Partida Rol por web

Pero el grupo estaba decidido a entrar en el templo, de modo que eso fue lo que hicieron. Saltaron por encima de las piedras y llegaron hasta la otra orilla del río. Allí había arena del desierto amontonada en los muros y pisadas, aunque desaparecían en el interior de un estrecho y largo pasillo que se perdía al fondo.

Nepthis echó un vistazo a la primera intersección. Las paredes estaban construidas de un material oscuro y liso, y los grabados de los muros contaban la historia de los antiguos dioses y parte de Mullhorand antes de todo, antes de que el panteón se viese transformado y fragmentado por las maquinaciones de Set. Encontró una vaca pintada en la pared derecha y un toro en la pared izquierda. El pasillo de la derecha era una continuación del templo, el de la derecha parecía tener un final brusco, un pequeño derrumbamiento daba paso a otra caverna. Hacia delante, el pasillo se perdía en la oscuridad y había una nueva interesección a derecha e izquierda. Aquí vio pintado un cocodrilo a la izquierda y una serpiente a la derecha.

Arriba derecha: serpiente
Arriba izquierda: cocodrilo
Abajo derecha: vaca
Abajo izquierda: toro

Jotnar se aproximó a donde estaba Nepthis, pero no para examinar el lugar como hacía Nepthis, sino para examinar el mini-hipopótamo espontáneo.

El enano se acuclilló cerca de él y acercó la cara pensativamente, la acercó tanto que en determinado momento el animal decidió hacer lo mismo por mera curiosidad. Con lo que terminó tocando una nariz con la otra.

Tras cinco segundos en absoluto silencio de aquella guisa, Jotnar alzó repentinamente los brazos.

—¡Loada sea Hathor!—exclamó como quien acaba de descubrir el fuego. Luego cogió al hipopótamo y lo alzó a la altura de su cara para mirarlo—. ¿Nos haces de guía turístico, chiquitín? Te lo compensaré con creces.

Se llevó una de las manos a la espalda y tomó un manojo de hierba de su mochila. La había puesto ahí por obra del destino. Su encuentro con aquel hipopótamo era una señal. Los acontecimientos se habían desarrollado en aras de que aquel encuentro se diese.

Bueno, en realidad había tomado un manojo de hierba que estaba a su espalda sobresaliendo del río, pero aquel detalle daba igual. Lo demás seguía sonando bien.

Se lo dio para que se lo comiese y le acarició la cabeza con unas palmaditas. En ese instante Amessis habló, cosa que provocó que Jotnar agarrase el hipopótamo contra sí en un explícito y protector gesto de "YO LO VI PRIMERO". Cuando se fijó en que Nepthis se había aproximado con Lurzca a la entrada del templo no obstante, se adelantó a echar un vistazo sin adentrarse.

—Que manía tienen los constructores de templos de hacer doscientos mil pasillos sin explicación alguna. Podrían poner al menos letras para saber qué porras quiere decir cada cosa—resopló—. ¿Alguien tiene idea de lo que significa el toro, por cierto?

Miró a las demás. A falta de saberlo, él prefería tomar por el pasillo de la vaca antes de lidiar con la esperada ominosidad en el de la serpiente o el del cocodrilo. Quizá Nepthis pudiera obtener alguna pequeña revelación más de Hathor si hallaban algún altar o algo referente a la diosa.

O eso, o se encontraban una granja llena de vacas, porque francamente el símbolo podía significar cualquiera de las dos cosas. Lo dicho, nadie pensaba en los turistas. ¡allí hacían falta letras!

- Ni la más remota idea. - Respondió la mestiza a la pregunta de Jotnar sobre el toro. - ¿Nepthis? - Le preguntó a la sacerdotisa de Hathor, pero mirando de reojo a su buena amiga Amessis. Ella podía encontrar también un significado a aquella simbología, cosa que Lurzca difícilmente lograría. - Por mi podemos ir en cualquier dirección. Como bien dice Jotnar, cualquier dirección es buena... o mala. Mientras no conozcamos el significado de los símbolos no sabremos la respuesta.

Nepthis soltó un hondo suspiro.

—El toro representa a Hapi-ankh. Apis. El hijo de Hathor, un intermediario entre los hombres y los dioses. Representa la fuerza y la fertilidad, el corazón valeroso que lo guía y el espíritu combativo de un auténtico rey. No es mal lugar en el que buscar algo de ayuda, aparte de en la vaca que representa a Hathor.

