Partida Rol por web

Posición errónea

Patrulla

Cargando editor
10/01/2011, 21:14
Director

Baronetti mantenía el pitillo en su boca mientras miraba a su alrededor. Estaba intranquilo, muy intranquilo. Y no le había gustado nada que lo hubieran dejado allí afuera solo. Sobre todo no le había gustado que Bings, aquel negro de marras, le hubiera señalado a él como un problema. ¡Era Bings quien se quejaba todo el rato! ¡Maldito negrata!

En ese momento oyó un chasquido por un lado del templo. Concretamente por el lado que habían llegado ellos, que era donde aquella palmera había tirado parte del muro abajo.

Cargando editor
10/01/2011, 23:26
Soldado Baronetti

-¿Tio  Pelucho? -preguntó el pequeñín Bartholomew cuando lo vio salir de la reunión con aquellos hombres trajeados, ataviados con pistolas y maletines...

-¡Tio Pelucho! ¡Mira! ¡Mira! ¡es un auténtico casco de soldado! ¡Me lo ha dado la abuela! ¿Te gusta, tio? ¿¿Te gusta??

-Es precioso, hijo mio... -respondió Pelucho. ¿Me dejas verlo? Trae aquí... ¡Voy a colocártelo! Ja ja, ¡seguro que te queda estupendo, Bartholomew!

El pequeño "Barthow" que contaba con 8 años de edad cuando su tío comenzaba a contarles "pequeñas batallas" de guerra. Consistían, al principio, en grandes proezas de soldados destacados, franceses o británico, (y más tarde, por supuesto, americanos), aunque, las más veces, tratan acerca de partisanos italianos contrarios al rugido alemán que amenazaba el mundo, y su guerra de guerrillas, conocimiento del terreno y apoyo logístico y sanitario... Aunque, al pequeño Baronetti, le encantaban las historias con bombardeos y avances militares...

Pocos años más tarde, cuando contaba aproximadamente con trece años, el cariño de su tio hacia el joven fue decreciendo. "Has de ser duro, bravucón... has de ser fuerte, Bartholomew". Ahora las historias que le contaban eran más cruentas, había más muertes y desesperación.

-...entonces detectaron la posición del búnker. Créelo "Barthow"... ¡¡¡allí se escondía el pelotón herido!!!. Los nazis, al contar con tan pocos efectivos, no podían asaltar el reducto, aunque los tuvieran retenidos... un sólo intento de escapar y... ¡¡Bang!! La MG agujerearía su traseros de....

-¡Hermano! -en eso momentos llegó el padre de Bartholomew, el señor Baronetti. ¡Bartholomew no desea saber de guerras ni conflictos!

-Si que quiero, papá... -replicaba el joven.

-¡No te entrometas, Bartholomew! Esto es entre tu tio y yo...

Luego, marcharon al cuarto de al lado, y discutían y discutían a partir de esa situación. El joven Baronetti pudo discernir su nombre varias veces entre el griterío y algún que otro portazo...

La verdad es que el Señor Baronetti, un abogado respetado, aspiraba a que su hijo pequeño, aquel que guardaba cascos de guerra y mapas bélicos reales con mucha estima, continuara los oficios, y trabajara en un futuro llevando el bufete de Abogados familiar, dejando a un lado las "paparruchas" de su honrado tio Pelucho... Así fue. A la edad de diecisiete años comenzó a seguir los pasos de su padre, pero la mente del joven estaba ya demasiado embotada y sumergida entre océanos de metralla y esquirlas...

En esa época, en primavera, su Tio le mandó llamar a su despacho. Bartholomew, a esas alturas sospechaba de sobra la verdadera dedicación de su tio: no era abogado, como su padre; no era pescadero, como su vecino, ni siquiera era un ricachón de herencia impoluta... Los constantes guardaespaldas armados rodeándole a cada instante, los fajos de papel verde que alguna vez había visto, y el extremo respeto hacia su tio de señores que salían en los periódicos y la noticias denotaban popularidad, eminencia tal vez. Pero en casa no se hablaba de eso, y mucho menos a la hora de comer.

En esa cita entre tio y sobrino, Pelucho parecía algo distraído, pensativo, muy prudente.

