Partida Rol por web

Este apartado es para las escenas que quieran con PNJ.
Para iniciar una escena deben poner al principio de cada escena en negrita y mayúscula con quien y donde queremos la escena,  cuando termine la conversación, en la parte de notas deberán poner CONVERSACIÓN CONCLUIDA

MILLICENT ESPERA A QUE MARCHEN EL RESTO DE INVITADOS PARA PODER HABLAR CON EL REY ETHAN

Millicent esperó a que el último de sus hermanos saliera para girarse hacia el rey. La sala del trono era imponente cuando se vaciaba. Parecía que era capaz de engullirte de un momento a otro. 

Se acercó lentamente, con las manos entrelazadas y apoyadas contra su abdomen. 

—¿Me permitís hablar libremente, mi señor? —dijo con la mirada clavada poco más abajo de su barbilla. No por miedo, por respeto.

El Rey no contesto inmediatamente la pregunta de su bastarda. Antes de emitir cualquier palabra alargo el brazo con el que sostenía la copa pidiendo sin palabras que Millicent se la llenara.

-Si, tienes mi permiso para hablar.- Dijo sin mirara a la muchacha. El hombre estaba pensativo y la bastarda sabia que cuando el rey estaba así debía cuidar bien sus palabras o acabaría siendo azotada como su tía Lyra

Sirvió la copa generosamente antes de dejar la jarra en las escaleras. Después se arrodilló, aún con la mirada baja. 

—No soy tan insensata para contradecir sus planes, mi señor— dijo, intentando evitar que la voz le temblara. Eran escasas las veces que había tratado con Él y todavía le impresionaba—. No solo porque sé que los Starks son un problema. También sé que, si ansía tomar las islas de Skagos, poseen las tierras mejor situadas. 

Levantó levemente la mirada, clavándola un poco por debajo de los labios. En su frondosa barba. 

—Me preocupan sus hijas. Casadas con el enemigo serán rehenes fáciles si decide hacer la guerra contra el rey Skagos y el rey del Pantano. 

Apretó los labios, mordiéndose el carrillo. Era absurdo decir que les tenía cariño, apenas las conocía. Y siempre la habían tratado tan mal. Entonces... ¿entonces por qué? ¿Por qué al mirar sus caras inocentes se le retorcían las entrañas? Eran tan jóvenes... Tomó aire. 

—Serán la forma más fácil de dañarle, mi señor. 

El rey miro a su hija bastarda mientras ella hablaba con un semblante osco en su mirada.

-No suelo aceptar consejos de Bastardos entrometidos ni de mujeres.- Dijo cortante. Luego hizo un pausa y prosiguió.
-Sin embargo te concederé una respuesta a tus preocupaciones debido a que noto que tu preocupación es legítima, pero siempre ten en cuenta tu lugar en esta familia y en el mundo.- El rey Ehtan tomo un trago de su vino y siguió hablando.
-Sé que es un riesgo el hecho de tener que casar a mis hijas con mis potenciales enemigos pero de esa forma también cuento con la posibilidad de anexar esos reinos mediante matrimonio una vez que logre dominar a los Stark.-
Cada vez que el apellido de aquella familia salía de la boca del rey salía con un marcado desprecio pocas veces visto en su tono de voz.-Se que dichos reyes también tienen hijas y si logro un matrimonio con alguna de ellas entonces seré yo el que tenga un rehén y no ellos.-
 Ethan miro a su hija invitándola con la mirada a seguir haciendo preguntas si así lo deseaba.

—No me atrevo, mi señor, a daros consejo ni opinión. Solo expresaba mi preocupación por vos —levantó ligeramente, no lo suficiente para que sus ojos se encontrasen, claro— y por su casa. Sé que no toma las decisiones a la ligera. ¿Puedo hacer algo más por vos o me dispensa por esta noche? 

Entonces el juego iría de ver quién querría más a sus hijas. Si padre, Warlock o Bonegnawer.

-Puedes retirarte si asi lo deseas Millicent.- Dijo el Rey sin darle mucha importancia a la muchacha.
-Ten en cuenta que soy tu padre y por eso puedo tolerar alguna que otra acción de insolencia- dijo a su bastarda antes de que se retire.
-Pero no vivire por siempre y tus hermanos tal vez no sean tan magnanimes como yo asi que ten cuidado donde pisas.- Aconsejo el hombre.

