Partida Rol por web

Salvadores Salvados

Salvadores Salvados - Solución Final - Escena Seis.

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04/12/2013, 15:29
Roger

Rotterdam resopló.

- No me llamo Rotterdam- respondió de forma seca poniendo ambas manos en el volante, sin arrancar-. Mi nombre es Roger, Samantha- carraspeó, evitando mirarla. Era obvio que, desaparecido Jürguen y vista la reacción de Niki, no podía hacerse el tonto-. Yo... lo siento.

Comenzó a sonar un móvil. El de Rotterdam. El hombre lo miró y colgó. Se quitó el sombrero, desatándose el nudo del cabello para dejarlo caer a ambos lados. Tenía la misma forma que el de Niki.

- Que esperen- dijo sin más-. Hemos encontrado a Christopher Wolf en Berlín, Alemania, escondido dentro de un laboratorio clandestino- informó, y Niki pudo imaginarse a un grupo de SWATS entrando por la fuerza con un ariete y ametralladoras ligeras, pillando al científico con su bata blanca en mitad de su santuario-. A ese monstruo le gusta jugar con sus... pacientes. Bueno, con la gente que conoce en general. Para él- suspiró y negó con la cabeza- todos somos sujetos de pruebas. Para él el mundo es sólo un laboratorio.

Arrancó el coche. Llamó y conectó el manos libres.

- Me llevo a 2N al piso franco- dijo en voz alta y voz seria al otro lado-. Encargaros vosotros de la ciudad. Yo me ocupo de 2S- una voz femenina se arrancó a replicar, pero Rotterdam fue rápido cortándola-. Ya está bien. Yo estoy al mando del operativo. Yo decido. Tú encárgate de Ámsterdam. Yo de Samantha. Punto.

Y colgó, guardando el teléfono en un bolsillo tras volver a resoplar. Torció a la derecha y salió del barrio rojo, cogiendo un desvío para llegar a la periferia noreste, cerca de los hospitales.

- Christopher trabajaba para nosotros. Se fugó de unas instalaciones militares cuando tú perdiste la memoria- parecía costarle bastante decirlo, y temía hablar de más al respecto, como si Niki fuese a recordar cosas que era mejor dejar en la amnesia-. No sabemos todos los detalles. Sólo que saltaron las alarmas en el lugar. Cuando llegué tu... cámara estaba abierta, y tú no estabas dentro.

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04/12/2013, 15:30
Anne

- ¡TE ODIO! - fue lo primero que saltó al otro lado del teléfono en cuanto Anne, a los tres tonos, cogió la llamada-. ¡Te odio, te odio y te odio, maldito asocial egocéntrico!

Tras el sonido distorsionado de algo moviéndose, Anne activó la cámara de su móvil. Era obvio que, tras ver era Novák quién llamaba, lo había cogido al instante sin siquiera preocuparse por sise la veía. Aquellas palabras le habían salido del corazón, y en menor medida desde el cerebro, tras cuarenta y ocho horas sin noticias de su pareja tras las líneas enemigas.

- ¡Se supone que eres un genio!- siguió diciendo la joven comunicadora-. ¿Cómo demonios has podido ser tan estúpido, Eugen?- sacó de un bolsillo un hoja impresa, con una copia del registro del vuelo de Novák, y lo enseñó a la cámara-. Un mensaje, Eugenius. ¡Un mensaje! ¡Nunca se envía un mensaje! ¡Nunca se envía un mensaje a tu novia para algo tan importante- le reprochó, pues era la única noticia que había tenido de él en esos días-. ¿Sabes lo que dice la prensa de ti? "Eugenius Novák firma por la raza aria"- parodió poniendo voz de redactor pomposo-. "El nuevo Einstein estrecha la mano al nuevo Hitler". 

Suspiro pesado provocando acústica

- Me llamo Eichmann. ¡Tuvo que llamarme un nazi para decirme que estabas bien!- le volvió a reprochar, de los nervios atacada-. ¿Cuándo vuelves?- preguntó al fin, con un deje esperanza-. Mira, yo, yo puedo entenderlo. Tu madre, tu hermana. Sí, vale, puedo llegar a entenderlo- se dijo a si misma-. No querías preocuparme. Fue un impulso. Lo que sea. Puedo llegar a entenderlo... si me esfuerzo. Pero por el amor de Dios, Novák, vuelve ya.

Giró la cámara y enseñó la pantalla de su ordenador. Acababa de llegarle un nuevo mail de su jefe titulado "[Urgente] Divulgación TV: Caen los inhibidores de los Países Bajos"]. Volvió a mover el móvil para enfocarse a si misma.

- No es un adelanto, pero quieren que lo publique dentro de unas horas- informó con evidente preocupación-. Ha llegado un pulso desde los satélites a todas las centralitas que vigilaban la central. No hace falta ser tú, Novák. Tu ciudad en horas va a ser un punto muy caliente- señaló con el dedo al científico a través del móvil y redobló la potencia de su voz-. Y tú no puedes estar ahí. Si algún arma biológica, bombardeo, bomba atómica, bala o misil dirigido pasa a diez kilómetros de ti, Novák, yo... yo... ¡Si no te mata te mato yo misma!

Desinfló el pecho y se dejó caer, haciendo revolotear la cascada de sus cabellos. Aterrizó sobre el sofá de su casa, en el salón. Resopló y negó con la cabeza, abrumada.

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04/12/2013, 15:32
Agatha

Ruth salió a escape de la "ecocueva" en cuanto Novák comenzó a hacer su magia junto a Olga. Naturalmente, esta última animó a Ruth a ello. Le costó dar el paso de salir, débil en más de un sentido, pero era lo mínimo que podía hacer. Intentarlo. Tras reflexionar, decidió que, si Novák no fallaba, tendría una posibilidad. Si fallaba, daría igual dónde estuviese. Si Avalon, si la central nuclear explotaba, no importaría dónde se escondiese Ruth. Se había escondido en un refugio a prueba de bombardeos, no de bombas atómicas. Un búnker de la WW2, no de la WW3.

Así pues, salió. Si Novák tenía éxito, el caos reinaría en la ciudad, ella podría llamar y ser llamaba sin miedo a que, por ello, los nazis fuesen con un equipo de asalto a cazarla donde no estuviese Arjen para protegerla. Fue teniendo minúsculas misiones, motivada, poniéndose en los ojos de Agatha aferrándose a poco más que a su fuerza de voluntad, deambulando por la ciudad en pleno día, oculta bajo una capucha con briznas de cabello rosa.

Por el camino pudo ver cómo, por un instante, la ciudad se quedaba sin energía. Los semáforos se apagaron, la megafonía rechinó y todo lo que se alimentaba del cableado perdió su corriente durante un par de segundos. Tras ello, los semáforos volvieron a encenderse, como todo lo demás, pero el móvil de Ruth pitó de forma breve. Cuando lo consultó, pudo ver que ya no había restricciones aplicadas sobre el mismo, con plena cobertura.

Novák había tenido éxito.

Llamó a su hermana, ya sin miedo a los nazis, y recibió la dirección donde estaba. Un viejo almacén abandonado, en la periferia. Exactamente hacia donde iba ya, claro. Echó a correr hacia allí, sin saber si dentro de una hora toda la ciudad explotaría, convirtiéndola en polvo parte de un hongo nuclear, y sin saber si Agatha sería lo último que vería en la vida, si es que iba a terminar ese día. Rezaba para poder salir de la ciudad si Novák tenía éxito.

- ¡Ruth!- gritó la inconfundible voz de su gemela-. ¡Santo cielo, Ruth!

Su homónima la abrazó por la espalda en cuanto la joven atravesó la envejecida puerta de madera del local. Una mesa de billar mohosa, tablones de madera en las paredes, sofás con las tripas al aire, y un montón de cajas. Algunos transformadores de energía y varios generadores se acumulaban en una esquina. Incluso una bicicleta estática con un par de pinzas conectadas a una batería de coche. Heller y su electricidad.

La joven se quedó abrazada a su hermana, estrechándola con la fuerza de una enamorada, y pegó su mejilla contra la de ella. Un cosquilleo de electricidad estática sacudió a Ruth. Era lo que tenía estar cerca de Heller.

- He estado viéndote todo el rato- explicó la gemela en tono bajo, confidente pese a que parecían estar solas-. Él me encontró. Me vio como si llevase un cartel luminoso. Podía ver lo que era, Ruth- siguió explicando con cierto misticismo-. Me escondió de los nazis. Me fue dando parte de su... energía- intentó seguir, pero fue dándose cuenta de que, aturrullada por las emociones, se estaba explicando fatal.

Pese a todo, Ruth lo medio-entendió. Debía de ser algo similar a lo que dijo Novák. Incluso lo dijo con aquel tono escalofriante, como si fuese útil pero incómodo.

- Bu, bueno, es igual- se entrecortó estrechándola todavía más, como si temiese que fuese a salir volando si la soltaba-. Te iba viendo. No te oía, pero te vi esconderte. Con los Verdes.

