Hace apenas dos años, Goldenmare era un reino próspero como pocos. Sus campos dorados se extendían más allá de donde alcanzaba la vista, sus puertos bullían de vida al recibir diariamente a miles de viajeros y comerciantes de tierras lejanas, y las arcas del Emperador rebosaban tanto que no bastaban los dedos de ambas manos para enumerar las fastuosas celebraciones y banquetes que ofrecía a lo largo del año.
Pero todo cambió con una chispa de rebelión dentro de la nobleza. Lo que comenzó siendo un murmullo en las tabernas, acabó confirmándose cuando las casas más influyentes del reino se atrincheraron a las afueras de la morada del Emperador, exigiéndole que renunciara a su título de «ungido por los Dioses». La propuesta, radical y desafiante, pretendía reemplazar la monarquía hereditaria por un Directorio compuesto por nobles, quienes asumirían el control total del poder ejecutivo, legislativo y judicial, manteniendo intacto el sistema feudal. Este evento, conocido como la «Rebelión Azul», debe su nombre a la creencia popular de que la nobleza poseía sangre pura, un símbolo de su superioridad.
La Rebelión Azul desató una cruenta guerra civil, que dividió al reino y marcó el comienzo de un largo y sangriento conflicto. Las casas más poderosas se dedicaron a reclutar y entrenar voluntarios, mientras el Emperador hacía lo mismo. La diferencia radicaba en que, si resultaba victorioso, el Emperador tenía la intención de repartir los ducados y los territorios de sus opositores, consolidando aún más su dominio sobre el reino.
Durante los siguientes años, en lugar de festivales, las calles fueron escenario de violentos enfrentamientos, con decenas de muertos apilados en cada rincón. La criminalidad se disparó a niveles alarmantes: robos, asaltos sexuales y contrabando proliferaron como nunca antes. Al caer la noche, nadie se sentía seguro, ni siquiera en sus propios hogares.
La situación, lejos de mejorar, empeoró drásticamente cuando el Emperador, en un desesperado intento por asegurar su victoria, autorizó el uso de magia oscura en sus filas. La guerra dejó de ser solo un choque de espadas y pólvora; fuerzas oscuras, capaces de corromper y enloquecer al más recto de los caballeros, se desataron en el campo de batalla.
Hoy, Goldenmare es una triste sombra de lo que una vez fue. Con el Estado colapsado y el Emperador aún resistiendo, gran parte de la población huyó a asentamientos vecinos o murió luchando por una cama y un techo. Esta crisis afecta a la totalidad del reino; en consecuencia, escasean la comida, el agua y el trabajo. La gente está volviendo al trueque como forma de intercambio de bienes, y en las calles prima la supervivencia del más fuerte.
Comandada por el Emperador Jean-Luc de Goldenmare II, esta facción busca mantener el statu quo en el reino. Al iniciarse la guerra civil, el Emperador utilizó su vasta influencia para forjar alianzas con nobles ansiosos por ascender en la jerarquía social. Les prometió que, al lograr la victoria, reemplazarían a los artífices de la Rebelión Azul, convirtiéndose en los nuevos duques. Aunque han transcurrido ya dos años desde el día cero, aún conserva el respeto de esos hombres y mujeres. Se rumorea que no solo emplea el dinero de las arcas para contentarlos, sino que también satisface sus más morbosos deseos mediante el uso de la otrora prohibida magia oscura.
Hijo de Jean-Luc de Goldenmare I, el Emperador cumplirá cincuenta y cinco años este año. Coronado a los quince, lleva ya cuarenta años en el trono sin intención de cederlo, pues no se conocen herederos legítimos ni ha contraído matrimonio. Esta falta de responsabilidad ha llevado a sus vasallos a organizar una revolución con el objetivo de forzar al Emperador a abdicar, tanto de su cargo como de su carácter divino.
En la actualidad, los Elegidos controlan la mayor parte de los barrios de Goldenmare. Su fuerza está compuesta por:
- 150 soldados rasos,
- 200 arqueros,
- 50 operadores de máquinas de asedio y cañones, y
- entre 20 y 30 mercenarios practicantes de brujería provenientes de tierras salvajes más allá del reino.
