Partida Rol por web

Saul se entretenía observando a la gente pasar, hacía tiempo que el aburrimiento hacía mella en él, tal vez debido a su falta total de iniciativa, sin embargo algo bullía en su cabeza, desde que encontraron el prisma sus antiguas pesadillas volvían a atormentarlo por la noche, y su preocupación creció cuando Aedoc les contó las capacidades que poseía el artefacto.

Esa misma tarde decidió hacer algo por primera vez en mucho tiempo, estaba comenzando a darse cuenta de que por muy pasivo que se mostrara las desgracias seguían azotando el mundo que lo rodeaba, debía comenzar a usar sus poderes para algo más que la simple supervivencia, y lo primero que haría sería mantener al arcanista vigilado, no desconfiaba de él pero en ocasiones era demasiado imprudente, Saul temía que los poderes del prisma sobrepasaran a los de su colega, así que lo mantendría vigilado.

Notas que el mago se lanza un conjuro y luego desaparece

Cuando sales de la Fortaleza Asenoc te está esperando. No sabéis donde ha pasado la noche pero, desde luego, no con vosotros.

Saludos Hermano. ¡Selene me ha dicho que vas a convertir este parque infantil en un lugar seguro! He pensado que, como no tenéis experiencia adiestrando soldados, podía echaros una mano en ese ámbito. Si me lo permitís. Aunque, según las palabras de Selene, ¡estoy a tus ordenes! La verdad, no me gustaría ver a esa mujer enfadada, así que tengo planeado hacerle caso.

Y bien… ¿por donde empezamos?

Saul saludó a Asenoc con una sonrisa, lo cierto era que cada vez respetaba más al misterioso guerrero, siempre atento y preparado. Buenos días Asenoc, lo cierto es que tu ayuda me vendrá de perlas, seguro que tu pueblo está más preparado para las amenazas aéreas, así que podrás darme unas cuantas ideas, además si tengo que dar órdenes será mejor tener a alguien cerca que sepa cuales son las adecuadas.

Con un gesto de la mano le invitó a avanzar hacia el exterior de la aldea, no tenía prisa así que prefirió pasear por tierra mientras intentaba que su amigo alado soltara un poco la lengua, hasta que lo conoció no había tenido problemas en relacionarse con la gente, pero Asenoc era muy reservado y apenas había hablado sobre si mismo, el mago no estaba seguro ni de que comiera.

Cuando al fin dejaron atrás las últimas casas Saul comenzó a explicar sus planes mientras dibujaba un esbozo sobre la tierra, no era un soldado así que estaba seguro de que tendría fallos, pero al menos sería funcional. En cuanto a los milicianos, tal vez es mejor que te ocupes tú o Yuri, estáis más versados en combate y desde luego sois mucho más disciplinados.

Asenoc escucha tus palabras con atención, tras lo cual, contesta…

No creo que un ataque por el aire deba preocupar a esta gente. Después de todo es un pueblo muy pequeño. No obstante, la gran cantidad de árboles existentes y un buen grupo de arqueros podrían solucionar ese asunto.

Respecto a la guardia, yo puedo entrenarla, si quieres… pero necesitare que me digas como quieres organizarla. ¿Un capitán? ¿Sargentos? ¿Soldados? ¿Cómo en un ejército regular? ¿O quizás prefieres algo así como un “Alguacil” que vigile que todo vaya bien y tenga ayudantes?

La verdad, me he criado en una orden monástica extremadamente militarizada. No sabría decirte que es lo apropiado para un pueblo.

Camina a tu lado, observando a todo el mundo. A los pocos minutos de iniciar vuestra marcha, las gráciles y poderosas panteras aladas que suelen acompañar a Asenoc se unen a vuestro paseo. Su brillante pelaje negro brilla cada vez que el sol se filtra entre los árboles.

Bueno… yo siempre he sido partidario de las Milicias…
Creo que todo hombre debería saber defender su hogar y a su familia, y no depender solo de los soldados o guardias profesionales.
Después de todo, cuando ves a los tuyos amenazados, lo último que quieres hacer es cruzarte de brazos y, lo último que harás, es rendirte.

Creo que no existe mejor guardián que aquel que defiende aquello que ama.

Acaricia a las panteras, puedes detectar trazas mágicas de mentalismo cuando lo hace. Sabes que se comunica con ellas mentalmente. A continuación, alzan el vuelo y se marchan.

No estoy seguro de qué es lo mejor, tal vez ambas opciones, la idea del alguacil no es mala, no alteraría su forma de vida demasiado, además no impediría que exista una guarnición de milicianos. Lo cierto era que tras tanto tiempo ocultos ni siquiera los ladrones se acercaran al pueblo, así que lo lógico era pensar que las murallas serían suficientes para alejar a los posibles depredadores, sin embargo su tormentoso pasado le había enseñado que era mejor tomar precauciones.

En cualquier caso creo que se nos presenta otro problema, a no ser que se esperemos que se defiendan con palos y piedras debemos conseguirles algo de equipo, nada ostentoso, pero efectivo, las lanzas son baratas y efectivas, además se pueden utilizar sin dejara atrás la protección de la muralla, y unos camisotes de mallas ofrecen una estupenda protección sin limitar el movimiento, a no ser que los impuestos de la aldea cubran su protección, a fin de cuentas ni siquiera están labrando la tierra así que habrá que justificarlos de algún modo.

Ciertamente. Estoy seguro de que podrán fabricar lanzas sin demasiado problema, también escudos, arcos y flechas. Los camisotes de mallas requieren de gran cantidad de metal y ellos carecen de minas. Quizás armaduras de cuero sería más fácil.

