Partida Rol por web

Te agitas en una especie de duermevela antes de despertar...

-¿Porqué habéis tardado tanto?-

No sabes quién te habla ni donde estas

Otra voz responde por ti... ¿o quizás no se dirigían a ti?... y se inicia un diálogo entre ellos

-Hemos tenido un problema en el viaje-
-Pues llegais demasiado justos...-
-Hemos avisado para programar el tratamiento-

"¿Tratamiento?" piensas... No recuerdas que te hayan operado recientemente, pero sí recuerdas la camilla en que estás y el traqueteo por el pasillo, el ruido de las puertas...

-Justo a tiempo. Dale.- Oyes decir a una de las dos voces

Un calor agradable te invade, así como una sensación de tranquilidad. ¡No, no, no...! no quieres caer en la inconsciencia... quieres saber...

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El despertador está pitando y tu despiertas entre sudores. "Esto no era sólo un sueño..." alcanzas a pensar. Sabes que esto ha pasado hace poco pero no puedes ubicarlo ¿cuando fue? ¿de qué te operaron? ¿porqué no lo recuerdas?...

Con la cabeza llena de dudas, te levantas para empezar un nuevo día.

Me despierto fatigado e incomodo por haber dormido vestido con el traje. Otra vez las pesadillas... o no. El tema siempre es el mismo, una operación. Pero, ¿cuál? No recuerdo haberme operado, aunque, quizá, de alguna forma extraña, tenga relación con todo esto. Se me ocurre algo...

Me preparo y voy al despacho. De lo único que tengo ganas es de que llegue la tarde y pueda ir al médico y examinar la caja fuerte y el ordenador, pero tengo que disimular, así que saludo con afecto a Ana de forma que se note, aunque sin exagerar, y aprovecho para recordarle que esta tarde puede que necesite ayuda. Dedico un rato a cotillear con Luis y hablar de planes de fin de semana y, muy importante, llamo a mi madre y quedo con ella para visitarlos mañana en Soria. Puede que ella recuerde algo de la operación, aunque, si no ocurrió en esta realidad, no me va a solucionar nada. Pero tengo que intentarlo.

A pesar de todo, sigo con el trabajo habitual hasta la hora de comer, cuando voy a buscar a Ana y los demás para ir juntos.

Te preparas y vas al trabajo. Cuando llegas Ana te saluda y tu te acercas, disimulando y recordándole lo de esta tarde. Ana te comenta que vendrá el propio Marcos, no sabe si porque no tiene otra persona que pueda ayudar con lo que has pedido o porque cree que necesitais ayuda de más nivel.

Intentas trabajar durante la mañana para que se te pase antes. Pero el cansancio y la ansiedad por lo de la tarde, no te lo permiten. Tu cabeza no se centra y no consigues avanzar en nada de lo que haces. Cuando María va a buscarte para ir a comer con los demás te mira extrañada y te pregunta si te ocurre algo.

Vais a comer y Ana, al igual que ayer, os acompaña. La comida es distendida y la conversación amena, pero tu no estás para muchas bromas. Cuando terminais de comer, en el camino de vuelta, Luis te separa un poco de los demás y te comenta medio de broma, que salir con Ana no te sienta bien, que tienes mal aspecto. Pero aunque es una broma, sabes leer detrás de sus palabras que relaciona los dos hechos.

La tarde transcurre igual de lenta y, cuando por fin llega la hora de salir, estás ya bajando las escaleras para no esperar el ascensor, tales son las ganas que tienes de que empiecen los eventos de la tarde.

La consulta es exactamente como la recordabas y tu médico el mismo que conoces. Te recibe con 10 minutos de retraso y te invita a sentarte para que le cuentes porqué has venido...

Tengo que descansar este fin de semana... Si estoy aquí... ¡Es increíble, me estoy habituando a esta realidad! ¡Es de locos! Estoy pensando en descansar el fin de semana y al mismo tiempo estoy ansioso por buscar una salida... No quiero pensar que me estoy desquiciando... De lo que estoy seguro es de que tengo que descansar. María, Luis... se están dando cuenta de mi mal aspecto.