Iniciativa revolucionaria surgida en las más altas esferas de Goldenmare, liderada por el duque Philippe Montclair. Cansado de las reiteradas faltas a sus obligaciones por parte del Emperador, Montclair ideó una nueva forma de gobierno en la que se conservaría el feudalismo, pero las decisiones del reino serían tomadas colectivamente por las familias nobles mediante un sistema de votación. En este sistema, el voto de un duque tendría un valor de cuatro, el de un marqués tres, el de un conde dos y, finalmente, el de un vizconde uno.
Además, Montclair propuso revocar el carácter divino del Emperador, trasladarlo a la catedral como figura simbólica y convertir el palacio en la sede de un organismo llamado Directorio. Este consejo reuniría a los representantes todos los sábados para debatir las inquietudes del reino y buscar soluciones a los problemas de la ciudad.
Las ideas de Philippe fueron recibidas con resistencia. Sin embargo, al poco tiempo, aquellos ansiosos de arrebatarle el poder al Emperador comenzaron a interesarse. Entre ellos destacaban la duquesa Charlotte Solterre y el duque Armand Feuville, quienes combinados aportarían 100 hombres a la causa. Además, la señora Solterre contaba con veinte marineros experimentados en la piratería, un recurso invaluable para operaciones navales y tácticas no convencionales.
En escasos meses, a la tríada inicial se sumaron el duque Gaspard Lumière, el duque Évrard de Mistwood III, y la duquesa Isabeau Rosenoire, acompañada de su hermana Chantal la Bastarda. Juntos, añadieron otras 200 almas a la rebelión.
Lamentablemente, en la actualidad aún no han logrado avances significativos y se encuentran relegados al puerto, la plaza del mercado y la puerta principal.
Desde el inicio de la guerra civil, tanto un bando como el otro reclutaron voluntarios para morir bajo los ideales de aquellos que llevaban años estableciendo los códigos morales y la suma de los impuestos. Muchos fueron seducidos por la fama, el dinero y la promesa de que las cosas mejorarían, pero tras dos años apilando cadáveres, la idea de que todo aquello era en vano empezó a expandirse en el consciente colectivo.
Esta chispa de disconformidad desembocó en una tercera corriente filosófica, una en la cual la nobleza no existía y el gobernante sería escogido entre aquellos acostumbrados al sol en la nuca y los callos en las manos. Los idealistas comenzaron a repartir panfletos y a vociferar opiniones incendiarias contra las familias que disputaban el control de Goldenmare.
Tales pensadores habrían sido ejecutados en tiempos de paz; sin embargo, el descontrol social permitió que sus ideas calaran profundo entre comerciantes, artesanos, obreros, jornaleros, académicos y gente común de sangre roja. Así nacieron Los Marginados, cuya estructura descentralizada dio paso a diversas milicias autoconvocadas que lideraron ataques contra nobles de jerarquía inferior a duque.
Lo que antaño era un pequeño asentamiento de apenas doscientos habitantes, Ravenholm creció exponencialmente hasta sobrepasar los dos mil a causa del éxodo de Goldenmare. Ubicado a un día en carreta al norte de la gran ciudad, en el corazón de un frondoso bosque caracterizado por altos pinos y bajas temperaturas, el poblado recibe ese nombre por ser hogar de numerosas bandadas de cuervos. Según los libros, los fundadores criaban y domesticaban a estas aves para enviar mensajes a sus vecinos.
A día de hoy, la principal actividad económica de Ravenholm es el cultivo de calabazas, fresas y plantas medicinales como la hortensia. El duque local, a través de un canal seguro, hace llegar provisiones mes a mes al Emperador, lo cual le garantiza cuantiosas regalías de las cada vez más vacías arcas del reino. Tal decisión no es vista con buenos ojos por el populacho, pero no se registran intentos de sabotaje ni iniciativas opositoras.
Ravenholm cuenta con un campamento de cazadores y otro de refugiados, una iglesia afín al Emperador, una herrería, un cuartel para las fuerzas del duque y una taberna sin camas. No sucede a menudo, pero quienes están de paso suelen alquilar habitaciones a los vecinos o acampar.
Tú comienzas la aventura en este contexto, más específicamente en el interior de una celda, bajo la sospecha de ser espía del Directorio. Sin embargo, una persona que dice ser jefe de mercenarios se hace responsable de ti y te dejan en libertad a regañadientes.