Partida Rol por web

Mavs se agacho a la orden del sargento de parar. Las piedras que veian no le gustaban un pelo, pero no parecian hostiles, perecian... Nada era lo que parecia en esta jungla... Acostumbrado a combates "estandar" contra la guerrilla vietnamita, todo esto era relativamente nuevo, aun habiendo tenido ya la experiencia del cubo y del bunker.

Seguramente fuese tansolo la guarida de la bestia.

-Eso es!- dijo en voz alta, saliendo expontaneamente de su boca.

Ante la mirada de sus compañeros le salio un "¿que?" en boca pequeña.

-Sargento, deberiamos de mirar si esa era la guaria de la bestia, quizas haya una radio... Entrar, buscar y salir zumbando hasta la zona de extraccion.

Por probar no perdian nada y una radio les vendria bien para llamar para la extraccion.

Mills examinó la estructura. Era pequeña y podría volarse sin problemas. Probablemente no tendría mucha profundidad... salvo que existiese otro maldito túnel al subsuelo. Aunque el sargento no lo supiera aquel pensamiento pasaba por la cabeza de Baronetti.

El sargento desestimó la idea con un movimiento negativo de cabeza.

- Ni estamos preparados para un enfrentamiento ni debemos perder el tiempo. - Temiéndose lo peor, que fuese la guarida de OTRA bestia añadió - Maverick, vuele eso. Si puede hacerlo desde lejos, mejor.

Una cara de resentimiento aparecio en la cara de Mavs.

La leche que te dieron...

Soltando un bufido, se levanto y dejo la mochila en el suelo. Saco la carga y se dirigio hacia las ruinas con cierta cautela. Se acerco a uno de los pilares y mientras preparaba la carga asomo ligeramente la cabeza, como quien no quiere la cosa, al fin y al cabo... la curiosidad mato al gato.

Maverick echó la cabeza al interior. No se veía nada. Aunque no parecía muy profunda era lo suficiente como para que se necesitase la linterna para una mejor exploración y, probablemente, adentrarse un poco en el agujero. Lo que sí estaba claro era que aquella cueva era la guarida de algo: apestaba a meados.

Mav Dejó la carga en su posición y retrocedió tirando el cable hasta donde se encontraban los demás. Una vez estuvieron todos resguardados apretó el detonador.

El estallido resonó en la selva. Esta vez no provocó un segundo incendio - las llamas del primero se veían en la lejanía - sino que las piedras, al colapsarse, lo taparon todo.

El estallido resonó sensiblemente en los oidos del chico, casi como los impactos de una constante granizada para los sentidos de una pequeña hormiga. Baronetti se palpaba el cinturón... vagamente... buscaba... bueno... al parecer su cuchillo. ¿Lo habría perdido en el lance contra la bestia? Su mano rezumaba desesperación y paciencia.

Mills esperaba que, si eso era una guarida con "algo" dentro, habría comprado el tiempo suficiente para salir de ese lugar antes de que "algo" más se dispusiera a descuartizarlos. Sin perder más tiempo hizo un gesto al grupo para que le siguieran y se puso en marcha hacia el punto de extracción, aun nervioso por el desagradable silencio de la selva.

Su mano tanteaba. Aunque era un muchacho su muñeca se balanceaba como la de un anciano de vida prolongada mientras buscaba su arma. Definitivamente no dio con ella. Seguramente en el lance contra el ente el cuchillo hubiera volado por el aire y enterrado en la húmeda selva del Vietnam.

No obstante, siguió palplando. Finalmente, sacó a duras penas, pues casi no veía lo que tenía delante, un pitillo suelto que sin duda se habría caído en algún compartimento de una de sus pernera. Se sorprendió al verlo y agarrado súbitamente a Morriset se lo puso en la boca, dando a entender, pese a su mal estado físico, que aún conservaba algún gesto racional en medio de tantas dudas y tanto sufrimiento. Era algo así como una autosugestión, un autoconvencimiento acerca de que pronto cambiaría ese cigarro asqueroso por un buen puro en un avión de vuelta a casa.

Sin embargo, en esos momentos, mientras el sargento hizo un gesto de reanudar la marcha tras la voladura, le entró otro ataque de tos al chico, mezclado con sangre, lo cual hizo caer el pitillo de su bota al barro del suelo de la selva. Un instante después, vio como Morriset lo pisaba sin darse cuenta, y quedaba hundido en el fango. Barthow miró hacia atrás y vio mientras avanzaba como aquel cigarro desaparecía de su visión, y en breve tiempo, de la existencia.

