Partida Rol por web

Plus Ultra - La Conquista del Cipango

Los hombres de Nishi (Escena 1)

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16/08/2015, 21:56
Martín de Nagakura

Martín sintió bajo sus pies como el barco se estremecía. No estaba acostumbrado a los combates marítimos y temía que el barco se fuera partir en dos y enviarlos a todos al fondo del mar.

Qué muerte más horrible... No. No hay muertes horribles. Sólo vidas horribles, neh?

Piensa con pesadumbre, cuando un grito lo arranca de sus ensoñaciones. Se asoma y ve a una prostituta que va a dar a luz. Nada de su incumbencia. Sólo era una prostituta. Y ese asunto era el giri de Dôa, pero interviene el jesuita y asiente a sus palabras.

Claro... La humildad de Cristo. El deber hacia los inferiores es mucho más marcado para Cristo. Sus enseñanzas son una prueba más para el samurai.

Hai, páter. Responde Martín con humildad. Aunque ambos sabían que Dôa se comunicaba perfectamente en la lengua nanban el páter delegaba esa tarea en Martín.

¿Cree que Dôa es demasiado baja como para hablar con ella directamente? ¿Será que teme el contacto con una mujer? Estos sacerdotes son muy raros con las cuestiones de almohada...

Con unos pasos rápidos pero discretos se acerca hasta la mujer.

Dôa san... Le dice en nanban. ¿Necesita vuestra... pu...pupila ayuda? Pregunta, buscando la palabra adecuada ¿Todo bajo control?

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17/08/2015, 11:12
Lope de Figueroa y Barradas

Hacía tiempo que el capitán no escuchaba las voces y el ruido de una batalla. Son sonidos extraños , que pretuban a la mente, la cual debe estar clara y cristalina para mantener un orden en mitad del caos y la barbarie.

- ¡Escondéos Miguel! ¡Presto!- Le dijo a su paje, pues los jóvenes encontraban a la muerte velozmente. Palpó su ropera mientras observaba a sus hombres. Estos bárbaros atacaron con fiereza.

- ¡Muro de picas en esas planchas! ¡Evitad el abordaje! - Comenzó Lope a gritar órdenes. Lo había visto anteriormente...El ímpetu con el que comienza el enemigo, pero cuando los tercios resisten los primeros envites, su orden y disciplina les hacen superar a los adversarios.- ¡Mosqueteros atentos a esas granadas! ¡Fuego sobre su cubierta!

Los gritos y el humo se entremezclaron en los dos barcos. Lope tuvo que esforzarse en ser oído por sus soldados.

- ¡Diego! ¡Que resistan picas! - Dijo a su sargento.- ¡Aguantad! ¡AGUANTAD POR DIOS Y POR SANTIAGO!

- Tiradas (1)

Notas de juego

No sé si está bien. He puesto Dificultad 17, 16 de mi nivel en Liderazgo y un +1 por Carisma (según el manual hay que aplicar, pero no estoy seguro si es así). No sé si hay que aplicar algún otro modificador, asi que en caso de duda, no pongo nada a falta de que el master añada lo correspondiente.

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17/08/2015, 15:22
Dôa

Pegué un grito ahogado cuando el estruendo se escuchó. Por un momento, creí que el barco se iba a romper en mil pedazos, y que nosotros sucumbiríamos a la fuerza del agua. Cadáveres en mitad de una batalla naval.

Me agarré aún con más fuerza al coy, y me encaramé contra la madera de la pared, cerrando con fuerza los ojos, notando mi respiración agitada, y unas gotas de sudor caerme por la frente. Me parecía increíble que, después de tanto tiempo, fuera a acabar en las aguas del mar.

Abrí los ojos cuando escuché los gritos desgarradores, y, por un momento, me imaginé que habían destrozado el barco con una de las bolas de cañón, dañando a alguien. Sin embargo, cuando quise darme cuenta, vi a una mujer embarazada, con el rostro bañado por el sudor, y la mirada llena de pánico.

Miré a Keiko durante un segundo ante sus palabras, y suspiré por la boca, agitada, y nerviosa. Si caíamos… No, no podía permitirme que los pensamientos oscuros me gobernaran. No lo habían hecho durante toda mi vida, no iba a permitir que lo hicieran ahora, cuando estaba tan cerca de casa.

