Partida Rol por web

     Tras pasar por su habitación e intentar relajarse, se vio obligado a volver al aula. No tenía pensado hacerlo, pero lo cierto es que no habría conseguido calmarse, y esperaba que unas horas de insufribles charlas al menos le hicieran cambiar en lo que pensar.

     No fue así.

     Nada más llegar a la clase y sentarse, se dio cuenta con fastidio de que se había dejado el ordenador en la cafetería. Como ya era demasiado tarde para escapar, tuvo que limitarse a escuchar mientras tomaba apuntes a mano, algo que llevaba sin hacer, bueno, no recordaba cuando, pero imaginaba que en el colegio. Además, el aburrimiento no logró quitarle de la cabeza la conversación que había tenido con Mercy, y los nervios regresaron. No sabía como explicar lo que sentía, pero debía ser algo parecido a estar mareado... sobre una cuerda tendida entre dos rascacielos. Sudaba, temblaba de improviso y sus pensamientos iban, una y otra vez, de vuelta a la chica. No tenía ni idea de si la había fastidiado con sus comentarios, pero si se había dado cuenta de a que se estaba refiriéndose, podía darse por acabado con su idea de entrevistarla sobre la matanza que había vivido; no, era más que eso, podía dar por terminada cualquier relación con ella, y eso, sin saber por qué, le dolía. ¿Le gustaría de verdad Mercy? Era imposible, no la conocía, seguramente no tendrían nada en común y, además, estaba totalmente fuera de su alcance. No había forma humana de que eso funcionara, y si lo hiciera, ¿de qué iban a hablar? "¡Eh! Mercy, ¿qué tal? Oye, quieres hablar de los últimos asesinatos que ha habido en...". Era una estupidez, resultaba que sus mayores hobbies, los crímenes y los videojuegos, eran cosas que ella odiaría – en caso de lo primero – o simplemente rehuiría – en el caso de lo segundo –, así que no tenía sentido. Para nada. Sin embargo se negaba a sacarse eso de la cabeza, y continuamente acababa regresando en su fuero interno a la fiesta de Navidad.

     Ella no se la perdería. Y él tampoco. No le interesaba lo más mínimo beber ni nada de esas cosas que tanto disfrutaban todos, en especial Mike y Archie, pero ya había decidido que iba a estar allí. El porque estaba más que claro, aunque prefería no recordárselo demasiado. Además tenía otra duda...

     Suspiró. ¿Habría que ir acompañado?

     Esos dos idiotas habían intentado que Lena y Marian les acompañaran, ¿o había sido Marian y Helen? No había prestado atención, pero no importaba. ¿Él tendría que buscar pareja? No la iba a conseguir, aunque podía pedírselo a Mercy. Otra vez empezó a correrle el sudor frío, y dio un pequeño salto en la silla a causa de un escalofrío repentino.

     _^<<Menuda tontería, no irá conmigo jamás – se dijo a si mismo, incrédulo ante sus propias ocurrencias –. Aunque... – el no ya lo tenía. No, no se atrevía, era mejor un no que ser el hazmerreír. Pero lo sería si no iba con nadie y acababa apartado en una esquina. Claro que eso es lo que hacía siempre y nadie se fijaba en él. Dejó caer la cabeza contra el pupitre y gimió en voz baja – brrr – ¡decidido! –. Iré a verla luego a ver si tiene mi ordenador, y veré..._^>>.

     Y pasó las siguientes horas en clase, sin prestar atención a nada, hasta que sonó el timbre y salió disparado a su habitación, otra vez, intentando animarse y decidirse a ir donde Mercy, pero dejando pasar el tiempo casi sin darse cuenta, como un ratón asustado que no se atreviera a salir de su madriguera. 

Durante aquella última clase, la cabeza de Mike había ido de un lugar a otro (de un modo bastante literal a veces, mientras intentaba no cabecear del aburrimiento). Ya se había escaqueado bastante con algunos asuntos de la organización de la fiesta, así que tendría que hacer un par de llamadas y mandar mensajes como un poseso. Cuando sonó el timbre, dejó escapar un aullido y se levantó rápidamente del asiento.

