Partida Rol por web

– Disculpe, no era mi intención molestarlo.

Me guardo la nota en el bolsillo. Preparándome para acompañarlo donde indique.

Acto seguido te trasladaron a otra sala contigua a la tuya. Las paredes encaladas como las de cualquier vivienda no es que te inspiraran demasiada confianza. Todo estaba limpio y preparado para la atención médica, pero aquel país estaba pasando en aquellos momentos una recesión económica y ello se notaba. Nada que ver con los hospitales de Boston. No obstante te escoltaron hasta la habitación, y dos guardias republicanos te acompañaron. Uno estaba contigo constantemente, en el interior, mientras otro vigilaba la puerta.

Estuviste todo el día y toda la noche, siendo los cuidados médicos bastante correctos. En verdad, tu te sentías como si pudieras escalar una montaña en esos momentos. Pero la recomendación del doctor (aunque fuera verdad lo tuyo) era la de descansar esa noche.

Pasásteis ese día allí encerrados. La comida no era muy buena (nada que ver con el desayuno del pequeño hostal del pueblo) y los guardias ni tan siquiera os miraban. Estuvieron haciendo gestiones todo el día, intentando comprender el suceso y vuestra participacion allí. Poco después de la cena (las horas allí a oscuras prácticamente se os hicieron eternas) una llamada al panel telefónico hizo llegar apresuradamente al guardia al mando en la casa-cuartel. Su rostro, una vez salió tras una charla, era serio. Hablaba con sus subordinados y os miraba de reojo. Estaba claro que se trataba de vosotros. Luke se dió cuenta de esto y esbozó una pequeña sonrisilla.

Sin embargo, esa noche la pasáteis en el calabozo.

* * *

Al día siguiente os levantásteis muy temprano. El banco y el frío suelo habían sido muy reparadores si fuérais una simple tabla plana, pero vuestra espalda lo sufrió. El caso es que observando entre las rejas, volvísteis a ver el frasco que los guardias arrebataron a vuestro agresor, a su cadáver, una vez llegaron a la oficina. Todas las evidencias (esa, y las dos pistolas utilizadas en la refriega) estaban sobre la mesa principal de sala, a modo de pruebas. Acto seguido uno de los guardias se acercó hasta el calabozo y abrió la puerta con una llave. Otro vigilaba tras su espalda. Os dijo que érais libres, y luego masculló alguna perla, seguramente algo así como "vaya par de <>" o algo así...: aquella llamada había tenido efecto.

Acto seguido, comprendísteis, aunque con casi ninguna explicación, que os iban a llevar hasta donde estaba vuestro compañero herido. Un guardia os escoltaría: él, que también estaba en calidad de detenido, sería también liberado.

Al día siguiente Arthur se levantó bastante recuperado. Notaba sus puntos bastante prietos, y ciertamente gozaba de flexibilidad en su cuerpo que no le implicaba un despunte de los mismos (la superficialidad de la herida era por fortuna bastante evidente). La enfermera entró para realizarle la última cura de la noche (la tercera). En esos momentos, entraron por la puerta dos tipos que le resultaba familiares: Luke y Richard. Tras ellos entró otro guardia que los acompañaban.

Ellos dos habían sido conducidos a pie desde la otra punta del pueblo, casi en una de las entradas de Pisco. Habían llegado en un coche policial con bocinas. Habían aparcado enfrente del centro médico (una casucha alta de tres al cuarto, pero rehabilitada para estos menesteres) y habían sido conducidos a la habitación del académico de Historia precolombina. Fue entonces cuando, nada más verse, una segunda visita irrumpió en la sala. El hombre, con bata blanca, se sorprendió.

Vaya... -dijo, aunque los dos nuevos invitados no le comprendieron muy bien-. Veo que tienes visita Arthur... -le dijo al herido-. Vengo a firmar el alta... Déjame ver esa herida.

Entonces le levantó las ropas mientras seguía tumbado y le vió la herida cosida a la altura de la cadera.

Pinta bien, y los puntos se te caerán pronto. Intenta no hacer muchos esfuerzos -le dijo-.

Me levanté dolorido del suelo. No llegué ni a tumbarme, me senté y me recosté en los barrotes de la celda. No tenía intención alguna de usar el catre allí dispuesto y, cuanto menos me acercase a las mugrientas y oscuras paredes, y menos rozase el suelo, más feliz sería. El tiempo allí encerrados fue duro y lo pasamos en silencio. Yo había perdido todo el entusiasmo y sólo quería salir de allí cuanto antes.

