Partida Rol por web

Me relajo visiblemente cuando Richard confirma que son los documentos que vio ayer.

– Sí buena idea, vamos y según los horarios de las comidas así hacemos la reunión o en una sala después de la comida o en su habitación mientras hacemos tiempo para bajar al comedor.

Una vez recogidos los papeles, firmásteis el correspondiente protocolo. Cuando una caja quedaba vacía, o se comenzaba a usar, había que registrar una firma simbólica de actividad. Tras "echar" un garabato, pusísteis rumbo al pequeño hotelito. Tras cruzar el paseo marítimo de Pisco, os internásteis en el hotel. Seguramente el recepcionista, que manejaba más o menos vuestro idioma, se percató de lo ocurrido el día anterior (y seguramente de quiénes eran los protagonistas). No obstante, evitó pronunciarse y preguntaros. A media mañana, Richard, Arthur y Luke os recogísteis en vuestra habitación y tomásteis un baño, y descansásteis. No había siquiera ganas de comer antes que unas horas de sueño reparador...

Tras unas horas de descanso, fuísteis al salón principal. Allí os acomodásteis con algun que otro cliente, y degustásteis de nuevo unas especies de empanadas como las del día anterior, pero con otro contenido. Lo más probable es que lo mejor de esa pequeña aldea llamada Pisco fueran aquellos desayunos y comidas. Tras volver a vuestra habitación, parecía el momento de leer el contenido de aquellos documentos. Cerrando bien la puerta, ello os llevó un tiempo.

Tras acomodaros encima de las propias camas, abrísteis la carpeta principal. Se trataba de una carpeta amarillenta con algunas hojas escritas en puño y letra (seguramente del propio John McCurly), en las cuáles se hablaba de las siguientes cosas:

Algunas hojas relataban de hace más de veinte años, cuando varios refugiados del Imperio Alemán, mandos importantes de la Primera Guerra Mundial (las hojas no lo especifican) recalaron en Sudamérica después de su derrota, llegando hasta Cuzco. A partir de aquí, se refería a una relación entre ellos y algo llamado el “cóndor de jade” (no se detalla que es el cóndor). En otras hojas se detallan descripciones sobre la selva amazónica peruana al norte de Cuzco, y las sospechas de McCurly acerca del paso de los militares por esa zona... En la última se apunta la localización de la tienda de un anticuario llamada “Antigüedades Thompson” en la ciudad de Cuzco. Entre todas estas anotaciones y descripciones (que rondaban los treinta folios aproximadamente), cabía destacar un nombre que aparece con un signo de interrogación en varias de las hojas del geógrafo, escrito por todas partes: “Mallku”.

Hacía tiempo que no disfrutaba de un baño como en esta ocasión. Tener que pasarlo mal unas horas para poder apreciar estas pequeñas cosas de la vida. Pensé mientras me sumergía en el agua. Lo que no recordaba era que un baño relajaba tanto... así pues, al salir del mismo, me retiré a mi habitación y caí rendido en la cama.

No se cuanto tiempo dormí, pero recuerdo que me despertó Sullivan aporreando la puerta de la habitación. Me vestí y me apresuré para reunirme con mis compañeros en el comedor. Después de comer, regresamos a las habitaciones para comprobar los documentos obtenidos.

Creo que comí demasiado. Les indiqué a mis colegas mientras me dejaba caer hacia atrás en la cama. Y ahora el sueño me come a mi... reí. Lo cierto es que en cualquier momento me quedaría dormido.

Una vez reunidos examinamos los documentos y parece que el profesor McCurly encontró algún grupo o asociación de militares del antiguo Reich alemán.

Indudablemente era a lo que dedicaba su tiempo aunque deben haber otras anotaciones de a que se dedicaban o alguna cosa mas concreta. Porque el que tras convertirse la Alemania del II Reich en la República de Weimar no se sintieran a gusto y quisieran emigrar en si no resulta extraño.

Hay alguna cosa mas, ese nombre no me parece alemán ni sudamericano aunque no puedo asegurarlo.

Mirando a mis compañeros. – ¿Vosotros sabéis de que país debe ser alguien llamado Mallku?

Ambos se pusieron a mirar los papeles mientras yo disfrutaba de un momento más de relajación mental. Si comentais las cosas interesantes en voz alta, podré pensar con vosotros mientras se me baja un poco la comida. Les indiqué mientras ponía mis manos en la nuca y miraba al techo... notando como se iba haciendo más borroso por momentos... como las voces de mis camaradas se iban apagando poco a poco. En mi mente se mezclaron palabra sueltas... "alemanes... Cuzco.. condor de jade... selva.. amazonas.."