- ¡Nos vemos en la fiesta, pringaos! -dijo señalando a un grupo de alumnos aun sentados.

Puso dirección hacia la fraternidad, saludando aquí y allá a gente a la que recordaba el gran evento. Se topó con un par de compañeros del equipo de hockey, con los que intercambió unos alaridos y a los que recordó que llevaran la camiseta de los Wildcats a la fiesta. "Las chatis se vuelven locas", les prometió. Sacó el teléfono y llamó mientras seguía caminando.

- ¡Tom, mi hombre! Soy Mike... ¿Cómo que...? Mike de Pi Kappa Alpha. ¿Cuándo traerás los grifos de cerveza? No no, puedes pasar cuando quieras, estaré en la fraternidad.

Tras hablar con un par de personas más, entró en el edificio de Pi Kappa Alpha. Fue volando hacia la cocina de la planta baja y se abrió una lata de cerveza (algunos miembros escondían alcohol dentro de bolsas de verdura, a sabiendas de que apenas nadie en aquella santa casa las miraría, siquiera). Se dejó caer en uno de los sofás del salón, manteniendo un sorprendente equilibrio en la mano que sujetaba la cerveza.

- A ver qué se me ocurre... -dijo entre dientes mientras cerraba los ojos y se pasaba la mano por la cara, intentando pensar. Enseguida comenzó a escribir un mensaje, que pasó a enviar a una cantidad ingente de personas, incluso alguna ajena a la universidad.

Mensaje de Mike:

¡ATENCIÓN TERRÍCULOS!

Llega la fiesta, llega Navidad, llega la hora de pillarla de verdad. Cada año, cuando se acerca el porelculotelahinco de diciembre, vuestro Sexy Papito Noel os deja un regalo especial debajo del arbol y encima de vuestros culos (se te nota el gimnasio, buen trabajo).

FIESTA PI KAPPA ALPHA

No apta para cobardes. 9 de cada 10 médicos la recomiendan (el otro es tu ginecólogo, y dice que te laves). ADVERTENCIA: Esto NO ES UN BAILE DE INSTITUTO. Si vienes a sabotear el ponche, será el ponche el que te acabe jodiendo a ti. No hace falta muérdago, toda la casa es coto de caza.

- Revalidación del Título Intercontinental de beber chupitos a toda hostia.
- Premio al disfraz más escueto (solo categoría femenina)
- Posible carrera en bolas por el campus.
- Tu madre y yo vamos a divorciarnos.

¡Y MUCHO MÁS! Papito Noel sabe que te has portado muy mal este año, y se muere de ganas de darte lo tuyo con su bastón de azucar. Sé un buen elfo, cierra los ojos y abre la boca. Recuerda: Fraternidad Pi Kappa Alpha, a partir de las 20:30.

P.S.: Venid con el testamento hecho.

Satisfecho por el trabajo bien hecho, Mike comenzó a reir solo mientras terminaba su cerveza.

Las clases se hicieron pesadas y largas. Tanto repaso y tanto repetir cosas, aburrían. Además Mercy estaba más pendiente de su móvil, el cual estaba puesto en silencio para que no molestase si sonaba, por si recibía el mensaje o llamada que de alguna manera esperaba. Pero el timbre de finalización de las clases sonó sin que Mercy recibiese noticias en su móvil. La joven conectó el sonido del móvil y salió de clase rumbo a la fraternidad.

Esperaba encontrarse allí con Noah para devolverle su portatil olvidado en la cafetería. Apresuró el paso, pues esa tarde tenía que trabajar en el Starbucks. Había pedido a su jefe poder cambiar el turno y trabajar desde las 20 horas hasta el cierre del local, la excusa perfecta para alejarse de aquella fiesta a la cual no quería asistir. Pero su jefe se negó a ello, de alguna manera se enteró de la fiesta de la Fraternidad donde estaba Mercy y poco más o menos la dijo que estaba "obligada" a ir a esa fiesta.