Cuando me quise convencer de que saldríamos de aquella situación con vida, que no pasaría nada grave, vi que un hombre se acercaba. Lo miré extrañada, pero me corregí de inmediato, volviendo a mi rol, e incliné la cabeza, bajando la mirada, en señal de respeto.

Escuché sus palabras, y miré a la mujer de nuevo, con el rostro compungido.

No, no es mi pupila— quise dejarlo claro desde el principio. No éramos esa clase de chicas—. Y…

Me interrumpí. No sabía si necesitaba ayuda. Suponía que sí, pero yo no era la adecuada para ese tipo de tareas. Aunque fuera una mujer, no sabía traer niños al mundo.

Gemí, algo desesperada, pues tampoco podía evitar la situación, simplemente mirando hacia otro lado.

Buscad todos los trapos… paños limpios, blancos— dije, señalando la cara de Keiko pintada—. Limpios— repetí.

Miré a la mujer embarazada, y me acerqué a ella casi gateando, pues el bamboleo del barco me hacía una tarea imposible avanzar de manera normal.

¡Eh, eh!— dije, tratando de sonreír, y calmarla. La tomé de la mano casi obligándola a sentarse en la madera húmeda, y miré no sin cierto disimulo sus piernas—. Tranquila— dije en castellano, aunque no supe si me había entendido, por lo que volví a intentarlo en japonés—. Shizukana.

Me mordí los labios con fruición, y temí mirar. No, no podía, no podía hacerlo yo. Miré por encima de mi hombro, preguntándome si tendrían ya los trapos limpios, y miré a mis compañeras.

¡Keiko!— la llamé—. Kokode— indiqué, señalando un sitio a mi lado para que viniera, y pudiera tranquilizar a la mujer.

Saqué un pañuelo que guardaba, y le limpié el sudor que le corría por la frente y la cara. Me sentía algo frustrada, pero era lo único que podía hacer. 

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17/08/2015, 20:16
Don Diego de Tarantela y Villegas

Diego no tardó ni un suspiro en obedecer al capitán de Figueroa.

-SOLDADOS, A LAS BORDAS! PROTEGED LA SANTA CATALINA!-

Cuando la estampida española tomó posiciones, Diego continuó dando las órdenes pertinentes.

-quiero dos filas de medias picas armadas en el frente! dadle muerte a todo aquel bastardo del cipango que suba por las rampas! el resto que se intercalen, entre picas secas y armadas!-

La adrenalina del combate recorría el cuerpo del sargento, ansioso por matar enemigos.

-en grupos de a dos, de la última fila, desengachad esas malditas rampas, que se ahoguen y se los lleve el diablo!, los que resten sacad espada y acuchillad a los que entren en nuestra formación!-

Aprestó con fuerza su alabarda, símbolo de su cargo con Ortega y Balenziaga cubriéndole de cerca, estaba en mitad de la formación para hacerse escuchar bien, no creía que ningún japones llegare hasta él.

-Dadle la bienvenida que se merecen esos bastardos hijos del demonio y una ramera!-

y luego gritó a viva voz

-ESPAÑA, ESPAÑA, SANTIAGO!-

Esperó el inicio del lance y a que sus muchachos cumplimentasen las órdenes, así como acompañaran su griterio.

 

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

El tema es que las 2 primeras filas vayan con buena armadura, el resto que se vayan intercambiando, es decir. Fila con protección, fila sin, fila con etc..  La última línea aparte de tirar las rampas, por si algún japo se cuela en mitad de las medias picas, que lo acuchille.

 

Tirada de táctica= 12, éxito (por los malditos pelos de san pedro)

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18/08/2015, 04:53
Director

Los piqueros se colocaron en posición, protegiendo el galeón del intento de abordaje. Los piqueros se ganaron el sueldo en los primeros minutos del combate, pues ningún japonés que trepó por las planchas consiguió su objetivo. Les pasaron a picazos, les tiraron al agua. Las tablas se llenaron de sangre y se hicieron resbaladizas.

Mientras, se seguían intercambiando disparos y flechazos, que buscaban debilitar la defensa española. Los castellanos estaban ganando el combate, por que entre el mosqueteo inicial y el juego de picas, más de tres cuartos de la fuerza asaltante habían sido muertos o heridos.

