Partida Rol por web

Ser Roshar desenfundó su espada y apuntó al iracundo herrero. Si no se apartaba la hoja rozaría su piel a una distancia que delataría su presencia afilada al tacto sin llegar al contacto. La punta danzaría ante su cuello. 

- Soltad el martillo. No volveré a repetirlo.- En su tono no había duda, quizás un deje aburrido por haberse visto envuelto en aquella situación.

Lo que en principio pudo ser una respuesta en pos de su seguridad cambió en defensa de su compañero. No creyó importante maquillarlo de ninguna forma, estaba frente a la tienda de su señor y tendría que responder ante él si le pasaba algo al maestro de armas en su presencia. Además su buena relación con Galdrín no debía ser un secreto.

Con la espada en alto no dejaba de intentar imaginar qué podía haber hecho su amigo para atraer la furia de aquel hombre. Temía nuevos rumores en contra de la casa, la bola de nieve que no dejaba de crecer... 

El herrero retrocedió al ver la espada de Ser Roshar, dando un par de pasos atrás. Sin embargo, su mirada continuó clavada en el maestro de armas. Ya no le apuntaba con el martillo en alto, pero todavía lo sostenía en sus portentosos brazos con firmeza.

-Podéis matarme, si así lo deseáis. Pero eso no ocultará la deshonra que este hombre ha provocado en mi familia. -Espetó sin dejar de mirar a Galdrín ni un sólo instante.

Galdín y Ser Roshar habían abandonado la carpa mientras los demás continuaban dialogando sobre la caja y la extraña daga, habían llegado a la conclusión de que el maestre la estudiaría de inmediato haciendo uso del equipo de laboratorio con el que podría contar en el cónclave de maestres que se celebraría en la ciudad.

Apenas un par de minutos después, un alboroto en el exterior fue creciendo en intensidad, la voz de un hombre increpando a alguien se escuchaba cada vez más cerca, hasta que todos tuvieron la certeza de que el incidente se estaba produciendo en la entrada de su carpa. A pesar de que el hombre gritaba en voz muy alta, apenas pudieron entender lo que decía debido a la confusión. Al parecer había sido agraviado de algún modo.

El caballero no deseaba la muerte de aquel hombre, ni siquiera lo conocía. Por desgracia, hacía falta muy poco para convertirse en victima y con su actitud obviaba gran parte del riesgo. Quiso confiar en que no le forzaría a acabar con su vida. Por si acaso, mantuvo la punta de la espada en alto, dejando resplandecer su capacidad persuasiva. 

- ¿Y pensabais ocultarlo con ese martillo? - Quiso recalcar lo absurdo de la idea y echó un vistazo a su alrededor. Al ver al interesado público resopló. - Nadie sabe de qué habla. - su tono no se elevó, no tenía gran interés en que los demás escucharan la conversación.  

Le pareció una jugada muy osada para que estuviera fingiendo, pero era posible. Aunque le resultaba más probable que le hubieran engañado pintando a Galdrín como el culpable de la acción de un tercero. Ser Roshar ya se preguntaba por las pruebas... Si es que el herrero tenía alguna. 

¡¿Que pasa aquí?!  Salió Scarlett a ver cual parecía el problema afuera.  

Con la mano en la cintura y actitud de importunio y defensa del derecho de audiencia, pidió: Dejen al hombre hablar.  ¿Cuál es el agravio, mi señor?

Whalen se encontraba pensativo, evaluando todas las opciones que se abrían ante el nuevo evento, cuando los eventos volvieron a llamar a la puerta.

Scarlett fue a ver qué ocurría, y el heredero lo hizo detrás de su esposa. Se mantuvo un paso detrás de ella. No acababa de acostumbrarse a la autoridad innata de los Tully.

Acababan de decidir qué hacer cuando un alboroto en el exterior perturbó el silencio que reinaba, la señora de la casa se tensó de inmediato y en cuanto se apreció que la voz se dirigía hacia ellos se acercó en silencio al maestre, apoyando una mano en su antebrazo le susurró unas palabras.

-Maestre, creo que será mejor que vaya de inmediato a examinar el objeto.