Mercy entró en la fraternidad, buscando a Noah con la mirada. En la cocina.. pensó mientras se encaminaba hacia ella. Allí vió a Mike sacando una cerveza de dentro de una bolsa de verdura. Mercy contempló la escena con el ceño fruncido. Cuando vió salir a Mike, se acercó a la nevera y contempló la bolsa de verduras unos instantes. La cogió y la examinó, viendo la verdura sucia y aplastada. Con la bolsa en la mano, salió en busca de Mike.

¿Sabes que esta era MI comida de hoy? Le dijo cuando lo encontró tirado en el sofá aquel, riendose de la nada. Gracias por estropearme el almuerzo! Vació la bolsa de verdura sobre el cuerpo del joven y de pronto se quedó helada. Mierda.. no debí hacerlo... eso era de la antigua Mercy... No mío. Estas fechas y la fiesta van a terminar conmigo!

Dios! Mike! Lo siento! Exclamó seguidamente. Es que era lo único que tenía para comer hoy y... nerviosa, se puse a recoger las hojas del cuerpo del chico y las devolvió a la bolsa. Perdóname, de verdad... dijo con sinceridad.

Una vez más tranquila y con casi todo limpio miró a su alrededor buscando a Noah. Mike... ¿podrías decirme donde está el cuarto de Noah? preguntó de manera inocente. Pero Mike e inocencia eran una bomba de relojería. Mercy se dió cuenta tarde de ello. Ya no podía rectificar, tan sólo esperar que la respuesta de Mike no la sacase demasiado los colores.

Las clases transcurrieron algo más lentas de lo habitual. Para Marian estas nunca eran algo demasiado anodino sin embargo en su fuero interno estaba deseando asistir a la fiesta. No le caían mal ni Mike ni Archie -aquello sonaría extraño para cualquier testigo que observase su actitud beligerante para con ellos- sin embargo así era, el único problema que tenía para con ellos era que le resultaban cargantes. Tan cargantes que a los 10 minutos de estar a su lado estaba deseando poner tierra por medio como hacía apenas unos minutos.

La fiesta, sin embargo no iba sobre ellos, la fiesta iba sobre todos quienes celebraban la llegada de la Navidad. O en su caso, se despedía de los mejores momentos que había tenido en los últimos cuatro meses... Repentinamente la campana sonó interrumpiendo sus pensamientos.

-Al fin-. Se felicitó a sí misma y sin perder ningún instante empezó a apilar todos sus apuntes para llevárselos. Marian cruzó el umbral que separaba el fervor de los pasillos con la ya perdida quietud de las aulas y empezó a saludar a los escasos rostros con quién sentía auténtica confianza. No era su estilo ser hipócrita y no le gustaban los hipócritas.

-A ver Marian piensa... Primero hay que pasar por 'la resi' para 'tunearse' luego paso a buscar a Lena... ¡Lena!- Sacó entonces el móvil en cuanto cayó en la cuenta de que no habían quedado. -A ver line...

Hola wapa!  acabo de salir de clase, voy a pasar por la resi antes de la fiesta.  ¿Paso a buscarte? xoxo.

Apenas unos segundos después de enviar el mensaje, el móvil de Mike comenzó una sinfonía de vibraciones que parecía querer durar bastante. Él tan sólo se limitó a ver las respuestas acumularse mientras bebía. Entretenido con aquel apasionante pasatiempo, no se dió cuenta de la llegada de Mercy hasta que la tuvo casi encima, con la bolsa de verdura en la mano. Al principio no sabía de qué le estaba hablando ni sabía que hacía con aquello, pero cuando le echó los restos por encima, Mike se incorporó del sofá violentamente.

- ¿Pero qué coño haces? - gritó con los brazos en alto.

