Partida Rol por web

Pueblo Horizonte
- ¡Un pueblo lleno de oportunidades! -

Cuando te cruzas con el Pokémon inusual al final de la Ruta 35 decides sacar tu Pokédex para consultar la información del mismo.

Meowth, el Pokémon gato araña. Meowth retrae las afiladas uñas de sus zarpas para caminar a hurtadillas, dando sigilosos pasos para pasar inadvertido. Le encanta todo lo que brilla. Adora especialmente las monedas que recoge y va amontonando. Tiene unos ojos muy sensibles a todo lo que brilla.

Lamentablemente no tienes ninguna Pokéball contigo, de modo que no puedes capturarlo. Se lo explicas al Meowth, que te mira a la cara con una sonrisa y ladeando la cabeza mientras tú te preguntas si te está entendiendo, y finalmente continúas tu camino hacia el sur. El Meowth se despide de ti agitando su mano en el aire mientras se queda atrás en el camino.

Atraviesas la caseta del guardia al sur de la Ruta 35 y finalmente llegas a Pueblo Horizonte, justo a tiempo para la hora de comer. O al menos eso es lo que parece a juzgar por los quejidos que emite tu tripa.

En Pueblo Horizonte sopla una brisa fresca, marítima, a pesar de que no está situado exactamente en la costa. El ambiente es limpio y animado pese a que no hay demasiadas personas por las calles, ya que no parece que haya demasiados habitantes en este lugar. Te da la sensación de que es simplemente un lugar de paso, un sitio tranquilo y relajante en el que se puede vivir en paz si no buscas demasiadas emociones. Además reconoces de lejos el techo rojo que corresponde a un Centro Pokémon, y aquel edificio con el techo azul casi seguro que es una Tienda Pokémon.

Seguramente deberías pasarte por...

Un golpe por la espalda, a la altura de la cintura, te hace tambalearte durante unos momentos. No ha sido un golpe fuerte, sino más bien un roce de pasada, pero ha sido tan repentino que casi dejas caer a Torchic al suelo de la impresión. No te hace falta girarte para ver qué ha sucedido, porque junto a ti aterriza el responsable de ese golpetazo: ¡el Meowth que has visto antes en la Ruta 35!

El Pokémon gato araña ha aterrizado en el suelo a cuatro patas tras chocarse contigo, y gira la cabeza unos segundos para mirarte. Atrapado en su boca lleva... ¡¡¡tu monedero!!! ¡El Pokémon no se ha chocado contigo por error ni te ha golpeado, te está robando!

Antes de que puedas asimilarlo, el Pokémon sale corriendo a cuatro patas hacia el interior del pueblo...

La pokédex daba información bastante interesante sobre ese pokémon gato. - Sigiloso, usa sus garras para atacar, le gusta el dinero... ¡Este es de los míos! - Parecía un posible compañero la mar de interesante, seguro que veía monedas a lo lejos y con él podía hacerme rico. ¡Y cuanto más rico, más feliz y poderoso sería este pokémon! River me hubiese dado la razón en algo así, sin duda. Incluso se despidió de mi con su patita cuando me marché de la ruta. Ese pokémon estaba hecho para ser mi compañero.

- ¡Volveré a por ti! - Dije mientras me adentraba en Pueblo Horizonte.

Lo primero que noté al llegar fueron mis tripas. La hora de la comida tocaba, y seguro que Torchic también tendría tantas ganas como yo, o más, de probar algo típico del lugar. No pude evitar quedarme unos segundos admirando el pueblo, el aire me traía un olor familiar. - Cerca debe estar el mar, Torchic. ¡Puede que luego podamos verlo! - Divisé el centro pokémon y pensaba dirigirme allí, pero entonces noté un leve golpe en la espalda.

- ¡Ah! - Pensaba que quizás alguien me habría golpeado con una pelota o algo parecido, aunque en realidad se trataba de mi "amigo" Meowth. Me agaché, para acercarme un poco.

