Partida Rol por web

Hicieron falta tres policías para evitar que Kurt sobrepasara el cordón policial y entrara en casa de los Spencer, donde al parecer había ocurrido un asalto. Kurt tenía tanta fuerza, y estaba tan preocupado por su amigo, que conseguía sobreponerse a la barrera que formaban los agentes, y eso a pesar de que le sujetaban de los brazos y uno de ellos había conseguido agarrarle por el cuerpo.

James Bostrom era el sheriff del pueblo, un simpático y bonachón hombre de mirada cándida y aspecto bonachón. Estaba ya cerca de su jubilación, tenía la cabeza calva como una bola de billar y la cara redonda y rechoncha, con unas mejillas enrojecidas por el frío y unos ojillos pequeños y simpaticones. Se acercó a Kurt para tratar de calmarlo y evitar así que nadie se hiciera daño. Le habló con su voz pausada y conciliadora.

-Tranquilo muchacho, ¿eres amigo de la familia?.

Troy caminaba cargando su bolsa de viaje, la funda de la guitarra y una bolsa mientras miraba su teléfono con expresión incrédula. Sacudió la cabeza mientras escribía y guardó el móvil, volviendo a fijarse en la calle. Al alzar la vista, se llevó cierta sorpresa al encontrarse a Sidney, hasta el punto de aminorar la marcha. Por un instante no supo exactamente qué decir, hasta que se dió cuenta de que parecía haber estado llorando. Se acercó a ella y dejó los bultos en el suelo.

- Hey, ¿qué te pasa?

Por un instante, Troy olvidó que tenía un ojo morado y el labio partido.

La respuesta llegó la mañana del día siguiente.

Mi reproductor de música se quedó en tu coche. Te lo cambio por una bolsa de ropa

Sujetaba con fuerza el móvil en su mano mientras caminaba en dirección a su casa, esperando recibir un mensaje que no acababa de llegar por mucho que mirara el teléfono. Sentía el picor de las lágrimas intentando salir de sus ojos, pero lo último que quería era que cualquiera la pudiera ver llorar en mitad de la calle, ese era el motivo que no se atreviera a levantar la vista del suelo.

Sus pensamientos alegres de hacia tan solo unas horas, se habían visto velados por los nubarrones que presagiaban una gran tormenta, una tormenta que agitaba su corazón sin piedad. No podía creer que aquello le estuviera sucediendo, no ahora que parecía que la vida volvía a sonreírle.

No quería pensar mal, buscando una excusa tras otra para su comportamiento, pero cuánto más pensaba en ello más humillada se sentía. Si todo resultaba ser una maldita broma de mal gusto, sería incapaz de volver al instituto por mucho tiempo.

Seguía sin aparecer ningún mensaje en su teléfono móvil y, a esas alturas, por muchas esperanzas que pudiera tener, se daba cuenta que no recibiría ninguno. Levantó la vista brevemente para no chocar con algún obstáculo cuando vio a Troy venir directo hacia ella.

No, no, no...

No podía permitir que la viera así y mucho menos tenía ganas de dar explicaciones pues, si lo hacía, la poca fortaleza que le quedaba desaparecería de un soplo. Pero su propio sufrimiento quedó momentáneamente relegado a un segundo plano, cuando vio la cara de Troy y todas las bolsas con las que cargaba, incluida su adorada guitarra.

Negó con la cabeza mientras le dedicaba una apagada sonrisa que no sabía como había conseguido esbozar al escuchar su pregunta.

—Creo que eso mismo te lo puedo preguntar yo a ti. —Señaló con un rápido gesto la cara de su amigo antes de abarcar con su mano las bolsas, la mochila y la guitarra que ahora reposaban en el suelo—. ¿Qué te ha pasado? Estás... eh... tienes la cara destrozada. —Había un deje de preocupación en su voz—. ¿Te... te vas? —Sincera preocupación y extrañeza.

