Partida Rol por web

Lyuben sintió un cierto alivio cuando el Alpha recogió el cuchillo. Sin embargo todavía no estaba totalmente seguro de comprender y entender lo que Devon le había dicho. Seguía pensando que habían elegido la peor solución para resolver su problema.

-Yo tengo muchas ideas, pero ninguna os va a ser de utilidad... Una de ellas incluye comer en un sitio con calefacción -dijo suspirando una Javier los llevó fuera de la Umbra-. ¿Dónde se han metido estos?

Se metió el último trozo de bocadillo en la boca. Era pequeño, y sabía a poco. Masticó despacio, tratando de saborear el último vestigio lo que seguramente sería su última comida caliente y cocinada en una temporada. De todos modos, aún tenían que pagar. Estaban hablando de robar un coche, pero iba a pagar un triste bocadillo.

-Espérate. Y reza porque la camarera no se ponga otra vez a llorar.

Dejó de prestar atención a Amy, y buscó a la camarera alzando una mano en el aire, mientras que con la otra rebuscaba en el bolsillo en busca de las monedas y el par de billetes arrugados que le quedaban.

La camarera atendió el llamamiento de Donny con presteza y al poco volvió con un platillo y un trozo de papel cuya tinta se encontraba algo desvaída. Esperó a que abonaran antes de marcharse para dárselo al dueño.

Hizo un gesto con la cabeza en la dirección por la que habían venido. Se sentía muy incómodo con aquella cosa enorme en la boca y el hecho de no poder hablar le angustiaba, pero era lo único que podía hacer hasta que Amy y Donny volvieran del pueblo.

Por lo menos había que volver al punto de encuentro para esperarles.

Amy se estiró al salir a fuera y después metió las manos en los bolsillos por el frío. Con la tripa algo más llena se sentía considerablemente mejor, aunque eso no ayudara mucho al resto de la manada. Cuando Donny salió después de ella se giró para mirarle. Como al parecer él estaba a cargo de ella no podía hacer nada sin su permiso, y la idea del coche no terminaba de agradarle aunque a ella le fascinaba.

- Entonces, ¿qué hacemos? ¿Volvemos con los demás? Por mi hacemos lo que ya te he dicho.

Mientras sus compañeros salian del claro, con un paso mucho más ligero y animado que cuando entraron, Voz de Ptah salió lentamente, observando con detenimiento los espiritus, ahora más débiles, pero palpables. Antes de terminar de salir del claro se detuvo y miro atrás, incapaz de apartar la mirada de aquel lugar de descanso de aquellos que habían muerto por la Letanía, por la Ley.  Que habían acabado con su vida para evitar la tentación del deseo, para evitar el pecado que ello conllevaba. Para evitar engendrar a alguien como ÉL.

Había sido, desde ciertos puntos de vista, una decisión acertada, pues habían evitado el castigo erradicando a los culpables antes incluso de que lo fuesen..pero ¿Acaso no era para Gaia toda vida preciosa y cara, y no eran los más caros en su seno sus hijos predilectos, sus guerreros, aquellos que la protegían del mal: los Garou? ¿Acaso no podrían haber partido en caminos opuestos, haber dado salida a su lujuria con lobos u hombres o haber encontrado una salida que no erradicase de Gaia a dos guerrero validos? ¿Tamaña monstruosidad era un Metis? ¿Tamaña monstruosidad era él mismo?

Voz de Ptah había sido criado en la Letanía, muy consciente del error que el constituía. Pero se sentía útil, y válido, capaz de ayudar a otros garou y a Gaia. Su pertenencia a la manada le había demostrado palpablemente que, aun a pesar de todo, él era necesario, que todo Garou lo era. Había otras salidas, y la muerte de aquellos dos antiguos Garou había sido loable, pero errónea. La Umbra, como reflejo de la mente de Gaia, lo demostraba, cuajando el lugar de espiritus de pena y dolor.

Sin poder evitarlo, exhaló un gañido incómodo, frustrado, ahora que el resto no podía oirlo. Un ¿por qué? desesperado que no estaba dirigido sólo a los lobos muertos, sino a sus propios progenitores, al resto de los garou y a él mismo.