Sin embargo, aquella gente luchaba con una fiereza ciega, hasta el último hombre y hasta el final. Eso no les sorprendió del todo, pues habían sido instruidos al respecto. Pero para los veteranos era una molestia. Los últimos defensores eran los más difíciles de matar, por que su esperanza estaba perdida y solo querían morir matando. No atacaron, si no que se limitaron a atrincherarse en su propio navío, en la cubierta inferior, mientras mantenían el fuego con algunos arqueros.

Al parecer, para la mayoría de los que allí peleaban, no iba a ser aquella la oportunidad de medirse en combate personal contra aquellos malnacidos. La batalla en el mar la iban a decidir los cañones.

- Tiradas (3)
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18/08/2015, 05:15
Fermín de Berasategui

El capitán del buque se paseó por la banda, detrás de los arcabuceros.

-¡Corten los arpeos, vamos a separarnos!

Las espadas golpearon las cuerdas y las dagas las cortaron con precisión. En un momento, el enemigo estaba privado de su unión con el galeón. Los tablones cayeron poco después, y la marea comenzó a obrar su magia, separándoles del buque enemigo.

-¡Banda de babor, fuego a tocapenoles! -ordenó.

Los artilleros lanzaron otra andanada contra el barco japonés, provocándole una vía de agua por la que comenzó a hundirse. La flota española estaba casi en posición, y el cañoneo fue atronador en toda la línea, dando en muchos de sus navíos.

-Esos perros se retiran -dijo, mirando por el catalejo.

Los soldados estallaron en vítores. La victoria había sido rápida y apabullante. El enemigo en el mar no era una cosa de temer. Al menos no a bordo de un galeón. Cambió luego de banda, mirando al buque almirante, para ver que ordenaba.

-Bandera de persecución. Veamos a donde nos lleva ésto, y recemos por que no sea una trampa.

Hizo bocina juntando las manos.

-¡Gente, a dar la vela! Timonel, rumbo cuarta al norte, siguiendo al buque almirante. Cortémosles la maldita retirada.

- Tiradas (2)
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18/08/2015, 05:49
Nor

La chica estaba apoyada en una de sus compañeras. Empujaba lo más fuerte que podía, y entre sus piernas estaba la arena mojada, por las aguas que había roto antes. Estaba bastante dilatada, por lo que el parto no iba a ser complicado. Pero al parecer, era de cadera algo estrecha, por lo que le estaba doliendo bastante.

Martín miraba sin saber muy bien que hacer, mientras que las japonesas ayudaban en lo posible, que era más bien lo psicológico. A decir del hombre, aquello parecía una jaula de grillos.

Entonces, sonaron nuevos cañonazos en el galeón, cañonazos de los españoles. Y la cabeza del niño asomó con el sonido de éstos cañones. Ya solo faltaba el último empujón.

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18/08/2015, 08:42
Martín de Nagakura

Martín escuchó las palabras de Dôa sin acabar de entender.

¿Es una de sus chicas o no?

Aunque tampoco le importó demasiado. Observarla en acción hacía patente que la situación era nueva para ella. A Martín se le escapó un gruñido gutural. Sacó su pañuelo limpio y se lo dio a Dôa

Estaba pensando si valía la pena empezar a dar voces en busca de una vieja comadrona entre el pasaje cuando la ondanada de nuestros cañones sacudió toda la embarcación y pudo ver como el niño se abría paso. Parecía que asomaba la cabeza y fue imposible reprimirse más.

¡Empuja mujer!

Gritó Martín en su japonés natal. Una vida iba a empezar en medio de aquella batalla.

La vida siempre se abre paso... 

El antiguo samurai tenía los ojos humedecidos. Aunque no conocía d enada aquella mujer la situación le hacía revivir emociones personales.

 

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18/08/2015, 08:59
Lope de Figueroa y Barradas

Los vítores y celebraciones de sus hombres no hicieron sonreir a Lope, hombre serio y de actitud recia. Acompañó a Fermín en la observación tanto de las barcazas de Cipango como del navío del almirante...Esto no había acabado.

- Diego.- Llamó a su sargento.- Retirad a heridos de la fila, preparad a los hombres para otro encuentro. Los falconetes no pueden volver a fallar, hacedles saber que su capitán les observará y sólo tolero aciertos en sus disparos. A buena fe que aún no hemos acabado con esos bárbaros...