Troy se topó con más preguntas de las que quería responder en aquel momento. Dudó un instante, intentando buscar las palabras adecuadas.

- Emm... ¿Esto? -dijo señalando su cara.- Pfff, nada. Tendrías que ver cómo quedaron ellos. Ehh... -miró sus cosas, luego a Sidney, luego a su alrededor y de nuevo a Sidney. Frunció el ceño y le dió un ligero empujón en el hombro.- Eh, te he preguntado yo antes. -intentó sonreir, pero la herida del labio no se lo puso fácil.- Hey, perdona si me he metido donde no me llamaban. Si no me lo quieres contar no hay problema, pero... Tan solo quería ayudar. ¿Hay algo que pueda hacer por tí?

Sentía que le había costado horrores juntar esas cuatro frases.

Asintió casi de manera inconsciente cuando el sheriff, una vez vio que se calmaba o daba por vencido, le preguntó. Cerró los ojos como si quisiera borrarse de la mente la puerta destrozada, y cuando los abrió miró directamente a James. 

- Soy amigo de Dereck, vamos juntos al instituto... - Parecía apagado, como si se hubiera quedado sin fuerzas de repente - ¿Está bien? ¿Puedo verle? 

Estuvo a punto de volver a intentar cruzar la barrera policial, pero miró a los agentes de reojo, en tensión, y se quedó en el amago, decidiendo en el último momento, y sólo gracias a su entrenado control, que era mejor esperar a que le dejaran entrar tras contarle.

Puede que su vida se estuviera yendo a la mierda a cada paso que daba, que cada vez que parecía que se iba a levantar y a reponer un nuevo golpe la echaba por tierra, que la vida no permitía que luciera su sonrisa porque, cada vez que lo hacía, una nueva desventura la sacudía. Puede que sus esperanzas y sus sueños se estuvieran derritiendo como escarcha al sol y lo único que le apetecía en esos instantes era encerrarse en su cuarto a llorar, a divagar qué podía haber hecho en su vida para merecerse lo que le pasaba. Sí, quería esconderse del mundo y todos los problemas que la vida traía consigo.

Pero, por mucho que intentara ser egoísta, sobre todo desde la muerte de su hermano, por mucho que quisiera que los problemas de los demás no le afectaran, por mucho que se empeñara en creer que su vida era peor que la de cualquiera, Siney no podía dejar de ser ella misma. Una joven soñadora, que siempre había creído en un mundo perfecto, dulce y atenta con todo el mundo, preocupada por los demás...

Y en esos instantes Troy parecía tener muchísimos más problemas que ella, por mucho que el chico quisiera desviar el tema. Pero ver las bolsas en el suelo, su cara magullada y su insistencia para no contestar sus preguntas, la habían puesto sobre aviso. De acuerdo que Troy era el matón del colegio, alguien del que era mejor alejarse para no tener problemas, pero seguía siendo una persona. Una persona que Sidney había comprobado que tenía mucho más corazón que todo ese grupillo que iba de guay.

Sidney había visto el potencial que se escondía en Troy, a la prueba estaba la mejoría de sus notas simplemente poniéndole un poco de ganas e interés. Había comprobado las veces que la había defendido frente a las matonas de las Wells o de Kurt. Y ahora parecía se él el que tenía problemas. Pero ¿qué podía hacer ella?

Le pareció algo completamente banal, dadas las circunstancias, contarle lo que había pasado, así que se encogió de hombros y esbozó una sonrisa que, aunque seguía siendo triste, parecía sincera.

—Tranquilo, no me pasa nada. Bueno... ya sabes como son ciertos chicos del instituto y lo que les gusta gastar bromas pesadas a la gente.

Pero Derek no es así... No, él no me gastaría ninguna broma, no... él no.

