Partida Rol por web

Al leer los dos últimos titulares, la muchacha frunció el ceño e indagó en el texto adyacente: 

9 de Enero de 1935 
“...El gobierno húngaro exige a la expedición de Mr. Feldt los derechos sobre cualquier hallazgo que puedan realizar...”

“ ...Hans Schells, un, hasta ahora desconocido, filántropo del lugar, se ha ofrecido para actuar de intermediario entre ambas partes...”

10 de Enero de 1935 
“...tras varias horas de negociaciones, la expedición Feldt ha obtenido permiso para llevar a cabo sus proyectos sobre suelo húngaro. Hans Schells, el mas reciente miembro de la expedición, no ha querido hacer declaración alguna al respecto...”

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15 de Marzo de 1935 
“...el mismísimo Albert Feldt en persona, denunció ésta misma mañana la desaparición de su amigo y compañero Jason F. Burton. Al parecer, éste se hallaba en las inmediaciones de Stregoicavar, un pequeño pueblo de la región, llevando a cabo una investigación paralela en las colinas cercanas y había convenido con Feldt en encontrarse al amanecer del día de hoy...”

17 de Marzo de 1935
...el dispositivo de búsqueda se ha visto forzado a detener sus pesquisas a causa de los continuos movimientos de tierra. Durante la pasada madrugada, un gran temblor provocó el derrumbe de varias galerías adyacentes al lugar donde se cree que Burton pudo extraviarse. Los ánimos parecen oscurecerse a cada minuto que pasa...
 

La joven, envuelta en hipidos y sollozos, deshizo el camino andado y, al llegar de nuevo a la recepción del museo, pudo ver por el rabillo del ojo, cómo aquella anciana parecía estar a punto de ahogarse en un mar de recibos, formularios y demás burocracia.

Sin siquiera mirar atrás, Johanna atravesó el vestíbulo y se encontró de nuevo en el exterior del edificio.

No había rastro alguno de niebla y el sol lucía con fuerza ya, a esta hora de la mañana.

La muchacha agradeció la tibieza de los rayos solares mientras se apartaba del edificio lo más discretamente posible y, con fastidio, constató que no había rastro alguno de sus allegados por ninguna parte. 
 

Renée sonrió agradecida ante el flujo de información. Más o menos era lo que sabía, pero había algo... Schells era solo un intermediario... ¿Acaso era alguien del gobierno Húngaro quien quería aquella piedra negra? ¿Dónde se estaban metiendo?

Aprovechó que el joven no miraba para lanzar una mirada de preocupación a Pierre mientras le pasaba aquellos papeles.

- Ha sido usted una inestimable ayuda señor... - se quedó con la palabra en el aire al percatarse de que no sabía su nombre. Esperó a que se lo dijera mientras buscaba algo en el bolso. Luego le estrechó la mano dejando en su interior un billete en compensación por su ayuda, aunque esperaba poder hacer más por aquel joven prometedor en un futuro cercano.

- ¿Nos vamos? No quiero hacer esperar demasiado a la señorita Johanna -

Isaac alargó a Renée varias copias que había hecho de los documentos y agradeció el gesto de la muchacha con una de sus idiosincrásicas sonrisas y una exagerada reverencia que a punto estuvo de desequilibrarlo. 

- Cuando usted diga -asintió Pierre cabizbajo.

La pareja salió de aquella bullente colmena y. casi en absoluto silencio. puso rumbo al museo.

Durante su estancia en el periódico, el sol se había abierto paso a través de la espesa niebla y sus cálidos rayos otorgaban una agradable calidez al ambiente; cosa que ambos agradecieron solemnemente. 

En cuestión de minutos llegaron a la gran explanada que servía de antesala a aquel majestuoso edificio y, caminando en dirección contraria a la puerta de entrada, vieron a Johanna. 

La muchacha tenía ambos brazos cruzados sobre el pecho y grandes lágrimas negras surcaban su rostro.

Renée no se había percatado del estado de ánimo de su guardaespaldas hasta ese momento. En el coche aprovechó para preguntarle con cautela si le ocurria algo.

- ¿Está preocupado Pierre? -

Cuando llegaron al edificio la joven rubio se percató del estado de ánimo de Johanna. Una punzada de remordimientos le atravesó el estómago. Se acercó a la morena con gesto avergonzado - Disculpa la demora querida. He tenido que parar antes en el periódico. Espero que no esté así por mi culpa... -

Secándose los ojos delicadamente la mujer cierra los ojos un segundo disfrutando de los remordimientos de la rubia antes de sonreír dulcemente

-"Tranquila, no es por usted Renée pero será mejor que nos alejemos de aquí"-coge a la otra del brazo y tira de ella-"Ha averiguado algo en el periódico?"-pregunta con interés mirando un segundo hacia la puerta del museo mientras dobla una esquina y por fin suelta a la otra mujer para sacar un pitillo.Le ofrece uno a Renée antes de encenderse el suyo

Se sintió aliviada al ver que no era la causante del sufrimiento de la morena. Se dejó guiar  y no pudo evitar, al igual que ella, mirar hacia el museo.