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18/08/2015, 10:42
Padre Rodrigo Expósito

Rodrigo contemplaba la escena que se había originado en apenas un par de minutos en aquella ratonera. Sobrepasado por las circunstancias, había optado por colocarse en una pudorosa posición a espaldas de la parturienta, por lo que observaba con claridad los rostros y las acciones de su protegido y de las otras dos mujeres que se habían colocado a sus pies para asistirla.

En el fondo, se reprochaba a sí mismo por sus reparos: ¿Qué tonterías y remilgos son estos? Deberías haberte acercado en cuanto tuviste ocasión para ayudar, como deber de buen cristiano. Pero en lugar de eso, te has desentendido mandando al buen Martín para dejar tu conciencia tranquila. ¡Ay Señor, qué débiles somos tus hijos! 

Tras regresar de su experiencia misionera hace unos años, el jesuita cada vez era más consciente de sus incoherencias y sus debilidades, a pesar de considerarse un fiel siervo del Señor y buen cristiano. Sabía que al aceptar formar parte de esta empresa iba a verse en situaciones que le pusieran a prueba, pero no esperaba que algo tan nimio como el nacimiento de una criatura fuera motivo para empezar con sus debates internos.

El repentino estruendo, provocado por los propios cañones del barco, le llevaba a otra reflexión: Aquí abajo, en medio del caos, una nueva vida llega a este mundo, en el mismo instante que decenas de ellas son sesgadas por las balas y las espadas ahí arriba. Los designios del Señor en ocasiones son curiosos...  

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18/08/2015, 15:04
Gonzalo Quirós

Las pasarelas se cubrieron de sangre convirtiéndose en un paso traicionero hacia la muerte por lo que no pocos se precipitaron al agua, ahogándose arrastrados por sus armaduras. Así fue que no hubo problemas en repeler el abordaje ni tampoco mucha gloria que repartir todo sea dicho de paso.

-¡Corten los arpeos, vamos a separarnos!

Los cabos del enemigo fueron soltándose de la baranda a golpe de puñal y el compás de los dos barcos se fue al carajo. Fue en estas que el Cabo lo vio claro y mientras el enemigo retrocedía dejó su pica y se hizo paso a través del bosque de picas. 

-Martín !'garra la tabla! -gritó a un pica seca a su lado

Los dos hombres tiraron de la plancha que cayó a la mar mientras el barco enemigo se despegaba cada vez más de la vera del Santa Catalina. Los cañones del Galeón tronaron barriendo a los del Cipango que en la mar no parecían tener nada que hacer contra la poderosa Armada de su Majestad.

-!A cascaila! - un corte de manga y un escupitajo a la mar fue la despedida del cabo - 

No había tiempo para celebrarlo y el Cabo tenía trabajo, pues la banda de babor estaba revuelta. Dio unas órdenes rápidas a la escuadrilla de piqueros según había dispuesto el Sargento y se puso en marcha, repartiendo órdenes aquí y allá, anduvo para arriba y para abajo. Enganchó por banda a unos cuantos mochileros para que retiraran a los heridos lo antes posible y en estas que se cruzó con Nuño.

-!Guaje ven pa'quí! -el muchacho obedeció y se acercó al Cabo- Vas a ir al Sargento Tarantela y vas a preguntale si tien' pensau el Capitán Figueroa ir al abordaje como paisanos o los vamos a cañonear. -enganchó otra vez el muchacho antes de que se fuera- Después vas a coger un cubo de agua y una cazoleta y vete dándole agua a la tropa que la mierda del humo seca el gañate !Ale brio!

- Tiradas (1)

Notas de juego

A grandes rasgos me dedico a poner un poco de orden entre la gente de la banda de babor y a organizarlos para que todo furrule según las órdenes del Sargento y el Capitán. 

El cabo tiene un habla un poco rara pero creo que se entiende más o menos bien si no le pongo traducción XD

 

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19/08/2015, 15:04
Dôa

No podía creerme que estuviera ocurriendo una pesadilla dentro de otra. ¿Acaso me había quedado dormida en algún punto del viaje, y mi mente, cansada, se vengaba por la falta de sueño y descanso? Un parto largo (¿cuál no lo era?) en mitad de una batalla naval donde nuestro barco podía naufragar antes de que nos diéramos cuenta.

