Partida Rol por web

Salvadores Salvados

Salvadores Salvados - Amanece con Napalm - Escena Cuatro.

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27/07/2013, 12:51
Ruth Karsten

Y ahí se encontraba Ruth. Sentada con la espalda apoyada en la pared de una casa deshabitada, con el corazón latiendo a cien por hora, a punto de salirse del pecho. La boca le sabía a la bilis que acababa de expulsar, empleando las últimas fuerzas que le quedaban. Sentía que su cuerpo era una cáscara vacía que se mantenía viva por inercia en esos momentos.

Si pudiera, la pequeña Ruth se echaría a llorar... pero se ve incapaz, las lágrimas no acuden a sus ojos, que también están exhaustos y sólo le muestran a la muchacha una visión nublada y confusa de la realidad. Sabía que tenía que moverse si quería sobrevivir, aunque en esos momentos no sabía exactamente si quería vivir o no, sería tan fácil dejar que la atrapasen... Total, poco iban a encontrar ya en ella, dudaba que después de todo lo sucedido pudiera volver a hacerse invisible; claro que tal vez todos estos pensamientos que rondan por su cabeza rubia y rosa sean fruto del terrible estado en el que se encuentra la muchacha. Si pudiera ver bien, probablemente lo vería todo de color gris. 

Escucha entonces el sonido de unos pasitos acercándose a ella. La muchacha dirige sus cansados ojos hacia el lugar de procedencia del sonido, encontrándose con el perro que la sacó de donde la Torre de Comunicaciones. 

Hay gente que tiene un ángel de la guarda... Parece que yo tengo un perro con ballesta...-piensa antes de perder la consciencia. 

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27/07/2013, 14:13
Arjen Wolfzahn

Desde luego que las cosas habían empezado a torcerse. ¿Cuándo? Arjen podía poner el punto de entrada en barrena exactamente en el momento en el que una jodida puta se le puso displicente. A partir de ahí no había habido más que tropezones. El ecoterrorista era especialista en salvar obstáculos, siempre lo había sido, pero la situación a la que se había llegado -y es que él no había tenido responsabilidad alguna- estaba quemando las reservas de Arjen a velocidades lumínicas. Un hombre con menos aguante ya habría sucumbido.

El pastor alemán no tardó más de uno o dos segundos en decidir qué hacer. La mente de un depredador debe estar siempre calculando posibles planes de actuación ante imprevistos. Con la boca cerrada sobre las asas de una bolsa de deporte negra, voluminosa pero aparentemente ligera, el animal se acercó a Ruth. La chica, más zombi que persona, con la mirada perdida y el rostro contraído por el agotamiento y el dolor -ya fuera físico o emocional-... y no obstante seguía hacia adelante. La mente del perro que no era cánido sino primate se asombró por la resistencia de la chica. No sólo tenía más cojones que cualquiera, sino que, a pesar de estar al borde del colapso... ¡la chica seguía adelante! Sin siquiera tener en cuenta otras consideraciones prácticas, la solución era clara.

No podía dejarla a merced de los nazis.

En un salto se puso junto a la chica, quien le miró sin siquiera reconocerle. Un perro, dos perros... todos eran iguales, ¿no? El pastor alemán dejó caer la bolsa y miró a Ruth con seriedad. Después le guiñó un ojo y lo siguiente... lo siguiente fue difícil de describir.

Un temblor bajo el pelaje recorrió todo el cuerpo del animal. El perro contrajo los músculos, las fauces abiertas en una mueca que, en un humano, podría pasar por dolor. El lomo se dobló, las zarpas arañaron el suelo y las orejas se plegaron ante la atónita chica. Más impresionante fue cuando el pastor alemán se irguió a dos patas... y se mantuvo así mientras sus extremidades se alargaban a más velocidad de lo que lo hacía su torso. Un monstruo mitad lobo y mitad hombre, sacado de las más góticas fantasías de cualquier escritor de terror, extendió hacia el techo unas zarpas que eran en realidad manos con garras. La boca, repleta de dientes afilados, estaba abierta en un mudo grito. Y entonces, tras dejar de crecer, otras partes se acortaron. Desaparecieron las largas orejas, se acható el morro, la cola simplemente se retrajo hasta desaparecer en la columna vertebral y el pelaje tupido dejó de ser tal para convertirse en pelo y luego en vello corporal. El cuasi-hombre se agachó, hincó una rodilla en el suelo y respiró con dificultad mientras su cabeza adoptaba una forma cada vez más humana... y familiar. Para cuando levantó la cabeza hacia la chica, era Arjen quien miraba a Ruth.

Desnudo, cubierto de sudor, jadeando, con la cara crispada por el esfuerzo y un irresistible aroma a deseo sexual flotando a su alrededor.

Sin decir nada, y sin remilgos o vergüenzas, se incorporó y con el mismo gesto cogió a Ruth. No fue un movimiento muy caballeroso, desde luego, y no es que en otra ocasión con otras circunstancias hubiera actuado de modo diferente -que Arjen no era un gentleman-, pero en aquellos instantes y con los nazis acercándose al edificio como hienas nadie le iba a criticar por colgarse a la chica del hombro como si fuera un saco mientras, con el otro brazo, cargaba con la bolsa de viaje donde llevaba parte de su arsenal.

Nuevamente se le crispó el cuerpo. Tuvo que hacer acopio de toda su reserva de fuerza, de todas sus ganas y de todo su instinto de supervivencia. Gaia favorecía a quienes estaban mejor adaptados, y Arjen era todo un campeón en salir vivo. Con una mueca de concentración, las cejas fruncidas y la boca emitiendo un suave gruñido, el ecoterrorista volvió a modificarse. Las transformaciones del andamiaje corporal completo siempre eran más complicadas, y aunque esta vez no iba a adquirir la apariencia de un animal, sí iba a cambiar muy profundamente su aparato locomotor. Con la tensión en los músculos, éstos aumentaron extraordinariamente y en pocas décimas de segundo su capacidad para contraerse y relajarse, y como respuesta a eso las inserciones de los tendones incrementaron tanto su elasticidad como su resistencia. En poco menos de tres segundos la complexión de Arjen pasó de ser la enjuta de un triatleta a la de un explosivo corredor velocista.

No miró atrás, pues ya sabía quiénes estaban haciendo ruidos al acercarse. Las tropas de élite nazis no buscaban ser sigilosas, no cuando ya sabían dónde localizar a su presa. En esos momentos ya sólo importaba la velocidad. Bien, pues Arjen les iba a dar velocidad. Cuando un depredador era cazado a su vez, la mejor táctica era desaparecer y volver a la guarida... asegurándose de proteger la localización de ésta. Una interesante dicotomía -ir a casa pero no ir a casa- que todo predador había resuelto hace millones de años de la misma manera: no dejar un rastro.

Así que Arjen, con el cuerpo semiconsciente de Ruth en su hombro y su bolsa de armas en la otra, salió como alma que lleva el diablo en un sprint que hasta levantó polvo a su paso. Esquivando cascotes, atravesando ventanas y saltando por encima de setos y muros, Arjen-la-Bala-Humana -un nuevo Usain "Lightning" Bolt- corrió alejándose de sus perseguidores hasta alcanzar una boca de alcantarilla abierta. Sin detenerse, bajó los tres o cuatro metros de un salto y con el impulso siguió corriendo. No notaba el dolor de las articulaciones siendo puestas al límite. Eso vendría después, junto con todo lo demás. El hedor del subsuelo de una ciudad como la nueva Amsterdam nazi era insoportable, pero no había tiempo para parar y -ja ja- tomar aliento. Dejando que su cuerpo recuperara la normalidad -no podía mantener la explosividad demasiado tiempo- pero sin preocuparse por escrúpulos idiotas, corrió por el medio del tubo, pringándose hasta casi la rodilla de una sopa hecha de ingredientes repugnantes. No dejar rastro, ¿no? Después de pasar por donde estaba pasando, el rastro de Arjen había sido disuelto y posteriormente metabolizado por quién sabe cuántos tipos de protozoos, bacterias y hongos. Un plano mental se desplegó ante el ecoterrorista que, sin dejar de dar largas y apestosas zancadas, tomó el camino más corto hacia el tubo que desaguaba en el Singelgracht, uno de los canales circulares que rodeaban el centro de la ciudad.

Una vez allí, la mañana cada vez más clara -a pesar de las nubes, la niebla y el humo- iluminaba la huida del hombre y el paquete que cargaba sobre el hombro. ¿Cómo llegar al Begijnhof sin que les vieran? Después de todo, un hombre desnudo y cubierto de mierda llevando a una adolescente semiconsciente... sí, eso era llamar mucho la atención. La mente de predador de Arjen le volvió a dar la respuesta correcta: bajo los puentes. La huida corriendo se convirtió en una huida nadando y saltando, pasando de canal a canal atravesando las alcantarillas en el proceso. Si no hubiera sido por la gravedad del asunto, Arjen estaría disfrutando el ejercicio.

Y, por fin, el Begijnhof*. Una última tapa de alcantarilla y salieron al patio rodeado de casas que databa del siglo XIV. Una atracción turística que, tras los bombardeos de la aviación nazi, los cañonazos de los tanques y las barrabasadas de los soldados, había acabado en una completa y triste ruina. Lo rodeaban unas decenas de casas típicas holandesas en completa ruina. Prácticamente ninguna construcción conservaba poco más que algunos muros y un resto de tejado. Las fachadas estaban sucias y a punto de caerse, con los ladrillos al aire y sin rastro de pintura. En algunas de ellas subsistían vagabundos que buscaban una pared contra la que apoyarse par encender un fuego. Al encontrarse relativamente cerca de los restos de la Hogeschool van Amsterdam, la Universidad de Ciencias Aplicadas de Amsterdam -una institución con renombre... hasta los disturbios acaecidos el 16 de enero de 2021, que trajeron consigo numerosas desapariciones, heridos y muertos-, toda la zona se mantuvo sin reconstruir como una señal para el ciudadano. La vegetación estaba completamente asilvestrada, con matorrales de espinos y enredaderas trepando por las ruinas. Los hermosos parterres floridos y los árboles cuidados desaparecieron, arrasados por los combates, quedando el lugar como un descampado sin cuidar. Al menos, así es en principio, pues el tiempo lo convirtió en una pesadilla de zarzales y matojos. Y, escondido justo bajo las ruinas de la Engelse Kerk, la Catedral Inglesa de la cual quedó poco más que el esqueleto de la torre y los muros de la nave principal, el objetivo de los huidos.

Dando tumbos, pues la enorme cantidad de facturas emitidas por su cuerpo estaban por fin cobrándose con los intereses pertinentes, Arjen cojeó hasta el campanario semi-derruido de la iglesia. Con la niebla del agotamiento extremo como un velo delante de sus ojos, el ecoterrorista dejó que fuera su subconsciente quien guiara sus pasos por entre la pesadilla vegetal que, entre espinos y cardos, rodeaba su meta. Los últimos metros fueron un suplicio. El dolor muscular y articular era tal que ya ni siquiera notaba las extremidades. El cansancio se apoderaba de Arjen tan rapidamente que casi ni le dio tiempo para tocar ese punto de esa roca junto a las ruinas del templo. Apenas zancada y media más allá estaba la ropa con la que había comenzado el día -no, no ese día, sino el anterior a aquél- sobre un machete de combate y un anillo de plata. El ecoterrorista no los vio, pero su cuerpo sabía dónde estaban, así que dio un paso hacia sus abandonadas pertenencias y...