El día es eterno, pero por fin voy al médico. Me temo lo peor, pero una vez más me esfuerzo en contener mis nervios. Le explico al médico, que es el de siempre, como si nada hubiera cambiado, que llevo casi una semana descansando mal, que tengo pesadillas recurrentes y estoy muy fatigado y nervioso. Sabe cuál es mi trabajo, pero le aclaro que no es eso, que el trabajo es normal y el resto, también, como siempre. Físicamente tampoco me encuentro bien (le miento para que me examine y yo pueda comprobar que físicamente todo está bien).

El médico asiente y va apuntando todo lo que le cuentas. Te interrumpe de vez en cuando para preguntarte cosas concretas -¿Cuando fue la última vez que descansó bien?-, -Entonces, en el trabajo ¿no ha tenido ningún motivo concreto de estres fuera de lo habitual?-, -¿Cómo son las pesadillas? Reláteme alguna...-

Cuando parece que no le quedan preguntas te pide que te sientes en la camilla que tiene a un lado de la consulta. Te pide que te quites la camisa y te ausculta. Despues te frota con los dedos la base del cuello y la zona entre la nuez y la barbilla. Te revisa los oidos y la vista. Te pide que te vuelvas a vestir.

-En principio no te veo nada... creo que el malestar físico se debe a la falta de descanso. Y la falta de descanso... ni idea. No te veo nada que la pueda causar. Podría ser solo un desajuste en el ciclo del sueño, a veces pasa. Te voy a recetar melamina es un remedio inocuo pero efectivo. No es un medicamento y no te creará adicción, sólo te va a regular el sueño durante el tiempo que la uses y, es probable que eso te quite las pesadillas. Si dentro de una semana sigues igual, ven a verme otra vez y te pediré una resonancia-

Se despide de ti con un apretón de manos.

Cuando sales de la consulta son las 19:00

Salgo de la consulta aliviado y a la vez insatisfecho. Me alegro de que no haya notado nada raro, pero la consulta no me ha ayudado a nada a comprender qué hago aquí, no digamos ya cómo volver. Ni se me pasa por la cabeza tomar la melamina. Aunque quede agotado, tengo que seguir con las pesadillas hasta entender o recordar a qué se refieren.

Tomo un taxi y vuelvo al despacho. Saludo a María, que todavía sigue allí y le prometo que este fin de semana descansaré. Le comento que iré a ver a mis padres a Soria. No, me río, Ana no viene.

Me meto en mi despacho y espero a que María se vaya para volver al despacho de don Antonio y, como el otro día y con las mismas precauciones, intentar descifrar la clave de su ordenador o la contraseña.

Cuando llegas todos se han ido y sólo queda María, que ya estaba recogiendo. Te mira con sorpresa  -Pero ¿qué haces aquí a estas horas? Tienes pinta de estar agotado, deberías irte a casa y dormir... ¿De verdad tienes algo tan urgente que, estando como estás, no puede esperar a mañana?-
Le explicas que sí y que tienes intenciones de descansar el fin de semana. Os despedís y te metes al despacho.

Cuando estás seguro de que María se ha ido, vuelves al despacho de tu jefe. Estás dudando si volverlo a intentar una vez más antes de que venga Marcos o esperarle...

De nuevo intento acceder al ordenador y a la caja fuerte, pero no lo consigo. Estoy rabioso, pero intento calmarme. Tanta tensión acabará conmigo. No me queda otro remedio que pedir ayuda. Llamo a Ana y le pido que venga Marcos a ayudarme. Mientras llega, espero en mi despacho e intento relajarme en la medida de lo posible.

Pasa casi media hora antes de que Marcos llegue. Cuando lo hace no viene solo, le acompaña un hombre bajito y algo fondón que trae una mochila llena de cachivaches. Te preguntan dónde esta la caja y se lo enseñas. El hombre bajo, que no te han presentado, se pone agachado enfrente a la caja fuerte y comienza a sacar lo que lleva en la mochila y a trastear en la caja. No parece que esté haciendo nada que la vaya a dañar o que deje marcas, lo que te tranquiliza.