Mike no solía enfadarse, pero también era cierto que la gente no solía tirarle cosas por encima. Sin embargo, al ver el cambio de actitud en Mercy se frenó; no solo por el arrepentimiento que ella mostraba, sino porqué no entendía un carajo de la escena que acababa de vivir. Incluso tras la pregunta sobre Noah, Mike se quedó unos instantes mirándole sin saber intentando procesar lo sucedido.

- Wow... Necesitas unas vacaciones. -dijo finalmente, volviendo poco a poco a su tono habitual. Señaló con el pulgar por encima de su hombro hacia las escaleras a su espalda.- Tercera planta. Sigue el pasillo y verás una puerta indudablemente decorada por Archie. No tiene pérdida.- hechó al suelo algunos restos de verdura que quedaban en el sofá, cogiendo uno y tirándoselo a Mercy cuando ella se dispuso a irse.- Oye, si quieres te preparo algo en la cocina de arriba. -se pudo de rodillas en el sofá y comenzó a hablar con un estúpido acento frances y gesticulando exageradamente.- Puedo hasegte gjamen, puedo hasegte... salchicheeeus. Puedo hasegte... Emm... Gjamen con salchicheeeeus... -se quedó un rato pensativo, aun gesticulando, como si las palabras estuviesen apunto de salir pero no terminaran de hacerlo, hasta que se cansó de no tener más ideas y levantó la lata de cerveza.- O puedes unirte a mí en la dieta de los campeones. Bueno, si a tu nuevo novio no le importa...

En esa última frase fue bajando el volumen y hablando con un tono cada vez más agudo, mientras giraba la cabeza hacia otra parte al tiempo que se llevaba la lata a la boca y entrecerraba los ojos. Durante un instante, lo único que se oyó fue el vibrar constante de su teléfono.

Una voz se escuchó desde lo alto de las escaleras, era la de Archie quien había visto desde la distancia toda la escena entre Mercy y su colega Mike. El muchacho soltó una exclamación larga y en un tono elevado que se fue agudizando conforme alargaba las últimas vocales. Eso sí, lo hizo desde su posición segura y lejana en las escaleras no fuera que algún trozo de verdura fuera también destinada para él.

-¡Hostia puta, Joooodeeeeeer! 

Después tuvo que contener las carcajadas apoyando la boca sobre los brazos que había colocado cruzados encima del pasamanos de la escalera, cubriéndose de tal forma que solo se veían sus antebrazos, sus ojos y ese largo y estrambótico peinado suyo. Cuando la cosa ya se tranquilizó, Archie colocó la barbilla sobre las manos y contempló como recogían todo riendo por lo bajini.

-¡Eh, Mike! ¡Te han dejado plantado!. -Bromeó sin ofrecerse a prestar su ayuda lo más mínimo, cuando se trataba de recoger Archie era especialista en fugas al estilo Hodini. En esta ocasión al menos había tenido la decencia de no desaparecer dejando en su lugar una pequeña nube de polvo. Archie volvió a intervenir cuando Mercy se disculpó nuevamente por tirarle la comida a Mike y preguntó por Noah.

-Oye nena, no te preocupes por Mike. Su madre siempre le está llamando para echarle la bronca porque no come verduras. Si quieres ver a Noah yo te llevo hasta nuestra Arca. Tenemos una pareja animal de cada especie.- Señaló con el pulgar hacia arriba y enarcó una ceja al mismo tiempo. 

El móvil de Lena vibró con un mensaje mientras la última clase del día se alargaba algo más de la cuenta gracias a que el profe no dejaba de enrollarse. Tomó con mucho disimulo el móvil bajo la mesa y tecleó rápidamente una contestación.

Hola amor! Si quieres podemos comer juntas en la resi. Tengo mi tofu! :) 

Fue bastante raro lo ocurrido. Por lo menos a Mike le dejó lo suficientemente desconcertado como para no cebarse con Mercy por su acción y su posterior pregunta. Creyéndose libre de todo mal, la joven cerró los ojos y agachó la cabeza cuando escuchó a Archi gritar tras ella. Tranquila Mercy, sólo les faltan un par de hervores a cada uno. Pensó tratando de animarse a si misma por la ridícula situación en la que se veía envuelta.

