Partida Rol por web

El caminar por las alcantarillas era más complicado que lo que había pensado y desagradable. Al menos Luna ni siquiera protestó y enseguida hizo lo que le dijo, en silencio avanzaron sabiendo que al menos allí estarían más seguros que en la superficie. Claro que esa era una teoría que no tardó mucho en demostrarse falsa. Pascual también había escuchado aquellas voces pero no había dicho nada tratando de mantener su concentración para seguir avanzando y para intentar averiguar de donde provenían esas voces y localizar su fuente, aunque se imaginaba lo que ocurría y no le gustaba nada, solo cuando Luna rompió el silencio se avino a contestarle.

-No estás loca, alguien nos observa.

Siguió con aparente tranquilidad sin querer admitir que no podía ver a los que originaban las voces, no quería asustar aún más a Luna. Sabía que los nosferatu eran escurridizos y se preguntaba si en su territorio y con Luna allí podría enfrentarse a ellos, ni siquiera sabía cuantos eran. Por otro lado tampoco sabía si querían pelear, solo curiosear o cualquier otra cosa, eran seres muy extraños. Decidió seguir avanzando mientras nadie se lo impidiera manteniendo la guardia alta por si hubiera algún ataque. Un poco más adelante el nosferatu decidió aparecer, o al menos uno de ellos pues Pascual no podía asegurar que no hubiera más escondidos en las sombras. Mantuvo rígido el brazo que llevaba con la mano agarrado a Luna y lo echó para atrás poniéndola entre él y el nosferatu. ¿Lo estaría viendo? ¿Habría visto alguno? No era algo agradable y si algunos tomaban la conversión en vampiro como una maldición, desde luego podía entenderlo en un nosferatu, Pascual aún era demasiado joven para haber asumido todas las consecuencias de su nueva vida. El nosferatu habló y él se dispuso a contestarle, era un asunto delicado pues no conocía lo suficiente el submundo de las alcantarillas para saber si podía tirar de influencia. ¿Eran amigos? ¿Enemigos? No tenía ni idea, quizás ambas cosas a la vez, así que decidió no meterse el política e intentar salir de allí por sus propios medios.

-Perdoná, no pretendía ofender a nadie y tampoco sabía que podría molestar pasando por aquí. Un asunto se complicó allí arriba y no tuvimos otro remedio que bajar. -A esas alturas ya no hablaba con nadie, el vampiro había vuelto a desaparecer y era frustrante. ¿Se había librado de un lío para meterse en otro peor?- Os pido mil disculpas ché, a vos y a la Reina Ludmila Patrona del Inframundo. -Un tiempo atrás se habría reído de todos aquellos ridículos títulos que algunos vampiros se daban, pero ahora comprendía la importancia que les daban y era mejor ser respetuoso y no ofender a nadie.- Solo queremos seguir nuestro camino y saldremos tan pronto como podamos, no hemos venido a molestar ni a buscar problemas.

Miró donde antes había estado el vampiro pero seguía sin ver nada y luego echó un vistazo a su alrededor aunque sabía que solo vería al nosferatu cuando él lo deseara. ¿Como reaccionaría? Llegado a aquel punto incluso estaba dispuesto a retroceder y volver al punto de partida, seguro que los policías ya se habían marchado y lidiar con los Giovanni, si daban con ellos, le parecía entonces más esperanzador que los nosferatu de las alcantarillas. Aquellos tipos eran extraños y actuaban de manera impredecible, nunca se sabía qué estaban pensando.

Tu explicación y  pedido de disculpas parecen al principio haber caído en oídos sordos. Pero de pronto podés volver a escuchar esa conversación de murmullos incomprensibles, y luego sentís a Luna tirar de tu brazo para que te des vuelta y mires a tus espaldas, mientras ella ahoga un alarido de terror tapándose la boca.

Ahí detrás, a tan sólo de un par de metros, unas tres criaturas humanoides los observan, asidos de las paredes del túnel, valiéndose de sus cuatro extremidades, cual si fueran arañas merodeando alrededor de sus presa. Sus ojos refulgen en la oscuridad  con un tono pálido, y se mantienen quietos, expectantes.

