Partida Rol por web

Teobaldo no se sorprendió de la llegada de ninguna de las dos mujeres; pues antes de pasarse por la Iglesia este se había pasado por casa para cambiarse la ropa de aquel encontronazo que tuvo; por lo que aún mantenía su mirada en el Padre escuchando sus palabras.

-No puedo saberlo, al menos ya no; pero si has sido tú quien me la ha devuelto... Gracias de corazón -Indicó Teobaldo con firmeza- Entonces solo hay una respuesta posible.

Teobaldo se giró para apuntar al único que restaba de toda aquella confrontación, el que siempre se había encontrado o bien entre las sombras o bien medio ausente; el que no había alzado la voz y el que tan solo se metía en los asuntos banales y superfluos de la vida; Teobaldo apuntó con el arma a Mercucio Della.

-Dave Paris, el traidor como decías, está muerto -Dijo mirando de reojo a Caroline Montesco- y también a Benvolio Montesco. Ambos, confabuladores y traidores de Verona Beach. ¿El Coste?. La vida de un héroe, Gregorio.

Era evidente que al decir esto no esperaba que Caroline enterrara el hacha de guerra contra él ni contra su familia; pero al menos esperaba que se relajara un poco y se tomaran las situaciones de una en una, paso a paso; las prioridades lo primero.

-Puede que todos aquí tengamos nuestras diferencias; pero esto puede terminar con tan solo la muerte de quien ha estado detrás de bambalinas moviendo los hilos, o aún peor; dejando que nuestros odios pre-existentes nos hayan corroído.

Era evidente que pese a que hablaba del final, esto no iba a ser posible; ni de lejos. Era evidente que el Padre Lorenzo iba a estar en contra de ajusticiar a Mercucio Della; por lo que, Teobaldo decidió hacer lo más sensato, guardándose el arma en el cinturón. El nunca fue partidario de la muerte en la casa de Dios.

-¿Puede llamar a la policía, Don Lorenzo?. Tenemos a un confabulador y asesino entre nosotros.

Cuando se enteró de lo de su primo y escuchó de boca de Teobaldo que era un asesino, el rostro de Mercucio fue un auténtico poema. Siempre lo sospechó, pero nunca estuvo del todo seguro. Su corazón comenzó a latir con fuerza cuando el Capuleto apuntó con el arma al padre. Pero latió aún más frenético cuando el arma se volvió hacia él. Levantó las manos instintivamente y sus ojos se abrieron como platos. ¿Qué estaban diciendo? - ¿Yo? ¿Por qué yo? ¿Qué acusaciones hay contra mi? ¿En qué momento he hecho yo algo malo? ¿Vamos a tirar de la técnica de "porque no has hecho nada, eres sospechoso"? ¿En serio? - Se humedecio los labios. Tenía la boca completamente seca. 

- Por mucho que podáis dudar de mí, no tenéis ningún tipo de prueba que os haga sospechar. Y supuestamente, alguien es inocente hasta que se demuestra lo contrario. Tú le has pedido pruebas de su inocencia al Padre Lorenzo, y él no te ha dado nada, y aún así, le has creído. ¿Por qué? ¿Por ser Padre? Hasta un cura puede ser un asesino... Si hasta lo era mi primo... No hay de quien fiarse. - Suspiró. Sudaba. Tener un arma apuntandole no era agradable. Pero cuando Teobaldo entró en razón, y la bajó, las relajado y cogiendo aire, continuó.

- Estuve hablando con mi primo. Siempre desconfé de él aunque conmigo se mostrara amable. Sabía que tramaba algo. Le dije que sospechaba de Benvolio y, precisamente, a Benvolio le dije que sospechaba de mi primo. Seguramente hayan intentado matarme, si no lo han conseguido es porque alguien ha querido que así sea. Y ahora mismo, respiro aliviado de que ambos dos, no estén. Así que, es obvio que yo no soy el tercero... Y, la otra persona de la que yo sospechaba, era de... - Miró al Padre Lorenzo. Dios no hacía que la gente fuera pura, buena y santa. No era la primera vez que la Iglesia era corrupta y jugaba con vidas humanas por detrás de las puertas.