-Hijo -comenzó Pelucho-, eres demasiado ingenuo, eres demasiado intrépido, y eres demasiado correcto para estar viviendo en este mundo. ¿Ves a esas ratas? -dijo señalando a dos indigentes trapicheando dinero a escondidas-, seguro que habrán robado, pegado y matado al dueño del dinero que tienen en sus manos...

-Hola tio, ¿que tal? -dijo Bartholomew en un tono serio ¿Qué querías? Aún tengo mucho que estudiar.

Luego, Pelucho decidió ir al grano: La Hermandad.

-Bien. Yo no soy como tu padre, Bartholomew. De veras: tu padre es un hombre honrado, muy querido por todos, y su trabajo es magnífico a la vista de todos. Y así lo és. Tan sólo espero que tu llegues a ser algún día tan buen abogado. Sin embargo... yo no soy así... Yo... yo limpio las calles de esa basura, hago dinero con el que poder mantener a tu abuela y a tus primos en Sicilia, y cierro la boca de quién se pasa de listo en esta ciudad, ¿comprendes hijo? Esta ciudad es nuestra hijo... y pronto será tuya.

-¡Tio! -Baronetti se acongojó de su propio tio tras la confesión.

-Y digo "NUESTRA", y no "mia" -interrumpió su tio. Verás... hay una Hermandad, Bartholomew... ¡Todas esas historias de la guerra!, ¡esos héroes belicosos! ¡¡Patriotas de gran corazón!!... Ya no están aquí. Ahora ya no hay héroes; todos están retirados, o muertos; las calles están infestadas de villanos modernos: banqueros, soplones, familias contrarias que anhelan matarte, policías corruptos... por eso hemos de hacer nuestra propia guerra, debemos convertirnos en los héroes modernos, querido...

Pelucho paró un poco para tragar saliva. Luego carraspeó (costumbre que adquiriría tiempo después su sobrino...). Después continuó, mirando fijamente a Baronetti a los ojos.

Tu eres precisamente un "recluta aventajado", un conocedor de la historia y sus entresijos traicioneros, de las injusticias acontecidas, ¡¡Tal como ahora ocurre!! Eres la mano ejecutora para cambiar el destino de muchos, para hacer justicia, ¡¡para convertirte en esos soldados rodeados en el búnker y flamear a los nazis modernos con tus propias bombas!!... Bartholomew, hijo, serás miembro de la Hermandad, si tu quieres...

Se quedó petrificado, pero como tantas otras veces, no dijo nada. Si mal no había entendido el joven Barthow, su tio era una especie de capo mafioso, o tal vez de miembro de alguna secta u organización criminal... la tal "Hermandad".

El tiempo pasó, y Pelucho no obtuvo respuesta. Tan sólo un año después, justo cuando estalló el conflicto de Vietnam, el joven, que ahora contaba con dieciocho años, fue a ver a su tio. Por aquel entonces su predilección por el blue rock o la música psicodélica era eminente, pese al rechazo de la guerra por parte sus músicos preferidos. Ese mismo día, visitaba a Pelucho con un maletín entre sus manos.

-Hemos hablado poco desde entonces, tio Pelucho -se adelantó en hablar el joven. Su tono era tembloroso, firme y serio, muy serio, al igual que su cara... He continuado leyendo historias, buscado algún superviviente del Desembarco y, sobre todo, coleccionado esto.

Luego Baronetti le dio el maletín a su tio. Cuando lo abrió, Pelucho esbozó un sonrisilla. En ese maletín portaba pistolas antiguas de la II GM, tanto mausers alemanas, como pistolas aliadas, en perfecto estado. Luego, el joven le habló a su tio.

-Ya le he dicho a Papá que dejo los estudios... Se ha puesto como una fiera, pero yo también quiero ser un héroe, y luchar por mi país. Además... antes de irme... me gustaría preguntarte algo. Es sobre la hermandad: Quiero entrar. ¿Aún hay sitio para mi, tio?

Su Tio Pelucho, sonriendo en la silla de su despacho, cerró el maletín sin dejar de mirar a su sobrino a los ojos y esbozar la mejor de sus sonrisas. Luego se dirigió a un armario pequeño con vitrina, y sacó un enorme cuchillo. Era su regalo de entrada. A partir de ahí, antes de viajar al destino de guerra, Pelucho comenzó a enseñar el manejo de las armas blancas, concretamente técnicas despiadadas de sigilo y cuerpo a cuerpo.