- ¡Hola Meowth! ¿Has vuelto a por mi? ¿Me has cogido cariño? Si quieres, luego puedo volver a por ti, la tienda está aquí al lado. - Me fijé entonces en que tenía algo en la boca, una especie de bolsita. - ¿Qué es eso? ¿Me has traído un regalo? Vaya, se parece un poco a... - Empecé a palpar mis bolsillos por fuera, buscando mi monedero, pero no estaba. Me incorporé y metí las manos en mis bolsillos.

- ¿Eh, dónde está mi cartera? - La respuesta era obvia. La llevaba ese Meowth en la boca. Aquel que ahora corría hacia el pueblo.

- ¡EH, TÚ! ¡¡¡ESPERA!!! - Comencé a gritar, como si fuera a hacerme caso. - ¡Al ladrón! - Empecé a correr tras él, agarrando fuerte a Torchic para que no se cayese. Agotado, muerto de hambre y encima me habían robado, bonita presentación de un nuevo pueblo. - ¡Maldita pokédex, te has ahorrado decir que se dedican a robar a la gente! -

¡A la caza del Meowth! Nada más comenzar a perseguir al Pokémon gato araña se hace más que evidente que éste es mucho más ágil y rápido que tú. Además tú tienes que correr con cuidado de no tropezarte con la gente de las calles de Pueblo Horizonte, que se apartan a duras penas para dejarte pasar, y además tienes que cargar a tu Pokémon procurando que no caiga al suelo. El pobre Torchic está alterado mientras corres: "¡Tor, Tor, Tor, Tor, Torchiiiic!", grita el pobre.

El Pokémon al que persigues, todavía con tu monedero en la boca, sigue avanzando por las calles como si las conociera de toda la vida. De hecho, probablemente sea así. En cierto momento comenzáis a correr cuesta abajo por una calle empinada... ¡y el maldito Pokémon realiza un ágil salto para subirse a un tejado y salir de tu rango de visión! Tú, en cambio, eres víctima de la ley de la inercia. ¡No puedes parar! Pero tranquilo, el muro al que te diriges cuesta abajo y sin frenos seguro que detendrá tu avance.

Bum. No es que no pudieses frenar nada de nada, así que el golpe no es tan devastador como para dejarte inconsciente... pero ha dolido. Has ido a estrellarte contra la pared de... ¿qué lugar es este? Miras hacia arriba y ves el tejado azul que viste desde la entrada de Pueblo Horizonte. La Tienda Pokémon.

-¿Q-Qué ha sido ese golpe? - ves la ventana de la Tienda Pokémon abrirse, y al que deduces que es el tendero asomarse y mirarte con asombro. - ¿Qué te ha pasado?

Antes de empezar la persecución no había pensado mucho en ello, pero perseguir a un pokémon no era trabajo fácil. Meowth corría mucho más rápido que yo, y debido a mi cansancio, en apenas unos minutos de carrera yo ya estaba casi jadeando. - ¡Es...pera! - Dije a duras penas mientras daba lo máximo por intentar alcanzarle. La gente se apartaba al verme correr y los más lentos me obligaban a echarme un lado para evitar chocarme contra ellos. - ¡Pero no os alejéis! ¡Intentad pararle! -

Quise intentar pedirles ayuda, sin embargo nadie parecía entender la situación, y a mi no me quedaba aire para hablar. Meowth era ciertamente ágil, como la pokédex había dicho. Y se conocía el sitio al dedillo, mientras yo trastabillaba esforzándome por no caerme al suelo de boca. Al llegar a una zona cuesta abajo pensé que podría alcanzarle, por desgracia Meowth era más listo y saltó, alcanzando el tejado de una casa. Un edificio que se encontraba frente a mi, y a donde me dirigía sin poder detenerme.

Intenté frenarme en seco para evitar atravesar la pared con la cabeza... pero era muy tarde. - No, no, no, no. ¡No! - Levanté a Torchic en alto para impedir que sufriese el impacto y detuve mi movimiento cuando mi cara entró en contacto con el edificio. Me quedé unos segundos inmóvil, sintiendo el dolor en mi rostro y en el cuerpo que fue contra la pared instantes después. Luego caí al suelo de culo, con la cara totalmente roja e intentando recuperarme del golpe.

