Partida Rol por web

- Oh, no no... -comenzó a contestar a Halle mientras se levantaba.- Si en el fondo ha tenido su gracia, es sólo que me has robado la oportunidad de hacer yo el chiste fuera de tono.

No se lo pensó demasiado y empezó a caminar junto a Jonathan hacia el interior. No tenía pensado parar para contestar a Halle, pero viendo que Jim también prefería esperar, paró la marcha y giró sobre sus piés.

- No sé tío, ya estamos aquí. No nos cuesta nada echar un ojo y ver si el sitio está realmente vacío o no. Este cabronazo -señaló a Tom.- ya ha dado la voz de alarma, no sé cuánto más podemos esperar. Quizás... -se rascó la frente y negó con la cabeza.- No sé, yo voy a entrar. Al menos para ver si hay alguien. Esperad aquí si queréis, intentaré no meterme en ningún lío y volveré para deciros algo.

Sin mucha intención de dejar que alguien le hiciera cambiar de idea, Troy volvió a girarse y siguió caminando hacia el interior.

-Espera, Troy. Voy contigo. - dijo el sheriff antes de girarse hacia el resto. -Echamos un vistazo y volvemos. No creo que sea buena idea estar separados y esperar a Allison me parece una buena idea, pero Troy tiene razón. 

Troy y Jonathan se adentraron hacia la puerta principal del instituto y entraron en él como tantas veces hubieran hecho ya a lo largo de su vida, aunque ahora las diferencias eran muchas y muy grandes. En primer lugar entraban a un edificio medio abandonado que apenas reconocían, y no lo hacían para recibir clase sino para investigar si un par de maníacos habían resucitado para llevarse a los niños de Birchmont. Jonathan caminaba agazapado, con el arma sujeta por ambas manos y apuntando hacía la escena que se iba abriendo ante ellos, aunque bien sabía el sheriff que de poco servían las balas contra quien iban a enfrentarse.

El resto los vio desaparecer y se quedaron esperando a que Allison llegara, con el cadáver de Tom Maslow junto a ellos con la cabeza completamente reventada y la incertidumbre de saber qué pasaría en el interior. Se levantó una fría e incómoda brisa invernal que se colaba entre sus ropas y les recordaban que el inverno en Minnesota era muy duro.

Jim había estado dudando de aquella idea, tanto que, en un primer momento, se había quedado paralizado en el sitio. Así estuvo hasta que Troy y Jonathan desaparecieron por la puerta, y el nerviosismo comenzó a hacer mella en él.

—Mierda, no tendríamos que habernos separado —dijo entre dientes, mirando a uno y otro lado, dudando, hasta que sus ojos se quedaron fijos en la puerta del instituto y emitió lo que podía pasar por un quejido—. Joder, voy con ellos. —Espero que Alisson llegue rápido.

Y no había acabado de decirlo cuando, con aquél pensamiento, se puso a trotar hacia el edificio siguiendo a los otros dos.

Quedarse separada de los demás tampoco formaba parte del plan de Charlie, pero alguien debía esperar a Allison. Además, se habían ido con tanta decisión que tampoco había dispuesto de tiempo para pensárselo y estar segura de lo que quería hacer. 

Por una parte, su intención había sido siempre entrar y comprobar personalmente, junto a los demás, si allí dentro había algo o no que tuviese que ver con Stark, o el mismo Stark. Pero le había afectado la muerte de guardia y no estaba completamente segura de lo que era mejor.

Jim pareció tomar aquella decisión rápidamente, pero Charlie miró a Halle, dudando, hasta que finalmente, tuvo claro que prefería quedarse allí y esperar.

-Y-yo prefiero quedarme -le dijo finalmente a Halle -. Yo también pienso... bueno, sé que las balas no le harán daño. Espero que no les ocurra nada.

Y tras decir aquello, se volvió hacia la carretera para así ver cuándo venía Allison.

El interior del instituto había cambiado mucho con respecto a los tiempos en los que ellos iban a estudiar allí. En primer lugar todas las taquillas habían desaparecido, por lo que los pasillos parecían mucho más grandes y desangelados. Faltaban muebles, puertas y había cables colgando del techo y algunas paredes. Había alguna pintada que debía llevar allí desde antes que ellos entraran y poco más.

Jonathan se volvió con el arma apuntando hacia la entrada al escuchar el ruido de alguien que les perseguía pero soltó un maldición que sonaba en verdad a un tremendo alivio cuando vio que era Jim quien aparecía allí tras ellos. Aunque eso sí, el susto había sido de muerte.