»Y creo que vamos a necesitar toda la ayuda posible antes de enfrentarnos a Set. Ya escuchasteis al tipo de la entrada. Set duerme aquí. Busquemos la ayuda de nuestros aliados, Hathor y Apis, y debilitemos a su aliado Sebek antes de ir a por él. Probablemente nos interesara seguir el pasadizo central antes de entrar en las salas de Sebek y Set. Pero lo primero es lo primero: revisemos la estancia que representa a Hathor.

Nepthis: saber (religión) 24.

—No he dicho eso—refunfuñó Jotnar cuando Lurzca reinterpretó sus palabras como quiso. Luego miró a Nepthis rascándose las barbas pensativamente—. Hmmmm... bueno, suena a dios de los que caen bien. La verdad es que iba a proponer ir a husmear el camino del toro y luego el de la vaca pero supongo que las damas van primero. ¿Tú que opinas, Bostecitos?

Levantó al hipopótamo frente a sus ojos y se lo quedó mirando unos segundos.

El animal le lamió la nariz y se lo quedó mirando.

Jotnar volvió a mirar a la sacerdotisa como si todo aquello fuera normal.

—Pues eso. Que el orden de los factores no altera el producto.

La estancia no era realmente una estancia, sino otro largo pasillo que desembocaba en una sala al final del todo. El grupo se movió en aquella direccion y enseguida encontraron una sala abierta en el pasillo en cuyo interior hallaron una tumba con una momia en su interior. Esqueletos y cráneos adornaban el suelo, las telarañas se amontonaban por encima y numerosas vasijas habían sido volcadas y estaban rotas. Había pergaminos desperdigados por el suelo y en el interior de las vasijas que todavía no se habían roto. La cantidad de polvo indicaba que llevaban mucho tiempo allí.

-Uhm -la nigromante se asomó a la sala, pero sin entrar. Ni siquiera tocó nada. Parecía que había aprendido la lección tras beber de la fuente maldita de Set, o eso pensó Nepthis antes de que Amessis entrase y tocase con un dedo el hombro de la momia.

Pero no pasó nada.

-Mírala, Nepthis. No parece una momia de verdad -apuntó, tocándola otra vez con el dedo. Como era de esperar, se hundió en la frágil carcasa de polvo que la cubría. Con un grito, Amessis sacudió la mano con cara de asco. Luego se inclinó sobre la momia para estudiarla y puso una mano encima del pecho mientras la luz verdegrís de sus poderes relucía suavemente-. No, no es una momia. Al menos, no se ha seguido el ritual para momificar a esta persona. La han cubierto de lino, pero no la han embalsamado. Mirad, sujeta un pergamino en la mano. ¿Creéis que...?

Miró a la sacerdotisa. Parecía querer arrancar ese pergamino de las manos muertas de aquella no-momia.

—Muéstrate —dijo Nepthis alzando una mano.

Bajo su hechizo algunos de los pergaminos esparcidos por la sala se revelaron como mágicos.

—Ese pergamino en concreto no es mágico —respondió Nepthis—. Debería ser seguro. Esos, en cambio sí lo son.

La Madre Reverenda empezó a recoger papiros del suelo y les fue echando un vistazo de uno en uno.

—Hay tres pergaminos de neutralizar veneno, ¡y uno de resurrección! —dijo, enarcando mucho las cejas. Le tendió los tres pergaminos que no había podido identificar a la nigromante—. Amessis, querida, ¿puedes tú echarle un vistazo a estos pergaminos?

Nepthis levantó el lino que cubría a la momia, destapando una armadura de placas y mallas de bronce, cubierta de polvo.

—La armadura de esta momia también está encantada. No sé si os servirá.

Nepthis lanza Detectar magia.

Identifica: 3 pergaminos de neutralizar veneno y 1 pergamino de resurrección. No identifica los de nivel 3.

La nigromante cogió los pergaminos y los desplegó con cuidado sobre la momia.

-Mmmm... Este de aquí sirve para quitar maldiciones -comentó, levantándolo para ver mejor con la luz que la piedra ioun de Nepthis arrojaba-. Y estos dos de aquí sirven para quitar enfermedades. Ugh, qué feo, ¿quién dejaría esto por aquí tirado? Qué suerte que estábamos aquí.

Le devolvió los pergaminos a la sacerdotisa con una sonrisa y luego volvió a mirar el que tenía en las manos el fallecido.

-¿Debería cogerlo?