¿¡Amazonas!? me incorporé dando un respingo en la cama, sobresaltado. Mis  ojos se abrian como platos y comenzaban a brillar mientras una enorme sonrisa aparecían en mi cara. ¿Dónde? ¿Cuantas? comencé a rebuscar y mirar entre los papeles mientras preguntaba por ellas. No me mireis así, es el sueño de todo hombre... les dije sin apartar los ojos de los papeles. Mujeres independientes, guerreras... que sólo quieren y mantienen al hombre para satisfacer su necesidad de procrear... Sin líos... ni ataduras... cogí uno de los papeles y lo miré Aquí! Sí! Amazonas! leí en voz alta. Veamos que pone exactamente... bla bla bla... siguiendo el curso del río Amazonas... qué? miré a mis compañeros. Oh vamos! Realmente se refiere al río? Rayos!!!  agaché la cabeza... Adios a mi sueño... continué leyendo el papel para mi, hasta que Arthur preguntó por "Mallku".

Déjame pensar.. quizás cuando estudié en la universidad....  mientras pensaba iba mirando las hojas una a una, buscando algo que me hiciese recordar.

PNJOTIZADO.

Ni idea de ese nombre... ¡me suena a algún tipo de comida en este sitio...! Buff, ese tipo que me cargué... me preocupa más... ¿tendría que ver con todo ésto, con este viaje? -miraba el paquete en el que la policía me había envuelto la pistola y me la había entregado, como si fuera un regalo de bienvenida-.

Richard Castle estaba ahora más excitado que en minutos atrás. El hambre para él había sucumbido, pero el sueño, al parecer y de momento, también. Tenían ante sí una retahila de ideas y pistas por las que seguir investigando la misteriosa desaparición de John McCurly. Arthur se había centrado en la palabra que aparecía escrita por doquier en aquellos papeles. Efectivamente, el nombre no le suscitó nada demasiado concreto: tan sólo que ese nombre no podía ser, al menos Europeo. Por su parte, Richard apuntó algo más (recordando sus estudios previos): aquel nombre podría tener relación (no lo pudo asegurar) con algún pueblo precolombino, concretamente, algún pueblo dentro del grandísimo imperio inca del Tahuantinsuyu...

Castle siguió buscando en los papeles, pero no encontró ninguna información añadida.

Nunca se me dió bien la historia de los incas y los mayas... debido a esos nombres tan.... sencillos que les ponían a sus dioses, pero podría ser inca perfectamente. No encuentro mucho más de interés, quizás repasándolos luego más despacio.

Dejé los papeles y me levanté de la cama, estirándome un poco los hombros y la espalda. Me acerqué a la ventana y miré por ella las calles de Pisco. También menciona Cuzco.... pero si su viaje terminó aquí, quizás ir hasta allí sólo sea una pérdida de tiempo. Continué mirando por aquella ventana, el paisaje del fondo, la gente y sus calles.

¿No había un anticuario aquí? Quizás él si sepa algo sobre Mallku... o sobre el señor John McCurly. Si estaba investigando algo en esta zona, podría haber ido a consultarle algo. 

Me volví hacia mis compañeros. En cuanto al loco ese de la oficina... Si quería dinero creo que se equivocó de lugar, salvo que no tengan banco aqui.. Me quedé pensativo un momento, me giré hacia la ventana nuevamente. ¿Qué fue lo que hizo el tipo según entró en la oficina? Recuerdo girarme con los papeles y verle allí, con el arma en la mano, apuntando a Arthur... y el disparo. Luego, ¿vino a por mi?

Volví a girarme hacia Arthur y Sullivan. Y abrió fuego.... si hubiese querido robar en las oficinas... no nos hubiese disparado a nosotros, ¿no? les miré a ambos, esperando que me dijesen que estaba fantaseando o algo así. ¿Qué sentido tendría que nos quisieran ver muertos...?

Se nota que Richard es escritor con cuatro piezas es capaz de colocarlas en el orden mas coherente para que encajen perfectamente.

Asintiendo con la cabeza. – Sería una buena opción el anticuario, siempre podemos hacer referencia a que lo leímos en un articulo de un diario local. Posible pero difícilmente comprobable.

Del atacante aun suerte que no se aseguro de matarnos a uno de los tres a quemarropa antes de disparar a los otros dos.

– Sobre aquel tipo se me ocurren dos cosas. O alguien le encargo que nos eliminara o, – señalando la carpeta, – estaba vigilando quien la sacara por si el profesor John McCurly la había escondido allí.

