Partida Rol por web

El grupo de alumnos del 9º grado iban poco a poco arremolinándose en la entrada del aula, incluso desde fuera se podía percibir el olor a nuevo de todos los materiales, la pintura perfectamente cuidada de los paredes y la sensación de limpieza impoluta allá por donde os alcanzaba la vista.

El lugar de por sí no era demasiado grande, se notaba que estaba habilitado para pocos alumnos, tal y como era la ideología del centro; había un total de 10 pupitres agrupados en tandas de cinco, pegadas en los laterales para así ahorrar espacio. La pizarra en cambio era enorme, más grande que los tamaños estándares ¿quizás porque creen que así será todo más cómodo?. La puerta está en una de las esquinas de la habitación, y la iluminación es más que suficiente gracias a las dos enormes ventanas que hay al fondo y muestran una maravillosa vista de Osaka, sin embargo ahora hay un problema, los sitios no están asignados de ninguna manera, es decir, se seguía la teoría de "el primero que se sienta se lo queda" ¿traerá eso muchos problemas?

-B-Buenos días-musitó al poner un pie dentro del aula. Se quedó un instante parada en el umbral de la puerta, a medio camino de entrar o de salir corriendo de allí dependiendo de quién opinase. Miró de un lado a otro al caminar al interior, no era una clase fea, tampoco era bonita pero desde luego era limpia y los detalles estaban bien cuidados. Inspiró hondo hasta llenar los pulmones y dejó salir el aire de golpe

Todo va a ir bien. Se llevó una mano a la clavícula, sobre la ropa y sujetó la pequeña esfera tintineante para apagar aun más su sonido al caminar. Con aquel sitio vacío parecía oírlo más de lo normal.

Me vale este sitio, puso las yemas de la mano izquierda en el pupitre que estaba más al fondo de la clase y de la puerta, eso valdría para pasar desapercibida tanto para los que entrasen como para los profesores.

Vestida con un uniforme un poco más grande de lo que debería ser su talla, con las mangas remangadas y el uniforme perfectamente planchado entra una chica menuda, con el pelo oscuro recogido en dos coletas largas, la chica llevaba una cartera en la mano que parecía que había vivido tiempos mejores, parecía bastante usada y vieja pero cuidada, con paso firme y decidido entra en el aula y casi gritando dice:

• ¡¡¡Hola, buenos días, un placer conoceros me llamo Suzuki Arisa!!

El aula era realmente increíble para ella, todo nuevo, y esa gran pizarra, se queda con la boca abierta mirándolo todo, realmente aquello era impresionante, no se esperaba para nada que fuera así, su vista se va rápidamente hacia las mesas, que eran diez, se sorprende y dice.

• Solo vamos a ser diez en clase… vaya… eso sí que es educación personalizada… que raro…

Entonces se da cuenta que no estaba sola, que había una chica más, se fija que estaba sentada en una silla al lado de la ventana, pero atrás, se queda mirándola unos segundos mientras comenta:

• Oh que chica tan guapa… que pelo más bonito tiene…

De un salto se acerca a ella y le saluda con una enérgica sonrisa:

• ¡Hola… me llamo Suzuki Arisa, encantada, a partir de ahora vamos a ser compañeras de clase!

Había momentos de alerta felina que por mucho que uno estuviera preparado para evitarlos se acababan viviendo de forma involuntaria: cualquiera habría visto y vivido algún momento en el que a un gato se arqueaba alarmado y salía corriendo o daba un salto antes de buscar refugio. 
Así fue la reacción de Aya cuando una vocecilla femenina tronó en el silencio del aula: un escalofrío hizo que se le erizase la piel y que se pusiese tan tiesa en la silla que casi salió disparada hacia el techo.

-¡¡¡...!!!-no, el saludo no había sido suficiente como para ponerla en alerta si no que se le cortó el aliento: de pronto la extrovertida muchacha de cabello oscuro apareció en su cuarto de visión sonriendo alegremente. Entrar sin que hubiese nadie no ha sido tan buena idea como ha parecido al principio, le dijo su sistema de supervivencia privado e interior aunque el tono de la alarma nuclear decreció ligeramente cuando no detectó ningún matiz extrañó en la sonrisa que iluminaba el rostro de su nueva compañera.