Sullivan no lo llevaba mucho mejor que yo, aunque de alguna manera, el estaba más tranquilo pues sabía que alguien nos sacaría de allí. Y así fue, nos dejaron ir, llevándonos junto con Arthur a lo que parecía ser su hospital.

Namur! ¿Cómo estas? exclamé nada más verle. A nosotros no nos preguntes.. viendo como has salido las cosas, tu has sido el más afortunado de los tres. Le sonreí y escuché una voz detrás mía, la cual no era la de Luke. Me giré y le dí los buenos días al hombre que acababa de entrar, el cual hablaba bastante bien nuestro idioma, dejándole el espacio para que tratase a Arthur.

El cambio que ha habido en el comportamiento de Richard me deja preocupado. ¿Donde han ido a parar su jovialidad y entusiasmo?

Puede que se la explicación a la extrema prudencia del doctor ante mi petición. Busque las palabras para que no pudiera ser considerada como algo delictivo por si uno de los policías o soldados estaba escuchando.

Cuando estaba a punto de contestar veo entrar al doctor y vocalizo con cuidado para que entienda todo lo que hablamos. – Mira justo ahora me dan el alta y seguramente volveremos a estar juntos. Una buena faena doctor, si me diera su tarjeta cuando vuelva a la Universidad de Boston la apuntaremos por si enviá alguna expedición por aquí para recibir asistencia sanitaria.

Al doctor, que salía ya por la puerta, no parecía interesarle mucho aquello que decía Arthur. El caso es que os dejaron solos, guardias de Pisco incluidos, pues ya no estábais detenidos. Algún tipo de gestión "muy gorda" hubo de hacer Luke la noche anterior con el teléfono de la comisaría en la mano para que vuestra situación cambiara totalmente. Cuando Arthur se hubo vestido, os devolvieron vuestras pertenencias (incluyendo la pistola a Luke, toda ella empaquetada) salísteis de aquella casa que hacía las veces de hospital.

PNJOTIZADO.

Ya era hora -mirando su pistola dentro del paquete-... Anoche dormí poco y mal... me siento...raro -aún había tensión en vuestra cabeza, básicamente por lo del atraco y la muerte de aquel hombre, aunque hubiera sido en defensa propia-.

Será mejor que tengan cuidado -dijo un guardia a Arthur en la puerta del centro médico-. Muchos extranjeros llegan de buenas y son presa fácil para moradores de la selva, proscritos, e incluso los simples ladrones de por aquí. Y vosotros sois tres. Vigilen por donde pisen -no era una advertencia en lo más mínimo, sino un sabio consejo del joven policía-.

Yo tampoco me encuentro muy bien. Necesitaría un buen baño y dormir en una cama para volver a recuperarme... pero debemos ir a la oficina de correos de nuevo, los papeles, quedaron por allí tirados. Debemos recuperarlos antes de que los destruyan o se pierdan... se me leía perfectamente en el rostro el cansancio y el malestar general que tenía.

Luego podremos relajarnos un poco... al menos mientras vemos el contenido de los documentos. comenté a modo de sugerencia a mis compañeros. Arthur, si ves que necesitas descansar, te dejamos en el hotel antes de ir a por los papeles, creo recordar que nos pillaba a mitad de camino.

Después de caminar unos primeros metros con cuidado por si noto alguna molestia poco a poco recupero un ritmo prácticamente normal.

De pronto me doy cuenta de que mis compañeros me estaban hablando y no se si hay cosas que no me he enterado.

Me extraña lo que me dice Richard de los papeles. – Richard, me pareció ver que los colocabas en tu mochila. ¿Puede ser que sea cosas de la herida que tenga confusas las cosas?

– Luego volvemos al hotel y después de comer decidimos que hacemos, ¿si os parecé bien? Yo de momento me encuentro bien.

Arthur declinó la oferta. Prefería volver a la oficina con sus compañeros y preguntar por aquellos documentos. Tras vestirse el historiador, los tres salísteis a la calle, en Pisco. Un guardia os saludó por última vez y os indicó el camino hacia la oficina. Paseando por una calle alargada pasásteis junto a vuestro pequeño hostal, y luego anduvísteis hasta la oficina. Poco a poco os conocíais la localidad.

Una vez dentro de la oficina, vieron que entraban y salían algunas personas. También apreciaron a Lusiano, el tipo que le dió tinta y sobre a Arthur. Al verlos, tragó saliva. Algo se rumoreaba acerca de vuestra salida de la cárcel. Al ver a Luke (al cual había visto matar a aquel tipo tras el mostrador) empezó a sudar. ¿qué querrían aquellos tres? ¿enviar finalmente una carta?

