Partida Rol por web

28 de septiembre, 1998 - 19:00 horas

Hacía ya días que no abres la escuela, pero tu sigues acudiendo (Fisson street). No sabes nada de tus alumnos ni de como deben estar. El pensar que posiblemente alguno de ellos haya sido atacado por esas... cosas descerebradas caníbales hace que se te pongan los pelos de punta. El Instituto de Raccoon está cerca de tu escuela. Cuando miras por la ventana, puedes ver varios furgones de policía frente a la puerta principal. Una horda de esos "zombies" hacía rato que habían entrado en el instituto. Otro escalofrío te recorre el cuerpo de pensar en lo que podrían haberle hecho a los alumnos y los profesores que se encerraron, intentando sobrevivir. Pero toda resistencia acaba siendo vana. Escuchaste por la radio que, al final, todas las barricadas acaban cayendo. 

28 de septiembre, 1998 - 19:00 horas

El dolor producido por la caída se te olvida casi de inmediato al ver a esos "zombies" caminar de manera tambaleante hacia ti. Otros, entraban en el edificio. Te percatas de que hay un par de furgones de policía en la puerta... Vacíos. Pero no te paras a pensar mucho. Huyes por Fisson street, la calle que te parece a primera vista más despejada de esas cosas. No quieres mirar atrás por dos motivos: percatarte de que te pueden estar siguiendo, y que si vuelves a mirar hacia delante, de un callejón podrían salir de improviso. No entiendes como a podido llegar a pasar, pero un horrible pensamiento te martillea la mente: "Puede que toda la ciudad esté muerta".

Después de un pequeño salto con un mal aterrizaje me impulso con las manos para levantarme aprisa del suelo. Con el primer paso vacilé y me tambaleé ligeramente hacía un lado, pero inmediatamente me pude reincorporar con un segundo paso con la otra pierna. De reojo vi unos nuevos infectado que centraron fugazmente su atención hacía mí, detrás de ellos otros más que se adentraban en un edificio rodeado de furgones policiales. Furgones que, a simple vista, parecían haber sido saqueados con anterioridad. Ese era solo un pequeño detalle, pues aunque estuviera lleno de armas ni se me hubiera pasado por la cabeza el siquiera acercarme.

Puesto que la idea de dirigirme a ellos estaba completamente descartada seguí avanzando hacía adelante, adentrándome en la calle Fisson street con la fe de que ahí hubieran menos de esas cosas. Ver tanta muerte por todos lados me hacía pensar que yo era la única con vida, o al menos la única consciente de ello que no quería devorar a todo el mundo. Pero mentalmente me repetía una y otra vez Yo sobreviviré, yo sobreviviré... y sorprendentemente eso me daba las fuerzas necesarias para seguir avanzando. Algo en mi interior me pedía a gritos que girara la cabeza para ver que demonios, y nunca mejor dicho, me estaba persiguiendo. Pero el miedo de que algo peor apareciera por delante me lo impedía. Era valiente, pero no tanto.

Desesperada por encontrar un lugar mínimamente seguro que pudiera darme el lujo de descansar por cinco minutos analicé cada callejón, edificio o cualquier cosa que pasara por mi campo de visión actual, puesto que darme la vuelta seguía sin ser una opción viable. Tenía que haber algún sitio donde pudiera...

Franz

Corriendo a toda velocidad, con cara aterrada, ves a una chica. Parece que ha salido del instituto.

Amy

Uno de los locales más populares de la calle Fisson, una escuela de artes marciales, llama tu atención. De una de las ventanas, se puede ver un hombre, pero no tiene los ojos blanquecinos. Te está mirando.

Por la ventana veo a una joven que corria desesperada. Estaba claro que no era de aquella masa ingente de seres mortecinos. Le hizo un gesto con la cabeza para que entrara. Tambien era su momento de salir... y mejor salir acompañado.

