Partida Rol por web

Malditas ratas!! Todos están contra mí! Todos!

Etienne: Y digo supuesto, porque también cabe otra posibilidad, una que de ser real, realmente seria increíblemente audaz. Pues de ser ella una de los traidores al príncipe, no matar en esta noche y alegar después que a ella le atacaron sin éxito logrando sobrevivir, siendo quien es y conociendo sus habilidades, seria fácil creerla y descartarla directamente de traición.

M. de Kermorek asiente a estas palabras. Parece que ya somos cuatro de acuerdo en esto... será cierto? Se nos estará pasando algo importante por alto?

Etienne: Y me temo que mi voto hacia Élisabeth D'Orval, no fue mas que un cúmulo de racismo hacia su clan y el hecho de que no hablara acentuó este voto. Aunque quiero aclarar que antes pensaba votar por Monsieur De Kermorek, de quien al final preferí confiar al menos la primera noche.

- Y puedo preguntar por qué me creíais en un principio capaz de un crímen tan horrible y por qué tras conciderarlo de nuevo decidísteis confiar en mí, M. Etienne? Tal vez por hablar claro y decir lo que pienzo sin rodeos? No será ---añadió con una especie de sonrisa irónica bajo el mostacho--- por veztir a la última moda...

Eugene Puissegut: Pero he de decir, que me parece que Monsieur De Kermorek parece muy nervioso esta noche, con muchas ganas de irse…¿Por qué será…? ¿Algo que comentar?

- Pues ya que lo mencionáis, sí. Me gustaría volver cuanto antes a mi feudo para poder alimentarme como ez debido. Con todo el rezpeto hacia la generoza hozpitalidad del Príncipe Villon ---hizo un leve gesto de cabeza en señal de respeto, pero el hecho de que usara el nombre del Príncipe parecía indicar que no aceptaba que fuera el único Príncipe de Francia---, no tengo coztumbre de alimentarme de rebaño que no conozco. Por eso me notáis nerviozo, porque llevo ya tres días sin probar bocado...

...y no sé cuánto me queda. Maldita sea!

Me sorprenden las palabras de Étiénne, llevo mi mano cerca de la frente tocándome con dos dedos el puente de la nariz como si de una jaqueca se tratase; alzo la vista al Marques del Norte.

Es precisamente a que sabemos quien es y lo que puede hacer, es lo que me llevo a votar por ella, por favor M. Étiénne, es el único hasta el momento que no pone en duda su palabra sin pruebas, me causa curiosidad ese...como llamarlo... ¿voto de confianza? para la Nosferatu-

Definitivamente el vejete este estaba nervioso y algo susceptible a las opiniones del resto. M. De Kermorek, creo que hasta que no descubramos quienes son esos malditos diabolistas no podremos cenar como corresponde.

La Marquesa del Este que ahora vestía un traje de dos piezas de color blanco, con el cabello suelto y los labios de un rojo carmesí, tampoco acostumbraba a beber de otros recipientes que no fueran los de sus dominios o de su rebaño personal y cometiendo el error de que esta reunión solo le llevaría una noche no tomo las medidas necesarias para cubrir esa necesidad y se maldecía por tal error.

Hago un gesto a uno de los ghouls que me trae una copa de vitae y la saboreo lentamente, sonriendo por no pertenecer a un clan tan remilgado como el Ventrue. Mientras escucho lo que dicen unos y otros, asintiendo a Puissegur e ignorando mayormente a los demás

-ya que lo preguntan dire que mis motivos para votar a de Vandreuil fueron los mismos que ha expuesto Puissegur.- "que le odie desde hace decadas solo lo ha hecho mas dulce" - Por mi parte confiaré en lo dicho por Yvonne porque no le veo beneficio en llamar de ese modo la atención en estos momentos, para ella habría sido mas seguro no mencionar esto-

Tras estu susurro al ghoul "buscale un lapiz labial olor melocoton a monsieur Puissegur"

¡Sorry Dire! He estado muy ocupada esta semana, y apenas he podido ir leyendo las novedades en todo lo acumulado. Hoy sólo me ha dado tiempo a actualizar 5 partidas, mañana paso a esta. 

Siento los inconvenientes que haya podido causar! T^T) Mañana Edouard está de vuelta con su trenza larga XD.

- A mí me parecía que se señalaba a monsieur Vandreuil de manera excesiva y conveniente, olvidando que otros habían sido igual o incluso más agresivos que él. Por lo cual opté, se ve que no muy acertadamente, a la señorita D'Órval.-dijo, con tono constrito, antes de escuchar a Yvonne- Una suerte que vuestros huesos sean recios y vuestra piel resistente, Yvonne. Pero me sorprende que digáis abiertamente que quizá no podáis sobrevivir una vez más a tales ataques.

