Partida Rol por web

Yo soy tú, y tú eres yo...

Del océano de tu alma he venido...

Yo te presto mi fuerza.

Yo soy tú, y tú eres yo...

Del océano de tu alma he venido...

Yo te presto mi fuerza.

Yo soy tú, y tú eres yo...

Del océano de tu alma he venido...

Yo te presto mi fuerza.

Yo soy tú, y tú eres yo...

Del océano de tu alma he venido...

Yo te presto mi fuerza.

Yo soy tú, y tú eres yo...

Del océano de tu alma he venido...

Yo te presto mi fuerza.

Yo soy tú, y tú eres yo...

Del océano de tu alma he venido...

Yo te presto mi fuerza.

Yo soy tú, y tú eres yo...

Del océano de tu alma he venido...

Yo te presto mi fuerza.

Yo soy tú, y tú eres yo...

Del océano de tu alma he venido...

Yo te presto mi fuerza.

Mi cuerpo no se movía y no sabía que hacer. Cerré los ojos y me preparé para ello, lamentando no poder hacer las apropiadas despedidas antes de ser convertida en una masa humeante y chasmuscada eléctricamente. Pero entonces... Levanté la cabeza. No iba a aceptarlo. No aquí y no ahora. Aguantaría el golpe. Ni siquiera me dí cuenta de cuando susurré, y poco pude darme cuenta de lo que sucedía ahora.

Ante mí se encuentra una mujer, de un pelo largo y rubio, piel azul y ojos rojos, desnuda. Parece que miré directamente a mi alma y es ahí dónde la oigo. "¿Que... quieres decir?" ¿Ella era yo? ¿Yo soy ella? No lo entiendo, lo que sí entiendo es que ella me ha salvado. No sólo ella. Otros también tienen otras formas apareciendo y nos han salvado.

Una cosa está clara. Son nuestros aliados, y creo que es hora de pedir ayuda.

En el suelo Arisa sentía el dolor y el miedo, notaba como su cuerpo temblaba, no sabía si por el dolor o por el miedo, aunque seguramente sería por ambos, mientras estaba aterrorizada pensaba:

• No… padre, lo siento yo le abandono cuando le hago falta… yo lo siento mucho… lo siento de verdad

Pero entonces noto como las lágrimas empezaban a salir de sus ojos, pero no solo eran lágrimas de miedo, también lo eran de ira, ira por morir ahí, por no poder volver a ver a la gente que quería, no poder cumplir con su sueño, y fue entonces cuando noto algo dentro de ella. Arisa siempre había sido una chica valiente y resuelta, no podía acobardarse, ella se movía a diario por su propia fortaleza y sus propias agallas, tal vez no era una heroína ni tampoco era alguien tan formidable como sus compañeros, pero ella día a día luchaba por seguir adelante y nunca se rendía, y ahora se estaba rindiendo, fue cuando en su mente apareció una palabra y casi sin darse cuenta mueve la boca:

• Per…so... na

No supo realmente porque lo dijo ni que significaba, sonaba a una palabra extranjera, pero no sabía que significaba, pero entonces lo vio, como aparecía frente a ella algo, no sabía realmente que era eso, era un ser extraño, una especie de ogro, no estaba segura, muy fuerte y con la piel azul, además en su mano llevaba un arma que detuvo el ataque junto con otros seres que habían aparecido delante de sus compañeros, ella no salía de su asombro, tenía los ojos abiertos de par en par. Cuando escucho lo que dijo ese ser a su propia mente dice:

• Mi… ¿alma?... me has… nos has salvado

Realmente se sentía aliviada, había sido el hecho de haber dicho aquella palabra extranjera, o acaso fue lo que ella misma sintió, no lo sabía seguro, solo sabía que ese ser le había salvado y decía que le servía, mira a sus compañeros y se pone de pie mientras mira a las sombras:

• No sé quién eres… pero te lo agradezco mucho, ¿agradezco que nos hayas salvado… ahora… podéis ayudarnos? Podéis destruir a esos seres… tengo… tenemos que volver a casa.

Cuando ya se había rendido un arranque de energía la embargó, algo le apremiaba a continuar a no renunciar a sus sueños, a luchar aunque todo estuviera perdido. Junto con la energía le llegó una palabra a la cabeza,la cual ocupaba la totalidad de su mete, haciéndole sentirse ajena al dolor y al miedo. Sus Labios la formularon lenta y pesarosamente.
- Per...so...na. 

