Partida Rol por web

Abraham salió de casa en dirección a los barrios bajos de la ciudad. Allí es donde sabía que Dimitri había quedado para un negocio de armas, así que podría ver cómo iba el tema y de qué magnitud era el negocio...

El lugar era una calle de un polígono industrial abandonado. Allí se encontraban ya unos hombres con una furgoneta negra, de lujo. Se quedó observando.

Al cabo de poco tiempo, otro coche se acercó y bajó de él Dimitri. Por lo que pudo escuchar se trataba de una compra de armas provinientes de Rusia, que por lo que parecía se podían colocar fácilmente tanto en el mercado negro de la ciudad como en las armerías gracias a nosequé trapicheos...

Le alegró asegurarse de lo que había observado los últimos meses. Por lo que parecía Dimitri era una especie de intermediario, tanto a nivel pequeño como en grandes pedidos, entre los principales fabricantes de armas (sobretodo Rusia) y los principales compradores, sobretodo del medio oriente, así como los pequeños compradores de Praga y alrededores. Justamente lo que buscaba.

Decidió no presentarse aún a Dimitri. Le daba la espina de que el tema de Flora le daría algun problema y no quería estropear su... primer contacto, así que volvió a casa satisfecho por el buen partido que podria sacar a aquél hombre...

Al cabo de un par de días desde la ejecución de Adam Vólkov, el propietario del Hotel Empire y objetivo encomendado por Flora Salieri, pude encontrarse entre tu correo un sobre sellado con cera lacada rojiza, aunque no posee sello alguno, sólo filigranas parecidas a hojas y flores.(*)
En el interior se halla una nota escrita en papel de seda amarillento cómo el sobre.

Cita:

Tras esto se haya una firma algo ostentosa con líneas curvas y estilizadas y de nuevo ése sello, algo extraño pues no parece simbolizar nada en concreto.

DIMITRI

Dimitri no puede hacer otra cosa que seguir al extraño tipo, Abraham, hacia su susodicha casa.
¡Cómo si tuviera elección después de lo que le ha visto hacer! Él sigue temblando ligeramente, no muy seguro de qué le espanta más: el hecho de que casi muere o su supuesto "benefactor".

-Qué... qué es lo que quieres de mí...-alcanza a decirle con voz algo temblorosa mientras su mente trabaja a marchas forzadas intentando encontrar algún método para sacarse de encima a ésa "cosa".

Abraham caminaba tranquilo al lado de Dimitri, intentando no asustar más de lo que estaba al pobre.

Tranquilo Dimitri, solo quiero hablar de negocios. Como ya te he dicho no te quiero ningún mal, si no no estaríamos hablando ahora mismo, así que tranquilízate y deja de planear salidas a esta situación. Tómatelo como una reunión de negocios, de la que, por cierto, saldrás bastante beneficiado.

Al cabo de un rato llegaron a la apartada residencia de Abraham. Allí les recibió Alexander, el cuál les sirvió una copa de "vino" a cada uno, mientras ellos se acomodaban en unos sillones de lo que parecía una sala de estar.

Abraham tomó una copa al azar y bebió un sorbo.

Muy bien Dimitri, te explicaré porqué estás aquí, así que presta atención porque hay bastante información. - empezó mientras le ofrecía la otra copa.

El motivo principal es que me interesa bastante tu negocio y estoy seguro de que podríamos llegar a ser buenos socios.

Pero que morro tiene este hombre, pensarás. Qué tiene él que ofrecerme?

Abraham hizo una pausa para tomar otro sorbo y una enigmática sonrisa se dibujó en sus labios.

Los dos sabemos que el tuyo no es un negocio demasiado... seguro que digamos. Pues bien, aquí es donde entra mi oferta: te ofrezco un dominio pleno sobre tus competidores, contactos y protección absoluta.

Ésto de por sí tendría que ser una magnífica oferta, pero... - la sonrisa de Abraham se acentuó, esperando impaciente la reacción de Dimitri a lo que le iba a decir - Qué me dices si te ofrezco la vida eterna y habilidades sobrehumanas?

Dimitri observa al extraño oriental con el ceño algo fruncido y actitud a la defensiva, sin embargo la oferta resulta razonablemente interesante... Lo difícil es saber si puede fiarse de que cumpla realmente el trato o no.
Tras lo último, Dimitri no puede evitar reír cómo si acabaran de contarle un chiste muy bueno, sin embargo la expresión seria de Abraham hace que interrumpa la carcajada con un carraspeo.