-Suzuki Arisa-repitió más para sí misma-¡Ah!-pestañeó con un respingo mientras el sistema de supervivencia privado e interior le daba un empujón al sistema de protocolo social- Aya-cerró la boca y sacudió la cabeza- Tsukimiya Ayase, es un placer- se presentó rectificando la presentación occidental y recogiendo una mano que había tendido para estrechar la de Arisa en cuanto recordó que allí en Japón no se estrechaban las manos ni se daban dos besos como en Italia.

Miró hacia la ventana y después hacia Arisa, apretando los labios y recogiéndose un mechón tras la oreja.
-Vamos a ser buenas compañeras de clase-O eso espero. guardó silencio unos instantes que se le volvieron incómodos antes de reaccionar- ¿v-vas a escoger sitio?

Una vez entro en el aula puedo ver que ya hay algunos alumnos en ella. -Mu-muy buenos días a todos!-dije algo nerviosa mientras saludaba con la cabeza y un poco colorada. La mayoría ya estaba tomando asientos. Me preguntaba como se asignarían los sitios. ¿Habría alguna clase de organización...o sería el primero que se siente se lo queda?

Miré a mi alrededor algo nerviosa y respiré hondo. Sólo ibamos a ser diez en la clase, era algo curioso, pero me calmó un poco ya que la clase no iba a estar terriblemente llena y podría conocer al resto de mis compañeros con más calma. Una de las chicas parecía casi tan nerviosa como yo lo estaba, era bueno saber que yo no era la única que estaba algo abrumada. Decidí tomar asiento en el asiento que estaba en el centro de la segunda fila de asientos.

Dejé mis cosas sobre el pupitre en silencio, ya que no quería interrumpir a las dos chicas que estaban hablando. 

Cuando abro la puerta, mi nariz se arruga de manera instintiva. Más incluso que el resto del instituto, este aula todavía por estrenar tiene un olor antiséptico, casi como el de un hospital. O quizás sea por el aura de limpieza absoluta que desprende, no sé.

La verdad es que nunca me han gustado los hospitales.

Mmm... Me fijo en que el aula está casi vacía de pupitres. Vaya, al parecer al menos no exageraban con lo de que centrarían la educación a grupos menores de estudiantes. Tengo curiosidad para saber que más estará a la altura de los discursos propagandísticos del director.

Con la mochila al hombro, me dirijo hacia el pupitre al lado de la ventana, en la primera fila. Dejo mis cosas sobre la mesa y me giro hacia el grupo de chicas que se encuentran detrás de mí.

- Ey, buenos días. ¿Qué tal estáis? Es un poco raro todo esto de estrenar un instituto, no os parece. Todo tiene un poco como de aire estéril, ¿no? O quizás son paranoias mías, a saber. Por cierto, me llamo Ichijo no Heiji, - les digo extendiendo una mano - encantado de conoceros.

Abro la puerta de un golpe, dándole con tanta fuerza que el sonido resultante es atronador, como si le hubiera dado una patada (aunque, de hecho, no es así, jamás golpearía el mobiliario... ya que no se revuelve). Con la maleta al hombro, me quedo unos segundos plantado en medio de la puerta, mirando en silencio a los alumnos que ya se encuentran dentro. Después, me fijo en la clase: pequeña, austera y demasiado difícil pasar desapercibido con tan pocas mesas, lo que me hace enarcar la ceja. "Nadie me había dicho que seríamos tan pocos...". Suspiro y esbozo una sonrisa que pretende ser amable, pero que en realidad parece amenazante.

- ¡Buenos días! -Exclamo con voz fuerte, retumbando el sonido en las paredes. ¿Lo veis? Demasiado pequeña. Si ya me hago notar en una clase con el triple de personas... ¿sobreviviré aquí? "Me doy tres meses".

Ya que los pupitres de las ventanas ya están escogidos, dejo mi maleta en la mesa más cercana a la puerta y vuelvo a analizar con la mirada a los presentes. Primero empiezo con el único chico que hay: su estatura no es nada del otro mundo, he derribado a gente más alta; además tiene un aura a su alrededor como de Don Perfecto... eso me irrita, así que desvío mi atención hacia las tres chicas antes de que mis instintos me lleven a probarle.

Las tres chicas son bastante menudas, aunque monas... supongo. Bueno, más lindas que mi hermana pequeña parecen, ya que no están correteando de aquí para allí, hablando de tonterías ni exigiendo estupideces.