Tres meses después...

-Los altos cargos dicen, joven Bartholomew, que tu alistamiento en el ejército es un hecho que desestabilizará tu ingreso, aunque, tras insistirles y hablarles de tus capacidades y conocimientos, he logrado que modifiquen "las pruebas de acceso" para ti y tu situación: En primer lugar habrás de liquidar, sin armas de fuego, a una persona, que será el pacto material de tu compromiso con la Hermandad. No sé, mmm,.. esa escoria de la que te hablo ¡Quién tu quieras! La segunda y última prueba te la contaré cuando regreses...

Esa misma noche, Bartolomew firmaría el compromiso con la Hermandad, con su tio, y sería un Héroe...un macabro héroe...

Salió a la calle, y la noche era tranquila. Divisaba a los transeúntes, comercios, vehículos y parques llenos de ancianos o niños, paseando o jugando a la cartas. No obstante, no se fijó del todo en cada una de esas gentes: pasó por delante de un prostíbulo, lo vio, y se marchó de allí. No era su lugar. En absoluto. Ahora, sin rumbo fijo, después decidió regresar a casa, era ya tarde. Mientras cruzaba un callejón humeante en sus alcantarillas, se topó con una chica que gritaba; estaba siendo asaltada por un tipo, el cual intentaba robarle. Bartholomew, sin dudarlo, sacó su chuchillo y amenazó al hombre, que, tras un forcejeo, salió huyendo despavorido... La mujer, por el contrario le agradeció el gesto.

Tenía un aspecto peculiar, y Baronetti juró que era una prostituta. Así era. Se acordó de aquel prostíbulo en el que había aparcado su mirada horas atrás. Luego miró a la chica. Sin dudarlo un instantes, quedando su mente en blanco, dejó que la sangre fría helara sus venas y se cobrase su víctima, su ofrenda.

Sin embargo, Bartholomew Baronetti asesinó esa misma noche a otras cinco prostitutas.

Sin saber cómo, disfrutaba con esa acción; era despiadado, ¡aberrante! ¡preciso y siniestro! ¡¡un espectro!! ¡¡una sombra!! ¡¡Era Jack!! ¡¡Era un maldito destripador estadounidense!!

Cuando el alba llegó, fue a ver a su tio Pelucho. Cuando llegó allí, su tio tragó saliva al verle, y mantuvo cierta distancia: Bartholomew tenía la manos llenas de sangre y en su cara, en pómulos y mofletes, la huella de cada una de ellas impregnadas en su rostro como quien ficha con sus huellas dactilares en un papel...

Esa mañana Pelucho había leído temprano el periódico, y había visto las noticias: Media docena de prostitutas habían sido brutalmente asesinadas. Pero no era lo más terrible: se habían ensañado con ellas con armas blancas, y habían sido desangradas en gran parte... Baronetti había sido el autor de ellas, llegando a una brutalidad que ni su propio tio podría haber imaginado.

Finalmente, Baronetti, que ya no era un crio, le contó a su tio, tal como hacía él con el joven años atrás, una bonita historia acerca de la Segunda guerra mundial; una historia que Pelucho no había escuchado jamás:

-En la ca...ca...campaña de Aff.. Aff. Africa, tio Pe...lucho -comenzó Barthow-, la tropas bri... británicas y las tropas australianas combat... combat... ejem... combatían contra el "bueno" de Rom... Rommell. Británicos y australianos luch...luchaban en la mismas escena..na..nas, pero el ejército ing... ing..lés se quejaban profundamente de sus ampollas en los p...p...pies, llenas de dolor, fruto del... calor y las inc...inc...inclemencias del ecosistema. Por su parte, los austrrrrr....tralianos estaban frescos como una lechuga. ¿Te lo pu...pu...puedes creer, tio?

Pelucho estaba acurrucado en su silla, con su pistola del cajón inferior del escritorio asida sin que su sobrino se diera cuenta, pues sólo de ver la presencia de su sobrino, sus manos empapadas de sangre, su cara dibujada con sus palmas sangrientas, y junto a aquel extraño tartamudeo, se estaba acojonando...