De un salto, como si de repente la cuerda que le sujetase se hubiese soltado, corrió hacia los otros, ahogando tantas preguntas sin respuestas bajo el tenue sonido de sus pasos 

Salió tras Amy a la calle. A la fría calle. Cruzó los brazos para darse calor y metió los dedos bajo las axilas.

-Tendremos que contárselo primero. Si cogemos un coche y tenemos que andar buscándolos, mal asunto. Vamos al punto de reunión.

Esperó a que Amy abriese la marcha. Después de comer caliente se sentía caballeroso.

Después de una hora y media, más o menos, Amy y Donny aparecieron en el punto de reunión como Homínidos, mientras que el resto seguía en Lupus. Las manos de los dos jóvenes olían a Bacon recién hecho y crujiente, del que se deshace en la boca.

Lyuben aceleró el paso para llegar antes junto a Dony y Amy y comenzó a olisquearles de arriba y a intentar meter el hocico en sus bolsillos buscando el bacon.

-¿Dónde está? ¿Dónde? -preguntó insistentemente.

Amy, que no traía cara de muchos amigos levantó los brazos cuando Lyuben comenzó a olisquearles.

- Que no. Que no hay comida. Ni ropa ni coche para salir de aquí porque alguien se ha vuelto muy soso.- avanzó unos pasos hacia Devon mientras hablaba- Lo que si hemos conseguido es contactar con mi tía. Creían que estábamos muertos y, al parecer, ellos no asesinaron a los otros lobeznos y no saben quién fue. Pero han mandado un contemplaestrellas a buscarnos. Pero no sabemos cuándo puede aparecer.

Voz agitó la cola suavemente, a modo de saludo, pero sus orejas gachas y su mirada centrada en algún punto tremendamente interesante entre los hombros de Amy y Dony dejaba bien claro que ahora mismo tenia demasiadas cosas en la cabeza y que la mayoría de ellas no era en exceso positiva. Se mantuvo en un segundo plano, por detras de los otros miembros de la manada en forma lupus, moviendo inquietamente las patas y tratando de manera ostentible de mantenerse lo más alejado de Devon y lo que portaba entre los dientes, lanzando un par de miradas furtivas y ceñudas al objeto, si es que el esbelto rostro canino era capaz de mostrarse "ceñudo".

Cuando Amy habló, ante las repentinas atenciones de Lyuben, pareció centrarse algo más, elevando las orejas al oir el clan de su "rescatador".

- Extraño me resulta que un miembro de un clan que ya no pertenece a la Nación garou colabore con tu Tía, Amy, más aún, que se encuentre ni siquiera en este país... pero desde luego no sería lo más extraño que nos ha ocurrido hasta ahora y sus puntos de vista pueden resultar... formativos.- finalmente, se acercó trotando hacia la Moradora del Cristal, restregando su hocico contra el bolsillo de su pantalon de modo afectuoso y dandole un lametón en la mano.

Devon alzó un segundo las patas delanteras en señal de saludo, no pudiendo decir nada debido a la daga que portaba en sus fauces. Escuchó las palabras de Amy y las de Voz, lamentando internamente que no hubieran podido encontrar ningún medio para salir de allí por sus propios medios. No le hacía gracia que tuvieran que venir a buscarles, mayormente porque ya estaba claro que aquellas cosas nunca parecían salirles bien.

El Alfa agachó la cabeza para dejar la daga un segundo en el suelo. - Tendremos que esperar, entonces, aunque no me acabe de gustar la idea. ¿Qué ha ocurrido para que no hayáis podido traer nisiquiera ropa? -

Donny y Amy le contaron al resto de la manada lo que había pasado en el pueblo, que todo el mundo los miraba con suspicacia y que no había gran afluencia de tráfico precisamente. La ausencia de tendales hizo imposible que se hicieran con ropa. Kroder's Pass parecía bastante aburrido. Por su parte, Devon y los demás les contaron su excursión a la Umbra y cómo se habían encontrado con un lugar en el bosque plagado de espíritus de dolor, fruto del sufrimiento de una pareja de Garou que se había suicidado para no romper la Letanía. El cuchillo que llevaba el alfa era el que habían utilizado para suicidarse.

Tras la charla, la manada se volvió a mover, pero esta vez tuvieron un encuentro interesante: una furgoneta con el letrero "Pentex" en el costado pasó por la carretera sin prestarles atención. Se dirigía hacia el norte. ¿Qué haría Pentex en aquel pueblo?

