Partida Rol por web

Troy dejó escapar media sonrisa ante el comentario de Sidney, en cierto modo alegrándose de que no acabara de entender lo que había querido decir al disculparse. Se sentía como un pardillo, sin acabar de entender qué estaba haciendo, y eso le causaba cierta gracia. Miró hacia sus cosas cuando Sidney le dijo que las dejara allí.

- Tenía pensado llevármelas, iba a preguntarle a Jim si puedo quedarme esta noche en su casa. Pero... -volvió a girarse hacia ella, algo mas calmado y confiado.- De todas formas, tengo intención de acompañarte hasta casa cuando termine todo este asunto, así que supongo que podría dejarlo aquí. Y hasta mañana por la mañana no sale el primer autobus, así que... Tienes esta noche para convencerme. -sonrió ampliamente, quedándose un instante pasmado mirándola a los ojos. Sacudió al cabeza y sacó el teléfono.- Voy a...

Hasta ese momento no se dió cuenta que seguía a escasos centímetros de ella. Se apartó despacio y volvió cerca del sofá. Se estaba insultando a sí mimso por dentro, con una mezcla de sentimientos difícil de digeror. Pero al escuchar la broma sobre el baile, Troy no pudo evitar reir. Aquel comentario le había cogido desprevenido, y disipó gran parte de la negatividad que llevaba encima.

- Eh eh eh, ¿qué insinuas? -dijo aun riendo, señalando a Sidney con el dedo.- El resto tiene suerte de que me hayan prohibido entrar, o iban a enterarse de lo que es vestir con clase... -comenzó a escribir un mensaje, pero antes de terminar volvió a hablar, con algo más de seriedad.- Oye, si... Si te hubiese pedido yo de ir al baile antes que Derek lo hiciera... -hizo una leve pausa, negó con la cabeza y volvió a centrarse en el mensaje.- Olvídalo, no debería haber preguntado. Tú esperabas que él lo hiciera, y yo no pretendía ir.

Guardó el teléfono y suspiró sonoramente. Sentía que se había vuelto a meter en el pozo del que hacía apenas unos instantes había conseguido salir. Volvió a insultarse para sus adentros, e intentó no quedarse callado y parecer aun más un capullo de lo que ya había demostrado ser.

- ¿Le dirás algo a Kat para esta noche? Quizás sea una buena ocasión para que hableis.

Un mensaje llegó al teléfono de Jim

Troy escribió:

Doctor Shaggenstein, ¿a qué hora estarás por el baile esta noche? Espero que no sea una putada, pero ¿crees que podría quedarme esta noche en tu casa? Hoy en la entrada del baile te explico.

Se alegró al comprobar como Troy parecía algo más animado, incluso sonriente, y no le resultó difícil aguantarle la mirada, sonriendo ella también.

—Entonces, si tengo alguna posibilidad de convencerte, tendré que emplearme a fondo. Sólo espero que mi esfuerzo tenga su recompensa.

Las palabras le habían salido sinceras, sin pensar que pudieran tener algún tipo de doble sentido ya que lo que esperaba que sucediera era conseguir que Troy no se fuera del pueblo. Le observó mientras se volvía a sentar pendiente del teléfono para avisar a Jim.

Ampliando la sonrisa al escuchar su broma sobre la elegancia, Sidney se disponía a sentarse junto a él, pero su avance quedó interrumpido a medio camino, al igual que su sonrisa quedó congelada en su boca, cuando escuchó lo que Troy soltó a continuación.

Se quedó sorprendida, mirando fijamente a Troy sin saber muy bien qué contestar ya que era lo último que esperaba escuchar por parte del joven. Lo mejor sería decirle la verdad.

—Yo... No lo sé Troy... Quizás sí hubiera aceptado aunque... no lo sé.

Esta vez sí siguió avanzando hasta llegar a su lado, sentándose en la mesa baja de madera que había en el centro, quedando de esa forma frente a Troy. Volvió a mirarle a los ojos antes de continuar hablando.

