Partida Rol por web

Tras un trayecto que se os hace interminable, por el que descendéis, luego camináis en llano bastante tiempo y oís hablar entre susurros a vuestros captores, finalmente notáis como la comitiva se detiene y escucháis el sonido de una puerta al abrirse. Momentos después notáis una humedad y un olor a rancio que os da arcadas. Tras andar durante algunos minutos más, finalmente sóis conducidos a vuestro destino. Oís una puerta metálica al abrirse, os meten a empujones y entonces os quitan las vendas. Al abrir los ojos véis a Diego tirado en el suelo, respirando con normalidad y a varios hermanos que tras quitaros las vendas cierran la puerta , estáis en una celda ( de monasterio) algo más grande de lo habitual a la que han puesto una puerta metálica con barrotes para que parezca una celda( de calabozo). La estancia es totalmente diáfana, sin muebles ni enseres, ni siquiera hay un jergón en el que tumbarse. Sólo una pequeña ventana sin barrotes pero del tamaño de un brazo.

 Mierda, pero no podía esperar otra cosa - piensa Rodrigo con fatalidad. Él está acostumbrado a vivir en el bosque, al aire libre y con mucho espacio, de manera que siente la opresión de la celda con demasiada claridad.

Acercándose a Diego, ve como parece estar bastante recuperado, por lo que se vuelve a Iria y le pregunta - Parece estar bastante mejor, ¿no crees?

 Diego, aún entumecido por el tiempo que ha estado tirado inconsciente, y con un dolor de cabeza tremendo, mira a su alrrededor..que ha pasado...el...estaba luchando y de repente...calló, se vió muerto. Por un momento pensó que estaría en el purgatorio...pero... no era la imagen que esperaba ver. De pronto empezó a fijarse...allí estaban Fonseca, Rodrigo, Iria...eh, falta el conde. Miró un poco a su alrrededor, y se percató de que estaba en una celda. Estaba empezando a hilar escenas, y no le gustaba. No obstante, prefería asegurarse, por si las moscas.

-¿Qué...AHH...qué ha pasado?

Se lleva la mano al cinto.

-MIERDA!!!... auch... ¿y mi espada?

 Es con tristeza que Fonseca entra en la mazmorra.

Atrapados aquí... ¿qué querrán esos malandrines?

Vaya Diego, me alegro de ver que vuelves a la vida -sonríe- pero quisiera que fuera en otras circunstancias. Estamos en manos de los bandidos... y nuestro Señor cayó en combate.

Se sienta en un rincón, muy asustado y deprimido. Con la cabeza entre las rodillas, mira la paja del suelo, los rastros y cagadas de las ratas.

En un rincón hay un cuenco roto con agua sucia. Y en el suelo en el otro lado un agujero maloliente, que está claro para qué sirve.

 Supongo que nada bueno - responde Rodrigo con algo de sorna - De todas formas, espero que lo averigüemos pronto, que no me gusta esperar

Dicho esto, se sienta apoyando la espalda contra la pared y se acomoda lo mejor que puede

Al cabo de bastante rato, un grupo numerosísimo de monjes con el hermano Dionisio a la cabeza acude a vuestra celda , van armados y casi todos porta una antorcha entre sus manos. Sin mediar palabra abren las puertas de las celdas y os levantan y os conducen a empellones hasta una pequeña capilla, en la que no caben más monjes. Toda la congregación se halla reunida. Uno a uno os conducen hasta la primera fila de bancos de madera, la capilla ha sido profanada y las imágenes han sido mutilidadas. En el altar no se ven cruces sino una manta blanca.

Allí en primera fila véis como uno de los hermanos conduce un cuenco con algún tipo de líquido y se lo tiende al Abad, que introduce su dedo índice derecho en el cuenco y lo saca manchado con pintura roja, mientras los monjes comienzan a cantar en ese momento, no hace falta conocer el latín para darse cuenta de que la letra ensalza a Satanás.

El Abad comienza a dibujar una especie de estrella roja en el altar mientras los monjes cada vez cantan más alto. Jamás habíais sentido tanto miedo en vuestra vida, maniatados rodeados de no menos de cincuenta monjes locos preparando alguna clase de ritual.

 Diego, viendo el panorama piensa "más hubiera valido morir en combate, como el Conde". No obstante, su mente empieza a discurrir maneras de librarse de lo que promete ser una fiesta poco interesante para el. Pero está maniatado, y rodeado de una muchedumbre de monjes, y sin armas. Lo único que se le pasa por la cabeza es rezar...espera, como se rezaba.

Diego, haciendo un ejercicio de memoria empieza a recitar oraciones:

"Padre nuestro..."

Manuel no será un buen guerrero, pero sí que es buen cortesano... y esos siempre tienen la lengua suelta:

P-Pero, ¿qué hacéis locos?? ¡Desistid en vuestro empeño! no juguéis con las fuerzas de las que no sabéis nada! ¡Arrepentíos! ¡Aún estáis a tiempo! Volved a la senda de la Luz...