De pie sobre las aguas, la figura del primer Nosferatu vuelve a materializarse brevemente, para hablar con severidad y contundencia. Su tono no indica que sienta mucha empatía por la situación de ustedes dos.

—Hay una boca de pozo más adelante. Tienen 5 minutos para salir. Ya corre el tiempo...

Su visibilidad dura lo que sus palabras, ya que ni bien termina de hablar, se desvanece otra vez como si nunca hubiera existido. No así el trío de criaturas, que permanece agazapado y amenazante.

Por un momento, recordás una historia que escuchaste durante la guerra contra el Sabbat: Según cuenta la misma, un nutrido grupo de salvajes intentó infiltrarse en los barrios céntricos de Buenos Aires usando el sistema de alcantarillas. Sólo uno volvió a la superficie, y no por mérito propio. La Patrona del Inframundo quiso que llevara un mensaje claro: Nadie entra en su reino sin invitación. Desde entonces, la gente del Sabbat no volvió a asomarse a un desagüe.

Pacual no las tenía todas consigo sobre el efecto que habían causado sus palabras y se preparó para defenderse, cuando Luna tiró de su brazo para que se girase se temió lo peor, sobre todo al ver la cara de terror de la chica. El espectáculo en el túnel era aterrador, había al menos otras tres criaturas que en su día debieron ser humanos y que ya no sabía si podían responder a esa condición y mucho menos con aquellas aterradoras poses de hombre araña. Lo único que le hizo tranquilizarse un poco fue que de momento tan solo habían decidido mostrarse pero seguían allí quietas, como dejando claro que eran más y que además no había forma de encontrarlas a no ser que ellas así lo desearan. Cuando el primer nosferatu volvió a aparecer frente a ellos su atención se centró en él, aunque no podía evitar echar furtivas miradas hacia el techo vigilando cualquier movimiento o desaparición. Cuando habló se alegró de la respuesta aunque siguió serio, no necesitaba ni su comprensión ni su ayuda, tan solo poder seguir su camino y con eso sería suficiente, así que asintió.

-Gracias, entonces seguiremos nuestro camino. Decile a la Reina Ludmila Patrona del Inframundo que disculpe nuestra intromisión, que no quisimos ofenderla. -Tiró suavemente de la mano de Luna mientras se volvía para marcharse aunque a mitad del movimiento dejó de girar y volvió a mirar hacia atrás.- Y si tuviera que bajar en otro momento... ¿Qué debo hacer para pedir permiso? Me llamo Pascual, por cierto.

Nunca se sabía cuando uno podía necesitar escapar por las alcantarillas o si alguna vez tenía que buscar a algún nosferatu para algo. Quizás ahora tenía la oportunidad de aprender algo nuevo y sacar algún contacto útil para el futuro. En aquel caso prefirió dar su verdadero nombre y no su apodo porque aunque su papel en la guerra no había sido importante durante su participación había estado con y contra nosferatu, no quería que nadie reconociera el apodo si habían estado de lado contrario. Esperó a ver si había alguna respuesta aunque comenzó a caminar despacio mirando hacia atrás, no pensaba dejar que pasaran los cinco minutos y enfadar de verdad a aquella gente.

Hacés bien en no esperar a moverte, ya que nadie te responde. El Nosferatu "erguido" no vuelve a materializarse, y sus camaradas más retorcidos pronto se desvanecen también ante tus ojos. Tan sólo queda el túnel frente a ustedes, y una caminata más que tortuosa hasta dar con la salida indicada  por el desfigurado vigía.

Junto a Luna, avanzan con la mayor prisa posible. Son minutos de creciente tensión en el ambiente, en los que sólo pueden oír el sonido de sus propios pies siendo arrastrados incansables por las aguas hediondas. Al rato de andar así, tu compañera no resiste más el silencio y la duda, por lo que decide hablar:

—Así que te llamás Pascual... —comenta por bajo, mientras te sigue ciega desde atrás—. Decime, ¿por qué estás ayudando a mi hermano? Los vampiros "completos" como vos siempre nos tratan a los más pendejos como si fuéramos leprosos... Deber no creo que le debas nada, je...

Una pregunta bastante pertinente, considerando lo despiadada que es la sociedad nocturna.