—Por mucho que yo deseara ir con Derek, por mucho que yo me hubiera imaginado que él me lo pedía, en el fondo sabía que era imposible... No mientras Sara estuviera por el medio. No te voy a negar que me alegré mucho cuando me lo pidió aunque... —sus ojos se desviaron para permanecer clavados en el suelo. Tomó aire antes de seguir hablando, sintiéndose enfadada y abochornada con ella misma al darse cuenta de todo el tiempo que había perdido soñando con Derek. Sin apartar la mirada del suelo en ningún momento, decidió sincerarse con Troy, sacar de dentro lo que tanta vergüenza le daba confesar—. Acepté porque era lo que más deseaba en el mundo, a pesar de saber que sólo lo hacía por despecho a Sara, para demostrarle que podía estar con alguien más aparte de con ella. Me lo dijo ¿sabes? Me lo dejó muy claro... —A pesar del mal trago que estaba pasando diciendo aquello, Sidney se armó de valor para clavar unos ojos humedecidos en Troy—. Me dijo... me recalcó que sólo íbamos como amigos. Sé que sólo quería darle celos a Sara y yo... caí como la estúpida que soy.

Con una mano temblorosa agarró la de Troy que no sujetaba el teléfono y, dispuesta a cometer una nueva locura que añadir a ese extraño día, se dispuso a contestar con toda sinceridad al comentario de Troy.

—Puede que hubiera aceptado tu invitación, pero te aseguro que no lo haría con la misma sinceridad y con todo mi corazón que si me lo pidieras ahora mismo.

Cerró la boca un tanto azorada por haberse atrevido a decir aquello, soltando su mano y levantándose dándole la espalda para que no la viera sonrojada. Suspiró sonoramente cuando oyó el nombre de Kat.

—Kat... Sí claro, le tendré que decir que al final sí iré.

Miró a su alrededor buscando dónde había dejado el teléfono, encontrándolo en el asiento que había ocupado mientras estuvo junto a su padre, que aún no había hecho acto de presencia. Lo cogió y se sentó, algo alejada de Troy, para mandarle un mensaje a Kat, comprobando que ni siquiera le había contestado aún al último que le había enviado.

Aún no había tenido respuesta al mensaje anterior que le había enviado a Kat, no sabía si sentirse preocupada al respecto o simplemente significaba que su amiga estaba en su mundo como era habitual en ella. Volvió a teclear con rapidez, avisando del cambio de planes que había decidido hacer.

Al final he decidido ir al baile, te veo allí. Tengo cosas que contarte. Y por favor, ten mucho cuidado y ni se te ocurra ir sola. Un beso. Sid.

La forma de responder de Sidney le hizo terminar de convencerse de que había hablado más de la cuenta. La miró mientras se sentaba frente a él y le explicaba lo sucedido. No pudo evitar fruncir el ceño ante lo que hizo Derek. Troy siempre cuestionó que alguien comoDerek fuese amigo de un capullo como Kurt, pero en el fondo noparecían ser tan distintos. Pero entendió que era mejor no decir nada al respecto, pues no iba a solucionar la situación. Solo hubiese tenido sentido ir a habalr con él, pero aquello ya no era posible. Entonces sintió a Sidney cogerle de la mano, y olvidó lo que estaba pensando. La miró a los ojos, quedándose sin palabras ante la respuesta que le acababa de dar. Cuando se levantó de la mesa y se apartó, Troy se mordió el labio y se quedó pensando. "Vamos, haz algo", se decía.

Cuando vió que Sidney se sentaba a escribir, se levantó y se dirigió a la salida. A los pocos segundos, volvió a aparecer en el salón, con una expresión algo burlona, haciéndose el despistado mientras caminaba. Fue silbando hasta el sofá donde estaba ella y se sentó a su lado, como si no la hubiera visto. Se giró casualmente y se hizo el sorprendido cuando vió a Sidney.