¡¡¡Dios mío!!! ¡Ayúdales a ver la Luz, a abandonar la locura de su ignorancia!

¡Jesús, ayúdanos!

Manuel sigue intentando hablar a los monjes, mientras a la vez intenta aflojar las ligaduras, aprovechando los movimientos al hablar.

El monje que está más cerca de Manuel le abofetea con la mano desnuda en toda la boca, girándole la cabeza. Un hilillo de sangre brota de la comisura de los labios del bueno de Manuel, mientras el Abad y el resto de la congregación prosiguen con el ritual.

 ¡Dita sea!, casi hubiera preferido morir en combate - piensa Rodrigo - Que forma más asquerosa de cascarla.

Rodrigo trata de forcejear con sus ataduras, mientras los monjes están distraidos con sus cánticos

Manuel, sintiendo que el tiempo se escapa, sigue hablando intentando mientras tanto observar cualquier detalle que pueda darle una esperanza de escapar... dónde están las salidas, si es que hay más de una, o si son los únicos prisioneros alli. Estudia las posibilidades de crear algún tumulto, como cuando hay cerca alguna fuente de fuego y materiales fácilmente inflamables. ¿Hay ventanas, y cuán accesibles?.

Mientras su mente va a toda velocidad, sus manos siguen intentando aflojar las ligaduras, en la esperanza de que sus captores no sean expertos en nudos.

¿Para qué nos queréis? ¡Dejadnos ir! ¡No os hemos hecho nada, no somos sino unos pobres viajeros! ¡Soltadnos, o será peor!

Manuel intenta desesperado forzar las ataduras, pero es inútil, todo es inútil. Todos váis a morir y lo sabéis, además en la capilla no hay ni una mísera ventana y la única entrada es la que queda a vuestra espalda, rodeada de una legión de monjes.

El Abad hace un gesto y varios monjes agarran a Iria y la suben al altar, quedando ella justo en frente del Abad que mueve los labios como si estuviese rezando y saca del interior de su hábito un cuchillo negro , con el filo oxidado y de aspecto antiguo.

Santum.. Satanis... quid... est... - murmura, sacando su cuchillo lo exhibe al resto de monjes mientras grita - EL PENTAGRAMA ESTÁ PREPARADO HERMANOS, LA CEREMONIA TIENE VISOS DE SER CONSUMADA!!!- señala a Iria - CON LA SANGRE DE LOS INOCENTES!!!- Se escuchan gritos de júbilo procedentes de las filas de monjes - NUESTRO SEÑOR, NUESTRO VERDADERO SEÑOR NOS LIBRÓ DE LA MUERTE, DE LA PESTE NEGRA QUE AZOTÓ ESTAS TIERRAS Y AHORA SERÁ CONVOCADO UNA VEZ MÁS- hace un gesto a uno de los monjes de las filas traseras y éste avanza hacia el altar sosteniendo en sus manos un cuenco igual que que usó el Abad para pintar el extraño símbolo - AHORA MORIRÁS Y TU DIOS NO ESTARÁ AQUÍ PARA PROTEGERTE- mientras el monje sube al altar el Abad dibuja una línea roja en el cuello de IRIA que no deja de gritar y patalear aunque sin éxito. La sangre cae a chorros y a IRIA se le escapa la vida mientras su sangre llena el cuenco.

Tras unos segundos que se os hacen años, Iria deja de gritar y cierra los ojos, tras otros pocos segundos el Abad la empuja a un lado con gesto despectivo e Iria cae a vuestros pies. Varios monjes recogen su cuerpo del suelo y levantándolo en volandas lo sacan de la capilla por el pasillo. El Abad empieza a pronunciar unas palabras extrañas mientras vierte la sangre de IRIA que recogió en el cuenco sobre el altar.

Los monjes comienzan a gritar exaltados, la lengua en la que cantan y gritan no es latín.

Varios monjes entran en la capilla portando una pequeña piedra negra triangular y la depositan en el altar, el Abad usa parte de la sangre de IRIA para bañar la piedra en sangre, véis como cuando termina de verter toda la sangre parece contrariado.

Poniendo los brazos en alto y gritando- NECESITAMOS MÁS SANGRE- os señala - SACRIFICAREMOS A OTRO DE VOSOTROS, EL RESTO COMERÁN DE LA SEMILLA Y OS CONVERTIRÉIS EN NUESTROS HERMANOS!!.- hace una pausa - OS DEJO ELEGIR. ¿ QUIÉN SERÁ EL SIGUIENTE ?

 Rodrigo no puede contener las carcajadas por más tiempo

¡¿¡¿INOCENTES!?!? Pues vaya chapuza - consigue articular entre risa y risa - si yo soy inocente, la luna es verde. Haced lo que queráis, no pienso suplicar.

El cazador está dispuesto a morir como ha vivido, sin importarle nada un más alla en el que no cree