Caminamos por aquellas calles. El calor comenzaba a apretar, algo que, junto a mi malestar general, no me ayudaba nada. A  pesar de estar libres y por lo que se veía, sin cargos, me pesaba más el malcuerpo que la alegría. Miré la entrada del hostal según pasamos por delante. ¡Cómo me tentaba entrar y pedir un baño! Pero continué con mis compañeros la marcha, en silencio. Una vez llegamos a la oficina de correos, entré junto a Luke y Arthur y miré hacia la zona de taquillas.

Como era de esperar, los papeles ya habían sido recogidos. Ahora sólo quedaba averiguar que habían hecho con ellos. Miré hacia el mostrador, el tipo de la oficina de correos nos reconoció sin duda alguna. Juraría que se ha puesto blanco. le dije a mis compañeros señalando hacia el hombre con la cabeza. Voy a intentar entenderme con él...

Me acerqué al mostrador, me costaba hasta sonreir, ¡a mi! Pero pude hacerlo. Saludé al hombre con la mano y le ví como sudaba y miraba de reojo a mis compañeros. Dejé mis manos sobre el mostrador, donde las viese. Yo me señalé a mi mismo, ayer... hice un gesto con las manos como señalando hacia atrás aquí. Señalé el lugar mientras miraba al encargado para ver si se estaba enterando o no.

Yo... allí. Me señalé y señalé las taquillas después, haciendo un gesto con la mano como si abriese una cerradura con una llave y abriese una de las taquillas añadí abrir taquilla y cogí papeles. incluyendo un gesto que simulaba agarrar algo y luego le señalé un montón de papeles. Hice una pausa y señalé los papeles de nuevo y haciendo un gesto como si los tirase por el aire le dije. Papeles caer suelo... allí.. señalé la zona donde quedaron tirados. Papeles. ¿Donde? Señalé los papeles y me encogí de hombros.

Miré al hombre tratando de mantener la sonrisa, esperando su respuesta.

El tipo asentía. Lusiano, que así seguía figurando su nombre cerca del bolsillo de su pecho en su prenda de trabajo, comprendió perfectamente lo que Richard quería decirle. Se agachó un instante (sin dejar de mirar a Luke con cierta reticencia) y acto seguida sacó de debajo el mostrador una llave: era la llave de Richard (la que os entregó el doctor Walter). El empleado sabía que Castle se refería a ella, y se la entregó.

Papeles..., documentos... -señaló luego-: en el buzón.

Efectivamente, os girásteis, y el buzón se encontraba cerrado. Según parecía, lo más probable era que los empleados habían vuelto a introducir los documentos extraidos en su caja correspondiente.

Cogí la llave, dándole las gracias al hombre. Me giré con la llave en la mano y la señalé sonriendo, en mis ojos se podía volver a ver ese brillo de niño travieso encenderse de nuevo. La tengo iiiiihhhhhh! Dí un gritito por la emoción y salí corriendo hacia las taquillas.

Veamos... cual era... no.. no... decía mientras las iba señalando. ¿Era la 68? Y te debo una!!! se giró hacia Luke y Arthur riendo como un niño. Es broma, la recuerdo muy bien!

Introduje la llave en la taquilla correspondiente abriéndola y cogiendo su contenido.

Espero expectante a que Richard compruebe si son los papeles que buscamos.

No puedo dejar de echar miradas vigilantes a la entrada del público y la de los empleados.

Cuando vuelva a casa pasare por la comisaria de mi distrito para saber que documentación necesito para una licencia de armas que me permita llevarlas en el extranjero.

Efectivamente, Richard llegó hasta el buzón que el día anterior había conseguido abrir, extrayendo de allí los documentos. Los empleados los habían vuelto a introducir allí. La policía no había relacionado los tales con el asunto de los disparos (por creer que fue una refriega local o por la llamada de Luke y vuestra liberación...). El caso es que Richard comprobó que nada había desparecido (al menos parecían estar todos los papeles como en el día anterior).

Arthur, por su parte, seguía un poco irascible tras volver al lugar en que pudo morir (cosa normal) y al igual que Luke, parecía desconfiar de todo y todos.

Miré a Sullivan. Si yo me encontraba asi, el no debia estar mucho mejor. Creo que lo mejor que podemos hacer, es regresar al hotel. Yo al menos necesito un buen baño relajante y unas horas de sueño.. Aunque esas las puedo posponer. Y tu Arthur, deberías descansar un poco tambien, asi pues... Os propongo regresar al hotel, relajarnos una hora o dos allí y luego reunirnos en el comedor o en una de las habitaciones para repasar todos estos papeles... Quizas nos indiquen donde fue su dueño. sugerí a mis colegas.