Le dedicó una larga mirada a Troy mientras se mordía el labio dubitativa. Sabía lo que le esperaba si volvía a casa, soledad y llanto y, en esos instantes que estaba junto al chico malo del instituto, algo en su interior se revolvió. Estaba cansada de ser el pañuelo de lágrimas de unos y el saco de boxeo de otros. Estaba harta de que todo el mundo la compadeciera y sólo vieran en ella el reflejo de Malcolm. Estaba hastiada de ser la pobrecita niña buena del que todo el mundo podía reírse. Algo en su interior se había roto en esos instantes, estaba cansada de esconderse y de llorar... por lo menos por el momento.

—¿Quieres que te ayude? —Señaló las bolsas del suelo—. ¿Te acompaño a algún sitio?

Miró con seriedad a Sidney cuando ésta comentó lo de la "broma pesada". Se cruzó de brazos, dejando ver que tenía los nudillos algo inflados y rojos.

- Ya, la gente es muy "graciosa" hasta que són ellos las víctimas. -intentó esconder cierta expresión de malicia.- A mí también me gusta gastar bromas, si me dices quién ha sido podemos devolvérsela. Au...

Se llevó la mano a la boca tras intentar sonrerir de nuevo y llevarse otro pinchazo. Sidney lo observaba ahora fíjamente, y él no pudo evitar hacer lo mismo. Imágenes de la tarde pasada comenzaron a pasar frente a sus ojos, imágnes que precedieron a otras más antiguas. Perdido en sus pensamientos, escuchó a Sidney hablar de nuevo.

- ¿Esto? Tranquila, no es tanto. -se quedó pensativo un instante. "¿Es buena idea? Posiblemente no", pensó.- Iba a pasar el rato con Jim en el centro comercial. -"No es buena idea, tio" se repitió.- No se si pensabas hacer algo, pero... -"Chaval, que te despistas".- Ven, si quieres. Bueno, si no tienes nada que hacer. Tampoco quiero entretenerte o...

"¡Eres un campeón!", pensó sarcásticamente para si mismo. Se puso a recoger sus cosas, solo por tener una excusa para no mantenerle la mirada a Sidney. Se cargó la bolsa de viaje al hombro, la guitarra en una mano y la otra bolsa en la otra.

El día había comenzado favorablemente para Jim, quién tras una agradable mañana con su madre había descubierto que el ambiente en casa los Wells no rezumaba la hostilidad que temía haber dejado flotando en el aire, y ahora se dirigía alegre a pasar las frías horas del comienzo del día con Troy mientras respondía a su novia. Troy y él compartían mucho en común: los dos estaban fuera de la estructura social imperante en Highbrooke, los dos escapaban para fumar y compartían periódicamente castigos por ello y… y en realidad eso era todo. Sin embargo, de alguna forma que ni él comprendía, había llegado a conocer el lado amable del delincuente juvenil más famoso del instituto. Cuanto más fríamente lo pensaba más se enorgullecía de su talento innato e inconsciente para hacer aflorar el lado oculto de la gente con la que se juntaba, y se preguntaba si podría hacer lo mismo con todo el mundo. El recorrido por las personas de su ámbito más cercano le mantuvo distraído durante buena parte de su viaje.

Lindsey me ha mostrado que es la mujer más maravillosa del mundo, Troy que puede ser un buen amigo si se le trata bien, Mercy que… las inhibiciones se superan rápido. Déjame ver… ¿Kurt? ¿Habrá algo que Kurt no le muestre al mundo entero? ¿La hermanastra de Linnie y Mercy? No, con ella no tengo bastante trato, además ella solo debe mostrarse cómoda con Sidney…

Pensar en Sidney llevó al chico a hacer aflorar en su mente el rostro de Malcolm, que durante todo el tiempo trataba de mantener alejado de su pensamiento. La culpabilidad que le asfixiaba por aquel terrible final, que él podría haber evitado si hubiera sido más responsable parecía no querer abandonarle nunca. Esta imagen, ahora grabada a fuego en su cabeza asentó en su ánimo un estado de desasosiego que terminó de aflorar al pasar por delante de la casa de Derek.

