Partida Rol por web

Julius baja lentamente del tren, observando el paraje y al caballero que ha venido a su encuentro. Después de lo ocurrido en el tren, no puede evitar analizarlos a ambos en busca de cualquier detalle extraño.

Encantado de conocerle, mi nombre el Julius Crown - saluda con una ligera inclinación de cabeza.

Encantado Leonard. Mi nombre es Lutien y como ya te han dicho mis compañeros ya hemos tenido comité de bienvenida. Creíamos que durante el viaje estaríamos seguros, pero ya veo que estaba equivocado.

El paseo de Max por la estación no da con ningún espia de níngun tipo en los alrededores, y pronto vuelve junto a los demás compañeros, que esperan en el carruaje. Es uno de esos de cabina cerrada, por lo que tendreis privacidad durante el viaje, aunque no podreis conversar demasiado con vuestro contacto hasta que llegueis a vuestro destino.

Leonard se queda algo escamado ante lo ocurrido en el viaje, y os comenta:- Ya imaginabamos alguna cosa parecida, pero no pensabamos que os intentarian interceptar tan lejos de la aldea en cuestión... pufff, en esta misión sere vuestro vinculo con los lugareños, si necesitais información de cualquier lugar de aquellos alrededores, preguntadmelo-

Pronto os encontrais en camino, entre los paramos britanicos, excepto algunos cenagales la tierra es bastante productiva, y de vez en cuando se puede ver al solitario campesino disponiendo de sus tierras, pero cuando ya pasais un trecho del mismo se convierte en un camino rodeado de altos bosques, como de los cuentos de hadas, que desgraciadamente no suelen ser tales. Para finalmente llegar a ver vuestro destino el pequeño pueblo donde han ocurrido los terribles hechos que habeis venido a investigar.

Lutien es el primero en bajarse del carruaje. Descarga todo su peso sobre sus talones haciendo saltar hierba y tierra a partes iguales. Después y sin ningún tipo de galantería sigue caminando seguro alejándose unos pasos del carruaje y sin ni siquiera mirar atrás por si la señorita necesita ayuda para bajar.

Confiada bajo del carruaje, sin esperar remilgos caballerescos por parte de Lutien. Ya nos conocemos.

Rrrrr!!

Suena la tela de las estrechas enaguas al rajarse ligeramente.

¡Maldición! -exclamo llegando al suelo con aire disgustado. Debería haberme puesto unas más anchas. Peo es tarde para lamentarse… En mi interior siento como Cordelia se ríe de mí. Ella prefiere la desnudez, lo “natural”. Yo, unos pantalones de monta.

Vuestro viaje a llegado a su fín, y os encontrais en uno de esos pueblos perdidos de la campiña inglesa, rodeado de algunos pantanos, parece que los pueblerinos han decidido ganarle campo a la pantanosa tierra de los alrededores, y aqui y alla, se ven curiosos metodos agricolas consistentes en cegar el agua o plantar otras especies de plantas que faciliten la utilización de cultivos para el hombre. La aldea no estara habitada por más de mil personas, aunque hay algo de bullicio de carros, y se ven personas vestidas como en la gran urbe, sin duda periodistas, policias o metomentodos, dispuestos a sacar algo del misterio de los casos de combustión espontanea que acaecen aquí.

Os han dejado ante las puertas de una posada, que parece haber sido cuidada con bastante mimo por sus propietarios. Leonard os comenta, que os ha alquilado unas habitaciones confortables, durante una semana, después si hay que quedarse más no importara pagar por unos cuantos dias más de estancia hasta que se solucione el asunto. Os indica que hablara con la posadera y llevara vuestros bartulos a las habitaciones, y que lo mejor es que deis un paseo para que reconozcais el terreno.

Creo que tiene usted toda la razón, Leonard -comento distraída-. Puede que alguno de los “curiosos” tenga alguna información interesante…

Arrastro mi maleta un par de metros para acercarla a la entrada de la posada y aguardo a mis compañeros.

Lutien no ayuda a Muriel a cargar con los bártulos. Llega junto a ella esperando a Julius y Arcturus. Levanta su sombrero por la parte de la frente, dejando más despejada su cara y con gesto de alguien que va a empezar a trabajar y no le gusta, dice.

Bueno. Por primera vez voy a dejar el honor de decidir a las señoritas primero. ¿Dónde cree que deberíamos de ir en primer lugar? ¿Al centro del bosque o a los extremos?

Julius baja lentamente del carruaje, observando ese paraje dejado de la mano de Dios. Al principio pensó que se trataría de unos imaginarios descontrolados, pero después de lo que pasó en el tren, estaba claro que eran actos inteligentes. ¿Qué podría interesarle a alguien en este lugar?, ¿y por qué no le importaba llamar tanto la atención para conseguirlo?

- ¿Hay alguna información útil que nos pueda dar acerca de la zona o los lugareños, Leonard? Cualquier cosa puede sernos de ayuda.

-Bueno, algo conozco del pueblo, pues tengo mi casa de verano por estos lares, pero bueno, la verdad podriais pasar por la taberna local, el sitio no es muy grande, y seguro que habra alguien que haya visto algo raro, aunque tengais que entresacarlo entre sus divagaciones etilicas. Tambien podriais ir a la biblioteca, que tienen el archivo local, si hubo alguna vez alguna cosa extraña quizas este relacionada con estas misteriosas muertes. Y bueno siempre podreis hablar con la policia y con el medico local que ha sido el forense en este caso... Más o menos, es como yo empezaria, pero bueno al fin al cabo estoy para ayudaros ¿No?, nos vemos después- Se carga de nuevo unas cuantas maletas y se aleja hacía el hotel, despidiendose con una mano.