Se fue hacia donde estaba el arma insignia de su escuela, un Kuda-yari de la era Nanbokucho japonesa. Era un arma que le habia dado su maestro al alcanzar el 3er Dan en el manejo del yari. Era un arma a la que se le atribuian poderes legendarios y no iba a manchar su nombre, ahora defenderia a los inocentes como otrora hizo. Justo debajo de ella estaban los utiles que utilizaba para mantenerla a punto dentro de una bolsa. Ante la duda de volver, sabia que esos seres podian acorralarte y no dejarte mas salida, lo tomo.

Tras una breve inclinacion en señal de respeto la cogio de su estante y salio corriendo enarbolando la lanza moviendola como una perfecta aspa a su alrededor llendo con calma hacia la niña.

No veia enemigos, pero si ella corria, no debian andar lejos.

Corría, corría tanto como mis piernas me lo permitían. Sabía que los infectados estaban cerca, que me seguían, por eso debía seguir corriendo. También seguí analizando todo aquello que pasaba por mi campo de visión, aunque con la adrenalina al tope no había mucha precisión en ello. A mi izquierda una cafetería, una tienda de víveres y poco más que pudiera reconocer. A mi derecha una escuela de artes marciales, una ventana, una persona. ¡Una persona! grité para mis adentros, pero una de las que no buscaba comerse a las otras, al menos éste no tenía el aspecto de un muerto viviente ni los ojos blanquecinos. Entre una cara que reflejaba preocupación y alegría a su vez me detuve por un segundo y traté de observale mejor.
No había duda, él también estaba vivo.
Recordando que quedarme quieta y expuesta en esa calle podría ser fatal y más con los infectados que me seguían volví la mirada hacía atrás. Esas cosas seguían siguiéndome pero a cierta distancia. De nuevo miré a esa ventana, pero el hombre había desaparecido. Tratando de salir del alcance visual de mis perseguidores —Si es que acaso podían ver con esos ojos podridos— me escondí frente a un coche, asegurándome antes de que en ninguno de ellos hubiera nada peligroso. Con peligroso, efectivamente, me refería a esos podridos. De pronto, la figura humana que había visto con anterioridad, salió del local empuñando lo que deduje que se parecía a una lanza. A una lanza super molona. Quizá el encontrar a una persona viva entre tanto muerto me dio el coraje necesario para dirigirle la palabra con tanta confianza, así que le di unas indicaciones tanto con gestos como con mi voz.

— ¡Vamos, vamos, por aquí! — Indiqué con una voz poco perceptible mientras me reincorporaba y le atraía con la mano. En otra ocasión ver a un tío de cuarenta y pico años con un arma como esa me hubiera asustado. Pero en la situación actual ¡JODER, QUE PUTA PASADA!

Como supuso, no iban a volver a la escuela, habia hecho bien tomando su kit. Al ver que seguian sin aparecer enemigos relajo la pose, aunque aun estaba alerta.

Siguio sigilosamente a la muchacha, ya hablarian cuando estuvieran en un lugar mas seguro.

Pese a que le había pedido que me siguiera con tanta confianza no sabía a donde demonios llevarle. Vale, sí, sabía que tenía que buscar un lugar seguro en el que pudiéramos discutir qué demonios estaba sucediendo en la ciudad, pero la verdadera pregunta era: ¡¿Con tanta mierda por aquí queriendo comernos vivos dónde coño íbamos a estar seguros?!

Pero inmediatamente me decidí por dejar de preguntarme tonterías de estas. Quien sabe, a lo mejor, por poner un ejemplo, la comisaría sería el lugar con mayor seguridad de la ciudad. Pero claro, el problema no era descubrir el sitio, sino alcanzarlo. Así que después de darme un par de bofetadillas con ambas manos en las mejillas y despejar un poco la mente decidí avanzar agudizando mi vista al máximo, seguro que si prestaba atención a mi alrededor sería capaz de encontrar. ¡Claro que lo sería, yo puedo sobrevivir a esto!

Pero pronto recordé el ejemplo anterior y en la calle donde nos encontrábamos; ¡La comisaría estaba super cerca!
En mi rostro se formó una sonrisa traviesa, un reflejo de lo grande que me había sentido resolviendo mis dudas con tanta rapidez. E inmediatamente le comenté el resultado de mis hallazgos al completo desconocido, como si le conociera de toda la vida.