- Me llamo Souta. Hamasaki Souta, ¡que os quede claro! -Me presento con orgullo y decisión, señalándome con el dedo pulgar.

La chica parecía muy tímida, pero aun así respondió a Arisa, esta animadamente le responde:

• Claro que seremos compañeras de clase, como todos…

Le pregunto por el sitio, pero en ese momento alguien más entro en el aula, una chica que entro tímidamente en el aula y tomo asiento con un tímido saludo, ella levanta la mano y dice:

• Hola, buenos días

Y justo después de ella entro un chico, este se colocó rápidamente también en un asiento y saludo, pero también pregunto cómo estaban y comentó algo del instituto, ella asiente a su comentario y dice:

• Ichijo no Heiji encantada, yo soy Suzuki Arisa… si es verdad es un poco raro el instituto, supongo que por ser el primer año hay pocos alumnos en las clases… pero bueno, así es más divertido porque nos conocemos todos antes no?

Y entonces fue cuando escucho aquel fuerte golpe y vio entrar a ese chico, cuando sonó el golpe dio un saltito, realmente le había asustado aquello, pero pronto se le paso el susto inicial de la puerta, el chico se presentó con una fuerte voz y de forma algo directa, ella le mira y mostrando una gran sonrisa dice:

• Vaya… si que has entrado con fuerza… yo me llamo Suzuki Arisa un placer Hamasaki Souta…

Mira a Ayase que le había preguntado antes si iba a escoger sitio y le dice mientras hace el signo de la victoria con los dedos:

• Yo puedo ir en cualquier mesa, me da igual escoger una u otra jeje

"¡BUENOS DÍAS!" Un grito a pleno pulmón indica la llegada de una chica con coletas, rubia, del sobre metro sesenta, y que se ve llena de energía. En un abrir y cerrar de ojos, entra, deja sus cosas en el segundo asiento por la izquierda de la primera fila y luego se pone a dar vueltas por la clase saludando a todo el mundo, empezando por los más cercanos, volviéndose a los alumnos del asiento de su lado, y las dos otras chicas de atrás.

"Soy Genkidashi Yuyuko, está bien que me llaméis Yuyuko a secas o yuyu, o genki, o como queráis." Calló por un momento para respirar un poco y luego siguió "¿Sólo somos estos en clase? Que pocos, ¿Y que pasa con ésta pizarra, ¡es enorme! ni que fuera así de grande por que es secretamente un súperordenador o algo." y el sinsentido siguió por un minuto o así hasta que por fin se calla y sienta en su pupitre elegido, dando oportunidad a sus compañeros de contestarle.

A pesar de que el camino era sencillo, Misaki se perdió, en algún momento contó mal los pisos por estar más pendiente de la gente que se cruzaba que del camino que debía seguir. Pero al fin consiguió llegar a la clase, justo delante de ella vio entrar a un chico que por poco no tira la puerta abajo y una chica rubia tras él. - "¿ellos serán mis compañeros?" - Desde fuera podía escuchar sus gritos mientras saludaban. - "Tienen buenos pulmones, desde luego"

Se detuvo un segundo en la entrada para comprobar el número de la clase para evitar errores tras haberse perdido o con la esperanza de que fuera otra, pero esa era su clase, probablemente la más escandalosa de todo el instituto. Entró y se detuvo justo tras Souta echando un rápido vistazo a las pocas mesas de su interior. - "Esto parece más una academia que un instituto". - Pero su interés nunca fue la distribución de la clase, sino poder llevarse bien con sus compañeros.
Mientras esperaba a que Yuyuko se callara revisó a todos con la mirada, unos parecían más alegres y otros mas tímidos pero en general aquella clase le transmitía buenas vibraciones. Una vez estaba la clase de nuevo con suficiente silencio dio un paso al lado para que el chico "parte puertas" no le tapara e hizo una marcada reverencia, dirigida al grupo próximo a las ventanas, el más numeroso. Al encorvarse su larga melena cobriza que descansaba en su espalda cayó hacia adelante. - ¡Buenos días!, mi nombre es Kurama Misaki - Tenía una voz agradable, su tono no era ni demasiado flojo ni demasiado estridente. - me alegro de que seamos compañeros. - Se enderezó de nuevo apartándose el pelo de la cara con cuidado y miro a Souta con una sonrisa, al estar a su lado se había quedado al margen de su presentación. - Encantada Hamasaki Souta, me quedó claro tu nombre.