Tu tarea inicial era limpiar un edificio, no asistir a un grupo de crepusculares. Cuando la distracción del Larva terminó en un trágico desastre (muerte del Bocha incluída) bien  podrías haber aprovechado y desentenderte de tu acuerdo, dejar a la chica a su suerte, volver a la confitería y hacer la reclamación más sencilla de tu carrera. A fin de cuentas, la banda de Ezequiel no puede volver ni a asomarse por ese barrio, eso es un hecho que todos dan por sentado.

Por el contrario, decidiste honrar la palabra dada y tus convicciones, aunque hacerlo te esté complicando la noche mucho más que si fueras ya un cainita cínico y hubieras decidido tomar el camino más efectivista.

No hubo ninguna respuesta y tampoco se paró a insistir, ahora lo único que quería era alejarse y salir de allí, no quería problemas con los nosferatu y su reina. Había sido un encuentro tenso pero interesante, se consideraba afortunado de poder contarlo sabiendo lo que había pasado con otros y también una advertencia futura, lástima que no hubiera averiguado como podía bajarse consiguiendo permiso, claro que tampoco era algo que tuviera pensado hacer salvo urgente necesidad como en aquella ocasión. Siguió guiando a Luna y ambos avanzaron en silencio, aunque fue la chica la que finalmente se atrevió a romperlo, salvo por la incomodidad del olor tampoco tenían muchos motivos para ser discretos pues probablemente los nosferatu los seguían vigilando igualmente.

-Sí. -Admitió, aunque no tenía intención de darle muchas más vueltas al asunto de su nombre, al fin y al cabo era el tercero distinto que utilizaba aquella noche y Luna no tenía porqué saber si era o no su verdadero nombre y tampoco es que le importara mucho, no era ningún secreto y su hermano podría confirmarlo. Se sintió avergonzado por las palabras de Luna, él aún no había llegado a ese punto y se preguntaba si con el tiempo los miraría con el mismo desprecio, apenas se creía mejor que los humanos, tan solo diferente.- Hicimos un trato, él me hacía un favor y yo le hacía otro a él. -Cierto que había mucho más que eso y que podría haber resuelto las cosas de muchas maneras diferentes, pero en el fondo no se arrepentía de lo que había hecho esa noche, aunque fuera tomando el camino más arriesgado.- Además yo también tenía una hermana, no me gustaría que esos cabrones de los Giovanni se la llevaran. A pesar de lo que piensas, tu hermano se preocupa por ti, hoy se arriesgó mucho para sacarte.

No llevaba mucho de vampiro pero solía hablar de su familia en pasado para que la gente pensara que ya no estaban allí y también para irse mentalizando de que algún día sería verdad. Aunque de momento lo que le preocupaba era mantenerlos a salvo y al margen de todo aquel peligroso mundo donde estaba.

La joven asiente, mientras siguen caminando a través de la hedionda oscuridad. Sobre sus cabezas pueden oír un vehículo pasando por la calle mojada y alejarse veloz. El tráfico en la superficie parece cada vez más intermitente, así que en la alcantarilla ustedes pueden seguir susurrando y escucharse sin problema.

—Tenés razón, Eze puede ser un forro y un pelotudo, pero en el fondo es buen pibe...

Cuando hablás de tu hermana en pasado, la chica se dispone a hacer un comentario, pero algo interrumpe su curiosidad: Adelante, a pocos metros, puede verse como de arriba la luz ilumina el túnel. Al avanzar más, llegan justo debajo de otra boca de servicio como aquella que usaron para entrar, con su respectiva escalera de peldaños  de hierro oxidados. La diferencia es que esta abertura no está tapada, para bien o para mal.

Barrio de Almagro, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

23:14 Hs.

Al ascender, se encuentran en una calle de adoquines vacía y en general de aspecto dejado, con edificios viejos de dos o tres pisos, de pintura gastada y fachadas cubiertas por grafittis y otras pintadas burdas.

La tapa de hierro del agujero por el que acaban de salir no se ve por ninguna parte.