Agradecí enormemente al hombre que me diera su pañuelo, y lo usé para limpiar el sudor que le corría por todo el rostro de la mujer. Trataba de tranquilizarla como si estuviera arrullando a un bebé, pero me sonaba forzado, y casi sin ningún tipo de sentimentalismo.

Los gritos me saturaban los oídos, y me hacía fruncir en entrecejo, casi cerrar los ojos. Hacía muecas de disgusto empatizando con la muchacha, y no, aún no me había atrevido a mirar por entre sus piernas para ver si el niño ya asomaba.  

Apretando las mandíbulas, y pensando que me etiquetaría hasta la eternidad con la palabra “cobarde” si no llegaba a ayudar a la mujer como era lo propio, me agaché, y miré. Ahogué un grito de horror, y miré a la mujer, tratando de contener todo lo que se me pasaba por la mente.

Se le ve ya la cabeza informé en japonés, casi en un hilo de voz— ¡Se le ve la cabeza!— repetí, algo más alto, para hacerme oír por encima de los cañonazos.

Volví a mirar con el rostro compungido, y suspiré.

—Empuja muy fuerte—dije gesticulando mucho—. ¡Fuerte! ¡Tsuyoku!— aunque no estaba del todo segura que fuera la traducción literal. Sin preocuparme demasiado, volví a lo que me concernía, y miré al bebé—. ¡Ahora!— grité a la vez que el otro hombre.

Si aquello salía mal, y la mujer fallecía, y todo acababa como en el peor de los sueños, me pregunté, mientras la mujer empujaba, si me culparía a mí misma por los acontecimientos, por la mala fortuna que me acompañaba desde que crecí. Siempre había imaginado que alguna de las deidades me había castigado por las faltas de mi madre (los pecados los cometen los padres, pero los padecen los hijos, o algo así había oído), por lo que siempre había aceptado todo lo que me llegaba con estoicismo, pero pensar que mi mala suerte podía provocar que aquella mujer perdiera no sólo su vida, sino a su hijo también…

—¡Tsuyoku! ¡Tsuyoku!— volví a gritar, como si quisiera desprenderme de mis propios demonios. 

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19/08/2015, 17:42
Pedro Ortega Alonso

Pedro vió caer las pasarelas y destrabarse las naves enemigas no sin cierto alivio. Había sido una buena batalla para él, honrado como escolta del Sargento y encima no había tenido que manchar la pica. No eran tan mala cosa esta de andar a la zaga tras los suboficiales. Aunque en tierra ya se vería, que aquí los había protegido tanto infante en tan poca cubierta.

Apoyó su peso sobre la pica para descansar alternativamente las piernas que aunque apenas había hecho ejercio, era lema de los Ortega no derrochar las energías, más recuperarlas con buen vino y sueño porlongado.

Al final hundirán esos barcos con tanto cañonazo...

Se quejó para si mismo. No había nada de bueno en que esas naves se fueran al fondo si que nadie pudiese ehcarle un vistazo a las bodegas, nunca se sabe lo que lleva un barco de guerra, pero sólo las piezas de artillería valdrían una fortuna.

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19/08/2015, 18:00
Don Diego de Tarantela y Villegas

El zagal se acercó a Diego, dándole el mensaje del cabo Quirós, este asintió

-Mozo, dile al cabo Quirós que su menester sea retirar heridos de la fila y recomponer la escuadra, que se preparen para nuevo asalto, perseguimos a esos malparidos herejes-

Cuando el zagal corrió de vuelta a Gonzalo, Diego se volvió hacia Ortega

-Ortega, aún no te has ganado el asueto, así que deja de hacer el holgazán y vente conmigo a cañones, que entre tanto ciego y manco allí abajo, voy a tener que empezar a maldecir a todo el santoral y a su alta gracia divina-  Se dirigió con paso vivo hacia cañones, donde estaban dispuestos los falconetes, entró en tromba y con la tez hecha una furia.

-A ver, ¿quien está al cargo aquí abajo? que me de una explicación de porqué no deberían, mis pacenses testítculos, hincharse ante tanto inválido para la puntería, si llego a saberlo, en Manila os pongo en cuaresma a base de vara y garrote, ¿donde está el encargado de cañones? me voy a cagar en la Santa María virgen y madre de Dios como no venga aquí ahora mismo-

No era buena idea encararse con tanto marinero, pero era su trabajo y el capitán había hablado, no cabía discusión posible.