- !Hey Sid, tú por aquí¡ Qué casualidad. Oye, ahora que quedan como... -miró su muñeca, como si comprobara la hora, pero Troy nunca llevaba reloj.- ...unos seis meses para el baile de Navidad, me preguntaba si tenías con quién ir. Tengo la sensación de que no voy ni a cruzar el umbral de la puerta, pero si no tienes pareja, podríamos dejarnos ver juntos por allí... Solo si estás dispuesta a ser la envidia de medio instituto, claro.

Tras aquella pantomima, hizo como si bostezara y pasó su brazo sobre el hombro de Sidney, mirándola con un gesto caricaturesco. Incapaz de aguantar aquella cara por mucho rato, comenzó a reirse. Cuando pudo contenerse, aun con media sonrisa, se la quedó mirando a los ojos. "¡Vamos!", pensaba para sí mismo constantemente

- Lo de esta noche va a ser un tanto extraño, pero... En el hipotético caso de que me quedara por el pueblo, quizás podríamos ir a algún sitio algún día a algo... -sacudió la cabeza, confundido por su propia verborrea inconexa, riendo de su propia incompetencia y nerviosismo.- Espera, creo que había una frase ahí, eh... Podríamos hacer algo. Algún día. Sí... te parece bién. El día que recuerde cómo hablar como un ser humano normal.

Muerta de vergüenza por lo que acababa de hacer y, sobre todo, por lo que pudiera estar pensando Troy de ella, se centró en el mensaje que estaba escribiendo, sin atreverse a levantar la vista de la pantalla del teléfono. Por el rabillo del ojo vio a Troy levantarse con la intención de dirigirse a la salida, y su corazón se desbocó por el pánico al comprobar que, con su comportamiento, lo único que había conseguido había sido espantar a Troy de su lado.

Te has lucido Sid. Siempre tienes que estropearlo todo.

No sabía muy bien qué hacer. Por una parte quería ir detrás de Troy para pedirle disculpas pero por otra parte, seguramente sólo serviría para fastidiar aún más la situación.

Sin embargo no hizo falta que se moviera ya que, en cuestión de segundos, Troy se encontraba de vuelta con una expresión burlona en su cara. Sidney le miró sorprendida, sin saber muy bien a qué venía todo aquello, pero no pudo evitar sonreír ampliamente ante la parodia que estaba representando su amigo. Y la sonrisa se convirtió en carcajada, lo que sirvió para relajar no sólo el ambiente sino también a ella.

—Payaso. —Fue lo único que pudo decir mientras seguía riéndose divertida, sin importarle el brazo que acababa de apoyarse en sus hombros—. Eres el único que consigue hacerme reír de esta forma.

Parecía increíble que su padre aún no hubiera aparecido al escuchar las risas de los dos jóvenes resonando por el salón, pero por suerte no lo había hecho ya que las carcajadas dieron paso a palabras nerviosas y a medio hilar. El corazón de Sidney volvió a acelerarse, pero en esa ocasión no fue debido al miedo sino a la emoción.

—Me encantaría señor Troy, y así poder ser la envidia ya no de medio instituto sino de medio pueblo. —Le miró a los ojos sonriendo con cariño—. Pero para eso tienes que borrar la palabra hipotético de tu frase y asegurarme que te vas a quedar.

Volvían a estar demasiado cerca el uno del otro... peligrosamente cerca.

Troy se alegraba de oir las risas de Sidney. En un día como aquel, no hubiese podido pedir nada que le hiciera sentir mejor. Quitándose cierto peso de encima ante la respuesta a su proposición, Troy dejó caer al cabeza hacia atrás y resopló.

- Pfff, pero si me quedara tendría que buscar un escondite, y cambiar de identidad y llamarme... Jacob... Troyson o algo así, y hacerme la cirugía estétita, y empezar a vestir de traje... -volvió a mirar a Sidney, sin poder ocultar que se estaba regodeando en su absurdo plan.- Uff, yo de traje...