Al instante apareció un humanoide frente a ella, de piel azul y cabeza de chacal, sus ropas eran egipcias y portaba un bastón que al alzarlo absorbió en su totalidad el haz de luz. Se giró y notó sus cánidos ojos en ella, aquel ser comenzó a hablar pero no escuchaba su voz, la sentía en su interior. Misaki tragó saliva, aquella criatura le había salvado la vida pero no por ello se sentía segura o agradecida, su sentido común le continuaba diciendo que saliera corriendo de allí.
Sus palabras no fueron alentadoras para nada, hacían que la situación resultara aún más confusa, pero tras meditarlas unos segundos le hicieron recordar algo que su hermano le contó de Europa. Los católicos creen que todas las personas tienen un ángel de la guarda que les protege de los demonios y de cualquier peligro.

- Eres yo... ¿Eres mi ángel de la guarda? - Dijo vacilante, sintiéndose un poco tonta.
Entonces se percató que no solo había aparecido el suyo,sino el de todos sus compañeros, cada uno frente a su protegido. Con ello sintió un rayo de esperanza, le daba igual lo que fueran o su apariencia, si podían salvarles tendrían su eterna gratitud. - Quiero salir de aquí, por favor. ¡Ayudadnos! 

Me quedo mirando con incredulidad al ser que ha aparecido frente a mis ojos, sin saber exactamente qué creer de todo cuanto ven mis ojos. El dolor sigue pareciendo real, ¡todo en conjunto parece real!, pero es tan... surrealista. Ni siquiera en mis sueños podría haber algo así. ¿Qué...? Me tapo los ojos cuando la mujer que me ha defendido habla, pero aún así la escucho, como si hablara dentro de mi propio cerebro.

Confuso, miro a mis compañeros, dándome cuenta de que ellos también tienen delante a algo similar y sus caras parecen tan sorprendidas como supongo que parece la mía. Vuelvo a mirar a la criatura frente a mí. Aprieto los dientes con fuerza, levantándome del suelo con decisión. No sé si es amigo o enemigo, pero si lo que ha dicho es cierto... Le señalo con el dedo.

- Entonces, préstame tu fuerza, mujer. -Le exijo, en vez de pedir o suplicar. Vuelvo a temblar de ira, pasado el miedo y la confusión del momento. Venganza. Venganza. Venganza. Venganza. Venganza. - ¡Voy a derrotar a esas aberraciones yo mismo!

Venganza. Venganza. Venganza. Venganza. Venganza. Venganza. Venganza. Venganza. Venganza. Venganza. Venganza.

Parecía que este era el fin y que íbamos a morir. Ni siquiera pude despedirme de mi padre ni de mi hermano...no. No era justo. No quiero morir, quiero volver a ver a mi familia y estar con ellos, quiero cumplir mis sueños y vivir. Este no iba a ser mi fin, ni tampoco el de mis compañeros, lo notaba dentro de mí. Entonces una única palabra vino a mi mente. -Persona...-musité suavemente.

Otro flash de luz nos envolvió, pero esta no sufrimos daños.  Cuando abría los ojos, enfrente mía estaba una extraña mujer flotando en el aire y con un instrumento musical en sus manos. No entendía muy bien lo que quería decir, pero parecía ser una amiga. Otros extraños seres flotantes también estaban al lado del resto de los chicos. -Por favor...ayúdanos-dije a la mujer flotante. 

Pese al dolor que remitía tras dejar adormecido su cuerpo, pese a las lágrimas que le nublaban la vista y rodaban por sus mejillas abriendo caminos húmedos allí donde el suelo había dejado su impronta de tierra y polvo.
Pese a todo ahí estaba ella, cubriéndola con su cuerpo.

Yo soy tú y tú eres yo.

La delicada silueta femenina que se encontraba frente a ella tenía una piel azulada y la piel tan lisa que parecía del mismo material que las piedras del color del cielo que adornaban su cintura. Toda ella recordaba, desde la tonalidad azul de cabellos y piel hasta el etéreo velo que se enroscaba ingrávidoo alrededor de sus brazos, a una corriente de agua. ¿Qué era lo que había dicho? ¿Océano?

Ayase apenas sí era consciente de que el resto lidiaba con una situación no muy distinta de la suya tan hipnotizante le resultaba la doncella acuosa. Extendió una mano hacia ella que vaciló un instante antes de caer al suelo y levantarse con esfuerzo sin recurrir a la ayuda de la presencia misteriosa para ponerse en pie.

Hace un año necesitaba tu fuerza. Los dos la necesitábamos. 

-Mejor tarde que nunca-musitó para sí y dio un par de pasos hacia su protectora-gracias.-inclinó ligeramente la cabeza, apartando a un lugar lejano los pensamientos sobre el pasado. Para poder llorar el pasado tendría que sobrevivir al presente.