Se cayó, sin más. Decidió que ni siquiera quería gastar su saliva así. Se concentró en abrazar a Ruth. Casi en fundirse con ella, si hubiese podido. Y a ese paso, casi se podía bromear con la posibilidad.

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08/12/2013, 03:21
Más Allá

Niki sufrió un fogonazo de luz y comenzó a fundirse con un chispazo con los fragmentos rotos de su mente. Apareció suspendida en vertical, flotando dentro de un líquido de color ambarino con unas cánulas conectadas a las venas de las extremidades, y unos pocos tubos de grosor ligeramente mayor anclados a la columna vertebral. Era una cámara que recordaba vagamente a un vientre materno artificial y sintético, pero sin madre alguna. Sólo emulando algo parecido a un líquido amniótico y un cordón umbilical, pero ajustado a un cuerpo adulto.

Christopher, de espaldas a ella y con gesto agriado, tecleaba un informe sobre una pantalla azul, sumida en la penumbra. Entonces se giró y levantó una ceja. Aspiró por la nariz.

Tras un flash de luz, lo siguiente que vio Niki era su cuerpo cayendo al suelo, desnudo y en un charco de aquel líquido ambarino. La silla de Christopher daba vueltas sin él dentro. Una luz roja iluminaba de forma intermitente y muda en la sala. Samantha, desde el suelo, tosió entre convulsiones, vomitando más de aquel líquido ambarino que la había estado rodeando y que, al parecer, también estaba dentro de ella.

Se levantó y golpeó el panel de seguridad de la puerta. Lejos de destrozarse los nudillos, la placa metálica salió entre chispas de sus anclajes mientras la pantalla táctil reventaba en pedazos. La puerta del compartimento se abrió de forma lateral, escondiéndose en la pared, y Samantha pudo salir de allí al pasillo. No parecía ser consciente de su desnudez. Siguió avanzando, ignorando los contenedores de AAK2 según la etiqueta, rellenos de líquido ambarino, que habían a su paso. Finalmente, tras llegar al fondo del pasillo y destrozar otra puerta, pudo mirar hacia arriba y ver una escalera de mano que ascendía por un tubo.

El siguiente flash de luz dio paso a Samantha saliendo de una escotilla camuflaba en mitad de la tierra. Ascendió hasta que sus pies descalzos la acariciaron y sus ojos vieron el poblado bosque a su alrededor. Echó a andar, cada vez con menos energía, cada vez de forma más errática y tambaleante. Al principio hacía crujir los árboles sólo al apoyarse, pero finalmente sólo podía avanzar usándolos para mantener el equilibrio cada diez metros, y su fuerza había desaparecido por completo, abandonada junto con los charcos de vómito ambarino conforme su cuerpo se vaciaba de AAK2. Poco a poco su cuerpo iba llenándose de cortes y rozaduras contra piedras y ramas.

- Rechazabas el AAK2- dijo una voz grave, viril, detrás de Niki, en los asientos traseros del coche-. Lógico. Siempre habías estado conectado a él. Rodeado por él. Sólo te quedaba lo que tenías en el cuerpo- por un momento, Niki pudo sentir cómo el coche seguía moviéndose. Sólo era otra visión-. Conforme lo purgabas, perdías fuerza. Te quedabas sin energía, expulsando tu alimento. Tus pilas.

Tras el siguiente flash de luz Samantha caía al suelo en mitad del bosque, desnuda. Un hombre apareció detrás, en penumbra, vestido con una gabardina gris, larga hasta los pies, y con el cabello corto y ondulado. Unos profundos ojos azules, enmarcados en un rostro bello de entre treinta y cuarenta años, miraron al cuerpo inconsciente de Sam. No era Christopher. Ni siquiera tenía su porte. Era más alto, más fuerte, más gallardo, aunque también sacó del abrigo un pequeño estuche que, al abrirlo, reveló una jeringuilla ambarina.

- La cogí del despacho de Christopher- explicó la misma voz de antes, dentro de la visión.

Volteó ligeramente a Samantha, buscó una vena en su brazo y lo inyectó. Tras retirar la aguja, llevó una mano al corazón de Sam y cerró los ojos. La visión dentro de una visión apareció, revelando el corazón rojo con un punto blanco, etéreo, cada vez más apagado, comenzar a brillar de nuevo conforme manchas ambarinas lo rodeaban.

- Necesitabas una dosis que no pudieses vomitar- explicó una voz grave detrás de Niki-. Te la di. A partir de ahí, sólo Dios podía decidir si tu destino era morir o salir adelante- silencio-. Asimilaste el AAK2 como pegamento entre tu cuerpo y tu alma- apuntó en tono adoctrinado, casi sectario, como un chamán o un líder espiritual-. Me encargué de poner a un Izan en tu camino. Le utilicé- confesó el hombre, como si el fin justificase los medios-. Sabía que le recordarías a su esposa. Busqué a alguien con razones de peso para acogerte. No podía arriesgarme.

Niki notó un estallido de rabia a su espalda, erizándola el vello. No era tangible, ni verbal. Sólo era una emoción tan intensa que, a través de aquel vinculo, se percibía con claridad.

- Una mujer indefensa, desnuda y amnésica en un bosque. No podía arriesgarme- repitió el hombre, como si la furia de Dios fuese a caer sólo ante la posibilidad de que aquella mujer terminase mal. Muy mal. El claro caso donde un hombre no puede soportar la perspectiva de ver a monstruos bebiendo de la oportunidad.

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08/12/2013, 04:04
Al Adam Blake

- Roger es tu padre biológico- dijo la voz varonil a espaldas de Niki.

Ya no había visión. Niki seguía en el coche. Roger conducía, pero sus ojos estaban completamente blancos, su expresión completamente ausente, sus movimientos, mecánicos. Como si estuviese poseído y en piloto automático. Detrás de Niki, por otro lado, estaba el responsable. Sostenía una esfera blanca en una mano, conectada a Roger por un hilo, como si sencillamente hubiese capturado su alma y la estuviese usando para controlarle.

- Lo siento, pero no puedo dejar que me vea- explicó con gesto sufrido, como si realmente le importase privar a Roger de consciencia de si mismo durante unos minutos-. Siento también la saturación de información.

Vestía una gabardina gris, larga hasta los pies, y con el cabello corto, castaño y ondulado. Unos profundos ojos azules, enmarcados en un rostro bello alrededor de los cuarenta años, miraban a Sam a través del retrovisor central. No era Christopher. Ni siquiera tenía su porte. Era más alto, de más de metro ochenta, más fuerte, más gallardo. Su piel, más saludable. Era el mismo hombre de las visiones que había salvado a Samantha.

- Christopher Wolf está de vuelta a las instalaciones de los EEUU- informó, pero no quiso darle excesiva importancia-. Se distrajo contigo. Los Agentes pudieron pillarle, como yo lo hice en su momento- matizó en referencia a la liberación de Niki de aquel tanque amniótico-. Roger querrá que vuelvas a trabajar con él. No sabían nada de lo que pasó, por eso te dejaron libre. Observándote- negó con la cabeza, frustrado ante la ideología de los americanos-. Viniste aquí por el Doctor. Tus premoniciones de un futuro dinámico.

Niki lo asoció rápido. Christopher había huido de aquel hombre, y había vuelto al único lugar, aparte de las instalaciones de los EEUU, donde podía trabajar. Territorio alemán, volviendo a sus orígenes. Como en la segunda guerra mundial. Posiblemente, tras la derrota de los nazis y la victoria gracias a los americanos, tuvo que pasarse de bando. Tras la intromisión de el hombre con el que ahora hablaba Niki, incapaz de hacer algo más que trabajar, Berlín fue su primera opción. Usó Ámsterdam como un campo de pruebas para su AAK2.

Pero, como el mismo dijo, sus nuevas pruebas no eran como Niki. No había más que verlas. No sólo no tenía los mismos recursos, sino que no tenía el mismo material genético. Probablemente aquel otro de sus visiones que la llamaba en las mismas preguntando por el AAK2 fuese otro sujeto de pruebas. Lamentablemente, como bien había dicho su actual interlocutor, el futuro era dinámico, según cómo uno actuase tras las visiones.

- Bien- dijo el hombre tras Niki, satisfecho tras la reveladora epifanía de la joven. Como si supiese que la había tenido, o como si él mismo la hubiese provocado-. No me queda mucho tiempo. Alguien tiene que mantener ocupado al Reich mientras quien ha tumbado la Torre de Comunicaciones sigue liberando la ciudad- reculó de forma explicativa, como si no revistiese de mayor honor o extrañeza. Como si fuese lo natural, seguro de que ese era el rumbo de la historia.

El coche paró frente a un portal. La calle desierta. Roger seguía ausente, conectado a aquella esfera en manos del desconocido sentado detrás de Niki. Una niebla blanca comenzó a rodear el vehículo, dotando de cierta ausencia espacial a la escena. Detrás de Niki, la piel del hombre comenzó a volverse ligeramente blanca y lumínica, como si emitiese un leve resplandor. Aquello parecía un ensueño, y la amnésica hubiese jurado que estaba rodeada por nubes despejadas.