Gracias Mike, creo que lo tengo. Respondió la joven a las señas que le dió el loco deportista. La joven no pudo evitar reirse frente a la pésima imitación de un garçon por parte de Mike. No gracias, veo que esa dieta lleva demasiadas proteinas para mi gusto. Le respondió con una sonrisa.

Luego clavó la mirada en Archie. La verdad es que nadie mejor que él para guiarla hasta su propio cuarto pero Mercy recordó las palabras de Noah sobre esos dos pirados. No Archie, gracias por ofrecerte, pero... prefiero ir sola... Como un relámpago se giró hacia Mike. Y no es mi novio! Aunque eso a ti no te incumba.

Mercy hizo una pequeña parada en la cocina y tiró la verdura a la basura. Entre la cerveza, que había dejado todo hecho un asco y el paseo por el cuerpo de Mike, el sofá y el suelo.... Ese era el mejor sitio donde podía estar aquello. Después se apresuró a ir a ver si Noah estaba en su habitación. Por un instante, Mercy se sintió como el conejo blanco del cuento del País de las Maravillas* mirando el reloj y corriendo porque llegaba tarde...

Mientras caminaba por los pasillos el móvil vibró en su bolso haciéndola detenerse. 

-A ver... -Se dijo a sí misma al tiempo que abría el bolso con forma de bandolera que tenía, éste se encontraba hasta los topes de libros lo que dificultaba localizar el móvil. La joven empezó a apartar algunos esperando encontrar el móvil en un momento a otro, estaba la cosa complicada sin embargo afortunadamente una luz traicionó al escurridizo móvil.

Marian sonrió al ver la respuesta en la pantalla del móvil y se dispuso a desbloquear el terminal para contestar rápidamente.

Genial!!!!!! Te espero en la salida!!!!!! xoxo

Ante la llegada de Archie y el comentario sobre quedarse plantado y las verduras, Mike cogió un trozo del suelo y lo alzó por encima del hombro.

- Mira quién fue a hablar, el que se peina como un brócoli. -dijo mientras lanzaba el trozo de verdura a su amigo, casi vertiendo la cerveza sobre el sofá.

Acabando de patear un trozo de algo verde, Mike escuchó divertido el comentario de Mercy sobre las proteinas. Sin soltar la lata, se puso a hacer poses cual culturista sobre la tarima, todas acompañadas de expresiones faciales de excesiva intensidad. Justo cuando besaba unos de sus biceps, el último grito de Mercy pareció despertarle del sueño.

- Entonces podríamos quedar un día. -dijo mientras la seguía con la mirada, colocándose de nuevo de rodillas en el sofá con el pecho apoyado en el respaldo y los brazos colgando por la parte superior. Habló con tono agudo y un acento difícil de identificar- Me gusta la poesía, los animales y los largos paseos por el parque.

Apoyó la cara en la mano libre y comenzó a hacer morritos, con los ojos entrecerrados. De pronto, como si acabara de recibir un calambrazo, cambió de postura a toda velocidad, señalando a Archie y mirándolo con los ojos muy abiertos.

- ¡Tú! ¿Ya tienes modelito para esta noche?

Mercy salió a la huida dejando atrás a aquellos dos maníacos juveniles. Soportar las bromas de uno de ellos durante cinco minutos ya era suficiente como para aguantarlos a los dos al mismo tiempo. Ella podría encontrar la habitación de Noah con las indicaciones que le habían dado sin que hiciera falta Archie fuera con ella simulando ser un personaje bíblico, o la tontería que se le ocurriera en ese momento.

Mike no había exagerado nada al decir que encontraría fácilmente la puerta al estar decorada por Archie. Todas las puertas del pasillo se mantenían sobrias sin decoración alguna a excepción de una, donde podían verse numerosos pósters de grupos de hip-hop de los ochenta y fotografías de películas como Clockers, Los chicos del barrio, etc.