Tomoyo murmuró lentamente como saboreando esas silabas, - Per… so… na. – Se enjugó las lágrimas y con una sonrisa agradecida a esa figura que la había salvado se levantó y cerró los ojos, ella era yo y yo era ella. Poco a poco notaba como una calidez subía por su cuerpo ahuyentando el miedo y los malos recuerdos que el ataque de esas sombras había traído. Volvió a abrir los ojos y observó con curiosidad a su salvadora, era una mujer de largos cabellos dorados vestida con un kimono antiguo y un sombrero azul que le tapaba la parte superior de la cara. Gracias.

Miró a su alrededor y se alegró al ver que no era la única que había sido salvada y volviéndose hacia la mujer, le pidió con el semblante serio. – ¡Ayúdanos!

"Persona"

Raijiro pudo sentir aquella palabra resonando desde lo mas profundo de su ser. Era una sensacion nueva, revigorizante, increible... Y aun asi, aquella presencia se sentia extrañamente familiar, como un amigo de la infancia que uno no ve hace mucho.

La figura se alzaba dandole la espalda, imponente entre el chico y sus enemigos. Tenia la apariencia de una version romantizada de los antiguos caballeros oxidentales, todo de blanco y enarbolando una lanza.

-Cu Chulain... murmuro en voz baja, casi extasiado ante la vision. Poco a poco, ante la presencia de este nuevo aliado que tan familiar le resultaba, el miedo y la desesperacion se disipaban, y eran sustituidas por una ola de valor tan fuerte que se pregunto cuanta personas habian podido experimentar algo semejante.

-Cu Chulain! dijo esta vez, ya seguro de si mismo Ataca!

Lo que sucedió después se desencadenó demasiado rápido. Notasteis como aquellas criaturas, aquellos guardianes, luchaban de manera feroz contra las sombras que os estaban amenazando. No sabíais por qué pero sentíais que realmente esas Personas estaban ahí para protegeros, moviéndose como si fuese una prolongación de vuestra existencia.

Algunos luchaban usando sus armas, otros invocaban ráfagas de energía y por fortuna, otros eran capaces de invocar poderes invisibles que os hacían recuperar vuestras fuerzas al igual que sanar las heridas.

Tan solo pasaron un par de minutos hasta comprobar que todos esos enemigos se habían disipado en un burbujeante final, tan solo quedabais vosotros junto a vuestras Personas, las cuales con una leve reverencia desaparecieron: habían cumplido su cometido.

Os mirasteis entre todos y las caras de incredulidad ganaban protagonismo ¿qué había pasado? la adrenalina todavía corría por vuestras venas, podíais sentir una excitación jamás experimentada anteriormente, pero esa sensación desapareció en cuanto visteis que en el suelo se encontraba el cuervo que os estuvo guiando, varias de sus plumas negras estaban alrededor del cuerpo. No sabíais si estaba muerto o no, pero sentisteis una extraña conexión con ese animal ¿solo era un cuervo, porqué os sentíais tan apenados de verlo así?

Parecía que todavía estaba con vida...

Lo que sucedió hace que Arisa se sorprenda, no se imaginaba que pudiera suceder aquello, sin duda era algo increíble, pero lo que si sabía era que estaban a salvo, realmente sentía un gran alivio y agradecimiento ante aquellos entes que habían aparecido los cuales supuso que se llamaban Persona ya que aparecieron cuando dijeron aquella palabra, pero, sin embargo, no sabía de donde habían salido.

Se queda mirando unos momentos cuando repara en el cuervo tirado en el suelo, parecía herido, ella se agacha y lo recoge mientras dice:

• ¿Chicos estáis bien? Mirad, parece que también han atacado al cuervo… ¿que eran esas criaturas y que son los que nos han salvado?

Se notaba que estaba confundida, preocupada y un poco nerviosa.

Tomoyo observó con sorpresa y quizás un poco de admiración como Senri bailaba a través de esas figuras oscuras luchando junto con las otras Personas que también habían venido a proteger los demás alumnos. Poco a poco una sonrisa de alivio fue dibujándose en su rostro cuando una a una las figuras oscuras fueron desapareciendo.

Finalmente no quedó ningún enemigo a la vista y las figuras… las Personas que habían venido a protegerlos también desaparecieron, pues habían cumplido su cometido, protegerles.

Dio unos pasos hacia delante cuando algo en el suelo le llamó la atención, ¡era el cuervo de antes! Se acercó junto a Arisa-san y arrodillándose para poder observar bien las heridas del cuervo, tan centrada estaba en el cuervo que casi no oyó las preguntas de la muchacha. – Yo creo que estoy bien, aunque algo magullada. – se encogió de hombros. – y si te soy sincera no sé qué ha pasado y ojala haya alguien que nos pueda explicar que estamos haciendo aquí y que eran esas figuras oscuras y que eran las ¿Personas? que nos hay ayudado. – negó con la cabeza, - nada de lo ocurrido tiene lógica.