Le llevó unos segundos meditar sobre cual de las 2 mesas de la segunda fila escoger, así que decidió dejarlo al azar, sacó la moneda que se había llevado para comprar el almuerzo y la lanzó al aire. - "Cara la más próxima a la ventana, cruz la otra".
Cogió de nuevo la moneda en el aire y vio que había salido cruz, por lo que se acercó a su mesa para dejar sus cosas.

Por encima del hombro de Arisa vio a otra chica que entraba y, por el saludo vacilante, sintió el breve pinchazo de la comprensión al ver que no era la única cuya seguridad estaba de vacaciones.

Será mejor que no la atosigue, por experiencia propia sabía que el agobio y la invasión del espacio personal no iban a ayudar a la silenciosa muchacha que dejaba sus cosas sin prisa en el pupitre.
Después de la chica vacilante entró un chico, tardó un poco en darse cuenta de que había entrado y, para cuando lo hizo, resultó ser su nuevo compañero de enfrente.

Ichijo no Heiji.

-¿Esteril?-dijo con cierto tono de sorpresa, no se le habría ocurrido usar esa palabra para definir el ambiente del nuevo instituto-s-supongo que se irá con el tiempo-bajó la mirada hasta la mano que extendía el chico y, titubeando (y con su instinto de supervivencia gritando que esas cosas no se hacían), estrechó la mano del chico mientras esperaba a que Arisa le diese la oportunidad de poder presentarse también-¡...!-apenas Arisa había cerrado la boca cuando la puerta de la clase golpeó con dureza con la pared al abrirse y, por acto reflejo, Ayase soltó la mano del chico y se cubrió la cabeza cerrando los ojos con fuerza esperando lo peor.

Pero en vez de llegar lo peor lo que llegó fue un enérgico buenos días de un chico intimidante con maneras más intimidantes que él mismo (pese a que, seguramente, si el chico estuviese quieto apoyado en una pared no habría resultado más amenazador que un estudiante normal y corriente). Con las mejillas coloreándose por la vergüenza de haber reaccionado de aquella manera, Aya intentó aparentar normalidad dejando caer las manos sobre el regazo aunque éstas se mantuvieron crispadas sobre las tablas de la falda mientras Arisa rompía el breve silencio presentándose al chico. Tranquilízate, por dios, esto no es como en casa. Se reprendió antes de repetirse el nombre del chico para su adentros sin encontrar fuerzas adicionales para devolverle la presentación.

Como si no hubiese suficiente bullicio con el parloteo animado de Arisa y la estruendosa carta de presentación de Souta, una nueva voz se alzó sobre las demás siendola propetaria una chica rubia que acababa de entrar en la clase seguida poco después de una muchacha de aspecto dulce que no parecía tener prisa por unirse a la presentación.

-Son muy -ruidosos- enérgicos- dijo aunque su habitual tono de voz le pareció incluso más tenue de lo normal con tanto bullicio alrededor... y le pareció lo mejor para mantener el perfil bajo- Tsu-apretó los labios antes de empezar de nuevo- Tsukimiya Ayase-acertó a decir a la chica. Genkidashi Yuyuko es... es muy poco oriental.

Aunque qué iba a saber ella de orientales si jamás en su vida se había visto rodeada de ellos.

Kurama Misaki, repitió de nuevo para relacionar el nombre con la chica de pelo cobrizo que sí parecía corresponder por su tranquilidad (y la marcada reverencia que les dedicó como saludo) con el concepto de japonesa del que sus padres le habían hablado cuando era pequeña.

Tanteó con los dedos por el cuello hasta encontrar el cable del auricular izquierdo e hizo ademán de ir a ponérselo pero en su lugar cerró la mano alrededor de éste, dudando si hacerlo o no. Cada uno lidiaba con los nervios de una manera y rogaba a los cielos por que aquella excitación que les hacía hablar a voces y derrochar energía fuese por los nervios del primer día, un segundo o tercero de portazos y saludos a gritos y tendría que ir buscándose un corazón nuevo porque el que tenía en aquel momento no le duraría mucho.

