Bip, bip . . .
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Presentese en el principado con la mayor brevedad posible.
Susan Comb, subsecretaria del principe Julian.
La noche estaba cayendo y miraba por la ventana de mi apartamento. Con el cigarrillo en la boca pensaba que iba a hacer hoy: ir de fiesta, apostar dinero en algún casino, dejarme caer por algún local para divertirme con alguna chica... no sé, estaba un poco confuso.
Pero cuando la noche se cerró por completo y la luna presidía el cielo negro, mí móvil sonó: ya tenían planes para mí. Me vestí, camisa informal y vaqueros oscuros. Una vez preparado cogí mi chaqueta de cuero del armario y salí de allí, dirección a la visita con el Príncipe.
No tenía ni idea qué podría ser. No había escuchado nada de algún problema, o alguna caza de sangre, pero mi obligación era servirle, aunque me hubiera jodido la noche, en fin, no era la primera vez.
Perdón por el retraso, he estado liado. Te mando la ficha esta tarde ;)
Cuando llegas al edificio del principado ves la ya conocida entrada de puerta doble en la pared frontal. Todas las luces de la alta edificación están a oscuras. Miras a lo largo de la calle y no ves a nadie a excepcion de una muchacha apoyada en la pared junto a la puerta.
La noche parecía tranquila y el viaje hacía el principado no me duró mucho. La situación estaba más tranquila de lo normal. Quizás si hubiese algún problema con el príncipe todo estaría más "revuelto", pero en aquel momento lo único que reinaba en la calle era el gran edificio y una chica de buen aspecto que se apoyaba en la pared del mismo. Me acerqué hacia ella con un paso normal mirándola a los ojos. No la conocía, pero me imaginaba quien era. Una vez que estuve cerca suya le dije:
- ¿Debo preguntar... o es usted la Señorita Susan? - dije con una sonrisa de medio lado.
La joven levanta la mirada del suelo mostrando una cara a medio camino entre la sorpresa y la indiferencia - Si no lo sabes tú . . . - Sonrie y mira al cielo - Creo que me confundes, mi nombre es Rachel Douglas.
- Rachel! - En ese momento se abre la puerta por donde sale un hombre que te mira de arriba a bajo y empieza a caminar hacia la derecha. - Vamos.
Rachel corre hasta alcanzar al hombre y se van andando.
No conocía a ninguno de los dos, y me pareció lo raro lo que me dijo aquella chica. De lejos me dio un aire a más mayor, pero desde luego no lo era. Rachel Douglas. ¿Tendría que conocerla? Iba a preguntarle de qué, cuando aquel tipo se metio por medio. No lo conocía, pero ya tenía sus caras grabadas, porque me dio la sensación de que no iba a ser la última vez que los iba a ver, tenía esa corazonada, aunque mi corazón no palpitase.
Eh..¡espera! - le dije evitando su escapada. Les dí unos segundos para se alejaran mientras intentaba recordar quien podían ser.
Como la puerta estaba abierta entré en el edificio esperando encontrarme con alguien que me llevara hasta el Príncipe o en su defecto hacía Susan.
Al entrar ves un pasillo a cada lado, totalmente oscuros, y de frente un mostrador de informacion con una pequeña lampara de mesa, a la derecha de éste, un ascensor.
Caminaba poco a poco en la oscuridad de aquel edificio. No parecía tener señales de vida y no sabía donde dirigirme, así que seguí recto buscando a alguien en aquella taquilla buscando algo que me ayudase a orientarme, si no cogería cogería el ascensor.
- Joder, ¿dónde estará la gente? - pensé.
Escuchas una tos procedente del mostrador, al acercarte, el hombre que está tras el te mira, y con un boli que tiene en la mano te señala el cartel que tiene detras, donde indica que en la planta -4 está las "Oficinas principales; P. Julian.
Cuando caminaba hacia el mostrados, mis pensamientos me hicieron caso y allí había alguien para aconsejarme. Me dijo que mirase el cartel de detrás mía.
- De acuerdo, muchas gracias - le dije asintiendo con la cabeza.
Una vez ubicado pulsé el botón del ascensor, antes de subirme le eché de nuevo un vistazo a aquel tipo del mostrador, sólo por curiosidad...
- Ding - Se abren las puertas del ascensor, ves una pequeña estancia con sillones y al fondo una puerta batiente doble con cristales lechados.
Era un edificio peculiar aunque bastante solitario. Una vez subido en el ascensor y después de ver aquel recepcionista me dirigía al despacho que me había dicho. Me dirigí hacia aquellas puertas donde seguramente estaría el pasillo de los despachos o la misma estancia en sí.
Cuando atraviesas la puerta ves como una mujer sale de uno de los numerosos despachos que recorren el pasillo que hay frente a ti.
- Señor Lamoretti, verdad? Señorita Comb. Sigame, por favor.
Te guia hasta uno de los despachos donde te invita a sentarte en una silla frente al escritorio que lo preside.
- Espere un minuto, no tardará.
Y vuelve a salir.
Caminaba mirando a los lados, observando todo los tipos de cuadros y la decoración que los rodeaba. No tardo poco tiempo para que saliesen a recibirme. Era un mujer mayor y madura. Era simpática y me dijo que pasase a un bonito despacho. Allí en un gran sillón me senté esperando a que me recibieran.
- Muchas gracias, esperare encantado - dije mientras me acomodaba y me preguntaba porque me habían llamado a mi para dar la cara por el Príncipe, pero la obligación es la obligación.
Se abre la puerta y entra un hombre acompañado de una chica, con un gesto de la mano la invita a sentarse junto a ti mientras el ocupa la silla tras el escritorio.
- Buenas noches, Monsieur Lamoretti. Supongo que se preguntara por que esta aqui.
No conocía a ninguno de los allí presentes, aunque decían que trabajaban para el Príncipe, dado el lugar. Me senté en el sillón donde me dijo aquel señor que lo hiciese.
- Gracias. No, no sé porque me han llamado, pero estaría encantado de que me lo comentasen - dije mientras colocaba en el sillón.
- Antes de nada, señor Lamoretti, le presento a mademoiselle Indara. Trabajaran juntos. Supongo que estará al tanto del golpe Sabbat que se está dando en nuestra ciudad, verdad?
Acompaña a aquel misterioso hombre, hasta la sala donde se encuentra un joven, no mucho más mayor que ella, que parece ser "su superior" en cuanto a la misión que le encomienda aquel hombre. Fiarse? por favor es una Ravnos, nadie se fían de ella y ella aun menos de nadie!!!
-Encantada señor Lamoretti- sonríe encantadora
Poco a poco parecía que las cosas comenzaban a encaudarse. Allí estaba sentado dispuesto a tener una noche movidita.
- Encantada, señorita, será un placer trabajar con usted. - después centre de nuevo la atención en aquel señor - - algo he oído... Pero nada en concreto, aunque espero que usted pueda describirme mejor la situación.