Partida Rol por web

Los días de viaje se van convirtiendo en semanas, el clima cada vez es más frío a medida que va avanzando el otoño. El cambio apenas se aprecia pero sí que os parece obvio que cada vez hay menos horas de luz y el frío a primera hora de la mañana cada vez es más gélido. Fríos vendavales azotan las ramas en vuestro camino, la escarcha cruje bajo vuestros pies, adherida a las hojas de los árboles que apenas os dejan ver la luz del sol, ya sea por la oscuridad imperante del Bosque Negro o por lo desfavorable del clima.

Holdin tiritaba por las mañanas, pero intentaba seguir adelante, sin desfallecer. Tras lo de Baldor, tenía que hacer un esfuerzo extra para poder encontrar un camino lo suficientemente llano para el pobre hombre, alejado de los ríos y riachuelos porque no se fiaba, además de para los animales de carga. El cansancio iba haciendo mella en él, hasta el punto en que Holdin dejó durante unos días de tararear y silbar, y se hundió en un silencio hosco y cansado. Pero un día, una apertura en los árboles le permitió divisar el cielo, y recordó una tonadilla infantil. Volvió tarareando donde estaban los demás.

- He encontrado un sendero de cabras, si es que eso se puede ganadear aquí. Me imagino que cultivar animales es más ayuda a las arañas que a los elfos, jajaja. En fin, por aquí.

No es que cambiara todo su ánimo, ni que dejase de coger el catre con ganas al final de cada jornada, pero al menos ahora rompía el mutismo contando cosas interesantes. Incluso intentó resumirle a Baldor la batalla de los Cinco Ejércitos a base de canciones.

- Esta no rima mucho, pero es que es una composición enana. Un amigo de ese pueblo me dijo que está hecha para cantar en khazad, así que es normal que en oestron me salga una canción patatera. Supongo que Thror podría cantarla mejor, pero me imagino que no está dispuesto a compartir ni una palabra del idioma de su pueblo con nosotros. ¿Verdad, amigo?

Habían partido, bastante preocupados, tras el secuestro del hombre. Su actitud era errática y sus palabras carentes de sentido. El enano se sentía desconcertado cada vez que se encontraba con el rostro de Belgo, al cual su propio padre no reconocía.

Tranquilo muchacho, tu padre se pondrá bien.- le había dicho en más de una ocasión. Pero lo cierto es que hasta él comenzaba a dudar.

Prosiguieron los días y con ellos llegó la temporada de frío. Thror se percató de que esto hacía mella en sus compañeros. Quienes, cada vez, estaban menos habladores y activos. Parando en cada recodo en los que se llegaban a producir momentos de preocupante silencio. A pesar de contar con la presencia de Holdin entre sus filas. Sin embargo, hacía esfuerzos porque eso no pasase. No quería que el ánimo decayese y hacía lo posible por incorporarles de nuevo al sendero. 

-Venga, vamos. Ya he estado por aquí. A la vuelta el camino tuerce y se vuelve enteramente llano.- Mentía piadosamente para luego acabar con un poco creible- Oh, debí confundirme con otro sendero que me recordó a este.

En un momento dado y ante un arranque de jovialidad de Holdin, contestó a su cantinela con un rudo, aunque claramente humorístico.- Intenta sacarme sobre nuestra lengua otra vez y te convertiré en enano de un hachazo en las rodillas, para que puedas aprenderla sin inconveniente.

El mal tiempo llegó gradualmente, y se hizo notar con el paso de los días. Cada legua del camino era un pequeño desafío para la compañía, más aún cuando el hombre al que acompañaban no parecía recuperarse del mal que le afectaba a la memoria, algo que su muchacho estaba sufriendo especialmente

A pesar de todo, la elfa se sentía confortable entre la espesura del Bosque Negro, y ya estaba acostumbrada a los cambios de clima en esta época del año, por lo que su ánimo no decayó pese a las dificultades.