-Le he visto hacer..."Eso". Bueno, ésas cosas raras cuando se ha cargado a mi presunto socio, pero de ahí a esto... Sinceramente creo que está usted un poco loco a pesar de que no me explico cómo lo hizo- la vida eterna... eso no tenia sentido y lo de las habilidad sobrehumanas... Bueno quizá el tipo era algún tipo de mercenario entrenado por un chino ciego en un monasterio del Tibet pero que ésas mismas "habilidades" pudieran ser transferidas a él...
El rostro de Dimitri se torna pensativo, su mirada perdida por la alfombra del suelo hasta que añade:
-Hagamos una cosa... Usted me transfiere ésas...habilidades o cómo quiera llamarlo, y cuando yo pueda comprobar que éso es cierto habrá trato- dice encogiéndose de hombros.

Abraham no pudo más que soltar una carcajada. Loco? Le habían llamado muchísimas cosas a lo largo de los siglos, pero... loco? Y de boca de un mortal? Que divertido...

No esperaba menos de ti, Dimitri. Tu habilidad para la negociación, incluso en una situación como ésta, fué una de las razones por las que me fijé en ti.

Abraham hizo una pequeña pausa para registrar a su interlocutor con la mirada, intentando escudriñar sus pensamientos. La verdad es que esperaba que no hiciese ninguna tontería, no le gustaría tener que matarlo...

Respecto a mi oferta, entiendo perfectamente tu... falta de confianza. A pesar de ello, lo más fácil es que lo compruebes por ti mismo, asi que de acuerdo, tus condiciones me parecen aceptables.

Eso sí, hay ciertas reglas en este juego.

Su rostro entonces se volvió serio de nuevo, lo cuál denotaba la importancia de lo que diría a continuación.

La principal es que no debes decir nada de todo ésto absolutamente a nadie. Ésto no es negociable, quiero que quede claro. Pero no creo que te represente ningún problema, igualmente...

El resto... en fin, eres un hombre de negocios, ya conoces las cosas que perjudicarían la confianza y los buenos negocios así que me lo puedo ahorrar.

Abraham se recostó cómodamente en su sillón y tomó otro trago de su copa.

Alguna pregunta señor Dimitri?

-Siempre hay reglas...- comenta con una sonrisa ladeada mientras apoya los codos en las rodillas, arqueado hacia delante para prestar atención total a Abraham.
Es un tipo raro... a pesar de ello le empieza a caer bien, al menos tiene huevos y se muestra tan seguro de sí mismo que cualquiera se creería toda su palabrería. Bueno él ya tiene superadas ése tipo de manipulaciones pero aún así denota que el tío puede hacer casi cualquier cosa que se proponga.

-Me parece que está bastante claro... Las reglas no son problema, si me ha elegido es porque ya sabe que las cumpliré... Y ahora, mi señor de los misterios, ¿cómo voy a conseguir esos poderes...?- le pregunta interesado, al fin y al cabo es difícil de creer que algo así se pueda obtener "sin más".
Contempla la copa por un momento arqueando al ceja y finalmente la deja en una mesita que hay junto a las butacas.
No, amigo, comer o beber en casas ajenas siempre le ha supuesto un riesgo innecesario.

Por la mente de Abraham pasó la imagen de su muñeca cortada derramando vitae sobre la boca de Dimitri... pero no, quién sabe cómo reaccionaría, al menos de momento...

Me parece bien, que no hayas probado la bebida; demuestra tu cautela. El problema es que es ese líquido precisamente el que te dará esos... "poderes" - contestó divertido por el adjetivo que le había puesto - así que...

Abraham le hizo un gesto con la mano en dirección a la copa, invitándole a beber.

-Curioso... Supongo que no hay un método menos sospechoso- coge la copa mirándola inquisitivamente y claramente sin fiarse un pelo -Te advierto que he probado tantas mierdas que la mayoría apenas me hacen efecto- afirma con seguridad antes de pegarle un buen trago al "vino".

Enseguida tira la copa a un lado, la cuál se rompe estrepitosamente mientras él tose limpiándose la boca.
-¿¿Qué coño era eso...??-pregunta escandalizado mientras señala los restos de cristales.
Una cosa es drogarlo y otra cosa beber sangre a lo secta satánica....

El rostro de Abraham se tornó serio de golpe al ver la copa romperse contra el suelo y ensuciarlo todo de sangre. Podía esperar una mala reacción pero le había sentado como un tiro que rompiese aquella copa y especialmente su falta de educación.

Volvió a echar su cuerpo hacia delante y su profunda voz sonó en un tono algo más alto de lo habitual a causa del enfado, vibrando en toda la sala casi como un trueno.

Contrólate Dimitri!

Estaba dispuesto a explicarte el resto, pero un acto como ése - dijo mirando fugazmente a los trozos de vidrio - hace que me replantee tu educación. Y la educación, Dimitri, es la base de la negociación.