-Pues bien -continuó Baronetti. Los austr...tralianos pr...pronto dieron solución a sus aliad...dos. Cada ma...ma...mañana, tras despertar, bañab...ban los pies en pequeños cha...cha...ejem...charcos... ¡¡charcos de su propia orina...!! pues de...decían tener pro...pro...propiedades curativas.

Bartholomew se levantó, se miró las manos y luego las volvió a impregnar en su cara de forma salvaje.

-Al igu...gual que los austral...al...lianos, yo an...nhelo la sangre entre sus v...v...venas, tio Pelucho, así sshhh...soy libre..., de esta manera soy, ejem, m...más preciso, inven...cible, más... ejem.. ¿no..., no es increíble? Colocas el cuello arriba y... -Baronetti hizo un gesto abrumador: simulaba clavar su cuchillo y desgarrar carne una vez clavado. Pelucho, bebió un vaso de agua, sacó su pañuelo y se lo puso en la boca, a punto de vomitar. ¿He su... He su... He superado la prueba, tio?

Baronetti pronto partiría al frente de batalla, y su tio le comunicó que la prueba final era salir vivo de aquel infierno. "Los héroes modernos sobreviven a cualquier encuentro. Haz lo propio... y estarás dentro", le dijo su tio antes de despedirse.

Notas de juego

Bien Chemo, nueva escena y nuevo pensamiento de Baronetti. Perdona si esto se hace largo, pero al ser Baronetti mi mejor alter ego aquí en Umbría me apetecía hacerle un homenaje así. En este texto se explica gran parte de su historia (aunque no todo), incluso te pueda valer para la unión de tus historias roleras.

Cargando editor
11/01/2011, 20:48
Soldado Baronetti

"Los héroes modenos sobreviven a cualquier encuentro. Haz lo propio... y estarás dentro" -pensaba Baronetti cuando escuchó el ruido de la jungla en la zona lateral de la palmera.

No había miedo. No había dolor. Ahora sólo recordaba la historia de su vida.

En un inciso soltó su arma, sacó su cuchillo y se levantó la camisa del uniforme. Con gran decisón, se hizo dos peuqueños cortes en su pectoral, lo suficiente como para sangrar un poquito, sin ser a borbotones. Tomó con sus dedos herida y las empapó con su dedo corazón e índice, paralelos. Acto seguido, se impregnó una mejilla, de forma vertical. Comenzó encima de su ceja, cerró el ojo y arrastró sus dedos hasta sus pómulo, pasando por su párpado. Hizo lo propio con el otro ojo.

-Estas pre... parado, sangre de gu...guerra Bartholomew, no la cagues ahora... -pensaba para sí.

Y cogió su fusil, y comenzó a bajar los escalones de la entrada del templo, con su M16 preparada para cualquier asalto.

Notas de juego

PD. Puedo percibir desde las escaleras la posición exacta del ruido?? (o por lo menos la zona de la palmera). Si es afirmativo haré la tirada de percepción.

Cargando editor
11/01/2011, 20:48
Director

Baronetti descendió un par de peldaños: el M16 listo para la acción. Había escuchado el ruido al otro lado del palmera. Volvió a escucharlo y lo identificó claramente: algo había pisado una rama, partiéndola. Dudo unos segundos: los charlies eran jodidamente silenciosos... normalmente los que pisaban ramas eran los americanos despistados, recién llegados a la maldita selva.

Con cuidado se asomó por la esquina del templo para echar un vistazo.

Notó que el aire se enfriaba. Sobre su cabeza las nubes, que hasta el momento habían respetado el cielo despejado, comenzaron a arremolinarse. En aquel país era normal que de repente cayese una tromba de agua cuando minutos antes calentaba el sol. Pero ahora no tenía tiempo de preocuparse por eso.

Al otro lado de la palmera había algo agachado. No podía verlo con claridad debido a la presencia del propio árbol. Parecía un hombre, aunque estaba de espaldas. Pese a que estaba agachado parecía fuerte y grande. Baronetti pensó en los hombres-monos del río, pero el extraño individuo no tenía pelo en su espalda. Más bien al contrario: su espalda parecía cuero cuarteado, pálido... La maldita palmera interfería en la visión pero le daba la sensación de que el tipo estaba examinando algo en el suelo, ajeno a la presencia del soldado.

