Partida Rol por web

Caroline trata de cubrirse entre los bancos, cuando ve a una silueta conocida.

-¡Vaya! ¡Dave Paris! Parece que no soy la única muerta en resucitar... Así que no tenías mi poción, ¿eh? Llevas un tiempo muy calladito mientras hablabamos de tí.

-¡¡TEOBALDO!! ¿Qué decías de los suicidios y que yo acusaba falsamente sobre pociones? ¡Ahí lo tienes! ¡A ver a quién culpas ahora!

Al escuchar el grito de guerra de su jefe Teobaldo, Sansón presto a las armas desenfunda sus dos pistolas y arremete en contra de Ares Ruby sin importar a quién se lleve por delante, disparando tan rápido como sus dedos aprieten los gatillos hasta vaciar los cargadores y ocultarse de espaldas en una de las bancas para volver a recargar munición.

Sabia que la tensión se podía cortar con un cuchillo y esperaba que las armas las hubieran dejado en casa, pero una vez mas se equivocaba y no tardaron en sacar las pistolas y empezar a volar el plomo una vez mas en al casa del señor.

-¡Por favor deténganse, esto esta mal. Es lo que quieren sus asesinos. Debemos encontrarlos no matarnos entre nosotros! -Hablaba agazapado en el altar, aquel que lo separa por tres escalones de sus feligreses.

-¿Davis? ¿Es eso cierto? Deténganse por Dios, ¡Alguien a vuelto de entre los muertos! -Si con esa señal de lo divino no se detenían, no lo harían con nada. -¡Sr.Paris, hable, ¿Como ha regresado a la vida!?

-¡Señorita Christi! -exclamó la doncella cayendo al suelo a escasos centímetros para refugiarse también. 

 Al despertarme de nuevo aquella mañana, algo con lo que no contaba, lo último que imaginaba era acabar el día a tiros en la iglesia de nuevo. Se había librado por los pelos y ahora podía perder la vida de nuevo.

 Dave se agazapó detrás de un banco de la última fila, dónde se encontraba. Al entrar escuchó al Padre Lorenzo hablar de él, y no bien precisamente, por lo que decidió ponerse en la última fila y pasar desapercibido.

 La muerte del capitán Escala había sido un mazazo. No tenía ni idea.

 Entonces el padre empieza a llamarlo para que hable en pleno tiroteo. ¿Es que el buen padre no sólo sospecha de él si no que pretende que le peguen un tiro?

 Padre... ¡callese! le rogó agazapado mientras echaba mano de su móbil ¿Polícia? Envíen refuerzos... a la Iglesia... ¡rápido, por favor!

 Estaba tan asustado que ni siquiera atinó a identificarse como hijo del gobernador.

El primero en caer abatido por la lluvia de Balas es uno de los guardaespaldas de Teobaldo Capuleto quién se lleva las manos ensangrentadas al abdomen  cayendo de rodillas ante el altar como pidiendo perdón al magnánimo por todas las maldades que pudiera haber hecho.

Como es obvio, Mercucio no lleva armas tampoco, por lo que cuando todo esto se arma, se tira al suelo bajo uno de los bancos. Le sonaba ya el estar en aquella posición, demasiado... Empezaba a parecer el día de la marmota. 

El intercambio de balas obliga a la mayoría a ocultarse como pueda sin embargo hay quién no lo logra como es el caso de la pobre Aya Nancy quién cae sin vida rodando por tierra santa con un tiro en el corazón.

Christinne Capuleto se arrastra como puede entre las bancas y sujeta de un pie a Ares ruby para tratar de hacer perder el equilibrio, Ares Ruby cae a un costado de ella, al darse cuenta esta última le apunta al rostro de la rubia Capuleto pero no alcanza a jalar el gatillo cuando una bala le atraviesa la cabeza a la guardaspaldas Montesco y cae sin vida sin soltar su pistola.

Los disparos por fin cesan dentro de la casa del señor cura Lorenzo.

