Partida Rol por web

Nadie lo vió y nadie lo oyó. El puto androide negro se plantó sin más y empezó a disparar sin ton ni son, pero de pronto se fijó en Ellassar y le intentó acribillar.

Este a su vez, decidió intentar neutralizar la amenaza con su Blaster. Dio un salto para bajar de su repisa, y tras una simple voltereta al llegar al suelo, abrió fuego de cobertura. No consiguió impactar al enemigo, pero esperaba que eso lo distrajera y tuviera que buscar cobertura en lugar de seguir disparando  a todo lo que se movia.

Fue un tanto desconcertante que apareciera sin más allí un droide de combate, además parecía que había bajado de alguna nave vamos que, podría tratarse del paquete que enviaba la República o puede que no, que quienes nos perseguían en el espacio nos enviasen un entretenimiento mientras aterrizaban en otro lugar. 

- ¡¡Cubrirse!! - lo cual era aparentemente sencillo detrás de las columnas, siempre y cuando el droide viniera sólo o no disparase con mayor destreza de lo que lo estaba haciendo. Busqué el ángulo para apuntarle y disparar, mientras tanto esperaba que el cornudo le hiciese blanco, pero ni él ni Ra eran capaces y eso que el droide destacaba sobre la nieve al ser de color oscuro - eso es, distraerlo... vamos, vamos, ahí te va - lo saludé con mi bláster pesado.

- Bienvenido a Sharpalis... capullo!

Tuvo que frotarse los ojos para comprobar que no estaba soñando o viendo una alucinación. ¿Qué clase de androide era ese? Nunca había visto algo así, tan silencioso como una sombra y tan letal como un Soldado de Asalto Imperial. Si además era inmune a venenos y gases... quien fuera su propietario tenía un arma implacable a su servicio. Le recordaba a esos rumores sobre cierto cazarrecompensas droide, aunque éste era mucho más terrorífico.

Se lanzó contra una de las columnas para que le sirviera de protección y, mientras los destellos de las armas relampagueaban a su alrededor, vio cómo Girad estaba en shock por la aparición de aquella amenaza.

—Ven aquí, maldita sea —exclamó, cogiéndole de la pechera y trayéndolo consigo para que el trandoshano no fuera barrido por el fuego enemigo—. Que sepas que exigiré un plus de peligrosidad. ¿Qué demonios es eso?

Abrió fuego desde su posición, pero realmente deseaba que fueran las armas de sus compañeros quienes derribaran a esa cosa.

Finalmente la noche cayó, pero no parecía que Brec lograra encontrar al chico. O ella no era lo suficiente poderosa o el chico usaba sus artes para esconderse. Igual del mismo modo que ella lo buscaba, tal vez algún adepto al Lado Oscuro hacía lo mismo y el chico se protegía.

Intentó dormir y descansar un poco, pero poco les duró el descanso. De repente un droide de combate aterrizó cerca de su escondite en el templo y empezó a atacarles. Brec blandió su sable láser, pero sabia que no debería acercarse a ese droide, en distancia corta era un blanco fácil para su bláster o sus metálicos brazos. Aun así tenía una opción. Se concentró nuevamente en la Fuerza y utilizó sus habilidades telekinéticas para lanzar su sable encendido hacía la mortal máquina de guerra.

-¡Disparad! - dijo a sus compañeros - ¡Tenemos que derribarlo!

Turno 1:

ANKy fue la primera en reaccionar. Tras instar a sus compañeros a cubrirse abrió fuego con el bláster pesado, y una ristra de disparos láser viajaron desde el interior del templo hacia el exterior, justo detrás de las columnas del mismo, donde aquel droide de coraza oscura comenzaba a ametrallaros. El droide logró impactar en el hostigador...

Daño: 10 puntos.

Inmediatamente después dicho droide apretó su gatillo y apuntó contra la figura que dio una voltereta, el devaroniano Ellassar. El fusil de aquella entidad parecía destructivo, y tras enviar un par de disparos bien apuntados, pese a la ventisca que caía sobre él, los láseres golpearon en Ellassar, haciendo mella en él.

Daño: 10 puntos.