El lugar estaba vacío y no se escuchaba ni un alma allí dentro. Jonathan apuntaba con la linterna al frente y hacia el interior de las clases por las que se iban cruzando. Llegaron hasta la entrada al gimnasio donde años atrás se había celebrado el infame y trágico baile. Pero tampoco allí había nadie. Tampoco había casi nada, ni las espalderas, ni las canastas, ni nada del antiguo material de deporte. Tan solo era una gran nave con el suelo pintado con las líneas de los diferentes deportes que alguna vez habían tenido que practicar allí.

Volver allí dentro, después de tantos años y con todo lo que habían vivido allí, estaba resultando una experiencia algo surrealista para Troy. Por muy cambiado que estuviese el instituto, era como si el eco trajera consigo sonidos del pasado. Todo parecía enorme y desolado, pero casi se podía notar a gente corriendo por los pasillos, voces aquí y allá.

- Joder, es como estar dentro de un fantasma. -dijo en voz baja.

Pero el momento más intenso fue cuando se acercaban al gimnasio. Troy podía sentir la anticipación creciendo dentro de él. Tenía la seguridad de que encontraría a Sid allí, que le partiría los dientes al cabrón que la retuviese y que se largarían a casa, pero no tuvo esa suerte. Miró por cada rincón del gimnasio en busca de algún rastro, alguna pista que les indicara que habían estado allí.

- ¿Dónde más podrían estar? -preguntó desde un rincón.- ¿El laboratorio? ¿Las calderas? -apoyó las manos en las rodillas y suspiró sonoramente.- ¿Y si no es aquí? ¿Y sí... -dio unos pasos hacia ellos.- ¿Y si el inicio fue otro? No sé, quizás... -se quedó un instante mirando a la nada y su ceño se fue frunciendo poco a poco.- ¿Derek? ¿Malcom?

Al pensar en Malcom, a quien había casi olvidado, se acordó repentinamente de Sidney y, de inmediato, en su hijo. Sacó su teléfono y empezó a buscar como un loco para intentar llamarla. No se sorprendió al ver que, de todos los números de aquel entonces, el de Sidney era de los pocos que conservaba. Presionó para llamarla y esperó impacientemente.

Se quedó congelado en el sitio cuando Jonathan le encañonó; levantó las manos como acto reflejo y, titubeando, se disculpó por el susto que seguramente les habría dado.

—So...Soy yo. Lo... Lo siento.

Cuando el sheriff bajó el arma, suspiró aliviado, aunque el consuelo no le duró demasiado. Un solo vistazo alrededor y no pudo menos que asentir a las palabras de Troy. Un fantasma. O una pesadilla. No pocas veces había tenido horribles sueños de aquél lugar, que no distaban demasiado de lo que ahora veía, evocando un pasado sangriento que no lograba olvidar.

Mientras avanzaban hacia el gimnasio, con cada pisada resonando por los pasillos vacíos que recordaban todo lo que allí habían vivido, todo lo que había ocurrido, Jim se empezó a liar un porro de manera inconsciente. Para cuando llegaron las dobles puertas de ese sitio al que prefería no entrar jamás, ya lo tenía en la boca y se lo había encendido, dando las primeras caladas para que la llama prendiera bien.

—¿Estáis...? —Tragó saliva—. ¿Estáis seguros?

Su amigo no respondió, simplemente entró. Y con un nudo en el estómago, él le siguió de cerca, más por inercia que por valor. Por suerte (y aunque ninguno lo dijera, todos debía sentir cierta tranquilidad de que allí no hubiera un Santa levantado de la tumba), estaba tan vacío como el resto del abandonado instituto. Eso significaba que tampoco estaba Sid, ninguno de los niños, y que su propia teoría se venía abajo. Entre aquél sosiego, no pudo evitar sentirse también algo decepcionado.

—Tendría que ser aquí... —susurró—. Aquí empezó para ti. —Negó—. No lo entiendo. ¿Y por qué iba a suicidarse Tom si no? Debe haber algo.

Tenía que ser así, así que se puso a buscar por todos lados, cualquier pista.