Justo cuando Mercy se acercaba a la puerta escuchó el tono de su móvil que indicaba que acababa de llegarle un mensaje. Era la contestación de Kurt.

Hola Mercy, cuánto tiempo. Si me necesitas, puedo pedir unos días libres, pero ya sabes que no hay nada más para mi en casa. Aquél ya no es mi hogar, así que pretendía quedarme aquí, y adelantar trabajo. Espero que en el campus logres olvidar un poco lo sucedido, y podremos vernos después de Navidad. Un beso.

 

-Claro que sí, lechugino. Puedes apostar tu culo blanco a que voy a ser el más guapo de la fiesta. -Señaló hacía Mike con los dedos índices mientras los pulgares apuntaban al cielo.

Mike no tuvo que hacer mucho esfuerzo para imaginarse como iría vestido su colega, sólo había que recordar cualquier viejo videoclip de algún rapero de los ochenta y sustituir el chaquetón de los Raiders por una camisa de colores tremendamente llamativa, seguramente con motivos navideños o algo por el estilo.

Marian y Lena llegaron a la fraternidad en el momento en que Mercy se iba y la conversación entre Archie y Mike derivaba sobre la ropa que iban a llevar para la fiesta. Se sorprendieron al ver el estropicio de verduras que había sobre Mike, a quien no habrían tomado por amante de lo verde ni aunque estuvieran borrachas, y se imaginaron que sería alguna de las suyas. Sin prestar mucha atención fueron hacía la cocina para preparar algo de comer y después se dirigieron al sofá que Mike había dejado libre de su peculiar plantación de verduras.

Siguió las instrucciones que le dio Mike. Un trimestre en aquel edificio y conocía lo justo para sobrevivir en aquel banco de hormonas y testosterona desatadas. Y tal y como Mike indicó, no tuvo pérdida. Por lo estrafalario de la decoración en la puerta supo que era allí. Cuando fue a entrar su movil sonó, avisando de un mensaje entrante. Leer la respuesta de Kurt no hizo más que entristecerla. Realmente necesitaba de un amigo. Tendrá que ser el doctor Marcus. Al menos que me serene y me pueda centrar para esta noche. Negó con la cabeza mientras guardaba el móvil. Llamó a la puerta antes de intentar entrar en la habitación y esperó respuesta.

Sobresaltado, igual que un ciervo al que acaban de enfocarle con las luces del coche, se quedó mirando la puerta cerrada de su habitación como si no supiera que hacer. Lo cierto es que era simple: habían llamado, tenía que abrir. Pero no fue capaz. Al menos no de inmediato, y tuvo que reunir todas sus fuerzas para reponerse del susto que los suaves golpecitos sobre la madera le habían causado, antes de definitivamente girar el picaporte. Al ver a Mercy en el pasillo, abrió los ojos hasta unas proporciones que un humano no podría mantener demasiado tiempo.

— ¿Qué...? Eh, esto, ¡hola! — saludó, o algo así, atropelladamente —. Iba, yo, si, iba a justo a buscarte ahora, por mi, eh. Oye, ¿quieres pasar?

Aquello, por supuesto, no se le daba bien. No el hecho de hablar con chicas —que tampoco—, sino la simple manera de mantener la compostura, o un mínimo de control sobre sí mismo, cuando estaba nervioso. Tener a Mercy en la puerta de su habitación, sin duda, podría considerarse al menos un once en su escala Richter personal. Era la excusa que se dijo a sí mismo cuando se dio cuenta de que seguía bloqueando el paso, cosa que remedió al momento —pasados unos segundos—, para entrar al cuarto y ponerse a apartar cosas que había tiradas por el suelo —todas de Archie—, e intentar esconder debajo de la almohada su pijama con la conocida máscara de hockey de Viernes 13. Por supuesto, no quería parecer un friki, no más de lo que ya mostraban sus numerosos póster de videojuegos de rol y superproducciones de terror, así como las figuras de superhéroes y psicópatas de película que adornaban su mitad del lugar. 