Una de las chicas monas, la de las coletas, reacciona a mi entrada. No puedo evitar reír ante lo que me dice:

- ¡Najajaja! ¡"Fuerza" es mi segundo nombre! -Exclamo, con las manos en mi cintura. Vuelvo a estallar en carcajadas como un villano, aunque la verdad no es que haya nada de gracioso en el asunto. Supongo que es porque dicen que la risa es la cura de todos los males. O porque los delincuentes no suelen reír, así que tengo que hacerlo para que no me asocien con uno tan fácilmente como en el pasado. ¿Un poco sobreactuado? Bah, ¿qué más da? ¡Najajaja!

Un saludo a gritos hace que deje de reír para girarme y mirar a la chica de pelo rubio y coletas. Le respondo al saludo con otro fuerte "¡Buenos días!" y un nuevo levantamiento del pulgar. Me sorprende lo que dice de la pizarra:

- ¡Woo! ¡Un superordenador! -Exclamo, interesándome en el tema. La verdad es que no me había parado mucho a pensar sobre la pizarra (al fin y al cabo, para un alumno como yo salir a la pizarra es una tortura. ¿Qué más da si es grande o pequeña?) - ¡Sí que puede ser! ¡Como esos cristales donde tú puedes ser visto pero no ver, ¿verdad?! Waaah, ¿estará observándonos?

Entonces una chica de pelo cobrizo aparece, haciendo una educada reverencia a los demás y luego hablándome a mí.

- ¡Najajaja! ¡Me alegro! -Me cruzo de brazos y observo cómo tira una moneda al aire y al final deja las cosas en el asiento contiguo al mío. - ¡Wooo! ¡Así que serás mi compañera de asiento! ¡Espero que seas lista, porque tendré que pedirte ayuda muuuuuchas veces, ya que soy más tonto que un zapato! ¡NAJAJAJA!

Asiento con una sonrisa a la palabras de Suzuki-san.

- La verdad es que tienes razón. Pronto dejaremos de ser un grupo de desconocidos. Estoy convencido de que vamos a llevarnos genial.

La chica que está al lado de Suzuki-san, se nota mucho más nerviosa mientras me estrecha la mano. Entonces, la puerta se abre sonoramente y la chica reacciona como un conejo asustada. Por puro instinto, me giro hacia el origen del ruido, interponiendo un brazo delante de la chica, como para protegerla de cualquier posible peligro. Peor, al ver que simplemente se trata de un compañero de clase un tanto escandaloso, estallo a reír.

- Encantado de conocerte, Hamasaki-san. - digo con los últimos coletazos de la risa - Me llamo Ichijo no Heiji. Lo tuyo si que son las entradas dramáticas, ¿eh?

Y parece que no es el único, pues poco después, entra otra chica hablando a viva voz y viene a sentarse en el pupitre vecino al mío.

- Buenas Genkidashi-san. Si, parece que va a ser una clase bastante reducida. Al final va a ser que no sólo era propaganda barata. Por cierto, me llamo Ichijo no Heiji. Encantado de conocerte, vecina.

Después entra otra chica ya de manera más comedida. 

- Encantado de conocerte, Kurama-san. Me llamo Ichijo no Heiji.

Tras eso, finalmente la chica tímida revela su nombre, Tsukimiya Ayase.

Y Hamasaki-san empieza a reir de manera escandalosa. Lo miro con una sonrisa, mientras respondo al comentario de Tsukimiya-san.

- Si, realmente son muy enérgicos. Como sigan así no sé si tendremos muchas oportunidades de hablar.

Una vez tomo asiento, entra un chico que tiene un aire de calma y seguridad mientras se sienta en la otra mesa al lado de la ventana. Compara el aula con una enfermería. Bueno todo el edificio es nuevo y el aula con sólo los pupitres y la pizarra da una sensación de escesiva limpieza. -Supongo que tendremos todo el curso para hacer este aula nuestra ^^-dije con una tímida sonrisa. Me preguntaba si nos dejarían decorar un poco el aula, para así darle un poco de nuestra personalidad y que nos sinitésemos más cómodos.

De pronto la puerta se abrió de golpé y ante el fuerte ruido, salto algo sobresaltada y sorprendida. No me lo esperaba. Otro chico se presentó como Souta Hamasaki con mucha energía y fuerza. Detrás de él entro una chica rubia y con una gran cantidad de energía, parecía muy animada mientras tomaba asiento.

Otra chica algo tímida entró luego en el aula y tomó asiento como los demás. -Yo me llamo Airi Nakano...es un placer conoceros a todos...-dije mientras me presentaba a todos los recién llegados y a los que ya estaban en el aula. 