Habían pasado unos diez minutos desde que los chicos entraron en el viejo instituto. Ellas habían quedado esperando fuera a que Allison llegara, pero hacía un frío horrible y la presencia del cadáver de Tom Maslow no era nada agradable, así que Halle y Charlie se apartaron un poco de la puerta de la valla donde yacía lo que quedaba de Tom. Hacía un frío horrible por culpa del viento helado que se había levantado en los últimos instantes. El teléfono de Halle comenzó a sonar unos instantes después, era Sean, pero la comunicación no era muy buena y su voz no paraba de entrecortarse. Logró entenderle que ella y la pequeña estaban bien, y trató de decirle algo relacionado con el FBI pero Halle no llegó a entenderlo. Después la línea empezó a pitar como si el número estuviera ocupado y terminó colgando desesperada.

Un poco después aparecieron las luces de un coche por la carretera que se detuvo frente a ellas. Era Allison. La vidente estaba muy sonriente, algo raro en ella. Las saludó con una mano, aparcó a toda prisa y salió del coche cargando el grueso libro que le habían dejado junto a un montón de papeles donde tenía anotaciones.

-¡Lo tengo! -Les dijo levantando los apuntes y el libro como si fuera un trofeo. -El libro tiene un conjuro que anula el poder que ha traído de vuelta a los Stark. ¿Dónde están los demás? - Preguntó mirando a las chicas.

Pero antes de que le contestaran la vidente se llevó las manos a la cabeza dejando caer los apuntes y el libro con un gesto terrible de dolor. La jaqueca era tan intensa que le hizo doblar las rodillas. Se recuperó pocos instantes después jadeando y arrugando la frente.

-Siento algo... Un poder... ¡Ah! Es difícil... de explicarlo. Hay muerte... y un gran peligro. ¡Oh! Hay alguien muerto allí - dijo señalando con una mano temblorosa hacia el lugar donde estaba Tom Maslow. -Siento su dolor. Hay arrepentimiento, duda... y preocupación.

Troy recordó a Sidney tras ver en su cabeza un montón de imágenes que le perturbaron enormemente en las que recordaba a personas a las que había intentado olvidar tras tantos años. Derek, Malcolm... Afortunadamente todavía guardaba el número de Sidney en su agenda de contactos del móvil, algo que tampoco era de extrañar ya que ese debía ser el mismo móvil que Troy llevaba en el instituto. Una antigualla que ya por aquel entonces estaba desfasada. La línea dio largos e interminables tonos hasta que finalmente la voz de Sidney se escuchó al otro lado entrecortada y distorsionada por culpa de la mala calidad de la línea. Habían pasado muchos años y las torres de telefonía de la zona seguían funcionando terriblemente mal cuando había algo de tormenta o viento. Troy escuchó algo de angustia en la voz de Sidney, dijo algo de que Troy se había perdido, o algo así pudo entender antes de que la conexión terminara rompiéndose.

Jim estaba muy nervioso en el gimnasio, era todo un manojo de nervios que trató de tranquilizar con algo de hierba. El gimnasio era el lugar donde había tenido lugar el baile, y donde había ocurrido la peor masacre del estado de Minnesota en toda su historia. Y ellos no habían vuelto a aquel lugar desde que sucedió todo. Mientras Troy hablaba por teléfono Jonathan se separó del grupo para escapar del pestazo del porro de Jim y aprovechó para echar un vistazo entre el escaso material que quedaba en el gimnasio. Jim hizo lo propio buscando por otro lugar. Fue hasta la pared del fondo. Allí, recordaba, habían matado a Lilian Anders, su compañera en clase de matemáticas en el primer año. Recordó que Lilian le prestaba la calculadora que él siempre olvidaba. Allí mismo, contra aquella pared, había visto la mirada perdida de Lilian mientras la vida se le escurría a través de una herida de hacha que la atravesaba medio tórax, manchando su precioso vestido rosa y creando un enorme charco de sangre debajo de su falda.

Jim sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo e instintivamente regresó con Troy. Recordaron entonces que el instituto tenía muchos lugares donde se podrían ocultar a los niños y que podrían servir de escondite para Stark. La vieja caldera, que nunca funcionaba bien, se encontraba en una amplia habitación en la planta subterránea. También estaba resto del sótano, que era amplio y en los viejos tiempos era un buen lugar para esconderse a fumar o a hacer cualquier cosa sin que te vieran los profesores. Siempre y cuando pudieras forzar la puerta que daba acceso a él. Y luego estaban las plantas superiores, donde había más clases, el aula de música, el laboratorio y otras habitaciones amplias que bien podrían ser utilizadas para esconder a los niños.

