptó el trago que le ofrecían y acto seguido respondió a su petición contándole todo lo que sabía al respecto.

-El Caballero Zorro, como vos le llamáis, es en realidad Lord Clayton Archay, fanático defensor de la causa Targaryan hasta el final. Está en deuda con mi padre porque éste salvó la vida de Archay durante la guerra: sufrió una terrible herida y mi padre, Lord Konrad, le rescató del campo de batalla y curó sus heridas personalmente. Sin embargo, por lo que he podido averiguar desde mi último encuentro con Ser Roshar, sus últimos movimientos le trajeron hasta el Bosque Real, donde asaltó a buenas gentes. Algo, o alguien, le hizo desplazarse hacía el Norte recientemente, seguramente engañado. Debéis saber que se trata de un hombre trastornado. -Hizo una pequeña pausa para tomar aire. -De hecho, en mis tierras se le considera un loco caído en desgracia, un pobre diablo olvidado. Siento que os esté causando semejantes problemas. He mandado un mensajero a mi padre para informarle y que tome cartas en el asunto. Si lo deseáis, le pediré que medie en vuestro favor.

Mientras Orten Lugus hablaba con el señor de la Casa, Willard Camfrid, el escudero de Whalen, entró en la posada y se dirigió hacía la mesa con mirada apabullada y gesto bobalicón, ante la abrumadora visión de las jovencitas escasas de prendas y ofreciendo su belleza a los hombre, viajeros o bebedores, del lugar. El despertar de su sexualidad infantil acababa de llevarse un buen bofetón estimulante que para nada esperaba.

Caminando erráticamente llegó a la mesa de la familia y se acercó discretamente a Galdrín, tratando de recuperar la compostura, y le susurró unas palabras al oído. Luego se giró hacía Willard y le saludó con una sonrisa boba.

-Me envía Larkin. -Susurró el muchacho. -Os debo informar de que Covern está con Willy en las afueras de la ciudad. -Willy era el nombre con el que habían apodado al lagarto-león.

Ser Roshar pareció ajeno a la conversación entre Orten Lugus y Lord Evan. Con gesto aburrido paseaba su mirada por la taberna. Sonreía si veía algo divertido y seguía su panorámica. Por el momento había poca información nueva y se preocupó de rastrear el movimiento de la prostituta imponente. ¿Pensaba irse con alguien aquella noche? ¿en qué se basaba su elección? ¿para qué quería el dinero? Quería conseguir aquellas respuestas. 

La aparición del escudero de Whalen también suscitó su interés. Lo siguió con la mirada hasta ver como susurraba al oído de Galdrín. El caballero esperó que no fuera nada grave, aunque se lo temía, y apartó la vista, para volver a volar los alrededores. 

Whalen se sentía encantado cenando con el caballero errante. Necesitaba un pequeño descanso de tanta intriga, tanto problema... Sí, tenía a su mujer, y esperaba poder relajarse más tarde con ella, pero lo cierto es que en aquel momento estaba disfrutando del dorniense. Se sentía un caballero gallardo al compartir mesa con aquel joven curtido. Era el epítome del caballero. Cortés, guapo, galante, gallardo, serio, comedido... Le recordaba mucho a su primo, aunque sin la escoba metida por el culo.

Estaban hablando tranquilamente cuando ve entrar a su escudero, le dedica una sonrisa... Una sonrisa que se queda congelada cuando no es él a quien se dirigen sus cuitas, sino al maestro de armas. algo le preocupa. No le gusta la expresión en el rostro de Willard, pero poco o nada puede hacer ahora.

Es increíble eso que me contáis... ¿Así desmontásteis al extraño caballero de púrpura? Espero que no uséis conmigo esa técnica en liza... jajaja!

Deja pasar un rato antes de dejar caer su pregunta.

Y decidme, sire, ¿en vuestros viajes habéis oído hablar de un rufián llamado Caballero Zorro? No os voy a engañar... Creemos que algo tiene que ver con nuestra reciente campaña de desprestigio... Seguramente un mercenario oportunista trabajando por cuenta de alguien...

-Mi buen amigo, -dijo entre carcajadas tras la historia que le había contado a Whalen, -creedme si os digo que no voy a desvelar mis cartas en la contienda por mucha de esta buena cerveza que podáis pagarme. Pero os aseguro que acabaréis con las posaderas besando el suelo. -Bromeó. En realidad respetaba a Whalen tras haber entrenado con él aquella mañana y sabía de lo que era capaz.

