Martes, 6 de agosto del 2019.
Mañana, temperatura 24ºC
Hora Local: 10.00; 
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Diana se despertó con un fuerte dolor de cabeza. Si no fuera por eso podría decir que había dormido bastante bien, aunque cuando abrió los ojos no pudo ver absolutamente nada. Entonces comprendió que tenía algo tapándole la cara. Alguien le había puesto una especie de bolsa de papel sobre la cabeza y tenía las manos atadas con una gruesa cuerda. ¿Qué había pasado? 

Lo último que recordaba había sido que había decidido dormir para descansar y ahora se había despertado con todo el cuerpo dolorido, con un fuerte dolor de cabeza, con las manos atadas y en un lugar del que poco sabía. ¿Dónde se había metido?

Confusa y adolorida Diana despertó, verificando tras algunos espantosos segundos la nueva realidad en la que se encontraba. Suponía que la habían drogado, arrastrando posteriormente su cuerpo hasta este lugar alejado; era la única explicación coherente pero por qué razón desconocia.  ?Y a todas  estas donde estaban los demás del grupo?

 Comprobar su propio estatus físico era primordial, luego ya vería que había sucedido con los otros.

Podía oír el sonido del agua cercana, no estaba segura si el agua del río sería potable pero al menos era una opción para no morir deshidratada, aunque disentería tampoco estaba en sus planes y eso sería casi peor. Una ojeada al agua podría indicarle al menos su condición salubre teniendo una idea su apariencia. Pero lo primero sería escapar, prestar oído a sonidos o huellas a su alrededor que le indicarán dónde estaban quien quiera que haya sido su captor o captores y sus intenciones. De ser posible guardar la bolsa que cubría su cabeza lo haría, quién sabe qué utilidades podría darle. La soga también , aunque soltarse era otra cuestión, pero acostumbrada a manos habilidosas esperaba poder deshacer los nudos.

Martes, 6 de agosto del 2019.
Mañana, temperatura 24ºC
Hora Local: 11.00; 
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Diana empezó a palparse el cuerpo con sus manos anudadas para comprobar el estado en el que se encontraba. Por los puntos donde sentía dolor se dio cuenta de que le habían roto un par de costillas. Le costaba respirar e incluso ponerse de pie. Estaba fatigada y dolorida, parecía que efectivamente la habían drogado y luego como si la hubieran dado una buena paliza. 

Seguían sin comprender qué había sucedido allí. Por fortuna logró quitarse la bolsa, doblarla y guardarla en el bolsillo Pero las cuerdas parecían que iban a ser más difíciles de quitar porque quien la había atado lo había hecho a conciencia. Todo pintaba a un intento de secuestro, lo que no comprendía era, ¿por qué la habían dejado allí tirada en medio de la nada?

-Quien quiera que haya esto tiene que ser un maldito sádico. Pensó Elena, incorporándose a duras penas.

Para las costillas no había remedio, incluso en situaciones normales en la civilización un cabestrillo y algo de soporte bastaban para estas fracturadas. Con dolor aspiro un poco más fuerte definiendo antes de ponerse en movimiento la envergadura de cuanto dolor podía soportar antes de doblarse.

No tosía sangre así que sus pulmones no estaban perforados, una suerte en medio de tanta desgracia; y su abdomen parecía blando al tacto así que esto también desechaba la idea que algunos de sus órganos abdominales lo estuvieran.

Debería hidratarse y la única fuente viable era el rio. Luego estaba el hecho sobre cual camino tomar. Meterse en la jungla sería un suicido para ella así que desistió sobre las bifurcaciones que  se extendían a los lados del rio perdiéndose en la maleza. Sabía que muchos se estaban reuniendo en la playa así que imagino que era sería la única opción viable, seguir el curso del rio que bajaba hasta el mar.

Con suerte encontraría algún arbusto de frutas comestibles o donde se comenzaran a mezclar el agua salada y dulce más adelante alguna piedra con ostiones o almejas. Las conchas marinas con su filo podían ser una buena idea para cortar el nudo que la aprisionaba.

Martes, 6 de agosto del 2019.
Mediodía, temperatura 25ºC
Hora Local: 12.00; 
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Con bastante malestar Diana tomo una de las bifurcaciones, rio abajo  a la derecha, *A) Jungla + Río (derecha)  (Corriente abajo)*

No pensó que le tomaría tanto, dos horas desde su segundo mal despertar, parecía que cada vez que cerraba los ojos al abrirlos se encontraría con una pesadilla peor a la anterior. Por un instante incluso pensó que no dormiría más si acaso esto era cierto y se volvía la norma. Muy a su pesar diana sospechaba que la próxima vez que cerrara los ojos ya no los volvería a abrir nunca más, eso la impulsaba adelante, respirando lo mejor o malamente que podía.