Mientras tanto, Marcos y tú vais hasta el ordenador. Marcos se sienta, lo enciende y, cuando arranca, conecta algún tipo de aparato y empieza a teclear rápido. -Esto es lo que hago y lo que hacía antes de emeterme en este lío. Soy hacker, por eso me buscaron para meterme en esto-

Pasa algo de tiempo que no debe ser mucho pero a ti se te hace eterno. -¡Mira esto!- te dice Marcos de pronto. Lo que tiene en la pantalla son modelos de contratos. Lees el clausulado por encima y, sin necesidad de profundizar más, entiendes de qué se trata. Lo que recogen es el pago por parte de una persona y, a cambio, se le llevará a la superficie. No puede hablar con nadie y no podrá volver jamás al subsuelo. El contrato tiene muchos campos en blanco que deduces que se rellenan ad-hoc para cada cliente; importe a pagar, lugar de residencia en la superficie, acompañantes...

-Ya lo tenéis...- oís que dice el hombre bajo. La caja está abierta. Cuando te acercas ves que hay algo de dinero en efectivo, aunque no demasiado, y una carpeta bastante abultada, con un montón de contratos. Los revisas por encima. Las cantidades estipuladas son cientos de millones, casi todos tienen vacío el apartado de acompañantes y, en casi todos se habla de fingir una muerte para encubrir la desaparición.

El contrato que está en lo alto está a nombre de Mateo Orduña... Y entonces recuerdas la noticia de su desaparición que leíste en la biblioteca el primer día.

Espero ansioso a que el tipo que vino con Marcos y el propio Marcos acaben su tarea. La confirmación de las sospechas de Marcos no llega a asombrarme realmente. En el fondo, lo sospechaba. Bien, esto confirma sus sospechas, aunque no sé de qué modo puede ayudarme a regresar a mi lugar. Me invade el desánimo. Además, no puedo evitar un pensamiento suspicaz. ¿Por qué han necesitado que yo me involucrara para acceder a la caja y al ordenador? Estando Ana en el despacho, podrían haber esperado a que esto se vaciara y haber hecho lo que finalmente han hecho. Es todo muy extraño.

- Y ahora, ¿qué? - me dirijo a Marcos - Quiero decir, ya tenéis la confirmación de lo que buscabais. ¿Vais a anunciarlo en la prensa? ¿A denunciarlo?

Estoy muy cansado. Puede que la falta de luz solar me esté afectando. Me siento y espero su respuesta. He contribuido a destapar una conspiración, pero sigo donde estaba. Y están esas pesadillas...

-Sí, mi intención es buscar alguien que lo publique. Hay un parde periodistas que estuvieron investigando la noticia de la muerte del profesor Lyndon, hasta que la falta de información les llevó a un callejón sin salida. Creo que esto les va a interesar- te dice Marcos -¿Tu supone un problema? Quiero decir ¿te da miedo que sepan que si esto ha salido del despacho es por tu culpa?-

Marcos y el hombre bajo han acabado su función allí. Hacen fotografías de los contratos, se esfuerzan en dejar todo como está. Está claro que su intención es marcharse cuanto antes de allí.

Me esfuerzo por pensar con rapidez.

- ¡Esperad! Unas fotografías de los contratos no servirán de nada. Están en blanco. Les bastará con decir que es un montaje, que los habéis preparado vosotros y que os habéis colado en el despacho. Hay que colocar un micrófono y grabar a Antonio. Si no, todo este riesgo no servirá para nada. Hay que averiguar cómo los trasladan al exterior y conseguir pruebas que no puedan rebatir.

Sé que me estoy involucrando hasta un punto sin marcha atrás, pero esto tiene que servir para algo.

-Lo cierto es que había pensado fotografiar los que están en la caja fuerte, los firmados*, es verdad que nos arriesgamos a alguna denuncia de los familiares que siguen aquí, pero creo que merece la pena...- me quedo pensando en lo que ha dicho  -Lo que propones, por supuesto, nos daría mucha más información pero sería mantener esto más tiempo, os pone en riesgo a Ana y a ti durante los días que duren las escuchas... No puedo tomar esa decisión sin consultarlo con Ana y, en cualquier caso, necesitamos equipo y alguien que sepa hacerlo-

Parece que tu idea podría seguir adelante pero no hoy...

¡Es verdad! Había contratos firmados, pero me sigue pareciendo mala idea.

- De acuerdo, esperemos a hablar con Ana. Pero te pido que no difundas la información todavía. Hacerlo supondría colocarnos en el disparadero y los firmantes podrían negarlo o decir que se trata de una broma y que todo el mundo sabe que no se puede subir. A partir de ahí podrían detenernos o algo peor. Hay que averiguar más y, sobre todo, cómo hacen para subirlos.