Un hombre se asomó a la ventana del edificio. El tejado era azul. ¿Había llegado ya a la tienda pokémon? - Yo... un Meowth.. mi cartera... la cuesta... y luego la pared... - El dolor y el shock del impacto me habían dejado un poco tocado para hablar correctamente. Lo único que recordaba es que había un centro pokémon cerca y confiaba en que me tratasen a mi también.

-Ya veo... otra víctima de ese Meowth, ¿eh? - el hombre de la ventana suspira mientras niega con la cabeza, y luego se mete en el interior del edificio y cierra la ventana. Por un momento crees que simplemente te ha dejado ahí tirado, pero poco después el hombre sale al exterior por la puerta principal y se acerca a ti. - Ven, deja que te ayude. - te dice.

El hombre te ayuda a ponerte en pie y te mete en el interior de la tienda, donde te proporciona un asiento para que descanses. El golpe te ha dolido, pero el dolor poco a poco se va desvaneciendo... tampoco ha sido para tanto, ¡eres joven! Además, aprovechas para echar un vistazo a tu alrededor. La Tienda Pokémon tiene estanterías por todas partes con todo tipo de productos relacionados con los Pokémon: libros y manuales, guías, artículos para el aseo y el cuidado de los Pokémon, comida para Pokémon de varios tipos, incubadoras para huevos Pokémon, ropa y gadgets varios para entrenadores... además de un bonito hilo musical que escuchas desde el momento en que has entrado en el local.

-Ese Meowth apareció hace unas semanas, tal vez un mes. Es muy problemático. - suspira el tendero mientras se recuesta sobre el mostrador para hablar contigo. - Tiene la mala costumbre de robar a todo el que se le pone por delante. Los habitantes del pueblo ya estamos sobre aviso, pero a los viajeros los pilla desprevenidos. - explica, encogiéndose de hombros. - Lo peor es que sabemos dónde tiene su guarida, pero nadie le ha dado caza todavía.

- ¿Le conoce? - El aturdimiento fue desapareciendo, aunque el dolor aún persistía. Parecía que Meowth ya había atacado a las carteras de otras personas. Lo que no sabía es si todas acababan de bruces contra una pared, lo mismo tenía que pintar cada 3 atracos para que no hubiese grietas ni marcas de golpes. El tendero apareció pronto por la puerta y me tendió la mano para levantarme. Le pedí a Torchic que me siguiese, ahora no estaba muy espabilado para llevar a nadie en brazos.

Entramos en la tienda Pokémon y el dueño me ofreció un asiento. En un principio pensé que sería un lugar para entrenadores, con objetos para capturar Pokémon, objetos para los combates, para curarles... y así era, pero había mucho más. Había manuales, objetos de aseo, prácticamente de todo para cualquier persona a la que le gustasen los Pokémon, entrenador o no. Podría comprar una revista para Chizu, y muchas otras cosas para Torchic y para mi, pero no tenía dinero...

Meowth se trataba de un pequeño criminal recientemente iniciado, atacaba a viajeros, sabía que no le conocían. Tan inteligente... ¿No había rangers o guardias que buscasen a ese Meowth? River seguramente lo hiciese. Yo podía encargarme. Me toqué la nariz y noté un pinchazo. Estaba bien, pero aún me dolía un poco. Mejor evitar más golpes.

- ¿Y si lo hacemos nosotros? - Le pregunté al hombre. - Si sabéis dónde se esconde, Torchic y yo podemos ir a atraparle. No le haremos nada malo. ¡Podemos capturarle y llevarle ante la justicia! - Sugerí, inflando el pecho orgulloso.

-¿Llevarle ante la justicia? - ríe el dependiente de la Tienda Pokémon. - Que yo sepa no hay una cárcel para Pokémon. Lo que necesita ese Meowth es alguien que lo entrene correctamente. Alguien que le enseñe modales. Y nadie de por aquí parece querer esa responsabilidad. - explica el hombre, encogiéndose de hombros. - En fin, este Meowth tiene su guarida en un callejón cercano. Te diré cómo llegar allí, tal vez puedas encontrar lo que te ha robado...