- Tiradas (2)

Notas de juego

No uses negritas salvo para títulos concretos.

Me ha gustado ese flashback. Para los flashbacks usaremos mensajes aparte y el texto irá todo en cursiva, para diferenciarlo de la situación actual. Las notas en notas, la narración en narración.

Has metido tu propia baza en la campaña general, veamos como va eso de la Hermandad y si de verdad sabemos lo quién es el tío Pelucho.

Hice las tiradas de Advertir/Notar de forma oculta. Las has pasado, así que has visto a lo que esté ahí agachado antes de que te vea a ti.

Cargando editor
11/01/2011, 22:49
Soldado Baronetti

¿Un "mono radiactivo sumerio"? De ser así Baronetti podría almacenar su cargador entero en su cuerpo, o en su corazón metálico, ¡Malditos inventos chinos...! Bueno... tampoco le extrañara que tuviera algo que ver con el "astronauta" surgido en la zona posterior del templo, pues realmente la entrada de monos por el templo hubiera sida apreciada por el pelotón incluso antes de internarse en el templo.

Acto seguido, tras meditar muy bien su posición y las incertidumbre del medio, el jóven Baronetti decidió sacar su única granada. Ahora cogía su MG con una sóla mano, con la que tenía menos precisión, y con la otra sostenía su granada  por la anilla. Finalmente, dejó su postura desgarbada. Como ya estaba abajo, decidió sorprender al sujeto que había allí, dando unos pasos hasta que lo pudiera ver realmente.

 

Notas de juego

¿Puedes decirme qué ve Baronetti?

(En cuanto a lo del flashback...: si no estaba previsto para tu historia podemos anularlo tranquilamente, siento lo de los protocolos de edición de texto.)

Cargando editor
12/01/2011, 00:35
Director

Baronetti se aproximó con cautela a la criatura. El moverse silenciosamente era algo innato para el muchacho y quizás eso le salvó de que la cosa se diera cuenta de su presencia. Llegó hasta la palmera, siempre con la granada en la mano, y contempló una escena bizarra.

La cosa, porque no se podía definir de otra manera, tenía el aspecto de un ser humano pero era terriblemente desfigurado. Iba totalmente desnuda. Su piel era correosa, curtida. La visión de la cabeza era perturbadora: parecía humana pero tenía rasgos caninos, con dientes enormes.

Sin embargo lo que hizo que Baronetti sintiese que el mundo se le venía encima fue el ver lo que estaba haciendo aquel semihumano. En sus brazos tenía el cadáver de un vietnamita... ¡y lo estaba devorando! Tiraba de las vísceras del cadáver con su boca deforme mientras su baba se mezclaba con la sangre del muerto. Y en ese momento el vietnamita gimió... ¡pues no estaba muerto del todo!

- Tiradas (2)

Notas de juego

Tirada de Cordura, dificultad 15. Pérdida de 1/1d8.

La criatura no es consciente de la presencia de Baronetti.

En cuanto a tus flashback y la historia: tú no te preocupes. Lo que tenga que cambiar lo cambio, aunque en este caso no hay problema. A mi me mola que los jugadores vayan metiendo su historia entrelazada en la partida.

Cargando editor
12/01/2011, 00:56
Soldado Baronetti

Espeluznante. Ni en los sueños más profundos, ni en las historias más viejas que su tio pudiera contarle, Bartholomew habría imaginado tal cosa. Era una aberración natural, un eslabón imposible yl sin fundamento para la Razón humana... un... "un ser": ni bestia, ni humano...

Ni siquiera el crímen que estaba cometiendo aquella cosa podría ser practicado por el despiadado Baronetti, pese a sus rituales sangrientos en los callejones neoyorkinos. El soldado, que obviamente no era capaz de discurrir pensamientos coherentes o lúcidos, estaba tan acongojado que agarró con fuerza su granada, y sus dedo apretaba con fuerza la anilla.

Tragó saliva, allí, quieto, viendo como un hombre moría asesinado despiadamente. Tenía ganas de darle muerte él mismo, no para alcanzar su "heroicidad" propia, sino para dejar de ver esa horrible cara vietnamita sumida en dolor y sufrimiento.