Desorientados como están, Luna sugiere apresurarse hasta la esquina, para fijarse el nombre de las calles en los carteles de tránsito. Cuando descendieron a la alcantarilla, estaban todavía en Balvanera y, si bien la caminata por la oscuridad pestilente pareció durar una eternidad, lo cierto es que no deben haber avanzado más de medio kilómetro durante el puñado de minutos del que disponían por "gracia" del capataz Nosferatu.

Lo cierto es que, no han avanzado más de diez metros, cuando empieza a pesar sobre ustedes un sentimiento de incomodidad inexplicable. Las viviendas y locales de alrededor parecen más feas de lo normal de repente, los grafittis se tornan más rústicos y obscenos. Las luces parecen ahogarse...

Algo no marcha bien, las bestias de ambos lo saben. La tuya más que la de Luna, al fin y al cabo ella pertenece a una estirpe más afín al espíritu humano. Pero en tu caso, te empezás a sentir cada vez más como un gato acorralado. Y los susurros de tu Bestia comienzan a resonar cada vez con más claridad en tu cabeza...

—Demasiados ojos y colmillos... invisibles en el corazón de lo visible...

—Cagones. Están agazapados, esperando. No van de frente, como nos enseñó Antonio...

—¡CORRÉ, BOLUDO!

De golpe, algo te hace parar en seco.

Sentís un dolor fuerte, punzante, que expande como electricidad por tu pecho.

Al notar que dejaste de caminar, Luna se da vuelta y te mira. Sus ojos se abren de par en par de inmediato, en una expresión de asombro y terror, clavados a la altura misma de la que brota tu dolor.

Al bajar la vista, podés ver como el filo de un largo cuchillo medio oxidado sobresale de vos. Le debe haber errado por centímetros a tu corazón, sino el dolor y el daño serían aún peores.

La tremenda herida, que hubiera sido letal para un humano, ghoul y probablemente para un crepuscular también, no es suficiente para hacerte caer. No por nada te apodan "La Topadora"...

Eso si, como diría el bueno de Antonio "Está bien que sepas aguantar trompadas, pibe, pero en algún momento tenés que empezar a repartir alguna vos."

—OCHO minutos, cuarenta y dos segundos, quince décimas —enumera la conocida voz gutural a tus espaldas—. Parece que les gusta tomarme el pelo. Se van a cagar entonces...

Todo ocurre en segundos, pero lo que notás de inmediato es que tu atacante suena confiado, mientras remueve de un tirón el cuchillo de tu cuerpo y se apresta a rematarte, ante la mirada atónita de Luna.

Alrededor, otras sombras se mueven, merodeando indecisas.

Pero ahora sólo importa tu rival y vos.

Pascual asintió y sonrió con la frase de Luna, parecía ya menos cabreada con su hermano comprendiendo todo lo que había arriesgado aquella noche por ella, sin embargo no había tiempo para muchas charlas porque la situación era muy extraña en las alcantarillas, sobre todo cuando se encontró con la salida abierta.

Pues si que tienen prisa de que nos vayamos.

Era toda una invitación y desde luego no perdió el tiempo. Esta vez él subió primero porque no se fiaba mucho de la situación y quería asegurarse de que nada desagradable los esperaba a la salida, aunque no dejó que hubiera mucha distancia entre ambos por si intentaban algo desde abajo. Al salir a la superficie ni siquiera encontró la tapa por allí, simplemente la habían dejado abierta. Miró hacia todos los lados intentando orientarse, aunque estaba seguro que no habrían recorrido mucha distancia desde el punto original pues por las alcantarillas se avanzaba muy lento y el trazado hacía virajes. En cualquier caso no parecía estar esperándolos nadie así que asintió a la idea de Luna de llegar a la esquina y mirar los nombres de las calles para ubicarse un poco y poder continuar. No avanzaron mucho hasta descubrir que algo no iba bien y sus bestias interiores se activaron, la de Pascual le gritaba que se habían metido en una trampa pero no era capaz de ver ni escuchar nada fuera de lo normal, en cualquier caso había aprendido a escuchar a esa voz interior y se puso en guardia. De nada sirvió pues cuando se quiso dar cuenta la hoja de un cuchillo le atravesaba el cuerpo, una herida mortal en un ser humano o incluso en Luna pero no en alguien como él, a pesar de la grave herida seguía vivo y ese era un error que alguien iba a lamentar. Se dio la vuelta rápido mientras dejaba a Luna a una distancia lo suficiente para que no se viera involucrada en la pelea pero para que no estuviera tan lejos que no pudiera protegerla si alguien la atacaba. Reconoció al tipo que los había detenido en las alcantarillas, parecía confiado después de aquel ataque a traición y sabiendo que además del factor sorpresa contaba con ventaja numérica. Pascual sabía que debía ser rápido, cuanto antes se librase de su atacante menos tendría que enfrentar si el resto decidían dejar las sombras y unirse, además si era lo suficientemente brutal puede que se lo pensaran dos veces y los dejaran en paz, además tampoco podía permitirse el lujo de recibir muchas más heridas como aquella. Gritó lleno de rabia mientras se concentraba en sacar sus garras.