Lady Varya trató de ocultarlo de cualquier mirada del exterior mientras lo acompañaba para salir sin ser visto.

El maestro de armas quedó sorprendido ante la furia del herrero y no reaccionó hasta que Ser Roshar insistió en su amenaza y el recien llegado apartó el martillo de la cara de Galdrín.

En todo ese tiempo intentó, sin éxito, reconocer al hombre y recordar si lo conocía y si había realizado alguna afrenta hacia el o hacia algún miembro de su familia.

Finalmente llegó a la misma conclusión que Ser Roshar. Le han engañado.

Intentando mantener la actitud tranquila, dado que el hombre parecía haberse aminalado un poco ante la presencia de Ser Roshar, y respondió a las palabras del herrero:

-Disculpe caballero, no le conozco, no se quien es usted ni cual es su familia y, por supuesto, no creo haberle deshonrado nunca. Le ruego que explique más detalladamente lo que cree saber y podremos aclarar esto. -Soltó la perorata rápidamente sin apenas respirar y tras ello dio un paso hacia el herrero y añadio: -Sino, tendré que responder al duelo, y no quieres eso.

El alboroto se hizo tan grande que incluso los miembros de la familia que todavía se mantenían en el interior de la carpa salieron a averiguar qué era lo que estaba ocurriendo. Lady Scarlett fue la primera, con paso decidido y seguida de su esposo Whalen, preguntó qué ocurría y se dirigió directamente al hombre para que explicara cuál era el agravio. Tras la pareja salieron también Lady Varya y Lord Evan, también el maestre Nicholas que portaba un bulto bajo su brazo, que no era otra cosa que la caja del regalo envuelta en unas telas viejas. Sin embargo, el maestre en lugar de quedarse a ver el espectáculo, susurró algo al oído de Larkin y ambos se fueron del lugar.

El hombre agraviado, que vestía un grueso delantal de cuero y tenía los brazos fuertes y el pecho ancho y poderoso de un herrero, sujetaba un martillo y encaraba a Galdrín con visible enojo. Su cara estaba enrojecida, pero se podía notar que eso no sólo era producto del enfado, sino además del alcohol que había tomado para llenarse de valor antes de dirigirse de ese modo a alguien superior a él en la escala social. Cuando el resto salió de la carpa, el hombre respondía a una pregunta de Ser Roshar.

-No. Pero sí le obligaré a restituir su agravio.

La pregunta de Lady Scarlett llegó en el momento preciso, pues el hombre parecía realmente enfadado al ver que Galdrín aseguraba no conocerle.

-No me conocéis a mi, maldito, pero bien conocéis a mi hija. -Señaló hacía atrás, donde entre la multitud de curiosos se encontraba una joven muchacha de pelo negro. -¡Este hombre - gritó hacía la multitud, -violó dejó embarazada a mi hija!. ¡Y juro por los Siete Dioses que me acompañará al septo para honrarla y reparar su insulto!.

Whalen se quedó perplejo ante la acusación del herrero borracho. Conocía a Galdrín y no lo creía posible de algo así. Al menos no de violar a una muchacha. Era un hombre íntegro. Otra cosa era que su padre cargara las tintas con eso de la violación para no reconocer que la había seducido.

Pero eso tampoco era posible. Si esa mujer estaba embarazada era que el acto había ocurrido hacía meses. Desembarco caía lejos de casa.

¿Es posible que mi padre, o ser Roshar, enviaran aquí a Galdrín para alguna tarea hace meses? Es posible. En Desembarco se encuentra de todo, y desde luego, si quisiera realizar un encargo enviaría a Galdrín. No tiene esa mente retorcida de ser Roshar y tiene las pelotas igual de grandes.

El heredero dio un paso al frente. No le gustaba el aspecto del herrero. Alguien en ese estado podía ponerse violento, y lo último que quería era quedar (más todavía) como la casa sanguinaria que todos querían creer que eran.

Serenidad, maese herrero. Soy Whalen, el hijo de lord Evan, aquí presente.

Aunque le pertocara hablar a su padre, creía conocerlo lo bastante bien como para saber que su carácter seco no iba a ayudar a resolver aquello... Y estaba ansioso para ganarse la confianza de él.