En cuanto llega a la puerta del aula inspiró profundamente para calmar sus nervios y en seguida entró al aula con una sonrisa. La clase no es muy grande y solo había diez pupitres, ¡aunque la pizarra era enorme! Además se notaba que era recién estrenada. Me alegro de que seamos tan pocos, ¡así aprenderemos mucho! ¿Tendremos las mismas clases que cualquier otro instituto? ¿O nos darán clases adicionales para elegir? ¿Qué profesores tendremos? ¿Nos llevaremos bien entre todos? Espero que sí, ¡con tan pocos estudiantes seguro que nos conoceremos todos muy bien! Miles de preguntas se cruzaron por su mente cuando entró al aula, pero consiguió calmarse y centrarse en el momento.

- ¡Buenos dias! - saludó a los estudiantes que ya habían llegado -¿Podemos escoger nuestros pupitres? ¡Qué interesante! - les sonrió mientras se adentraba en el aula y colocaba su maletín en el pupitre del medio de la primera fila. - Pues si a nadie le importa me sentaré aquí, así veré mejor la pizarra- comentó mientras se colocaba bien las gafas. - Ah! Y mi nombre es Himura Tomoyo, ¡Encantada de conoceros a todos!

Mientras estoy hablando con Ichijo no... bah, muy largo... lo dejo como Ichijo, mejor, entra una chica más. Gafas, parece estudiosa, y se sienta a mi lado. Yay, que bien.

"¡Buenos días a ti también! Soy Yuyuko, Genkidashi Yuyuko. ¡Llevémonos bien!" Así podre mirarte los deberes de vez en cuando, muajajajaja pienso para mis adentros, mientras tiendo una mano de saludo a la recién llegada, con una buena sonrisa.

Algunos alumnos más entraron en el aula, ella les observa y cuando entran saluda con la mano animadamente, se había quedado de pie junto a Ayase e Ichijo a fin de cuentas eran los primeros con los que había hablado, mientras llegaban algunos compañeros más, ella saluda con un animado movimiento de su mano y deja sus cosas en la mesa que tiene al lado con cuidado deja la cartera algo vieja en la mesa y toma asiento junto a esta en la mesa y dice:

• No huele tanto a hospital, los hospitales no huelen así… ¿Ichijo? Si me he equivocado es que soy muy mala con los nombres… en verdad tengo muy mala memoria... oh por cierto, ¿sois de esta ciudad o sois de fuera de ella?

Decía mientras se daba un golpecito en la cabeza y sacaba la lengua, mira como llega más gente a los que vuelve a saludar con la mano mientras dice para sí misma, aunque en voz alta:

• Vaya… todas las chicas son monas… creo que me voy a quedar con el título de la más fea de la clase… a ver si hay suerte y de los que quedan son feos jajajaja

Y se ríe a carcajadas ella misma por lo que había dicho

Escuchó las presentaciones y los nombres de todos incluida la chica de gafas que entró tras ella. - Buenos días Himura yo soy Kurama Misaki. - Levantó la mano a modo de saludo. 
Trató de memorizar todos los nombres repitiéndolos mentalmente mientras dejaba sus cosas en su mesa, un esfuerzo bastante inútil pues estaba segura de que olvidaría a la mayoría, sin embargo la estridente voz de su vecino le sacó de sus pensamientos y le dio un buen susto. 

- ¡Najajaja!¡Espero que seas lista, porque tendré que pedirte ayuda muuuuuchas veces, ya que soy más tonto que un zapato! ¡NAJAJAJA!

 - ¿Acabo de escoger el sitio al lado del peor de la clase? - Instintivamente empezó a levantar de nuevo su mochila de encima de la mesa. - Si me cambio ahora, ¿se notará mucho que huyo de él?
Eligió el sitio solo porque prefería no estar en primera fila, pero ahora se arrepentía de no haberse fijado más en sus vecinos de asiento. Levantó la vista y vio que solo quedaban libres los sitios de esa esquina, por lo que le haría un feo a ese chico que al menos trataba de ser agradable con ella para seguir igualmente a su alrededor. Así que volvió a bajar la mochila para que apoyara de nuevo en la mesa, esperando que no se hubieran notado sus intenciones iniciales. 
- Lo siento, pero no estas de suerte - Ni yo tampoco. - no soy demasiado buena en clase, ¡y no serás tan malo!. 
Sonrió ante las carcajadas del muchacho también se hubiera reído si no fuera porque por algún motivo que no tenía muy claro, el chico le imponía respeto, seguramente por haber visto la manera en que abrió la puerta.