Ese acto, finalmente, le recordó mucho a esa misión, en definitiva a los soldados, y a él mismo. Pese a que él si había dado de si (de una forma "medianamente" coherente y defendiendo lo que había sido justo para él en todo momento) ahora estaba hundido, casi enterrado, en territorio enemigo, con la única esperanza de que los otros soldados más veteranos y experimentados a los que acompañaba no pensaran abandonarle pese haber experimenado y haber vivido casi una situación similar con uno de ellos, pues lo importante era sobrevivir.

El chico sabía eso. El chico estaba hecho trizas, pero aún recordaba lo que su tio le dijo antes de venir (y esto ya no era una de sus historias):

"A la vuelta, hijo mio -recordaba las palabras de su tio Pelucho-. Tu entrenamiento comienza allí. Vuelve y yo te iluminaré, te instruiré, lo descubrirás: esa es la prueba. He apostado mucho por ti. No me defraudes"

Sin embargo, Baronetti, ahora con una mente mucho más madura, y quizá algo más macabra, miró hacia delante y siguió andando apoyado, olvidando aquel cigarrillo perdido. Por su parte tomo su pistola, su Norinco, la pistola de su tio. Con cierta dificultad comprobó que el cargador aún tenía balas. Acto seguido, se la enfundó cerca de la cintura; luego le susurró algo al cabo:

-Si vi...viene esssss....essa cosa, suéltame... y c...c...ejem... cough!... cough!!... ¡y corre! Os da...da...d..daré al...a.sl..a..s.....s....algo d....algo de ti...tiem....ejem... os dar...e algo de ti...tiempo... -y tocó la Norinco con su mano.

Otro escupitajo en el suelo envuelto en sangre salió de la boca de Bartholomew, al mismo tiempo que, al parecer, violaba su compromiso para con su tio, rechazando aquello que le había prometido si volvía a casa. ¿Porqué? ¿Qué clase de deseperación habría hecho cambiar de opinión a aquel desgraciado?

Alcanzaron la orilla del río, o más bien del escaso riachuelo. Por un momento aquellos supervivientes sintieron algo parecido a la esperanza. Quizás finalmente lo podían lograr...

En silencio siguieron el curso marcado por el sargento. Entonces se dieron cuenta: los ruidos habían regresado. Por absurdo que pareciese el sonido de los molestos mosquitos y los inciertos ruidos de la noche parecían devolverles a una realidad más mundana.

Media hora más tarde escucharon otro ruido característico: ¡las aspas de un helicóptero! ¿El equipo de rescate? Pero... ¿cómo sabían donde se encontraban? Y sin embargo Mills lo tenía claro: el ruido procedía del otro lado de los matorrales, al otro lado del río, del lugar donde se tendría que haber establecido el punto de rescate. Y los vietcongs no tenían helicopteros...

¿Habría acabado esa pesadilla? Mills no se creía un hombre afortunado y, viendo la misión que le había tocado, no iba a empezar a creerselo ahora. Avanzó con paso presuroso pero sin confiarse, temiéndose una última broma del destino. Aunque era muy tentador dejarse llevar por el optimismo, conocía el peligro al que el exceso de confianza podía exponerles.

Un ruido de aspas saco de su meditacion durante la marcha a Mavs. Bartow parecia inquieto, quedaria marcado de por vida por esta mision... Bueno... y quien no. Nisiquiera estaba seguro de que el mismo pudiese recuperarse. Por un lado estaba el alivio del posible rescate y por otro la incertidumbre d elo que habian estado expuestos. Durante lo que parecieron los dias mas largos de su vida, habian estado tanteando fuerzas incontrolables y misteriosas. Quizas llegado el momento encontrarian respuestas... eso si no los mataban antes de subir al helicoptero siquiera; vale mas no dejar cabos sueltos con estos temas.

Contrariamente a lo que se esperaria, Mavs se puso en guardia, comprobo el arma y reconto la municion.

Mas que suficiente...

Una cara de alivio preocupante aparecio en su cara, aunque nadie lo vio al abrigo de la oscuridad.

Mientras caminaba pesadamente ayudado, el chico quitó el seguro de su pistola. Ahora caminaba apoyando en el hombro de Morriset por un brazo, mientras que en el otro su Norinco se balanceaba entre los escabrosos pasos que iba dando. El rio, un helicóptero..., y más incertidumbre, aunque todas esas dudas parecían haber sido vividas por ellos más tiempo que la propia realidad, lo cual se convertían en su realidad.

Barthow miraba (como podía entre la penumbra) a todos lados, paranoico y alerta, desconfiado, esperando usar su arma y ser útil aunque fuese por última vez.

-Cough...., cough... -no pudo evitar el pequeño ruido de la tos cuando su cabeza miraba en todas direcciones.

El ruido de las aspas en la noche hacía imposible detectar cualquier otra cosa. Aparte los golpes de la criatura todavía hacían que las sienes de Baronetti batieran con su sangre impidiéndole la concentración. Por un momento perdió pie y fueron sus compañeros quienes lo ayudaron a mantenerse en pie.