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19/08/2015, 21:27
Martín de Nagakura

Martín se sentía extraño siendo testigo de algo tan íntimo. Parecía que los gaijin lo hacían todo muy distinto, y en cierta manera, a pesar de snetirse muy violento ante tal intrusión en el espacio personal de la meretriz, también sentía un extraño placer por estar allí. Uno muy íntimo y personal. No había visto nacer a sus hijos y ahora era... No sabía que era exactamente lo que sentía, pero le hacía sentirse bien.

Allí donde van estos nanban lo cambian todo. Malditos sean...

Piensa, ajeno a las palabras de Dôa, abosrto en su mundo interrio y en la nueva vida que viene.

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19/08/2015, 22:57
Pedro Ortega Alonso

El coselete torció el gesto con mala sangre. Si alguien le hubiera llamado holgazán en una cantina y con dos cuartillos de tinto trasegados a buena hora, no dudaría en tirar de hierro a fondo y que fuese lo que Dios quiera, pero el que ponía en duda su buen hacer de soldado era su Sargento y en un contexto muy diferente, pero aún así no le gustó un pelo.

Don Diego de holgazán lo justo, que aquí uno hace lo que le ordenan y lo mío iba de ser su sombra.

Dijo como discreta protesta mientras bajaba en pos de su sargento. Al de Tordesillas le daba que se metían en camisa de once varas, que los hombres de infantería de tierra son y mal llevan los marinos que les digan como hacer la guerra embarcados.

 

 

Notas de juego

Ojo que me dá que nos estamos liando, lo normal es que hay oficales de infantería y de marina, así que probablemente no es buena idea tocar mucho los webs a los marinos que no sé si tenemos vela en ese entierro.

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20/08/2015, 22:10
Nor

Costó mucho, pero el niño fue saliendo. La madre estuvo a punto de perder el conocimiento a causa del dolor, mientras el galeón maniobraba y todos los elementos de la bodega que no estaban debidamente estibados rodaron de izquierda a derecha.

Al final, fueron las manos de la maiko las que sacaron al niño. Era niño, por que el pequeño pene era visible, aún ensangrentado y cubierto de los productos propios de las entrañas de la madre. Lloró casi enseguida y no hizo falta darle un azote en el culo.

-¿Está bien el niño? -dijo en un español sorprendentemente bueno.

Faltaba la placenta por salir, pero lo haría casi enseguida. El niño tenía todavía el cordón umbilical, que le unía a la madre. Hacían falta unas manos diestras para cortarlo y hacerle el nudo.

- Tiradas (1)
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20/08/2015, 22:15
Director

Era una competición de remo contra vela. Los buques japoneses eran más bien como galeras, y el viento no les favorecía en aquella retirada. Pero tampoco a los españoles en la persecución. Por eso, fue un combate de pericia marinera contra fuerza en el remo.

A diferencia de las galeras españolas, con sus bancos, los remeros de la flota nipona movían a pie los aparejos de remos, de modo que terminaban mucho más fatigados tras una actividad prolongada. Quizá por eso, y a pesar de la ventaja inicial, que hizo escaparse a un grupo de diez o doce navíos, el resto quedó atrapado por la flota española, que les cortó la retirada.

Los cañones volvieron a hablar, y no pocas naves se fueron a pique. Sin embargo, los navíos más cercanos a la costa, por donde pasaban los japoneses, eran el Santa Ana y el buque del almirante, que quedaron a cierta distancia de los otros. En un intento desesperado y valiente a partes iguales, los buques japoneses que querían retirarse pretendieron abrirse paso abordando éstos galeones.

De ésta manera, el Santa Ana se vió abordado ésta vez por dos buques enemigos, que arrojaron arpeos antes de que pudieran maniobrar. Los japoneses se apiñaban en la cubierta, comenzaron a lanzar flechas y tiros de arcabuz. Como estaban muy juntos, la mayoría de los disparos no dieron si no en la sólida borda del galeón, o pasaron inofensivos en la parábola, cayendo en cubierta.

Hablaron los cañones españoles, ésta vez con más acierto, vomitando fuego junto a los mosquetes. La descarga se llevó a más de sesenta enemigos, entre muertos y heridos, que flaquearon en el momento del ataque.