Mirando a mis compañeros. – Si pudieron actuar en Boston mucho mas eficaces lo serán aquí.

PNJOTIZADO.

Raro es... ¿qué habrían querido de nosotros? -preguntó Luke-. El policía habló del robo a extranjeros, pero no creo que haya tanta criminalidad en un pueblo tan pequeño... Nosé -recordaba cuando apretó el gatillo-. Como bien dices, Richard, la oficina de correos no era el mejor sitio para conseguir dinero...

Luego escuché las palabras de Arthur.

Mmmm... ¿Nos atacarían por esos papeles? ¿Y qué diantres hemos encontrado? -como retóricamente, y algo ofuscado-: Nada... -se respondió a sí mismo y a los demás-, más flecos sueltos, más dudas... ¿Cuál es el siguiente paso, señores? Quiero largarme de este país cuanto antes...

Creo que deberíamos ir a preguntar al anticuario ese... me quedé pensativo un rato, mirando los papeles tirados sobre la cama. Pero si ese tipo casi nos mata por esto... dije señalando los documentos. debemos asegurarnos de que, sea quien sea que los esté buscando... los encuentre. Miré a mis compañeros, sonriente y orgulloso, mi mirada brillaba y mi gesto se volvía travieso.

Haré unas copias de las hojas. Cambiaré nombres y fechas, falseando datos y las dejaremos más o menos a la vista. Las originales las puedo llevar en mi mochila, puedo romper el forro interior y dejarlas ocultas en ella. Si alguien viene a buscarlas mientras no estamos... se llevará las falsas... dándonos más tiempo... o enfadándoles más.... Sea como sea, lo que no vendrán a hacer esta vez, es a matarnos de manera tan directa. Mire el paquetito donde habían metido el arma de Sullivan. Luke, ya que estamos en peligro... creo que sería buena idea que sacases el arma de ahí... por si... ya sabes...

Me encaminé hacia mi mochila. En ella llevaba papel, pluma y tinta para escribir mis notas, serviría para aquello. Saqué mi cámara de fotos y entonces caí... ¡Eh! reí... Le saqué un par de fotos al tipo ese. ¿No llevaba una marca en la cara?

PNJOTIZADO.

Sí, será lo mejor... -respondió el piloto-. No quiero que nos sorprenda nadie más... Ahora es cuando quiero llegar al fondo de este asunto, pues no me quiero ir sin ese amigo del doctor Emerald y con más dudas de esta historia sobre nuestros hombros. Entonces abrió el paquete, comprobó el cargador y tras apretarlo y encajarlo en la pistola, se la guardó en el pantalón, en su parte trasera.

Si, llevaba una marca en la frente... Menudo tipo...

En un primer momento miro desconcertado a Richard. Lo que dice contradice su exprecion maliciosa.

Finalmente entiendo lo que quiere hacer. Al volver a Boston tengo que comprarme alguno de sus libros indudablemente estarán bien.

– Creo que es una gran idea la de falsificar los documentos. No me gustaría estar en la piel de quien hubiera sido felicitado por recuperarlos cuando lo descubran.

Mirando a mis compañeros. – Esperemos que haya bastantes cosas o por lo menos dos pasillos para disimular que los hemos dejado para examinar las antigüedades y los hemos perdido de vista.

Cuando mencionan el arma no puedo mas que experimentar una cosa que desde que acabo la Gran Guerra no me había pasado, el echar de menos las que estuve usando y teniendo acceso durante aquellos años.

Estando en vuestra habitación, no le fue difícil a Richard conseguir papel y pluma. Tal vez no consiguiera la letra perfecta del tal John McCurly, pero al menos era casi ilegible... lo que permitía copiar con más facilidad. Tras un par de horas copiando todo, Castle dejó todo encima de la mesa de vuestro cuarto, como quien deja sin pensar ahí algo*. El caso es que salísteis del hotel, y era ya media tarde. Para guardar más la prudencia, evitásteis comentar a dónde salíais al recepcionista del pequeño hotel. Tras un rato caminando por las calles de Pisco, encontrásteis un pequeño establecimiento donde os habían comentado que estaba el anticuario. Una vez llegásteis allí (no estaba muy lejos de los muelles), comprobásteis que aquel negocio había cerrado. Era una casa de una única entrada, al estilo colonial (como todo lo demás, vaya). Estaba clausurado a cal y canto. Si alguna vez habría allí algun tipo de tienda de antigüedades, no quedaría nada en su interior. Sobre la puerta quedaban los restos de lo que sería su rótulo, pero no ponía ya nada.