Una extraña aura de santidad rodeó al hombre, como si, pese a lo místico y existencial de sus facultades, casi jugando a ser Dios, fuese, efectivamente, algún tipo de emisario de Dios. Como un arcángel. Y sin embargo, la razón que sólo era otro hombre con poderes sobrenaturales. Uno cuyos poderes sobrenaturales ayudaban a transmitir esa sensación de pureza y divinidad.

- Roger es tu padre biológico, pero tú no eres su única hija- explicó finalmente en tono grave, apesadumbrado, con el gesto de quien le da el pésame a una viuda-. Roger es un soldado americano. Hijo adoptado de otro soldado, Alemán, que combatió en la segunda guerra mundial- continuó como un profesor de historia que se sabía la lección al dedillo-. Descubrieron en un cribado masivo de analíticas de sangre a las unidades del ejército de tierra que era portador de una mutación genética. Eso les llevó a ti. Un bebé.

Otros dos breves pero decisivos fogonazos. El primero, un bebé pelirrojo, Niki, cambiando de manos. Primero en manos de Roger, luego en manos de aquel mentor o padre que Niki había visto ya en sus fragmentos de recuerdos. Definitivamente, alguien que ejerciese como padre adoptivo y enseñase a Niki. La segunda versión, por otro lado, eran diez tanques de líquido ambarino con diez Nikis, tamaño adulto, dentro.

- Samantha Strauss, 2S, falleció hace años- concluyó con un mazazo emocional-. Tú eres una copia perfecta. La única copia que ha sobrevivido. Un clon. Pero, si te sirve de consuelo- Niki sintió un frío glaciar en el pecho, seguido de una sensación cálida. Volvió a ver su corazón, rojo, con aquella luz blanca rodeada de ámbar-, no eres, ante Dios, una copia. Cuando te vi en el tanque, no tenías Alma. Cuando te vi en el bosque, tenías el Alma de Samantha.

No explicó porqué él fue a por Christopher, ni porqué sabía tanto sobre él, pero Niki asumía que era algo deliberado. Ya había dado demasiada información, centrada en Samantha, ósea, en Niki. Ya era abrumadora de por sí. No hacía falta llenarla tan rápido con el resto de las piezas para que el puzzle terminase de encajar por ambos lados. No obstante, pese a su abrupta aparición, ahora y en el bosque, no parecía algo que no fuese su plato de cada día. Aquel hombre, fuese quien fuese, si verdaderamente se creía algún tipo de emisario divino, haría eso constantemente.

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09/12/2013, 09:44
Eugenius Novák

Eugenius tragó saliva mientras escuchaba sin atreverse a responder a Anne. Su tono al decir te odio indicaba rabia a todas luces. Y aunque tenía explicación para todo... o casi todo, no creyó oportuno que fuera una buena forma de comenzar la conversación. Y menos cuando a todas luces, no sabía muy bien por qué, debería estar disculpándose. Así que por una vez hizo lo más inteligente que podía hacer en una relación interpersonal.

- Yo... lo siento mucho Anne. - dijo Novák. - Me equivoqué. - ¿Pero qué estaba diciendo? Él nunca se equivocaba, ¿por qué le decía a Anne que sí? En lo más fondo de su ser algo le recarcomía por dentro, y era que en verdad, quizá socialmente hablando, se hubiera equivocado esta vez.

- Pero puedo explicártelo todo... si me dejas. - trató de continuar. Anne se merecía una explicación. En parte porque Eugenius quería justificarse de algún modo y en parte porque si no conocía toda la historia podía no estar a salvo. Y Novák jamás se perdonaría que le pasara algo a ella por su culpa.

- Vanderveer murió. - comenzó por el principio de la historia. - Vine todo lo rápido que pude para su funeral, te mandé el mensaje pensando en llamarte en cuanto estuviera en mi ciudad natal, pero cuando pisé el suelo en Ámsterdam me di cuenta de que todas las comunicaciones estaban interrumpidas. Ninguna noticia podía salir al exterior de la ciudad, ni internet ni llamadas de teléfono ni nada. No tuve tiempo ni de salir del aeropuerto cuando los nazis me llevaron con ellos. Como comprenderás no tuve opción a negarme, y me da igual lo que diga la prensa de mí, no es cierto. Nunca me aliaría con los alemanes y tú lo sabes. Además descubrí que ellos estaban tras la muerte de Vanderveer. -

Eugenius tragó saliva. - Estas últimas cuarenta y ocho horas han sido las más frenéticas de mi vida, y no ha sido hasta hace unos minutos, que pude hackear la torre de control que usaban los alemanes para cortar las comunicaciones. Esos inhibidores que han caído, esa noticia que tienes que publicar... lo he hecho yo. Por eso no he podido llamarte hasta ahora pero créeme, he querido llamarte muchas veces y he pensado en ti. -

Le iba a costar más de lo que creía, no sabía muy bien por dónde empezar para que no sonara todo al argumento de una película de ciencia ficción. - Te voy a resumir lo que ha pasado estos días, tienes que escuchar y creerme, ¿de acuerdo? Luego podrás enfadarte, insultarme y todo lo que quieras, pero debes saber la verdad antes de que encuentren una manera de cortar las comunicaciones de nuevo, o antes de que la prensa manipulada cuente cosas sobre mí que no son ciertas. -

Algo en el interior de Eugenius bullía de furia. No le había gustado nada eso de que hablaran de él dando la mano a la raza aria. Pura y dura manipulación, pero algo que podía empañar muy bien su futuro.

- Los alemanes tenían un problema con el reactor nuclear de la ciudad y solicitaron mi ayuda. Fui a estudiar el orígen del problema y les dije que les ayudaría. La otra opción era dejar estallar el reactor y que millones de personas murieran. No podía tener eso sobre mi conciencia. ¿Qué hubieras pensado de mí si hubiera podido salvar a millones y por orgullo o prejuicio contra los nazis hubiera dejado estallar el reactor? - no, Eugenius podía ser un genio frío e insensible, pero realmente no le daba igual ser el causante de un genocidio masivo, de un nuevo Chernóbil pero a lo bestia.

- Esa misma noche regresé a casa, y de ahí al hospital. Mi madre tiene cáncer. - dijo con tono algo más serio. - Y luego está Eichmann, que no es más que un manipulador nazi. Por favor, por tu propio bien, si te llama no le cojas el teléfono. Hablando es capaz de convencerte de lo que quiera. Me manipuló a mí varias veces y es algo que odio... - dijo con un tono de irritación bastante elevado. Se podía notar que a Novák le había molestado sobremanera el tal Eichmann.

Eugenius respiró hondo. Ahora venía la peor parte. Y no tenía ni idea de cómo se lo tomaría Anne. - Mi madre y Liselote están conmigo, a salvo en una especie de búnker subterráneo. Nos iremos los tres, de vuelta a Suiza. - sentenció para tranquilidad de Anne. - Pero no puedo volver todavía. Sigue existiendo el problema de la central nuclear. Vanderveer diseñó un virus, un virus que se ha infiltrado en el sistema de seguridad de la central nuclear, y que si le dejo seguir creciendo hará que esto estalle arrasando media Europa. La única opción es que lo intente inutilizar aquí y ahora. Pero si fallo explotará y Ámsterdam se convertirá en un hongo nuclear. Como puedes ver las opciones no son muy buenas... - la voz le tembló ligeramente a Eugenius. No tenía miedo, tenía plena confianza en sí mismo, pero le resultaba un momento emocional muy tenso. - O regreso a Suiza con mi madre y mi hermana, te recogemos, y huimos del continente... - comenzó explicando la primera opción – y dejamos que mueran millones y que un continente se vaya a la mierda... - ahora venía la segunda opción – o intento cortar esto de raíz antes de volver a reunirme contigo. En este caso hay dos opciones: que falle, en cuyo caso adios a Ámsterdam... pero salvaremos al resto de Europa. - y la tercera y última opción - Y la opción más probable de todas, que lo arregle como siempre, que me cargue al maldito virus, apague la central para que no la usen los alemanes, y que mi madre, mi hermana y yo nos larguemos de aquí. -

Eugenius había intentado no hablar muy rápido pero en estos casos le resultaba casi imposible. - ¿Qué crees que debo hacer? ¿Y qué crees que voy a hacer? - preguntó el genio. Anne lo sabía, no tenía opción. Si Eugenius fuera de verdad el prepotente, arrogante, frío e insensible que todo el mundo pensaba, mandaría al carajo la central, el virus y Europa entera si fuera necesario. Pero no, Anne le conocía, y sabía que a pesar de todo, a pesar de esa fachada, Eugenius tenía conciencia, y no era un monstruo inhumano. Otra cosa sería que estuviera diciéndole a Anne que no volvía porque quería investigar un nuevo descubrimiento o algo similar. Pero no era trabajo, no era por amor al arte... ahora se trataba de ser un héroe. Probablemente anónimo, en la sombra, y Eugenius era lo que Ámsterdam, Europa y el mundo necesitaban.