Se llevó una mano al mentón, pensativo- Sí, eso sin duda denota mucho coraje e inconsciencia. Es muy... Peligroso andar diciendo esas cosas, más si uno es inocente, ¿no lo cree?

Asentí a las palabras de Monsieur D'Harcourt. - Cierto. - Suscribí, con la mirada perdida de aquel que habla a todo el que quiera escucharle, incluso a sí mismo. - Ante la actitud de la Primogénita Nosferatu no podemos más que quitarnos el sombrero. Ya sea por su audacia o por su inteligencia. Lástima que no podamos hacerlo en este caso por ambas al tiempo. Queda a criterio de cada cual juzgar si se ha tratado de lo uno o lo otro. - Y con ello creí que estaba ya todo dicho sobre este tema.

Dediqué una mirada intensa a la Marquesa del Este. Irradiaba clase aristocrática, y siempre era agradable comprobar que se mantenían las buenas costumbres. - Es sorprendente comprobar vuestra previsión, Mme. Schelling, así como la calidad de vuestro fondo de armario. Aunque supongo que, vistierais como gustaseis, siempre mejoraría cualquier modelo colocado sobre vos. - Una leve curvatura ascendente de la comisura de mis labios, dio una pincelada de satisfacción a mi rostro.

- Por otra parte... - Miré nuevamente con mi acostumbrada impasibilidad al Marqués de Aquitania. - Me temo que Monsieur De Villeneuve aún espera explicaciones de Monsieur De Morsac. Y los demás, las suyas, Marqués de Marsella.

- Me temo que Monsieur De Villeneuve aún espera explicaciones de Monsieur De Morsac. Y los demás, las suyas, Marqués de Marsella.

En ese momento, M. de Kermorek se da cuenta de que hace un rato que no ve al citado marqués.

- Un momento, alguien zabe dónde ce ha metido el Marqués de Aquitania? Mmmm... qué extraño... ci tuviera que zozpechar de alguien, zozpecharía de quienes ce han aucentado de la zala en un momento tan importante.

Tras darse cuenta de que el marqués de Aquitania no está en la sala, el nerviosismo de M. de Kermorek se hace mucho más patente. Se frota las manos, se mesa el cabello cortado al estilo medieval, y pasea de un lado a otro de la habitación mirando en todas direcciones con expresión preocupada. Es como si estuviera viendo peligros en cada sombra juguetona que proyectan los candelabros del salón.

Un reloj de carrillón marcó las cuatro de la mañana. No faltaba ya mucho para que empezara a amanecer...

Los tacones de Anna resuenan nuevamente en la sala, esta vez acercándose a Monsieur De Kermorek -Por favor mantenga la calma, no tiene por que preocuparnos si otros están o no en la sala- extiende sus manos buscando las del Ventrue y las aprieto con confianza frotando los pulgares en el dorso de sus manos -Monsieur se que le preocupan sus tierras, siempre ha sido un hombre muy receloso de sus dominios y que se siente incomodidad al estar aquí, pero no es el único...venga tome asiento...- le guío con amabilidad nuevamente hasta su asiento, a la espera que tome posición, froto sus hombros tensos -como usted, también llevo noches sin alimentarme, pero no por eso perderé la compostura, nuestros cuerpos son resistentes y sabemos como controlar nuestra sed y claro, siempre podemos beber cuando la situación se torne insoportable-

Acomodo mi cabello tras la oreja y las mangas de mi chaqueta, camino a paso elegante y seguro hasta tomar mi silla nuevamente, sin desviar en el trayecto la mirada de Armand -Un sangre azul siempre debe estar preparado, Querido Armand, para cualquier ocasión, mas si es una mujer, no esperara que torture vuestras vistas con aquella segunda piel dorada...-con un aire seductor le regala una sonrisa a primogénito del clan -gracias por el cumplido- un leve gesto de reverencia realiza inclinando sutilmente la cabeza.

Apoyando la espalda en la silla, froto un poco mi cuello como si algo me molestara, pero lo cierto es que no solo el Marqués de Vannetais estaba tenso por falta de vitae, Anna no acostumbraba pasar mas de una noche sin beber.

