Partida Rol por web

Mike miró de hito en hito a Mercy y la tomó por los brazos como en la mítica escena de Aterriza como puedas en la que trataban de calmar a una pasajera desquiciada, sólo que en lugar de agitarla como en la película Mike se limitó a acercarse a ella con los ojos bien abiertos y darle una respuesta a su pregunta.

-Porque es una película familiar, Mercy. Y la familia es lo más importante.

El sonido del taladro en la mano de Marian le hizo recomponerse de un brinco y saltar alegremente en dirección a la joven. Parecía extrañamente fascinado por la broca que giraba a toda revolución en la cabeza del taladro, incluso alargó un dedo de la mano hacía la broca que peligrosamente daba vueltas.

-¡Wow! ¡Pero que guay! ¿Puedo tocarlo?

—Deberíamos salir de aquí —opinó Marian fríamente— Mike... Espera aquí, vendremos a buscarte pronto.

Aquel pobre idiota no estaba en sus cabales. Nunca le tuvo mucho aprecio, de hecho no entendía que su amiga viese en él alguien atractivo... Pero no por ello deseaba que acabase aquí. Con suerte una vez acabase eso, tal vez volvería en sí. Lo deseaba con todas sus fuerzas.

Entonces se dio cuenta que sus ojos se habían humedecido. Se los rascó rápidamente y se encaminó a la puerta.

—Vamos a huír... Y si aparece ese hijo de puta. O arde, o lo clavamos o lo cortamos... No podrá salir de esa.

Bufe ante los comentarios de Mike mientras recogía la pistola de clavos.

Tenía la cabeza mas destrozada de lo que un partido pudiera hacerle. Me daba pena verlo así. Me dolía. Me acerqué a el y y le cogí la cara con una mano mientras le miraba muy de cerca.- Tranquilo, Mike. Saldremos de esta, ¿vale?-

Saldría con alguna chorrada, pero en esos momentos no podía pensar mas en él. Tenía que pensar en nosotros. Mercy estaba acojonada y Marian parecía poseída por el espíritu de William Wallas. Y entonces Mike dijo algo inteligente...creo.

- Mercy!- Me giré a ella.- Tu le conoces. ¿Que sabes de él? ¿Tiene familia? A lo mejor es un tipo.. Jason Voorhees o algo así. Físicamente podrá con nosotros, pero a lo mejor su mente es como una tostada en el cuenco de la leche!- Animé a que hablara.- Dime que tienes algo...

Mercy miró a Marian con desconcierto. - ¿De veras piensas dejarle aquí mientras...? - ¿Mientras qué...? ¿Acaso piensa que tiene alguna posibilidad frente a ese monstruo? ¿No vió lo que le pasó a mi dulce Noah? - La joven Wells agarró a Mike de la mano. - Ven Mike. Podrás jugar con lo que quieras, cuando salgamos de aquí. - Le dijo la joven mirándole a los ojos, buscando quizás una chispa del chico que conocía, no del niño-payaso que tenía delante suyo.

Lena parecía ser la más entera de los cuatro, quien al menos aún usaba la cabeza para algo más que llevar el pelo en ella. Mercy la miró en cuanto esta dijo su nombre. -Recuerdo... - Se puso un dedo en la barbilla y se quedó pensativa unos segundos. Segundos que a los demás les pudieron parecer horas. - Tenía mujer y dos hijos... todos murieron en un accidente de coche... Ocurrió cerca de Birchmont. Recuerdo que ese día habíamos salido de excursión y a nuestro regreso a casa en autobús nos encontramos con el accidente. Nos agolpamos a las ventanillas, sobre todo los chicos, a mirar como aquel coche ardía rodeado de nieve... en aquel momento no creo que fuésemos ninguno conscientes de que había gente dentro. - Una lágrima brotó y se deslizó por una de las mejillas de la joven. - Había bastantes coches parados, pero nadie salió en su ayuda. - Continuó hablando con los ojos cerrados. - Según dijeron, quedaron atrapados en el interior del coche.

... y él fue el único que sobrevivió a aquel accidente... - Añadió al final, sintiendo un escalofrío en su espalda. - Pero su familia no podrá ayudarnos, Lena. Todos murieron aquel día. Incluso él mismo murió y se convirtió en esa... cosa... - Miró a Mike. - Deberíamos movernos antes de que nos atrape como a ratas en una jaula.

- Eso explicaría el por qué de que no le tema al fuego.- Suspiré mientras miraba y cargaba la pistola de clavos.- Eso destrozaría a cualquiera, aunque volverse un asesino es otra cosa muy distinta.

Mi mente empezaba a buscar resguicios pero no veía mucho futuro, ni a nuestra vida ni a la forma de escapar.