— Uhm, ¿eh? ¿Qué...Qué querías?

Mercy sonrió al ver la cara de Noah cuando este la vió al otro lado de su puerta. Si ella no hubiese cambiado en este tiempo, seguro que el chico se hubiese llevado un buen corte y disgusto, a parte de un horrible mote, solamente por abrir tanto los ojos y la cara de sorpresa. Pero precisamente ver la expresión de la cara de Noah, hizo dudar a Mercy durante unos instantes, pues en parte si deseaba soltar algún comentario hiriente al respecto.

Hola Noah... esto.. no sabía si estarías aquí.. yo.. Tibuteó un poco. Aquella Mercy quedó atrás, recuérdalo. ¿Pasar? No es que tenga mucho tiempo... Respondió más centrada y tranquila. No pudo evitar sonreir al joven mientras este seguía estando en medio de la puerta. Pobre... es tan mono así.. nervioso. Pensó para sí.

Bonito desorden. Guiñó un ojo a Noah y miró la decoración del cuarto. Era evidente de quien era toda la ropa tirada por el suelo. No era demasiado fácil imaginar a Noah vistiendo colores tan chillones. Al igual que a Archie no le pegaban aquellos juguetes... "Figuras de acción de superheroes que un día valdrán una fortuna" Recordó Mercy en ese instante las palabras de Malcom el primer día que ella llamó juguetes a aquellas figuras.

Torció el gesto cuando vió los posters y aquellas miniaturas de asesinos de cine. Noah hubiese encajado bien con ella y Malcom antes de que a Mercy le picase el virus del pijismo y acabase siendo una arpía. Y si no hubiese vivido aquella pesadilla las navidades pasadas, seguramente se hubiese animado a ver alguna película de terror con Noah. Pero las cosas no eran así, aunque Mercy se sorprendió de si misma por estar mirando al joven con cierta ternura.

Perdóname. Me recuerdas muchísimo a un muy buen amigo que tuve de niña. Le dije con una sonrisa y cierta melancolía. No debí ser tan estúpida con Malcom. Le encantaban todas estas cosas y me aficionó a ver pelis de miedo. Aunque ahora ya no las tolero. Su pregunta me hizo dejar de pasado donde estaba: muerto; y volver al presente. Eh! Si, esto... Mercy tendió el portatil a Noah. Con las prisas te lo olvidaste en la cafetería.

- El más guapo, dice...

Fue lo único que consiguió decir antes de verse sus palabras interrumpidas por una serie de exhalaciones roncas intermitentes, que fueron convirtiendose en una risa áspera y esta en un descontrol de carcajadas, acompañadas de espasmos que hicieron bailar el cuerpo de Mike por el respaldo del sofá. En una de estas convulsiones vertió algo de cerveza en el suelo tras el sofá. Mike paró en seco, miró las gotas un instante y volvió a girarse hacia Archie, como si nada hubiese pasado.

- Deja de pedirle consejos de imagen a tu abuela, que está claro que no rige. -le señaló enérgicamente, tirando algo más de cerveza sin siquiera darse cuenta.- Espera a ver lo que tengo pensado ponerme, será tu culo el que se vuelva blanco.

Terminandose la lata, Mike se giró para volver a sentarse y responder algunos mensajes más, cuando vió llegar a Lena y Marian. Rápidamente extendió un brazo y una pierna a lo largo del sofá, en pose sensual, levantando una ceja y poniendo morritos.

- Oh, hola... -dijo con un intento de voz de presentador de radio nocturna.- Tranquis, solo estabamos hablando de nuestros culos, podeis sentaros. ¿Qué os trae por aquí...?

Fue a beber de la lata, pero viendo que estaba vacía, la dejó sobre la mesita, sin cambiar en un solo instante aquella estúpida expresión.