Confiado en que su razón pudiera darme algo de lucidez* para disparar, al igual que su sigilo ante la bestia que no se había dado cuenta, Baronetti dispararía indiscriminadamente contra esa cosa (pues no daría tiempo siquiera a llegar hasta el interior del templo y avisar al resto).

- Tiradas (1)

Notas de juego

*: Jefe, fallé la Cordura, por poco! Baronetti sólo piensa en disparar, si lo que ve le deja apretar el gatillo.

Cargando editor
12/01/2011, 20:26
Director

Baronetti contemplaba la escena aterrado. De pronto los ojos del oriental se abrieron de par en par, clavándose en los suyos. Baronetti no lo pensó más ¡abrió fuego contra aquella cosa mientras aullaba al borde de la locura!

- Tiradas (1)

Notas de juego

Baronetti pierde 7 puntos de COR.

Te dejo los honores de disparar... la cosa todavía no te ha visto.

Cargando editor
12/01/2011, 20:56
Soldado Baronetti

Baronetti sonrió, fruto de la locura, o quizá, por que iba a acribillar a "dos pájaros de un tiro"... el caso es que lo que vio le tocó muy profundo (no aún hasta el punto de la locura), pero si sembrando en su mente  pensamientos imposibles que comenzaba a tolerarlos como verdad.

Acto seguido, sin mucho espacio de tiempo tras sonreir, apretó el gatillo.

-AAaaaaahhh... -gritó el joven Bartholomew mientras disparaba.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Pregunta: ¿que esté apuntándole sin que me vea (el factor sorpresa, vamos...) me añade alguna ventaja?

Cargando editor
12/01/2011, 21:26
Director

El joven ametralló a la criatura mientras gritaba. La cosa recibió los balazos aullando a su vez de dolor y de furia. En el cielo un trueno retumbó. El monstruo se levantó, lanzando al charlie por los aires, haciendo que se golpease contra el muro del fondo. Se giró para mostrar su boca abierta llena de colmillos babeantes. La monstruosidad aullaba dolorida y sangrante, pero todavía viva.

Baronetti retrocedió un par de pasos, con una mano aferrando el fusil y la otra todavía con la granada.

- Tiradas (3)

Notas de juego

Sí, cierto, te da un +2 a la tirada. Como la dificultad era 10 (bocajarro) la verdad es que alcanzas sin problemas. Y hay que explotar el 6 del daño.

Un 2. Daño total 13.

El asalto anterior era de sorpresa (sólo actuaba Baronetti). Ahora entramos en escena de combate normal. 13 para Baronetti, 11 para el monstruo.

Actúas de nuevo.

Cargando editor
13/01/2011, 10:23
Soldado Baronetti

-Hija de... ¡¡maldita cosa!! -pensaba el joven Baronetti.

Fruto de sus constantes dudas ahora mismo, pensó que era una especie de "juguete" enemigo, aunque estuviera comiéndose un vietnamita... ¡Maldición...! "¡¡Comiéndose un vietnamita!!"... No había tiempo de pensar, y Bartholomew actuó instintivamente. Ahora quitó la anilla de la granada con su pulgar, lanzándolo hacia arriba. Luego lejó resbalar la granada, casi agachado,  como quien deja caer una esférica bola para derribar bolos...

Ésta pareció rodar hasta la posición del ente, pero Baronetti no se quedó para comprobarlo, corrió en dirección a la torre de almenas caídas en su interior, la que él mismo había inspeccionado, para intentar refugiarse allí.

Al darse la vuelta, llevaba su M16 en la mano, en una sola. Sus pasos ahora parecían ridículos (no era una marcha uniforme), pues las zancadas estaban protagonizadas por unos pies que oscilaban en el aire y yendo en cualquier sentido (aunque avanzaban hacia delante).

Notas de juego

Chemo, ¿el daño del disparo no sería 14?: el daño fue, 6,5,1... total  12. Más el dado explotado igual a 2, sería 12+2=14, ¿no?

Por cierto, si he hecho demasiadas cosas en este turno lo comprenderé, es un poco arriesgado lo de la granada pero creo que otra tanda de balas no lo matará.