No hagas que me arrepienta de todo ésto!

Dimitri abre los ojos exageradamente mientras contempla a su interlocutor.
-Oiga pero... ¿cómo quiere que reaccione después de beber sangre? Qué asco...- comenta con el ceño fruncido, lo último en un tono más bajo para que no le oiga Abraham; tras lo cuál se mira las manos abriéndolas y cerrándolas.
No, no se siente diferente, no parece que vaya a poder romper el sillón de un puñetazo precisamente...

Carraspea un par de veces y finalmente se sienta de nuevo sobre la butaca.
-Entonces esto es... ¿una especie de ritual satánico? No es que mi importe, siempre y cuando funcione... pero tiene que admitir que el mejunje ése era un poco...En fin- se encoge de hombros -No me siento muy diferente.

Abraham se levantó del sillón y empezó a caminar por la sala. Empezaba a molestarle su insolencia...

Los efectos no son inmediatos, Dimitri. Necesitarás beber ésto periódicamente y aprender a utilizar el poder que tienes ahora ya latente, dentro de ti.

Y no, no es ningún ritual satánico ni nada parecido- continuó echándole una mirada asesina - aunque viendo tus reacciones creo que me reservaré la explicación completa de todo ésto para más adelante o no me creerías...

Abraham dejó de caminar y le observó, preguntándose en su fuero interno si realmente había hecho una buena elección.

Nos veremos mañana a las 11 de la noche delante de la universidad de Karlova v Praze, para concretar el acuerdo y enseñarte algunas cosas sobre esos... "poderes" si te va bien.

-De acuerdo...- asiente, ahora bastante más calmado después del "incidente" con la copa, observando los pasos de Abraham inquisitivamente cómo si con sus movimientos averiguara cosas sobre él.

-A las 11, allí estaré. Espero que no haya sorpresas de última hora...- se levanta de la butaca y te tiende la mano para estrechártela enérgicamente, aunque el hecho de que lo hagas o no no cambiará su expresión neutral, tras lo cuál se marcha.
Es obvio que lo hace por propio interés.

Un impresionante coche deportivo negro de aspecto impoluto se detiene junto a las verjas que rodean la "modesta" casa del assamita.
Una de las puertas se abre, aunque el vehículo es tan sofisticado que lo hace hacia arriba.
Unas esbeltas y sinuosas piernas salen por delante, apoyando los pies enfundados en finos zapatos de tacón negros para después salir.

Un abrigo largo y oscuro cubre el cuerpo de Flora, resaltando su pálida piel y su brillante cabello dorado con la oscuridad de todo lo que la rodea.
Sus ojos centellean y parecen iluminar la noche mientras pulsa el botón que hará reaccionar a los que se encuentren en el interior de la casa, pues no está muy segura de que ésta se encuentre tan vigilada como la suya.
Tras ésto espera pacientemente a que alguien la reciba o las puertas se abran, dirigiendo una mirada al coche para que éste se retire.

Una agradable brisa mecía las copas de los pinos que rodeaban la casa en aquella noche de luna llena. La puerta de la casa se abrió pocos segundos después i Alexander se paró un momento en la entrada para identificar al visitante, aunque rápidamente caminó hasta acercarse a la puerta de hierro forjado.

- Señorita Salieri si no me equivoco. - comentó educadamente mientras le abría la puerta y le invitaba a pasar - Adelante por favor.

- Ahora le atenderá mi señor. Siéntase cómoda por favor. - le dijo Alexander, después de hacerla pasar a una especie de sala de estar. Se escuchaba, bajita, la Gymnopedie nº 3 de Satie, procedente de alguna habitación de la casa.

Flora compone una de sus sonrisas más encantadoras en cuánto Alexander le permite pasar, y mira a éste inquisitivamente mientras avanzan. Cabía decir que no tenía en absoluto el aspecto habitual del linaje de Abraham pero aún así su gusto era innegable...
Una vez en la sala deja el pequeño paquete que lleva en las manos sobre la mesa y empieza a desabrochar su largo abrigo mientras contempla la decoración con interés, deteniéndose para distinguir mejor la suave melodía del piano.

-¿Quién está tocando...?- le pregunta en un leve susurro al supuesto ghoul, pues no quiere alterar en demasía la tranquilidad que aún embarga a la casa.

Es de un CD, si se refiere a éso. - las palabras de Alexander sonaban serias y escuetas, a pesar de ser educadas. Sus ojos escudriñaban casi imperceptiblemente a Flora. Con desconfianza, diría Flora tal vez, pero la educación de Alexander representaba un fuerte camuflaje para estar segura de ello.

Si me permite, señorita - dijo haciendo ademán de retirarse - Ahora vendrá Abraham, está hablando por teléfono.