Confío en que Marcos no se precipite y quedo en reunirme con ellos y Ana después en el lugar que me indican para hablar de esto. Después, espero un rato tras su marcha, me aseguro de que todo parezca estar como antes y, finalmente, salgo del despacho.

Un nuevo día intenso y aun no ha acabado. Pero hay que seguir. Quizá la solución a todo esto está en salir al exterior... O puede que no sean más que delirios. Pero hay que seguir...

-Sí, sí, tienes razón. No podemos decir nada de esto hasta que no sepamos todo.- asiente Marcos -¿Dentro de 1 hora en el local de salsa que hay al lado de casa de Ana? ¿sabes cuál es? Es realmente ruidoso, así que no tendremos problemas...- te comenta Marcos, esperando a ver si te cuadra el sitio y la hora.

Después se marchan, dejándote en el bufete solo. Revisas todo para asegurarte que no dejáis rastro de haber estado por allí y, cuando te sientes seguro comienzas a apagar y cerrar.

Decides comer algo antes de ir donde habéis quedado, así que tomas algo rápido en un bar, de camino al sitio donde has llegado. El cansancio te está pasando factura, es tarde, llevas toda la semana madrugando y no duermes bien por la noche. En los momentos, como ahora, en que no están tan en tensión, el cansancio acumulado te cae como un bloque.

Cuando llegas, Ana ya está allí. Vas contándole lo que habéis descubierto mientras esperáis a que Marcos aparezca. Y, cuando él llega, le contáis vuestro plan sobre poner micrófonos.

Ana parece preocupada -¿Estáis seguros que eso es una buena idea? Eso alarga todo ¿y si pasa una semana y no tenemos nada? ¿y si la señora que limpia lo descubre antes, por ejemplo?-

Qué fijación con el local de salsa... Le contesto a Marcos que sí, lo conozco y quedamos en reunirnos allí.

La comida no consigue restablecerme. Pienso en todo lo que ha pasado y en que mañana iré a Soria y solo aumenta mi cansancio. Si pudiera descansar tranquilamente un día, todo iría mejor, pero es imposible. Algo me hace pensar que debo darme prisa.

Llego al local y le explico a Ana lo que hemos hecho. Su respuesta a la propuesta de Marcos y el cansancio me hace ser desagradable:

- Ana, no te entiendo, de verdad. Descubrir los contratos nos ha llevado dos días y podría haber sido uno si hubiera dado con la clave del ordenador. Quiero decir: ¿por qué lo que hemos hecho hoy no lo habéis hecho antes? Tú tenías tantas posibilidades de husmear en el despacho como yo y no lo hicisteis, y ahora os entran las prisas. ¿De qué sirven los contratos? Pueden decir que son una falsificación o una broma, negar que sean sus firmas... Lo único que conseguiríamos es que reaccionen contra nosotros y nos impidan averiguar más - Tomo aliento - O averiguamos cómo los hacen subir o todo esto no servirá de nada.

Más tranquilo, me doy cuenta de que he sido demasiado duro con Marcos y, sobre todo, con Ana. Me arrepiento de mis formas y me gustaría decírselo, pero lo único que siento es un terrible agotamiento. Me dejo caer en un asiento.

Miro a Alfonso sin entender a qué viene esa actitud -Pues yo tampoco te entiendo a ti. Hace dos días ni siquiera sabías si querías hacer esto tan poca cosa...- digo haciendo el gesto de las comillas con los dedos -Y ahora estás dispuesto a arriesgarte a que te pillen por unas grabaciones... ¡como si no se pudiese decir que una grabación está falsificada!-

Me ofenden sus acusaciones porque pone en entredicho mi interés  -¿¿Yo podía haber conseguido los contratos? Te recuerdo que primero has revisado los muebles hasta encontrar la caja ¿Qué excusa quieres que ponga una recepcionista para quedarse cuando todos se van? ¿que va a atender las llamadas que los clientes hagan fuera del horario de oficina? ¡Pero claro! Podía haberme colado en el despacho del jefe cuando estuviese todo el mundo ¿no? Y si me pillan en un despacho en el que no he entrado en mi puñetera vida porque no tengo ningún motivo para ir... siempre puedo decir que he ido a limpiar el polvo ¿no?-

-Ana, ya está bien- digo poniendo la mano en su hombro -No te lo tomes así, mujer. Ha sido un día muy intenso y todos estamos alterados...- Me mira con resentimiento pero no me importa. Esa actitud no ayuda.