Contadnos con calma, sin gritos ni amenazas, lo ocurrido. 

Añadió, sin esperar a que el artesano se presentara. le interesaba más el qué que el quien.

De vez en cuando lanzaba miradas a Galdrín y a la chica, en busca de miradas de reconocimiento, miedo, o lo que fuera que pudiera desvelar la naturaleza de la relación entre ambos.

Después ya les haré hablar a ellos.

Si claro, pasemos a platicar al interior por favor.  Que todo señor se hace responsable de las acciones de la gente de su feudo, y si algo ha de hacerse respecto a esto, los Crogall nos aseguraríamos que se hiciera lo honorable y lo correcto.  

Pasa tu también mija -le dijo a la muchacha.  Platiquemos tú y yo por aparte. 

Le pidió a la de la posada.  Por favor un caldo que platicar con el estómago lleno es mejor.  Y algo que pueda bajar un poco el alcohol, por favor, le dijo por lo bajo.

Ya en el interior, los ojos de Scarlett trataban de adivinar la verdad en los gestos, lenguaje corporal y respuestas de la muchacha.  No sólo estaba atenta para descubrir la verdad sobre abuso vs seducción vs romance, sino sobre todo sobre si esto era un engaño orquestado por terceros agentes.  Así que pidió a sus guardias, y damas para la muchacha, que revisaran a ambos, respetuosamente, buscando daga, puñal o vial por igual, antes de que se sentaran a dialogar.

Una media sonrisa apareció en el rostro de Ser Roshar, parecía divertido por la osada respuesta del herrero. ¿Estaba pensando en un duelo? La mirada del caballero estudió los movimientos del hombre, sus brazos, sus ropas... Buscaba una incoherencia, un detalle que no coincidiera con la labor de un herrero. Quería asegurarse, medir sus capacidades. 

Su actitud cambió en cuanto las figuras más relevantes de la casa Crogall salieron de la tienda. Su espada seguía desenfundada, apuntando al hombre que enfrentaba a Galdrín, pero la seriedad invadió su semblante al encontrarse ante su señor. También fue consciente de la marcha del maestre junto a Larkin y se lamentó por encontrarse en una situación comprometida. No le era posible abandonarla para asegurar el cometido de Nicholas, no sin llamar demasiado la atención. Al menos se fijó en los presentes, por si detectaba alguien que mostrase especial interés por el maestre o por el bulto que cargaba. 

La intervención de los señores relegó al caballero a segundo plano, a la espera de ordenes. Ni siquiera se inmutó ante la acusación de violación. Ser Roshar no creía a su amigo capaz de semejante acción, y para tener constancia del embarazo debería haber sido hacía tiempo... ¿Cuánto? O mejor, ¿quién le había dirigido hasta Galdrín? ¿y por qué? Una de las razones que cruzaron su mente fue la distracción, por lo que le hubiera gustado poder acompañar al maestre. Aunque podía no ser más que otro granito de arena a sumar en la mala reputación de la casa. El herrero estaba llamando demasiado la atención, quizás más interesado por hacer conocer su infortunio que por preservar la honra de su hija. O era la bebida la que hablaba de más. Y demasiado alto.

Al caballero le pareció más apropiada la intención de Lady Scarlett, discutir en privado el malentendido para arreglarlo. Hacerlo en presencia de todo aquel público, como parecía querer hacer Whalen, era arriesgado. Si bien tenía los pros de demostrar como hacía las cosas la familia, podían toparse con pruebas falseadas que les obligaran a actuar en contra de sus deseos. Ser Roshar solo acercó su mano libre hacia el herrero para solicitar su martillo. Si pensaba aceptar la invitación no portaría armas. 

La sorpresa del maestro de armas fue mayúscula, no se esperaba una acusación como aquella. Dirigió la mirada a la muchacha pero no la reconoció. Aún así mantuvo sus ojos clavados en ella hasta que le devolviese la mirada esperando ver algún tipo de reacción, bien fuese vergüenza, furia, lo que sea que le pudiese ayudar a entender lo que pasaba.