Acto seguido el devaroniano trató de contrarrestar o devolver el ataque, pero sus disparos golpearon las columnas del templo. Justo después Iri tomó de las ropas a Girad en un intento de cubrir al trandoshano. En tal posición, el pandorano logró enviar de manera satisfactoria sus disparos a la fría y helada chapa metálica de aquel droide, golpeando en ella.

Daño: 7 puntos.

Entonces fue cuando Ra, despertado ya de su letargo, se desembarazó de su arma especial que portaba siempre a la espalda. Un cañón recortado, grueso y pesado (para él), pero lo suficientemente potente como para poner en entredicho a más de un droide... como ese. El Chadra Fan no dudó en el momento preciso de apretar el gatillo de aquella arma aturdidora...

Una potente luz salió de aquel cañón; aquel disparo de forma esférica no era sino una recombinación de iones y disparados contra un objetivo. La luz lograba iluminar el interior del templo de forma magistral, y éste disparo voló hacia el droide, impactando de pleno en él. Ra había acertado.

Aquel sujeto mecánico comenzó a realizar movimientos erráticos, aunque no de manera constante. Sus ojos parpadearon un instante, y sus mecanismos no lograban engranar y moverse al unísono o de manera programada al cien por cien de efectividad*. Entonces Brec, sin pensarlo demasiado, lanzó su sable de luz encendido, haciéndolo girar en el aire mientras éste avanzaba verticalemente hacia el droide. Aquel espectáculo de luces era bello y aterrador al mismo tiempo...

Daño: 16 puntos.

Aquel ser fue dañado por el filo del sable de luz, aquella reliquia aún perviviente. Sin embargo, aún tenía energía suficiente como para vencer todas las adversidades. A duras penas, debido al cañón de iones de Ra, siguió disparandoos.

Ellassar, cayó bastante herido. Ese droide le alcanzó de lleno, evitando así que su propio disparo lo alcanzara. Ahora estaba tumbado en el suelo, apuntó y grito:

Tu pequeña ojalata negra, a un Cuerno Roto hay que hacerle algo más para dejarlo fuera de combate!!!

Apunto con su rifle recortado, y solto una ráfaga corta, que esta vez, ya fuera por su mejor posición o por las acciones torpes del droide, alcanzado por el arma del mecánico, dió de lleno a su objetivo.

Era increíble pero aquel droide oscuro había resistido estoicamente los disparos tanto de los demás como míos, incluso cuando Brec le había lanzado el sable láser se había mantenido en pie, parecía que sólo la descarga de Ra Fandu había hecho mella en él. Y a la vez tampoco es que fuera manco, tenía buena puntería. Había alcanzado a Ellasaar y la cuestión era que, o acabábamos con él pronto o muy probablemente nos derrotaría.

Vuelvo a cargar el bláster y nuevamente apunto contra él - ¡ésto no ha hecho más que comenzar! - esperaba que no vinieran más, tampoco que fuera un señuelo a modo de distracción para que quien sea, nos viera actuar.

¿Pero qué clase de droide es ese? Había aguantado una oleada de disparos e incluso el arma de iones de Ra, ¡y seguía en pie! Y aunque su equipo lo estaba bordando en cuanto a puntería se trataba, no estaban consiguiendo ninguna ayuda de sus antiguos clientes. Si fuera peor pandorano, pondría a Girad de diana y así serviría de algo.

—¡Brec! ¡Intenta flanquearlo! —aunque no estaba seguro de que fuera buena idea que la brujita del espacio se acercara a esa cosa. Pero si conseguían reventarle su arma no podría seguir cosiéndoles a disparos.

El droide era más duro de lo que parecía. Pese a los impactos recibidos, seguía en pie y avanzando y perpetrando su ataque. Brec recuperó su sable e hizo caso a Iri.

- Si nos dispersamos le será más difícil darnos a todos y le podremos atacar por varias bandas.- dijo a sus compañeros - ¡No dejéis de dispararle!

Brec maniobró para acercarse al robot desde un flanco y asestarle una estocada con su sable. Pese a que se sabia que no era una gran experta en el uso del sable se las ingenió para poder acertar en el cuerpo del droide de combate.

El pequeño roedor espacial torció el gesto y siguió andando lento pero seguro hacia su objetivo.