Lurzca no entendía el porqué de hacer pasillos tan largos en aquel extraño templo. Mas bien parecía un laberinto que un lugar de oración y de fe, aunque supuso que aquella extraña estructura de la construcción tendría su razón de ser. Una razón que se le escapaba a la mestiza, aunque ciertamente tampoco le preocupaba demasiado. Al final no era ella quien tenía que interpretar esos temas divinos, para eso estaban Nepthis y Amessis.

Para cuando Amessis tocó a aquella momia, Lurzca ya había agarrado el mango de su hacha. No quería que le cogiera desprevenida cuando los muertos se levantaran y trataran de acabar con ellos. Algo que no le extrañaría que sucediera a poco tardar y sin embargo, para su sorpresa, nada sucedió. Luego sus dos compañeras encontraron una serie de pergaminos que contenían útiles conjuros de protección y sanación. 

Y entonces llegó la pregunta clave. ¿Coger el pergamino de la momia o no cogerlo?

- No se mucho sobre asuntos de dioses, pero la muerte de esta persona podría ser precisamente por lo que contiene ese pergamino. - Comentó. - Pero si Nepthis dice que no es mágico, supongo que no debe haber inconveniente. ¿Podría ser que el pergamino fuera mágico y que una vez descargado su efecto dejara de serlo? - Le preguntó a la sacerdotisa de Hathor.

Jotnar se encogió de hombros.

—¿Si no es mágico para qué lo quieres?

No sabía por qué había una momia "mal hecha" allí pero tampoco quería saberlo. Para un muerto que parecía tener la decencia de quedarse quietecito cuando andaban metidos en un fregado que tenía que ver con Set, no era cuestión de ponerse a toquetearlo a ver qué pasaba.

—Bueno, si no hay nada más digno de mención por aquí, ¿vemos qué hay en la sala del final y echamos luego un vistazo al pasillo del toro?

Avanzaron, cautelosos. Amessis echó un último vistazo al pergamino, se encogió de hombros y siguió al resto del grupo. Llegaron a una intersección en la que se abría un camino hacia el norte y otro al sur, junto a la entrada de una nueva sala que, desde fuera, parecía bandonada hacía mucho tiempo. El camino del norte no conducía a ningún sitio, Nepthis no encontró ninguna puerta secreta, aunque sí que dio con los restos de lo que en su día debió ser una efigie. Los fragmentos de la piedra y la obsidiana estaban convertidos en fino polvo. Al sur, el camino era parecido, pero había una grieta al final del muro por la que se había filtrado agua. Quizá era una salida a la caverna de los hipopótamos. También había una puerta cerrada que decidieron ignorar.

Finalmente, decidieron acceder a la sala. Era una sala circular muy alta, en sus paredes había grabada parte de la historia de Mulhorand y las columnas que en su día la adornaban estaban derrudías y fragmentadas. Encontraron mobiliario desvencijado, sillas y sillones con el cuero ajado y los respaldos, que en su día habían sido de oro y obsidiana, ahora estaba deslucido. Estaban amontonados en la pared, cubiertos de telarañas. Vasijas rotas, fragmentos de todo tipo de adornos, incluso piedras preciosas, alfombraban el suelo.

Al fondo había un gran sillón y en él, sentada, una figura envuelta en lino.

—La momia es mágica y desprende un aura de conjuración —avisó Nepthis—. Debajo de los cascotes veo un aura más, también de conjuración. Acercaos con precaución, podrían invocar algún guardián que nos atacara.

Lurzca escuchó atenta a las explicaciones de Nepthis. No entendió lo de que había un aura de conjuración, pero si que podía haber algún peligroso guardián dispuesto a molerles a palos en cuanto tocaran lo que no debían, aunque eso ya lo había supuesto sin necesidad de las amables explicaciones de su amiga. Al fin y al cabo, siempre que entraban en un templo de ese estilo, acababan levantando maldiciones, momias y en general, todo tipo de guardianes asesinos...

Desenganchó su hacha del soporte que llevaba a la espalda y simplemente asintió a las palabras de Nepthis, acercándose poco a poco y con cautela hacia aquella nueva momia, que parecía estar vigilándoles desde su eterno lugar de reposo.

—Deberíamos dejar a los muertos que no se levantan por si solos tranquilos—volvió a repetir Jotnar cuando vio que Lurzca se dirigía a la momia.

No tenía nada y era una momia que desprendía magia. Para él era suficiente razón de querer dejarla donde estaba. Sin embargo, la segunda mención de Nepthis le llamó más la atención. Al parecer había algo enterrado bajo los cascotes.

