Partida Rol por web

El bichejo aquel tan feo dejó de gritar cuando lo taparon con los aperos del guiri que olían a chotuno. El gatejo puso cara de pena por aquel olor, abriendo asín mucho los ojos y mirando a la Cirpriana con carusas, para que le buscara otro sitio mejor pa escondélo. 

Mientras el guiri llamó anca la fábrica, pero allí no abría naide. Se daban seguro por desentendíos, allí echando mierdas al río. Por muncho c'aporreara nada, sonaba a hueco dentro y to. 

El Paco Pepe se emocionó y fue a aporrear las portás con el guiri.

-¡¡¡¡YIEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!!!!- pegó una voz que casi los deja tontos, además de emborracharlos con los vapores que emanaban de la boca del Paco Pepe. -Chaicho, aquí no hay naide... Amos al bar a discutir esto. Yo digo de traer una poqueja de hormigón y tapálo... Pero de noche, como s'ha hecho de toa la vida.

El Paco Pepe quería dedicarse el puteo vecinal, eso de que si tu vecino te jode, no vas a decíle qué paisa, sino que vas y le jodes tú a él de noche. Una pintá en las portás, una morcilla al perrejo que no se calla, un aparcar en tus portás por la noche pa que no saques el coche por la mañana... Ese tipo de cosas.

- ¡Ay, su puta madre!¡Ay, su puta madre! – Pensé al ver aquella riá de mierda verde que salía de la fábrica. Ya m´estaba viendo dando isplicaciones por la tele como el ministro aquel con lo de la colza.

Había visto al bicho aquel asin como muy de refilón. Y no sabía si era un gatico o un gamusino. Total que me daba lo mismo. Con toa la mierda aquella saliendo a escape que lo iba a poner too perdió, andaba como pa preocupame de un gato mierda.

Al ver que no abría ni Dios al guiri le di una guantá al Paco Pepe asin por detrás pa captar su atención. – Paco, te vas a ir a escape al cuartelillo y me vas atraer al Laureano aunque sea enganchao pol cuello. Y no te me pares en el bar del murciano que nos conocemos… ya después que se aclare to esto, a lo mejor, a lo mejor, te invito a un par de chatos. – To esto último se lo dije avirtiendole asin con el índice como le había visto hacer a la Cipriana una vez que s´había enfadao con él.

Miré con pena al gatete cuando me mirá asín. Lo entendía, aquello olia a choto revenío.

- Yosua, una fotejas - insisto - Yo tespero en la flagoneta, a la sombrica pal gateteta ¿eh? Y dispués me llevas pa la mi casa que allí estará mejor el animaico. - asiento, decidiendo, por supuesto. Al bichejo lo habia escontrao yo.

Me da igual que el Paco Pepe tenga sus recaos con el alcalde. Pero yo tenía que ocuparme del gatete este. Que qué lástima como me miraba con pena.

Evaristo esta de acuerdo con lo de tapa er boquete por la noche:

-Lo de tapa eta noche er boquete no e mala idea lo que me preocupa es que le pase como a los sus coche que cuando lo zagale er pueblo le meten pieras en el escape a vece explota, pero bueno si explota ma motivo pa encontra ar dueño de la fábrica.

Después mira al gatete, gamusino o lo que quiera que sea eso.

-Pos nada Pitone llevalo contigo que ya se sabe que a las cria de gato les gusta el calo humano, si quiere despué te acerco leche de cabra que con eso seguro que se recompone er anima en na.

Pos el caso es que al guiri la idea del cemento armao en el tubo no le parecía mu mala idea. Y si como disia el Evaristo ejplotaba, po peor pa los guarros de la frábica. Al gamusino l'ace un buen mogollón d'afotos, y al tubo guarro, po más fotos. Y ya estaba otra vé con la cizalla en la mano mirando si se cargaba una ventana o la puerta o algo para cerrar el grifo de la pringue verde cuando el Constancio le ice al Paco Pepe de llamar al Laureano. "fakin chit, con lo cansino ques el Laureano. Como me pille con la cizalla en la mano u rompiendo cosas por dentro la frábica l'emos liao". Asin que deja la cizalla y vuelve al coche.

-Po yostoy con el Paco Pepe... Si el Laureano no arregla esto d'inmediato, nus venimos ta noche tu fil de visius jol. Quisir... Que nos venimos ta noche a tapá  el bujero guarro ese.