Whalen dejó pasar unos instantes en los que Bryan aprovechó para formularle una cuestión sobre el tema que más traía de cabeza a su familia últimamente.

-No. Allá en Dorne no hemos tenido constancia de ese nombre, y desde que estoy aquí no he prestado mucha atención a las habladurías. Pero estaré atento a lo que oiga, y os ayudaré a atrapar a ese rufián si tanto daño os está causando.

Primero fue Ser Roshar quien se percató de su presencia tras volver la vista del escudero Willard hacía el resto de la posada para vigilar las demás mesas mientras disimulaba su desinterés con el papel que había interpretado desde la llegada de la familia a Desembarco del Rey. Pero pronto el resto no tardó en percatarse de lo que ocurría, pues así de evidente era.

Movidos por aquella extraña intuición que se producía cuando sentías que alguien te estaba mirando, uno a uno fueron girando sus cabezas hacía un rincón oscuro y poco iluminado de la posada, donde se encontraba una mesa algo más apartada del resto. Sentado allí con un vaso de vino caliente sobre la mesa y fumando de una pipa de tabaco que despedía volutas de humo a su alrededor se encontraba un anciano que miraba hacía ellos con los ojos clavados en Lord Evan.

De repente la actitud de la familia Lugus cambió y la señora de la casa Crogall siguió sus miradas para saber a qué era debido, se encontró con el hermano menor y una mirada hacia su mesa solicitando permiso. Enseguida ser Roshar se hizo cargo, aunque su gesto no fue el más indicado y atrajo de nuevo burlas. Algo en el interior de Varya se despertó, quizás fue un recuerdo de juventud o quizás fue otra cosa, pero cuando el caballero le presentó al joven ella le sonrió abiertamente, le lanzó una intensa mirada apreciativa y se acomodó en la silla ofreciendo una buena visión al invitado.

-Todo un placer conocerle Orten Lugus. -dijo entonando de forma especial el nombre*.

La dama escuchó atentamente las palabras del Lugus, sus ojos clavados en los de él, por eso no se dio cuenta de la llegada del escudero de Whalen hasta que estuvo en la mesa. Lo miró como si estuviese molesta por la interrupción que le supuso apartar la vista del invitado y, cuando se disponía a volver su atención de nuevo al joven, un hormigueo en la nuca le hizo desviar la mirada hacia una mesa apartada. El brillo de unos ojos entre las volutas de humo puso en guardia a la mujer que elevó el brazo derecho en un acto reflejo. De inmediato cogió la copa y se la llevó a los labios, solo los mojó mientras examinaba al supuesto anciano.**

Lady Varya se centró en el viejo hombre que les estaba mirando desde las sombras del fondo de la posada. No podía distinguir bien sus rasgos a causa del humo y de la penumbra de aquella zona, tan sólo podía ver sus ojos clavados en su esposo cada vez que las ascuas de la pipa iluminaban brevemente su rostro tras cada inspiración. Sin embargo pudo deducir que su apariencia y constitución distaban mucho de parecerse a la que les habían dado del infame Caballero Zorro.

Galdrín se sorprende cuando el escudero de Whalen hace acto de presencia y se dirige hacia él pero al momento asiente con una expresión sombría.

-Esperadme fuera. -Despide al muchacho mientras se levanta y se dirige hacia Lord Evan. Se coloca al lado contrario de Orten Lugus, entre su señor y Lady Varya, para asegurarse de que el invitado no oiga sus palabras y le susurra algo al oido.

Finalmente se dirige hacia la salida de la posada con paso tranquilo pero dejando su bebida casi intacta sobre la mesa.

El maestro de armas no se percata del anciano que les observa desde el fondo de la posada.

Galdrín susurra al oido de Lord Evan:

-Hemos localizado a Covern. Iré en su busqueda y le interrogaré, tambien le mantendré vigilado.

Una vez fuera de la posada busca con la mirada a Willard.

-Llevame hasta donde esta Larkin y Covern.

El maestro de armas observa a los hombres de la casa Crogall que estan apostados fuera de la posada y señala a uno de ellos.

-Tu, acompañanos. El resto estad ojo avizor. -La voz de Galdrín imprime una nota de seriedad a la situación que no pasa desapercibido a nadie.

Oh! ya lo creo, sire, ya lo creo...

Le dice al dorniense, entre trago y trago de cerveza.