Aparentemente, se había producido un altercado en casa de uno de los chicos más queridos de Highbrooke y casi-vecino de Jim. La puerta, como el chico observó aun desde la distancia, estaba abierta debido a un orificio que parecía ocasionado por un hacha o herramienta equivalente. Con la policía dando vueltas de un lado para otro y la sensación de intranquilidad que le había invadido en el instante previo, Jim se sintió por un instante paralizado, hasta que la voz de Kurt, quién gritaba a los agentes de policía preguntando –exigiendo, más bien- saber dónde estaba Derek. En este instante confuso no había lugar en la cabeza del chaval para albergar rencor alguno por la frase de despedida del día anterior, así que exaltado por encontrar una cara conocida en el caos de incertidumbre que le asolaba, Jim marchó raudo en dirección a Kurt mientras enviaba un mensaje maquinalmente a Troy.

¡No me olvidaría nunca de ir a buscarte! ¡Tú no te olvides de quererme! Luego nos vemos, y maravillamos a todo el mundo con nuestra inesperada (aunque ya no secreta relación).

PD: Ya verás que bien le sienta a este cuerpo sexy un buen traje.

Al móvil de Troy llegó un mensaje, que si no fuera por el nombre de la agenda de contactos, no hubiera adivinado que venía de Jim, dado que estaba plagado de abreviaturas y palabras escritas a la carrera, algo anormal en el chico.

Troy clega, ha srgido algo raro y llegre n pco tarde. T cuent ahora xro parec grave. sorry. 

—Gracias Troy, pero no hace falta... Creo que ya has tenido suficientes problemas por hoy. Además... ¡Oh! —Sidney dejó de hablar al escuchar su interjección de dolor y, en un gesto involuntario, a punto estuvo de llevar su mano haci la cara de Troy pero, en el último segundo, la dejó caer de nuevo.

Al escuchar que ya había quedado con Jim, Sidney se sintió un tanto decepcionada. Estaba claro que todo el mundo tenía planes y quedaba con sus amigos menos ella. Además, había sido demasiado insensata al pensar que alguien como Troy quisiera pasar unas horas con la sosa de Sidney, era lógico que intentara rechazar su compañía, aunque Sidney reconocía que por lo menos lo había hecho con amabilidad.

—La verdad es que no... bueno... ya no tengo ningún plan ni nada que hacer... —Salvo llorar en mi cuarto, pensó para sus adentros con cierta rabia—. Pero si has quedado con Jim no quisiera molestaros, acoplándome de mala manera.

Volvió a morderse el labio indecisa, no sabía porqué le apetecía estar acompañada en esos instantes, pudiera ser que estaba harta de llorar, de darle vueltas a las cosas una y otra vez, y quizás lo que necesitaba era salir de una vez de su cascarón, romper con todo lo establecido, volverse una chica mala y que todo el mundo dejara de verla como una víctima.

Sí, todo eso sonaba muy bien en su cabeza, pero Sidney sabía que no tenía el empuje necesario para dar un cambio tan radical. Kat ya lo había intentado sin consenguirlo, ¿por qué la compañía de Troy iba a ser distinta?

Por tercera vez se volvió a morder el labio, tomando una decisión de la cual seguramente se arrepentiría, pero en esos momentos estaba cansada de que todo el mundo se burlara de ella o la compadecieran y quería experimentar saber qué se sentía estando al "otro lado".

—Voy contigo y si soy una molestia me lo dices ¿vale?

Se acercó a Troy para ayudarle con una de sus bolsas, intentando pensar en los motivos que la habían impulsado a aceptar aquella invitación por parte del chico malo del instituto y fuera del ámbito académico.

Troy quiso contestar varias veces a Sidney, pero la veía extrañamente indecisa. Primero parecía que iba a moverse, después se paró, después parecía querer hablar pero no decía nada, después decía que no para finalmente decir que sí.