— La comisaría está cerca de aquí, ¿vamos ahí? — Pregunté con el mismo tono de voz que antes, uno bajito y apenas imperceptible. También recordé que no, nos conocíamos de toda la vida. — Por cierto, me llamo Amy.

Franz asintio perceptiblemente con la cabeza al tiempo que le devolvia el gesto a la muchacha. Si era una opcion logica, seguramente muchos habrian tomado la misma decision, pero quizas pudiera echar una mano con la defensa y bueno, buscar apoyo, no era bueno con las pistolas pero sin duda seria una ultima linea de defensa importante.

- Yo me llamo Franz -dijo con un acento notoriamente germano, miro en direccion a donde se suponia que estaba la comisaria- si, quizas no este mal ir a buscar ayuda, en cualquier caso movamonos, parece que esos bichos nos localicen con un radar o algo.

Dicho eso vigilo la calle y decidio avanzar poco a poco. Queria conocerla, le recordaba a alguna alumna... sus alumnos ¿Donde estarian?

- ¿Como acabaste sola?

Pregunta casi de manera inmediata sin poder contenerse.

Unos gemidos hambrientos se acercan a vosotros, de la dirección en la que venía Amy. Cuando os giráis, veis a casi una docena de esos caníbales. Algunos van con los brazos extendidos, como intentando alcanzaros. Arrastran los pies. Algunos incluso caminan sobre la articulación del tobillo, lo que debería ser bastante doloroso para una persona. Pero ellos ya no son personas.

Al ver su respuesta afirmativa Amy ya estaba preparada para salir por patas de ahí y dirigirse junto al ya no tan desconocido Franz a la comisaría, pero entonces una pregunta salió de sus labios e hizo que la no tan pequeña Amy redujera considerablemente su paso. Y con el mismo tono de voz que antes respondió.

— Estaba en el instituto y, al parecer, algunos alumnos vinieron a clase estando infectados y pues... — Hizo una pausa, y de no haber sido porque ella trataba de hacerse la dura la hubiera aprovechado para sorber los mocos y soltar un sollozo. Pero no lo hizo. — Supongo que el resto es historia. Esperé en lo alto de un muro de la escuela, pero nadie más salió de ahí. No con vida. — A la pequeña también le picaba la curiosidad por saber como estaba llevando todo esto su compañero Franz, pero antes de que pudiera preguntarle algo oyó como unos gemidos de esos infectados les alcanzaban a sus espaldas. — Ayayayay... ¡Corre!

Evidentemente, ella también echó a correr por su vida y aunque por su cabeza también pasó la incógnita de que diablos había sucedido con sus padres decidió no pensar en ello. Eso no la iba a salvar de aquellos monstruos, quizá hasta iba a perjudicarle de mala manera, por eso, como si se magia se tratara, cualquier pensamiento relacionado para con sus padres se esfumó de sus pensamientos.

Franz escucho a la joven como le contaba su historia. Estaba seguro de que no seria la unica historia asi y que en muchos institutos de la ciudad y en muchos trabajos el paradigma hacia sido igual. Alguien pensando que tenia un resfriado o que tenia fiebre despues de que le arañara un loco habian ido a trabajar. Muchos no podian permitirse un dia de descanso y justo en medio del ajetreo... bueno.

De pronto a sus espaldas nacen gemidos infernales como los que se llevaban oyendo desde hacia horas por todas partes de la ciudad. Al girarse los vio. Alumnos, maestros y demas personal del centro... eran como una docena que alzaban sus brazos ansiando su carne...

Poniendo el arma en su mano diestra acompaño la espalda de la muchacha con la otra animandola a correr quedandose en todo momento justo un paso por detras.

- Vamos...

Una vez han "despistado" a los cadaveres lleva a la pequeña a un recoveco, de la pared era imposible que surgieran mas monstruos...

- Deberiamos serpentear por callejuelas. La calle principal debe ser un infierno.
 

Era bastante probable que cuanto mas transitado fuera antes un lugar, mas de esas cosas iban a haber... aunque claro, las callejuelas era sumar tiempo.