Ánimo, mellyn, nos hemos enfrentado a cosas peores. Como esas criaturas del pantano. Esto sólo es un poco de frío y viento, pronto llegaremos a nuestro destino y podremos calentar cuerpo y espíritu ante el fuego de algún hogar, mientras disfrutamos de una bebida caliente y de las joviales canciones del afamado trovador Holdin, hijo de Haldar. ¡Esperemos que conserve sus piernas hasta entonces! - dice mientras sonríe, intentando levantar el ánimo de todos

El frío tiempo no ayudaba a realizar el camino con comodidad y además, estaba Baldor, que seguía sin recordar nada de los últimos años. Brann no sabía si aquel hombre volvería a ser el mismo, y conforme pasaba el tiempo, sus esperanzas iban disminuyendo.

A pesar de todo ello, el grupo seguía avanzando y seguro que pronto llegarían a su destino.

Una bebida caliente... eso sí que estaría bien. Por no hablar del descanso en una cama bien cómoda y mullida. Comentaba Brann. ¡Hasta hecho de menos la mía y no era gran cosa! Rió al ver que la compañía se animaba.
 

A pesar de lo dificultoso del viaje, Sarunniel y Thror parecen tan tranquilos. No podemos decir lo mismo de Holdin y Brann que, cansados y desanimados, tropiezan una y otra vez con el fango en el camino, se asustan del crujir de las ramas al viento o temen irracionalmente los recodos más oscuros.

Una mañana, la luz del sol se cubre con inusitada rapidez. La oscuridad se cierne sobre el Bosque Negro y cualquier ruido deja de ser audible para vosotros. El inconfundible preludio de una tormenta. Y así es, a los pocos minutos, los truenos azotan vuestros oidos y el agua os empapa completamente y os confunde. El camino se convierte rápidamente en un sendero completamente enlodado. El follaje apenas os cubre puesto que las viejas y oscuras ramas se baten con violencia al paso del viento helado.

De repente, a lo lejos, veis claramente un viejo tronco. Quizá la tormenta os empañalamente pero juraríais que el viejo tronco tiene una chimenea de la que sale humo. ¡Alguien vive en el hueco del árbol!

¡Debemos alcanzar ese refugio!- Grita sobre el ruido de la atronadora tormenta mientras señalaba con su diestra al enorme tronco y cubría sus ojos del aguacero con la otra mano. 

Se había puesto de muy mal humor. Estaba empapado de arriba abajo, su barba parecía una fuente y el agua le calaba hasta las botas. 

Apremió al hombre y al niño a acelerar la marcha. -¡Vamos!- A continuación acelero mucho su paso, hasta llegar al umbral de la puerta. En la que golpeo fuertemente al grito de -¡Hola!... ¡Solicitamos asilo durante la tormenta!... ¡HOLAAA!

Nadie responde del otro lado. Sin embargo una luz cálida y amarillenta se escapa del interior por debajo de la puerta y por las rendijas de las entornadas ventanas. El refugio parece desocupado pero os parece evidente que viva quien viva en él, no debe estar muy lejos.

- ¡Le pagaremos cuando estemos dentro, pero no nos quedemos más tiempo de la cuenta a la intemperie! ¡Vamos!

Con efusividad, Holdin se adelantó hasta meterse dentro del tronco-casa, en dirección a la lumbre.

"Un par de horas con los pies calentitos, solo pido eso..."

La tromba de agua dificultaba mucho la visión, pero por suerte había cerca un refugio donde poder cobijarse de la tormenta.

Espero que el dueño del refugio sea amistoso. Ya tenemos bastante con el viaje. Comentaba Brann acercándose a la lumbre para poder calentarse. ¿Quien vivirá en un lugar como este? Se preguntaba el hombre mirando la casa en la que se encontraban.

La puerta se abre sin dificultad y la luz dorada del interior del habitáculo os inunda con calidez. Efectivamente el interior del árbol esconde una única habitación de forma redonda con el tejado de corteza y paja. Bien visto, no es un espacio reconfortante, pero vista la tormenta que cae en el exterior, es un lugar ideal donde recogerse.