- Si fueses una molestia, no te hubiese dicho que vinieras. -dijo finalmente con toda sinceridad.

El teléfono de Troy sonó en su bolsillo. Aprovechando que Sidney le cogió la bolsa, lo sacó y leyó el mensaje, con clara expresión confusa. Respondió y volvió a centrarse en Sidney.

-Jim llegará tarde. Ahora no tienes excusa. -dijo con media sonrisa.- Ven un rato, y cuando quieras irte, eres libre de hacerlo. No soy el tio más divertido del pueblo, pero durante un rato puedo ser agradable. Peeeeero... -se acercó mucho a ella, con expresión seria y bajando el tono.- Me tienes que contar a quién tenemos que echarle la bronca.

Dejó escapar una leve risa y le hizo un gesto con la cabeza para que comenzaran a andar. No acababa de entender nada de lo que estaba ocurriendo aquel día, pero tenía la sensación de que todo comenzaba a encaminarse.

- Y no me digas cuantos problemas puedo tener, mamá. -añadió cómicamente.

La respuesta llegó de inmediato:

¿Va todo bién? ¿Necesitas ayuda?

Mientras hablaba con el Sheriff, Jim se acercó, pues había visto la escena y quería saber que era lo que estaba pasando. James Bostrom era el sheriff del pueblo, un simpático y bonachón hombre de mirada cándida y aspecto bonachón. Estaba ya cerca de su jubilación, tenía la cabeza calva como una bola de billar y la cara redonda y rechoncha, con unas mejillas enrojecidas por el frío y unos ojillos pequeños y simpaticones.

Cuando Jim se acercó hasta donde Kurt estaba, escuchó como el sheriff hablaba con él. Kurt había preguntado si podía ver a Derek y el Sheriff acachó la cabeza y miró sus zapatos por un segundo, cuando volvió a mirar a Kurt su cara era de circunstancias. Su mirada reflejaba que algo iba mal, realmente mal. Algo horrible tenía que haber pasado.

-Lo siento. Es mejor que no lo veas.

La mirada se le nubló durante un instante mientras daba un paso atrás, justo para chocar con Jim. Se giró y le miró a la cara; tenía el rostro presa de la incredulidad, un extraño brillo en los ojos y la boca ligeramente abierta, aunque no emitía sonido alguno. 

Volvió a darse la vuelta para mirar al Sheriff, que parecía observarle con un gesto entre compasivo y horrorizado. No quería ver a su amigo, pero algo le empujaba a hacerlo, se sentía como si no estuviera cumpliendo con él si no lo hacía, y el tenía poca gente cercana, pero era fiel a ellos.

- Quiero verlo, dejarme pasar. 

Sus manos se cerraron y formaron dos fuertes puños que dejaron blancos sus nudillos. Parecía temblar, aunque nada tenía que ver con el frío, y su expresión era dura y fría. 

- Necesito verle... 

La cena transcurrió como era de esperar, al fin y al cabo eran tres adolescentes hormonadas y absurdamente contrarias que habían sido obligadas a vivir bajo el mismo techo por capricho del amor de sus padres. Kat intentó pasar desapercibida pero con Tweedledum y Tweedledee siempre listas para atacar era imposible tener un segundo de paz. Estaba deseando terminar de cenar y encerrarse en su guarida. 

Ya en su cuarto el insomnio como un pequeño ser oscuro y pegajoso no se despegó de ella. Como bien le había dicho a Sidney, estaría despierta un buen rato, así que no se demoró y se puso con la temporada de sobrenatural y su amor platónico. 

Estaba siendo una buena noche... desde luego. Poco a poco el sueño, tímido, comenzó a hacer de las suyas hasta que por fin Kat se quedó dormida casi al final de un capítulo. La luz del portátil se apagó al terminar la serie y toda la habitación quedó a oscuras a excepción de una pequeña y valiente llama ya casi extinguida que velaba por la joven. 