Mills avanzaba preparado hacia el otro lado del río. Al atravesar la maleza descubrió un gran claro en medio de la selva. ¡El punto de extracción! ¡Y allí se encontraba el helicóptero que los sacaría de allí! El sargento no pudo evitar una sonrisa de alivio en la cara. Maverick, que aparecía tras él con Morriset y Baronetti también sintió una punzada de alivio al ver el característico aparato que solía significar el fin de todos los problemas.

¡Pero en ese momento el helicóptero empezó a elevarse lentamente! ¿No los habían visto? ¿Qué estaban haciendo?

Con una maldición atragantada, Mills salió al claro a toda prisa temiéndose lo peor. Esperaba ser visto por la tripulación, pero le punzaba la posibilidad de que estuvieran retirándose, huyendo de algo. Avanzó con la ithaca en una mano mientras hacía señas con la otra intentando ser visto, al tiempo que escrutaba alrededor y al otro lado del helicóptero, alerta por si había bestias (o charlies) en la zona.

- ¡Joder-joder-joder! - murmuraba entre dientes - ¡No sin mis chicos!

Las piernas le temblaban mientras intentaba escuchar el murmullo anterior; imposible, claro... Pero cuando un hálito de esperanza "real" se postró ante sus ojos, éste les fue arrebatado en un instante. ¿Aquel helicóptero les había visto? Estaba claro que no... ¿Qué patrulla perdida podría haber sobrevivido en un lugar como ese? Quizá pensaran que habían perecido en la misión...

-Sa...s...s.dk....dcoough...cough... -el chico levantó la mano de la pistola señalando al sargento. Le apuntaba, pero no para disparar, sino para señalar su arma, la cual tenía entre sus manos...

-Sssh....sar...gento....glup... cough...cough... -la tos de Baronetti era horrible. Dis...dis... cough...cough... al aire... al.. a...a....ejem... cough... cough... al aire... ¡disp....p....cough....paren al aire!

Ante la impotencia mezclada con el dolor de todos sus huesos, lo único que se le ocurrió al chico era hacer que sus compañeros lanzaras ráfagas al aire con sus ametralladoras y pudieran vislumbrar ese fuego en la oscura noche.

Morriset había sonreído por primera vez desde hacía... ¿cuánto tiempo? No podía recordarlo. Ni siquiera podía recordar qué era lo último que le había hecho sonreír antes de embarcarse en aquella maldita misión. Pero ver ese helicóptero posado en el suelo de la selva le había iluminado de un modo cálido y esperanzador. Al fín podrían salir de ahí...

Sin embargo, ahora el helicóptero alzaba el vuelo sin ellos. La sonrisa de alivio se evaporó del rostro de Morriset, mientras seguía al pájaro de metal con la mirada, con los ojos como platos.

- No me lo puedo creer... -musitó negando débilmente con la cabeza.

Mavs reacciono rapidamente al ver que se marchaban y descolgo la mochila.

-Ayudadme, rapido!!!- Grito mientras rebuscaba dentro-Bings tenia bengalas... donde cojones las he metido!...

Mientras veia como el helicoptero comenzaba a maniobrar para marcharse, apuro mas su busqueda.

Aqui esta!

Saco una de las 2 bengalas que Bings en su lucidez habia decidido traerse y la encendio lo mas rapido que pudo agitandola en el aire. Seguramente les matarian para silenciarles, pero un tiro en la nuca era mejor que ser despedazado o capturado por los viets o algo aun peor (pensando en La Bestia y su posible procedencia).

Mavs vació el contenido de su mochila en un frenético intento de encontrar cuanto antes las bengalas. ¡Si aquel helicóptero se marchaba quedarían abandonados en mitad de la selva! En medio de todo el material rodaron dos bengalas que el soldado aferró con manos temblorosas y un gesto de triunfo.

El estallido característico llenó de luz aquel espacio selvático. Por un momento el grupo se temió lo peor cuando el helicóptero continuó ascendiendo pero de pronto giró sobre si mismo buscando un ángulo de visión ¡Los habían visto! Un soldado se asomaba por el portón lateral intentando discernir quienes eran los que hacían señal. Con el ruido de las aspas no se podía escuchar que decía pero estaba claro que indicaba al piloto que regresase.

El helicóptero descendía. ¡Iban a salir de allí por fin!

Mills continuó avanzando hacia el helicóptero manteniéndose gacho. Casi se permitió sonreír, parecía que sus hombres iban a salir de ahí... Pero su experiencia no le dejó, se forzó a seguir atento a la selva mientras avanzaba. Hombres mejores que él habían muerto en el dulce momento de extracción aparentemente segura...