- Pase lo que pase, - finalizó Eugenius, - quería hablar contigo... tenía que hablar contigo antes de intentar acabar con ese virus. Por si fallaba... no podía permitirme no despedirme de ti... - la voz le tembló un poco. Eugenius sí tenía miedo a la muerte. A pesar de su intelecto, a pesar de todo, seguía siendo humano.

- Te quiero Anne. Tú antes que nadie mereces saber la verdad sobre lo que ha ocurrido, sobre mí y sobre lo que va a ocurrir... No me gustaría que luego se dijese que Ámsterdam fue arrasada porque yo hice algo para los alemanes... quería que supieras la verdad. - en un instante Eugenius recobró la compostura – De todas formas no te preocupes. Sabes cómo soy. Sabes quién soy. Acabaré con el virus y volveré junto a ti. Te llamaré. - ésta vez sí que era una promesa. Y Eugenius era un hombre de palabra, siempre cumplía sus promesas.

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10/12/2013, 20:44
Arjen Wolfzahn

-Entrar si ton ni son es un problema, chicos -dijo el ecoterrorista, cruzado de brazos mientras el proxeneta y la muchacha discutían-. Puedo guiar a quien os dé la gana, pero yo actúo mejor en solitario. No sin ayuda, sino yo por mi cuenta -precisó-. Ninguno de esos anarcogilipollas puede ponerse a mi altura en ninguna circunstancia que nos incumba hoy.

"Aunque lo mismo aparece Stille y nos folla a todos con su chunga alucinancia".

La idea del rastro es buen, claro. Hay que encontrar a ese tal Jürguen y acabar con él. Si no puede Ambroos, lo tendría que hacer Arjen por él. Y es que el C4 tenía la mala costumbre de limpiar tu agenda futura. Sólo una última cita: la Parca.

-Janssen, ¿sabes cómo es el cubil de los mercs? -preguntó-. Necesito un plano para saber desde dónde golpear. Ya sabéis -explicó-, en plan Rondador Nocturno, je -sonrió, y cuando lo hizo sus colmillos eran tres o cuatro milímetros más largos de normal-. Mientras vosotros concentráis la atención yo iré eliminando poco a poco a todos desde las sombras. Buscaré al puto cura ése, claro, y haré lo posible por evitar que tengas que darle al detonador, macho. Te necesito después.

"Te necesito para salvar a mi hijo".

Uso mi Animalismo para convertir mi olfato en el de un oso polar (capaz de detectar rastros a tres kilómetros). Olfatearé cualquier pista que me lleve hasta Jürguen.

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11/12/2013, 19:57
Padre Jürguen
Sólo para el director

El tipo parecía muy emocionado por la caída de la torre de comunicaciones.

Jürguen en cambio tuvo una reacción bastante fría. Él no conocía a nadie. Nadie afuera de aquella maldita ciudad. Bueno, sí, había conocido a mucha genete a lo largo de sus viajes por el mundo, pero eran gente que habían pasado por su vida para no volver a aparecer. Fantasmas del pasado. No tenía a nadie. Estaba solo.

Al menos, se consoló, otros i tenían en ello una oportunidda. De hablar con sus familias y seres queridos. O para aprovechar para... lo que fuera. El viejo alemán se limió a despedirse de la chica y del "cowboy" con un saludo triste, y se llevó al tipo al interior del edificio, montacargas arriva, hacia la clínica.

Esposas. Menuda tontería. El mercenario malherido había visto la localizacción del lugar, de la clínica. Así que podría volver cuando quisiera con su ejército de mercenarios para acabar con él cuando quisiera.

Así, pues era una simple custión de confianza, de eso, o de que Jürguen le inyectara lo necesario para dejarlo sin sentiro, y luego administrarle lo que hiciera falta para administrale una "solución finál".

Pero él ya no era así. No podía volver a serlo. Quizás otros no pudieran comprenderlo, pero para él tenía sentido.

Una vez en la clínica hizo lo necesario para que el tipo mejorara. Tras tratarle, y antes de administrarle un calmante para que descansara, le preguntó cuán dispuesto estaba a mantener la boca cerrada. A no chivarse a sus compañeros sobre la localización de su persona y sobre la situación de la clínica clandestina.

Estaba algo cansado. Puso una televisión y aprovechó para escuchar noticias sobre lo que ocurría "fuera". La antena no sólo inhibia las comunicaciones personales, si no que impedía la llegada de cualquier canal no controlado por los nazis.

Así que ahora Jürguen podía ver otros canales franceses o ingleses, y saber las siuacion reál del resto del mundo. Podía parecer una tontería, pero Jürguen quería saber quién ganaba la partida, o si Amsterdam tenía posibilidades de ser liberada.

Llamó por teléfono a la doctora Margaret, para que se arreglara todo si fuera posible para operar a Natasha (Irina) lo antes posible, con Caelum y ella ayudándole. Quería hacer algo bien por lo menos.

Intentó dormir, mientras tanto, en una de las habitaciones del lugar. Necesitaba descansar algo, tras una noche tan dura.

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14/12/2013, 00:23
Niki Neill
 

Al fin... el momento tan esperado. El golpe llegó con fuerza.  Lo había imaginado miles de veces, con varias historias posibles de cómo sería mi pasado, abarcando temáticas desde el amor hasta la ciencia ficción, pero... sin duda... no estaba preparada para esa respuesta.

Jamás me había sentido tan frustrada. Mis visiones, mis... recuerdos... todas las respuestas que buscaba... Todo era una gran mentira. No tenía un verdadero pasado. No era nadie. Solo era un reflejo de otra persona... Un espejo. Una ilusión. Pero... Era tan real... Me había sentido tan... viva.

Contuve las ganas de llorar. Estaba herida. Me tensé y mi cuerpo reaccionó sin mi consentimiento: temblé, mi corazón se aceleró, y por último, mi mente recuperó los pocos recuerdos que tuve. Por un segundo sentí un impulso primario. El más evidente, el más común, el más peligroso... La ira. Un mecanismo infalible para aguantar el dolor, para trasformar la pena en rabia.

Apreté un puño, y me esforcé por negarlo. No podía ser... No era posible. Era mentira. Ese hombre era un  mentiroso. Pero a medida que pasaban los segundos era más capaz de sentir la realidad de la situación. Cerré los ojos con fuerza, en un intento desesperado por evitar las lágrimas, y... estaba allí. No podía huir de mi mente. De mis recuerdos.

Sentí que ya nada importaba. Mi mente analítica buscó con desesperación algún resquicio de objetivo, un mínimo de sentido... algo a lo que agarrase. Pensé en Roger... había dicho que se ocuparía de 2s luego sabía mucho más de lo que yo creía, y quizá la verdadera Samantha estaba viva... Pero no importaba. Recordé a Gabriel, a Drike, a Maggie... y por un segundo pensé en que estarían haciendo ahora, pero... no importaba. Recordé el tren y pensé en enmendar todo el daño que había causado, pero... no importaba. Y por último, pensé en Izan... mi Izan, y quise preguntarme que sería de él con Ámsterdam viniéndose abajo, pero no pude... daba igual... ya nada importaba... porque yo no era real.

El dolor era desgarrador, pero no podía dejarme vencer por él, necesitaba controlarlo. Me mordí el labio con fuerza hasta que el sabor a óxido inundó mi boca, tratando de soportarlo, de vencerlo. Debía marcharme de allí, largarme de ese coche. Huir a un lugar donde poder lidiar con mi dolor en soledad. Abrí los ojos y controlé mis manos, tratando de frenar su temblor y mi mano llegó hasta el agarrador de la puerta. Pero no pude. Contuve el aliento. Un asombro de duda recorrió mi mente. Tenía miedo de no poder pronunciar una palabra pero... pero debía hacerlo. Con un esfuerzo sobrehumano abrí mi boca y conseguí plantear la duda que me había consumido durante unos segundos que habían durado una vida.

- ¿Por... qué? - Mi voz sonó queda. Vacía, ahogada. - ¿Por qué... me salvaste? No soy nadie...

No me giré a mirarle no volteé la cabeza y miré hacia abajo en todo momento mientras sentía como algo se iba torciendo dentro de mí. Habían sido menos de cinco minutos... una conversación... y ya había pasado... El cambio. Antes estaba en blanco... ahora estaba rota.

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15/12/2013, 19:52
Al Adam Blake

- Sé que es duro- dijo el hombre a espaldas de Niki con su voz de padre, firme y espartano pero sensible-. Es normal que te sientas así. Que pienses así- una mano se posó en el hombro derecho de Niki, fría físicamente pero cálida emocionalmente-. Pero piénsalo. Tú, y sólo tú, tienes el Alma de Samantha- la defendió-. Tienes su cuerpo, sano y adulto. Y aunque no los puedes ver con claridad, tienes sus recuerdos. Su mente- cuerpo, mente y alma. No había más piezas-. A todos los efectos de dimensión personal, eres Samantha. Tu origen sólo es importante en la medida que quieras darle importancia- la animó, y era una filosofía muy liberadora.

