Partida Rol por web

JAMES

Las siluetas del callejón comienzan a perfilarse a la luz de las farolas, a pesar de que está muy oscuro. Son un hombre que lleva lo que parece una lanza a la espalda y una chica de entre quince y dieciséis años. No ves síntomas de podredumbre ni manchas de sangre en sus bocas o cuerpo, pero algo en tu mente te dice que en esta ciudad ya no puedes fiarte ni de tu propia sombra.

FRANZ Y AMY

Al acercaros a la salida del callejón, el edificio de la comisaria se hace más claro. Pero también podéis ver la figura de un hombre, de unos cuarenta años. Lleva una pistola en las manos, firmemente agarrada. Pero, más que el hombre, os llama mucho más la atención la parte delantera del edificio. Varios coches de policía están aparcados frente a la reja, con la mayoría de los cristales destrozados. Hay mucha sangre, y la doble puerta de madera del edificio está aparentemente cerrada. Tiene marcas de uñas y huellas de manos, también con sangre.

Sin bajar el arma, James da un paso al frente y apunta al hombre de la lanza.

— No deis un paso más —amenaza. James echa un vistazo al callejón detrás de los desconocidas, buscando alguna sombra extraña —¿Quiénes sois? ¿Qué hacéis aquí?

— ¡Groaoaghhhh...! — Respondí a las amenazas del hombre, tratando de imitar torpemente a un infectado pese a que en mi cabeza sentía que lo había clavado. Pero claro, al ver el arma que apuntaba firmemente hacía nosotros me vi obligada a finalizar mi actuación y detenerme en el mismo sitio donde estaba.

— ¡Joder, viejales, cálmate! — Por instinto sentí la necesidad de alzar las manos. — No estamos infectados, ¿lo ves? Si no ya hubiéramos intentado arrancarte la piel a tiras. — Desvié la mirada hacía Franz para ver que opinaba, pues a cada palabra que soltaba sentía que la cagaba más y más... También le dediqué un rápido vistazo a la comisaría. A su alrededor estaban distribuidos varios vehículos destrozados y si algo destacaba y abundaba en aquel escenario era la sangre. En la enorme puerta de la entrada también abundaba de esa sustancia además de multitud de arañazos y otras marcas que indicaban la evidente presencia de esos salvajes.

Franz mantuvo la calma pese a todo, alzo los brazos con tranquilidad y de interpuso entre el hombre y la chiquita actuando de "escudo inmediato" de la joven.

- Tranquilo amigo, no buscamos problemas -penso entonces en el yari a su espalda que parecia contradecirlo con su mera presencia- solo estabamos perdidos y vinimos a buscar ayuda. No pensamos hacer nada raro y vamos desarmados mas alla de esto que hay a mi espalda ¿Te importa si seguimos la conversacion dentro? Por aqui hay bichos buscando nuestra carne.

Al menos queria que estuvieran todos a cubierto, aunque el hecho de que no fuera un hombre uniformado el que les apuntaba no le auguraba nada bueno por el interior del edificio.

Sin dejar de apuntar, James replicó:

— Si no estuviera, calmado, chica, ya os hubiera metido un tiro entre ceja y ceja.

Tras unos segundos de tensión, James relaja la posición y baja el arma.

— No sé qué esperáis encontrar en la comisaría, pero no me haría ilusiones. Si queréis continuar, adelante. ¿Habéis visto a algún otro superviviente de camino?

Miré al hombre con el ceño fruncido al mismo tiempo que cuestionaba para mí misma su concepto de calma. Pues vaya una suerte que lo hayamos encontrado calmado, de no ser así quizá se nos hubiera echado encima como las bestias que rondaban por toda la ciudad.

— Aparte de a nosotros y a ti no hemos visto a nadie más, pero como sigas apuntando a la gente con la pistola de esa forma no creo que vayas a durar mucho. — Repliqué mosqueada, luego me crucé de brazos y desvié la mirada hacía la comisaría. Pues en el fondo tenía razón, no debíamos hacernos muchas ilusiones en encontrar ayuda en la comisaría ya que parecía haber corrido la misma suerte que la escuela o posiblemente cualquier lugar público de la ciudad. Pero si no lo intentábamos nunca lo sabríamos, además de que ahí podríamos encontrar alguna pistola para Franz. ¡O para mí! Él ya tenía bastante con esa arma tan chula, já.

— Bueno ¿qué? ¿Vamos a movernos de una vez? No estamos precisamente en el mejor lugar para hacer una paradita. Además, tú también has venido a la comisaría por algo, ¿verdad?