Me vuelvo hacia Alfonso. Me gusta el carácter del chico pero ha pasado de 0 a 100 en muy poco tiempo y me preocupa
-Es genial que estés con nosotros y que te quieras implicar tanto pero llevas dos días en esto ¿creías que ibas a llegar y descubrirlo todo de golpe? Llevamos años buscando la manera en que los llevan a la superficie. Si lo supiéramos podríamos ir allí nosotros y esa sí que sería una prueba irrefutable. Perdimos mucho tiempo intentando encontrar eso. Y cuando vimos que no era posible, nos replanteamos nuestra estrategia y nos enfocamos en un objetivo más alcanzable. Si quieres ir en esa línea te pondré en contacto con el grupo que la sigue, pero eso no tiene relación ninguna con tu jefe. Ni siquiera creo que él lo sepa. Él sólo hace los tramites ¿no creeras que es él quien los saca? El único motivo por el que tu jefe está en esto es porque necesitaban un abogado para dar cobertura a los clientes de habla hispana-

De un trago acabo la bebida que tengo enfrente y saco mi móvil. -Ana, pásame su número. Se lo daré a Tom- me vuelvo hacia Alfonso  -Thomas es quién coordina la búsqueda de la ruta de salida. Se pondrá en contacto contigo-

El cansancio me impide pensar con claridad. Siento realmente que Ana se haya enfadado, pero no sé cómo disculparme y lo único que me apetece es dejar el bar e ir a dormir. Aun así, contesto a Marcos y Ana:

- Lo siento. Estoy agotado y me esfuerzo por afrontar esto en lo que me he metido. Simplemente no comprendo el plan de hacer públicos los contratos sin tener más información o algo que los respalde y poniendo en riesgo todo lo hecho. Desde luego vosotros lleváis más en esto que yo, no lo discuto, y no quiero pasarme de listo. Si seguís con la idea de filtrar las imágenes de los contratos, adelante, aunque creo que es un error y que lo más seguro es que todos acabemos detenidos... o algo peor. Por mi parte, lo único que me planteo ahora es irme a casa y descansar.

Pago las consumiciones de los tres, me despido rápidamente y salgo del bar en dirección a mi casa.

Esto es de locos. Sigo atrapado en esta realidad y ahora con un riesgo real de que me detengan y no pueda averiguar nada más... Si es que hay algo que averiguar y no es todo fruto de mi mente enferma. En fin, mañana me levantaré a las 10 para descansar y así estar a las 3 en Soria y comer con mis padres. Pienso en la posibilidad de que mañana haya vuelto a mi realidad. No confío en ello.

Me siento culpable por lo que he dicho a Ana. Quizá haya roto toda relación con ella. Sacudo la cabeza. ¿Pero en qué mierda pienso? Ni siquiera sé si esto es real. Y si lo es, no es más que una realidad de la que tengo que huir.

Marcos asiente a tus palabras  -Somos un equipo. No vamos a hacer nada hasta que no estemos todos de acuerdo. Vete a casa y descansa. Mañana hablamos si quieres- Cuando les comentas que el fin de semana no vas a estar, Marcos se limita a asentir -Hemos esperado mucho. Esperar un fin de semana no supone diferencia, sobre todo porque esto es bastante probable que no sea el final. Podemos dejar pasar el fin de semana para asumir todo lo que ha pasado hoy y el lunes or la tarde nos juntamos y volvemos a hablar de esto. Confío en que mañana, una vez hayamos descansado, entendamos  mejor las posturas de los demás y veremos si podemos llegar a una solución que nos cuadre a todos ¿sí?-

Te despides de ellos mientras te agradecen la invitación y te diriges a tu casa. Llegas allí sin problemas mientras te cruzas con gente que aprovecha el fin de semana. Ves los escaparates de los restaurantes llenos y cuando pasas por delante de los bares se escuchan sonidos de risas y voces alegres. Tu casa esta en silencio y tranquila. Mientras te quitas la chaqueta te llega un Whatsapp de Ana con un "No me gusta discutir. Lo siento si me he puesto nerviosa. El lunes hablamos".