Se secó la frente y carraspeó, algo menos nervioso. Si querían tomarla con él por mantenerse callado, hablaría. Aunque fuese la última vez. Él nunca tuvo nada muy importante que decir. No era ni siquiera miembro de ninguna de las dos familias. ¿Por qué iba él a robar el protagonismo a estas? Pero ya, ni su amigo Romeo estaba. Daba igual. - Le propuse a Dave que hablará contigo, Teobaldo. Para saber si querrías acogerme en tu familia. Él me contó que estaba con los Capuleto y, yo desgraciadamente, no quiero tener nada más que ver con los Montesco. Nunca hice nada malo a nadie, y, de hecho, velé por la seguridad de varios de los aquí presentes. Y ahora se vuelve contra mi, irónico... Pero si quieres más pruebas... Yo no he muerto y he vuelto a la vida varias veces como parece ser muy normal estos días por aquí. Yo nunca he jugado con brujería, ni que con pociones... Ni cosas extrañas. Yo, solo soy un tipo normal. Y, si después de esto, queréis juzgarme... Adelante, supongo. No puedo hacer nada más. - Suspiró y mantuvo las manos en alto, resignado. Sus ojos fijos en los de Teobaldo, esperaba que entraba en razón. Él había sospechado de los mismos dos que Teobaldo. Y habían tenido razón. Nuevamente sospechaban del Padre Lorenzo... Y Mercucio estaba casi seguro de que volverían a tenerla. 

-A ver, padre, que con tanta resurrección me pierdo en lo importante... me dais un frasco para resucitaros en caso de morir, y Mercutio es sospechoso de ser el último traidor. ¿Por qué desconfiáis de él? Conste que no lo defiendo, es por saber si hay motivos. 

¿Vos resucitásteis también a Christine? ¿Por qué a ella?

¿Y qué pasó con mi "amigo" Dave Paris?

Lorenzo, ahora libre de la opresión que supone un arma encañonando su cara podia hablar con mas calma con aquella que lo deseara.

-Asi es. Yo mismo no puedo volver a la vida por propia mano. Si en cambio con eso que os he dado. Es un seguro y os lo confió ha ti querida, porque has muerto en la noche a manos de los asesinos, como supongo que también a sucedido con Christine, por eso e creído posible que ambas seáis inocentes y debéis volver para ayudar a los que quedamos en encontrar a los asesinos. -Hablaba pausadamente no sabia si volver de entre los muertos afectaba a la cognición.

-Como a dicho Teoblado, se llevo fuera de la Iglesia tanto a Davis como a Benvolio, junto con su ultimo hombre y solo a regresado él, habiendo señalado a ambos como traidores antes de marchar de la iglesia, asegurando que aun queda un asesino entre nosotros. Y con nosotros me refiero a Mercurio, Teobaldo y un servidor. Por lo que quiero creer en sus palabras y creer que es Mercurio el ultimo de ellos. -Cruzó los dedos mirando a aquella mujer.

-¿Alguna duda mas que deseáis formular querida?

Teobaldo era un tipo que se caracterizaba por ser un "cabeza caliente", que a la mínima sacaba su arma, pero al igual que un perro ladrador, rara vez mordía o jalaba el gatillo; a fin de cuentas, tenía respeto por la vida humana, algo que su chaleco con la iconografía de Jesucristo, o incluso su arma con el grabado de la Virgen bien representaba.

-¿Padre Lorenzo o Mercucio Della? -Comentó como si estuviera dudando por un instante a quién de ellos dos creer- Me temo que si he de creer que alguien ha estado interviniendo con el Altísimo para traer de vuelta a Christinne, estoy más predispuesto a creer que fue el Hombre de Dios que... tu. Y como comprenderá, le debo un GRAN favor al Padre Lorenzo después de esto.

Y eso era cierto, pues pese a las diferencias que su familia pudiera tener; el Padre Lorenzo siempre se había comportado de forma neutral y pacífica con todo aquello que en Verona Beach se tratara; si bien no le había agradado la boda prematura entre Julieta y Romeo que había tratado de oficiar, a ojos de Teobaldo era un buen hombre que se convertiría en Santo por sus milagros y resurrecciones equitativas.

-Padre Lorenzo, permítame invitarle a la Mansión Capuleto. Pues aún hemos de hablar de cómo nosotros tres -dijo mientras se señalaba a sí mismo, a Christinne y al Padre Lorenzo- vamos a solucionar el problema que ha azotado a Verona Beach... y no, no es necesario que corra la sangre.

-Ya sé que a algunos les decepcionará, pero Christine y yo hemos vuelto. ¿Qué se cuece por aquí?

-De momento no, a ver cómo sigue la cosa.

Los ojos de Teobaldo se movieron por sus cuencas, exasperado por tener que contar lo que había ocurrido nuevamente; algo que ya había hecho el Padre Lorenzo antes que él; por lo que este decidió resumir lo máximo posible para que Caroline Montesco pudiera comprender de forma rápida y sencilla que había pasado.

-Que tenías razón respecto a Dave Paris, y que Benvolio también era uno de esos "traidores" como tu los llamas; aunque yo diría "conspiradores".