Millicent asintió, besó la mano de su padre y salió rápidamente de la sala, aún con la jarra de vino entre sus dedos. El corazón le latía con fuerza, sabía que tenía razón. Cuando él muriera dependería de unos ingratos. A nadie le importaría el destino de Mia o de Vayna si Till acababa siendo el heredero. 

Apretó los labios, tomando el camino a las cocinas para dejar la jarra ya vacía. 

ESCENA SORPRESA

La mañana era bastante fría y hacia unas horas había comenzado a nevar. Millicent sabía que ese día sus hermanos saldrían a recibir a los reyes, Gorek y Corum al del pantano. Till y Draken al de Skagos. El rey no había solicitado sus servicios por lo que podría quedarse a dormir un rato mas si así lo querías o tal vez levantarse y dar una vuelta por el castillo. Lo malo de los días fríos era que no había muchas cosas que hacer.

 De pronto la puerta de su habitación sonó con dos golpes secos, siendo que Gorek no estaba las opciones de quienes podían estar detrás de la puerta eran pocas.

Frunció el ceño. Era demasiado temprano, tanto que la suave luz de la mañana apenas se colaba por la diminuta ventana de sus aposentos. Sacó las piernas fuera del catre y notó como un escalofrío le recorría toda la espalda. Uno podía vivir toda la vida en el norte y no acostumbrarse a aquel primer momento de la mañana. 

Se colocó una capa sobre los hombros, para intentar mostrar una apariencia más decente, y abrió la puerta. 

Detrás de la puerta se encontraba el hijo de Lyra Bolton y primo hermano de los príncipes, Ludwing. Vestía Con ropa elegante y estaba bien arreglado para esta hora de la mañana.
-Buenos días Millicent, mis primos se han ido y por lo que no hay mucho que hacer por el castillo. Me preguntaba si tenias ganas de ir a algún lado o si querías acompañarme en esta aburrida mañana de otoño

Millicent cerró la boca, esperando que Ludwing no se hubiese fijado en aquel gesto tan poco apropiado. No estaba acostumbrada a aquella clase de reconocimiento. Que él supiera que existía y que contara con ella.

(Aunque solo fuera la última opción. La era). 

—Sería un honor, mi señor. —Inclinó la cabeza—. Si me disculpáis un momento para ponerme algo más adecuado, me reuniré con vos en cinco minutos. 

-Sí, la espero aquí.- Dijo Ludwing y eso hizo. Cuando Millicent estuvo lista comenzó a caminar con ella por los pasillos del castillo. -Que feo día hace hoy, uno no sabe qué puede hacer para entretenerse en fechas como esta.- Comento con total cortesía. -¿Que suele hacer para divertirse? ¿Sabe de alguna actividad que podamos compartir en un día como así? Era evidente de que Ludwing le estaba dejando a la chica elegir que era lo que quería hacer. El muchacho al parecer solo buscaba la compañía de la bastarda sin importarle que actividad eligiera para entretenerse.

—En realidad, no hay gran cosa que hacer. Los días más fríos son los más aburridos —respondió encogiéndose de hombros—. A mí lo que me gusta es salir. Coger un caballo y cabalgar por los alrededores de los terrenos. O salir de caza, el rey siempre aprecia la carne silvestre en su mesa.

Millicent giró la cabeza hacia él, analizando su complexión. ¿Sabría hacer algo tan básico como salir de caza? Para muchos nobles era una forma básica de negociación. ¿Su madre se lo habría sabido transmitir?

¡Su madre!

Apretó los labios, intentando no hacer una mueca.

—¿Cómo se encuentra su madre? —preguntó, esperando que no se tomara la pregunta como algo más allá de una genuina preocupación.

Ludwing escucho con una sonrisa lo que Millicent decía y le pareció una buena idea ir a cazar, si bien no manejaba el arco tenia un leve conocimiento sobre el uso de ballestas.

Luego la mujer pregunto sobre su madre y su cara se torno un poco mas seria. -Mi madre esta mejor, tiene cicatrices que no le van a desaparecer y aun le duele mucho la espalda pero ya esta un poco mejor.- Luego del castigo que le había puesto el rey la mujer se había recluido en su habitación sin salir. No quería tener que encontrase con su hermano otra vez.

-Creo que seria una buena idea ir a cazar, tendríamos que ir a buscar abrigo y preparar todo para salir pero creo que en menos de una hora podríamos ponernos en marcha.- Dijo retomando el tema de la cacería.