Se estremeció ante ese pensamiento. De nuevo, la risa se fue apagando a medida que se perdía en los ojos de Sidney, hasta quedar solo en una media sonrisa. Bajó ligeramente el tono de voz.

- Te dije que no te iba a dejar.

Y no pretendía hacerlo. Aunque aquello suponía replantear sus planes, y mucho. Su padre seguía siendo un problema, pero Troy no era capaz de pensar en ello en aquel momento. Tan solo podía pensar en lo cerca que estaba de Sidney, más que nunca. Aquel día había conseguido romper varias barreras, y parecía estar consiguiendo romper una última, quizás la más importante. Sin darse cuenta, la sonrisa se le fue borrando poco a poco. Ni siquiera se dió cuenta de que su mirada cambiaba intermitentemente de los ojos de Sidney a sus labios. Llevado por un impulso extraño para él, se acercó incluso más a ella, con el pulso acelerado como jamás lo había notado. Entrecerró los ojos y la besó en los labios. No sabia por cuánto tiempo, ni la respuesta que había tenido ella, ni nada de lo que hubiese podido ocurrir a su alrededor, pues durante un instante Troy perdió la noción del mundo. Se vió transportado a un lugar al que no había estado nunca.

Kat cada vez estaba más molesta, habían dejado sola a su amiga y total para acabar peleando como un par de críos de parvulario. Pero ella poco podía hacer, sólo ser espectadora de una tragedia. Una vez se llevaron a Troy y Kurt en los coches de la policía a sus respectivas casas, Kat se dirigió rápidamente a su casa junto con Mercy, aunque fue como estar sola, Kat no articuló palabra.
Aún quedaba mucho día por delante y ni siquiera había empezado el plato fuerte, el baile. La idea del baile se había distorsionado tanto con lo ocurrido y el nuevo significado que tenía ahora que para Kat resultaba más apetecible ir, era una celebración de la muerte, de su amigo, un poco tétrico desde luego, pero ella vivía de lo oscuro.
Justo estaba en esos pensamientos cuando le dió por mirar el móvil.

Con la emoción del momento Kat ni se percató de los mensajes de su amiga, sólo cuando ya estaba caminando a casa y tras un rato de pensamientos, miró el móvil.
Abrió los ojos, en parte por miedo y en parte por excitación.
- Que lo has visto?! Te creo. Y sigue tu propio consejo, ten mucho cuidado y no vayas sola por ahí. Nos vemos en el baile.

Estuvo caminando un buen rato por las calles, escuchando aquella música que cada vez sentía más suya. Pero, no era su mp3 y.. tenía ganas de verle. Así pues sacó su móvil y escribió un mensaje a Troy.

Mercy escribió:

Hola Troy. Tengo tu mp3. ¿Dónde nos vemos para devolvértelo? Por la hora no te preocupes, no iré al baile del insti y estoy paseando por la calle.

Sidney seguía sonriendo divertida ante las continuas bromas de Troy, negando con la cabeza mientras se reía al imaginarse al chico vestido de traje.

—Uy no... Vestido de traje estarías demasiado raro y seguramente no te reconocería.

Pero las risas se fueron perdiendo y, a medida que veía como Troy poco a poco iba aflojando su sonrisa, las dudas de Sidney fueron apareciendo de nuevo, a pesar de que los ojos de su amigo parecían estar gritándole demasiadas cosas con las que no hubiera soñado nunca. Tragó saliva al escuchar sus palabras, sabiendo que había sinceridad en ellas.

Aún le parecía increíble todo lo que estaba viviendo y pasando desde el día anterior. La alegría que había experimentado al ver a Derek esperándola a la puerta de su casa, lo emocionada que se había sentido cuando él le propuso ir al baile a pesar de dejarle claro que sólo irían como amigos y después de haberle visto llorar por Sara, la decepción y las dudas que había sentido cuando esa misma mañana Derek no había aparecido, el miedo y la angustia al enterarse de su horrible muerte, saber que tenía un amigo con el que podía contar y que siempre se había mantenido en segundo plano y, sobre todo, descubrir que le importaba mucho más perder a ese amigo que lo que había sentido al saber que no volvería a ver nunca más a Derek, a pesar del dolor que aún seguía sintiendo por su pérdida.