- Puede que... llegado el momento si alguien hace referencia a su familia, nos de un segundo o dos de distracción. Justo lo que necesitamos. No se.- me encogí de hombro dejando caer los brazos a los lados apesadumbrada- No veo mas salida de que lo matemos, pero es una puta mole!

- Está bien- dije entreabriendo la puerta y ojeando fuera para ver si estaba por ahí.- ¿ Listos para salir y buscar a ese cabrón?

Marian asintió, no había otra opción. No era la mejor pero desde luego era preferible a esperar como corderos en el matadero:

—Dale

Salieron al pasillo después de abrir con cuidado la puerta y asomar delicadamente la cabeza para comprobar que no había nadie fuera. En el exterior, el silencio era tal que llegaba a molestar y poner a flor de piel los nervios de los cuatro jóvenes. Salieron tratando de no hacer ruido, caminando casi de puntillas y comunicándose entre gestos, cargados con las herramientas que pensaban usar a modo de armas. Mike iba tras las chicas tapándose una sonrisilla de niño travieso con la mano mientras las seguía gesticulando exageradamente cada gesto, parecía un personaje de caricatura. Al menos mantenía el silencio.

La historia que Mercy les había contado había servido para que comprendieran un poco más a su verdugo. Antes de convertirse en aquel asesino sin escrúpulos era un hombre corriente que había perdido a toda su familia en un accidente de tráfico, culpa de la imprudencia de otro conductor. El motivo de su cruel venganza había sido provocado por las risas de los escolares de un instituto al ver como el coche donde viajaba con su mujer y sus dos hijos era consumido por las llamas. Habían visto las lesiones de las llamas en su rostro, semiocultas por la navideña barba postiza. Él sobrevivió al accidente, pero su familia no lo hizo, y juró venganza sobre aquellos que le habían sido meros espectadores sin hacer nada por salvar sus vidas.

Mientras caminaban por el pasillo sintieron un extraño y gélido frío. Sin muchas más opciones por las que moverse, terminaron dando nuevamente con la pista de hielo. Junto a los cadáveres descubrieron una enorme flecha roja realizada con la sangre de las víctimas que apuntaba hacía la puerta por la que habían entrado a aquel pabellón convertido en matadero por una noche. No había ni rastro del Santa y la puerta se encontraba abierta, invitándoles a salir al frío y nevado exterior.

—Jo... Creo que nos está esperando, sin embargo... Sólo podemos salir por aquí, ¿no?— preguntó casi como si buscase confirmar algo que ya sabían.

No dejó de caminar en ningún momento, casi como si las piernas se moviesen al unísono buscando satisfacer alguna curiosidad malsana que la cabeza rechazaba. Era el paso ineludible, lo que habían buscado evitar hasta aquel momento y algo que en aquel momento les tocaba hacer.

Corrió con los demás, esta vez tirando de Mike, firmemente agarrada a su mano. Se había convertido en un niño inocente, tan inocente o más que Noah. - ¿Por qué te besé? - Se culpaba a si misma por su muerte. Pero... llevaba todo el día con ganas de besarle y temía que no pudiese hacerlo nunca. - De saber que mi beso le resultaría mortal...

Los cuerpos quedaban amontonados en la pista de hielo. Sus muecas de terror y dolor eran lo que quedaban de unos jóvenes que estaban disfrutando de una fiesta... eso para quienes aún conservaban sus rostros intactos. Las chicas se detuvieron de golpe, al principio Mercy no entendió el motivo, hasta que vio la sangre que dibujaba una flecha.

- Es evidente que quiere que vayamos hacia allí. Sabe que el tiempo se le termina. Podemos estar toda la noche corriendo dentro del edificio, escondiéndonos de él... y la policía llegará en cualquier momento. Han sido muchos los heridos y supervivientes... apuntarán aquí... rodearán el edificio y... - Miró a las chicas y luego a Mike. Era como si se hubiese vuelto un niño pequeño de golpe. - El doctor Marcus se hará de oro si salimos de está. - No saldré. No seguiré jugando a su juego. Corretear y escondernos es la mejor opción.

- Vosotras podéis ir y enfrentaros a él si queréis, pero Mike se queda conmigo. No voy a dejar que se exponga sin saber a que se enfrenta. Nos iremos escondiendo y esperaremos a la policía. Es lo más sensato. - Aunque quizás eso era lo que aquel lunático quería que hiciésemos. Seguir allí dentro. Psicología inversa. Stark esta loco, pero no creo que sea tan listo como para pensar en ello... ¿o quizás sí? 