...se derrumbó hacia adelante, cayendo sobre las piernas de Ruth y... esperando la pronta inconsciencia.

* imagen del Begijnhof.

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27/07/2013, 14:54
Gretchen

 Bueno, nena. Ya sabes lo que tienes que hacer.

Estoy asustada.

Todos lo estamos. No te preocupes, es bueno. El miedo te hará fuerte. El miedo te hará yo.

- Espera ahí -le indicó a Liselot el lugar justamente opuesto a por dónde pensaba acercarse a escuchar. Liselot seguía llamando la atención con su mera presencia-. Ahora vuelvo.

No era dada a la charla y no iba a empezar ahora. La expresión perpleja de él se acrecentó cuando le pidió los guantes de la moto y se los puso. Sin dar más explicaciones -y sin plantearse si él iba a seguirla o no-, se apartó, caminando con el mismo paso pausado y tímido con que siempre se movía, ese caminar "pido-perdón-por-existir" que era su marca identificativa. Buscó un callejón en las cercanías, y en el hueco discreto formado por un amontonamiento de basura se acuclilló y cerró los ojos. Pensó en Diéter, el su perfume, en el tacto de sus manos... la adrenalina coaguló en sus venas, y cuando se puso en pie una coraza de miedo la hacía invisible a los ojos. Esencial.

Caminó con más seguridad de vuelta al lugar del crimen. Indetectable por medios biológicos, los que la rodeaban eran incapaces de verla, de oírla. Era como estar en otro plano, parelelo pero protegido de Diéter. Ahora se preguntaba si tendría algo que ver con Alice y su existencia en el País de las Maravillas. Si es que ahora estaba en el Mundo del Principito. Una rosa y un zorro... ahí los tenía, la mujer y el militar alemán de mirada astuta. ¿Quién sería el Diéter-de-mentira? El hombre vanidoso, sin duda. Solo que aquí ninguno sería tan dulce como en el libro. Esta rosa tenía espinas, y este zorro tenía dientes. Y el hombre vanidoso tenía un arma.

Alice, arrinconada en una esquina de la consciencia de Gretchen, suspiró con lástima. La pobre niña estaba tan desquiciada que aceptaba todas estas locuras como algo normal y las envolvía en más y más capas de fantasías irreales. Ella misma se preguntaba a veces cómo había conseguido sobreponerse a todas esas heridas que eran cicatrices, y su pensamiento terminaba en Viktor. Él se había asegurado de sonrojarle las mejillas y lavarle el pelo y vestirla de muñequita, pero lo doloroso es que la auténtica razón para hacerlo es que Viktor quería que todo lo que le rodease fuera perfecto. Alice se sentía sola, estaba sola, y el lazo con Gretchen era lo más parecido a un cariño sano o auténtico que tenía. Aunque fuera una mentira, un extraño e imposible onanismo emocional. 

Gretchen avanzó, inmersa en una coreografía familiar que le hacía esquivar y moverse con artística musicalidad.  Casi sentía el frío del hielo bajo las piernas, los patines bajo los pies.  Atravesó el cordón policial saltándolo sin tocarlo, cayendo al otro lado con suavidad, casi sin mover la gravilla bajo sus pies adolescentes. Casi estaba en una nube, con el mundo moviéndose a su alrededor. Inexistente, se detuvo junto a la rosa, el zorro y el hombre vanidoso.  Respiró hondo.  Escuchó.

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27/07/2013, 20:13
Administrador

Para Ruth aquello se convirtió en el ir y venir de un oleaje mal conectado. Arjen se volvió para ella una nube borrosa de fragmentos confusos. Pues de recuerdos estábamos hablando. El metamorfo y terrorista lo recordaba todo, pero la invisible joven, no. Había desfallecido poco después de que el hombre desnudo la tomase en brazos y echase a correr como si fuese alguna especie de competidor olímpico en secreto.

Nunca llegó a saber nada de ningún agente de asalto llegando hasta ella para atraparla, pues por suerte alguien de su condición la había salvado la vida. Por primera vez. Sino, ahora estaría muerta o, mucho más probable, ya sabía ella dónde y cómo, con las constantes vitales en un monitor y las pantallas de cristal enmarcando las gafas de las batas blancas.

Para Arjen aquello fue muy distinto. Un pasaje como Caronte llevando la barca de la niña por, valga el diablo, los infiernos públicos de la ciudad. Y dígase así porque ciertamente había cosas mucho peores, pero para alguien como Ruth las cloacas y los pantanosos cenagales de aquel pozo tercer guerrista bien eran sólo vagamente familiares e infinitamente distintos de un bote de spray verde y un par de paredes con su viejo amado y ahora odiado señorito de apellido infame.

El padre de familia se sentía cansado y, de algún modo, falto de energías a otros niveles difíciles de explicar. Como si todo él estuviese marchito por faltarle alguna pieza o, siendo un poco más exactos, varios engranajes engrasados. Todo se volvió ligeramente rígido tras caer los metros de la boca de alcantarilla, pero suspiró a salvo a sabiendas de que en ese estado se encontraba. Sólo le quedaba un camino largo y desagradable, pero seguro y sin incidentes. Nadie patrullaba de día aquellos sitios, y probablemente tampoco lo hiciesen de noche salvando, quizás, lugares como La Torre.

Pero cuando llegó a su refugio apocalíptico y dio el último paso hasta su ropa bien sintió el sueño en los ojos. Hubiese podido, si hubiese querido, seguir corriendo por trincheras y lodo hasta el final, pero es que, en aquel momento, había cruzado la meta. Su objetivo, llegar a casa, estaba cumplido. Iba a ponerse sus ropas cuando, hastiado de si, decidió descansar y dejarse caer en el suelo a escasez de Ruth.

Era una estampa cuanto menos intrigante, a falta de una palabra más subjetiva para describirlo. Arjen, que si bien no era atractivo como la media tenía algo que usualmente solíamos denominar como Química. Y ahí, sudado y cansado, tenía más si cabe. Por mucho que Ruth no lo pretendiese y probablemente fuese inútil para sus sentidos tal información, Arjen era, de un modo literalmente animal y hormonal, un líder de manada. Tanto a nivel moral, como social, como sexual.

Estaba allí, con ella y sin ropa, aunque estaban descansando los dos. El machete de Arjen, cerca de sus dedos y de la oreja de la pelirrosa, cuyo cabello era la estampa de un meteorito dejado caer en el suelo. La mujercita, que bien había recuperado y perdido la consciencia varias veces en el transcurso, agitada por los vaivenes de Arjen y dejada sucumbir por su propia falta de energía, sólo tenía ojos para el cielo y las palomas que esto surcaban. Reconocía el sitio, sin duda, y sabía que ahí no quedaba nada. Pero para Arjen, al parecer, sí. Todo lo que le quedaba en ese momento.

Ruth no sabía cuanto le iba a costar recuperarse de aquello, pero sí sabía tres cosas. La primera, que sería bastante tiempo. La segunda, que el avance del reloj todo lo curaba, y que sus heridas no eran sino golpes contundentes en la caída y simple falta de energías. Una dieta adecuada, reposo y mimo y estaría bien cuando Dios quisiera. La tercera era que, por desgracia, Arjen seguía sin ser su hermana ni su madre. Esta segunda podía localizarla, eso estaba claro, pero la realidad era que, de algún modo, Wolfzahn también era su familia. No de sangre, probablemente, pero sí de condición. Él también tenía poderes que la ciencia no podía explicar. No del todo y bien, al menos, pues en ello estaba, desmadejando datos.

Y entonces, para los dos, bestia y vacío, la oscuridad y los brazos de morfeo.

Ruth:
Atributos Físicos (Exhausta): Sin Puntos de Fatiga en su organismo. Está totalmente agotada y reventada físicamente.
Atributos Sobrenaturales (Vacía): Sin Puntos de Alma en su organismo. Está consumida y hueca espiritualmente.
Salud: Cinco puntos sobre ocho. Sólo sufre daños superficiales fácilmente recuperables con tiempo de descanso.
Penalizadores: 4 Niveles de penalización Física. 2 Niveles de Penalización Social y Mental.

Arjen:
Atributos Físicos (Cansado): Consumida la primera barra de Fatiga. Debería descansar, pero aún tiene fuerzas.
Atributos Sobrenaturales (Reserva): Menos de diez Puntos de Alma en su organismo. Conserva sus últimas reservas.
Salud: Perfectamente. Arjen no ha sufrido daño alguno en su tropiezo con los nacionalsocialistas.
Penalizadores: 2 Niveles de Penalización Física. 1 Nivel de Penalización Social y Mental.

Penalizadores:
Reserva y Vacío Sobrenatural causan respectivamente 1 y 2 Niveles de Penalización Físico-Socio-Mental.
Cansado y Exhausto Físicamente causan respectivamente 1 y 2 Niveles de Penalización Física.
Los Niveles de Penalización se aplican a las tiradas de Atributos de la Dimensión correspondiente (Física, Social, Mental).
Niveles de Penalización:
Primer Nivel: -1 dado lanzado. Los 1s restan éxitos.
Segundo Nivel: -2 dados lanzados. Los 1s y 2s restan éxitos.
Tercer Nivel: -3 dados lanzados. Los 1s, 2s y 3s restan éxitos. +1 a la Dificultad.
Cuarto Nivel: -4 dados lanzados. Los 1s, 2s y 3s restán éxitos. +2 a la Dificultad.
Quinto Nivel: Fracaso automático. Si has llegado aquí date por inutilizado y fuera de servicio hasta próximo aviso.

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28/07/2013, 03:45
Mark Dekker

Algo acarició la piel de Arjen y Ruth. La segunda apenas lo sintió como un eco lejano dentro de un pozo hasta el centro de la tierra, pero para el primero fue el aviso de que debía ir pensando en despertarse porque algo pasaba ahí. Sin embargo, el fortachón lo que sintió fue cómo algo resollaba y le daba la vuelta. En realidad, alguien. Una voz ligeramente familiar. Al instante sintió su camisa cayendo suavemente sobre su pecho y sus pantalones en transversal por su cintura. Sus zapatos sonaron al besar el suelo ante sus pies. Cuando abrió los ojos, lo que vio fue a un Mark Dekker bastante neutro tendiéndole las cosas a Arjen desde el mutismo, probablemente sin querer hacer demasiado ruido ante aquella estampa.

- Buenos días- saludó con voz de circunstancias, pero ligeramente alegre por ver a su líder-. Pensaba que yo era el único que se cansaba al darle caña a lo suyo- apuntó en una clara referencia que, entre ellos, se debían entender-, pero al parecer no tienes tanto aguante- bromeó, aunque no parecía decirlo en serio.