Un rufián de la peor especie. Se conoce* que ese caballero Zorro es miembro de una familia noble que luchó en el bando del Rey Loco... Y que ahora subsiste haciendo de bandolero y, al parecer, haciendo trabajos sucios de mercenario para terceros... Necesitamos a ese traidor vivo para que demuestre nuestra inocencia en todos los cargos que nos inculpan... Jamás os estaría lo bastante agradecido si pudierais ayudarnos a atrapar a ese maleante.

Por un momento puede observar como sus familiares hablan con un noble desgarbado, que cree recordar que formaba parte del séquito Lugus, pero no le da más importancia... y al parecer fijan su vista en alguien que hay en otro lugar de la sala, aunque su atención no se dedica a vagar por el comedor y se mantiene centrada en el dorniense, que encarna todo aquello que quisiera ser él. Galante, gallardo, valiente, apuesto...

Ser Roshar reparó en el anciano que vigilaba a su señor desde las sombras. Se detuvo en él unos instantes, los mínimos que le presentaría cualquiera que viera como acechan su mesa, siguió su mirada y al llegar hasta su señor hizo una mueca de desencanto. Como si fuera lo que le faltaba. 

- ¿Su amigo no será el de la pipa? - preguntó con desgana mientras volvía a observar el resto del panorama. En aquel momento sabía que las miradas de la familia estaban sobre la figura en las tinieblas, no podría hacer nada que no vieran. Pero... ¿era parte de alguna estratagema? Sí era él, ¿qué hacía allí? ¿por qué se dejaba ver? ¿Acaso para ver el resultado de su último movimiento cuando la guardia entrara en la estancia para arrestar a toda la casa? ¿o para llevar a cabo la conclusión de su estratagema atacando a Lord Crogall en persona? 

El caballero se percató de que algo requería la atención de Galdrín. ¿Qué había sucedido? ¿Tenía eso que ver con la aparición del Zorro? ¿Era él? Estaba seguro de estar armado y estaba preparado para actuar si era necesario proteger la vida de su señor. Pese a su pose despreocupada y perdida en sus propios pensamientos adoptó una vigilancia total, donde intentaba no observar demasiado al anciano, supervisando sus cercanías para poder seguir sus pasos. Pero sin dejar de inspeccionar el resto de presentes, pues cualquiera podía ser un peligro. Y en aquel momento temía estar a punto de recibir un ataque desde cualquier frente. 

Lord Evan Crogall recibió cordialmente al joven Lugus y le invitó a sentarse a su mesa para ver que sabía de todo el asunto. Escuchó con atención las palabras de Orten Lugus relatando la historia del forajido que tantos problemas les estaba causando y agradeció que estuviera dispuesto a brindarles su ayuda. Por lo que había visto de los de su casa, aquellos bebedores empedernidos que no paraban de causar estrépito y molestar a todos los demás clientes del local, no se trataba de gentes con las que el Lord se dignaría a compartir mesa. Pero Orten parecía diferente, y se compadeció de su suerte. En cierta manera le recordaba a su hijo, y esperó que su conocimiento del Caballero Zorro les resultase de utilidad si lograban decantarlo de su bando. Esa misma idea quiso transmitirle con la mirada a Ser Roshar, si con la ayuda de Orten Lugus lograban capturar al forajido podrían demostrar que no eran ellos quienes habían estado tras los acontecimientos atroces de los que se les acusaba.

Antes de que pudiera responder al joven, Willard entró en la posada y se dirigió a Galdrín. Quien de inmediato se levantó y fue a susurrarle unas palabras al oído tras despachar al escudero de su hijo. Evan asintió a las palabras susurradas sin que hubiera necesidad de responder al maestro de armas con palabras. Confiaba en él y sabía que podía dejar ese asunto en sus manos. Entonces, se dirigió rápidamente a Orten para centrar en él su atención y continuar con la conversación. 

-Os agradecería enormemente cualquier ayuda que pudiera detener la campaña de difamación que estamos sufriendo inmerecidamente. -Le dijo al muchacho con las manos extendidas en señal de que recibía de buen agrado su oferta. -Pero también me gustaría contar con vos para poder encontrar a Lord Clayton cuanto antes y así poder...

Su voz vehemente y sus palabras fueron poco a poco apagándose hasta hacerse el silencio cuando se percató de que la atención de todos estaba centrada en el misterioso anciano de las sombras. Notó la mirada del extraño clavada fijamente en él como un pinchazo y, con gesto desafiante se la mantuvo hasta que Ser Roshar formuló en voz alta la pregunta que todos se temían y Lord Evan dirigió entonces su vista hacía Orten con seriedad en el rostro para indicarle que esperaba su respuesta.