-Aún queda un tercero, el cual está entre Yo, el Padre Lorenzo y Mercucio Della; y pese Mercucio intenta inculpar al Padre; pero creo que fue el Padre Lorenzo el que os trajo de vuelta por medio de un milagro divino... Así que... solo queda Mercucio como el último conspirador/traidor.

Esperaba que con esta explicación Caroline Montesco pudiera comprender cómo estaban las cosas en estos momentos de la historia. Pues era evidente que necesitaban del apoyo de todos los presentes para poder eliminar a todas estas amenazas que asolaban a Verona Beach.

Padre Lorenzo asintio a las palabras tanto de uno como de otro.

-Lo que esta claro es que de aun quedar uno de los asesinos en las sombras, él debe de estar entre nosotros tres, así que si. Creo que lo mas sensato es que nos centremos en uno de nosotros para que sea encarcelado y si mañana continuaran los asesinatos, Dios no lo quiera, entonces continuar con el siguiente. -Se acerco entonces a Mercucio.

-No se preocupe joven, si es inocente, tarde o temprano saldrá de la cárcel y podre ayudar a encerrar al verdadero asesino, de no serlo usted. Tómelo como algo preventivo. -Quiso posar su mano en el hombre del aquel muchacho para dar veracidad a sus acciones, pero por miedo a recibir metal en la chaqueta se mantuvo cerca pero con sus manos a la espalda.

-Sera un placer visitar su casa Teobaldo, pero ya tendremos tiempo para reunirnos cuando todo esto acabe, mientras tanto creo con sentido compartir todo lo que sabemos con Caroline, después de todo la creo inocente de los asesinatos nocturnos, pues al igual que Christine, ella murió en las mismas circunstancias. -Contesto a Teobaldo antes de mirar a ambas mujeres.

-Por eso espero que ambas colaboren para encontrar al ultimo culpable que se encuentre entre nosotros tres y dejen sus riñas a un lado por el bien común.-Dicho lo cual dejo un momento, por si hubiera replica, antes de ir a sacristía ha llamar una vez mas a la policía.

-Recordar querida, si nos equivocáramos con Mercucio, entonces seria Teobaldo sin duda. -Porque el Padre no quería creer que fueran ambos.

-Y si no es molestia, ¿En quien confía ciegamente de su casa? Alguien que la apoye y no traicione lo que estamos intentando lograr. -Era algo que estaba rondando su mente desde que regresaran ambas.

-No descartemos a más gente. Gracias por admitir que tenía razón, Teobaldo, pero del otro lado hemos vuelto dos. Yo ya me he posicionado, he descubierto mis cartas y espero estar fuera de duda de esas traiciones que nos matan indiscriminadamente... Pero Christine ha vuelto conmigo, yo no la conozco de nada ni la he escuchado hablar, mucho menos conmigo. Para mí es tan sospechosa como pudiera serlo Mercucio. Además alguien la señaló como traidora antes del estallido de violencia en la iglesia que acabó con nosotros... Así que o se defiende con argumentos, o yo la incluyo en el pack de sospechosos.

-Pero a no ser que haya sido vuestra asesina y de alguna manera os la hayáis llevado contigo, cosa que no es posible como tu misma expones ¿Porque arriesgarse los asesinos a matarse entre ellos en la noche? Ambas deberíais de ser inocentes. -Expuso su punto de vista.

Suspiro cansado. -Espero al menos que hoy estemos todos de acuerdo y si mañana amaneciera un nuevo muerto, entonces volver a la discusión original. Hoy debemos centrarnos en nosotros tres. -Señalo de nuevo a los hombres.

Mercucio ante las acuasaciones no pudo hacer más que encogerse de hombros y escuchar lo que tenían para decirles. — Yo ya he contado todo lo que sé. No he tenido información "importante" de nada, porque nadie me ha contado mucho. Él único que me dijo algo fue Dave, y estoy casi seguro de que mintió en cada una de sus palabras. — Vuelve a encogerse resignado. Él no tenía inconveniente en que el Padre le pusiera la mano en el hombro, no iba armado si quiera.

— Que la Ley juzgue pues... No tengo nada que temer. — Miró a Caroline en ese momento. — Caroline, eres la madre de mi mejor amigo y él murió por tu culpa. Lo siento mucho, pero no puedo tener ningún tipo de simpatía hacia ti, a pesar de haber crecido prácticamente en tu casa. Agradezco como se me ha tratado entre los Montesco siempre, y por mi parte jamás habrá quejas al respecto. Pero, lo siento mucho, la muerte de tu hijo es algo que no puedo tolerar. Más aún cuando mueres y revives mágicamente constantemente... Yo ya no sé ni qué creer. Esto parece cosa de locos. — Suspiró de nuevo, su rostro parecía el de alguien realmente cansado. Se dejó caer en uno de los bancos de la iglesia, y se sentó. 