Padre Lorenzo, asomo tímidamente la frente y parte del ojo derecho por encima del altar, una vez hubo terminado el tiroteo, para observar como al menos había tres nuevas victimas en su iglesia.

-Por el gran altísimo. ¡Esto es inaceptable! Esto debía ser una discusión no una masacre... -Realmente intentaba gritar, pero la voz se le ahogaba presa de la tristeza y el pánico.

Como pudo se arrastro hacia la sacristía, para una vez mas coger el teléfono y llamar a la policía y ambulancias, preguntándose si realmente aquellas personas, tenían realmente salvación o estaban mas haya de todo perdón.

La masacre dejó a dos muertos por parte del bando de los Capuleto; así como tan solo una por parte de los Montesco; pese a ello, Teobaldo se encontraba satisfecho con haber por fin vengado la muerte de los que esa asesina a sueldo había ocasionado; no quería seguir luchando pese a que podía hacerlo con una desarmada Caroline; por lo que este bajando el arma, se acercó a Christinne Capuleto para ayudarla a levantarse del suelo, así mismo cogiendo el arma de Ares Ruby para que nadie la fuera a usar.

-¡¿Podéis parar de intentar matarnos por un maldito día?! -Gritó a Caroline y a Benvolio.- ¡Al menos no lo hagáis aquí!. ¡Que ya es la segunda vez que los Montesco han asesinado en la Casa de Dios!. ¡Primero a mi querida prima Julieta, y ahora a Nancy y a Sanson!.

-Yo NO soy el Líder de los Capuleto; -indicó con firmeza- NOSOTROS somos los líderes Capuleto. Y ese es un apellido que hará historia en Verona Beach. Los Capuleto no están regidos por un Patriarca ni a una Matriarca. Están regidos por nosotros dos y juntos gobernamos la Familia con pluma y plomo. 

Y eso era cierto; si no hubiera sido por la ayuda de Christinne, Teobaldo hubiera muerto al igual que Aya Nancy y Sanson; esos segundos que retrasó a la Asesina a Sueldo de los Montesco, le permitió dar el disparo definitivo.

-Gregorio, coge el arma de Sanson y gracias... -Agradeció a su guardaespaldas- Sansón ha sido un gran guardaespaldas y un gran amigo... y al igual que Aya Nancy... La Familia Capuleto hará honor a su nombre y respetará sus cuerpos para sus respectivas familias...

Lo que venía a ser, entierro por todo lo alto; buena compensación económica a sus familias y... la posibilidad, si las familias lo deseaban, de ser enterrados junto a los Capuleto en esa parte del cementerio; pues todo aquel que haya dado sus vidas por defender a los Capuleto son miembros de verdad de la Familia. Lo que era considerado un gran honor.

De nuevo la iglesia se convertía en el punto de encuentro dónde matarse. Quiero decir algo, pero me agacho. Están todos locos? Se suponía que era una reunión en la que intentaríamos, conjuntamente, encontrar a los culpables. Pero estaba claro que aquí había personas que no estaban interesados en ello. Tenía muchas ganas de decirle muchas cosas a los Capuleto, pero tenía más ganas de salir con vida y no pensaba que fueran a entrar en razón. Es inútil hablar con ellos. susurro.

Agarré las armas de mi antiguo compañero Sansón. Estaba lleno de rabia y a punto de comenzar la segunda parte de esta masacre, pero para los capuleto no salío bien la escaramuza anterior así que me limité a obedecer a Teobaldo.

Había muerto su "otra mitad", la familia Capuleto había sido diezmada a causa de los Montesco, tan solo quedaba él con vida y Gregorio, el cual fue nombrado recientemente como miembro oficial de la familia; pues pese a no tener la sangre Capuleto corriendo por sus venas, su alma vibraba al ritmo de los Capuleto.