El centro del habitáculo está ocupado por un círculo de piedras donde crepita un pequeño fuego que calienta unos trozos de carne ensartados en un espetón. Por su lado, del tejado cuelgan largas tiras de carne seca. Cerca del fuego, hay un único camastro hecho de hojas secas y pieles y, al fondo del habitáculo, jarras y cestas de fruta diversa.

No os parece un lugar del todo apetecible pero es el único lugar resguardado que habéis encontrado.

Sea quien sea no posee mucho gusto por la decoración. Ni por las comodidades  de la civilización. Eso está claro.

Dijo el enano mientras torcida su barba y sacudía sus ropas del agua que habían absorbido las mismas. Acto seguido, dejó la mochila con sus pertenencias a un lado de la estancia y tomo asiento junto al fuego esperando secarse y conseguir un poco de calor. Comprobó el estado de la carne. Buscando retirarla del fuego cuando está estuviese hecha. No le parecía sensato abusar de la hospitalidad de su desconocido anfitrión. Aunque la tentación comenzaba a ser demasiado fuerte.

Sentaos aquí. Dijo al joven Belgo y al resto de sus compañeros. Os vendrá bien entrar en calor.

Sarunniel sigue el consejo de Thror y se acerca al fuego que crepita en el centro del refugio, tratando de quitarse el frio y la humedad del cuerpo.

Será mejor que nos mantengamos alerta, no sabemos quien habita este árbol hueco, y es evidente que no andará muy lejos cuando ha dejado la comida haciéndose al fuego.

Observa todo a su alrededor y se fija en una especie de estantería con jarras y cestas con fruta

Creo que además del fuego, a todos nos vendría bien un trago para entrar en calor. Aunque eso pueda ser abusar de la hospitalidad de quien habita aquí, siempre podemos darle unas monedas a cambio como compensación - dice mientras se acerca a inspeccionar más de cerca las jarras para ver qué contienen

- Sin duda, es avisar de su hospitalidad, sí.- Dijo Holdin mientras se sentaba.- Pero por lo que a mí respecta, le podemos pagar en monedas, canciones o juguetes; no pienso dejar escapar esta noche a cubierto.

Estirando sus piernas, y quitándose sus empapadas botas, Holdin sacó su laúd.

- La lluvia, el fuego, y un enano escurriendo sus barbas. Casi me siento en casa. Solo me hace falta una buena jarra y una buena canción. ¿Alguna sugerencia?

Como quien no quiere la cosa, Holdin dejó escapar sus ojos, fijándose en los detalles de la "habitación", mientras que con las manos sacaba mecánicamente el laúd de su funda, y empezaba a calentar.

La observación de la habitación empieza como un juego pero poco a poco va tomando un cariz cada vez más oscuro. Las paredes están cubiertas de toscas tallas de madera que claramente representan rostros horribles y deformados por el terror. Algunos de los rostros apenas son humanos, tienen largos colmillos, escamas, diríais incluso que se trata de monstruos.

Quienquiera que habite en aquel tronco hueco, parece terriblemente atormentado por seres monstruosos.

Brann se afanaba por secar sus ropas y entrar en calor junto al fuego, pero las dudas de cómo sería el anfitrión de aquel lugar le inquietaban.

No, la verdad es que la decoración no inspira mucha confianza. Comentó el hombre a las palabras del enano sobre ésta. Y no sé por qué pero cada vez tengo menos claro que seamos bien recibidos. Alertó a sus compañeros.

Tras un rato de descansar en el interior del habitáculo os llega un olor extremadamente acre. Os parece evidente que sea lo que sea está al otro lado de la puerta. Al cabo de unos instantes la puerta se abre de repente y tras ella veis a un hombre muy mayor, extramadamente delgado y vestido con unos sucios harapos. Sus muñecas y tobillos están llenos de cicatrices y emana un olor a rancio realmente desagradable. Os observa duramente con unos ojos negros como el carbón y agarra con firmeza una vara acabada en punta.