Ruth comenzó a oírlo mientras hacía esfuerzos por moverse. Sentía los músculos entumecidos y la garganta seca, con lo que parecía sangre coagulada en algún lugar de la boca. Notaba un cierto calor en la frente parecido al de la fiebre y, la verdad, debía de tener cara de estar profundamente enferma. Cuando Arjen la miró vio que la chica tenía las venas marcadas en un preocupante tono azulado. Tanto bajo los ojos, como en las sienes, e incluso en los simples capilares menos llamativos de los pómulos. Era algo bastante preocupante, aunque parecía seguir viva.

Al mirarse a si mismo, sin embargo, Arjen no pudo distinguir nada extraño. Sólo una cierta sensación de uniformidad en la piel, cómo si el vello y las venas, lejos de marcarse, conformasen una misma textura con aquello que envolvía los músculos. Si era algo extraño, no se lo pareció demasiado, probablemente por el shock, y Mark tampoco pareció darle importancia. Aunque cansado y con profundas ganas de descansar, lo que más sentía era su cuerpo, probablemente por el titánico esfuerzo de hacía unas horas.

¿Horas? Sí, el sol ya había pasado la mediana del cielo y comenzaba un descenso lento. Era por la tarde, y bien entrada. Probablemente faltaban pocas horas para anochecer. Mark volvía del huerto, y Arjen no pudo evitar sentir cierta preocupación al notar cómo las caricias venían de enredaderas a su alrededor. No recobra que estuviesen ahí antes, aunque dada su falta de atención en el momento, bien podía ser. O Mark estaba mejorando un tanto en detrimento de su salud física, pues cada ver sus rasgos faciales eran un tanto más raquíticos.

- ¿Qué ha pasado aquí?- declaró, ahora sí, en un aire inocente que se acercaba a la consulta que el juicio-. Quiero decir- carraspeó-, parece obvio- alzó untando las cejas y señaló a Ruth, mentando el magnetismo de Arjen de forma muda y, quizás, ligeramente poblado de envidia dadas sus actuales circunstancias-, pero no parece muy de tu estilo.

El hombre fue a dejar ahí la frase, pero reflexionó sobre lo que podía entenderse y añadió bastante rápido.

- El lugar y las circunstancias, quiero decir- se excusó negando con la cabeza-. No la chica. Que- la miró ladeando ligeramente el rostro-, por cierto, no parece...- dudó arrugando el ceño, como analizándola- estar muy bien de lo suyo- sacudió la cabeza, despejándose, pues ciertamente no sabía muy bien cómo lidiar con eso-. Bueno, yo que tú me vestiría antes de que aparezcan Olga y Terminator- se refería, por supuesto, a la amazona de metro noventa-. Ya sabes, no queremos que tengan envidia, ¿eh?- bromeó, aunque más en sus palabras que su tono-. ¿Qué hago?

Era innegable que Mark asumía el lado bueno de las cosas y que no se ponía en lo peor. Por otro lado, no era una situación del todo típica para él. Encontrase a Arjen desnudo sobre Ruth, ambos sudados y un tanto deteriorados, no era nada usual. Más cuando Ruth estaba más azul y blanca que color de playa.

La chica, todo fuese dicho, tenía ya los ojos abiertos. Podía hablar, aunque la molestaba la garganta sólo de despegar los labios. Una sensación incómoda y oxidada más que dolorosa, todo fuese dicho. La mujer agradecería en ese momento un catéter del 18 en su flexura y un poco de nutrición en vena.

No tenía ganas ni de tragar, aunque, bueno, era un mal momento en general. Olía demasiado a sudor, parte de él de Arjen, y no recordaba ningún momento en su vida en que hubiese estado tan destrozada. Podía hablar y pensar, aunque de forma abotargada. Pensar en caminar resultaba complicado. La mujer sentía que se caería si conseguía ponerse en pie.

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28/07/2013, 04:14
Administrador

Gretchen se concentró y, efectivamente, avanzó sin que nadie reparase en ella. No sintió más que un cierto escalofrío sacudiéndole el cuerpo y un ligero cosquilleo generalizado, pero poco más. Fue algo relativamente plácido e inocuo, como las palabras de la chica. Por desgracia, de normal nadie reparaba en ella, así que no pudo saber ciertamente si estaba siendo "Esencial" o no. Podría haber intentado llamar la atención moviendo las manos delante de algún espectador, pero no. Por suerte, cuando hizo su cabriola particular saltando la vaya cual, ejem, bailarina profesional, nadie fue corriendo a detenerla.

El trajín de idas y venidas que se arremolinaba en aquella calle y en las anexas camuflaba todo, y nadie parecía siquiera reparar en ella. No estaba allí. No hacía ruido, no andaba, no existía. Como Alice, a su manera. Sólo que ella sí que era real. ¿O no? El término "real" estaba sobrevalorado para alguien que reviste de Gretchen. Para ella todo era simplemente demasiado poco asimilable sin romper algunas piezas. Desde su vida personal hasta su nueva situación pasando por la propia situación de la ciudad y sus "extraños compañeros de cama".

Presta y célere, la pequeña Gretchen consiguió cruzarse de piernas delante de aquel trío. Pacíficos pero engarzados en su propio combate dialéctico de agudos cuchillos. Se notaba que, pese a la situación, su tarea allí estaba por encima de la de los operarios. No en vano, eran quienes discutían en lugar de hacer trabajo de campo. Los mandamases. Una suerte que entre las habilidades de Gretch estuviese el espionaje.

- No he dicho que no me guste su plan, Sargento- dijo fríamente y con fuerte acento alemán el neutro y anodino culo de despacho. Parecía hablar a la mujer del traje-, sino que no tenemos tiempo para realizarlo. Heller es una amenaza prioritaria, de ahí este despliegue de medios- hizo un ademán vago con la mano a su alrededor, señalando la algarabía ocurría a su alrededor-. Si esto sigue así, en una semana habremos de montar un hospital de campaña sólo por culpa de ese...- arrugó el ceño, aparentemente disconforme y molesto con la palabra que iba a decir a continuación- hombre. Por no hablar, claro, de los problemas derivados de sus actividades. Es una mera cuestión de tiempo que el vulgo comience a fantasear sobre esto como hacen con ese ridículo Arquero.

- ¿Y cuál es su plan, Comandante?- replicó la mujer. Su acento se acercaba al alemán, pero era distinto. Cargado de algo venido de las américas o de Reino Unido, era difícil de saber para alguien como Gretchen-. Los hospitales están llenos de quemaduras eléctricas en nuestros soldados de plomo, pero no podemos simplemente desplegar a todos los efectivos contra Fénix- la mujer sacó un gráfico para explicarse. Señaló un par de puntos-. Heller se está alimentando de una de las subestaciones que abastece el complejo de Greenpeace- y todo el mundo bien había oído que en el viejo edificio ahora se alzaba una central nuclear-, y a este paso será capaz de dejarnos sin energía en semanas. Utilizando los sistemas de reserva y emergencia, como mucho aguantaremos una más. Después, se acabó.

- Dana, por una vez, tiene razón- intervino el claro, glaciar y maquiavelo descalificando a su compañera. Su acento, como el de El Comandante, era plenamente alemán-. No podemos estrecharle el cerco poco a poco. Nosotros tenemos que ser cautos, él no. Él no tiene nada que perder salvo su vida, y no le tiene aprecio en estos momentos- analítico, parecía saber bastante más sobre la personalidad de Heller que los demás. De hecho, bien podría ser psicólogo o psiquiatra-. Si le dejamos, nos venderá. Dejará a La Torre, La Central, su cuartel- señaló el pecho de El Comandante-, y la mansión de El Gobernador sin energía. Sin olvidar la megafonía, las cámaras, los almacenes y los sistemas electrificados, los drones, las alarmas automáticas, los focos y las torretas. Seguro que Dana tiene una idea, ¿cierto?

- Gracias, Coronel- replicó Dana sin dejarse avasallar, aparentemente impertérrita ante los agravios a su persona-. Aparentemente, y hasta donde sabemos, Heller sólo quiere hacernos todo el daño posible antes de caer. Sabemos también que necesita mantener ciertos niveles de electricidad en el cuerpo para vivir- se aclaró la garganta y miró directamente a el Comandante, probablemente porque sería el que mejor respondería-. O enviamos a todos nuestros über- súper en alemán- a por él para que lo despedacen, a expensas de la destrucción que siempre y los telones que luego tengamos que correr, o dejamos sin electricidad a casi toda la ciudad durante un tiempo. Atraerlo hacia nuestros puntos rojos y volatilizarlo. Mientras no pueda curarse, las balas terminarán matándolo.

 

Gretchen pierde 3 Puntos de Alma por activar Indetectabilidad. Pierde 2 puntos extra por su mantenimiento hasta ahora.

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28/07/2013, 04:14
Administrador

Un nuevo golpe, inocuo pero sonoro y claramente simbólico, zarandeó el rostro de Jürguen meciéndole la mejilla. Sus ideas dieron vueltas en su cabeza como bolas de colores en una mesa de billar. Antes de que se diese cuenta estaba boca abajo con las manos a espalda y un mastodonte serbio poniéndole esposas de metal. Bien sabía el serbio en las muñecas de que muñequita habían estado, pero ahora eso era algo trivial e irrelevante cuando tu particular Doctor Frankenstein estaba en la posición pasiva de una relación homosexual. Sobraba ver quien tenía ahí más músculo para dominar.

Las órdenes de Jürguen a una de sus empleadas, Liria, morena y con cierto aire de orgullo pese al servilismo, y tras ello sólo un pequeño revuelo de Irina, a cabeza gacha, secundándole. Una bolsa en la cabeza para el sacerdote y todos los clientes fuera del local. Antes de que se diesen cuenta el monovolumen negro de Ambroos estaba en su puerta. Un rato incierto de conducción por las pavimentadas calles de la ciudad a la luz del día, con una suerte de cristales tintados en el vehículo para camuflar a un sacerdote maniatado y cegado en los asientos traseros, y llegada al destino.

Tras bajar unas angostas escaleras, ser liberado de las esposas y atado posteriormente a una silla de metal, Ambroos le liberó el rostro. Jürguen podía ver una puerta de metal al fondo, cerrada y que daba acceso al piso superior. Halógenos viejos tendían del techo para iluminar la estancia, como una serie de focos de pie. Una mesa de trabajo al fondo y un puñado de instrumentos que podían ser utilizados como material de tortura. Ambroos con una macabra de sonrisa en su particular salón de juegos donde, esta vez, él era el que jugaba a los médicos y enfermeras de una forma retorcida.

Estaban en un sótano, de eso no cabía duda. Había ligeras humedades y unas esposas enrojecidas colgando inertes de una tubería. Señal de que, en efecto, Jürguen no era el primero, y probablemente tampoco el último. Ambroos tenía un oscuro pasajero sádico, como una Irma Grese en versión de hombre atractivo. Un particular "la bestia bella","El Cancerbero", o "el ángel de la muerte", sobrenombre también servido para Jürguen, ese pseudo de Mengele y compañero de estudios y proyectos. Una suerte que Mengele, al menos en teoría, muriese en sudamérica mientras Jürguen seguía allí para ver lo que a todas luces parecía su fin a manos de su mayor creación. En cierto modo no dejaba de ser poético.

Según los relojes, por cierto, había pasado la hora de comer.

Ambroos crujió los nudillos y Jürguen tragó saliva. Era el momento de hacer las preguntas correctas sin pedir las cosas por favor. Era el momento de hacer de tripas corazón y posar la cámara de una película snuff real. Sonríe.