Desvié la vista al suelo, algo avergonzado. Puede que la idea de llevarle ante la justicia hubiese quedado un poco dramática, pero no sonaba nada mal. Si lo que hacía falta era alguien que se hiciese cargo de él, yo sería esa persona. Podría enseñarle que robar está mal. O que podría robar para mi... no, mejor lo primero.

- Iré al centro pokémon y luego me haré cargo de Meowth, y devolveré lo que haya robado a la comisaría. Por si encuentran a sus dueños. - En efecto, el ranger Kawa entraba en acción. Listo para solucionar los problemas de Pueblo Horizonte. Solo había un problema... ¿Cómo iba a capturarle?

- Esto... Disculpe. - Dije, con voz algo cortada. - Por casualidad, ¿No podría prestarme un par de Pokéball? Es decir, prometo pagarlas, solo que tendrá que esperar a que recupere mi cartera. - Le pregunté, con una sonrisa nerviosa. Ese ladronzuelo no podría haber esperado al menos a que comprase algo. Con las ganas que tenía de capturar algún Pokémon para que jugase con Torchic.

-Te veo motivado. - sonríe el dependiente, asintiendo con la cabeza. - El Centro Pokémon está a un par de calles de aquí, no tiene pérdida si buscas el tejado rojo. - te explica, bastante animado. Cuando le pides un par de Pokéball gratis, en cambio, alza una ceja con algo de incredulidad. - ¿Es que no llevas ninguna Pokéball contigo? - pregunta, cruzándose de brazos. - Por tu aspecto, hubiese jurado que eres un entrenador. Y los entrenadores suelen llevar Pokéball...

- Bueno... - Tenía que haber comprado algo en la tienda de la primera ciudad. Tendría que haberlo hecho, pero la emoción de un primer combate me pudo, y salí corriendo en busca de algún oponente para Torchic y para mi. - He empezado hoy mi viaje como entrenador, y me acaban de dar a Torchic como compañero. Luego hemos venido corriendo desde Pueblo Ocaso hasta aquí llevados por las ganas de combatir. - Era cierto, me podía el ansia.

- Íbamos a comprar Pokéball en este pueblo para volver a la ruta 35, pero Meowth se llevó mi cartera. - Bueno. Siempre podría derrotar a Meowth y llevarle inconsciente hasta la tienda. Luego comprar una Pokéball y capturarle. Aunque sonaba bastante macabro hacer algo así.

Tu Pokémon añade algunos grititos de "¡Torchic, Tor, Tor, Chic!" a tu discurso, como si quisiera enfatizar lo que le estás diciendo al dependiente de la Tienda Pokémon. Éste, con los brazos cruzados, ladea la cabeza y te observa mientras hablas.

-Dices que has empezado hoy... ¿Y ya has gastado las Pokéball que vienen con el Kit de Iniciación gratuito para entrenadores novatos? - te pregunta cuando terminas de explicarle tu situación. Al ver que no tienes ni idea de qué está hablando, el tendero se sorprende y te explica él mismo. - Se trata de un pequeño pack de objetos útiles para entrenadores que se entrega a los entrenadores que acaban de empezar su aventura en esta región. Sólo se puede obtener una vez, pero es muy útil... ¿de verdad no sabes de qué te hablo? - el hombre está bastante sorprendido... le ves extender la mano hacia ti. - A ver, déjame tu Pokédex. Eso no te lo ha robado Meowth, ¿verdad?

Entregas la Pokédex al tendero, y éste la escanea con su ordenador. Después de comprobar algo en la pantalla, el tendero te devuelve la Pokédex y se agacha detrás del mostrador, en busca de algo. 