Orten no se había percatado de la presencia del hombre que les miraba desde la distancia y que había reclamado la atención de todos, mientras eso sucedía, él seguía escuchando las palabras de Lord Evan hasta que éstas fueron perdiendo fuerza y se detuvieron de pronto. Al escuchar la pregunta de Ser Roshar le miró confundido y devolvió la mirada a Lord Evan de nuevo para que le explicara que estaba pasando. Sin embargo el Lord exigía una respuesta a aquella pregunta. Orten miró entonces en la dirección a la que todos prestaban atención y se quedó mirando al anciano con gesto extrañado.

Después de unos segundos de tensión, Orten se giró de nuevo hacía ellos y negó con la cabeza primero y después con sus propias palabras. Su voz sonó suave y delicada, como de costumbre, aunque mantenía un deje de tensión debido a la extraña situación.

-No conozco a ese hombre. No es Lord Archay, de eso estoy seguro. - Dijo mientras el extraño al que se referían soltaba otra bocanada de humo en su rincón de la posada, con los ojos todavía fijos en Lord Evan.

Galdrín abandonó la posada y se encontró en la puerta con Willard y un par de hombres de los que él había distribuido en sus puestos personalmente. Tomó al joven escudero y a uno de los hombres y le pidió al chico que los guiara hasta donde Larkin y Covern estaban. Willard así lo hizo, y dirigió sus pasos hacía la Puerta Real que custodiaba la esquina suroeste de la ciudad.

Larkin se encontraba en un portal cercano a la puerta, afilando con su daga una estaca de madera. A sus pies caían las virutas de madera que se amontonaban en un motoncito. Cuando los vio llegar lanzó el palo a un lado y guardó la daga en su cinturón.

-Está siguiendo el camino, más allá del terreno del torneo. -Dijo el veterano guerrero. - Ha colocado la carreta del lagarto-león a unos doscientos metros apartado del camino y se ha instalado junto a ella.

Siguieron a Larkin hasta allí. Efectivamente, Covern había colocado la carreta de forma disimulada junto a unos arbustos que la camuflaban en parte, y alejada del camino tal y como había detallado Larkin. Había tapado con una lona la parte trasera para que el reptil que guardaban allí quedara cubierto y había dejado sus cosas al pie de la carreta, junto a una de las ruedas. Donde descansaba apoyado. Se mantenía tan discreto que seguramente la tarea de encontrarlo no había resultado nada fácil para Larkin, a pesar de que más o menos ya sabía donde estaba.

-Contad conmigo. - Dijo decidido. -Atraparemos a ese rufián y le haremos confesar ante la justicia todo su ardid.

Ser Bryan hablaba con tanta decisión y seguridad en lo que decía, que parecía tan sencillo de realizar que Whalen se preguntó por un momento como era posible que todavía no hubieran atrapado al Caballero Zorro ellos mismos. El dorniense tendió su mano hacía Whalen para sellar el vínculo y alzó la copa para celebrar por su victoria. Los ojos almendrados de Telson brillaron y una sonrisa que inspiraba confianza se dibujó en su rostro, alentando el corazón de Whalen: estaba seguro de que con aquel aliado lograrían atrapar a Lord Clayton Archay.

Ser Roshar volvió a mirar hacia el anciano cuando Orten Lugus negó conocerlo y alzó los hombros tras observarlo apenas un segundo, guiando su atención hacia Lord Evan. Había captado las intenciones de este para con el joven noble, pero el nuevo hombre en escena era una incógnita que acrecentaba las conspiraciones que agitaban su mente. 

- Quizá mi señor también quiera invitarlo a la mesa. - el caballero se mostró solícito. - Como poco parece querer dirigirle alguna palabra... - hizo uso de aquel tono que hacía difícil reconocer si se trataba de una burla o si hablaba en serio. - ¿Desea que intervenga de alguna forma, mi señor? - sus palabras eran serviciales, su gesto resignado. 

Al caballero no le haría mucha gracia abandonar el lugar que había adoptado por precaución, aunque creía poder confiar en que el Lugus no pretendía ningún ataque. Al menos no uno directo, en lugar visible y rodeado de miembros de la casa. Tampoco deseaba perderse la conversación, ni que la intromisión de un nuevo sujeto en escena la interrumpiera y cohibiera. Confiaba en que su señor contara con ello para tomar su decisión. Que, al no presentarse como asunto de urgencia, podría esperar a que la actual entrevista finalizara.