Los comentarios de otra compañera le hizo desviar la atención de nuevo al grupo de las mesas de la ventana.

Vaya… todas las chicas son monas… creo que me voy a quedar con el título de la más fea de la clase… a ver si hay suerte y de los que quedan son feos jajajaja

 - ¡Pero inclúyete en los guapos! ¡Nuestra clase será la envidia del instituto! - Le acompañó riéndose, poco a poco le desaparecían muchos miedos, todos parecían muy amigables y divertidos.

Uno de los ultimos en entrar fue un alto muchacho de pelo oscuro. Bostezo un poco al entrar y luego saludo a todos con un quedo "buen dia" y una referencia, de espalda a la pizarra. Luego camino en direccion a los dos ultimos pupitres vacios, y tras meditarlo un instante se sento en el que no estaba inmediatamente contra la pared.

Raijiro dio una mirada, ahora sentado, a su curso: Lo primero que noto fue las muchachas. Habia bastantes, una mas mona que la otra. Estiro las piernas y sonrio. Este iba a ser un buen año, si señor.

Lo siguiente fue que algunos ya estaban hablando entre ellos. Eso era bueno: De otra forma, el iba a ser quien tuviera que hacer de orador, y eso lo desesperaba.

De repente por la puerta apareció un hombre de casi 1,90m de altura, vestido de chaqueta y con un peinado bastante moderno para los profesores que estabais acostumbrados a ver. Portaba una pequeña carpeta bajo el brazo y su mirada parecía fría, de hecho hizo una pasada rápida por todo el alumnado haciéndoos sentir como si os hubieran psicoanalizado en décimas de segundo. Todos os visteis obligados a levantaros de vuestro asiento para el saludo formal, el cual acabó en cuanto el hombre hizo una leve reverencia con la cabeza.

Suavemente dejó su carpeta en la mesa del profesor y llevó sus manos a la espalda, cogió aire e hizo una leve mueca con la boca, como si estuviera pensativo.

- Bueno, bueno, bueno, ¿así que vosotros sois a partir de ahora mi responsabilidad? - su voz contenía mucha fuerza, incluso podía imponer.

- Me encanta ver vuestros rostros, y sobre todo me encantaría poder saber que se os está pasando ahora mismo por la cabeza ¿pero sabéis qué? lo mejor es que tengamos esta primera toma de contacto diciendo qué es lo que pensamos - después de aquello se sentó de manera algo informal sobre la mesa.

- Como supongo será lo correcto, empezaré yo ¿de acuerdo? - después se frotó las manos

- Mi nombre es Orizuma Aoshi, pero podéis llamarme como mejor os sienta siempre y cuando no faltéis al respeto - después de aquellas palabras sacó un pequeño folio de su carpeta

- Llevo 10 años en la docencia y la verdad, nunca me acostumbro al primer día, pero siempre viene bien romper un poco el hielo destapando qué es lo que sentís, yo soy natal de esta ciudad de la cual me siento muy orgulloso, que contaran conmigo para este proyecto es todo idea de vuestro director, un gran hombre, no lo olvidéis, ¿pero a quién no le da miedo el cambio? yo he pensado ¿y si ahora mis alumnos son una panda de holgazanes y rebeldes que no valoran donde están?¿y si no doy la talla? liberar lo que uno tiene en la mente es precisamente lo que quiero que hagáis ahora, quiero que os levantéis, os pongáis aquí a mi lado y os presentéis los unos a los otros, pero lo más importante es que compartáis con el resto de vuestros compañeros qué es lo que pensáis de este instituto, cualquier cosa que digáis valdrá ¿en esto consiste no? - se levantó de la mesa y comenzó a pasar el dedo sobre el folio

- Vaya, parece que tenemos una ausencia. Hitoshi... Kano... bueno, después hablaré con el director - siguió moviendo el dedo.

- Veamos, Tsukimiya Ayase ¿puedes hacer el favor de levantarte y venir aquí? cuéntanos quien eres - comentó mientras se echaba a un lado y se cruzaba de brazos.