-Efectivamente, parece que no habías recibido el Kit de iniciación... Espera un momento, anda. - te indica. Efectivamente, segundos después el tendero vuelve a erguirse y coloca una cajita de cartón sobre el mostrador. En la caja puede leerse "Kit de Iniciación para Entrenadores Pokémon". - Aquí tienes, mira. - te dice, y mientras te indica que te acerques con un gesto de la mano abre la cajitas. En su interior ves varios artículos útiles. - Cinco Poké Ball, una Super Ball, una Poción, un Repelente, un Antídoto... y esto de aquí - dice, señalando cada uno de los artículos que contiene la cajita. - es un cinturón con sujeción para Pokéball. Para que las puedas llevar cómodamente en la cintura. - te dice, sonriendo y volviendo a cerrar la cajita.

Al menos Torchic me apoyaba, quizás le diésemos algo de pena y confiase en nosotros, pero el tendero parecía bastante confundido respecto a lo que le contaba, y me preguntó si ya había gastado todas mis Pokéball. - ¿Kit de qué? - Le pregunté extrañado, sin comprender a qué se refería.

Mi expresión pasó de vergüenza a confusión, y luego a decepción, a medida que iba escuchando al dueño de la tienda, y comprendía que me había ido del laboratorio Pokémon un poco antes de lo que debía. Había perdido la oportunidad de conseguir objetos de entrenador. ¡Objetos gratis! Si Meowth se había llevado mi cartera, aquel hombre se había llevado mis sueños.

Le entregué la Pokédex de forma robótica, mientras afirmaba con la cabeza. Al menos tenía eso. Al menos... hasta que el hombre volvió a hablar. Dejó un par de cajas en el mostrador y me acerqué a verlas. Tenían de todo. Algunas Pokéball, una Superball, objetos de curaciones e incluso un cinturón para guardar Pokéballs. Era genial.

- ¡¿Para mi?! - Pregunté sorprendido, abriendo la boca y los ojos como platos. Casi sentía ganas de llorar. - ¡¿Has visto todo lo que hay, Torchic?! - Subí al pequeño al mostrador, para que pudiese verlo. Todas esas cosas, para los dos, para comenzar nuestra aventura. ¡Y GRATIS! De repente era el mejor día de mi vida.

- ¡Muchas gracias, señor! - Le dije mientras me secaba los ojos con la manga de mi sudadera. Había pasado de la decepción a la euforia en unos segundos, y estaba muy emocionado. - ¡Curaré a Torchic y atraparemos a Meowth, y luego vendremos aquí para enseñartelo! - Exclamé sonriente.

Cogí la cajita con el kit y la guardé en mi maleta, luego tomé a Torchic en mis brazos. Si algo era propio de mi, era marcharme rápido de los sitios, y no es que hubiese aprendido mucho desde que estuve en el laboratorio de Pueblo Ocaso. - ¡Vamos, al centro Pokémon! ¡Hasta pronto! -

Me despedí del dueño de la tienda y puse rumbo al centro Pokémon. ¡Una parada para curar a Torchic y luego en busca del Meowth ladrón!

Después de recibir tu Kit de iniciación gratuito, y precisamente por la emoción de recibirlo, dejas al empleado de la Tienda Pokémon con la palabra en la boca y partes raudo y veloz en busca de un Centro Pokémon. En el resto de regiones existe un método infalible para encontrar los Centros Pokémon y las Tiendas Pokémon en las ciudades: el Centro Pokémon tiene el tejado de color rojo, y la Tienda Pokémon lo tiene de color azul. Por eso no te cuesta demasiado encontrar el Centro Pokémon, que además de tener el tejado rojo también tiene el símbolo de una Pokéball en la fachada.

Se trata de un edificio de dos plantas, bastante grande en realidad, del que entran y salen sin parar todo tipo de personas junto a sus Pokémon, o con sus Pokéball colgadas del cinturón, o en la mochila. Tienes una importante misión que cumplir, así que no dudas ni un momento y te adentras en el edificio.

El interior del centro Pokémon desprende por todas partes un aire de alta tecnología. El hall del Centro Pokémon es muy amplio y, entre otras muchas cosas, dispone de cómodos sofás y sillones para que los Entrenadores descansen, revisteros con revistas de temática Pokémon, máquinas de bebidas, videoteléfonos, cuarto de baño... y, por supuesto y lo más importante, al fondo del Hall se encuentra el mostrador tras el cual una amable enfermera pelirroja atiende a todos los entrenadores que se acercan a hablar con ella.