Si bien él no es que fuera un experto en asuntos arcanos, le había oído otras veces tanto a ella como a Amessis hablar de esas cosas cuando las encontraban y se había quedado con la copla de que "conjurar" era invocar cosas... así que no tenía muy claro qué podría haber allí pero con suerte sería un cetro para conjurar hipopótamos.

«Eso explicaría los de la sala anterior»

«No, eso no explicaría una mierda»

«¡Chst! ¡Que no me oigo pensar!»

Sacudió la cabeza, asintió a Nepthis, y empuñó el hacha para acercarse cautelosamente a los escombros con intención de desvelar el misterio, apartándolos poco a poco con ella.

Pues eso, Jotnar se acerca en Defensa Total a los cascotes para pokearlos con el hacha y apartar los trozos a ver qué hay.

-Valeee -dijo Amessis con un susurro-. Pues yo voy a ver esa momia, por si pudiera ser amistosa. O no.

Mientras la nigromante se acercaba a la pared para rodear el derrumbe, Lurzca la siguió y Jotnar se aproximó a los escombros con extremada cautela. Apartó las piedras con el hacha, barriéndolas para buscar por debajo y, tras una pequeña inspección, encontraron unas runas grabadas en la piedra. Su resplandor era muy leve, el círculo parecía estar activo, aunque no refulgía con todo su poder.

-¡AAAH! -El grito de Amessis hizo que Lurzca levantase el hacha y a los demás los puso en alerta-. Nepthis, Nepthis, creo que esta momia está viva. Pero viva de viva. Ay, ay, creo que hay alguien debajo del lino. Se mueve -gimió, como si le diera miedo una momia viva y no una muerta.

La semiorca miró a la momia. Para ella no se movía, solo era una persona envuelta en lino. A juzgar por la forma, debía ser una mujer.

Lurzca agrió el gesto. No le gustaba no ver lo evidente y evidentemente no estaba viéndolo. Por otra parte era normal, a diferencia de su buena amiga Amessis ella no caminaba entre fantasmas y si lo hacía, al menos no podía verlos ni comunicarse con ellos. 

La mestiza se acercó un poco más sin dejar de agarrarse a su hacha con firmeza, como si eso fuera a salvarle de los oscuros poderes nigrománticos que provocaban que lo que debía hacer eternamente, no estuviera muerto para siempre. 

- Yo... - Cerró los ojos y los volvió a abrir tratando de ver lo que Amessis veía. - ...yo no veo que se mueva. - Confesó finalmente. - ¿Quieres que la desenvuelva? - Le preguntó con cierto escepticismo. 

Nepthis abrió mucho los ojos

—¡Oh, por el amor de todos los reyes-dioses! ¡Hay una persona viva ahí debajo! —avisó la profetisa de Hathor—. Sácala de ahí, Lurzca querida. Y ten cuidado con el cetro, la magia de conjuración que he detectado proviene de ahí.

Lurzca desenfundó una pequeña daga que siempre portaba consigo, no para el combate, sino para otro tipo de cosas, pelar fruta, cortar algún trozo de cuerda o como en ese caso, rasgar los vendajes de una momia viva. 

- Voy. - Dijo.

Entonces la mestiza obedeció de forma diligente las órdenes de la sacerdotisa de Hathor. Con sumo cuidado comenzó a cortar los vendajes de aquella persona que había sido enrollada en vida. Por alguna razón, Lurzca tuvo en ese preciso instante la corazonada de que la persona que estaba en apuros, no podía ser otra que la hermana de Nepthis. Esperaba que una vez estuviera liberada, comenzara a resolver muchas de las incógnitas que rodeaban a todo aquel extraño complot. 

—Hmmm...

Jotnar torció el bigote hacia un lado en un gesto de desconfianza hacia las runas. No sabía para qué servían pero no pensaba tocarlas si tenían un aura "que invocaba cosas". En lugar de ello volvió con Nepthis y Amessis. 

—Muertos que se mueven y vivos que apenas lo hacen—refunfuñó—. ¡Que me aspen si entiendo algo!

¿Habían quizá atado, amordazado y cutre-momificado a alguien allí? Era el único motivo que se le ocurría para que no estuviese zarandeándose de un lado a otro. O eso o estaba medio muerto...

Sacudió la cabeza. Tan solo esperaba que no fueran a encontrarse ahora a la hermana de Nepthis de aquella guisa o aquello podría volverse muy incómodo. Pero no se quejaría si quien quiera que fuese el pobre desgraciado a quien habían disfrazado de momia podía arrojar algo de luz sobre todo aquello.

Aguardó a que las vendas hubieran sido retiradas, aunque mantuvo la guardia alta.