El Paco Pepe se debatió muy mucho, dentro tenía una lucha interior titánica entre sus ganas de ir al bar y sus pocas ganas de llamar a la benemérita. Miró con cara de situación a todos los presentes, que casi podían oír ende donde estaban los engranajes del Paco Pepe poniendo a tope la maquinaria. Tanto fue el esfuerzo que se puso colorao, más que de lo normal, un colorao no de ir mamao, sino de que la perola no le daba pa más al pobre. Allí le dio un vahído y to, que casi se cae contra el suelo.

-Pero señor alcarde...- acabó diciendo. -Ji llamamos al guacheras... Aquí ande luego no podemos vinir a echar una poqueja de cemento, sabrá qu'hemos sío nusotros... ¿O qué?- se pasó el dorso de la mano por la boca, que la tenía seca ya. Amos que echaba de menos las copejas que l'acababa de prumeter el alcarde.

Le asentí al Cabrero ante lo de la leche de cabra. A la criatura seguro que le venía bien. Pero enseguida me alarmé por el colorao de mi Paco Pepe, eso no era normal. Que lo veía al borde del apechusque.

- Ay, sujetame al Paco Pepe que se me mata...- dije con drama- Pos yo tampoco veo bien lo de llamá al Guacheras...Es un inutil, tos lo sabemos. Solo va a entorpecer to...Aquín debe haber justicia popular...Es dicí, el cemento.

-Que cemento ni que cemento... Amo a pasa padentro y les paramos las máquinas. Güat de fak... -Y sin pensarlo dos veces se va pa la puerta con la cizalla a ver si pué cargarse el candao pa ver que guarrerías andan haciendo hay dentro... Seguro questo es una frábica de pinturas o algo pior... -Ok, no avisar guacheras. Nusotros lo arreglar siguro.

Con la prástica que da desmontar cepos de zorros y toa suerte de trampas puestas pa los pobres animalicos salvajes que no tién culpa de ná, el guiri se acerca a la puerta, y en vé de usar la cizalla, saca un boli bic (si uno de esos de toa la via dios) y mete la cánula (porque se llama asín, na de tubico plástico, ni na deso, se llama cánula) po el ojo la cerradura, y con unas manos que ni el deivi coperfil ese que salia por la tele haciendo disaparecá aviones y la turre ifel (que eso lo vi yo por la tele), abre la puerta y se mete to pa dentro.

-Hala, amos a pará esto...

A Evaristo no le gustaba mucho la idea de meterse en la fabrica, por lo visto y segun un primo de la hermana de si tia abuela, por eso te podian multa porque era allinamiento de morada o argo asi, pero ya se sabe...¿A donde va la gente?...pos a donde va er Vicente, así que ar fina Evaristo se une a sus compañeros en su intento de abri la puerta con el mejo metodo der mundo, pata bien da...Pero cuando se dispone a hacerlo, parece que er guiri ya esta en ello usando una especie de alambre fino...están locos estos amiricanos.

-Bueno Yosua ¿Como lo lleva?, si se te resiste me lo dice, que no hay na que aguante una pata bien da con unas bota montña del 42.

Pos el guiri consigue abrir la puertecica de la fábrica, y aunque tengo al gatete aquí medio asfisiao, mi ansias de bacineo son mayores. Asín que no me puedo resistír ni una poqueja a pasar pa dentro con al guiri. Al menos asomarme un poco a ver. Que luego de algo tendré que hablar al fresco con las vecinas.

- Venga, Josua hermoso, yo me asomo contigo una poqueja...- le digo, con mi gatete bien cogio. Procedo a ello.

El guiri tinía mucha maña abriendo la puertecica, quizás maña de más. Fue tocar una poqueja la cerradura y tenían las portás abiertas de par en par. Amos, un visto y no visto.

Si no fuera porque su chica estaba en la capital, el Paco Pepe temería porque el guiri entrara a escondías pa violinarla, ¡que tos sabemos que la juventud está atontá y solo piensa en una cosa! Tamién pensó que aquella habilidad pudía ser útil pa un futuro, cuando quisiera colarse anca el murciano mientras dormía, pa no molestar clar, asín podía tomáse su lingotazo de madrugá cuando le costaba dormir.