-¡La cagaste conmigo! ¡Vas a lamentar esos tres minutos, cuarenta y dos segundos y quince décimas!

No podía decir que destacara en muchas cosas o que tuviera demasiados talentos, pero había peleado toda su vida y seguido haciéndolo como vampiro y hasta entonces se le había dado bien, esperaba que la suerte no lo abandonara aquella noche, no podía dejar a Luna en manos de aquellos lunáticos. Quizás fuera por lo inesperado o por la herida que tenía pero sus garras parecieron no querer salir así que tuvo que concentrarse al completo para hacerlo y después atacó con toda la fuerza y rabia que tenía contra su objetivo.

Tu rival sonríe con una mueca arrogante en su deforme rostro. Luego, en un ágil movimiento de muñeca y brazo, hace una finta con su cuchilla en el aire, apuntando primero a tu yugular, pero cambiando a último momento la dirección. El truco surte efecto, y burla todos tus intentos de defensa. La fría hoja se hunde entonces justo por debajo de tus costillas, abriendo otra terminal de dolor intenso en tu cuerpo, que a duras penas absorbe este último golpe.

El confiado ataque deja muy expuesto a tu enemigo, lo cual no parece importarle. Al menos hasta que nota como tus manos se transforman en garras monstruosas. Eso desdibuja inmediatamente su sonrisa. Y por más que se apura para apartarse, no logra desenterrar el cuchillo a tiempo para evitar tu réplica, que viene en forma de upper-cut a la cabeza. Milagrosamente para él, errás a tu primer objetivo, pero aún así tus zarpas se hunden y desgarran el tórax del Nosferatu, haciendo girones tanto ropa como carne, y arrancándole un escalofriante aullido agónico. 

—¡AAARGHH, AYUDEN, PUSILÁNIMES DE MIERDA! 

El grito amenazante moviliza a algunas sombras tímidas, pero de momento no hacen otra cosa que cerrarse aún más en círculo alrededor de Luna, el capataz y vos. La muchacha, sobreponiéndose al shock inicial, ahora mira atenta a todos lados, esperando a que en cualquier momento alguien se decida a saltarles encima a traición.

Aquel maldito nosferatu no solo era taimado si no que tenía habilidad para dar golpes certeros donde uno menos lo esperaba y así volvió a recibir otra dolorosa puñalada, tan dolorosa que el garrazo que consiguió meterle no fue de mucha consolación, aunque al menos había conseguido herirlo y quizás igualar las cosas, aunque se sentía bastante malherido y sabía que no podría permitirse encajar más golpes como aquellos. En cualquier caso no lo llamaban la Topadora por nada y no pensaba rendirse, pondría toda la carne en el asador. Durante unos momentos sintió la rabia de su enemigo y el miedo al pedir ayuda a sus compañeros y temió que le hicieran caso, dejaran de mirar y se acabara la pelea para él y para Luna, solo podía hacer una cosa: asegurarse que su próximo ataque fuera el último, quizás eso los frenaría. Si no habían intervenido hasta entonces era porque o aquel tipo no les despertaba demasiada simpatía tampoco o porque tenían miedo, fuera como fuera debía aprovechar la ocasión. Con toda la rabia que pudo reunir y dejando que la bestia interior tomara por un momento el control volvió a atacar con fiereza.