- Otra opción es salir por la puerta y dispersarnos. Si corremos cada una hacia un lado, no podrá cogernos a todas. - Ese le parecía a la joven mejor plan. - Salvo que aún queráis enfrentaros a él...

Salimos de aquel cuchitril como un ratón en la cocina del infierno.

Y según avanzábamos por los pasillos, temíamos que el asesino se escondiera en cada esquina. Pero no apareció. La puerta del Withermore estaba abierta, y pese a ser la escapatoria mas lógica, ahora era como un nuevo problema. La teníamos allí, abierta de par en par, y parecía que nos daba miedo hasta el picaporte de las puertas.

Mas miedo daba la flecha pitada en el suelo.

-Joder... -Mascullé por lo bajo mirando al resto. - Es una trampa fijo, pero... no quiero seguir aquí dentro. Y la idea de no ir junto ahora no me apetece mucho.

Imaginaba a ese tío salir de dentro del armario de nuestra habitación, la de Marian y mía. Eso me provocó un estremecimiento. No. No era buena idea separarse.

- La idea de matarlo era porque no podíamos salir. Ahora que podemos salir... tampoco me apetece ir tras nadie. No soy una suicida. - Me acerqué hacia MIke y le miré con ternura. - Vamos, Mike. Tenemos que buscar a la policía. - Quise que entrara en razón. - Esto nos viene grandes, chicos. Y esa flecha... esta claro que quiere ir a por ti Mercy. Era la única que sabe lo que pasó.

 Me giré para mirarla.

- No voy a dejar que te encuentre, ¿vale? Asi que no nos separemos y busquemos a la poli.

- Está bien... pues... salgamos de una maldita vez. - Dijo al resto un tanto tibuteante. - Mike, no te separes de nosotras salvo que te lo indiquemos, ¿vale? - Le ordenó con cierta ternura al joven que estaba completamente ido o al menos eso parecía. Luego comenzó a caminar hacia la salida, mirando a todos lados. - No puede ser tan fácil. Si no está fuera...

- Permaneced alerta. Puede ser una trampa y salir por cualquier parte. - Anunció a las demás, frenando entonces su decido paso y comenzando a mirar si algo se movía en las gradas o las cercanías de la salida, mientras avanzaba lentamente.

Mike asintió a todo lo que le decían mientras guardaba entre sus manos una sonrisilla traviesa. Al joven ya no parecían afectarle los cadáveres ni la flecha pintada con sangre en el suelo, para él era todo como el decorado de una película y él simplemente estaba de visita como quien iba a visitar un parque de atracciones. Al escuchar lo que le decían sobre la policía alzó las cejas y comenzó a canturrear en voz baja.

-Bad boys, bad boys. Whatcha gonna do, whatcha gonna do? When they come for you...

Todo les hacía indicar que era una trampa. La puerta de salida abierta de par en par justo en ese momento y la flecha de sangre indicando hacía allí no era una visión muy esperanzadora. Aún así decidieron jugársela y tomar esa salida, plantar cara al Santa Claus asesino si se daba el caso y tratar de huir como fuera.

Avanzaron a través del hielo de la pista tratando de evitar la sangre de los cadáveres que formaba la flecha y los propios cuerpos amontonados. La visión seguía siendo horrible aún a pesar de que no quisieran pensar en ello. Allí estaban muchos de sus compañeros, a algunos los conocían de las clases, del equipo de hockey, de las actividades extraescolares... Reconocieron varios nombres, pero si no querían acabar como ellos no era el momento de llorarles.

Cruzaron el estrecho pasillo que llevaba a la puerta abierta, por el que minutos antes tuvieron que huir del asesino a través de una de sus puertas, la cual se encontraba ahora convertida en astillas. El frío era más intenso allí, pero también la tensión que sentían. Cada paso era una agonía. El miedo les sacudía la espalda y no sabían si era eso o el frío lo que les provocaba escalofríos en la piel. En el pasillo todavía quedaban restos de sangre. Entonces escucharon algo en el exterior que les dio un motivo para la esperanza: sirenas de policía.

Eso les envalentonó los corazones, estuvieron tentados de echar a correr hacía el exterior a pesar de que sabían que la trampa estaba al caer. Se contuvieron, miraron a las puertas de los laterales desconfiados, y justo cuando estaban a escasos metros de la puerta de salida, sintiendo ya el gélido frío y la nieve colándose en copos a través del pasillo, Santa Claus hizo su aparición bajo el quicio de la puerta.

-¡Ho ho ho! - Tenía el hacha sobre el hombro, pero lista para descargar sobre el primero de ellos que quedase a su alcance. Ocupaba casi toda la abertura de la puerta, tanto por ancho como por alto. Esta vez añadió unas palabras a su habitual sonrisa desquiciada. -Vais a morir.

