Partida Rol por web

Aidelail y Lólindir se separan del grupo y caminan hacia el cruce de "caminos" que llevan a ambas trampas mortales. Al llegar allí pueden decir con conocimiento que no queda ni una trampa operativa en el tramo superior.

Las trampas que deberían haber quedado impunes están activadas y por las manchas de sangre podéis deducir que alguien se llevó un premio y volvió atras. Los restos semi enterrados de un orco en la nieve dan prueba que uno incluso pereció.

Desde ese punto pueden ver bien la torre, pero no parece que haya mucho movimiento allí.

Me acuclillo para presentar un blanco menor y susurro a Lólindir- No sabemos si han vuelto a la torre o nos están emboscando.

Con la mirada alineada con la ballesta, examino los alrededores.

Una vez me aseguro de que no hay orcos en las inmediaciones, hago señales a Dimma para que se acerque -Parece que Dimma tendrá su trofeo después de todo- cuando lo digo arrugo la cara ante la repugnancia que me inspira clavar la cabeza del orco a un palo. Suspiro con resignación -Dimma es la especialista en Orcos, ella sabe qué es lo mejor.

La idea de la cabeza ensartada me hace preguntarme qué fue lo que perturbó a Dimma y Crystal, así que me dirijo a Lólindir- Necesito un momento...  es que, cuando vea eso que tanto asusta a Dimma y Crystal... no quiero manchar los pantalones- Sin decir más y roja de vergüenza, me voy tras unos árboles, donde vacío los intestinos. 

Tiro percepción para ver si hay orcos emboscados

La perspectiva de volver a la sombra de aquella horripilante torre ponia los pelos de punta a Crystal. Sin embargo, su sentido de la responsabilidad hacia que estuviese dispuesta a intertar ayudar a aquellos agradables y barbudos enanos, aunque solo fuera por si le enseñaban a trenzarse el pelo al estilo de sus barbas.

Sin embargo, los hados parecian tener otra idea en mente.

Dimma explicó para que queria encontrar los restos de aquellas criaturas, haciendo que Crystal se estremeciese de miedo y repulsión. Aquello significaba molestar a los muertos y eso solo podia sognificar problemas.

Por suerte, el niveo manto del alud se habia encargado de sepultar a conciencia los cadaveres y, a la menguante luz del dia, parecia imposible encontrar nada.

Asi que, cuando Aidelai y Lòlindir expusieron su plan y Dimma lo aprobó, Crystal asintió energicamente, contenta de dejar de buscar.

- ¡¡Vale!! ¡¡Desde allí podré manteneros vigiladas!!

Crystal señaló un punto detras de un frágmento de nieve congelada de buen tamaño como punto de cobertura y tiro, encaminandosé hacia el paso vivo, patocheando sobre el irregular terreno.

Aidelail avanza encorvada y con la ballesta presta, de cobertura en cobertura procurando no ser vista y alerta a cada sonido, a cada movimiento.

Se aproxima cuanto sea posible permaneciendo fuera del alcance de las flechas y arcabuces orcos. Cuando cree que está en al límite del alcance de proyectiles, se tumba en la nieve tras un árbol para examinar con la mirada la torre y los alrededores minuciosamente.

Durante el avance, Aidelail se para en seco y se gira hacia Lólindir con aire de circunspección.

-¿No se les habrá ocurrido a los orcos montar alguna trampa como las nuestras? No han tenido tiempo ¿Verdad?

Echa un ojo en busca señales de trampas. 

-Caminemos manteniendo una distancia de 10 pasos. De ese modo, en caso de haber trampas, sólo caerá una de nosotras.

Camino delante.

Avanzo con precaución después de ver al orco medio enterrado y muerto y el rastro de sangre en dirección a la torre.

Con las palabras de Adelail sobre el montado de trampas de los orcos asiento. - Seguramente hay trampas - le comento mientras sigo despacio el avance sobre la nieve. Sin Dimma el recorrido se hacía mucho más lento, la diferencia entre alguien que vive en la montaña y otra que usualmente vive en los bosques.

Poco a poco, paso a paso, sigo avanzando siguiendo a la clériga hacia la torre de los orcos. 

Reconfortada y traquilizada por la firme presencia de Dimma, Crystal se relajó un poco y asomó la cabeza por encima del parapeto, distinguiendo cada vez con más dificultad el avance de sus compñaeras.

- ¡Me gustaria ser elfa, Dimma!- Comentó la rubia, sin venir a cuento.- ¡Dicen que los elfos ven de noche sin dificultad! ¡Y que pueden andar por la nieve sin dejar huellas! ¡Y que saben tocar todos los instrumentos musicales! ¡Hasta esos de más de... de muchas cuerdas!

El rostro de Crystal se contrajó en un mohín preocupado al continuar con su exposición.

- ¡Pero dicen que tienes que pagarles con hierro! ¡Y que se llevan a los niños de sus cunas, dejando troncos de madera en las cunas! ¡Y que son capaces de llevarte a un lugar llamado Estasis o Hectaxis o algo así solo con ponerte un dedo encima!

La jovencita guarda silencio, mientras una arruga cruza su frente, mientras trata de recordar donde se halla ese misterioso lugar...

¡De verdad te lo juro!

¡De verdad te lo juro!

No es verdad. - Digo con una tranquilidad que a veces se confunde por indiferencia, sin dejar de mirar ni un instante hacia la torre. - Todo eso son cuentos.

No envidies a los elfos. - Sonrió para mis adentros, pero se me escapa una mueca. - Están muy sobre valorados. Los elfos no pueden sentir las emociones como hacemos nosotras. Por eso se pasan el día haciendo música, bailando y haciendo todas estas tonterías. Porque están helados por dentro.

Crystal abrió los ojos, horrorizada.

- ¡¡¿De verdad?!! ¡¡No lo sabía!!

La jovencita volvió a centrar su atención en la torre, echandole un ojo a sus amigas. Sin embargo, de vez en cuando, dejaba escapar una interjección de asombro y repetía como un mantra las palabras de Dimma.

- ¡Estan helados por dentro.! ¡Los elfos estan helados por dentro!

El rostro de la rubia jovencita se congestionó del esfuerzo mientras trataba de concluir algo.

- ¡Entonces... ¡¿Lòlindir esta templada?! ¡Tiene las orejas un poco puntiaguadas y se mueve con mucha gracia! ¡Pero ella es mi amiga, Dimma!

Explicó, con voz atribulada y temerosa.