Un sólo zarpazo tuyo y la reacción especuladora de sus camaradas son suficientes para que el Nosferatu decida cambiar de plan: Intenta zafarse del combate, decidido a mandar a otros a poner el cuerpo en su lugar. Comienza a flexionar sus piernas, preparándose para saltar, pero entonces llega tu ataque.

Tu apodo como boxeador mortal era "La Topadora", pero cuando usás tus garras bien podría cambiarse a "La Excavadora". Tus armas naturales no te han fallado nunca, cualquiera que se ponga frente a ellas cuanto menos se ha llevado un doloroso recuerdo del encuentro. Y esta vez no es la excepción.

A pesar de que el capataz se contorsiona para esquivar el golpe, lográs alcanzar el antebrazo con el que sostiene su puñal, desgarrando piel y músculo, enterrándote hasta el punto de sentir sus huesos astillarse por la brutalidad del impacto. Eso le hace soltar el arma, que resuena pesada al caer sobre los adoquines de la calle.

Durante ese intercambio, una sombra se adelanta veloz entre el círculo de lacayos Nosferatu. Va cubierto con harapos de pies a cabeza, y se mueve más como un chimpancé que como humano. En su mano diestra empuña lo que parece ser un desmesurado gancho de carnicero, y aprovecha tu distracción para flanquearte y atacar.

Ser ensartado una vez más a traición sería ya demasiado, incluso para vos.

Por fortuna, ocurre algo inesperado...

La joven no había intervenido de momento en la refriega pero, tras darse cuenta de que estaban rodeados, adoptó una postura de alerta. Fue así que pudo anticiparse a los movimientos del sádico carnicero.

Lo siguiente que ocurre termina siendo un espectáculo de los más extraño:

Cuando el Nosferatu comienza a levantar el gancho por encima de su cabeza, justo antes de saltarte encima, la chica se mueve rápido hacia él y comienza a soplar con fuerza. Desde su boca entonces emana una humareda gris y densa, como si se tratara de la chimenea de una de esas locomotoras de antaño.

La sobrenatural bocanada envuelve al traicionero vampiro, que comienza a chillar como condenado y a correr de lado a lado, intentando escapar de la nube cegadora. Pero la misma parece estar ensañada con él, ya que lo rodea a dondequiera que vaya, incluso cuando se abre paso entre sus compañeros y se aleja sin rumbo.

Tu rival se lleva un tremendo golpe, que le deja su mejor brazo colgando como muerto, pero inmediatamente después consigue dar un espectacular salto y posicionarse detrás de su gente. Desde ahí, entre quejas de dolor, es espectador de lujo del fallido  intento del carnicero y el prodigio humeante de Luna.

—Hijos de puta... —ladra a los suyos— ¿Uno sólo tiene huevos para ayudar? Perfecto, cuando volvamos con la Reina, voy a pedirle permiso para destriparlos a todos por traidores.

A esa amenaza le suceden unos segundos de murmullos entre la tropa, que finalmente comienza a avanzar, de a poco, saliendo de las tinieblas para cerrar aún más el cerco alrededor de ustedes. Son un grupo de nueve Nosferatu bastante variopinto. Lucen ropa andrajosa y combinada sin el menor reparo por la moda.

También son dispares en su monstruosidad. Algunos lucen orejas como de murciélago, otros no tienen orejas directamente, pero si colmillos absurdamente largos, o no tienen nariz como si fueran calaveras.

Variadas e improvisadas también son las armas que empuñan: Cuchillos de carnicero, manoplas con pinchos, martillos de carpintería, barretas y hasta un palo de golf recortado.

El temor a Ludmila al final resulta ser más grande, y juntos se disponen a terminar el trabajo...

La historia parece sentenciada.

No hay a dónde huir, vos ya estás bastante magullado, hambriento al borde del Frenesí, y tu única aliada no da señales de tener más trucos bajo la manga para salvar la noche.

No les queda mucho más que esperar el final, espalda con espalda, mientras las ratas de alcantarilla se acercan cada vez más, hostigados por las incesantes amenazas de su jefe.

Pero, cuando ya están a poco menos de un metro, todos se detienen en seco y miran hacia la calle.

Una voz de mujer se aproxima, gritando desde la esquina...