Pasaron a lo que antes era la fábrica de harinas y encontraron de primeras una montoná de jaulas, pequeñicas con barrotes. Eran jaulas como las que tenía el Palomero pa guardar sus pichones dentro, aunque bueno, ya no las tenía porque s'había quedao hasta los cojones de las cagás de las palomas y un día se levanto con un ventusque y las soltó en el campo pa hacer tiro al plato con toas. Luego quemó toas las jaulas y las asó en el fuego risultante... Total, que después acabó en el loquero un año después. No por lo de las palomas, sino que dejó de asease. Amos, naide dice de laváse en la bañera toas las semanas, pero un agua a la sobaquera sí. El caso que ni se peinaba ni se afeitaba y empezó a vagar por la calle con un runrun tol día, vestío con una chaqueta como la del enterrador d'antes y unas gafas de sol incluso si no había sol. Asín hablando pa él solo... Algo de qu'estábamos conectaos con cables y que las máquinas s'habían inventao to esto...

Pos había unas jaulas chiquitinas que parecían abiertas, al entrar el gatete que había cogío la Pitones se puso a temblar. Y mira que lo tenía bien liáo en los aperos del guiri, lo mismo es que tinía hambre porque frío no pudía ser... O lo mismo l'estaba dando un apechusque del olorcejo.

Aquello era mi grande y parecía disierto, amos, solo faltaba la bola de restrojo como en las piliculas del Clinisbú. Aunque no'staba to en calma, las máquinas de la ilictricidad estaban tirando a to trapo, con su zumbio de pricaución d'eso quindica que mejor no tocar por si te quedas pegao.

La pringue verde inundaba la mitas del suelo, como si hubier esplotao algo lleno d'eso y se hubiera desperdigao por tos laos. Nuestros putragonistas tenían que mirar por ande andaban pa no pisar pegotes de aquello.

El guiri al ver toas las jaulas se queda como alelao. Si, como el día que vino al pueblo que no se lentendía na y se quedaba to pasmao con to lo que veía, como cuando se tiró toa la tarde mirando un botijo pa ver si lencontraba un enchufe o algo asín.

Po el caso e que andaba tan alelao viendo to las jaulas y pensando que aquello era mucho pior de lo que paresía, q'aquello tenía que ser una frábica de pintalabios o de maquillaje y q'acian pruebas con los gamusinos... noooo... mucho pioooor... ¡hacían zumo de gamusino! ¡o los ordeñaban! Por eso quedaban tan poquicos.

Pos ná, quel caso es que emparrao comostaba no se fija en el charco del suelo y pega un patinazo desos finos con triple voltereta mortal patras y tó. Como el Paco Pepe el día de su boda, que estaba tan borracho que no se le ocurrió na más divertío que subirsen al remolque del trastó y hacer quilibrismos desos por to lo largo del borde, que acabó pisando un vaso vino dun paisano y cayendo patrás, con toa la cabeza metía en el remolque, q'iba cargao d'uvas hasta arriba, con el cabreo de turno del dueño del trastor, que se fue corriéndolo a boinazos hasta la cooperativa.

Al entrar pa dentro arrugue tol morro. Aquello daba asquejo, ese potingue verde por el suelo que ni los estropicios que hacia mi Adelaida cuando volvía chispá de la romería. Y luego las jaulicas aquellas, que me hicieron mirar al gatete ¿que les hacían a los gatetes ahí dentro? El pobretico temblaba, y los motivos podrían ser muchos.

- Ay ¿tiés hambre, hermoso?  - le digo, como si me fuera a contestar. Aunque apostaba mas por el pestazo del saco.- Hay que buscar otra oción al saco ¿eh? Que guele regular na más, Josua hermoso. A ver si le das una lavá... - Como alli no daba el sol, pos le retiré un poco el saquejo dencima al animal, al menos pa que pudiera respirar.

Yo, como buena hembra, estaba a to. El pontingue, a las jaulas, al gatete. Una mujer siempre tie que tener mil ojos y saber esta a to, no como los hombres que no podía apretar pa cagar y leer la etiqueta del champús a la vez.

El Paco Pepe no me hizo ni puto caso, como de costumbre. Que estaba empeñao con que había que entrar. Como buen político, intenté de buenas maneras explicarle que eso de entrar en la fábrica estaba mal. Y el pobre borrico de él mi miraba y se reía. Yo pensaba que era porque no me entendía, entonces volvía a explicarselo asin mu despacio como a los niños chicos. En una de estas le pregunté si lo había entendio y el me contestó que si con la cabeza y se echó una carcajada. 