—Estoy segura de que podríamos presentarlo como un regalo de vuestra madre al rey como disculpa. —Posicionarse era una mala idea, pero aun así las palabras volaron de sus labios. La idea de agradar a Ludwing era demasiado poderosa como para dejarla ir. Quizá podría disfrutar de su compañía en un futuro cercano—. Ya sabes, son los dos hijos de la misma madre y es probable que ninguno de los dos dé su brazo a torcer.

-Es una estupenda idea.- Dijo el muchacho con agrado -El rey siempre a sido aficionado a la buena comida y tal vez una buena presa sea un regalo ideal para enmendar las cosas entre mi madre y mi tío.- Coincidió.
-Ya está dicho, iré a buscar mis cosas y nos vemos en las caballerizas dentro de una hora aproximadamente. Dijo Ludwing y se retiro haciendo una reverencia a la chica.

 Al cabo de un rato Millicent lo volvió a ver en las caballerizas vestido con ropa de cuero, muy útil para cabalgar, una abrigo hecho de pelo de marta bastante abrigado, En su costado tenía un carcaj con virotes de ballesta en el otro una espada y en sus manos una Ballesta bastante linda y al parecer nada barata.
-Si estas lista podemos salir cuando quieras.-

—Veo que está preparado para una buena sesión de caza —comentó Millicent con una sonrisa al verlo. Su ropa era mucho más modesta y mucho más incómoda. Un vestido de invierno, sencillo y abrigado, y una gruesa capa de invierno. Con garbo, ensilló al caballo más tranquilo de los que su padre poseía. Acros*, que ya tenía la dentadura manchada por la edad y al que el castillo consideraba un animal tonto y un poco inútil.

A Millicent era el que más le gustaba. Apenas hacía ruido cuando lo llevaba a pasear. Y quizá sí que fuera tonto, pero también absurdamente valiente y difícil de asustar.

El animal se dejó ensillar sin protestar y, a continuación, Millicent ató un pequeño zurrón en la silla que había conseguido de las cocinas. Un poco de comida seca y salada para el tiempo que estuvieran fuera y cuerdas para poder trasladar más adelante sus presas.

—¿Conoces estos bosques?

Una vez que la chica termino de ensillar al animal comenzaron a avanzar en dirección a la puerta principal. Los guardias conocían a Milicent y a Ludwing por lo que no les preguntaron nada cuando levantaron el rastrillo dándole así paso al grupo.

-Poco y nada señorita Millicent. He venido en algunas partidas de caza pero muy pocas.- Dijo con sinceridad, lo de el eran los libros pero para ser sinceros no le temía al bosque y no le espantaba la idea de salir a cazar como algunos creían.- No soy bueno rastreando así que eso se lo dejare a usted, cuando aparezca la presa yo solo apuntare y dejare que esta ballesta haga todo el trabajo difícil.- Comento con un tono jocoso mientras comenzaba a adentrase en el bosque.

Una vez adentro el silencio se apodero de todo, poco era lo que se podía escuchar. La nieve había echo que muchos animales se escondieran haciendo que el silencio sea mas absoluto.

-Mi señora... comenzó a decir Ludwing -¿Que piensa sobre esta reunión que convoco su padre?

Millicent emprendió el camino. Tenía poca esperanza de encontrar a algún animal. Dos caballos, dos personas parloteando... aquello iba a ser muy ruidoso. Y la ballesta. Le echó un rápido vistazo, por algo ella prefería los arcos. Era cierto que no eran tan sotisficados, pero cuando el enemigo quería darse cuenta lo único que oía era el cortar de la flecha contra el aire.

—¿Con sus hijos o con los otros reyes? —respondió sin pensar demasiado qué le había dicho. Negó levemente la cabeza—. Con los reyes, claro.

Respiró hondo y miró a su alrededor. Los árboles todavía estaban distribuídos de manera poco uniforme por el terreno. Les quedaba un rato hasta dónde los animales salvajes vivían sin miedo.

—Es necesaria. Desagradable pero necesaria: los Stark se están extendiendo demasiado. —Millicent giró la cabeza hacia él, intentando adivinar lo que pensaba—. Me preocupa, sin embargo, la seguridad de las hijas del rey y la de su madre, mi señor. Si son entregadas para sellar una alianza... pueden estar en peligro. En grave peligro.

Será un juego de quién quiere más a sus mujeres.