Partida Rol por web

Dharma buscó colocarse en un lugar desde donde pudiera sorprender a uno de los matones por atrás, desarmándolo.  

Le preocupaban sus compañeros, principalmente, así que se concentraría protegerlos a ellos, descuidando a García ni a Barry si fuera necesario, aunque los suponía capaces de acabar ellos solos con esta primera andanada de guardias.  Eran los jefes destos los que le preocupaban más. 

¿Qué demonios buscan allá adentro? 

Si esto era un loop de auto-consistencia espacial, una de sus teorías en competencia, debía ser algo importante para el futuro, así que, aquí estaba, confiando en un destino en el que no confiaba. 

Liam apretó el gatillo, llevado por la sorpresa de haber sido descubiertos. Como era de esperar la bala se perdió en la oscuridad de la noche con semejante desvío que daba la impresión que el ingeniero había disparado al aire, como si estuviera celebrando el 4 de Julio. Liam maldijo por dentro, mientras esperaba el contraataque de los mercenarios. 

Escondida, y aunque más lenta que los demás, Dharma iba a desarmar a uno de los guardias.  Su plan era utilizar sus artes marciales, yendo a por el brazo como debía ser.   Dado su entrenamiento allá en las Seychelles, aplicar aikido y judo vs. gente más grande que ella no le era problema.  

¿Qué demonios estamos haciendo aquí? 

Karim no era un hombre de acción, ni tan siquiera alguien con la sangre fría de enfrentarse a la muerte cara a cara. Así que lo único que pensó al ver a esos matones fue lanzarles la chapa que servía de tapadera del sistema de seguridad y salir de allí.

- Yo me voy de aquí. - dijo con voz temblorosa mientras daba unos pasos hacia atrás. - Que se encarguen ellos de esto. - dijo finalmente refiriéndose a Carlos, Barry y el guardaespaldas.

En cualquier momento aquello se iba a convertir en una ensalada de tiros y Brian no pensaba quedarse allí para que le dieran un balazo. Por eso, en cuanto los hombres de Gambrino comenzaron a gritar y a rastrear con las linternas, se despegó de la tapia y comenzó a correr como un conejo en dirección al vehículo en el que habían venido.

Mientras huía de allí no dejaba de pensar que, en cualquier momento, sentiría un profundo dolor en la espalda y que ese sería, con toda probabilidad, su final...

El sonido del seguro de la escopeta crujió y un cantidad de postas salió disparadas dirección al primero de los mercenarios de Gambrino, que tuvo que tirarse al suelo rápidamente para poder esquivar aquella cantidad de plomo. De repente, la noche comenzó a ser un continuo de fogonazos de disparos.

- ¡Hay un jodido, Barry, quitadlos de en medio! - ordenó el guardaespaldas.

Un reguero de postas había rozado la pierna del mercenario que se dolía en el suelo. Aunque la herida no era grave, la sorpresa del disparo certero del guardaespaldas había hecho que el mercenario estuviera aturdido por lo rápido que había pasado la situación.

Barry salió tras las rocas y con un disparo certero impactó en el pecho del mercenario que el guardaespaldas había aturdido anteriormente. El disparo, hizo un agujero a la altura del hombro, haciendo que el cuerpo del mercenario se revolviera violentamente, cayendo hacia atrás.

- ¡Uno al suelo, vamos a por los otros!

- ¡No saldréis vivos de esta, hijos de puta! - gritó el mercenario.

De repente, el barrido de la Uzi que empuñaba alcanzó el muro, rocas y árboles cercanos. Los ingenieros, se agacharon como pudieron mientras las balas silbaban. García y el guardaespaldas, en primera fila de combate, tuvieron suerte y pudieron cubrirse a tiempo, aunque una bala rebotada alcanzó al guardaespaldas en el antebrazo, haciéndole gritar de dolor.

El último de los hombres de Gambrino disparó sin éxito a Barry, que se cubrió con la roca y vio como fragmentos de la misma comenzaron a saltar por el aire con chirridos metálicos. Su fallo, estaba destinado a lo que ocurrió justo después de disparar. Dharma, que llevaba tiempo escondiéndose entre los arbustos cercanos aprovechando la noche, se acercó lentamente hacia el mercenario aprovechando el revuelo y ruido de las armas.

Con un gesto técnico marcial exquisito, la africana retorció la muñeca del mercenario que grito agudamente para dejar caer la Uzi al suelo. Dharma, golpeó el arma perdiéndola entre los arbustos, pero aquel tipo contaba con más recursos.

- ¡Maldita zorra! - dijo mientras desenfundaba un cuchillo de intervención de considerable tamaño - ¿Quién coño te has creído?

Dharma, que quiso moverse para poder cubrirse, se escurrió con la gravilla del camino y no pudo más que avanzar medio metro. Ahora tenía delante a aquel tipo con un cuchillo.

Brian había huido de la zona de combate y Karim lo intentaba, pues los nervios pero no pudo avanzar mucho más porque los nervios pudieron con el ingeniero, ya que cayó al suelo resbalándose por la gravilla del camino. Liam, que había fallado su disparo, aguantó junto con Dharma, que había arriesgado su vida por detener a aquellos mercenarios. 

Uno de los hombres de Gambrino había caído y otro estaba desarmado sin armas de fuego. Por eso mismo, García intentó aprovechar la situación.

- ¡Hieputa mamahuevos vete al infierno!

El disparo impactó en el pecho del mercenario, que soltó su arma y comenzó doblar las rodillas lentamente hasta caer hacia atrás. El puertorriqueño había realizado un gran disparo.

¡Si te desarmé es para que no te mataran, menso!.  -Le explicó, adoptando su posición marcial.  Te hubiera podido meter un balazo, ¿que no ves? 

Si te dejas caer te amarro, y evito que te maten, lo prometo. -Era alguien que lo cumpliría, y lo dejò ver con una mirada hacia García y Barry que lo decía todo. 

Tira el cuchillo y ponte en cuclillas.   Lo hago en pocos segundos. 

 Estaba lista para desarmarlo si la atacaba con el cuchillo, o para amarrarlo con su propia corbata o cinto si le hacía caso. 

No, no soy dominatrix, jaja. -le dijo, para quitar el hierro al asunto, y que viera que era sincera. 

Sólo quiero que dejen vivo al menos a uno de ustedes.  Es de mala suerte matar a gente que sólo hace su trabajo.  

Campeona de la universidad en aikido, estaban valiendo su (poco) peso en oro todas esas horas en el dojo.

Karim se había resbalado en las grava del patio exterior de la mansión, quedando expuesto a los disparos al igual que el resto.

Con un movimiento inconsciente, como si sirviera de algo apartó la vista y se cubrió con el brazo cuando vio como se apuntaban unos a otros con las armas.

Cuando abrió de nuevo los ojos y el ruido de lis disparos aún resonaba en sus oídos poco acostumbrados, vio que la cosa había salido mucho mejor de lo esperado.

Ya se veía muerto, así que respiró con alivio. Entonces vio una pistola que había tirada sobre la grava y corriendo se precipitó a cogerla.

- Sí, sí... - Dijo con la voz casi tan temblorosa como su pulso al sostener ese arma pesada y compacta para una mano poco hecha para disparar.

- De-deja que entremos y no te pasará nada malo. Mira a tus dos compañeros como han acabado... - intentó convencerse casi más a si mismo al verse sosteniendo un arma que a ese hombre.