El sótano de Ambroos Janssen es suyo. Dentro de lo razonable puede contravenir mi descripción e invocar la suya propia.

En caso de fundido en negro, omitir la violencia deseada y realizar tiradas enfrentadas de Agresividad ( 8 - Intimidación) y Entereza (13 - Serenidad). Se puede gastar entre 1 y 3 puntos de Aislamiento para sumar entre 1 y 3 dados y repetir de 10s hasta 8s. El número de puntos máximos a gastar depende de la duración (Corta, Media, Larga) del interrogatorio.

Si Ambroos saca más éxitos que Jürguen, este debe responder sinceramente a las incógnitas planteadas. En caso de que saque menos, no tiene necesidad. En todos los casos, Ambroos puede quitarle libremente puntos de Salud a Jürguen.

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28/07/2013, 04:14
Zona "Zero"

- Comprendo- dijo la fría voz del nazi a espaldas de la japonesa.

El hombre a martilleó el cañón y soltó una bala al lado de la oreja de Sawako. Por supuesto, el pitido ensordecedor fue lo único en lo que pudo pensar la muchacha mientras se aferraba el lado del cráneo en un acto reflejo. Siegfried, el Sargento de las Waffen-SS, se alejó un par de pasos mientras negaba con la cabeza.

- Si queréis, es toda vuestra- dijo a sus hombres mientras el sonido de un mechero hacía crecer una fugaz gota de luz en la calle-, pero no arméis escándalo- les pidió, aunque más bien parecía ordenárselo-. Cuidad que no la vean luego con la ropa desgarrada, ¿si?

A partir de ahí no hace ninguna falta detallar lo que pasó. Sobra decir cómo se comporta una jauría de perros nazis armados con una atractiva inmigrante reducida y sin amparo a la que nadie echará de menos. No es necesario explicar bajo qué capas de tierra acabó su cuerpo apilado con tantos otros, aunque obviamente se hace referencia a una de las infames pero no por ello menos reales fosas comunes.

Sawako Yamagawa, de etnia japonesa, terminó como eso. Uno de tantos pequeños horrores cometidos por los nazis y por un mundo en guerra. Una mala época, una mala ciudad, y una serie de malas decisiones la dejaron en ese punto. Siegfried Strauss, nazi y achacado por una falta de humanidad y un exceso de ira reprimido, como un doberman sintético, no tenía reparos en hacer lo que se esperaba de él. Su falta de filantropía, desinterés y altruismos eran de sobra sabidas sólo con ver la calavera que su gorra lucía. Alzar las manos y suplicarle piedad sin razón para ello más allá de la moralidad y los derechos humanos era pedirle al demonio que se dejase ganar al ajedrez.

Así, que para variar, los ciudadanos distinguieron a la mañana siguiente aquello como unas meras gotas de sangre en el suelo que no supieron identificar. Simplemente alzaron una ceja y siguieron caminando sin buscar las respuestas a las preguntas. Porque el mundo se basaba en eso, en vivir en la ignorancia y sortear la cadena alimenticia. La humanidad, como los animales, llevaba cazándose y siendo cazada desde el principio de los tiempos. Sólo el más fuerte y el más ingenioso quedaban en pie al final.

The End

Sawako Yamagawa

Muere

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28/07/2013, 21:01
Arjen Wolfzahn

"Mark, el bueno de Mark..."

Arjen estaba más cansado de lo que jamás admitiría, pero no tardó prácticamente nada en reaccionar a la presencia de su mano derecha. Sacudió la cabeza ante la alusión a un comportamiento sexual poco habitual en el ecoterrorista, pero no puedo evitar sonreír. Mark siempre le ponía de buen humor. Se levantó con cuidado aunque sin miramientos por ocultar sus vergüenzas -y es que Arjen no se avergonzaba nada de su dotación sexual- y empezó a vestirse.

-Joder, Mark, ya sabes que lo mío no es un asalto tras las matas, coño, ¡jajaja! -lanzó una carcajada sólo por el mero hecho de imaginarse a sí mismo actuando así.

Calzones, pantalones, zapatos... pasó de los calcetines, y se estaba poniendo la camiseta -portada del Straight Out of Hell* de Helloween... curiosa elección- cuando le echó un vistazo a la chica.

-La niña es guapa, sí -y lo decía en serio-, pero no es por eso por lo que la he traído, Mark. Joder, Mark, yo... -sus palabras se quebraron por un cúmulo de emociones. Ira, frustración, tristeza, odio... Todas ellas hicieron su aparición y pujaron por ser la dominante-... Joder, he perdido mi casa, Mark. La casa de Kat...

Tras esas palabras se agachó para recoger su anillo de plata. Ese anillo. Se puso entre movimientos espasmódicos y agarrotados, y hasta que lo consiguió deslizar el dedo por el aro de metal no respiró con tranquilidad. O, al menos, con menos violencia.

-Fui a dar una vuelta por la Torre en forma canina -explicó Arjen-. Es una puta fortaleza, y nuestra única oportunidad de colarnos son los subterráneos. Allí encontré a la chica. Se llama Ruth -la mira y deja sus ojos prendidos en ella, sin llegar a verla en realidad. Sin duda estaba muy afectado por lo ocurrido-. Al parecer quería recuperar una grabación en la que se la veía haciendo algo comprometido. Bueno, eso o borrarla. No sé. El caso es que... bueno, que me la llevé a casa de la que volvía. Hablamos y... tras acordar descansar estaba escribiendo, ya sabes, pasando todo al Diario y...

Su rostro se crispó de nuevo. Cerró los puños y sólo con la fuerza de ese gesto sus nudillos crujieron. Dejó escapar un gruñido grave, animal, amenazante. Sólo la mano de su amigo en el hombro le calmó lo suficiente como para no cometer una estupidez.

-Gracias, Mark -le agradeció-. El caso es que aparecieron los putos eimer-kopf junto con varios übercapullos, todos como si fueran los jodidos SEALs, con arietes, ametralladoras, equipo de visión nocturna y demás polleces tecnológicas -describió, enfadado-. Tuve que forzar la máquina para salir de allí, joder, después de asegurarme de que no pillaban nada incriminatorio -lo dijo de corrido, ahogando lo que para él significaba sepultar toda su vida-. Y luego me dije "no puedes dejar a la chica. Como la cojan...". Ya sabes lo que se supone que le pasó a Irina -sobreentendidos. No hacía falta añadir más-. Me la encontré como la ves, en plan zombi como si... bueno -miró a Mark enarcando las cejas en gesto evidente-, como si se hubiera pasado de vueltas intentando escapar, ¿me sigues? Ruth es una de nosotros... y tiene unas pelotas que ya querrían algunos tipo duros que yo me sé -sonrió al decir aquello.

Suspiró, se pasó la mano por la cara, por el pelo, se tiró de la barbilla, sintiendo la aspereza de una barba que ya había pasado una semana sin sentir una cuchilla. Se volvió a agachar y cogió su bolsa de viaje que contenía su ballesta, el carcaj y el último diario a medio terminar. También agarró el machete que había dejado allí hacía una noche y una vida. Se lo pasó todo a su amigo.

-Toma, chico. Vamos para adentro -ordenó. Tomó en brazos a Ruth, esta vez con más delicadeza y sin que pareciera que llevaba un saco de patatas-. Necesito descansar. Ella necesita descansar... y vosotros tenéis que contarme qué cojones ha pasado en lo que yo he perdido mi pasado y casi mi puta vida. Ah, y me muero por un jodido filete de ternera bien sangrante, hostia puta...

* Portada del disco.

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29/07/2013, 00:17
Ruth Karsten

Durante el trayecto en el hombro de Arjen, la chica no sabía cuando estaba consciente o cuando su subconsciente le jugaba una mala pasada antes de volver a caer en el estado de inconsciencia. Casi hubiera jurado que antes de salir corriendo, el perro se transformó en Arjen, o Arjen en el perro... Menuda estupidez, ¿no?. Los pensamientos que cruzaban por su mente eran confusos, inconexos e incoherentes... Se le ocurrían frases sueltas acordes con el lugar que estuvieran atravesando, pero incluso con esos pensamientos simples y cortos, los sentidos se confundían y se mezclaban entre ellos, creando un estado temporal de sinestesia en la joven que encontraba los colores demasiado ruidosos y los olores muy verdes y amargos. 

Entonces, sintió que caía. Pensaba que se trataba de que volvía a perder el conocimiento, pero no, era algo físico. Estaba cayendo literalmente. Lo último que pensó justo antes de que su cabeza chocase contra el suelo y, por lo tanto, volviera a quedarse inconsciente fue en que debía anotar en su libreta una de las calles de esa zona donde había un precioso muro blanco esperando a ser decorado por Ruth y sus sprays. 

Sintió una caricia sobre su brazo, como una fresca brisa en un caluroso día de verano... le resultó agradable y se resistió a despertar, arrebujándose ligeramente en su camisa de franela a cuadros y su gorro negro de lana. Pero lo que hizo que Ruth regresara al mundo real fue una voz masculina que no reconocía. Al abrir los ojos tuvo que parpadear varias veces seguidas, primero para acostumbrarse a la luz y enfocar bien; y segundo, para ver a Arjen desnudo levantándose y vistiéndose. Y esto último era algo que no se esperaba para nada... Hacía mucho tiempo que no veía a un hombre desnudo tan cerca, y teniendo en cuenta quién había sido el último, incluso lo agradecía. Sorprendida, Ruth quiso alejarse del respingo que dio, pero su cuerpo le advirtió dolorosamente de que eso no era factible para ella. 

Su gesto se torció en una mueca de dolor y confusión. Parecía que Arjen conocía a ese hombre recién llegado, es más, parecían ser buenos amigos. Ella, tan desconfiada y silenciosa como siempre, prefirió quedarse donde estaba mientras intentaba incorporarse y quedarse sentada al menos... porque la idea de tenerse en pie era algo demasiado lejano para ella. Mientras luchaba por mantenerse fija en el sitio, escuchó lo que parecía ser un elogio a su físico. Ella alzó su mirada verde que ahora resaltaba aún más por la palidez extrema de su piel y le dedicó a su compañero una mirada que, a pesar de su mal aspecto, decía claramente: "Estás de coña, ¿no?". No solían decir que Ruth era guapa, la guapa era Ágatha, no ella. 

Pensar en su hermana hizo que le doliera el corazón y la ansiedad por no saber cómo se encontraba ni dónde, se apoderó de ella rápidamente. Su respiración se aceleró, angustiada, las náuseas que comenzó a sentir amenazaron con provocar nuevos vómitos... aunque no tuviese nada en el estómago que expulsar. 

Pero fue lo siguiente que dijo Arjen lo que hizo que Ruth volviera a la realidad... Había perdido su casa. Por su culpa. Ella no era la única que lo estaba pasando mal, pero sí era la única causante de la pérdida de Arjen y de haber puesto en peligro a su gemela de esa forma. Sintió que volvía a desfallecer, pero se mantuvo aún sentada y atenta a la historia de cómo fue encontrada. Entonces cayó en la cuenta de que...aquel perro que la había rescatado era Arjen. Sorprendida, abrió mucho los ojos... aunque no se sorprendió demasiado, al fin y al cabo, ella sabía hacerse invisible además de otras cosas más. 