- Pues que parece ser que el gobierno Húngaro estaba muy interesado en la expedición de Albert y Schells era solo un intermediario. También he descubierto que Jason, el que formaba parte del grupo de Albert, estaba haciendo una inevstigación paralela - hizo una pequeña mueca de frustración. - No es gran cosa, pero algo es algo... ¿Y usted? ¿A veriguado algo? -

Se queda pensativa unos segundos ante las palabras de Renée pero luego se estira hacia atrás para que la otra mujer aprecie el bulto que hay en su tripa.Con una sonrisa triunfal da una palmada al paquete y se pone de nuevo en posición normal

-"Pues no tengo ni idea pero al parecer nuestro amigo Burton dejó allí un montón de papeles y documentos y aunque eché un vistazo rápido no encontré nada relevante a excepción de esto que por supuesto no pude mirar con detenimiento así que me lo llevé prestado"-se detiene un momento mirando a su alrededor-"¿Y su apuesto chófer,querida?Nos vendría de perlas un vehículo para ir a mi casa ¿ha hecho ya su equipaje?"-pregunta tirando al suelo el pitillo y apagándolo con la punta de su caro zapato

Pierre y el coche aparecieron al instante. Casi podría decirse que habían sido conjurados por las palabras de Johanna.

El francés les abrió la puerta con una sonrisa, pero ambas notaron la sombra de preocupacion que flotaba en su mirada.

- ¿Al aeropuerto? -preguntó una vez las mujeres se hubieron acomodado y hubo puesto el coche en marcha.

-"Hemos de pasar antes por mi casa para recoger mis cosas,por favor"-pide al conductor mientras se acomoda en el asiento tratando de que lo que lleva bajo la blusa no se le clave demasiado en el estómago

Una vez montados mira a los dos ocupantes con curiosidad

-"¿Sucede algo que deba saber?"-pregunta a ambos-"¿Y de Geralt,sabemos algo?"-hasta que el coche no se aleje de la zona Johanna no se alza la blusa para sacar lo que ha cogido en el museo

- No se preocupe. Yo tengo todo listo. Podemos pasar por su casa - miró con curiosidad el bulto del abdomen de la mujer esperando que lo sacara y averiguar así de que se trataba.

- No entiendo a que se refiere - dijo con evidente tono de sorpresa ante sus últimas preguntas.

Levanta la mirada y señala a Pierre con la barbilla

-"Su chófer parece algo preocupado"-comenta mientras abre el libro que ha cogido del museo y lo ojea para ver si contiene algo que les pueda interesar-"Espero que mi numerito haya servido de algo"-dice para sí misma con una pequeña sonrisa

El coche atravesó calles y avenidas mientras se alejaba de aquel vetusto museo. 

El trío permanecía silencioso y el ronroneo del motor del vehículo comenzó a envolverlos cómo un mantra hindú, apartándolos poco a poco de esta realidad para sumirlos en lo más profundo de sus pensamientos.

Ambas muchachas se sorprendieron cuando la grave voz de Pierre rasgó aquella melaza semionirica que los rodeaba.

- ¿Saben? -comenzó el francés sin apartar la vista de la carretera- He estado pensando... ¿Quien es realmente ese Schells? -Pierre sintió ambas miradas fijas en su persona y, con un carraspeo, continuó- Quiero decir, Renée y yo, hemos leído que, de alguna forma, actuó de intermediario en favor de la expedición de Mr. Feldt, pero... 

El hombretón dejó la frase en el aire y tras un par de segundos, pareció recobrar el hilo de sus pensamientos.

- ¿Recuerda usted, señorita, lo que dijo Mr. Irving en casa de Albert? Ya sabe, cuando usted estaba limpiándome ésta fea herida -a través del retrovisor, Renée y Johanna vieron cómo Pierre se llevaba el índice de la mano derecha a la mejilla izquierda- Dijo algo sobre que Schells era un don nadie y que no pudo encontrar su partida de nacimiento. También nombró a un tal Laszlo Horvat -Pierre frunció el ceño intentando ordenar sus ideas- . La cuestión es que he indagado un poco acerca de este sujeto y, al parecer, su residencia se encuentra a las afueras de Stregoicavar, ya sabe, el pueblo ese donde Burton desapareció... Y además, ahí es donde vive actualmente Schells...

La voz del francés se apagó de nuevo al llegar a las cercanías de la residencia de Johanna. Lugar donde aparcó y paró el motor.

- Me van a tomar por loco -se disculpó el francés antes de que se apearan- , pero creo que Schells llevaba mucho tiempo planeando todo esto, y no creo que su plan se limite a robar una reliquia arqueológica...
 

Mientras Pierre hablaba, Johanna, distraídamente había desenvuelto el pequeño paquete que, hasta hace poco, escondía bajo sus ropas.