Para empeorar la situación, la familia Crogall al completo salió del pabellón para ver a que se debía aquel escándalo. Una pequeña parte dentro de Galdrín aún había esperado resolver aquella situación discretamente sin involucrar en más problemas a Lord Evan pero ahora era obvio que eso no sucedería.

-Señor, no le conozco a usted ni conozco a su hija. Juro por los siete que jamás le he puesto una mano encima y quien diga lo contrario miente. -Sabía perfectamente que de poco servirían aquellas palabras ante la furia ciega del herrero.

Para sorpresa del maestro de armas, Whalen y su esposa se hicieron cargo de la situación por lo que él se limitó a seguir la corriente de los sucesos, se encontraba fuera de su elemento, entre mentiras y acusaciones falsas y eso le desconcertaba. Aún así le bastó una mirada a la gente que se había agolpado para entender una cosa. Se resuelva como se resuelva esto, el daño a los Crogall ya está hecho.

Ante esta perspectiva decidió no quedarse parado e interpeló al herrero:

-¿Quien, maldito sea su nombre, me ha acusado de tal vileza? Hemos llegado a la ciudad hace apenas dos noches. -Antes de que Lady Scarlett llevase la discusión al interior del pabellón quería dejar el mensaje claro a todos los presentes.

Las palabras tranquilas de Whalen sosegaron el espíritu iracundo del herrero. Había encontrado los ánimos suficientes para enfrentarse a la casa a la que todos acusaban de las peores vilezas en el licor que afeaba su aliento, pero no se encontraba borracho todavía. Simplemente había dejado atrás los pensamientos de cautela y temeridad que le habían impedido hacer frente al agresor de su hija.

-Yo soy Tomas Brasero, y aquella es mi hija Alyse. -Dijo señalando a la muchacha.

Lady Scarlett intervino para llevar el asunto a la discreción y protección que proporcionaba la carpa de la familia pero el herrero rehusó la invitación con rapidez. No quería quedarse sólo junto a la familia que había matado a quince inocentes en las tierras de los Dannett y de los que se contaban tamañas barbaridades. Alyse, se quedó en silencio tras su padre protegiendo entre sus brazos la abultada barriga y también rechazó con una vocecilla tímida la propuesta de la Tully. No levantó mucho la cabeza del suelo, temerosa o avergonzada por el cariz que estaba tomando la situación. Mientras ser Roshar trataba de averiguar si había verdad en el aspecto de aquel hombre, y no le cabía duda alguna de que así era. Su piel estaba bronceada por el calor de la fragua, sus brazos eran musculosos y su pecho ancho tras las horas en la fragua golpeando el yunque, y sus ropas encajaban con las de un herrero que llevaba años trabajando el metal.

Entonces intervino finalmente el acusado en la conversación, lo cual volvió a desatar las iras del herrero que señaló hacía su hija con la mano contraria a la que sostenía el martillo.

-¡Mi propia hija me lo confesó tras interrogarla!. -Respondió a las últimas palabras de Galdrín en las que maldecía el nombre de quien le acusaba. -Ahórrate las mentiras y confiesa tu pecado: precisamente hace dos días ella regresó a la casa preñada y sin un hombre al que llamar padre para el niño. Bastante tiempo ha mantenido oculto tu nombre hasta que se atrevió a confesarlo. Vas a venir al septo y desposarla, ¡ninguna hija mía engendrará un bastardo!.

Pero Tomás, seguro usted sabe que en dos días la mujer no puede llegar estar en un estado de embarazo como el que tiene su hija ahora.  Los Corgall estamos siendo acusados de mucha cosa injusta estos días, por favor no se sume a esto.  

Si requiere ayuda para sacar adelante a un nieto, para que sea productivo y ayude a su familia y su señor, no dudo que su taller sea el lugar para hacerlo.  Su mesura, así como su valor de hablar cuando lo considere justo aunque esté equivocado, son el mejor legado que le dejará, no lo dudo.  Recuerde, el honor siempre viene de la madre, no de un padre, y menos si es ausente.  Vaya tranquilo.

Scarlett vio hacia todos lados para ver dónde se desenvolvería la siguiente jugada de quien los buscaba enredar.  Ser Roshar, el Maestre debe estar seguro. -lo apremió.  Aquí seguro no pasaría nada abiertamente. 