Sus verdaderos sentimientos se habían revelado ante sus ojos de forma tan abrupta que la habían dejado desconcertada y su vida, que hasta ese momento había girado en torno a lo que ella creía haber sentido por Derek, había dado un vuelco radical.

Pero todos esos pensamientos desaparecieron de golpe al igual que lo hizo el mundo cuando sintió los labios de Troy posándose dulcemente en los suyos. Y, una vez más, notó su corazón desbocarse y su respiración agitarse ante aquel contacto que en ningún momento hizo ademán de rechazar.

Después de unos segundos en los que sintió una felicidad que ya creía perdida Sidney, con el rostro arrebolado, se separó unos milímetros de la boca de Troy.

—Entonces, ¿he conseguido convencerte para que no te vayas? —Sonrió expectante ante su respuesta—. Creo que vamos a ser el centro de atención de este baile.

Y en esa ocasión, dejando a un lado su timidez y su cobardía, fue ella la que volvió a acercar sus labios a los de Troy. Ni siquiera escuchó el sonido del móvil al recibir un mensaje.

Volviendo poco a poco al mundo real, Troy se alegró de percibir que la respuesta de Sidney no había sido negativa. Haber sido rechazado por ella hubiese sido un golpe extremadamente duro. Cuando se separaron, puso cara de duda al oir la pregunta que le hacía.

- ¿Convencerme? -dijo sonriendo.- Mmm... Nah...

Rió, recibiendo después el beso de Sidney. Su mente era un torbellino de ideas, pero pudo centrarse en una muy concreta. No tenía mucha seguridad de que fuera a funcionar, pero debía intentarlo. Cuando se separaron, la miró a los ojos mientras su expresión se fué volviendo algo más seria.

- Ven conmigo. -dijo tras una pausa.- Larguémonos de este pueblo, donde nunca seremos nadie. -se separó algo de ella, para poder girar el cuerpo en el sofá y encararla.- Busquemos un sitio lejos del circo que vivimos cada día, sin tener que estar pendiente de lo que digan los demás o escondiendo quien realmente somos. Birtchmon es demasiado pequeño para gente como nosotros.

Se quedó un instante en silencio, expectante, aunque se temía la respuesta. Sabía que su situación y la de Sidney eran completamente distintas, y que se estaba metiendo en los planes de futuro de otra persona.

En ese momento sonó su teléfono. Hizo un gesto con el dedo hacia Sidney mientras comprobaba el mensaje. Al leerlo, resopló y se pasó la mano por la cara.

- Con permiso... -dijo con cierta sorna. Se puso de pié y contestó el mensaje, con gesto de desapruebo. -Hay gente aun sola en la calle. No me gusta estar encerrado sin hacer nada mientras ese tío anda por ahí suelto...

Troy escribió:

No se te habrá ocurrido salir sola a la calle, ¿verdad? Santa Claus sigue suelto. Vuelve a casa si puedes, o dime dónde estás. No te quedes en casa sola esta noche, ven al baile. Cuanta más gente, más seguro.

Mercy escribió:

Pero si mi padre dijo que lo habían atrapado! Llevo un buen rato caminando, estoy cerca del parque junto al Ayuntamiento. Y no iré a al baile. No hay nada que me importe allí ya.

Al ver la seriedad con la que Troy comenzó a hablar, Sidney se quedó paralizada, separándose un poco de él. Se sintió atemorizada a la vez que emocionada, dándole vueltas a lo que Troy le estaba proponiendo. Si por ella fuera no se lo pensaría dos veces, pero era demasiado cobarde y había muchos temas que tenía que resolver.