-Espero que al pasar el día nuevamente despertemos sin esos supuestos ataques y no falte nadie, visto de que trata esta reunión, creo que no hay mas asunto que discutir mas que el marcharnos a nuestros feudos y continuar con nuestras responsabilidades.-

Alcide había pasado un día estupendo como huésped del Eliseo, y a pesar de que la belleza arquitectónica que encerraban sus aposentos le había robado horas de sueño en su admiración, la comodidad del colchón le había extasiado por completo, regalándole el sueño más placido que jamás había tenido envuelto en Armani. Y aquel descanso se reflejaba en una mirada mucho más amable a la que había vestido la noche anterior.

Al entrar en la sala, recorrió el mismo camino que tantas veces había dibujado la noche anterior antes de tomar asiento, repitiendo sus pisadas como si pudiese verlas como huellas en la arena. Pero, a diferencia de la noche anterior, no volvió sobre ellas con la obsesión del que no sabe ocupar el tiempo con espera; esta vez se ajustó los puños de las mangas, se planchó la solapa izquierda de la americana y acudió a su asiento sin testar cojines ajenos.

Rió para sus adentros con las palabras de Villón, adoraba la idea de verle como el bufón más poderoso que jamás conocería. Había decretado “deliberar”, llevar a los culpables a señalarse a sí mismos, y a la par, entregarles la mejor posición que jamás ocuparían en un juicio: ser parte y juzgador.

- “¡Bendito el día que abandoné Lyon!” – retomó los pensamientos de la noche anterior tras una sonrisa incrédula de esa situación que en un inicio pretendía ser un saludo cordial a ese consejo de sabios ad hoc.

La valentía de las primeras palabras fue de Máximo, valiente pero precavido, como era de esperar en la Primogenitura de los fracasados, “a base de palos aprende la burra” oyó la débil y fina de voz de su abuela en su cabeza recordándole aquel dicho. El Marqués de Lyon asintió hacia el Brujah cuando percibió su mirada en él; un saludo acompañado de un gesto extremadamente refinado de su mano, un gesto que poco desentonaba en su persona pero que él mismo consideraba poco apropiado para su receptor. Y con la burla oculta del día hecha, encontró la calma para escuchar a la avanzadilla sin juzgar sus sandeces, al menos en voz alta o suspiros desaprobatorios bajos.

Alcide guardó silencio y compostura hasta que Yvonne abrió la caja de pandora y de ella se escaparon unas carcajadas más ansiosas por ser oídas que el sentido común de Alcide para reprimirlas.

- En algunas tierras a eso lo llaman Karma, bonita. – se apresuró a justificar su histeria – Aunque creo tan poco esas historias como la tuya. – apretó los labios en una fina línea, ahogando en una caída de ojos hacia sus propias manos demasiadas palabras que se cerebro se había apresurado a censurar. Y con la mirada fija en la nada más allá de su muñeca se perdió en sus propios demonios, completamente apagado como si jamás se hubiese levantado de su sueño.

Las voces y palabras de Delacroix, De Villeneuve y la bella Anna danzaron por su cabeza, archivándose en la carpeta de aquellas cosas no había pronunciado él, y que, por consiguiente, requerirían de un análisis y purga casi seguro para obtener algo de utilidad. Sin embargo, Armand D'Huberto merecía carpeta propia, la merecía en cuanto Primogenitura Ventrue, y la merecía por el respeto que se había ganado a lo largo del tiempo y existencia. Y quizás por esa admiración ciega y debida que sentía por él le dolió verse en desacuerdo en cuanto Yvonne como no le había dolido encontrarse al otro lado de su dedo acusador.

Cerró los ojos medio segundo, retomando la actividad de su cuerpo, y al volver a abrirlos levantó de nuevo la mirada y buscó a Armand con el dolor de un hijo repudiado, y el orgullo de un adolescente bravucón.

- Conozco los chismorreos sobre mi persona. – no hizo más comentarios en cuanto al Praxismo – Como los conocía nuestro Príncipe, con pe mayúscula, - señaló hacia Villon con el pulgar con ánimo de despejar unas dudas probablemente inexistentes- al entregarme Lyon. Puedo asegurar que no he acudido aquí por política. – afiló su sonrisa una vez más y desvió su mirada hacia otro de los presentes.

La exposición de Étiénne reflejó las mismas ideas que la confesión de Yvonne había despertado en él – O tal vez, simplemente haya devorado demasiadas telenovelas de sobremesa y esperaba una refutación enérgica, otra víctima levantándose como Espartaco al grito de “no, yo fui atacado” y con algo menos de intensidad apagado el momento visceral añadiría: “es decir, no es que yo fuera atacado, es que no me consta que tu lo fueras”. – aprovechó el Marqués de Lyon para añadir en un silencio del Marqués del Norte antes de arrugar su nariz en su confesión de racismo. No por el hecho en sí mismo, sino más bien por la sorpresa de que la chusma pudiera permitirse despreciar otros vástagos. Más torció el gesto al observar como D'Huberto tergiversaba las palabras de D'Harcourt para volver a resaltar que Yvonne podría vestir el blanco, la pureza hecha mujer. Absurdo.