Encontré el centro Pokémon con facilidad, y me alegré de ello pues la orientación nunca había sido mi fuerte. No había tiempo que perder pues no sabía si Meowth se quedaría en su escondrijo o saldría de nuevo a cazar carteras, así que entré a toda prisa para curar a Torchic.

Mi intención en un principio era acercarme al mostrador y casi arrojar a Torchic a los brazos de quien pudiese atenderle, pero me quedé un poco asombrado al ver el centro Pokémon por dentro. Era todo muy tecnológico, muy electrónico, muy... raro. No entendía para qué servían la mitad de las cosas que había allí. - El de Oromar no tiene ni punto de comparación con esto... vaya, este lugar es impresionante, a que sí, ¡Torchic! - 

Sacudí la cabeza al ver que de nuevo me estaba yendo por las ramas. - Curar a Torchic, recuperar la cartera, capturar a Meowth y enseñarle a portarse bien. - Me repetí mentalmente un par de veces mientras me acercaba al mostrador.

En esta ocasión, quien atendía era una chica de pelo rojizo. - ¿Acaso en esta isla solo hay mujeres? - Al menos era también mayor que yo. - Esto... hola, yo necesito que curen a mi Torchic. ¿Podría ayudarme? - Pregunté mientras llevaba a mi compañero al mostrador y lo ponía sobre él, intentando que cubriese mi cara. No me gustaba mirar a chicas directamente a los ojos.

-Por supuesto. - responde amablemente la enfermera pelirroja, justo antes de girarse para acercarse a una estantería de la cual extrae una pequeña bandeja metálica. Después coloca esta bandeja sobre el mostrador, delante de ti. - Por favor, coloca tus Pokéball aquí. - te indica con dulzura. - Y también necesitaré que me dejes un momento tu Pokédex. Porque eres un Entrenador Pokémon novato que participa en la Liga Ámbar, ¿o me equivoco? - te pregunta.

Además, señala hacia arriba para indicarte un panel electrónico en el que van apareciendo una lista de nombres.

-Cuando tu Pokémon esté en plena forma y listo para ser recogido, tu nombre aparecerá en ese panel. - te indica.

Aquella enfermera colocó sobre la mesa una especie de bandeja con huecos para colocar pokéball, Torchic tendría que estar alejado de mi un poco, con esa mujer. - Pobrecito, a mi no me gustaría estar en su misma situación... - Saqué la pokéball de Torchic, pero no pude meterle aún por que la enfermera me asaltó con una pregunta.

- Eh... ¿Entrenador notavo? Digo.. ¿Novato? Sí, sí, acabo de llegar hoy. - No sabía ni para qué quería mi pokédex, pero yo se la entregué sin rechistar. Aún ni si quiera sabía como iba el tema de la liga. ¿Habría que inscribirse o algo parecido? Esperaba que lo hiciese todo ella, y que no necesitase mucho más de mi.

La chica señaló una pantalla situada sobre nosotros, en ella aparecería el aviso de que Torchic ya se encontraba listo para seguir nuestra aventura. - De acuerdo.. - le dije antes de acercarme lo máximo posible a mi compañero pokémon, que estaba sentado en la mesa.

- Amigo, tengo que dejarte un rato con esta.. señorita. Tú pórtate bien, ¿Vale? Te meteré en tu pokéball y luego vendré a recogerte e iremos a por ese Meowth. - Le acaricié la cabecita antes de activar la pokéball para meterle en su interior y dejé la bolita en la bandeja de metal. - Espera un poco. -

Me alejé unos pasos hacia atrás, intentando no mirar a los ojos a la mujer que me estaba atendiendo. - Yo... voy un momento al baño. - Necesito echarme agua por encima. - Vuelvo en un segundo, ¡Dejo a Torchic contigo! - Tras despedirme salí casi corriendo de allí, mirando hacia atrás, hacia la pokéball de Torchic mientras me dirigía hacia el cuarto de baño. Esperaba que pronto pudiese salir de allí sin tener que acercarme demasiado a esa enfermera, ni a ninguna otra.