Deseaba cometer una locura como aquella, al fin y al cabo no dejaba de ser una soñadora que había imaginado cientos de veces situaciones parecidas, pero su sentido de la responsabilidad y el deber eran demasiado fuertes en ella.

Por muchas ganas que tuviera de alejarse de ese maldito pueblo, sabía que no podía dejar a su padre de esa forma, sobre todo con la muerte de Malcolm tan cercana. Además, su futuro dependía de sus estudios y no podía abandonar después de todo el esfuerzo invertido en prepararse para entrar en la Universidad.

Por otra parte, no quería perder a Troy tan pronto, precisamente en el momento que había descubierto sus sentimientos hacia él, pero también sabía que pedirle que esperara sólo un poco más, sólo el tiempo suficiente para terminar el instituto, era pedirle demasiado, obligarle a hacer un gran sacrificio que ella no creía merecer.

Abrió la boca para hablar, para explicarle todo lo que su mente había estado pensando durante esos leves instantes, pero el sonido del teléfono de Troy y el gesto que hizo con su dedo, la llevaron a volver a cerrarla mientras observaba con atención la cara de su amigo.

El bufido que soltó, así como la expresión del rostro de Troy, la llevaron a pensar que aquel mensaje no era todo lo agradable que pudiera ser y, curiosa, volvió a abrir la boca para hablar, y en esta ocasión sí pronunció varias preguntas sin entender muy bien a qué se había referido con su último comentario.

—¿Es Jim? —Recordaba que Troy aún no había recibido respuesta al mensaje que había mandado a su amigo—. ¿Pasó algo? —Oír que alguien estaba ahí fuera con el Santa Claus libre sólo consiguió que se preocupara aún más—. No me digas que Jim ha cometido la locura de irse a su casa solo... —Pero la última frase de Troy sólo sirvió para inquietarla, no tanto por el hecho de que probablemente su amigo estuviera solo por las calles, sino por el hecho de que le daba la sensación de que Troy quería irse ya de su lado—. ¿Qué... qué vas a hacer?

Troy no estaba seguro de qué hacer. Se sentía mas aliviado si podía asegurarse de que no pasaba nada en casa de Sidney, pero por otra parte no podía ignorar aquel mensaje.

- No, no es Jim. -contestó.- No me ha contestado todavía, imagino que estará con Lindsey. ¿A quién avisaste de que el Santa Claus estaba aun libre?

Cierta inseguridad comenzó a rondarle la mente. ¿Y si no podía estar a la altura de las circunstancias? El baile era la mejor opción para poder estar presente en caso de que a ese tipo se le ocurriera hacer algo, pero hasta entonces tendría que esperar e intentar no perder los nervios. En esas sonó de nuevo su teléfono. Leyó el mensaje y negó con la cabeza. No parecía muy contento.

- Joder... -escribió un mensaje a toda velocidad y guardó el teléfono.- Tengo que irme, con un poco de suerte solucionaré esto rápido. -se acercó a Sidney y apoyó una rodilla en el sofá.- Volveré para ir juntos al instituto. Quédate en casa, y si pasara cualquier cosa, llámame o envíame un mensaje inmediatamente. ¿De acuerdo? -sonrió, intentando aliviar un poco el tono, y le cogió la mano.- Estaré aquí antes de que te des cuenta.

Se acercó a ella y apoyó la frente contra la suya, con los ojos cerrados. Volvía a sentirse cansado, con ganas de que todo acabara de una vez y poder ocuparse de su vida con normalidad. Abrió los ojos y se quedó mirando a los de Sidney un instante. Dibujó una media sonrisa burlona.

- No le digas a nadie que estás saliendo con un superheroe.

Le dió un beso y se dispuso a levantarse. Esperaba poder volver lo antes posible.

Troy escribió:

Lo han visto suelto. Tienes que ir al baile, no puedes quedarte en casa sola. No te muevas de donde estás, voy hacia allí.

—Pues... a ti y a Kat nada más. Aparte de vosotros, quién más me iba a hacer caso.