Todo contento por mi triunfo me giré, pensando que el Paco iba a tirar a buscar al Laureano, pero no. La carcajada era porque el desgraciao del guiri ya me había abierto la puerta de la fábrica y ya estaban toos adentro. Volví a mirar al Paco, que ahora estaba descojonándose, y negué con la cabeza.

Total que pa´dentro me fui y me llevé otra sorpresa del copón. Que aquello no tinía máquinas pa la harina, si no que estaba lleno de jaulas. Y lleno mierda. Bueno, mierda no, estaba to lleno de la cosa aquella verde y había que mirar bien aadonde pisabas pa no enmierdate entero. – Pero, ¿qué cojones es todo esto? – Pregunté asin pa nadie.

El guiri iba más perdío que un hijo puta el día del padre, amos, que tanto cacharrico le tenía con los ojos asín ojipláticos que no paraba de mirar to. Al menos fue una poqueja listejo y no tocó las turbinas aquellas que hacían ruidico lectrostásticos d'esos.  Como el hijo de la Tere la Mosquita, qu'estaba sustiniendo un paraguas un día de tormenta, cuando su madre le dijo que s'entrara pa casa y se quedó en el sitio porque le cayó un rayo. Ande luego no'staba muerto del to, pero ya no volvió a ser to como antes. El David el Mosquito estaba raruno del to, que se le pegaban los cazos de metal y las cucharas y to por tol cuerpo... Y dispués se fue al extranjero, se cambió el nombre por algo asín más guiri Deivi Cuperfil y empezó a hacer magias y to eso. Un mago, como el Tamariz pero sin cartas, sabes lo que te digo. 

La Cipriana estaba con el gatete que no cagaba, como si hubiera adoptao un chiquillo. El bicho aquel estaba removío, el lugar no le gustaba y hacía gruñíos asín rarunos que a saber de qué se quejaba. La Pitones quería buscarle otro apero que oliera a chotuno, pero allí no parecía haber na d'eso, ni un saco d'harina ni na. Que mira qu'era raro en una fábrica d'harinas, que tinía c'haber por tos laos.

Antes de que la Pitones fuera a decir na de lo c'había visto, el alcarde que era mu apercibio pa to eso, dándose una vuelta había visto unas escalerejas. Él fue el primero en subir, seguío por la Pitones. Su maruja interior le dicía que tinía qu'estar omnipresente pa luego darle un poco a la singüeso cuando se saliera al fresco. Esquivaron aquellos mocos y subieron pa lo que parecían las oficinas, pero al abrir la puerta ni oficinas ni na. Allí no había más que cacharros y botes y de to.

En un tanque había un bicho cabezón verde y con ojos mu grandes, se parecía al hijo del Caramierda, c'había nacío asín tontico. Al pobre se le notaba que era mongolico, pero era buen muchacho. Menos cuando en fiestas le levantaba las faldas a las mozas, c'ahí había que llamarle l'atención, pero por lo demás mu noble. Tamién había unas cámaras raras y mocos d'esos de distintos colores por tos laos. En una mesa había una rata destripá y to, menudo ascazo, tenía la panza llena de mocos tamién. 

El Paco Pepe iba tajaísimo, tanto que to aquello no le parecía raro ni na. Vió un frasco que vibraba y del que salía humo, como ese que echan los grupos modernos pa las verbenas. Él no se lo pensó, fue a tocar y a abrir qué era aquello.

- Esto guele a cuerno quemao - alcé un dedo al alcalde- Anda que ya se ve lo antento quetás a las cosas del pueblo...A ver si va ser verdá lo de la caseja nueva...Que lo mismo sale usté del pueblo apedreao.

Era una amenaza seria, que esto no era la capital. Aquín no se hacian manifestaciones desas. No no, aqui se acudiía al ayuntamiento y se apedreaba a diestro y siniestro. Era lo mejor pa controlar la corrución.

Pero total, habia cosejas que hacer, asín que le segui escaleras arriba hasta encontrarnos con aquellas cosas tan raras. Había una cosa que parecia el hijo del Comemierda y to.

- !Ay casco! !Esto parece sacao de pinicula! - no suelto a mi gatejo pa na, que el pobre estaba mu asustao parecía. Luego veo lo que está haciendo el Paco Pepe - !No toques na desgraciao! !Ay por San Isidro que lo toca to este hombre! - y de aquella cosa salió como un moco verde y mi Paco Pepe se pone a hacer tontás. Aquello paricia que estaba vivo - !Suelta eso quigual es tosico! - a mi este hombre me llevaba a la tumba a base de disgustos.