-Ya bueno. Pero... ¿y el olor a bacon? Me váis a tener que explicar mejor esa parte -dijo Lyuben justo cuando una furgoneta de Pentex pasó por la casi desértica carretera.

El garou la siguió fíjamente con la mirada y después miró al resto de la manda.

-Eso no augura nada bueno.

Javier agachó la cabeza, aburrido, cuando vio que el resto volvía sin comida, sin ropa... y sin tabaco. Se perdió en su cabeza, pensando en los siguientes movimientos que haría la manada. Estaban realmente jodidos. No tenían ninguna salida.

... Al menos hasta que apareció la furgoneta de Pentex. Era perfecto. Se giró rápidamente a los demás.

- Gaia nos acaba de mostrar la salida. Podemos robar el vehículo y encima le daremos un golpe, aunque sea pequeño, a esa organización de malnacidos. ¿Qué te parece, Alfa?

El Theurge parecía emocionado ante la idea. Odiaba los páramos perdidos donde no había tabaco.

Cuando los otros les contaron en lo que habían estado ocupados, en primer lugar sintió envidia y en segundo se acordó de Amy paseando desnuda por ahí.

-Amy llamó desde una cafetería. No nos dejaban usar el teléfono si no tomábamos nada. Y nos comimos un bocata -respondió a Lyuben sin mirarle y manteniendo las manos apartadas de él.

Pero dejó de prestarle atención al Ragabash y a si les pillaba o no cuando pasó el vehículo de Pentex. Se quedó mirando la furgoneta hasta que se perdió de vista.

-A mí me preocupa más qué está haciendo aquí que si lo robamos o no. Yo digo que lo sigamos.

Ya iba siendo hora de aplastar algo.

Amy respondió con afecto a las carantoñas de Voz antes de relatarles al resto la conversación con su tía.

Cuando divisó la camioneta la lobezna arrugó la frente extrañada y ante la proposición de Donny se limitó a encogerse de hombros y procedió a quitarse la ropa para cambiar a lupus y seguir el coche con más facilidad. Eso de vestirse y desvestirse cada dos por tres empezaba a ser un auténtico coñazo.

A Devon le empezó a hervir la sangre cuando vió la furgoneta de Pentex: no soportaba a aquellos malnacidos (aunque no los odiaba, Devon nunca había conocido la palabra 'odio') y su mera presenta le perturbaba sobremanera. Escuchó todo lo que dijeron sus compañeros y fue el último en hablar.

- Creo que lo mejor será que hagamos ambas. Primero les seguimos, vemos qué pretenden y si podemos les pateamos el culo. Después nos llevamos su furgoneta y volvemos a casa. ¿Qué os parece? - dijo antes de emprender la marcha (cogiendo después la daga antes de continuar) -

La manada, conforme o no con la decisión de su alfa, no tuvo más remedio que seguirlo. Era el jefe y estaban en periodo de guerra. La Letanía exigía que debían seguir sus órdenes, y así lo hicieron.

La furgoneta recorrió su camino hacia el norte por la vieja carretera secundaria que atravesaba el bosque de pinos hasta una zona montañosa y pelada. Los árboles comenzaron a escasear cuanto más al norte iban, hasta convertirse en una planicie pelada que se escarpaba y moldeaba en una montaña truncada por una meseta sobre la que se veían construcciones industriales.

El ambiente olía mal, a residuos y a basura, a humanos, a humo, a maquinaria, a combustible y a algo peligroso. Ya anochecía y el frío arreciaba con gran fuerza. El suelo era nieve y piedra, muy duro. Luces de sodio alumbraban débilmente el lugar, dándole a todo aspecto enfermizo. La silueta de una grúa se adivinaba en el horizonte. Fuera lo que fuese, a los lobeznos no les dio buena espina.

La furgoneta subió a la zona industrial y se detuvo entre un par de edificios. De ella salieron varios hombres vestidos con trajes especiales para el frío y máscaras antigás.

Amy arrugó la nariz confusa por lo que estaba viendo y oliendo. Aquel lugar no le inspiraba ninguna confianza, ni a ella ni a ninguno, supuso. Retrocedió un poco y miró a los demás esperando que dijeran algo. Desde luego no era lo que esperaba encontrar al seguir el coche.

- ¿Qué se supone que pinta todo esto aquí...?- murmuró.