La ruidosa música de su hermanastra despertó a Kat, cogió la almohada y se tapó la cara con ella inundando toda la cabeza para intentar amortiguar el ruido y los rayos de sol que tan desconsideradamente chocaban con sus ojos cerrados.

*Hoy me espera otro día muy laaaaargooo... Será mejor que me prepare*

Jim se había acercado a paso ligero en dirección a Kurt, esperando que éste pudiera arrojar algo de luz sobre la incertidumbre que pesaba sobre el chico. La casa de su casi-vecino Derek estaba “sitiada” por agentes de policía, y la puerta destrozada parecía indicar que había ocurrido algo malo. Según se iba acercando y sintiendo el denso aire que se respiraba en la zona, Jim iba perdiendo fuerzas, y cayendo en una sensación de irrealidad, como si todo fuera un sueño. Cuando llegó inmediatamente detrás de Kurt, no logró hacer salir de su boca ni una palabra. Cuando su móvil vibró, solamente miró la pantalla un segundo, y sin mirar cómo escribía contestó velozmente y se mantuvo observando en silencio al deportista.

Kurt estaba hablando con el Sheriff Bostrom, aquel hombre a quien Jim debía la anulación de más de una multa bajo la promesa de reformarse y “no volver a fumar nada raro”. Sin embargo la expresión alegre y bonachona con la que siempre recibía a Jim había desaparecido de su rostro. La cara con la que el Sheriff contestó a Kurt heló la sangre del joven, que quedó inmovilizado y en silencio, presa de las peores predicciones que su mente se empeñaba en imaginar.

Kurt chocó con Jim al dar un paso atrás, pero aunque éste le miró, el chico no pudo decir ni una sola palabra, y únicamente observó a quarterback con rostro atónito, hasta que dejó de mirarle y volvió a dirigirse al Sheriff.

- Kurt, Sheriff Bostrom… - comenzó a decir Jim, acercándose un paso y quedando a la misma altura que Kurt respecto al Sheriff. – ¿Qué ha…? ¿Derek…? ¿Por qué no podemos ver a Derek? Si ha pasado algo y está muy afectado, a mí se me da muy bien escuchar y Kurt es su mejor amigo. Déjenos pasar a verle, Sheriff Bostrom.

Se notaba el increíble esfuerzo que Jim estaba haciendo para mantener la ingenuidad y la esperanza a pesar de que el contexto le sugería que era inútil. 

Tras aproximadamente un minuto, la respuesta de Jim llega al teléfono de Troy, con la misma dicción apresurada que el mensaje anterior. 

Ayuda no. Stoy bien. Xro la policía stá n casa de Derek. Algo a pasado. Stoy intentand nterarme. Sperame o ven, no se…

Al sheriff Bostrom parecía que el corazón se le había partido de golpe cuando miró de nuevo a los muchachos. Resopló y miró hacía la casa un segundo antes de volver a mirarles a ellos, parecía estar dudando. Abrió la boca y luego la cerró sin emitir sonido alguno, negó y después se dirigió a ellos. Por un segundo pensaron que iba a dejarles pasar.

-No podéis pasar, lo siento. Es... es la escena de un crimen.-Intentó decirlo de la manera más suave que pudo, pero cerró los ojos como un reflejo al pronunciar la última palabra. Sabía que no había logrado suavizar la noticia y que su voz había sonado demasiado dura. Para un sheriff en Los Ángeles sería sencillo dar ese tipo de noticias. Estaría más que acostumbrado, pero en Minnesota rara vez tenían que dar una noticia así, y mucho menos en un pueblo tan apartado a orillas de lago Bemidji.

-Mis hombres están investigando y es mejor que nadie contamine la escena, cualquier pista es crucial. Nadie puede pasar hasta que acaben y venga el juez Wells.