La voz cantante la tuvo el otro buque, que disparó sobre ellos con sus cañones, provocando ciertos daños en el entrepuente. Y acto seguido, sus guerreros comenzaron a trepar por los arpeos desde la popa y buscando colarse por el camarote del capitán. Quirós defendía esa zona, y Ortega acudió al punto. Algunos de aquellos hideputas habían entrado por los ventanales, y con muchas asaduras se abalanzaron sobre ellos empuñando sus lanzas y espadas catanas.

Del lado de la banda de estribor, donde habían hecho aquella escabechina, comenzaron a pasar más guerreros japoneses de un barco al otro, para darles abordaje como habían hecho antes. Se colocaron las planchas, aunque los mosqueteros tiraron muchas, y viendo que de aquel modo no podían, tiraron más arpeos y por ellos subían con mucha destreza y en fila de pocos hombres.

- Tiradas (9)

Notas de juego

Quirós y Ortega deben defenderse del primer ataque esquivando o parando.

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21/08/2015, 10:19
Dôa

Si ayer me hubieran dicho que iba a ayudar a dar a luz a una mujer, me habría reído y negado con la cabeza. No me lo creería nunca.

Y, sin embargo, allí estaba, arremangándome las mangas del kimono, sufriendo por que no se manchara, aunque sabía, en mi fuero interno, que terminaría horrible, y sosteniendo la cabeza de un niño que salía por entre las piernas de una prostituta. Su hubiera conocido la obra de Dante, todo me habría parecido dantesco, pero lo que se me antojaba era una broma de los dioses provocada por mi mala fortuna. Debía de ir a un templo en cuanto pudiera. En seguida.

Miraba de soslayo a la mujer, con cara de angustia, y pensando si lo llegaría a conseguir. No sabía si realmente estaba sintiendo tanto dolor, o, simplemente, era débil de espíritu, la cuestión era que parecía a punto de desfallecer, pues el sudor le perlaba el rostro, y estaba pálida como la nieve recién caída.

¡Agua!— grité por encima de mi hombro—. ¡Mizu! ¡Mizu!

Necesitaba hidratarse, recuperar fuerzas, y, para cuando quisieran traerla, ella ya habría dado a luz, o eso esperaba.

Grité cuando noté que el barco se movía de manera brusca, y temí que le pudiera hacer daño al niño. Lo miré apurada, y me di cuenta de que la mujer había empujado con fuerza pues lo tenía entre mis manos. Entero. Llorando. Me quedé petrificada, sin saber qué hacer, mirando a aquella criatura sucia, escandalosa, y pequeña. Pestañeé, finalmente, y se lo di a su madre, sonriendo.

Kodomo— le dije a la madre, mirando al niño, y enseñándole la vital diferencia—. Kodomo.

Me incorporé, notándome sudorosa, con las manos pegajosas, y un ligero temblor por los nervios, pero sonriendo y satisfecha por que hubiera terminado saliendo bien.

Hay que cortarlo— dije en castellano, mirando a los demás, señalando el cordón umbilical. 

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21/08/2015, 19:03
Gonzalo Quirós

La Santa Catalina surcó el mar con pericia ya que si el viento no soplaba ya resoplaban los marineros en los remos. Cortaron la retirada del enemigo y entonces la artillería rugió segando la flota del Cipango. Arpeos y garfios en engancharon a las bordas, no les faltaba arrojo a los japoneses eso había que reconocérselo. El Cabo Quirós dio unas órdenes rápidas y se puso en posición a la espera de algo que no tardó en llegar. 

-!A sus puestos todo Dios! -se paseó entre los piqueros- 

Los cañones enemigos tronaron a sus espaldas. Se giró en redondo media pica en mano cuando los enemigos irrumpieron por la popa, se habían colado por los ventanales con brio se le abalanzó uno espada en mano. La pica desvió la hoja a un lado sin demasiados problemas y Quirós respondió con un picazo al pecho de forma fluida y natural. 

- Tiradas (4)

Notas de juego

No sé si está todo correcto no sabía cuanto daño hace una media pica asique le puse el de la pica. La segunda tirada se me pasó la cabeza y le puse un modificador de más es 10 en vez de 13 pero no tengo problema en repetirla. 

Por cierto ¿el barco no era el Santa Catalina?