Yyyyy.... Ya está! dije tras acabar con la última hoja. No me digais que no quedó bien... Ni el mismísimo McCurly sería capaz de decir que no lo escribió él mismo! levanté la última hoja y se la mostre a mis compañeros sonteniendo la original en una mano y la copia en la otra.
Dejé los papelotes falsos sobre la mesa, como si acabasemos de leerlos y nos fuésemos a dar una vuelta para despejarnos. Cogí los originales y los metí en mi mochila, tras abrir el forro y asegurarme de que quedaban bien camuflados en su interior, metí mis cosas dentro y cargué con ella. Que sepais que si logramos reunir material para revelar las fotografías de la cámara, podremos ver la imagen que llevaba el tipo aquel en la frente.... quizás nos de otra pista. Cuando querais podemos irnos. Concluí acercándome a la puerta de la habitación, listo para salir.

El paseo me sentará bien. Tengo muy cargada la vista de tanto leer. Comenté antes de salir del hostal rumbo a la tienda. Comencé a caminar por las calles, esta vez disfrutando un poco más de sus edificios y sus gentes, cosa que en mis caminatas previas, no pude hacer.

Me hizo especialmente gracia el ver a un grupo de chiquillos de no más de 10 años corriendo detrás de un cerdito que se ve que se les había escapado. El animal corría asustado por las calles evitando a la gente y los niños iban tras él, gritándole a saber que... Eso es algo que no veremos muchas mas veces, al menos en nuestras ciudades. reí igual que aquellos crios...

No se exactamente que fue, si mi tono de voz, el comentario en sí o mi sonrisa encantado por la situación lo que atrajo a aquel animal a correr hacia nosotros, concretamente hacia mí... cosa que realmente no me importaba, pero temía al grupo de chavales que venían tras él descontrolados. Mi primera idea fue tratar de cogerle, pero opté por apartarme del camino del animal y no estropearle la carrera, ni a él ni a los chicos. Tras el pequeño incidente, el cual se quedó en nada, llegamos a los muelles y al lugar donde estaba el anticuario.

Ya me extrañaba a mi que, en un lugar como este hubiese una tienda de antiguedades.... Aunque me sorprende que una vez la hubiese. Dije mientras miraba la fachada del edificio. ¿Que opciones nos quedan? ¿Viajar a Cuzco quizás...? Seguro que allí encuentro con más facilidad material para revelar las fotografías y quizás averiguar algo más allí sobre todo este lío. Me giré hacia mis compañeros. ¿Vamos a ver que transporte tenemos disponible para ir allí antes de ir al hotel a por el resto de nuestras cosas?

PNJOTIZADO.

Esto está vacío, si... -respondí a Luke mientras empujé con mis manos la puerta del anticuario, por si cedía (pero no)-. Quizá en Cuzco podamos tirar del hilo, no sé. No se me ocurre otra opción. Al menos, las condiciones serán mejores que este pueblo de m....

Vayamos en busca de unos billetes y horarios y salgamos de aquí cuanto antes. Le dí una palmada fuerte en la espalda a Sullivan. Y anímate, pronto estaremos lejos de aquí y espero que no tengamos que volver. Y por cierto, gracias por sacarnos de aquel agujero apestoso... y librarnos de aquel loco.

De pronto mi cara se iluminó y me alejé unos pasos de Luke. Oh! Si! Que grandiosa idea! Miraba a Luke igual que un niño un escaparate de una pastelería. Serás el heroe de mi próximo libro, siiiii! le dije entusiasmado. Por supuesto.... compartirás sitio junto a Mal Reynols, pero... te aseguro que te subiré a lo más alto! dije mirando hacia el cielo mientras alzaba mis brazos hacía arriba. En ese instante pude ver como una gaviota aligeraba su carga interna y una bola blanca se dirigía hacia mi. Por fortuna, cayó delante mío, a escasos centímetros de mis zapatos. Respiré aliviado y miré a mis compañeros. ¿Buscamos como salir de esta ciudad o esperamos que nos bombardeen más gaviotas?

Mira que cuando llegamos me pareció que Pisco podría ser una buena base para expediciones de la Universidad en aquesta zona pero cada vez estoy mas convencido de que fue una impresión errónea.

El incidente con los niños parece que me prepara para el descubrimiento de que la tienda ya no existe.

– Creo que tendremos que volver pero a veces para dar un paso adelante hay que retroceder dos. Volvamos a Cuzco.