Cargando editor
13/01/2011, 15:09
Director

La granada rodó por el suelo justo en el momento en que empezó a llover. Como siempre sucedía en Vietnam la lluvia cayó del cielo como si de pronto hubieran abierto las compuertas de algún embalse. Mientras corría a través de la cortina de agua Baronetti era consciente de que el monstruo, a sus espaldas, se estaba subiendo a la palmera para saltar sobre él. En sus manos aferró con más fuerza el M16 mientras corría hacia la torre caída.

En ese momento se dio cuenta de la inminencia de la explosión. El soldado se tiró por el aire intentando alcanzar la cobertura de la torre. Atravesó la lluvia en un vuelo desesperado mientras el monstruo flexionaba sus poderosas piernas para alcanzar a su presa. Mientras Baronetti giraba en el aire, cayendo pesadamente de espaldas en el interior de la torre, vio como la granada deflagraba con toda su fuerza, justo debajo de la criatura.

Una llamarada lo cegó y las esquirlas de metralla, trozos de tronco y rocas llovieron a su alrededor. Por suerte el joven recluta pudo arrastrarse dentro de la torre mientras escuchaba como los cascotes caían a su alrededor.

Notas de juego

Sí, tienes razón en el daño, jeje.

Y no, no son muchas acciones. En realidad sería: 

1. Quitar la anilla de la granada y dejarla caer.

2. Retroceder hasta la torre corriendo.

Como la bestia tiene en medio la palmera ella tiene que hacer:

1. Pasar por encima de la palmera.

2. Perseguirte.

Así que no hay problema. Resolvemos dos asaltos en un mensaje.

Estás en la torre, agazapado, tras la explosión. No ves lo que hay fuera o como ha quedado la cosa.

Cargando editor
13/01/2011, 21:13
Soldado Baronetti

El crujir de las ramas y el suelo espolvoreado de percusión, de su granada, bañaba la escena. Baronetti estaba en medio de viejas piedras en forma de prisma, que sin duda eran las almenas caídas desde lo alto de la torre. Trató de pensar, de nuevo, qué era aquello. Sin embargo, lo único que pudo sacar en conclusión era que era hostil... ¡joder, si con sólo verle ya causaba dolor!

Parecía que el joven soldado no habia sufrido herida alguna, pese al impulso que le obligó volar, casi literalmente, por los aires tras lanzarse al refugio... Tras poder refugiarse, tragó saliva, se secó el sudor y el barro de su cara, y pudo notar cómo sus "pinturas de guerra", escritas con su propia sangre, se diluían por momentos.

Las tocó, con sus dedos, y estaba resecas. Cuando palpó unas gotitas de un parte por la que parecía fresca, se miró de nuevo sus dedos. Acto seguido sus ojos dejaron de estar intranquilos para degenerar en rabia, rabia contenida, fruto quizá de alguna frustración interior y la repugnancia de aquella visión anterior, demoledora...

Acto seguido, Baronetti gritó, delatando completamente cualquier factor sorpresa para con aquella cosa... bueno... "a priori"...

Notas de juego

Chemo dijo:

Una llamarada lo cegó y las esquirlas de metralla, trozos de tronco y rocas llovieron a su alrededor.

¿a quién cegó? ¿a Baronetti o a la Cosa? De no estar cegado me gustaría contarte mi plan, bueno, el de Baronetti.

 

 

Cargando editor
13/01/2011, 22:10
Director

Notas de juego

A Baronetti, pero fue una ceguera temporal, el resultado de ver un estallido tan cerca. No es una granada lumínica así que no hay problema: la ceguera no es duradera.

Cargando editor
14/01/2011, 18:13
Director

Baronetti balbuceaba incoherentemente sosteniendo su fusil. Estaba en el suelo de la torre, magullado. En ese momento vio salir a Maverick, Bings y Mills del interior de la estructura. No cabía duda que habían salido alertados por la explosión. El soldado miró confundido al lugar donde había estado el monstruo y el vietnamita: el efecto de la granada había sido demoledor. No quedaba rastro de nada salvo de un trozo de palmera y fragmentos del muro. El rostro del sargento reflejaba preocupación y alarma, pero también un cabreo creciente.

Notas de juego

Continuamos en: El templo en la selva.