Lady Varya salió de la carpa tratando de ocultar al maestre con su presencia, siguió sus movimientos asegurándose que partía sin ningún contratiempo mientras escuchaba a unos y otros, y cuando por fin lo perdió de vista dirigió sus ojos grises hacia el herrero y su hija. En su rostro se veía una sonrisa, una sonrisa que siempre le había ayudado a entenderse con la gente y a congraciarse con su interlocutor.

-Maese Tomas, entendemos su enfado y las ganas que tiene de que su hija y su nieto tengan un buen futuro. Su hija se escapó de casa hace muchos meses, a buen seguro se fue con algún joven que le hizo promesas que no pudo cumplir y que conoció en su día a día, ningún hombre tiene derecho a aprovecharse de una joven hermosa y buena como de seguro es Alyse. Tenga por seguro que los Crogall no toleran esos comportamientos en sus tieras y si este hecho fuese juzgado en ellas se castigaría al culpable en su justa medida. Si me permite hacerle unas preguntas a su hija quizás resolvamos este entuerto. -la dama esperó la conformidad del herrero mientras hacía un gesto a Nyn para que le trajese un asiento a la joven embarazada y continuó -Alyse toma asiento querida, ¿dónde has estado todo este tiempo? ¿Puedes describirnos la casa, el lugar, los vecinos, los olores?

Todos los ademanes de la dama recordaban a los de una madre preocupada por una hija, la mano un poco tendida, la cabeza ligeramente ladeada, la voz preocupada por su bienestar.

En parte Whalen se alivió al ver como el herrero declinaba la oferta de entrar en el pabellón. tenía más miedo de lo que la gente del patio pudiera imaginar que de lo que pudiera ver. Prefería que todo fuera público, al igual que el herrero.

Todo aquello parecía muy extraño. Lo que había dicho Galdrín parecía indicar que no había venido a Desembarco antes por algún recado. Y era imposible que la hija de herrero hubiera salido de la ciudad meses atrás.

Al escuchar las palabras de su esposa y las de su madrastra, se apresuró en ordenar con un gesto que aprestaran un asiento para la embarazada. parecía que iban a interrogar a la interesada, cosa que le pareció muy apropiada.

Hablemos de todo esto de forma civilizada, maese Brasero. Aquí no nos gustan los gritos, y aunque entendemos su situación, entended también la nuestra. Hemos de asegurarnos que lo que decís es cierto. Quizás alguien se aprovechó del candor de vuestra hija y se ocultó con un nombre falso... A nuestro maestro de armas a veces lo confunden con otras personas. Doy fe que él jamás había pisado Desembarco con aterioridad, así que estoy convencido que han sido víctimas de un engaño.

Aunque no estaba seguro de ello, el heredero iba a arriesgarse por él. Era lo que hacían los señores. Confiar en vasallos.

Entiendo su preocupación como padre, maese Brasero. Haremos lo que podamos para ayudarle, pues no sólo a usted le han engañado con ese embuste.

Y en ese mismo momento su mente viajaba por los miembros de su séquito, pensando en alguno de sus soldados, soltero, que estuviera dispuesto a desposarse con una chiquilla embarazada de otro hombre, en caso que aquel herrero no entrara en razones. En el fondo sentía pena por aquel hombre. Y ganarse el favor de un herrero no era mala idea. Quizás a algún soldado con problemas como el juego le iría bien una compañía femenina y una familia para evitar caer más en sus vicios... Podría ser aceptar el matrimonio o bien perder su privilegio de soldado.

Quizás hasta ser Adrik se podría casar con ella... Es de baja alcurnia pero es tan noble... Bueno, quizás no tanto. Y su madre jamás se lo perdonaría.