-Te vas a sorprender, Mike. - Aseveró Archie con un afirmamiento de cabeza que mantenía su convencimiento de que así sería, además de mostrar en sus labios una sonrisa de seguridad completa en que el culo de Mike sería el que se quedase más blanco de lo que ya estaba, si es que aquello era posible. Como Archie solía decir en plan de broma: aquella era una frontera en la que el sol dejó de lucir hacía demasiado tiempo. 

Archie se giró después para ver a quién estaba saludando su colega y al ver a las chicas el joven simuló lamerse las manos y pasarlas junto a sus sienes como si se estuviera peinando. Bajó después las escaleras de un salto y se colocó en el sofá junto a Mike, esforzándose por complementar la pose sexy de su colega el blanquito. 

-Eh, Mike. La hermana con cara de asesina es toda mía. No lo olvides. - Le recordó, realmente estaba bromeando pero le encantaba sacar de sus casillas a Marian y ver cómo se defendía de su palabrería. Había que reconocer que la muchacha lo hacía francamente bien.

Empezó a preparar algunos aperitivos para la fiesta, la mayoría era lo que solían demandar el público general, gusanitos de diferentes marcas y sabores, sin embargo como no solo de esos alimentos vive la humanidad, empezó a afanarse a preparar unos cuantos sandwiches mixtos.

Hace un buen rato que el pilotito de la sandwichera se ha apagado, por las juntas se filtraba parte del humo que se producía con la fritura del pan...

-Vale un par de minutos-. Calculó la joven antes de dirigirse al salón. Ignorando la pregunta contestó con otra:

-Mike... -No sé si es buena idea pero  me la jugaré... ¿Qué nos hemos perdido? Para qué son todas estas verduras, no te imagino precisamente llevando una dieta vegana.

Estaba atendiendo a lo que Mercy le decía, incluso intentado intuir que había sido ese tic que la chica había contenido durante un momento al responderle, cuando le guiñó un ojo. Entonces todo desapareció, sintió que se mareaba, y acabó sentado en la cama más por culpa del desvanecimiento que porque estuviera cansado. Tardó unos segundos en recuperarse, y cuando lo hizo ella ya había pasado de sus figuritas de colección y observaba con rostro serio los póster de películas de terror que mostraban a famosos asesinos en serie, todos ficticios, por supuesto; al menos, había tenido la decencia de no colgar ningún recorte de los muy reales y recientes acontecimientos de Birchmont. Eso no habría sido una buena carta de presentación, sin duda. 

Suspiró, y se obligó a centrarse, recuperando el hilo de la conversación que, pese a todo pronóstico, estaban teniendo. Escuchó con la sorpresa pintada en la cara que ella había sido en algún momento, seguramente anterior a toda la pesadilla sufrida, aficionada al mismo género que él, y eso le hizo sonreír ligeramente. A quién se refería con "buen amigo que tuve...", sin embargo, no tenía ni idea. Era fascinante, ¡más misterios en un tan estudiado tema! Estuvo a punto de preguntar, incluso abrió la boca para ello, pero se lo replanteó y se calló, en su lugar asintió y extendió una mano mientras la otra se la llevaba a la nuca. 

— Je, muchas gracias. Justo iba a ir a buscarte por si lo habías cogido tú. ¡No sé que haría por las noches sin este trasto! 

Sonrió. Y tan rápido lo hizo borró el gesto y se puso pálido, y de ahí pasó a un rojo intenso semejante a un tomate maduro. 

— Osea, no, esto, me refiero, juego mucho, ya sabes, a videojuegos. Todas las noches, eh, da igual — azorado, se puso en pie, fue hasta la mesilla dando la espalda a Mercy mientras recuperaba el color habitual de su piel, y luego se dio la vuelta tras dejar el portátil —. Un día podrías venir a ver algo — cambió de tema con la sutileza habitual de un adolescente nervioso delante de la única chica que había pisado su habitación, además de su hermana y su madre —. Una peli, ya sabes, algo tranquilo. No sólo veo películas de terror, no siempre, bueno.