— Como digo, no tengo mucha información que ofrecer. Y estaría genial que los aquí presentes, compartieran información veraz y no simples acusaciones vacías de los unos a los otros... Además, no sé por qué hablan de que queda un traidor. ¿Por qué saben que quedan más? — Miró a Teobaldo y a Caroline, que eran ellos dos, los que hablaban de que aun quedase uno.

Miro a la Matriarca de la otra familia con un gesto de claro asco.

-Sin duda me habrá resultado sencillo matarte mientras me asfixiaban en mi cama. El problema contigo al parecer es que permanezcas muerta.- Comento con un tono de voz cargado de veneno.- No voy ni a tener en cuenta la opinión de la asesina confesa de mi prima, que además provocó la muerte de su propio hijo. Supongo que tus jugueteos con Paris no te permitieron ver que durante todos los asesinatos yo estaba perfectamente a la vista, sobre todo cuando en la Iglesia llovieron las balas. Así que inclúyeme en el pack que te dé la gana.- Sentada al lado de mi primo cruzo una pierna y levanto la barbilla.- Tienes la misma credibilidad que un canario piando.

Miro al cura con calma

-Yo no recuerdo nada, padre. Salvo que alguien me asfixió en mi cama, vi a mi familia del otro lado y algo me trajo de vuelta. Usted es un hombre de Dios, Padre. Y no creo que usted haya sido mi asesino. Y confío en mi primo Teobaldo con mi propia vida...Y Caroline estaba muerta conmigo.- Dejo un par de segundos para que mis palabras calen en el hombre de Dios.- Así que por eliminación, sólo me queda una persona que pueda haberlo hecho...

Teobaldo estaba cansado de todo ello, pero viendo que la gente presente prefería cooperar a empezar a dispararse mutuamente, una pequeña chispa de esperanza se iluminó en el corazón ardiente del Capuleto. Pese a ello, el hecho de no hacer un tiroteo era tan solo el primer paso; el segundo era, de verdad, colaborar.

-¿Todo decidido? -Preguntó Teobaldo de forma que no hubiera réplica a "No"- El que será encerrado por la policía será Mercucio Della; en caso de que el problema persista se exculpará a Mercucio de todos los cargos y se encerrará a otro.

No iba a decir a quién, pues es evidente que Mercucio parecía acusar al Padre Lorenzo, así como Caroline lo hacía con Christinne y Christinne con la propia Caroline. La segunda reunión iba a ser la más compleja, en caso de que la hubiera; pues la situación iba a ser bastante drástica.

Mercucio ante la situación simplemente se levantó, y puso las manos hacia adelante como para que lo arrestaran. - Adelante, como bien he dicho, no tengo nada que temer. Además, es probable que no salga con vida de la cárcel. Puesto que si salgo, sabréis que yo no soy el traidor. Así que.. Si muero, el Padre Lorenzo sabrá cómo ha ocurrido semejante acto... - Clavó la mirada en el cura y simplemente dejó que el resto hiciera lo que quisiera. Se dejaría llevar a comisaría. 

-Por mí que así sea- dije, ignorando a Christine y sus inútiles palabras.

-Quedamos pocos, y alguno tiene que ser.

-Aparte de no fiarme de Christine, ellos son dos Capuletos. Van a ir en mi contra, soy la única Montesco que queda, así que tampoco me auguro una larga vida. Vos sois neutral en las familias o estáis de algún lado? 

-Neutral querida por eso intento manteneros juntos y que colaboréis y pretendo igualar las filas entre vosotros, para que esto termine con los asesinatos nocturnos y Verona recupere la paz, por eso pregunto si te fiabas al cien por cien de alguno de los Montesco. -Una vez mas el Padre hablaba sin tapujos.

-Por eso he confiado mi vida a ti, dándote aquel frasco. Confiando en ambas que habéis regresado de la muerte nocturna. Espero que esto termine con el encierro de Mercucio, pero no de suceder así, deberemos encerrar a Teobaldo y rezar porque no me haya equivocado contigo ni con Christinne -El Padre parecía esperanzador y pese a que parecía que la cárcel era un pasillo de dos puertas, aun confiaba en ello para evitar así mas muertes y que todo terminara.

-¿Querida niña, podria hacerte una pregunta? -Busco la mirada de la Capuleto. -¿Eres tu quien observa a la gente en la noche para descubrir sus secretos?