-Me temo que este es el final. -Indicó con brevedad mirando a Mercucio Della, al Padre Lorenzo y finalmente a Dave Paris- Es evidente que los Montesco y los Capuleto nos íbamos a ensarzar en una batalla campal desde el primer momento que Ted Montesco fue asesinado. Asesinato que, por cierto, no fue orquestado por los Capuleto.

Los ojos cansados de Teobaldo, pues tanta muerte le había quitado el sueño y más que probable las ganas de seguir con toda esta pantomima de asesinatos a traición por la espalda; pues ya había perdido demasiado.

-No voy a manchar esta Iglesia de Sangre. Sé quien es uno de los "Conspiradores" y a él lo voy a matar yo mismo con mis manos, voy a vengar la muerte de Aya Nancy, Sanson y Christinne Capuleto.

Levantándose de su asiento indicó a Gregorio y a Dave Paris que lo siguieran.

-Sé que "tu" sabes que te estoy hablando a ti, así que... quedamos en donde "tu ya sabes". Trae a tus amigos traidores si lo quieres; la familia Capuleto se irá toda junta o acabará con esto que los Montesco han montado y ayudado.

 Aquel plan era una locura.

 Pero esos asesinos vendrán a matarnos... ¡Teobaldo!

 Pero el líder de los Capuleto era un hombre de palabra, así como también de acción. Se encaminó igualmente hacia fuera de la iglesia. Yo no me apunté para esto. Sin embargo, ¿que podía hacer?

 Durante todo aquel tiempo había estado intentando averiguar quienes eran los asesinos ocultos entre ambas famílias. Ahora por fin lo sabría.

 Padre Lorenzo, Mercutio... los saludé con un gesto de cabeza antes de seguir a Teobaldo y Gregorio.

 Y así me marché de la Iglesia con los Capuleto supervivientes.

Mercucio no había entendido nada de lo que había ocurrido allí. Pero sus ojos se clavaron en Benvolio y después en el Padre. Ya no se fiaba ni de un hombre de Dios. Y, teniendo en cuenta que él no se estaba dando por aludido, a las palabras de Teobaldo. Debía ser uno de ellos dos al que el Capuleto se dirigía. Asintió con la cabeza al saludo de su primo y le dejó ir. 

Miro a todos los presentes, apenas quedábamos tres pelagatos. Me sorprenden las palabras de Teobaldo y miro a Dave, el padre y Mercurio. Mercurio se había estado comportando de una manera muy extraña últimamente. No digo nada, no era ni necesario, ni aconsejable. Salgo de la iglesia.  

EL Padre estaba triste por aquella situación, ahora habían caído las dos ultimas mujeres entre los presentes y su iglesia empezaba a ser un lugar con demasiadas velas encendidas en desgracia. Pero lo pero de todo es que aun no se habían puesto de acuerdo para actuar todos juntos en consonancia.

-Espere Teobaldo! Si realmente cree que Davis Paris, es uno de los asesinos, como dijera Caroline en su momento y ahora esta muerta por ellos, entonces debemos llevarlo ante la justicia y que sea interrogado, pero esta vez avisar de que puede suicidarse, esto es un problema de todo Verona no solo de los Capuleto, por favor, debemos ayudarnos entre nosotros y mas ahora que somos tan pocos. Esta claro que los asesinos que han comenzado todo esto, están entre nosotros siete, debemos encontrarlos pronto y para eso lo mejor es poner en orden las acusaciones de cada uno de nosotros. ¿No les parece? -Una ultima pregunta dirigida a todos esperando que se quedaran y hablaran, para decidir en grupo.

Teobaldo volvió a la Iglesia, él solo... su mirada se posó en Mercucio Della para luego posarse en el Padre Lorenzo. Y a juzgar por su expresión, el hombre que había sugerido otra zona para una matanza mutua había pasado un mal rato, una sorpresa más que desagradable que ocurrió en aquel lugar.

-Las dos personas que han venido al "matadero" fueron Dave Paris y Benvolio Montesco. -Comentó molesto- Los Capuleto sabíamos que uno de los "asesinos traidores" era Benvolio Montesco; esperaba que la situación terminara o bien con la muerte de todos los Capuleto... o bien con la muerte de todos los "asesinos traidores" de la paz que entre ambas familias se había montado.