Aquella entidad, claramente, había optado por responder a sus emociones antes que a sus palabras. Una forma de priorizar y satisfacer sus necesidades sentimentales antes que las racionales. Pese a todo, no bajó el telón en forma de manto de nubes que se alzaba, etéreo, alrededor del coche, ni liberó al padre de Samantha de su letargo.

- Te salvé porque la niña murió, Samantha, pero tú seguías ahí- afirmó sin atisbo de remordimiento alguno-. No es muy diferente a una reanimación cardio-pulmonar. Es una forma de resurrección como tantas otras- dicho, claramente, como si la vida y la muerte fuese algo totalmente relativo a sus ojos. No algo irrevocable como siempre se piensa-. No salvarte, no darte la oportunidad de hacerlo- rectificó, pues según él el mérito en última instancia no era suyo-, hubiese estado en contra mis creencias. Quizás tu alumbramiento no fuese natural desde un punto de vista teológico- teorizó cual filósofo versado en religión-, pero no ayudarte hubiera equivalido a no socorrer un parto.

Era complejo de explicar, y no parecía querer darle muchas vueltas de tornillo. Bastaba con una idea general de su punto de vista para satisfacer la curiosidad de Niki. La necesidad de saber el porqué. Aquel hombre era un filántropo, y se creía o se sabía algún tipo de consejero emisario de Dios, si es que realmente los poderes ultraterrenos de gente como Niki, ciencia para emularlos aparte, podía tener un origen arraigo en la espiritualidad y la divinidad.

- Eres alguien, Niki- aseveró de forma implacable, rechazando una opinión contraria-. Da igual el nombre que uses. Niki o Samantha. A mí me llaman Adam- se presentó de pasada-, pero yo tampoco nací vistiendo ese nombre- trató de empatizar, buscando puntos en común con ella-. Yo también he muerto y he vuelto a vivir. De algún modo, también me convirtieron en lo que soy ahora- apuntó de forma un tanto torturada al respecto-. Yo era un soldado británico, Niki, hace poco menos de cien años. Christopher Wolf me puso sobre su mesa de operaciones- confesó, del tirón, sin tragar saliva, mostrándose fuerte al respecto-. Y también desperté desnudo lejos de la civilización.

No dio muchos datos al respecto. Era fácil suponer que no era agradable ni relevante en aquel momento, ya fuese en mitad de una fosa común, en un transporte rumbo a las nieves o expuesto en una vidriera.

- Ahora es cuando toca ser fuerte, Niki- la animó presionándola ligeramente el hombro-. Decidir tu camino libremente. El Gobierno te quiere. Christopher te quiere. Incluso yo te querría a mi lado si así lo quisieras- reconoció con sorprendente humildad, sin presión por reclutarla-. Tienes que salir adelante, sobreponerte a tus demonios y darle un objetivo a tu vida. Tienes un gran poder, Niki, y un mayor potencial- siguió animándola, de forma un tanto grandilocuente pero no por ello menos cierta-. De ti depende qué uso darle.

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15/12/2013, 20:19
Anne

Anne tuvo que aceptar aquello como buenamente supo. Sabía que para Novák debía de haber supuesto un tremendo esfuerzo social decir todo aquello, y más aún de ese modo. No sólo se había puesto a la altura de Anne, sino que, aun de un modo racional, había intentado apelar a sus emociones. Tras tantas discusiones de "pareja" al respecto de las personalidades, tenía que confesar que aquello se merecía cierta misericordia.

No en vano, Eugenius estaba metido en semejantes circunstancias para salvar un país, quizás un continente, de la devastación. No había osado creer a la prensa, por supuesto. Ella era la prensa. Sabía bien cómo funcionaba. La especulación, la propaganda sensacionalista, las filtraciones, las invenciones, las cortinas. Sin embargo, en su rostro se mezclaba la comprensión con el cansancio. El cansancio de horas peleando contra el esmalte de uñas, contra la luz apagada del móvil y el mudo buzón del correo electrónico. Contra las gotas de información que caían en los medios de comunicación más allá de las fronteras.

- Yo también te quiero- fue lo primero que respondió con un largo parpadeo, con un rictus de paz y una sonrisa afable-. De acuerdo- concedió para si, juntando las manos y estrechándoselas en un pacto para si misma-. Haz lo que debas. ¿Quieres que hable con alguien de aquí?- preguntó, aunque ahora Novák podía hacerlo él mismo. Hablar con el CERN. Con la policía y que le derivasen a estamentos superiores-. Sólo...- arrastró, muda, colocándose un mechón tras la oreja- demuéstrame una vez más lo asquerosamente bueno que eres en tu trabajo- le pidió, intentando suavizar algo que, por supuesto, la revolvía el estómago de miedo.

Novák tenía miedo a la muerte, claro. Anne tenía miedo a que muriese su pareja. Quizás incluso también a la prensa que ello derivase, pero naturalmente, temía no volver a ver a Novák. ¿Qué era lo último que le había dicho en persona? ¿Cuándo? ¿Dónde? A ello se sumaba el hecho de que, en cierto modo, ahora estaba saliendo con un superhéroe. Era como si ella fuese Lois Lane. No era literalmente una reportera, pero su trabajo hasta se parecía.

- Ten cuidado- le pidió, o le rogó-, y dale recuerdos a mi suegra y mi cuñada- sonrió como buenamente supo, pero su incomodidad, motivada por el miedo y la sensación de peón entre torres era palpable hasta para un hombre socialmente disfuncional como Novák-. Y dale una vuelta de tuerca a Eichmann. Es un manipulador, y es frío, pero no ganó nada llamándome- salvo darle una vuelta de tuerca a Novák en su particular baile-. Me llamó para decirme que estabas bien, y que la regencia nacionalsocialista no te había tomado como preso político.

En realidad, Eichmann sí que era un hombre de motivaciones casi indescifrables. Estaba claro que era un nazi, cargado de pureza racial y orgulloso de ser, probablemente, el ario más destacable sobre la tierra. Era homófobo y racista, para más seña, al menos de palabra según la prensa virtual. Y sin embargo, aunque podía haber atado verbalmente a Novák, no lo había hecho. Tampoco le había lavado el cerebro a Anne, y podía haberlo hecho. Para Novák, probablemente fuese un narcisista que sencillamente ni se preocupaba verdaderamente por asuntos tan mundanos. Todavía no había dado señales de vida desde la liberación de los medios de comunicación e información.

- Ah- añadió de pronto, como si acabase de recordar algo-. Ya que lo dices, salga bien o salga mal, no tengo porqué ser la única en saberlo- sugirió con cierta esperanza-. Podría filtrar un mensaje, si quisieras.

Era fácil. Bastaba con que Novák le mandase el archivo de video o audio.

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15/12/2013, 20:20
Administrador

Jürguen trató al Mercenario como buenamente pudo. Con los medios al alcance, todo sea dicho, eso significó que bastante bien. Recolocó lo que estaba fuera de lugar, desinfectó lo contaminado y entablilló lo que debía ser inmovilizado. Tardaría en curarse, y quizás le quedarían cicatrices en el rostro de por vida, pero dentro de lo que cabe, había tenido suerte. Jürguen era muy bueno, y había podido quitar el tejido muerto, favorecer la asepsia, la regeneración celular y paliar en gran parte el dolor de un tratamiento tan agresivo en tan poco tiempo, aunque fuese a costa de parte del suministro farmacológico y el material fungible de curas. Nada por lo que Caelum o Maggie fuesen a matarlo.

Por el momento, el Mercenario se limitó a hacer una pequeña vista gorda a cambio de su seguridad. Si Jürguen le curaba bien, dejándolo como estaba antes del accidente, él no diría nada sobre la clínica y haría como que había perdido a Jürguen por aquella vez. Sin embargo, si lo volvía a ver, no le quedaría más remedio que atraparle. Cuenta saldada, así eran los Mercenarios. Y bastante que no forzaba a Jürguen a atenderle. Era el mejor trato que obtendría.

La televisión retransmitió noticias inesperadas de última hora. Sobre Ámsterdam, naturalmente. Al parecer, la liberación mediática de la zona a los medios de comunicación y espionaje había dejado conmocionada a la población. El gobierno todavía no se había postulado, en parte para que los nazis no tuviesen en cuenta sus movimientos, pero estaba claro que iban a mover ficha pronto. Al parecer, los Estados Unidos se estaban reuniendo con Francia y Reino Unido para valorar el proceder para con los países bajos. Ahora tenían acceso al mapeado aéreo y vía satélite de la zona.