Sería fantástico poder hacerse pasar por un pariente lejano de alguna de las víctimas… Así cualquier pregunta, por rara que suene, no parecería tan sospechosa. Y a fin de cuentas encajaría bastante bien con nuestra “tapadera inicial”. Así, el doctor resultaría el inicio más lógico y nadie dudaría de nuestra honestidad. Un hombre sensato y sereno, que nos puede explicar con más detalle en proceso de la convulsión.

¿Qué se sabe de las víctimas, Leonard? ¿Alguno sin familia en el pueblo, que nos pueda venir bien?

¿Pariente lejano? -Max responde a la idea con una amplia sonrisa- astuta artimaña. Me inclino por eso.

Artimaña es la palabra clave. Desde luego hemos descubierto en esta señorita una auténtica arpía. Vayamos a buscar a esa persona sin familia.

Leonard, deja un momento las maletas y se rasca la cabeza pensando:-Ummm había un viejo bastante antipatico a dos calles de aqui, que cayo por ese extraño fenomeno, no tenía familia, y tampoco venía nadie a visitarle. Los otros tienen parientes lejanos, que han venido a sus sepelios, por lo que puede notar sospechas... Veamos el viejo se llama Ronald Mcfly. Bueno... que me lio y no termino nunca, espero que se os de bien la investigación- Y se aleja con las maletas hacía la pequeña posada.

Pues parece que tenemos a Ronald Mcfly como posible víctima para acompañarnos a desvelar cómo mataron a su familia.
¿Están vuesas mercedes conmigo?

Lutien sigue adoptando esos modales impropios de los refinados gustos del siglo XIX.

Desde luego, querido Lutien. -Max debe reconocer que siente simpatía por el divertido inglés.

Deberíamos acudir en seguida. Ronald era un gran hombre, eso es, un gran hombre. De no haberle conocido, nunca me habría casado con su difunta hermana. ¡Oh, linda Betty! Cuánto os echaré de menos. Cuánto te debo, Ronald. 

Su voz se quiebra, y sus ojos se humedecen, pero en vez de echarse a llorar deja escapar un guiño a sus acompañantes.

¿A qué esperamos? Les anima con tono divertido.

Lutien abre la boca y antes de que la llegue a cerrar ya ha empezado a caminar sin importarle la opinión del resto de sus compañeros.

Vuestros pasos van dirigidos hacía la casa del viejo Mcfly, cuando llegais no podeis dejar de reparar en el enorme candado, y las ventanas puestas con maderos, para que no pasen vandalos, el jardín esta descuidado, pero sin duda alguna ya estaba así antes de su muerte.

Mientrás que estais en esta tesitura, una vecina anciana encorvada os mira desde unas lentes muy gruesas, con una sonrisa amable y os pregunta:- ¿Os habeis perdidos jovenes?, la verdad es que este pueblecillo puede ser un pequeño laberinto para los extranjeros-

Max se sonroja ante la palabra "jóvenes" y endereza la espalda todo lo que le permite la costumbre, mientras sonrie a la anciana y le mira a los ojos. Su constitución y ademanes contrastan claramente con los de sus acompañantes, y por alguna razón se siente obligado a permanecer a metro y medio de ambos.

Besa la mano a la mujer y le hace una reverencia, todo con una torpe e insegura elegancia. No, ¿no iba antes la reverencia? Mira fugazmente a los señores trajeados que le siguen, buscando su aprobación. Cuando vuelve el rostro hacia la vieja, se sonroja por segunda vez.

No, creo que no me he perdido. Ronald me lo decía todo muy claro en su última carta. Claro, que la carta es de ya cuatro años antes. -A pesar de su vejez, una afable ingenuidad brilla en sus ojos enfermos, y las palabras fluyen extrañamente, como con una prisa interrumpida por periodos de calmosa meditación y mirada perdida.

De vez en cuando, incluso, parece sorprenderse de estar, de pie, hablando con alguien, pero pronto regresa a su mansa y apacible compostura.

Dijo que viniera cuando quisiera, y... -sus brazos hacen un espasmódico aspaviento hacia los lados- Aquí estoy, charlando con una agradable mujer que... -Susurra para sí mismo- ¿Le conocerá? Bella dama, ¿conoce usted a Ronald McFly?

Por su expresión de estar cagando es obvio que sus modales no están demasiado pulidos. Se sonroja... de nuevo. Baja la cabeza por un instante.

Lutien no se esfuerza en disimular su cara de asco cuando Max besa la mano de la anciana.
Y por primera vez desde que salió con el grupo de aventureros hace acto de presencia una de sus grandes virtudes: su capacidad para pasar totalmente desapercibido. Se oculta en el mismo aire como si fuera una sombra y queda fuera de la conversación entre Max y la anciana, observando en todo momento a su alrededor. Memoriza cada rincón del pueblo y mientras el resto sigan hablando, Lutien graba en su cabeza cada casa, cada rincón, cada tejado, las formas de huir, las formas de matar a un posible perseguidor y todas las triquiñuelas que pasan por su retorcida mente.