- Buena aleación hojalata, pero no te aguantara otro disparo.-

Mientras andaba giraba con fuerza y agilidad una pestaña lateral del arma, para acoplar nuevamente la carga ionice en el disparador. Un frenazo en seco indico que el arma estaba lista de nuevo. Encaro de nuevo el arma hacia su objetivo y pulso el gatillo.

Y nada. El cañón estaba helado, y las condiciones no eran las optimas para la recargar. Rápidamente empezó  menear el arma al tiempo que intentaba que volviera a funcionar.

- Oh, oh.-

Turno 2:

De nuevo ANKy disparó su bláster pesado, y una nueva ristra de disparos alcanzó al droide, el cual comenzaba a avanzar, al tiempo que permanecía en la batalla, al interior del templo. ANKy acribilló a láser al droide oscuro:

Daño: 11 puntos.

Ésta vez el hostigador contraatacó, produciendo un intercambio de droides de disparos muy denso. Pese a el aturdimiento con el pequeño cañón de iones de Ra, el droide logró acertar sus impactos en ANKy...

Daño a ANKy: 8 puntos.

Por su parte, Ellassar apuntó con su rifle desde el suelo, tumbado aún en la fria priedra del suelo del templo, y desde alli logró agrietar la chapa del droide enemigo.

Daño: 9 puntos.

Mientras Iri trataba de hacer blanco sin éxito, Ra apretó el disparador del cañón iónico, pero éste parecía haberse sobrecalentado (tal vez) y ahora no disparaba. Mientras tanto, Brec aprovechó para flanquear al objetivo, y corriendo por un lateral de la diáfana sala antigua embistió al droide hostigador con el sable de luz... ¡cortándolo en dos mitades!

Daño: 10

Unas chispas surgieron entonces del enorme tajado producido en el metal y los componentes del droide. Sus ojos se apagaron para siempre, y ambas mitades cayeron delante de las columnas del templo. Su arma cayó también al suelo. Aquel ser mecánico estaba hecho trizas...

A los pocos segundos de haber derrotado aquel droide, comenzásteis a escuchar, una vez más un estruendo de repulsores, pero esta vez mucho más estridente. Desde lo alto de las nubes de Sharpalis (que debían estar a muchos metros sobre la ventisca que os azotaba aún), apareció una docena de droides similares, los cuales rodearon el templo. Entre columna y columan podía verse cómo estas sombras constrastaban con la nieve del exterior a través de dichos pilares antiguos, y la visión era terrorífica. Aparte de la inferioridad numérica, aquellos droides parecían superar en daño a cualquier droide rediseñado para la caza de recompensas, pues tal era el daño que le habían proponado a ANKy y a Ellassar. Girad y Yalla miraba aterrorizados, y R2-M3 giraba su cabeza y emitía tímidos pitidos.

Entonces, además, una nave aterrizó justo después de hacerlo tales droides. Era un caza TIE, y aterrizó fuera del perímetro circular que ahora estaban dibujando aquellas hojalatas negras. Acto seguido aterrizó una segunda nave, una especie de carguero el cual lograba desdibujarse bien entre la ventisca ahí fuera. Una rampa de acceso se expandió al exterior, y de dicho carguero salieron... ¡soldados del Remanente Imperial! Un número indeterminado de soldados vestidos de blanco y negro se colocaron reforzando el círculo perimetral que habían creado los droides oscuros. La proporción entre vosotros y todos esos nuevos invitados sería, seguramente de ocho (contando a Yalla, Girad y el pequeño R2) a cincuenta... a lo sumo...

Entonces, del caza TIE bajó una figura de mediana estatura, piel oscura, uniforme imperial y capa oscura, al igual que su uniforme. Caminó lentamente hacia el templo, y los soldados de asalto imperiales y los Troopers de la muerte (que también estaban allí), se hicieron a un lado para dejarle pasar.

¡Vaya, vaya! ¿qué tenemos aquí? -dijo el tipo, mirándoos a todo y al droide destrozado, quedandose justo delante del cuerpo del droide oscuro cortado por la mitad-. No creí que fueras tan rápida, Yalla -añadió, hablando a la twi'lek-. Y Yalla miró al tipo de reojo, sin contestar, aún asustada por los impactos y la tensión del momento.