Pueblo Horizonte
- ¡Un pueblo lleno de oportunidades! -

Os despedís del joven con el que Raine ha combatido, que prosigue su viaje hacia el norte, y vosotras decidís caminar hacia el sur en busca del chico con el Torchic para, posiblemente, añadirlo a vuestro pequeño equipo de entrenadoras novatas. Al final de la Ruta 35, tras un buen rato caminando sin demasiados incidentes, encontráis finalmente una pequeña caseta de guardia que hace las veces de frontera con el siguiente pueblo. Atravesáis pues la caseta y llegáis a Pueblo Horizonte más o menos a primera hora de la tarde. O al menos eso es lo que parece a juzgar por los quejidos que emiten vuestras tripas.

En Pueblo Horizonte sopla una brisa fresca, marítima, a pesar de que no está situado exactamente en la costa. El ambiente es limpio y animado pese a que no hay demasiadas personas por las calles, ya que no parece que haya demasiados habitantes en este lugar. Os da la sensación de que es simplemente un lugar de paso, un sitio tranquilo y relajante en el que se puede vivir en paz si no buscas demasiadas emociones. Además reconocéis de lejos el techo rojo que corresponde a un Centro Pokémon, y aquel edificio con el techo azul casi seguro que es una Tienda Pokémon.

Torchic no parece tener demasiados reparos en volver a su Pokéball... eso, o no ha entendido muy bien lo que está pasando. Tu Pokémon entra en la esfera y lo entregas a la enfermera responsable del Centro Pokémon junto a tu Pokédex, la cual la chica te devuelve con una sonrisa tras simplemente escanearla con su ordenador por algún motivo que desconoces y que por supuesto no te apetece preguntar. La enfermera te asegura que Torchic no tardará demasiado en estar listo, así que tú te marchas al baño...

... Y, al salir, te fijas inmediatamente en que en el monitor sobre el mostrador del Centro Pokémon se muestra tu nombre junto a unas letras de color verde que indican que puedes pasar ya a recoger a tu Pokémon.

-Bieeeeeeeeeeeeeen - iba gritando de alegría cuando ya al fin vimos Pueblo Horizonte. - Al fin nuestra primera parada de verdad en una ciudad, bueno... pueblo - dije al ver la poca cantidad de gente que había pero sin perder la sonrisa de la cara. Cyndaquil iba por detrás al igual que Fletchling hasta que se me posó en la cabeza. - Bueno, ahora que estamos aquí lo primero que deberiamos hacer es buscar a... - no terminé de decirlo cuando las tripas me sonaron más allá de los limites propios. Esto hice que me pusiera un tanto colorada.

Con una risa nerviosa miré a las chicas - C-creo que tengo hambre... - no había quien lo creyera. Tenía hambre, pero me había olvidado hasta el momento. - Y si... vamos al centro pokemon. Puede que allí encontremos al chico, y recuperaremos a nuestros pokemon ¿Verdad Cynda? - Y también comeremos un monton - celebraba en mi interior mientras miraba al pequeño Cyndaquil y acariciaba a Fletchling para que aportara un poco de conversación.

Al llegar, Lina se detuvo un momento para apreciar el ambiente relajado y fresco del pueblo. Le encantaban los sitios tranquilos en los que pudiera relajarse y en los que no llamara la atención de nadie. Siguió a sus compañeras; sus pokémon seguían dentro de las pokéballs, esperando al momento oportuno para dejarles un poco de libertad controlada. Tal vez en el centro Pokémon podrían comer tranquilamente y dejar que sus amiguitos corretearan y jugaran un poco.

- Sí, tendríamos que ir allí- afirmó tras la sugerencia de Raine-. Deberían echarle un vistazo a vuestros pokémon y, de paso, deberíamos comer.

Miró a Raine con una sonrisa, ya que sus tripas la habían delatado. Pero Lina también notaba el estómago vacío y no iba a continuar el viaje sin parar a descansar, beber y comer algo decente. Su hermano siempre le decía que, antes de trabajar, uno debía comerse un buen plato de algo nutritivo para tener energía.