Jürguen se temía un ataque sorpresa. Esperaba que no usasen guerra química o biológica, por los inmensos daños colaterales en la población, pero si no bombardeaban la zona probablemente presionarían las líneas enemigas. Líneas que, todo sea dicho, eran bastante delgadas y débiles. Gran Bretaña y Francia se había estado carcomiendo los Países Bajos lentamente mientras Alemania redoblaba sus esfuerzos por adentrarse en el este y en Italia, que parecía saboteada desde el interior por corrupción nacionalsocialista interna. Ámsterdam caería pronto, y no iba a ser bonito.

Maggie concedió preparar el material necesario. No iba a serle fácil, pues según dijo la reciente desaparición de la jefa del servicio de enfermeras y su madre, ingresada de cáncer en el mismo hospital, habían provocado un notable revuelo en la organización del hospital. Estaban en vías de colocar a un nacionalsocialista a la cabeza del departamento de enfermería, y estaban revisando el inventario en busca de hurtos que, por supuesto, existían y en grandes cantidades. Pero aseguró que haría lo posible por conseguir el material necesario para la operación. No era mucho.

Finalmente, Jürguen se acostó en el lecho de la habitación principal. Cayó dormido en redondo y en seguida, tras tanto ajetreo y tanta fatiga, tanto física como psicológica. La cama era una birria, y tuvo que cerrar la ventana, pero pudo dormir a pierna suelta, como un tronco. Naturalmente, lo que Janssen rato más tarde no podía tener en cuenta, era el mercenario que descansaba en la habitación de al lado.

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16/12/2013, 01:10
Administrador

Arjen condujo a Arjen hasta la madriguera del judío nazi. Já, el judío nazi. Jürguen. Lo que coño fuese. El trasto de Jürguen estaba por media ciudad, pero por suerte, se intensificaba con olor a miedo y adrenalina. En primer lugar, llegaron a lo que parecían las ruinas de un accidente. El rastro era intenso. Había un coche reventado tras una explosión interna, en mitad de un angosto callejón. Sangre en el suelo, que se perdía al salir del callejón a la calle principal. A partir de ahí, el rastro era notablemente más espaciado y tenue.

Aquel había sido el lugar del accidente donde escapó Liria, claramente. Probablemente, Jürguen habría cargado con el Mercenario herido que mencionó su hija hasta el final del callejón, donde les recogió algún vehículo. Era la explicación más sencilla a porqué el rastro de sangre desaparecía sin más al alcanzar la calle y a porqué el olor se hacía más débil. Por otro lado, la ausencia de policía o militares en la zona daba a entender que el asunto de la Torre de Comunicaciones había alterado las prioridades de los nazis temporalmente. A la mierda los crímenes menores internos.

Así pues, siguiendo el rastro más reciente, Arjen guió a Ambroos hasta el lugar donde debía encontrarse el sacerdote en aquel momento. Hizo una pausa en El Boulevard, siguiendo un rastro más viejo, de aquella mañana, cuando secuestraron a las chicas de Ambroos e irrumpieron los Mercs en el local. Gretchen y Liria bajaron ahí, aunque sólo fuese para dar algo de soporte a las chicas de Janssen y encargarse de devolver cierta estabilidad. Ya no había ni rastro de los nazis, que tras investigar el incidente o ver el incidente provocado por Novák habían abandonado la zona.

Por otro lado, Stille partió con los Anarquistas para orquestar asuntos de jerarquía interna. La huída de la ciudad, el apoyo a las empresas de reconquista de Avalon, la Torre y la mansión del Gobernador, y las necesidades personales de Stille para con Gretchen. Los Anarcos tendrían que votar y hablar hasta ponerse de acuerdo. Sin embargo, Stille había prometido C4 y el apoyo del grupo, al menos, para con Diéter. Un favor tanto a Ambroos como a si mismo. Su gente, su facción, no se negaría a algo así, y menos habiendo un pederasta alemán de por medio. Estarían encantados de ayudar.

El último en irse fue a asuntos más personales fue Arjen, que recordó a Ambroos la posibilidad de comunicarse a través del pinganillo de frecuencia cerrada y el micrófono. Mientras Silk Shade y Novák siguiesen en la ecocueva, ellos dos, Ambroos, Gretchen, Stille y Arjen podían seguir en contacto. La distancia física no le impediría coordinarse.

Así pues, finalmente, guiado hasta ahí por Arjen, Ambroos se vio frente a la puerta de un ático, en un piso viejo y medio deshabitado en las cercanías del barrio rojo. Un lugar ideal para un piso franco. Con vistas, poco llamativo, poco deseable, con la ventaja de altura y, aún así, funcional, bien situado geográficamente. Eso sí, la mugre de las paredes era palpable. Sabía que Jürguen estaba al otro lado, así que no tenía otra opción. Patada y para adelante.

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16/12/2013, 01:10
Administrador

El sonido seco de una patada en la puerta despertó al sacerdote con un alarmante bote. Pegó un respingo sobre la cama al tiempo que tanteaba de forma instintiva para no caerse de la misma. Todavía le dolían algo algunos músculos, y tenía algunas marcas, tanto fruto del sótano de Ambroos como de aquel accidente de tráfico. El colchón tampoco era una maravilla, precisamente. Era viejo, y duro, pero en peores lugares había dormido.

Se levantó pensando que podía ser el Mercenario tras cambiar de opinión, en pos de la diplomacia, o incluso Caelum tras probar algo distinto a la marihuana. Pero no, cuando echó un vistazo al pasillo que vio fue la alta e imponente figura de espalda ancha que constituía Ambroos Janssen, con su abrigo largo y su perilla cuidada. Su cabello corto echado hacia atrás y su porte de atractivo matón. Su mirada, asesina y vengativa, taladró a Jürguen antes de que lo atrapase en dos zancadas. Lamentablemente, Jürguen no era un rival físico para Janssen. Era más inteligente que él, pero en aquellos momentos sus conocimientos no le valían para zafarse de unos brazos neumáticos de proxeneta cabreado.

Y la pregunta era, ¿qué cojones había hecho esa vez? ¿Cuándo iba a dejarle en paz aquel sádico? ¿Cómo le había encontrado? Claramente, de algún modo u otro, le había encontrado. Y claramente, fuese por un malentendido, por algo que había hecho, o por mero afán bélico, ahí estaba otra vez. Una putada, pero...


Post breve, para enlazar jugadores en una escena de tensión. Ambroos gana el enfrentamiento por la mano.

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16/12/2013, 00:40
Ruth Karsten

Cuando salió de la base y sintió por primera vez en demasiado tiempo la brisa que corría por las calles de la ciudad,  la abrumó una pesada sensación de desprotección, se sentía demasiado expuesta al peligro, como si estuviese bajo un gran foco para señalar su posición y que pudieran capturarla. Tal vez se tratase de la excesiva sobreprotección de los verdes y su búnker lo que hizo que desarrollase esa pequeña ansiedad al verse sola en medio de la calle después de todo lo que había pasado.

¿Qué pasaría si la pillaban andando por la calle? ¿Tendría que volver a huir?  No tenía las fuerzas suficientes como para hacer lo mismo que la otra vez… y en esta ocasión, Arjen no podría venir a salvarla. Eso fue lo que hizo que sus manos recurrieran a la capucha de su sudadera para ocultar su identidad, súbitamente se sintió mucho más segura, aunque la incómoda e inquietante sensación de que unos ojos seguían clavados en su espalda no desaparecía del todo.

Cada cierto tiempo se posicionaba en los ojos de su hermana, para comprobar donde estaba y poder dirigirse hacia allí, además de para cerciorarse de que no se había movido de sitio. De vez en cuando, debía apoyarse en algún lugar para no desfallecer, ya que se seguía encontrando muy débil y abusar de sus poderes no era algo recomendable en su estado.

Entonces, la ciudad perdió su luz.

Los semáforos dejaron de iluminarse, las farolas se fueron apagando una a una, dejándolo todo oscuro a su alrededor. Novák había tenido éxito. Una sonrisa se dibujó en su cansado rostro mientras que esa sensación de ser observada a cada paso que daba se desvanecía de un plumazo.  Apoyando la espalda contra una pared, respiró hondo antes de soltar una risa de pura alegría. Su mano buscaba su teléfono móvil para marcar, ahora sin miedo, el número de su hermana. El escuchar su voz al otro lado de la línea, hizo que le diese un vuelco al corazón.

- Voy a buscarte, pequeña.-contestó con un tono esperanzador en su voz.

No sabe muy bien cómo, pero su cuerpo tomó eso como una descarga de adrenalina, la suficiente como para salir corriendo como alma que lleva el diablo hacia la posición de Ágatha. Al principio sus articulaciones se quejaban y parecía que en un principio no la iban a dejar dar un paso más, pero poco a poco, el dolor fue remitiendo, como si supiese que al final de esa larga carrera encontraría la morfina que necesitaba para mitigar su dolor.

Y así fue.  