Amy seguía absorta en su misión. Tenía que asegurarse que no hubiera nada peligroso por el camino y en caso de haberlo que no fuera peligroso y pudieran evitarlo con seguridad. Pero unas señales de su nuevo acompañante atrajeron su atención y la llevaron a una esquina segura.

Franz me comentó que deberíamos llegar a la comisaría cruzando algunos callejones, ya que la calle principal debería suponer un mayor peligro. No lo dudé mucho y le di una respuesta afirmativa. — Sí, tienes razón. — Respondí con el mismo tono de voz de antes.

Y obedeciendo la sugerencia de Franz me adentré por unos de los tantos callejones que habían por las calles. Por un momento dudé sobre quien debía llevar la delantera, pues al fin y al cabo yo no tenía un arma TAN MOLONA Y GENIAL como la suya. Pero vamos, que si la tuviera podría ser yo quien liderara la marcha. ¡Ja, claro que podría! Ja...

Finalmente, la pequeña decidió quedarse atrás y cederle el paso al de las artes marciales guays.

Camináis por unos sucios callejones, al decidir que quizás sea la mejor ruta para evitar mucho encuentros con los caníbales que habían asolado la ciudad. Os paráis en cada esquina, rezando por no toparos de frente con alguna o algunas de esas criaturas. De momento, la suerte está de vuestra parte y empezáis a ver la luz. Mirando bien, veis el imponente edificio de la comisaria.

Seguía avanzando, solo que esta vez con un confiable aliado que me sacaba varias cabezas. Tanto él como su arma. A cada esquina me detenía junto a él y también asomaba la cabeza, aunque quizá de una forma menos prudente de lo que debería. Pero todo parecía salir bien porque a cada banda que miraba ninguno de esos seres acechaba. Si más no, no parecían estar en la labor como para seguirnos —Por esa repugnante razón de que estaban demasiado ocupados devorando el cuerpo inerte de alguien —o estaban embobados mirando a la nada sin hacer gran cosa más allá que unos vagos gemidos.

Varias fueron las calles y esquinas que doblamos y en ninguna de ellas nos llevamos ninguna sorpresa desagradable. De hecho, en poco tiempo más, finalmente logramos ver unas luces que nos conducían a la comisaría. Recordaba ese edificio y algún que otro anécdota sobre él, como que antes era un museo de arte, de ahí a que el edificio fuera tan grande y de aspecto clásico, victoriano. Y de hecho me parecía normal, ¿museo de arte? ¡Vaya un muermazo! Pero lo importante es que lo habíamos conseguido y había que celebrarlo. Quizá un último sprint hasta llegar dentro y estar sanos y a salvo fuera una gran forma de celebrarlo.

— ¡Toma! — Sacudí el puño en señal de victoria, sin alzar de forma excesiva la voz. — Lo hemos conseguido, Franz. Vayamos dentro ya, estar aquí fuera me da escalofríos. — De hecho, en ese mismo momento me atacó uno de ellos y para asegurarme de que no era nada giré la cabeza. Y, efectivamente, por suerte solo eran imaginaciones mías y una estúpida reacción de parte de mi cuerpo.

Franz avanzo lento pero seguro a traves del entramado de calles que componian Racoon City. A cada esquina apretaba los nudillos del mango de su Yari. Por suerte ninguna de aquellas bestias salio al encuentro, ciertamente no le apetecia combatir mas alla de lo estrictamente necesario y sobretodo llevando a una pequeña junto a el.

Finalmente la comisaria se impuso entre el resto de edificios al atisbarla al fondo de la calle. Sin embargo algo en el flujo de su ki se removio al ver la comisaria, parecia que Amy se alegraba de encontrarla, aunque Franz suspiro y arrugo el gesto. Puso una mano sobre el hombro de la muchacha.

- Lograron entrar en tu instituto y han logrado entrar en muchos edificios de la ciudad... ahi dentro estaremos mas seguros que fuera, pero fijate... -señalo hacia la puerta- ¿Por que no hay barricadas? ¿Por que no hay nadie vigilando? No se te ocurra bajar la guardia.

Dicho esto seriamente le apreto afectuosamente el hombro y esbozo una sonrisa encaminandose hacia la puerta de la comisaria.