Se con quién debemos hablar para esto. Lo conocí durante la cena.

Asenoc te lleva hasta una casa grande. Aunque más parece un taller y un almacén que una casa. Allí encontráis a varias personas trabajando. Dos jóvenes están fabricando unas sillas de madera mientras un hombre más mayor les da indicaciones sobre cómo realizar unas juntas perfectas.

¡Prestad atención! ¡Que parezca que la silla ha crecido de la misma tierra! ¡Cada mueble debe ser una obra de arte en sí mismo!

Al principio no nota que estáis presentes y sigue dando instrucciones pero, en un momento, levanta la cabeza y os ve.

¡Oh! ¡Perdónenme caballeros! No sabía que estaban ahí. ¡Asenoc, me alegro de verte! Es un honor conocer a otro de los héroes que nos ha salvado de las criaturas. Vos debeis ser Saul ¿verdad? Asenoc me ha hablado mucho de vos. ¿De verdad sois capaz de manipular materiales mediante la magia? Por todos los dioses… ¿me lo enseñaríais algún día?

Pero que descortés soy, seguro que no habéis venido a satisfacer los sueños de un viejo. ¿En qué puedo ayudaros?

El mago observó el trabajo de los artesanos mientras fabricaban algunos muebles, pronto se dieron cuenta de la presencia de ambos aventureros y comenzaron a agasajarlos como era costumbre por la zona, Saul no pudo contener una expresión de desagrado, comenzaban a generarle cierta desconfianza, aunque tal vez tan solo se trataba de gustos personales. Tal vez otro día, hoy venimos a realizar un encargo, queremos lanzas, escudos y armaduras, la milicia que estamos formando las necesitarán si la aldea sufre un ataque.

El hombre te mira preocupado…

¿Milicianos? ¿Lanzas? ¿Acaso estamos en peligro?

Los jóvenes aprendices dejan de trabajar para atender la conversación…

Sí. Supongo que puedo hacerlas. Las lanzas y los escudos serán muy fáciles pero, para las armaduras, necesitare a los milicianos aquí para hacérselas a medida…

¿Cuántas os harían falta? ¿Y de cuánto tiempo dispongo?

Claramente el hombre teme por su seguridad y la de su familia pero, a pesar de todo, está dispuesto a ayudar. Los jóvenes parecen ilusionados con la idea de una milicia.

Tengo madera suficiente para 100 lanzas y escudos. No sería ningún problema. Pero carezco de tal cantidad de pieles. Y en este bosque difícilmente vas a encontrar 100 osos a los que dar caza.

Eso depende de cuantos vecinos quieran colaborar, supongo que esa cantidad será más que suficiente para toda la tropa si se diera el caso, aunque no debes preocuparte, solo estamos siendo precavidos. Saul paseó por la habitación juzgando la calidad del artesano, lo último que querían era una lanza o escudo rotos en el peor momento.

No hay prisa, aunque he de ser honesto y decirte de antemano que no sé cuándo ni cómo te pagaremos, aun así haré lo que esté en mi mano para retribuirte adecuadamente. El mago se quedó apoyado en una mesa, esperando expectante la respuesta de Tom.

¡Por todos los dioses… no debéis pagarme nada! Me conformaría con que me regalaseis una muestra de ese poder que dicen que poseéis…

Cualquier cosa, una silla, una mesa, algo creado mágicamente por vos, que carezca de uniones, de juntas, de construcción en sí misma, sería un regalo fabuloso…

El hombre parece verdaderamente ilusionado con su trabajo y con tu supuesta capacidad de manipular materiales mágicamente.

Podre tener las lanzas y los escudos en 2 semanas. Pero no se me ocurre como podría ayudaros con las armaduras…

Os aseguro que el resultado os complacerá.

Saul asintió a las palabras de Tom y se acercó al montón de serrín que se acumulaba en una esquina, tras concentrarse durante un par de minutos realizó algunos gestos y vociferó las palabras que liberarían el conjuro, al instante comenzó a moldear el serrín como si fuera barro, lo primero que hizo fue comprimir las virutas para que recuperaran la consistencia de la madera hasta formar una enorme bola, después la transportó hasta el centro del taller y ahí comenzó a moldearla poco a poco hasta conseguir una mesa, no era muy bonita pero con las herramientas de las que disponían allí pudo realizar un acabado perfecto, una única pieza con la superficie pulida y un solo soporte central. Espero que esto te complazca, es todo tuyo.

Tom queda completamente encantado con el proceso. Y aún más con el resultado. Se acerca a la mesa y empieza a acariciarla, a buscar defectos o detalles. Roza con sus dedos los bordes del tablero y busca debajo de la mesa cualquier unión entre la pata y este… mientras no deja de decir, en voz baja, lo increíble que es.

Supongo que hemos acabado aquí. A falta de encontrar una solución para las armaduras. ¿Cuál es el próximo paso?

No tengo muy claro cual sería el siguiente paso, con un poco de metal tal vez pudiera encargarme yo mismo de fabricar esas armaduras, pero no parece haber ningún herrero en el pueblo, y tampoco conozco la zona así que no podría extraer los metales por mi mismo. Con algo de duda en su expresión Saul abandonó el lugar mientras pensaba en las posibles soluciones. Tal vez podría preguntarle a Ganzorig, es más hábil explorando, si no encuentra nada tendrán que conformarse con las armaduras de cuero que nos ha ofrecido Tom.