Sentir el fuerte abrazo de Ágatha era la cantidad de analgésico necesaria como para que su cuerpo dejase de quejarse. La estrechó entre sus brazos, sintiéndola por fin junto a ella, sana y salva, feliz al saber que la había estado vigilando todo el tiempo como si fuese su ángel guardián… además, así supo que la angustia que sentía ella al no saber el paradero de su gemela no la habría sentido Ágatha en tal medida, ya que había comprobado que Ruth estaba bien con sus propios ojos.

-Ágatha…-susurró el nombre de su hermana, escondiendo la cabeza en su hombro, sintiéndose realmente segura después de tanto tiempo-¿Estás bien? ¿No te han hecho nada?-suspiró aliviada al ver que, al menos a primera vista, parecía estar bien- Yo estoy bien, tranquila. He estado todo este tiempo en esa base que viste,  allí les hablé de ti y creo que están dispuestos a que vengas conmigo… allí seguro que nos ayudan a salir del país y a irnos lejos de aquí.-le cuenta, animada, con una sonrisa soñadora.

Sonrió de pura alegría por el reencuentro mientras besaba su mejilla y frente, y sus manos acariciaban el cabello totalmente rubio de la chica. Tardó en deshacer el abrazo, finalizándolo en una larga caricia hasta las manos de Ágatha. Aprovechó su distancia para examinar la sala en la que estaban, no parecía haber rastro de Heller. No sabía si eso sería bueno o malo.

En cualquier caso, aunque no le gustase, le debía una a ese hombre, y muy gorda… Dos si le había dado la paliza a Axel. Pero ya lo hablarían cuando estuviese presente… ahora estaba a solas con Ágatha y quería aprovechar ese tiempo con ella.

- ¿Dónde están Gerard y mamá?-la primera vez que la llamaba mamá… pero Ruth ni siquiera se dio cuenta-¿Están bien? ¿Qué sucedió? ¿A qué te refieres con que él supo lo que eras?-se calló y se mordió el labio al ver que estaba bombardeando a su hermana con demasiadas preguntas-Por favor, cuéntame lo que ha sucedido durante el tiempo que hemos estado separadas… ahora tenemos tiempo.-vuelve a sonreír, cálida y protectora, como siempre había sido con ella.

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16/12/2013, 02:09
Zona "Zero"

Y una corriente les arrancó el protagonismo

Arjen Wolfzahn y Gretchen Expulsados

Actitud Perniciosa

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16/12/2013, 11:16
Eugenius Novák

Eugenius tragó saliva de golpe. Había estado casi conteniendo la respiración inconscientemente hasta que escuchó la respuesta de Anne. Le quería. O eso había dicho. Una luz de esperanza apareció al final del túnel y Eugenius pudo volver a la realidad con más optimismo del que esperaba.

Seguía teniendo esperanzas de ser una persona normal, de llevar una vida normal, bueno, sin contar con el hecho de que no había nadie ni remotamente igual de listo que él. Tenía ganas de desconectar una temporada y estar simplemente con Anne. Relajados, perdidos en cualquier sitio alejado de la mano de Dios donde nadie les importunara. Su cerebro no entendía aún muy bien por qué se sentía así. Por qué las cosas funcionaban así. Pero era un hecho. Le apetecía más estar un rato a solas con Anne que dar un gran avance científico. Sí, no era racional pero era así. Aunque con todo lo ocurrido sería difícil. El rostro de Novák estaría por todas partes por culpa de la prensa.

Después de todo lo ocurrido, después de haber pasado 48 horas separado de su pareja, Eugenius se sentía ahora con más confianza. Sentimientos anteriores habían vuelto a aparecer, con mayor intensidad, y casi podía asegurar que había desarrollado una mayor atracción hacia Anne. Sabía que la dopamina era responsable de tal efecto, ya que al haber superado la adversidad y haber podido contactar con ella de nuevo, sus niveles de dopamina debían haberse disparado instantáneamente.

A nivel cerebral y psicológico muchos cambios se habían producido en Eugenius desde que comenzó a salir con Anne. Había presentado claros síntomas de dependencia, miedo a la pérdida y al rechazo, ansiedad y un fuerte sentimiento de posesión. Eran cosas que Eugenius no había podido controlar y al contrario que con Eichmann, no le producía rabia. Estaba a gusto con que las cosas fueran así.

Una vez superado el miedo inicial, y las respuestas positivas por parte de Anne, Eugenius se centró en lo que su pareja le proponía.

- Le daré recuerdos a Ria y a Liselote. Nos reuniremos los cuatro pronto así que no te preocupes. - aseguró a su novia. - No soy bueno en mi trabajo. – matizó con una sonrisa. Sabía que a ella no tenía recordárselo pero qué demonios, a Eugenius le gustaba dejarlo claro – Soy el Mejor. - Sí, el Mejor. Con M mayúscula.

El genio se permitió el lujo de pensar durante unos pocos segundos. Las palabras de Eichmann a Anne habían sorprendido a Eugenius. ¿Realmente aquel hombre no era tan malo como lo pintaba? Sacudió la cabeza. Daba igual que fuera malo o no. Tenía la capacidad para manipular a Eugenius, fuera para bien o para mal. Y eso no era algo que Novák estuviera dispuesto a aceptar tan a la ligera. Debía cuidarse de ese narcisista, pero al menos le daría un voto de confianza por ahora.

Entonces y sólo entonces, tras esas reflexiones, Eugenius supo lo que debía hacer.

- Me parece bien. - indicó a Anne. - Grabaré un video para la prensa ahora mismo y te lo envío por email. Confírmame si te llega. Si puedes emítelo. - Inspiró hondo un par de veces, se mentalizó y luego se despidió de Anne. - Una vez más, te quiero. - sonrió, lanzó un beso a la cámara y colgó.

Ipso facto Eugenius se colocó frente a la webcam de su portátil y comenzó a grabar.

- Buenos días. - dijo tras aclararse la garganta. - Mi nombre es Eugenius Novák. - evidente pero necesario. - Muchos de ustedes me conocerán por mis estudios y trabajos científicos en el CERN. He sido comparado con Einsten, un Einstein moderno. Y con muchos otros, aunque he de decir que las comparaciones se quedan cortas. - no pudo evitar humedecerse ligeramente los labios y sonreir antes de continuar. A pesar de su seguridad y confianza en sí mismo, Eugenius notaba cómo le faltaba la saliva. - Hace dos días aterricé en mi ciudad natal, Ámsterdam, por motivos personales. Sobre la ciudad pesaba un bloqueo de las comunicaciones, por lo que cualquier emisión que hayan podido recibir, cualquier noticia que yo no haya emitido personalmente, seguramente haya sido manipulada y no muestre la verdad. - era totalmente cierto, y más si la prensa había mostrado su adhesión al régimen nazi, tal y como Anne le había contado.

- No sé si seguiré vivo cuando ustedes vean este mensaje. - ahora venía lo impactante, la noticia gorda. Algo que seguramente daría mucho crédito al periodista que lo publicase. - Ciertos embajadores alemanes vinieron a mi encuentro nada más que pisé el aeropuerto. Debo decir que me trataron con cortesía y educación. Y aclaro que no me he aliado con los alemanes ni trabajo para ellos. Ni para nadie. - especificó. Eugenius Novák sólo trabajaba para él. - Me llevaron hasta su central nuclear aquí, Avalon. Tenían un problema de pérdidas de energía y querían que yo lo revisara. Debido a que peligraba la seguridad de todos mis conciudadanos me ofrecí voluntariamente a ayudarles. - dejó la última palabra alargarse durante unos segundos. - Durante mi revisión di con la fuente del problema. Un virus informático. Un virus diseñado para sabotear la central y hacerla explotar. Un virus que intenta aumentar la energía que produce la central para producir la mayor explosión posible. - la mirada de Eugenius no dejaba lugar a duda. Él no se había equivocado y sus cálculos eran correctos. - Después de grabar este mensaje voy a intentar parar a ese virus. Eliminarlo. No es una cuestión de ayudar a los alemanes o no. No se trata de si estoy con ellos o en su contra. Esto va mucho más allá. Va de la vida de millones de personas. - Eugenius quería que quedara bien claro. - De mi intento hay dos posibles resultados. Que fracase y el virus haga estallar el reactor nuclear arrasando por completo mi ciudad natal, conmigo dentro. - la frialdad con la que Eugenius hablaba de su propia muerte y la de miles de personas era impactante. - O que consiga erradicarlo, eliminando la amenaza que pesa sobre mis conciudadanos, y sobre gran parte de Europa si dejo que el virus avance de su estado actual. -

Eugenius negó con la cabeza. - Créanme. No tenemos mucho tiempo. Si hubiera otra forma evitaría arriesgarme a que la central explotara. Pero aunque arriesgue la vida de muchos, lo que voy a hacer es para salvar la vida de más. Si yo no puedo nadie podrá. No me juzguen por lo que se haya dicho sobre mí estos dos últimos días. Juzguen este mensaje y los resultados de mi intento. Espero poder volver a hablar con ustedes. -

Eugenius cerró los ojos y al volver a abrirlos finalizó el mensaje. - Se despide, Eugenius Novák. -

Pulsó el botón de parar de grabar. Revisó el vídeo y se lo envió a Anne. Había dicho todo lo necesario. Respecto a la prensa ya no podía hacer más.