Esta vez la sorpresa por su aparición no fue tanta, y sin embargo provocaba el mismo atroz miedo.

Marian alzó su arma, si es que se podría llamar así a una pistola de clavos que exigía estar más cerca de lo que aquel hijo de puta necesitaba para atestarla un hachazo. 

—¡Vamos! ¡Corramos en todas las direcciones!—. Gritó recordando a sus amigas el plan.

Ese hombre, o lo que fuera, nos asaltó justo en la salida.

Era una trampa y lo sabíamos, pero enfrentarnos a esa cosa era demasiado. - Corred!- Pero no por ahí como pollos sin cabeza! Alcé mi arma mientras daba un par de pasos para atrás, intentando ganar algo de tiempo para que Mercy y Mike se pusieran en marcha, corrieran o lo que fuera.

Que pena no tener cerca la maquina esa limpia-hielos para ponerla a tope y pasarle por encima!

- Estoy segura que tu mujer y tu hija no querrían esto!!- Argumenté al hombre viendo como nos esperaba en la puerta. - Pero ya es demasiado tarde, ¿verdad?

No se que pretendía ganar diciéndole eso. Puede que bajara la guardia.. puede que lo cabreara mas. En cualquier caso. el fin estaba cerca.

Mercy se detuvo en seco al verle frenta a ellos. Le esperaba desde hacia rato. Tiró de Mike para que no abanzase más y miró hacia atrás. Las sirenas de la policía sonaban cerca, pero más cerca tenían a ese loco. La mejor idea que se le ocurrió a Mercy en ese momento, fue la de darse la vuelta y huir de él, quedarse a la vista para que, cuando llegase la policía, pudiesen rescatarles. Aunque tuviesen que estar corriendo durante media hora sobre los cuerpos de sus amigos y conocidos, al menos seguirían con vida. Pero entonces Lena habló.

Mercy miró a la joven arqueando una ceja y recordando las palabras de Mike. - La familia. - De manera involuntaria, la joven Wells dio un paso atrás, dispuesta a correr hacia la pista de hielo. Pero no podía irse así, dejando a Lena frente a aquel mostruo. Eso es lo que era. Lo que es...

- Un monstruo. En eso te has convertido. En el orgullo de tu familia. ¿Qué dirían si te vieran ahora? ¿Crees que irían corriendo a abrazarte después de lo que has hecho? ¿De lo que has estado haciendo? - Mercy se unió a las palabras de Lena, trantando de aplicar lo que había estudiado de psicología hasta el momento. - Es más, ¿qeé pensarías de un hombre, vestido de Santa Claus, con un hacha en sus manos, entrase en tu casa y matase a tu familia, uno a uno, tal y como estás haciendo tú?

Con aquel maníaco cubriendo la única salida con toda su enorme figura correr hacía fuera era un suicidio, especialmente con la amenaza del hacha del homicida allí presente y su inmejorable habilidad para esgrimirla. La única opción era volver hacía atrás lo más rápido que pudieran para que no les alcanzara y rezar para que la policía llegase a tiempo. Y ese era el plan que Marian puso en marcha en cuanto la siniestra silueta navideña apareció en el umbral de la puerta. Pero Lena se armó de valor y decidió enfrentarse al Santa, echándole en cara sus actos y recordándole que su familia no estaría nada orgullosa de lo que estaba haciendo. 

El Santa había dado un paso al frente para descargar su hacha sobre la pelirroja pero, por increíble que pudiera parecer, de pronto la expresión homicida de sus ojos inyectados en sangre se tornó diferente e incluso parecía haber humanidad en ellos. El hacha se detuvo en el aire, y el Santa dudó lo suficiente como para que Mercy se acercase a ellos y continuase con la estrategia de Lena.

-Yo... no... - Reconocieron en sus ojos la vergüenza por lo que había hecho. Tal vez, el hombre que había dentro de aquel espanto de criatura estaba siendo consciente de que su familia le odiaría por lo que acababa de hacer y eso le hacía sentirse abrumado y triste, imaginando a su familia repudiándole por sus actos. 

Pero aquel momento de debilidad sólo duró lo justo. La ira volvió a él al recordar a su familia y empuño de nuevo el hacha con fuerza y, tras lanzar un horrible grito, la ensartó en la pared con tal fuerza que la hoja quedó completamente hundida y ni él mismo, con toda su fuerza, parecía ser capaz de liberarla.

—¡A por el!— Exclamó brevemente. Aquel era un momento maravilloso y nunca se sabría cuándo podrían volver a tener algo así. Sin esperar a ver si era secundada, Marian se abalanzó sobre aquel Santa convertido en Grinch y disparó varios clavos.