-...Borrarla... destruirla...-dice con voz ronca, refiriéndose a la cinta de grabación. Le dolía demasiado la garganta y su boca estaba demasiado seca como para decir frases más largas. 

Entonces, cuando supo o más bien, cuando fue consciente de que se había preocupado por ella, de que la había salvado sin pedir nada a cambio... Sí que se sorprendió. Dejó que su mandíbula inferior cayese ligeramente, entreabriendo sus pálidos y secos labios. Sintió que el corazón se le encogía y que algo en su interior que creía ya totalmente arraigado e inamovible se resquebrajaba ligeramente. Esa pérdida de fe en el ser humano, esa misantropía que la propia Ruth se había visto obligada a construir a base de golpes y lágrimas como método de protección... tenía una grieta. Y es que nunca nadie se había preocupado por Ruth antes, nadie la había salvado, sólo condenado; a excepción de su hermana, claro, pero ella había sido un bote salvavidas que había tenido que encontrar por su propios métodos. Ruth nunca supo lo que significaba que alguien se preocupase por ella, ni que la salvasen arriesgando su vida por ello... ¿a cambio de qué? De nada, realmente. Era algo que nunca podría olvidar, por mucho que le pesara. 

Al escuchar que alababa su coraje y valentía, en su rostro se dibujó lo que sería una sonrisa modesta de medio lado si no fuera porque sentía todos los músculos de su cara agarrotados también. Apreciaba más esa clase de elogios antes que los físicos. Aunque no sabía si Arjen seguiría pensando lo mismo cuando la muchacha le cuente qué estaban haciendo realmente todos esos alemanes en su casa. Pero ese no era el momento adecuado... cuando Ruth fuese capaz de articular una frase con voz clara y usando verbos y conectores, se lo contaría. 

-¿Una... una de vosotros?-preguntó-¿Hay más?-sigue interrogando, desconcertada. Podía pensar que existirían unos pocos con poderes sobrenaturales pero... ¿cuántos había? A lo mejor eran todos más corrientes y abundantes de lo que Ruth pensaba. Realmente nunca antes había sentido una curiosidad así por conocer gente con habilidades especiales... tal vez sería porque nunca había tenido la oportunidad de conocer a varios a la vez. Pero teniendo en cuenta el estado en el que se encontraba, prefería atrasarlo a otro momento en el que no se sintiese tan débil.

Dejó que Arjen volviera a cogerla y su cabeza cayó lacia sobre su hombro. Cerró los ojos, no para quedarse dormida, si no para descansar y potenciar esa sensación de protección que hacía mucho tiempo que no sentía. La pequeña Ruth se sintió aún más diminuta, como si fuera un pajarillo herido y frágil. Suspiró sin saber si le gustaba o no esa extraña sensación.

-...Lo siento...-murmuró en un hilo de voz con la cabeza apoyada en el hombre, sin querer abrir los ojos aún. No sabía dónde se dirigía, pero no le importaba ahora mismo.

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30/07/2013, 20:01
Administrador

Niki no encontró nada que ligase la zona a sus recuerdos. Si había estado allí con anterioridad, había sido de forma absolutamente irrelevante, aunque lo más probable era que, en realidad, nunca hubiese estado allí. No dejaba de ser, en vano, sólo una zona de paso para trenes. Tampoco supo identificar ninguna medida de seguridad, y las salidas eran bastante obvias, pues estaban totalmente expuestas. Los dos laterales y las propias vías, tanto si se acercaban a la estación como si se alejaban. Y el cielo abierto, por supuesto.

Gabriel sacó una por la ventanilla y hizo una señal. Acto seguido aceleró y avanzó hasta situarse a un lateral de las vías. Frenó, detuvo el vehículo y abrió la puerta indicando a Niki que hiciese lo mismo. Cargaba la ametralladora consigo.

En cuanto Niki bajó pudo ver cómo el resto de vehículos aparcaban de igual modo, y cómo algunos de los Anarquistas se parapetaban tras ellos, preparándose. Otros, sin embargo, como Gabriel, sacaron una pistola y comenzaron a disparar a los halógenos de las farolas o las luces de señalización, dejando aquello cada vez en una mayor penumbra. Drike, corpulento y desdibujado en la sombra, salió corriendo por las vías con una mochila en la espalda. Se adelantó unos treinta metros y se quitó el bulto de la espalda, comenzando a preparar los explosivos en la zona.

Minutos después el grandullón volvió sobre sus pasos corriendo e hizo una señal al grupo para que se mantuviese oculto. El suelo estaba lleno de cristales, y todos los miembros escondidos dentro de los vehículos o tras estos. Tuvieron que esperar un par de tensos minutos en silencio hasta que la luz del tren comenzó a perfilarse en la distancia. Cuando alcanzó los explosivos, en efecto, estos explotaron accionados por el peso.

Una nube roja envolvió el primer vagón y un pequeño sonido hueco sacudió el aire, probablemente proyectado unas cuantas manzanas en el silencio de la noche. Descarriló y a los diez segundos estaba en horizontal echando chispas mientras se salía de las vías y frenaba lentamente. Gabriel aceleró como si fuese a estamparse de cara al tren. Parecía un movimiento temerario y su rostro estaba en tensión, pero parecía saberse muy seguro de lo que hacía.

Frenó girando 90º y se detuvo al lado del tren, que había hecho lo propio. Segundos después los otros tres coches de la caravana hacían lo mismo. Bajó y tiró del hombro de Niki para que saliese por su mismo lado. De una forma muy poco considerada tiró de ella para abajo segundos antes de que el cristal de la ventanilla estallase. Tras ello, el sonido de balas impactando contra la chapa del todoterreno negro. 

- Se suponía que el tren debía detenerse a nuestro lado- explicó agachado tras el vehículo con la ametralladora entre las manos-, pero no ha sido así. Tiene que llevar sobrecarga o frenos modificados.

Eso explicaba el por qué habían tenido que abandonar su posición inicial y abandonar la oscuridad y su anterior cobertura.

- Y por lo que veo, hay más guardias de seguridad de lo esperado- apuntó parapetando el arma sobre la capota-. Dispara, Niki- la pidió, con un tono que dudaba de si la chica sería capaz de hacerlo a matar.

A partir de ahí se sucedió una serie de fuego cruzado. El sonido de las balas comenzó a llenarlo todo y, ciertamente, el éxito de aquello dependía de hacerlo rápido. Meterse en semejante tiroteo acabaría atrayendo a las patrullas vecinas en cuanto pasasen por la zona. Y eso sería malo, muy malo. Por otro lado, tenían que entrar en el tren y sacar la mercancía.

Cuando miró al mastodonte de transporte en cuestión, Niki pudo ver el primer vagón chamuscándose y el fuego extendiéndose lentamente como un alargado cigarrillo consumiéndose. Y sin embargo, de las ventanillas del vehículo iban y venían asomándose y escondiéndose los cabezacubos de los alemanes. Cascos grises o negros con ametralladoras del mismo color que disparaban ráfagas en blanco o amarillo.

Destreza (Armas de Fuego) para resolver el fuego cruzado. Es posible gastar puntos de Fatiga para potenciar la tirada.

Es posible realizar otro tipo de acciones si el personaje de Niki Neil lo estima apropiado para resolver la situación.

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30/07/2013, 20:06
Administrador

Una anodina declaración escrita y grabada sobre los acontecimientos. Un Doctor Muerte ausente que desapareció de la escena en cuanto estuvo seguro de que Novák cumpliría su parte. No osó decirle nada sobre la información que les había sacado a los secuestradores, o más bien, secuaces. Simplemente parecía una máquina de matar en todas sus vertientes, y su corazón, si es que tenía, estaba absolutamente inhumanidad y carente de emociones positivas. Parecía gélido como el fondo de la Antártida.

Cuando volvía a su casa, Novák recibió un mensaje instantáneo en el móvil. Era Viktor Eichmann escribiendo un "De nada. Podría haber sido peor. Podría haber muerto a manos de los ineptos. Esas cosas pasan en la guerra. Nos vemos mañana, Doctor." bastante mordaz. No podía ser sino una provocación y, en cierto modo, una pequeña burla. A Eichmann le encanta jugar, estaba más que claro, y su perfección, efectivamente, destilaba la sensación de que todo él resultaba un tanto frío. No trivial, en absoluto, pero sí un tanto desvitalizado. Era un carisma y un aura de brillantez que pese a todo seguía irradiando frío hasta los huesos. Él tampoco parecía preocuparse demasiado por la supervivencia de Novák, estaba claro.

Por otro lado, Liselote se limitó a asentir y obedecer a su hermano de una forma bastante mansa. No solía ser tan sumisa, pero demonios, había estado a punto de morir, y su hermano le estaba ofreciendo una balsa. Sería ilegal, sería recurrir a una Hacker, pero bueno, su hermano sabía de eso, así que confiaba en que, en realidad, una Hacker era perfecta. Preguntó por Anne, de la que ciertamente Novák no sabía nada, pero poco más. No pegó ojo en el resto de la noche, que no quedaba poco, y luego se fue al trabajo.

Novák, por su parte, tras echar una cabezada en duermevela se atusó las mangas del traje y bajó al portal. Efectivamente y sí, una limusina esperaba aparcada en mitad de la calle. Impoluta, negra, alargada. Lo que sí supo ver Novák es que no era la misma en que Viktor Eichmann le había recogido en el aeropuerto. Era normal que tuviesen más de una. Seguía teniendo una esvástica roja grabada en un lateral, como símbolo de quienes iban dentro y de lo que representaba, pero nadie bajó la ventanilla. Simplemente, nadie reparó en que Novák había salido de su casa.

Pero, independiente de eso, cierto era que por la mañana las cosas se veían de forma muy distinta. Novák había dormido poco, pero no necesitaba mucho más. No por un día. Todos los días hubiese sido distinto aunque, bien mirado, últimamente estaba durmiendo cada vez peor. Las calles seguían desiertas, como si la mácula del lobo aún no se hubiese limpiado.

Sólo el timbre una bicicleta ocasional rompía el silencio de Novák mirando la limusina. En ciudad de delincuentes algunos habían aprendido rápido a adaptarse y sobrevivir, poniéndose de cara a los alemanes en aras de que el negocio fuese productivo para todos los bandos. Ese era el resumen que Liselote sabía.

Tardaron un par de segundos, pero finalmente una puerta del vehículo se abrió e indicó a Novák que subiese. El trayecto fue sencillo, como hace dos noches, sólo que aquella vez fue bastante distinto. Fueron por mitad de la ciudad, pasando por los puentes de los canales. Ningún autobús acuático conducía por este, y sólo las latas de bebidas y algún bulto flotante reflejaban sus aguas.

Pero, antes o después, Novák llegó al campo de golf. Verde y extenso, pero vallado, se extendía tras un control policial, como si aquello ya no fuese parte de Ámsterdam, aunque sí lo era. ¿La razón?, que allí se reunían ahora los alemanes adinerados o bien posesionados, y que su extensión era difícil de controlar. Demasiado.

