Partida Rol por web

El grupo avanzaba con una clara dirección, el camino que suponian llevaría hasta aquel enemigo del que les habia hablado el bandido que ocupaba la Vivienda de los forestales.

Un ruido les llamó la atención, Nico estaba realmente mosqueado por las cosas que habia vivido anteriormente y por ello fue el primero en darse cuenta, aunque ya era algo tarde para ello. Detrás de ellos vio una niña, una niña como aquella que se habia aparecido anteriormente. Pero al fijarse bien, se dió cuenta de que no era una niña...

Era la muñeca, la maldita muñeca de la cabaña... ¡Y estaba haciendo magia!

El pícaro nuevamente fue el primero en reaccionar ante tan siniestra muñeca. Los varisiso eran un pueblo supersticioso, y Nicolae no era la excepción. El desgarbado ladronzuelo no podía más que pensar que todo aquello era un sueño o broma de mal gusto, pero cada herida del camino dolía más y más.

Miró a Layla. La hechicera estaba en pleno punto de mira de aquella muñeca encantada. Sin reflexionarlo -si hubiera tenido tiempo para ello, otro gallo cantaría...- se antepuso a la bella muchacha de pelo rubio y apuntó con su arco, pero toda la belleza épica que su ponía su movimiento, quedó deslustrada tras el pésimo disparo de su arco... ¡Horrible demostración de puntería!

- ¡¿Quién me mandaría a mí emborracharme aquella noche?! ¡¿Por qué tuve que quedarme dormido?!...- se quejaba rememorando el día en que su troupe partió y lo dejó atrás.

Nico lanzó una flecha que, quizás al pequeño tamaño de la muñeca, no llegó siquiera a rozarla. Esta, siguió moviendo las manos de una manera ciertamente terrorifica. Se elevó en el aire, lejos de vuestro alcanze. Una vez arriba (a unos 15 pies de altura) lanzó un hechizo sobre Nico.

Marissa sacó un fuego de alquimista de la mochila y se lo tiró a la maldita muñeca.

—Ojalá arda la porcelana...

Al ver la muñeca Layla casi se cae de culo. Sabía que había notado algo raro, pero no había imaginado ni por un instante que pudiera seguirles y mucho menos atacarles.

Nico se colocó valientemente delante de ella, pero para lo que sirvió bien podía haberlo hecho desde donde estaba.

La idea de Marissa es buena, probemos a quemarla.

La joven se adelantó para poder llegar bien con su conjuro y lanzó un rayo de fuego. Que pareció seguir la misma estela que la flecha del pícaro.
 

El guerrero no podía creer lo que veía, era esa maldita muñeca. Sin pensarlo se arrojó con sus espadas para convertirla en polvo.

- ¡Debería haberla destrozado en la cabaña!

La hoja de la espada larga cortó el aire y con un rápido movimiento golpeó al nuevo enemigo.

- ¿Alguien podría explicarme qué es esto mientras intento acabar con ello?

El ataque de Marissa no acertó, pero al menos el fuego, al explotar, le quemó un poco los pies a la muñeca. Layla, por otro lado, tampoco acertó a atacar con su hechizo, quizás fuera ignífuga. Yrian saltó sobre ella, tratando de acertar con su espada, pero la altura impedia que alcanzara con facilidad. Nico, quería atacar, pero por algún motivo le parecía que aquella muñeca era la encantadora niña, y estaba indefensa en aquel tenebroso bosque. Era incapaz de hacer nada para dañarla, ¡Pobre!

Pero ella no tenia la misma idea, aunque si que era verdad que pretendía quitarse a más de un adversario de la batalla. Elevándose un poco más para salir lejos de cualquier alcance cuerpo a cuerpo, lanzó una nueva maldición moviendo sus diminutas manos.

Nico lo vio claro. Aquella muñeca era la representación del alma jovial de una chiquilla encantadora. Alguna vez su abuela, le había explicado historias de niños cuyas mentes quedaban atrapadas en el interior de un muñeco, para siempre. Eran niños bondadosos y de buen corazón, que lo único que deseaban era hallar la compañía de nuevos amigos...

- ¡¡No le hagáis daño!! ¡¡No quiere hacernos daño!! ¡¡Acercaos con vuestras armas bajadas!!- Y acto seguido, el pícaro varisio dejó caer su arco y comenzó a dirigirse hacia tan funesto adversario.

Layla estaba a punto de lanzar una sonora maldición, y de lo más obscena además, cuando escuchó a Nico. Lo cual daba a entender un poco lo peliagudo de la situación.

Pero qué dices, no ves que nos ha atacado. Hemos de terminar con ella antes de que haga algo grave de verdad.

Una vez más trató de alcanzarla con uno de sus rayos igneos. Pero las palabras de Nico la habían dejado un poco desorientada, que junto con su mala puntería hizo que el rayo pasase de lo más alejado.

[FLASHBACK]

El guerrero no podía creer lo que veía, era esa maldita muñeca. Sin pensarlo sacó su arco para atacar.

- ¡Debería haberla destrozado en la cabaña!

La flecha salió del arco y cortó el aire hasta impactar al nuevo enemigo.

- ¿Alguien podría explicarme qué es esto mientras intento acabar con ello?

Marissa sacó su segundo frasco de fuego de alquimista y lo arrojó con más puntería.

—Arde maldito bicho del infierno. 

Esta vez sí, el fuego de alquimista lanzado por Marissa impactó en la muñeca. Y contra todo pronóstico -quién iba a decir que una muñeca de trapo pudiera arder - las llamas envolvieron a la muñeca que, levitando como estaba se puso a gritar y maldecir. Cuando el fuego se hubo apagado visteis la irapersonificada en su diminuto rostro.

Por otro lado, la flecha de Yrian estaba bien dirigida, sin embargo, al llegar a impactar contra la muñeca la flecha pareció desviarse como si la piel de porcelana estuviera más dura de lo que esperaba. Yrian estaba seguro de haberla dado, sin embargo, la flecha no parecía haber causado ningún daño a la muñeca.

Nico y Layla parecían discutir sobre lo adecuado o no de luchar contra aquella pobre niña encantada.

El guerrero al ver el resultado del ataque de Marissa, dejo caer su arco y avanzó hacia la muñeca mientras sacaba uno de sus fuegos de alquimista atados al cinturón.

- Parece que las llamas funcionan. ¿A ver qué tal te sienta otro de estos? - dijo mientras arrojaba el frasco contra su enemigo-.

Nico contempló como las llamas se extendían sobre el frágil cuerpo de la muñeca. La pena invadió su corazón. No podía soportar el sufrimiento de aquella prístina y jovial criatura, pues sus sollozos se hundían como afiladas astillas de hielo en lo más profundo de su corazón.

- ¡¡Dejadla ya!! ¡¡Por los dioses!! ¡¡Le hacéis daño!!- dijo anteponiendo su cuerpo frente a Marissa, mientras intentaba dar cobertura a su nueva aliada alzando los brazos y dando saltitos...

Layla vio como la muñeca ardia, y se alegró de que el fuego fuera efectivo, por un momento no las tenía todas consigo. Se preparó una vez más para lanzar su rayo igneo, pero le despistó un poco las reacciones de Nico. Lo que hizo que aunque cerca, fallara nuevamente el ataque.

Pero qué narices le pasa a ese. Parece que esté poseido o algo.
Hey, un momento. Tal vez el hechizo que lanzó la cosa esa antes le esté afectando.