Ser Roshar se mantuvo en segundo plano, ya había suficientes voces participando. Su mirada recorrió al público sin interés y pasó sobre la joven Alyse. Ella tenía la respuesta, ¿qué aspecto tenía su Galdrín? ¿Era víctima de un engaño o cómplice? El caballero sintió una preocupación creciente y no fue por el embarazo de la joven. Su nombre había aparecido como líder del ataque a los campesinos, Whalen recibió un extraño presente que podría ser comprometedor y Galdrín era acusado de una violación. Temía que la ofensiva de los Dannett pudiera tener mayor dimensión de la esperada, con ataques individuales, quién sabe si personalizados. ¿Quién sería el próximo en ver su honor en entredicho? ¿Lady Varya? ¿Lady Scarlett? ¿Ser Adrick? ¿El mismo Lord Crogall? Su mente se perdió en las múltiples opciones con las que se podía manchar la reputación de los miembros de la familia, peleándose por encontrar una defensa contra ellas.

Al escuchar su nombre se giró hacia quien requería su atención. Le hubiera encantado acatar la orden enseguida, pero en su lugar arqueó una ceja junto al atisbo de una media sonrisa. Duró un instante. Pues borró todo gesto de su rostro y miró a su señor en busca de su decisión. El público limitaba su papel, ni siquiera se mostraría conforme con abandonar la escena y enfundar el acero. Pero su mente estaba más centrada en el maestre, preguntándose si sería el siguiente. 

Lord Evan se mantenía en un segundo plano, como era costumbre en él para aquellas situaciones en las que se precisaba más ingenio y mente que fuerza y espadas. No era que el señor de la casa Crogall fuera estúpido o no tuviera un buen juicio para tales situaciones, sino que se mantenía fiel al lema de la casa: paciente, letal. Ser paciente era su mayor virtud, en algunas ocasiones, cuando atendía las reclamaciones de su pueblo, el simple silencio bastaba para descubrir al mentiroso, intimidado por la mirada seria y la ausencia de palabras del Lord y terminaba confesando la verdad. En esa ocasión dejó que Lady Varya, Whalen y Scarlet se encargaran del asunto. Aplaudía la actitud de Whalen y cómo estaba llevando el asunto, calmar al herrero era una actuación inteligente en vista de que los buenos intentos de Scarlett no terminaban de fructificar. También creyó que su esposa estaba en lo cierto, al ir directamente a por la joven pues era probable que Tomás Brasero estuviera actuando bajo engaño de su hija, quien por no confesar a su amante había decidido lanzar la acusación sobre Galdrín. Ahora había que determinar si lo había hecho inocentemente o si había algo más detrás de ello.

Su mirada giró levemente para encontrar la de Ser Roshar. Apenas un leve movimiento de cabeza en negación, sólo perceptible para el caballero le indicó a Roshar que debía quedarse allí. El maestre Nicholas se encontraba seguro y Evan no confiaba en nadie mejor que el caballero para descubrir el trasfondo de todo aquello si la muchacha confesaba lo que Evan más se temía.

-Mi esposa murió hace tres años y yo he cuidado de Alyse lo mejor que he podido, mi sustento no llegaría para soportar a los tres. Además, es una cuestión de honor más que de dinero. Él debe asumir sus actos y casarse con ella. -Dijo el herrero que no se mostró convencido de las palabras de lady Scarlett.

En un primer momento el herrero se interpuso para que dejaran a su hija al margen. Tal cual él lo veía, aquello era una cuestión que debía resolverse entre hombres, y Galdrín iba a casarse con su hija, tanto si acudía con ellos al septo de buena gana como si prefería que el martillo le diera los motivos adecuados para hacerlo. Sin embargo, las buenas y educadas palabras de Whalen llegaron justo a tiempo para solventar la situación. El herrero no puso más resistencia a que hablaran con la muchacha embarazada y esta se acercó hasta ellos.

Alyse Brasero se sentó en la silla que amablemente le tendía Lady Varya, lo cual fue un alivio para ella pues la barriga pesaba demasiado en su delgado cuerpo. Varya pudo fijarse en que la muchacha apenas era una niña cuya primera regla debía estar fechada poco antes de su embarazo. Tampoco era una joven muy atractiva, pero en modo alguno era fea ni presentaba rasgos desagradables. Era algo más bella que las jóvenes de su estatus social, pero tenía esa clase de belleza que no tardaría en marchitarse junto con su juventud. Miró con timidez a su alrededor, ciertamente abrumada.