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30/07/2013, 20:19
Viktor

- Buenos días, Doctor Novák- saludó Eichmann levantando la vista de unos papeles que tenía entre las manos.

Decir que levantó la vista, en realidad, era un tanto incorrecto. La levantó un poco, pues su cabeza seguía baja pero altiva, como si Novák le hubiese distraído y perturbado. Como un depredador. Un gato con un ratón bailando a su alrededor.

- Espero que haya podido dormir- le dijo dedicándole una efímera y cortés sonrisa ligeramente cínica.

Era difícil, ahora, saber qué estaba queriendo decir. Viktor sabía esconder muy bien sus emociones. Novák no atinaba a saber si estaba burlándose de él, lo decía en serio, o sólo le estaba criticando.

Vestía de sport, y sorprendentemente, aún así era un hombre sumamente atractivo. Peinado, como si simplemente no pudiese estar de otro modo, y con unos ojos que destilaban cierta incomodidad cuando querían. Era sorprendente cómo un traje azul y blanco podía sentarle tan bien, de forma incluso elegante. Pero más lo era que, pese a todo, Novák no pudiese evitar sentirse ligeramente a gusto en presencia de ese hombre. No quería, ni tenía motivo para ello, pero como decían las críticas de internet, aunque resultaba incómodo pensar que un corazón latía en el pecho de Eichmann, este seguía siendo perfecto, un referente y un hombre capaz de ganarse a los demás incluso aunque quisiese dar a entender lo contrario.

De hecho, casi podía estar haciéndolo a propósito. Como si quisiera demostrarle a Novák que, aunque decidiese odiarle, siempre le tendría que guardar cierto atractivo, como si de un vampiro se tratase y ya hubiese bebido dos veces su sangre.

- Supongo que la casa de El Gobernador hubiese sido una apuesta más segura- comentó girándose para dejar los papeles en un archivador-. Tanto para usted como para su hermana- añadió.

Le estaba repasando la lección a Novák. Casi parecía decirle qué había hecho mal y cómo él era, en realidad, el responsable de lo que le había pasado. Como si no fuese con los alemanes.

- Fue temerario por su parte llegar aquí y pensar que no se formaría enemigos al instante- le dijo de nuevo al científico mientras miraba la hora, casi sin molestarse en evaluar las reacciones de Novák o mirarle a la cara-, pero más todavía rechazar nuestra ayuda. Por desgracia, Knochenmann ha ordenado que no reciba protección hasta que no ayude a Fremont con el problema de la central- sonrió y ladeó el rostro por un momento, como asintiendo de lado-. Y no me extraña. Debería hablar con Anne, por cierto, está preocupada por usted.

Avanzó hasta Novák y le puso una mano en el hombro. Le molestó, por supuesto, pero no pudo quitarle el brazo a Viktor. Simplemente, su cuerpo no le obedecía, como si algo en su mente le dijese que el tacto de Viktor sobre la ropa era mejor que la ausencia del mismo. Sus ojos, azules y con un aura ligeramente enrojecida, decían lo mismo. Era difícil apartarle la mirada.

- No se preocupe, ya la he llamado yo por usted- le dijo, ahora sí, sin dejar de mirarle-. Sé que igual le molesta, pero era lo mejor para usted si quiere conservar su relación con ella- sonrió ampliamente, casi como un falso camarada, y ciertamente, casi era difícil pensar que no lo era, aunque Novák no era estúpido-. Le he dicho que no se preocupe, que está ayudándonos con un problema.

Genial, ahora Anne pensaba que estaba ayudando a los nazis. Y si Anne lo decía, cosa que esperábamos no hiciese, más gente lo sabría. Y eso sería malo. Porque sí, era cierto, pero tenía sus circunstancias y sus excusas. Unas que Eichmann no había dicho, jugando como estaba con la gente.

- De hecho, Doctor Novák- señaló un teléfono a sus espaldas-, la he llamado desde ahí mismo- volvió a sonreír-. Es guapa, más de lo que me esperaba- una clara crítica a las capacidades de Novák, y quizás incluso una amenaza velada-, pero supongo que es usted un hombre con conversación.

Se sentó al lado de una bolsa llena de palos de golf, sacó uno, y mientras le daba vueltas en el aire con una mano, cruzó los pies y miró a Novák.

- Así que cuénteme, por favor- le pidió-. ¿Qué planes tiene?

Una pregunta muy abierta. Y aún así, un escalofrío recorrió a Novák. Era una pregunta abierta, muy abierta, pero casi se sentía obligado a responder. Y a hacerlo a todo. Podía obviar partes triviales, como casarse con Anne, ganar el premio nobel, o demás. Pero porque, aunque para él fuesen importantes, no lo eran para Eichmann. Él estaba interesado y en sus proyectos más a corto plazo. Fremont, Silk Shade, Avalon, Ria, Liselote...

Novák tenía una cosa clara ahora. No podía, y casi podía decirse que no quería, eludir esa pregunta. Y sabía que lo único que motivaba eso era que Eichmann tenía conocimientos sobre la mente humana devastadores, lo quisiera o no. Si estaba relacionada con algo ocultista o no era algo incierto, pero casi pudiera pensarse dado lo arrollador y casi inverosímil de su magnetismo. Si hubiese querido ser encantador no se habría dado cuenta, pero estaba, a propósito, siendo un capullo. Y aún así, sin pretenderlo, seguía siendo increíblemente encantador y persuasivo.

Eugen sabía que cada vez que viese a Viktor tendría problemas. Ya pensó antes en hablar con él solo por teléfono, pero claro, era imposible no coincidir con él en el campo de golf. Y allí, en aquella garita y aquellos vestuarios, era lo mismo. Lo único que podía hacer ahora era recurrir a todo lo que tenía para conseguir salvar lo esencial. Y ello, sólo gracias a que la pregunta de Eichmann daba cierta libertad. Si le hubiese preguntado directamente por sus planes para la comida, Novák estaría en un serio problema cuando se viese casi obligado a decirle que había quedado con Silk Shade, una ladrona virtual conocida por vaciar las cuentas de empresarios, dirigentes y militares nacionalsocialistas.

Eichmann tiene un poder de convicción arrollador. Se asume que interrogará a Novák, así que, para que este no revele nada sobre Silk Shade y su plan de huida, deberá gastar 1 punto de Redención y 3 puntos de Aislamiento. Viktor es una quimera social casi imposible de soportar o derrotar en un duelo social. Convence, persuade, y manipula a los demás.

Con los conocimientos actuales de Viktor, es casi imposible que no escrute a Novák de forma velada para saber de él. Sólo el hecho de que Novák esté controlado por un jugador y sea el héroe le ofrece la posibilidad de escapar interpretativamente a las en teoría insalvables capacidades sociales de Eichmann, un hombre sin límites interpersonales.

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31/07/2013, 17:01
Ambroos Janssen

La sonrisa del proxeneta, sin embargo, duró poco. Era un trabajo gratificante pero allí, en ese sotano, todo era trabajo. Y Ambroos nunca sonreía en el trabajo. Sus dedos fibrosos se acercaron a una vieja radio y juguetó con el radial en busca de una emisora decente entre tanta estática. Algo sin propaganda de nazis ni esa sarta de ruidos que los jovenes denominaban musica electrónica. No tembló ni un segundo al subir el volumen y Jurguen pudo darse cuenta de algo: no iban a oirles. Ni a K-Billy con el sonido de los 70 ni sus gritos.

Ambroos dejó una sobria bolsa de deporte en el suelo, que resonó con un repiqueteo metálico. La artilleria pesada. Era, en gran parte, material que había comprado a una clínica privada que cerró antes de los nazis: tornos y taladros de dentista, tijeras de cirugía ocular y un montón de aparatos que no sabía para que habían servido antes de caer en sus manos.

Ahora servían para hacer daño. Con un poco de ingenio todo servía para hacer daño y ese era probablemente el poco ingenio que tenía Ambroos.

Y, sin embargo, lo único que hizo Ambroos fue buscar una silla y sentarse ante Juguen. Un gato jugando con la comida. El tsunami de violencia que había desatado el falso sacerdote calvinista había vuelto al mar de odio general del proxeneta, pero estaba claro que aquel momento de calma solo precedía a una tormenta devastadora para sus viejos y roídos huesos inmortales.

- ¿Ha oido hablar de Junko Furuta? preguntó Ambroos con cierta retórica, antes de seguir hablando como si supiese la respuesta. Es una muestra de auténtica resistencia. Una jovencita japonesa secuestrada a finales de los 80. Dormía a la intemperie, recibía palizas diarias y violaciones con tenazas, botellas, petardos e incluso halógenos. Enumeró como detalle, como si se le hubiera pasado desapercibida la iluminación de su local. Recibió unas 500 violaciones de unas 100 personas. Estuvo horas encerrada en un congelador, la partieron la mano varias veces, la prendieron fuego, la destrozaron los párpados y la obligaban a alimentarse de sus propios restos. Entre otras cosas.

Janssen se levantó y cogió la bolsa de deporte, dejándola en la mesa. Uno de los cuchillos cayó al suelo con un macabro acorde, mientras Ambroos sacaba su peculiar selección de objetos. Un pequeño set de pirotécnia, un par de herramientas metálicas de barbacoa, una botella de whisky (llena) y un paquete sin abrir de varios metros de alambre de espino.

- Furuta sobrevivió cuarenta y cuatro días antes de ser encerrada en un tanque lleno de cemento. El sonido del cuero negro rozando las manos del serbio era capaz de erizar la piel del más templado, la tranquilidad de su voz grave el sutil remate al nerviosimo. Con un suave tintineo un instrumento médico similar a una pequeña radial apareció entre sus dedos y Ambroos jugueteó con una puas que desbastaron el cuero sin cortarlo. Sonrió para sí. Desgastado era igual a sufrimiento. ¿Cuanto crees que podrá sobrevivir alguien como tú? preguntó girando la vista al alemán con una curiosidad totalmente real, sus ojos oscuros como un preludio a la bajada a los infiernos. Dolorosa. Profunda. Casi eterna. Alguien que no envejece.

Una sonrisa predadora apareció en su rostro durante unas milésimas de segundo. Quizás Ambroos no se habia dado cuenta de que Juguen sabía que era él su juguete de la Segunda Guerra Mundial. Quizás siempre lo había dado por hecho y nunca lo mentaría. Sin embargo la sonrisa se sustituyó por una sutil mueca totalmente asimilada por el serbio y que pese a todo hacía años que no utilizaba.

La sonrisa de una sensual oferta que no podrás rechazar.

- Puedo acelerarlo todo lo que quieras. Se acercó con tranquilidad de nuevo a la silla, la suela de goma rechinando contra el burdo suelo de cemento, antes de apoyar la mano libre en el respaldo de su silla y agacharse cuan largo era para acercar sus ojos oscuros a los del nazi. ¿Que querías de Natasha? ¿Qué querías de mí? ¿Que sabes de Viktor Eichmann, del Gobernador y de Eugenius Novak?

- Tiradas (1)
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31/07/2013, 17:46
Administrador

Hasta donde Jürguen sabía, Eichmann era un apellido reconocido en el mundo militar nacionalsocialista. O mejor dicho, podía serlo. Uno de los compañeros de cirugía se apellida Eichmann. Un científico un tanto sádico y, como todos, obsesionados con lo que creían poder conseguir.