Renée observó cómo la mujer rompía el pequeño sello de cera que mantenía sujeto aquel envoltorio de hule y el diario que había en su interior salía a la luz. 

Las tapas de éste, ennegrecidas por el fuego, aparecían tremendamente dañadas y ajadas por las inclemencias del tiempo, mientras que grandes lamparones de color carmesí salpicaban sus apergaminadas y rotas páginas.

Cuando Johanna lo abrió, leyó lo que rezaba en la primera de aquellas páginas. 

Diario de campo de la expedición Feldt a las montañas de Hungría.

Jason F. Burton
 

Escucha con interés las palabras del conductor mas ahora mismo no puede pensar en ellas y en todo lo que implica,además de que aún debe poner en orden en su cabeza quién es quién en aquel macabro juego

Una exclamación sale de su boca cuando lee las primeras palabras y lentamente una sonrisa de satisfacción se extiende por su rostro mientras levanta el diario y se lo muestra a Renée

-"Bueno,creo que por fin tenemos algo que quizás nos aclare qué es lo que buscan con tanto ahínco"-dice mostrando la hoja a la otra mujer

- Yo tampoco lo creo Pierre. Si fue capaz de hacerle eso al pobre desgraciado de Jason... - se abrazó a si misma sintiendo una inmensa bola helada implantandose en su pecho - No recordaba lo de la suplantación de identidad de ese tipo. Gracias - añadió con suavidad dirigiendose a su guardaespaldas como si al cambiar de tema pudiera sobrellevar mejor aquel recuerdo

Cuando escuchó a Johana se inclinó ligeramente hacia la hoja que le tendía con un brillo intenso en sus claros ojos. -Lea, por favor. Si no le importa. Esto es un gran hallazgo - en su tono se notaba la ansiedad por saber más

Sin siquiera bajarse del automóvil, ambas mujeres centraron su atención en aquel maltrecho diario e indagaron en el contenido de sus páginas iniciales. 

27 de Octubre de 1934
Tras leer el oscuro volumen de Von Junzt en el que Feldt basa su tesis de la existencia de un asentamiento premagiar en Hungría Oriental, he decidido embarcarme en esta gran búsqueda y acompañar a tan noble caballero en su periplo.

28 de Octubre de 1934
Los preparativos para la expedición han comenzado y todos estamos exultantes. 
George, el bibliotecario del museo dice que no poseemos ningún ejemplar de las obras de Von Junzt. Necesito encontrar cómo sea uno de los volúmenes originales en alemán. Mañana probaré en algunas de las viejas librerías del centro...

2 de Noviembre de 1934
!Lo hemos encontrado! 
El librero de una andrajosa librería del puerto lo sacó ante nosotros mientras revisaba una partida de libros recién llegados. Cualquiera podría decir que lo hubiéramos conjurado. Y más después de leer su contenido...
Es increíble cuánto vio y viajó ese Von Junzt, incluso tenía razón con respecto a lo de aquel templo en Nicaragua... y, en teoría, él lo vio antes de 1839.. ¿Cómo diablos llegó a Nicaragua en esa época?

4 de Noviembre de 1934
A la luz de los datos referidos en la página número 108 del Cultos Inconfesables (maldigo al editor que decidió no numerar las páginas) , el destino de nuestra expedición se haya a unos 45 kilómetros de un pequeño pueblo llamado Stregoicavar. 
He decidido realizar un viaje preliminar al lugar. Quizá incluso alquile o compre algún pequeño local que pueda adaptarse a nuestros propósitos.

6 de Noviembre de 1934
Aunque apartado y aislado, Stregoicavar es una auténtica maravilla para los sentidos. 
Sirva o no para nuestros propósitos, este lugar es perfecto para una pequeña temporada vacacional.

7 de Noviembre de 1934
Tras arreglar esta mañana la adquisición de un delicioso edificio de piedra en el centro de Stregoicavar, cosa de la que me siento tremendamente orgulloso, he realizado una vuelta de reconocimiento a la falda de la montaña.
Mi guía, un joven de la localidad, muestra un profundo respeto por el lugar y he notado una fuerte consternación en su rostro al comentarle nuestras intenciones.
No ha habido forma de que me hiciera participe de sus pensamientos. Sin embargo, y dejando de lado esa evidente superstición local, el lugar promete. Es tal y cómo lo describe Von Junzt. El poblado expuesto en la página 234 debería estar oculto en uno de los miles de recodos rocosos de la región.

10 de Noviembre de 1934
Mañana vuelvo a Londres a ayudar a los muchachos a ultimar los detalles de la expedición. No obstante, esta noche iré a cenar a la mansión de un noble local, Hans Schells. 
Éste caballero, informado de mi estancia en Stregoicavar, se presentó en mi recién adquirida residencia y, expresando un sincero interés por mi persona y mi trabajo, convino en concertar una entrevista en su mansión de las afueras. 

En este punto, la lectura de las damas fue interrumpida por el leve carraspear de Pierre.

- Señoritas... Creo que deberíamos apresurarnos a tomar ese avión...