La galena guardaba la esperanza que esta bifurcación la llevara  lo más cercano que pudiera a la playa, obviamente la opción de los acantilados era nula aunque esta llevara directamente al mar.

Al menos podría beber agua, refrescándose de vez en cuando el calor y los dolores hicieran de su caminata una titánica tarea casi insoportable.

Seguía mirando con suerte que el destino le regalara algún arbusto de frutillas, o algún objeto punzante o cortante con los que deshacer el nudo que aprisionaba sus manos  o algo que pudiera usar para sujetarse y alivianar su caminata.

Martes, 6 de agosto del 2019.
Mediodía, temperatura 27ºC
Hora Local: 15.00; 
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Al llegar allí pudieron ver lo que parecía ser una desembocadura de un río. De lo alto de las montañas que había más al sur bajaba un río que se dividía en dos al llegar a donde se encontraban y ambos continuaban por diferentes caminos...

Habiendo llegado al fin a una duenre de agua dulce Nivard gritó de alegría y rió para celebrarlo. Pero su risa se tornó en tos debido a su estado de debilidad.

Quiso correr a avisar a la gente que se había quedado en el barco, pero en su lugar se volvió y gritó intentando llamar su atención

¡¡¡EEEEEHOOOOOH!!! ¡¡¡HEMOS ENCONTRADO UN RÍIIIOOOOOooo!!! ¡¡Cough cough cough!!

Después del nuevo absceso de tos, recuperó la compostura y abrazó y besó a Vanesa.

Vamos, Van. Río arriba es donde el agua es más pura.

Y la guió hacia el río corriente arriba.

Jueves, 8 de agosto del 2019.
Ocaso, temperatura 23ºC
Hora Local: 20.00; 
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Al llegar allí pudieron ver lo que parecía ser una desembocadura de un río. De lo alto de las montañas que había más al sur bajaba un río que se dividía en dos al llegar a donde se encontraban y ambos continuaban por diferentes caminos...

A la orilla había un par de cadáveres de dos personas africanas tiradas en el suelo. Ambos cuerpos, en un avanzado estado de descomposición por culpa del calor de la isla tenían un par de lanzas clavadas en la espalda. Parecía que hubieran sido atacadas por alguien. 

Aquello solo implicaba dos cosas, o bien que uno de los supervivientes se había vuelto loco, o bien que había más gente habitando esa isla.

Lanzas.

Él contacto de la pistola le hizo sentir mejor.

Las moscas se arremolinaban y zumbaban alrededor de los dos cuerpos.

Había visto cadáveres desde que llegó a la isla. Muertos por accidente. Pero esto era distinto. Era un nuevo nivel. Alguien mataba.

Tomo una de las lanzas con enferma fascinación. Extrajo él asta del cuerpo de la mujer, y entonces reconoció más o menos sus formas y las ropas. Era la negrita del primer día.

- Mierda, que desperdicio. Con él polvo que tenías.

Hizo lo mismo con la otra lanza y rompió la que prior estaba en dos trozos.

Tenía hambre, pero temió quedarse allí. Siguió al oeste, antes de que fuera demasiado tarde para moverse.

Jueves, 8 de agosto del 2019.
Noche, temperatura 23ºC
Hora Local: 21.00; 
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La visión de aquellos dos cadáveres dejó a André muy impactado. Si a eso le sumábamos todo lo que llevaba arrastrando aquellos días... 

Entonces olió algo... por un momento pensó que era el rastro de sus compañeros, pero no, no eran compañeros, eran sus hermanos... ¡Eso cuadrúpedos habían nacido del vientre de su propia madre! Los perros que buscaban eran su familia pues obviamente, él también era uno de ellos.

¡André se había vuelto tan loco que pensaba que era un auténtico perro! ¡Se le había ido muchísimo la cabeza!

André calló al suelo. De repente todo era demasiado. Dejó caer la lanza a un lado, perdiendo poco a poco la fuerza en sus miembros y terminó en el suelo, en cuclillas. Con la cabeza en tierra, de tal manera que la oscuridad le acarició con su manto y eliminó del mundo todo lo feo, todo lo oscuro, todo lo amargo.

Su nariz rozaba el polvo del camino y a cada respiración, un poco de este se introducia por su nariz, llevando consigo olores a podredumbre, dulzones, alcalinos, amargos. El olor del mar venía tras ello, el olor del rio, de la vegetación de la ribera, y... algo más. 

