Partida Rol por web

La lucha era encarnizada, danza mortal de cuerpos y aceros…el sudor, la sangre, empaña mis oscuros ropajes...comencé a respirar con dificultad, sabía que poca fuerza quedaba ya en mis brazos, y mucha menos en mis piernas...

Traté de golpearle de nuevo en la cabeza, pero sus movimientos me impedían llegar tan lejos. Sin embargo, llegue de nuevo a su pecho. Con el último aliento traté de golpearle de nuevo, pero se aparto a tiempo, evitando que dañara su cabeza, pero ofreciéndome su brazo a cambio...no lo dude, y clavé profundamente mi daga…más era una ardid, había permitido que lo dañara, había querido soportar el dolor de mis dagas, para tenerme cerca...para que frenara mi alocado ataque...y así darme sentencia...

Lo ví en sus ojos antes de que la espada perforara de nuevo mi pecho...un último estertor abandonó mi boca, acompañada por la oscura sangre...

En esta ocasión la muerte me había reclamado a mí...

Juan sintio el filo de su espada pasar a traves de del cuerpo del hombre encapuchado. La sensacion de placer y angustia por la muerte de su rival lo confundieron un poco, pero a final de cuentas era uno o el otro... y esta vez le habia tocad sobrevivir a el.

-Hugo...Nos volveremos a encontrar...

Dijo mientras desclavaba su espada del cuerpo de su rival y contemplaba las ultimas arcadas de muerte en el rostro de su enemigo. Pero bie en el fondo Juan Sabia que no era el su enemigo, sino los tiranos que los obligaban a combatir tan cruelmente.

Todo a su tiempo...

De nuevo me llamaban a la arena,...aunque apenas era consciente de ello…Emergí a través de la puerta de entrada con paso dubitativo, sopesando todavía lo que mi cuerpo podía hacer…

Hacía poco que había caído en aquella misma arena, y sin embargo me encontraba nuevamente aquí. El rugido del público, el olor a sudor y sangre, de nada era consciente…De nuevo los monjes del coliseo habían hecho su trabajo, montado de nuevo el puzzle, trayéndome otra vez con los vivos…Pese a todo, recordaba perfectamente como mi vida se escapaba, como era consciente de que había fallado en mi misión, y la pena que aquello acarrearía a mi alma…

Cita:

Entre aquellas elucubraciones, escuché una voz que indudablemente se dirigía a mí…Aún sin ser totalmente consciente de lo que me rodeaba, observe como aquel Juan desenfundaba sus armas, para comenzar el combate…

Sea pues...comencemos.

Agarré fuertemente la empuñadura de mis dagas, preparado para realizar un ataque y contrarrestar el suyo. Pero él fue más rápido, y su espada mordió profundamente la carne de mi brazo…

Entro en la arena y veo a Hugo esperándome. Mientras desenvaino, digo.
Saludos compañero. ¿Listo para un nuevo duelo?. Empecemos entonces.
Me pongo en guardia e, inmediatamente, ataco lanzando una rápida estocada sobre el brazo derecho de Hugo.

A continuación, vuelvo a descargar mi acero sobre el brazo derecho de Hugo y, también, me inclino y trato de tocarle su pierna izquierda.

El combate había comenzado a un ritmo infernal, no había pausa en aquel diabólico baile de aceros y cuerpos...

La herida causada en el brazo, prácticamente me impedía sujetar la mellada daga. Aprovechando mi debilidad, Juan lanzó dos ataques buscando mis extremidades...de nuevo su espada se posó en mi brazo, inutilizándolo, colgando inerte contra mi cadera…seguidamente trato de hacer blanco en mi pierna, pero no estaba dispuesto a recibir más daño…al menos por el momento.

Tengo que hacer algo...Realmente estaba en una posición complicada, pero tal vez, solo tal vez, aquello podía jugar a mi favor...De nuevo recuerdos fluían en mi mente, recuerdo largamente olvidados, dolorosos, alegres…letales. Espíritus encontrados de nuevo, unidos, para perseguir un mismo fin, una misma meta...

Juan, atacó, pues se creía en ventaja, y realmente era así...pero el brillo que apareció en mis húmedos ojos, decía lo contrario. Se acercó, para buscar el golpe definitivo, pero el otro brazo, todavía podía sostener un arma...y pensaba utilizarla.

Espíritus entrelazados, unidos en mi mente, llevaron el recuerdo…movimientos precisos, movimientos certeros...Mis músculos siguieron sus órdenes, y la daga salió veloz hacia su cuello, robándole la vida...

Soy Hugo, mensajero de la muerte…mi alma está ya condenada, tan sólo me queda cumplir mi destino y el tuyo...

Sentado en el centro de la arena, esperaba a mi rival. Las dagas descansando sobre mis piernas cruzadas, mis manos sobre ellas. El tacto del filo era frío, tan frío como mi corazón, tan frío como un cuerpo sin alma...

De nuevo, el griterío del público me hizo abandonar mis elucubraciones...Renato se acercaba portando sus peligrosas cadenas...

Te saludo Renato...nos volvemos a encontrar. Me incorporé lentamente, las dagas ya empuñadas, preparado para un nuevo combate. Dejemos que nuestras armas sellen nuestro destino...

Mis pies se afianzaron contra el suelo, e inicié la carrera hacia mi rival, que no, enemigo. El polvo seguía a mis impetuosos pasos, el combate había comenzado...

Al ver como su rival se levantaba, el de las cadenas comenzó a calentar sus manos. Las cadenas comenzaron sus giros en el aire buscando ritmo para poder comenzar a golpear a la sombra. Con todo el justiciero era rápido, muy rápido y uno de sus puñales sajó la mejilla de Renato antes de que este estuviera preparado - Vaya, eso fue rápido - reconoció mientras conseguía, como pobre compensación dejaba que la punta de una de sus cadenas la mano que le había golpeado y conseguía que la daga volara por el aire - pero sin arma, te costará más - completó con una sonrisa.

Una de mis dagas, la de mi brazo más hábil, abandono la mano que la sujetaba...de nuevo la partida de ajedrez había comenzado, con sus continuos desarmes, el girar de sus cadenas...

Me encontraba en una situación delicada, las cadenas volaban hacia mi de nuevo. Recogí el arma como pude, pero tarde demasiado tiempo, pues una de sus cadenas, se enrollo en una de mis piernas, dejándome en una situación...inestable.

Pero aquel estado de debilidad en el que me encontraba, tambaleándome por la acción de sus cadenas, quizás redundara en mi propio beneficio...

El combate no avanzaba. Los movimientos de uno eran evitados con los derribos, desequilibrios y desarmes del otro. Pero el único herido era Renato. Al notar como una de las dagas de Hugo volaba hacia su rostro intentó esquivarla, sabiendo que no aguantaría más daño en el mismo lugar.

Los movimientos fueron precisos y exactos, el pequeño pícaro evitó el filo de las dagas y el combate se mantuvo Stand by