—Vaale, vale —unas manos salieron de detrás de la columna, dejando caer su arma. A las manos siguieron unos brazos y luego una cara azulada con tatuajes dorados. En la expresión de Iri había absoluta resignación. La resignación de un pantorano que había hecho todo lo que podía pero ahora se enfrentaba a lo inevitable y pretendía salir lo más airoso posible—. Huelga decir que nos rendimos, ¿señor...? No creo tener el honor de conocerle.

No tenía ni la menor idea de quién era ese oficial imperial, pero si era capaz de controlar a un pequeño ejército de esos droides negros de combate y al menos un par de naves, no dudaba que hubiera cerca un destructor, o incluso dos. Debía de hacer todo lo posible porque su equipo y él salieran lo más airosos posible. Y respecto a Girad y compañía... qué le vamos a hacer. 

—Me llamo Iri Vagana y soy el capitán de la Última Galgari, imagino que la habrán detectado en sus sensores a unos kilómetros montaña abajo. Somos honrados transportistas y no queremos conflictos de ninguna clase —mencionó, poniendo su mejor cara e instándoles a sus compañeros a que bajaran las armas. Le preocupaba sobre todo Brec, ¿qué sería de una Jedi con el Imperio cerca?

En cuanto cayeron la media docena de droides de combate estaba claro que no saldrían de allí a tiros. Así que guardo el arma y levanto las manos.

Las mantuvo arriba, a pesar del dolor de brazos, hasta que el “jefe” de aquella absurda comitiva se hizo notar. Estaba claro que era un enemigo de Yalla, y aunque Iri procuro darse prisa en indicar que no éramos parte aquel grupo, conocía lo suficiente al imperio para saber que les importaría un comino de Sullust.

Volvió la vista fuera, hacia las naves. ¿Podría escaquearse hasta una si nadie le miraba?. Y porque demonios no habían aterrizado ellos allí. Maldito lagarto gigante….

Maldito seas Girad, dijiste que aquí no se podía aterrizar!!!! Desde cuando los pilotos del imperio son tan hábiles como para hacerlo, en DONDE NO SE PUEDE?

Iri, deja de dar datos. No somos nosotros los que les interesamos.

Por todos los eructos de un Rancor, este ser azuloide no sabe mantener la lengua en su sitio...

El droide oscuro antes de palmarla me había alcanzado y de qué manera, notaba el impacto en todo mi ser - qué capacidad de resistencia y de fuego tenías, capullo - me sacudí la nieve de encima y vi los destrozos - tienes tarea, Ra - habría añadido más pero aquel ruido de turbinas hizo que contemplase cómo descendían naves, naves imperiales. Increíble que pudieran aterrizar, miré a Iri, si ellos podían porqué no habíamos hecho lo mismo. Bueno nosotros habíamos servido de baliza, era distinto.

- Vaya, vaya... ahí viene el propietario del juguete - no cabía duda que el androide no había llegado por casualidad. De las naves descendieron tanto tropas de asalto como un mandatario imperial con capa, no me sonaba pero viendo el despliegue, parecía importante.

Nuestro piloto procuró hacer de interlocutor válido entre Yalla y el Imperio, como si llamar la atención fuera una buena estrategia... Podría haber aplaudido a Ellassar pero cuantos menos movimientos mejor - me temo que es difícil pasar desapercibidos en este punto - bajé el rifle, tampoco tenía sentido apuntar a los imperiales ahora.

Honrados... ¿transportistas? -repitió aquel oficial, sonriendo un poco y siguiendo el juego de presentaciones a Iri-. No hay mucho que transportar aquí arriba, me parece... -añadió, comprobando además que al devaroniano, quien se estaba ahora aplicando una curación de un medpac, no parecía hacerle mucha gracia que el pandorano se presentase-. Por su parte, el pequeño Ra se dio cuenta de que salir de allí, sin ser visto o en sigilo, era imposible: estábais rodeado de soldados y droides como contra el que habíais luchado escasos segundos atrás. ANKy, a su vez, bajo el arma, comprendiendo también la peligrosidad de la situación, y quien sabe si calculando las probabilidades de éxito.