Teobaldo no se detuvo, por el contrario continuó caminando hacia el altar en donde pasó un dedo por encima del mismo, sin parar de ver al rostro del Hombre de Dios, y de vez en cuando echando un vistazo rápido a Mercucio Della.

-Gregorio logró matar a Dave Paris, el cual; supuestamente como decía Caroline Montesco, también era uno de esos "asesinos traidores"; pero este fue mortalmente herido por Benvolio Montesco, el cual casi me mata a mi. -Deteniendo un momento su explicación de los hechos, Teobaldo mira fijamente a los ojos del cura- Y Gregorio, en su último aliento logró eliminarlo, salvándome nuevamente la vida... todo porque me entretuve dialogando...

Negando con la cabeza, Teobaldo continuó hablando. No estaba para tonterías, mucho menos para perder el tiempo, acababa de ver como toda su familia y sus amigos habían muerto; como el que se le había acercado y metido en su casa era uno de los asesinos traidores, y que pese a eliminar a su contraparte, algo no cuadraba.

-¿Hay un traidor entre los 7?. -Preguntó con sorna- Había 3 traidores entre los 7... Ahora solo queda uno...

Sacando su arma, Teobaldo apuntó directamente a la frente del cura.

-Por el amor de Dios, dime que puedo confiar en ti. ¡Demuéstrame que no eres el que queda!.

El Padre Lorenzo miraba a los ojos a Teobaldo nunca al arma que le estaba apuntando.

-¿Como puedo demostrarlo hijo? Ya lo he intentado en multitud de ocasiones, reuniros conmigo aquí a dialogar, pidiendo que no saquéis las armas, interponiendome entre la pistola del padre de Julieta, hablando con el comisario para que sea indulgente con ustedes y libraros de la muerte, intentando encarcelar a los culpables.

-¿Acaso no he sido el primero en intentar un dialogo con todos vosotros, en avisaros de que hay asesinos entre vuestras filas para que dejéis las rivalidades y os unáis para mantener la paz en Verona? Señor Teobaldo, yo siempre e sido el primer interesado en que encontraran a los asesinos ¿Y aun dudáis de mi? -En ningun momento hizo intencion de apartar el arma de su cara o dejar de mirarlo a los ojos.

-Si aun tienes dudas de este simple hombre de dios, entonces por que no usas ese don que dices tener conmigo y veras que el Padre Lorenzo a hecho mas por vosotros que ninguna de las personas presentes. -Entonces miro de reojo al tercero en discordia, si Teobaldo decía ser quien era, entonces era evidente a quien debían detener.

Y en ese momento sintió la presencia de dos mujeres que deberían de yacer muertas.
-Queridas el señor ha obrado nuevamente un milagro, acercaros, Teobaldo acaba de saber que Paris y Benvolio eran asesinos, ahora solo queda uno entre nosotros tres. -Dijo aun siendo apuntado con un arma, no parecía preocupado.

El Padre Lorenzo le hablo al cuerpo recién levantado de aquella mujer.

-Escúchame Caroline, debes volver, debes pagar por el pecado de matar a tu propia hija, pero también tienes el deber de librar a Verona de los asesinos que os diezman. Por eso he decidido confiar en ti, el agua bendita te ha devuelto la vida y ahora te entrego yo un frasco que hará lo mismo por mi, si mañana no despertara, confiándote mi propia vida de terminar hoy. -Le hizo entrega de un frasco con la cruz lacrada en ello.

-Escucha, creo que el final puede estar cerca y si debo confiar en alguien lo hare esta noche en Teobaldo, él se ha encargado de Davis y Benvolio, perdiendo a Gregorio en el proceso. Creo que debemos encarcelar a Mercurio, el amigo de tu hijo, el debe ser el ultimo de los asesinos.