Sidney comenzaba a preocuparse al ver la reacción de Troy al recibir los mensajes, no sabía quién se los estaba enviando y, descartado Jim, sólo podía pensar que era alguien bastante cercano a él. Un nombre comenzó a abrirse paso en la cabeza de Sidney, pero prefirió no hacer preguntas al respecto ya que Troy no parecía demasiado dispuesto a decirle de quién se trataba.

—Espero que no haya sucedido nada grave... —Su tono de voz había bajado bastante y se notaba que su preocupación era sincera. Sus siguientes palabras se convirtieron casi en un murmullo y fueron dichas más por curiosidad que por cualquier clase de reproche—. Tiene que ser alguien muy importante para ti para que te vayas con tanta prisa.

Cuando Troy se acercó a ella, cerró los ojos intentando con desesperación poder detener el tiempo, soñando durante esos leves instantes en que sus vidas eran completamente distintas, pero hubo algo en las palabras de su amigo que la hicieron volver a abrirlos sorprendida.

—¿Sa... salir? ¿De verdad estamos... saliendo? —Se sentía confundida, una cosa era que ella se creyera la romántica historia que estaba viviendo en los últimos minutos y otra muy distinta que los labios de Troy se lo confirmaran. Una sonrisa bobalicona asomó a su cara—. Espero que eso lo digas porque no quieres que nadie se entere de tus ocultas cualidades y no...

Dejó la frase sin concluir, mordiéndose el labio para no continuar hablando. Por un instante, tan sumamente breve que no debería ni haberse enterado que pasaba, la imagen de Derek había cruzado su cabeza, sobre todo el hecho de que sabía que Derek siempre había evitado que cualquiera del instituto pudiera verles hablando, y ese miedo a volver a caer exactamente en lo mismo empezaba a preocupar a Sidney.

Aceptó emocionada el beso de Troy antes de levantarse para acompañarlo.

—Prométeme que vas a tener mucho cuidado, por favor. Porque —sabía la contestación pero no podía dejar de preguntárselo, quizás como una forma de demostrarle que estaba a su lado— me imagino que no me dejarás que te acompañe ¿verdad?

Hacía horas que sus sentimientos se habían montado en una montaña rusa que no cesaba de subir y bajar y, en esos instantes que había conseguido llegar a una de las cimas más altas, tenía la sensación de que comenzaría un descenso frenético y sólo esperaba que el vagón cargado con sus esperanzas e ilusiones no se fuera a estrellar contra el suelo.

Cuando se levantó del sofá y escuchó el comentario sobre si estaban saliendo, se frenó y se quedó con cara de perdido, entrecerrando los ojos.

- Bueno, era una... Quiero decir, tampoco le había dado más... -sacudió la cabeza y volvió a sonreir, mirando a Sidney con un reproche fingido.- Eh, no me presiones. No hago esto cada día, ¿vale?

Continuó caminando hacia la puerta, colocándose bién los guantes sin dedos y la chaqueta. Al oir la pregunta de Sidney se acercó a ella, sin perder la sonrisa, y con el ceño fruncido dijo:

- Noup. -volvió a relajar la expresión y continuó andando.- En la calle puede no haber nadie que te ayude si las cosas se ponen feas. Aquí estás detrás de una puerta con cerradura, y está tu padre. -abrió la puerta y se giró hacia Sidney.- Además, tú también tienes una misión. Tienes que convencer a Kat de que venga esta noche con nosotros.

Troy cogió su mano y se la quedó mirando a los ojos, serio, con la sensación de que podría ser la última vez. Quiso recordar todos los detalles, como si temiera olvidarlos de repente. Intentando quitar esos pensamientos de su cabeza, sonrió y comenzó a caminar de espaldas, sin dejar de mirarla. Su mano se fue soltando lentamente hasta que se separaron. Se llevó la mano a la cabeza a modo de saludo militar, se dió la vuelta y salió a la calle. Con las manos en los bolsillos, comenzó a caminar sin mirar atrás.