Eichmann, Jürguen, como los tres hermanos Christopher, Christian y Henrich Wolf, y como tantos otros, eran los principales científicos, investigadores y ocultistas a cargo de los diversos proyectos sobre Vitalismo.

Proyecto Génesis, Proyecto Fénix y en líneas generales, Kerova, que era el nombre de la división ocultista encargada de todos los subproductos o ideas del gran proyecto Aryan Übermensch1. El primero, Génesis, consistía simplemente en poder implantar en los hombres la semilla de Dios. Generar semidioses. El segundo, darles una aplicación bélica. Dotarlos de poderes sobrehumanos para convertirse en magnánimos supersoldados invulnerables y omnipotentes capaz de arrasar ejércitos con una mano. El nombre, Fénix, venía de la idea de poder utilizar el fuego, el napalm, el sarín y sus derivados y colegas como un elemento simbiótico con los supersoldados. Inmunes a ellos y capaces de generarlo, como Piroquinéticos.

Lo último, y lo más importante, era Kerova. Jürguen era Kerova. Eichmann era Kerova. Los hermanos Wolf eran Kerova. Mengele era Kerova. Hitler era Kerova. Todos ellos y sus colegas de Sol Negro, Thule, las Schutzstaffel, sus Totenkopf, y los aliados germanos. Lo que no recordaba Jürguen era que el nombre de pila de Eichmann fuese Viktor, pues no era ese. O era una desagradable coincidencia o era su progenie. Y si era esto último, las probabilidades estaban a favor de que fuese como Jürguen y como Ambroos.

Sobre El Gobernador ya sabía lo que tenía que saber. Su nombre, Heinz Goering. Su residencia, en las afueras y protegida como su fuese un refugio nuclear, con guardias para detener un batallón y sistemas de seguridad como para espiar una ciudad. Ámsterdam, sin ir más lejos. Y por supuesto, sabía que Goering tenía a su hija. A su preciada, querida, y quizás Vitalista hija. Una Hija de Dios, y de Jürguen. Aunque Jürguen, como todo, tenía un poquito de Dios, si es que existía.

Sobre Novák... le sonaba. Un brillante científico, pero nada relacionado con el ámbito de la medicina. Los conocimientos de Historia Contemporánea y Ciencia en conjunción con su Inteligencia destilaban en Jürguen cierta cultura del ahora. Era un científico nuclear, y un experto en cibernética, robótica, informática y tecnología en general. Huelga decir que Ámsterdam tenía una central nuclear edificada sobre los cimientos de la vieja y demolida sede de Greenpeace. Una broma macabra.

1* Superhombre Ario.

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01/08/2013, 21:01
Padre Jürguen

Jurguen estudió el lugar con la mirada, igual que había estudiado el despacho. Un reflejo de la propia mente de Janssen. Se iba haciendo una idea de cúal era el carácter del indiviudo. Miró los utensilios, y negó con la cabeza. Aquél lugar era un antro de tortura, dolor y muerte, pero desde luego no era apto para interrogar. Sin conocimientos ni instrumental adecuado, dudó que nadie hablara demasiado con el ojo o muelas arrancadas. La hemorragia y el dolor sería inaguantables. Este tipo era un sádico. No podría mantener a nadie vivo el tiempo suficiente para sacarle lo importante.

Esposado como estaba escuchó atentamente las palabras de Ambroos. No dijo anda, salvo cuando añadió "...alguien como usted, que no envejece..." momento en el que Jurguen enarcó la ceja, extrañado.

Aquello le produjo miedo ¿Lo sabe? Hubo un momento de pánico en el que, por supuesto, probó la firmeza de las esposas, sacudiéndose en la silla inútilmente. Un acto reflejo propio de cualquier preso. Siguió así un buen rato, frenético. Se calló tórpemente, con silla incluida.

Una vez caído, se calmó. jadeaba inútilmente fatigado por el esfuerzo. De todos modos, Ambroos seguía allí, dispuesto a machacarlo en el caso hipotético de que pudiera liberarle.

Finálmente, y antes de que empezara el dolor, comenzó a confesar: - El tema de Natasha cayó en mis manos por casualidad,  no tiene nada que ver con nosotros. Es una chica que necesita ayuda médica, y yo estoy dispuesto a ofrecérsela. Altruismo, señor Janssen. Quizás algo difícil de comprender para usted. Pero no le busque tres pies al gato...-

- Pero a raíz de ella, surgió su nombre, señor Jansenn y... ¿por qué no investigarlo?, como a tantos otros. Antes de conocerle a usted personálmente, ya descubrí que había algo que no cuadraba en sus papeles. Intentaba ocultar algo... -

- ... Y ahora lo sé. Es usted un Hijo de Dios. Yo no le buscaba a usted en concreto, señor Janssen, si no a cualquiera como usted. A todos los que pueda. Generaciones fruto del Gen Vitalista, alterado a raiz de los experimentos nazis. Sospecho que es usted un descendiente de los clasificados como proyecto Fénix. Supersoldados, señor Janssen. -

- ¿Qué busco? La cura del gen vitalista. Su eliminación. Nadie tiene derecho a jugar a ser Dios, señor Janssen. Un error que es mejor corregir, por el bien de todo el mundo. Aunque bueno, supongo que usted no está muy interesado en eso ¿verdad?. Por lo que he visto hasta ahora, usted no es más que un cabrón egoista que sólo piensa en si mismo... -

Tenía la lengua seca. Tragó un poco antes de continuar. procuró ser más breve en la contestación a las siguientes preguntas:

-No sé quién es Viktor Eichman, aunque hubo un Eichman bastante importante relacionado con los experimentos del Vitalismo durante la II Guerra Mundial. Pero no se llamaba Viktor. Este será algún descendiente suyo, quizás. O quizás no. Einchman era un cirujano muy hábil. Los experimentos requirieron operaciones quirúrjicas muy complicadas. Lo que le dije en la casa... no es mentira, El tumor existe, situado muy cerca del corazón, generálmente. Todos los tienen. USTED lo tiene. las operaciones de corazón son muy delicadas, como usted sabrá. Más en aquella época. - Hubo una breve sonrisa de absoluta seguridad al respecto.

- Del gobernador, sé lo mismo que cualquiera. Que es un hombre poderoso, que vive practicamente en una fortaleza cuya localización ignoro en las afueras de la ciudad. ¿Por qué lo busca? ¡¡Yo también lo busco!! ¡¡Déjeme que le ayude! Podemos bsucarlo juntos!! Es un fantasma. El hombre del coco. Sólo sé rumores, como todos lso demás ¡¡Lo juro!!

- En cuanto a Novak, no tengo ni idea de quien es. Bueno, sí. Ahora que lo dice, he leído sobre él en los periódicos. Un genio, un hombre jóven, un científico importante. Soy un hombre estudioso, señor Janssen, he leído sobre él, pero no le conozco en persna, nunca he hecho anda que me relacione con él y la verdad, no tengo ni idea de por qué me pregunta por él. -

- Mire, esto no tiene por que ocurrir así. Como ve, no estoy en su contra. Podemos tener ideas diferentes, pero no somso enemigos ¿¿NO ESTOY CON LOS NAZIS; POR DIOS!! - Aquí jürguen ya estaba sudadno la gota gorda, gritando como un poseso. La desesperación. - ¡¡¡JODER. ESTOY RESPONDIENDO A SUS PUTAS PREGUNTAS, GILIPOLLAS!!! ¡¡NO TENGO NADA QUE OCULTARLE!! ¡¡¡SI SIGUE CON ESTO NO ES MÁS QUE POR SATISFACER SU PUTO SADISMO, MALDITO CABRÖN ENFERMO!! -

- Mire, mire...- Jurgeun intentó calmarse. -Yo sé muchas cosas. ¿Entiende? Hay otros nombres, a parte de Eichmann. Puedo dárselos. Christopher, Heinrich Wolf... ¿Quiere que el hable de Kerova? Lo haré. Todo eso es importante. Mis estudios, mis investigaciones.... Lo que yo sé.. A parte de los nazis, nadie sabe lo que yo sé. Usted no comprende... es importante. SOY IMPORTANTE. No lo haga, por dios. No lo haga. Me necesitan. Puedo ayudarles. Puedo ayudarles más de lo que cree...

- No lo haga.- La mirada era la de un hombre desesparado. Los ojos suplicantes, y la mandícula desencajada.

Resultados correctos; 6, 6, 6, 8, 4, 9, 5, 8. 3 éxitos. Jürguen dice la verdad, o se asume que lo está haciendo.

- Tiradas (1)
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01/08/2013, 22:37
Mark Dekker

Mark parecía, para sorpresa o no de Ruth, más que acostumbrado a la personalidad de Arjen. Parecía que le gustaba, y a todas luces su rostro mostraba una entidad comprensiva y bastante abierta de mente, aunque quizás un tanto inocente.

- Bueno, era la deducción lógica- dijo señalando a la venas profundas allí presente en referencia al sexo.

El hombre intentó reconfortar al hombre como sumo, mano al hombro y escucha activa. Pareció incluso fruncir el ceño con cierta congoja cuando vio a su amigo frustrado intentando ponerse su anillo de compromiso. No parecía ajeno a los poderes sobrenaturales de Ruth, aunque sí miró a esta con cierta sorpresa cuando Arjen le contó su condición.

- Usaremos lo que esté a nuestro alcance- excusó Dekker en relación a La Torre-. Que sean los subterráneos- asintió sin parecer preocupado por esa limitación, sabedor de que todo tendría un método-. Respecto a la chica... encajaría- ladeó el rostro con cierta duda-, aunque no es algo concluyente. Sea como fuere, ya lo sabe. Es que... somos tan pocos- suspiró y miró a la pequeña-, que cuesta creer que podamos toparnos por accidente. Supongo que será cosa del destino.

Hizo una señal en dirección a la entrada del refugio secreto y comenzó a andar lentamente, aunque se ofreció para ayudar a Arjen, el más fuerte pero cansado, a cargar con la pequeña que apenas podía con su alma. Literalmente hablando, además.

- Recuperaremos lo que se ha quedado en casa- declaró sin atisbo de duda-. Todo será encontrar el medio y el momento, pero no pueden vigilarla con todo ese equipo eternamente. Estamos en guerra, y seguro que Francia o Inglaterra terminan haciéndoles cambiar de parecer- sonrió.

Por el camino, mientras tocaban unas piedras en el suelo, Mark aseguró que sí, en respuesta a Ruth, había más como ellos, o debiera haberlo. A Arjen, que sus chicos aún estaban todos ocupados, sin novedad destacable en el frente. Por suerte, las horas que Arjen y Ruth debían pasar descansando serían suficientes para que algo se pudiese decir al respecto.

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02/08/2013, 11:36
Gretchen

Gretchen caminó como un fantasma, con el mundo ocurriendo a su alrededor sin darse cuenta de ella. Extrañamente, se sentía segura. Brevemente echó de menos a Janssen, deseando que él -siempre furioso- pudiera disfrutar también de este raro momento de paz y seguridad. De no estar del todo, de no existir completamente.