Ahora ya no le quedaba mucho más por hacer. Tenía sus asuntos en orden y esperaba poder salvar a sus seres queridos. Quizá le hubieran dado igual las personas de Ámsterdam, y según las circunstancias era bien posible que así hubiera sido. Pero Eugenius no era tan frío como él creía. Muy en el fondo algo de él sí se preocupaba por todas esas personas.

Crujió sus nudillos. Giró el cuello a un lado y luego al otro, inclinánolo más de 45 grados y haciendo que crujiera. Se acomodó sobre la silla con ruedas giratorias mirando a su portátil de frente. Su mano se movió instintivamente hacia el bolsillo de su chaqueta, rebuscó en el interior y sacó la pieza de ajedrez que siempre le había acompañado. Depositó con suavidad el rey negro junto a su portátil, sobre la mesa. Su dedo tardó unos segundos en despegarse de la pieza.

- c0mrade... - habló Eugenius para sí. - Comienza la revancha. - el rostro serio de Novák demostraba que no estaba bromeando. - NADIE me vence. -

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16/12/2013, 18:26
Ambroos Janssen

Dos zancadas llenas de una tensión iracunda. Era todo lo que necesitaba el gigantesco proxeneta para alcanzar a Jurguen, agarrarle del cuello de la camisa y prácticamente lanzarlo de vuelta a su hura.

- Los mercenarios se han llevado a mis chicas. Gruño, empujando al sacerdote al interior de la habitación sin mucho esfuerzo ni miramientos. Al parecer en aquel cuchitril de mierda no había mucho con lo que tropezarse, así que tampoco tenía que preocuparse de armar demasiado escándalo. Vas a decirme donde están, describirme el campamento de esos cabrones y que sabes de Dieter Strauss-mis-cojones. Donde está, porqué ha hecho esto.

- Miénteme, y te enseñaré como hago llorar a los masoquistas de esta ciudad. El sonido inexistente de un guante de látex sonó en la imagen mental de la sala con la decisión de la frase, mientras Janssen se bajaba las oscuras gafas de sol y cerraba la puerta. Se bien que has estado con ellos y que has atendido a uno de los suyos. 

- Ahórrate explicaciones para tus acciones de mierda, ahórrate excusas. Continuó, sin darle tiempo a interrumpirle, levantando el dedo como la versión siniestra de una madre que solo va a escuchar quejas que no quiere oír. Aunque normalmente las madres no intentan matarte. Estoy muy cabreado y tengo mucha prisa. No quieres ponerme más en tu contra, ¿verdad?

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17/12/2013, 12:44
Padre Jürguen

Jürguen puso un gesto iracundo. Su paciencia había llegado ya al límite. No iba a consentir que matones como ese siguieran ninguneándolo de esa manera. Habí ex-plo-ta-do:

-Todo esto es culpa suya Jansenn, así que cierre su maldita bocaza.- Frunció el ceño, mientras se ponía de pié y empezaba a dar vueltas por la habitación: - O empieza a hablarme con respeto o se va a largar por donde ha venido con las manos vacías y un par de problemas de más...-  Ofuscado, se colocó bien la pechera por donde Ambroos le había cogido.

El rostro del sacerdote estaba cargado de ira: -¿Cree que puede entrar aquí y tratarme de esa manera? ¿Quiere golpearme? ¿Machacarme? ¿Torturarme? ¡HAGALO! Venga ...¡Es lo único que sabe hacer bien!- Parecía bastante seguro de si mismo esta vez. 

-¡Anda, espere! ¿No lo recuerda? ¡Pero si ya hemos jugado a esto antes!- Había sarcasmo en sus palabras. - Le toca a usted, mueve ficha y ... ¡MOOOOCCC! ¡Error! ¡Mal jugado, amigo! ¡Han entrado a su local, matado a gente y cogido a sus putas favoritaaaAAAASSSS!- Alzó los brazos en gesto teatral.

-¿Sabe? ¡Hagamos una trato! ¡Me mete en un sarcófago de cemento y me tira al canal! ¡Y veamos si soy capaz de volver para joderle a usted y a toda su PUTA descendencia generación tras generación! ¿Eh?- 

-O bien puede empezar a tratarme de otra manera y tal vez... sólo tal vez... podamos hacer algo para lograr que sus amigas salgan de esta.- Jürguen alzó la muñeca y agachó la cabeza ligeramente para observar la esfera de su bonito reloj analógico de pulsera.-¿Venga? ¿Qué va a hacer? TIC-TAC-TIC-TAC. El tiempo corre en su contra amigo.-

(...)

-Porque yo, en cambio...- El tono fue algo macabro esta vez. -...tengo todo el tiempo del mundo.-

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17/12/2013, 14:42
Ambroos Janssen

Solo hubo dos segundos de silencio. Lo justo y necesario para girar un par de engranajes de la mente del proxeneta.

- Se cree usted francamente inteligente. Al acercarse al sacerdote, el abrigo revoloteó mostrando un chaleco de lo más peculiar. C4. Los suficientes kilos distribuidos por el gigantesco pecho de Ambroos como para llevarse todo el edificio por delante. Pero hay un fallo muy importante en su razonamiento.

- Está intentado razonar conmigo.

El chasquido resonó por la sala tan audible como desagradable. Las manos de Janssen, con un movimiento tan ágil como potente, se colocaron sobre las mejillas del sacerdote e hicieron la presión justa para que su rostro tomase una pose antinatural. Las vertebras protestaron unos segundos y el sacerdote cayó al suelo con un golpe sordo y la cabeza mirando hacia no debía.

- He descubierto con los años, Jurguen...el proxeneta sacó un cuchillo con naturalidad y se agachó para sujetar el rostro del sacerdote, al que continuó hablando con normalidad. Que un hombre tiene que atenerse a sus principios. La familia es lo primero, y esas putas son mi familia. Nadie toca los cojones a Ambroos Janssen...movió el cuchillo como si solo comentase una obviedad, haciendo un molesto chasquido con la lengua. Y no acepto coacciones de nacionalsocialistas, gente que colabore con ellos o gente que colabore con gente que colabore con ellos. Y, que casualidad, usted cae en las tres secciones.

El objetivo estaba claro. Sin embargo el filo no se acercó a él, sino que Janssen tomó las sucias sábanas de aquel cuchitril para cortarlas en bandas de manera distraída mientras sus ojos oscuros seguían clavados en el sacerdote, ocupado en seguir con aquella conversación en soliloquio. Con gesto pensativo echó mano a una caja de bisturís, que brillaron sobre el cuero de sus guantes. Un modo barato y antiguo para un viejo en apuros y más antiguo de lo que debería.

- Si usted no va a hablar, su lengua no me vale de nada. Jamás existió un usted con tanta sorna y tan insistido. El respeto hay que ganárselo, y una rata como aquella nunca tendía el respeto de Janssen. Sin embargo si lo que quería eran vanas formulaciones de cortesía... Si usted no va a ayudarme...no me vale de nada. Se encogió de hombros y sin miramientos recolocó el craneo en una posición más natural. El cuello ya estaba roto, y fuese como fuese, tardaría en arreglarse. - Sin embargo mi padre siempre decía que del cerdo todo se aprovecha...

- Confío en que tenga fe en su resistencia antinatural. El serbio ni siquiera sonrió mientras forzaba la mandíbula del sacerdote a abrirse e introducía el cuchillo en su interior. Supongo que no le dolerá, lo que quita parte de la diversión, pero perderá una enorme cantidad de sangre que le hará ahogarse y le mantendrá entretenido en su regeneración. Las mujeres japonesas lo utilizaban como medio de sucidio al no tener muchas armas a mano. Ya sabe...se encogió de hombros. Hay que ser pragmáticos. Cuando la vida te da sangre...

El cuchillo se clavó en la lengua y el líquido comenzó a salir en forma de pequeños regueros de la boca del sacerdote mientras Ambroos continuaba la improvisada operación sin ningún interés en la precisión quirúrgica, más concentrado en evitar que la sangre se derramase fuera de la boca, haciéndola bajar por la garganta. Pronto la lengua del sacerdote estaba en manos del proxeneta, que la dejó en la mesita de noche sin ningún tipo de emoción, intercambiándola por unas cuantas cuchillas antes de cubrir la boca del sacerdote con la improvisada sábana.

-...haces una sangría.

Un par de patadas más en codos y rodillas más tarde, el sacerdote estaba maniatado ocupando una superficie casi imposible para un cuerpo humano permitida solo por las múltiples articulaciones rotas. Ambroos acababa de reinventar, con el permiso de los mayas, las posturas fetales de momificación. Utilizando la sábana de contenedor, Janssen guardó su peculiar obra de arte, cerrándola por las esquinas, y se la cargó a la espalda como quién lleva un fajo de paquete de mudanzas.

Primer parada, cumplida.

- Tiradas (2)