La mención del Ventrue a la Marquesa de Oro, ahora tornada nieve, condujo su mirada hacia ella, hacia sus gestos con el Marqués de Vannetais y especialmente hacia su mención a la sed. 

- ¿Acaso la vitae proporcionada por el bueno de Delacroix no es de vuestro agrado? - arqueó una ceja avivando la caldera - ¿O la operación bikini no permite los atracones nocturnos?

El marqués escuchó pacientemente a todos los presentes cómo daban sus declaraciones y escuchó al primogénito de su clan mencionar su nombre. Ante su comentario, enarcó una ceja y fijó su mirada en él con una media sonrisa teñida de ironía - Verá usted, Monsieur. No sé si el hecho de ser de la primogenitura le da facultad de ignorar a otros pero fui yo el primero en exponer sus motivos para el voto. Creo que incluso mi votado prestó atención a ello, aunque puede que no haya sido lo suficientemente claro - tomó la copa de vitae que había sido brindada para él y le dio unas cuantas vueltas para ver la estela carmesí que quedaba por poco tiempo en el vidrio.

- Como dije antes, la hora de llegada no es determinante para el ataque pero he votado a Monsieur Delacroix porque nadie sabe mejor que él lo que sucede en el Eliseo. Sería la coartada perfecta, ¿No lo cree? - levanta la copa hacia D'Huberto y bebe un trago largo mientras guarda silencio una vez más.

Tras mi intervención hablaron unos y otros. Traté de prestar atención, mientras seguir en al búsqueda de mi cacao olor a melocotón. Había algunos de pie, pero esto era una reunión y lo correcto era estar sentado y así estaba yo. Pero llegado el momento me levanté lo justo para quitarme la chaqueta de terciopelo rojo, volver a sentarme y rebuscar en ella. Bolsillos de fuera, nada de cacao. Bolsillos interiores, nada de cacao. ¡Maldición!

De Kermorek tenia ahora una actitud bastante molesta, y así se lo hice saber mientras Anna intenta domar a la fiera.

- Lo entendería si usted fuera un neonato, Monsieur…Pero creo que dista mucho de serlo. Solo son tres días…No creo que tenga tanta hambre que eso le mantenga así de azorado…A menos que haya venido de su Marquesado sin alimentarse…Cosa que sería de lo más descuidada y dudasa…- le miro- Así que compórtese, no creo que sea para que usted se ponga así….Porque llegado el caso que esto se alargue, seguro que la hospitalidad de Villon puede apañar algo…

Desde mi silla miro un momento al suelo. No, nada de mi cacao. Se me debió caer en los aposentos.

- Respecto a lo de Yvonne…Bueno, veo escépticos y votos de confianza. Si se lo está inventando, sin duda es una maniobra audaz. Pero si es cierto, está en su derecho de contarlo y que todos sepamos cuan negra se pone la cosa…Pero ni una cosa ni otra es motivo de risa histérica…- con la últimas palabras miro a Alcide. Decían que si se le había señalado en exceso, pero es que él solito se señalaba y daba que pensar con tanta falta de respeto. - Veo buen humor en exceso para el contexto en que estamos metidos..

Yo desde luego no tenía ganas de reirme. Había perdido el cacao.

D'Harcourt de nuevo guardó silencio, sin poder evitar sonreír ante las palabras de Vandreuil. Al normando le gustaba la gente como él. Desenfadada y para nada cobarde. 

- Sin duda la historia de Yvonne es cuanto menos... Curiosa- añadió,  volviendo a hacer mención a la nosferatu, antes de mirar a Kermorek- Pero, ¿sabe qué es lo que también me parece curioso, monsieur De Vandreuil? -preguntó, más por darle énfasis a sus palabras que por esperar una respuesta- El hecho de que haya quien, perteneciendo a nuestra estirpe, y teniendo nuestras... Peculiaridades dietéticas, haya acudido al Elíseo sin tomar las precauciones adecuadas y sin suplirse apropiadamente de la vitae que en especial debería consumir. -expuso, encogiéndose levemente de hombros.

- No conozco a ningún Ventrue con un mínimo de etiqueta que presente semejantes descuidos. A menos, claro está, que el Hambre no sea sino una excusa para justificar la agitación de la Bestia, que bien podría responder a otros estímulos...- se miró entonces las uñas, distraídamente- ¿Usted qué opina, señor Kermorek?