Detuvo sus pasos junto a la rosa, el zorro y el hombre vanidoso. Miraban sin verla. Sonrió. Sentirse a salvo es una sensación maravillosa.

Está muy bien, Gretch, lo sé. Pero céntrate, ¿vale? No puedes quedarte aquí para siempre, esto quema.  Luego no podrás con tu... con tu alma.

La niña asintió. Alice tenía razón, como siempre.

Heller.

Probablemente un Experimento de Dios. Como tú y Janssen. Les molesta, no sólo por lo que hace, sino por la esperanza que da al pueblo. Un símbolo. Un luchador.

Usa sus capacidades para obtener energía... y descargarla. ¿Es una batería humana?

Algo así parece. Y si puede dejarles sin energía es la llave para entrar en la casa del Gobernador y para cargaros la Torre. Necesitáis a ese tipo, nena.

Le están tendiendo una trampa. Y quieren cortar la electricidad para dejarle sin posibilidades de defensa.

Pues más os vale daros prisa, Gretchen. No van a estar haciendo planes eternamente. 

¿Cómo puedo encontrarle?

Complicado. Pero tienes que hacerlo, y tienes que hacerlo ya.  Ese tipo no tiene mucho tiempo, y puede ser una buena carta en vuestra baraja.

¡No sé qué hacer!

Tranquilízate. Mira, para empezar... bueno, tal vez, llegado el caso, tengamos alguna manera de darle algo de tiempo.*

¿Y ahora? ¿Cómo doy con él?

Alice se quedó en silencio. Tenía una idea, claro. Tarde o temprano alguien trataría de llamar la atención del trío, y ese sería un buen momento para desubicar alguna de sus PDAs. Tendrían toda la información relevante. Problemas: si la pillaban, estaba muerta. Nadie pasaría por alto un intento de robo de material de investigación. 

Claro que Gretchen era bastante ágil. Muy, muy ágil. Sus dedos de creadora de origami podrían encontrar en ese momento algo más productivo que hacer... pero después tendría que salir de allí corriendo. No porque la detectaran, sino porque se estaba agotando. El cansancio iba a hacer mella en ella deprisa. Y tenía que sobrevivir, al menos lo suficiente como para transmitir esta información.

Espera. 

Dentro de sí misma, Gretchen casi podía sentir a Alice dando vueltas, pensando, maquinando. Conspirando. Se jugaba la no-existencia. 

Sal de aquí. Vuelve con el anarquista.

El anarquista. No le dio nombre. Para Alice, la nazi, no merecía más. Quizá una bala.

Buscad un sitio donde dejar pasar el tiempo... cuando esa Dana se marche, síguela. Sube a su casa. Entra por al ventana, eres suficientemente ágil, no te será problema. Cuando esté durmiendo, o duchándose, le quitarás la PDA.  O que Liselot llame a su puerta y la distraiga. Es guapo. Podría tratar de tontear con ella.  Hay mujeres a las que les van ese tipo de hombres.

La propia Alice se revolvió al decir eso. Ese tipo de hombres. ¿Y Viktor? ¿A qué mujer podría gustarle, si no tuviera ese Don odioso? 

Mucho menos arriesgado. 

Y ahora sal de aquí, te estás agotando. Muéteve. ¡Muévete!

La última imprecación de Alice fue casi una orden marcial. La anticipación de lo que estaba por venir, el recuerdo de un futuro ocurriendo antes que sí mismo.

Gretchen dedicó una última mirada a la rosa, el zorro y el hombre vanidoso. Alice, dentro de ella, sonrió con malicia. Había conseguido convertir a Gretchen en una espina bajo las uñas de Viktor -porque todo lo que era el Enemigo, era Viktor. Los nazis no tenían relevancia más que como el entorno de Viktor, sus propios objetivos no eran nada más que guías hacia o para o por Viktor.

La niña deslizó sus pasos de muñeca de caja de música fuera del cordón policial. Repitió a la inversa sus pasos, ir al callejón y dejar de ser Esencial, y volver con Liselot.

- Hola.

En los ojos acuosos de Gretchen, aún había un destello de Alice.

Ojalá Janssen estuviera aquí. Él la comprendería.

Tenían tiempo que dejar pasar... podía escribirle una carta a Janssen con la información, por si algo le ocurría. Enviar cualquier tipo de mensaje por el teléfono o internet estaba descartado.

Alice sí sabe que es capaz de manejar la electricidad. No quiere decírselo a Gretchen aún por no asustarla, pero si se ve muy pillada puede tratar de petar alguna instalación eléctrica con la esperanza de que lo achaquen a Heller y pierdan tiempo investigando esa pista falsa.

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04/08/2013, 18:20
Administrador

Ruth necesitaba descansar bastante más, pero algo era algo. Tras tantas horas de descanso el reloj digital marcaba las tantas de la mañana, a falta de tres horas para la salida de un nuevo sol. Era plena noche cerrada, pero eso ella no lo veía, como difusa había sido su visión aquellas horas. Había despertado y dormido varias veces, y alguna que otra recordaba la voz de una mujer, Olga según decía, aseándola ligeramente. Un paño húmedo en la frente, la mayoría de las veces, pero alguna que otra dejándola algo de comer.

Cuanto había deseado por esas horas levantarse, correr, y buscar a su hermana. No en vano, también habrían localizado su móvil. Pero no podía, y ni siquiera tenía energía para mirar en sus ojos. Ahora sí, y podía moverse, pero seguía un tanto débil, lo justo y suficiente para caminar apoyándose de tanto en cuando en las paredes y correr tropezando de vez en cuando. Aún se sentía bastante moderada, pero al menos se sentía con fuerzas para comer, ir al baño y mantener una conversación corriente y moliente. Y no era para menos, pues por encima de todo eso, seguía viva.

La habían faltado dos cuartos de puntería y uno de mala suerte para compartir un destino fatal. Pero su pecho aún latía, y sus venas sólo se marcaban como si fuese una mujer pálida y ligeramente cadavérica. Ahora sabía que en efecto, había más como ellos, y que los tenía al lado, a un par de habitaciones de distancia en aquellas cavernas subterráneas. Sí, Ruth se encontraba en "casa", según Olga, pero a juzgar por el póster de Greenpeace que había en la pared, verde como él solo, aquello era un refugio de los Ecoterroristas. No cabía duda alguna, salvo que se fuese muy poco astuto, de que Arjen estaba con los que ese nombre recibían. Y que para más seña estaba bien considerado dentro de la organización.

Pero claro, eso último era fácil cuando tienes poderes sobrenaturales y sabes gestionarlos. Algo que, cuando Ruth aprendiese, tendría que valorar. ¿Qué hacer? Dotada de fenomenales poderes cósmicos, ¿se conformaría con un espacio chiquitín para vivir? ¿Iría con su familia a un rincón lejos de los nazis y ocultaría su condición? Había dos en su ciudad que se conocían, que eran amigos. Ella también tenía a su hermana. Y si... ¿había más organizados? En aquel reducido espacio ya habían caído dos coincidencias, y Ruth conocía a 3 Hijos de Dios. Cuatro si contábamos al hombre tostadora. Seis si supiese qué dos conocidos más lo eran.

Su mundo se había vuelto muy grande de pronto. Podía hacerse invisible, podía ver el futuro, podía ver en los demás, ¿y quién no la decía que podía ir más allá? Aquello podía convertirse en muchas cosas, pero estaba en su mano cómo decidir vivir los años venideros y cómo pasar a los anales de la historia. Aquello era... prometedor, y tras salir de Ámsterdam con la ayuda de los Anarquistas, los Ecoterroristas, Arjen, Mark, Ágatha y vete a saber quién más... ella decidiría qué papel jugaría en aquel baile de máscaras. Si es que vivía. En eso consistía la verdadera libertad en aquellos días que corrían.

Tras el paso de unas horas al raso y unas cuantas más reposando en un lecho tibio...
Ruth gana 7 puntos de Alma. Ruth gana 1 punto de Fatiga. Sus Penalizadores se reducen a la mitad.

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04/08/2013, 18:37
Administrador

Bienvenido al nuevo mundo, Arjen Wolfzahn.

El hombre, el héroe, el Vitalista o Hijo de Dios, el Übermensch1 a fin de cuentas, estaba viendo cómo todas las piezas del dominó se abrían paso lentamente. Perdía su casa. Tomaba la ofensiva contra La Torre. Reunía piezas del puzzle. Encontraba a otra como él. ¿Cuantos conocía ya? Ruth, Mark, Ambroos, Gretchen... eran muchos para una ciudad tan pequeña. En su conjunto tenían fenomenales poderes cósmicos en un espacio demasiado chiquitín para vivir. Y eso sin contar a los que Arjen no conocía. Los Nazis. Su familia. Por Dios, Arjen, esto estaba tomando dimensiones demasiado grandes como para que un solo hombre las controlase. Antes o después... se saldría de madre.

Como Arjen y Mark se conocían, debía haber muchos más en esa situación. ¿Quién le decía que Ambroos no conocía a más? ¿Qué no podía rebuscar en los árboles genealógicos? No sabía cuando había comenzado aquello, pero sí que era real, y que él estaba entre sus efectivos. La Torre, La Central, La Mansión, eran los blancos prioritarios, a corto plazo. Como mucho a medio plazo. La situación mundial no daba tiempo a pensar con calma.

Pero después, ¿qué? ¿Había pensado en qué sería de su futuro? Sus sueños, inocuo reflejo de sus anhelos, hablaban de él viendo caer La Torre en una orgía de hierro y lenguas doradas. El puño de sus aliados, alto, clamaba victoria. Se veía abrazando a su hijo, su hija y su esposa en la sala de piano de la mansión de El Gobernador. Pero, ¿cómo controlaba la central? ¿Qué hacía si se enfrentaba a los nazis en ella? No podía dejarla a su suerte para que explotase, y se necesitaban muchos hombres y conocimientos para ello. ¿Apagarla? Tendría que saber cómo hacerlo y aquello requería tiempo.

Y, finalmente... ¿qué hacíamos al final? ¿Seguíamos luchando eternamente? ¿Nos uníamos a una causa mayor?

Nótese una cosa, y era que Arjen ya estaba empezando a barajar medidas más extremas. En sus sueños se veía arrancándole la mente y el corazón a sus enemigos, como si de un ritualista vudú del áfrica profunda se tratase. No literalmente, claro, pero sí podía ver su mano en los pechos y la frente de los cabezacubos. Y entonces, las líneas rojas y azules manaban de los órganos para unirse a las venas del ecoterrorista. Era... espeluznantemente útil.

Pero ahora se sentía bien, lleno de energía. Madrugada cerrada, a tres horas del siguiente amanecer. Sabía que aún le quedaban sendas cantidades de energía que recuperar, hablando en relación a aquella que alimentaba de forma incierta sus poderes sobrenaturales. Pero estaba físicamente descansado y se sentía... bien. Era el momento de ver qué habían hecho sus chicos. A ver si las enredaderas de Mark estaban ya saliéndose de madre tierra del todo.


Tras el paso de unas horas al raso y unas cuantas más reposando en un lecho tibio...
Arjen gana 7 puntos de Fatiga. Arjen gana 6 puntos de Alma. Ya no sufre Penalizadores de ningún tipo.

1* Superhombre en Alemán.