La pregunta no iba dirigida solo a Franz, sino también al desconocido abuelete, por muy grosera que pudiera sonar, la pequeña no estaba dispuesta a dejar tirado a otro ser humano como ella. Aunque éste le hubiera apuntado con un arma, pues al fin y al cabo ella también lo hubiera hecho de haber tenido una.

Franz anda y abre la puerta dejando pasar a los otros dos.

- Realmente no se que esperabamos encontrar... quizas apoyo, quizas refuerzos... esperabamos encontrar a alguien que no estuviera muerto.

Hace caso omiso de la impertinencia de la joven... precisamente, es joven.

James analiza a los dos extraños, franqueándoles el paso.

—Si entras ahí, es tu funeral, amigo. —James se vuelve hacia la calle— Sigo mi camino. Espero que no acabéis como una de esas cosas.

Tras esto, James reemprende el paso. Quizá todavía podría encontrar lo que estaba buscando.

Desde el este, veis un coche patrulla que se sube a la acera a toda velocidad, se lleva por delante una boca de incendios y una señal de tráfico y se choca con el coche patrulla del que James cogió la pistola.

OZZY

Estás vivo, aunque ves un poco difuso debido al choque. Tu compañero parece estar inconsciente. Fuera, ves tres personas, dos hombres y una chica muy joven.

Inmediatamente, James apunta su pistola al coche accidentado y se acerca lentamente.

—Quedáos atrás —dice a los dos extraños que lo acompañan—, toda precaución es poca.

Examina el coche y a sus ocupantes.

Franz se situo frente a la jovencita una vez mas a modo de escudo humano y enarbolo su yari colocandose en la posicion de guardia.

Si aun con bichos de esos los humanos teniamos que seguir matandonos entre nosotros... mal ibamos.

Gruño, agitando la cabeza, para sacudirme el mareo del impacto. Y abro la puerta, casi golpeando con ella a un..¿Un chalado con una pistola? al que no había visto al estar los cristales cuarteados y blanquecinos.

-Joder ¿Dónde apuntas con eso?- salgo del todo del coche, manoteando para apartar el airbag y estiro la espalda con las manos en las lumbares. Cruje entera, audiblemente.- Coño...tenía que haberme puesto el cinturón...

Sacudo la cabeza de nuevo, aún algo ido, y tras ojear al tipo de la lanza miro dentro.

-Eh, Travis. Agente Goldman. ¿Qué ha pasado? Tenía que haberme hecho caso, que estaba sangrando demasiado...¿Se encuentra bien?

Espero que no se haya matado...

-¿Vosotros estáis bien? ¿Y la niña? Le decía que me dejara conducir a mi pero insistía en que no...y de pronto, no sé, se desmayó o algo y nos fuimos a la izquierda.

— ¿Sí? — Replicó la pequeña enfurecida, cruzándose de brazos con orgullo. — ¡Pues ahí os den a ti y a tu camino! — Amy se hubiera permitido unas cuantas palabras malsonantes más si no fuera porque segundos después un coche patrulla empezó a arrasar con todo lo que había en la acera, incluida una boca de incendios.

— ¡Hostia, hosita! — Instintivamente quiso retroceder, pero la majestuosa figura de su colega Franz se interpuso entre ella y el vehículo y si en algún momento había sentido la necesidad de salir de ahí por patas ahora se sentía realmente segura y protegida.

Del coche salió un hombre de mediana edad que, como era normal, tampoco reaccionó muy bien a que le apuntaran con una pistola. Pero el hombre, probablemente un agente, parecía estar en perfectas condiciones. Ni se había hecho ninguna herida preocupante ni tampoco se había lanzado sobre nosotros para comerse nuestros cerebros. Hubiera sido genial pasar un rato más todos juntos y preguntar unos a otros que tal nos había ido el día pero parecía que todos se habían olvidado de un pequeño detalle. — Oye, ¿el ruido no va a atraer a esas cosas? Porque aquí tu amiguito ha montado una buena...

James se queda inmóvil momentáneamente, afinando sus sentidos.

No te parece oír o sentir nada sospechoso. Lo único que te llama la atención es vuestro nuevo "compañero" y el tipo que iba conduciendo. Es un agente del RPD, afroamericano. Está inconsciente, con su cabeza reposando sobre el airbag.

—No oigo nada. Pero parece lógico que alguien... que algo se aproxime, atraído por el ruido. ¿Alguien puede tomarle el pulso al moreno?

James baja el arma y se propone escudriñar las calles oscuras, por si apareciera algo.

Las cosas se están torciendo. Y encima tengo que cargar con Yojimbo y la niña del pozo.

Robertson se planta firmemente en la calle, dispuesto a asegurarse de que todo va bien. Así, una vez todo se arregle, volverá a retomar su camino.