Olisqueó con timidez al principio, más fuerte luego. Se puso a cuatro patas y arrastró la cara proxima al suelo, olisqueando con tanta fuerza que no tardó en toser. Reconocería aquel olor en cualquier lugar. Aquello era olor a perro mojado. Sin saber lo que hacía ni poderse controlar, de rodillas junto a aquellos dos cadaveres a los que trataba de ignorar comenzó a ladrar con fuerza hacia el cielo, que poco a poco se plagaba de estrellas.

En su mente, quería llamarles, emitir sus nombres, pero su humanidad se había perdido, desgastada por el contacto con lo salvaje. Siguió ladrando hasta que su voz falló y ya solo le salía un siseo rasposo. Gateó a cuatro patas hasta el cadáver del tipo grande, olisqueando, tratando de encontrar si había un punto que no hubiese gusanos, que no oliese mal. La noche se cerraba y tenía que guiarse por su olfato... Tenía cada vez más hambre. Sabía que estaba mal y lanzó un gañido. Decidió esperar. Orinó levantando una pierna en los arboles cercanos, sin darse cuenta de que sus pantalones todavía estaban puestos. Buscó un lugar acogedor en el que acurrucarse y se recostó.

En su imaginación, sus hermanos le encontraban, y movía una cola imaginaria celebrando que po rfin se habían reunido.

Jueves, 8 de agosto del 2019.
Noche, temperatura 21ºC
Hora Local: 22.00; 
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Viernes, 9 de agosto del 2019.
Alba, temperatura 16ºC
Hora Local: 7.00; 
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Despertó.

Lanzó un gañido. Miró a ambos lados. Sus hermanos no estaban. Gañido triste.

Puso la nariz pegada a tierra, y olfateó. Olía a polvo, a humedad, a orina. Se centró en la orina. Pero era su propio olor. Reforzó los marcadores, orinó unas gotas aquí y allí.

Olía a hembra. Aquello le interesó. Pero el olor llevaba a los cadáveres. La hembra era la mujer muerta. Lanzo un gañido nuevo, más lastimero.

Se alejó de los cuerpos. Le daban asco pero, por otro lado, le hacían rugir el vientre. Y aquello estaba mal. El amo, André, los había enseñado que no había que comer cosas muertas que uno se encontrase por el bosque, cuando salían a pasear o a cazar. Su comida tenía que ser seca. De la bolsa. Cuadraditos crujientes.

Bebió agua del rio a lametones. Levantó la cabeza y olfateó de nuevo, con la nariz limpia gracias al agua el río. Tenía que buscar a sus hermanos. Siguió buscando su rastro y se propuso seguirlos.

Viernes, 9 de agosto del 2019.
Alba, temperatura 17ºC
Hora Local: 8.00; 
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André, o al menos el ser que tenía forma de André, no encontró ningún rastro que le pudiera ayudar a encontrar a sus hermanos. El olor de los cadáveres que había junto a él era demasiado intenso y dificultaba localizar un rastro.

Aunque a lametazos, sí que pudo beber algo de agua del río, aunque ir andando de rodillas todo el rato provocó que se le hicieran raspaduras en ellas.

Viernes, 9 de agosto del 2019.
Alba, temperatura 18ºC
Hora Local: 9.00; 
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Confuso y algo hambriento, el perro decidió alejarse de aquella carne tentadora.
Antes o después haría algo que no debía y se comería esa carne putrefacta.
Entonces el amo le daría con un periódico, o peor, le pondría un collar de los que muerden en el cuello.

Se alejó siguiendo el río, deteniéndose de cuando en cuando a olfatear el suelo, buscando rastros de orina y dejando los propios.

Viernes, 9 de agosto del 2019.
Mañana, temperatura 18ºC
Hora Local: 10.00; 
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Al llegar allí pudieron ver lo que parecía ser una desembocadura de un río. De lo alto de las montañas que había más al sur bajaba un río que se dividía en dos al llegar a donde se encontraban y ambos continuaban por diferentes caminos...

A la orilla había un par de cadáveres de dos personas africanas tiradas en el suelo. Ambos cuerpos, en un avanzado estado de descomposición por culpa del calor de la isla tenían un par de lanzas clavadas en la espalda. Parecía que hubieran sido atacadas por alguien. 

Aquello solo implicaba dos cosas, o bien que uno de los supervivientes se había vuelto loco, o bien que había más gente habitando esa isla.

Si Diana pensaba que estaba ya acostumbrada a ver cadáveres estaba muy equivocada. Quizás fuera porque estaba sola o por el estado de los cuerpos que desprendían un intenso olor, no pudo evitar sentirse realmente mal.

Tenía que salir de allí, alejarse de esos cuerpos.