Hacía frío y me puse los guantes y segundos después me abrazaba a mí misma sobre aquel abrigo de pieles. Al menos no iba tan desprotegida en ese sentido como parecía. La ropa térmica debajo de la ropa normal ayudaba mucho aunque con aquel aire cortante empezase a sentir que no valía de nada.

Mi móvil sonó y la verdad es que dudaba de quien podía llamar, aunque era evidente que debía ser Sean. Así era. Nuestra conversación fue breve, al menos supe que él y Tina estaban bien, quiso decirme algo sobre el FBI pero no me enteré de nada, al cortarse la llamada miré el móvil. No había cobertura. Le mandé un whatsapp para cuando hubiese línea de nuevo. No era la primera vez que el viento hacía de las suyas con las coberturas.

Estamos en el instituto, están aquí. Vamos a entrar. No sé que me dijiste del FBI. Te amo Sean Morrison.

En ese momento llegó Allison con su coche y con aquellas dudas y noticias.

- Dentro, no podían esperarte. Ya sabes... son hombres, piensan que ellos solos van a poder hacer todo lo que quieran sin ayuda alguna. - Se quejó, sabiendo que ellos mismos sabían que Allison era la clave en todo aquello.

Cuando la mujer se dobló, Halle la ayudó a incorporarse de nuevo.

- Es Tom, o era Tom, el guardia de seguridad del instituto. Tienen a una tal Lisa con ellos y le obligaron a no dejar pasar a nadie. Creo que me excedí con la presión que ejercí sobre él y... después de apuntarme con el arma a la cabeza, se voló la suya propia, pidiéndonos que cuidásemos se esa tal Lisa. Será mejor que no mire a la derecha cuando entremos. No teníamos nada con que cubrirle y... no es agradable. - Le explicó a la mujer temblando de frío.

- Debió dejarnos pasar, irse al otro lado de la obra y fingir que no nos había visto... no preveí que ocurriese esto. Me temo que aprendí a mentir de un gran mentiroso, pero también frío y cruel y... demasiado tiempo a su lado trabajando... - Guardó silencio un momento. - Vamos, será mejor que nos demos prisa. Debemos alcanzarles antes de que les pase nada malo. Mientras, ¿podrías explicarnos que hay que hacer para detenerles?

La espera se hizo interminable para Charlie. No estaba acostumbrada a que hubiese gente a su lado, desde hacía muchísimo tiempo, ni tampoco a estar fuera de casa y mucho menos, a tener un cadáver a sus pies.

No había oído gritos, por lo que pensaba que al menos, ninguna desgracia había sucedido todavía, pero no se sentía nada segura estando allí, a pesar de hallarse junto a aquella mujer, Halle. No era de las que le hacen compañía a una, entre otras cosas porque solo estaba interesada por su hijo, pero también porque parecía haberse rodeado de un cierto "escudo" que dificultaba enormemente tratar con ella.

Charlie se giró al oír un teléfono que resultó ser el de Halle. Parecía ser su marido, pero había alguna clase de intereferencia que no les permitía hablar con facilidad. Era lo único que le faltaba para aumentar su frustración, seguro.

Afortunadamente, Allison no tardó mucho más en llegar. Su coche iluminó la carretera y Charlie miró a Halle, esperanzada.

-Mira, viene un coche. ¿Será ella? -preguntó al ver las luces, viendo con alivio unos momentos más tarde que efectivamente, se trataba de aquella mujer. Salió del coche rápidamente, llevando el libro y una buena cantidad de papeles, y con cara de satisfacción.

-Parece... que ha descubierto algo -comentó Charlie.

Cuando les dio la noticia, Charlie respiró aliviada.

-Uff, menos mal. Pues... 

Charlie no tuvo tiempo de responderle. Halle lo hizo antes, pero ni siquiera ella pudo extenderse demasiado pues de pronto, la vidente pareció sufrir alguna clase de ataque. Ambas nos lanzamos a cogerla y ayudarla.

-¿E-estás bien? -le preguntó. Su rostro era casi más expresivo que cualquier respuesta, pero al hablar, Charlie sintió que el mundo se le venía encima. Solo cuando señaló al cuerpo de Tom, se calmó lo suficiente como para decir algo.

-S-si, él... no pudo soportarlo. A-algo le pasaba, terrible, y no pudimos... hacer nada. Pero los demás están dentro. ¿Corren peligro, ¿verdad? Debemos ir con ellos. Ahora que sabemos cómo detenerlo, hay que alcanzarles.

- Vamos, vamos, vamos... -se decía mientras el teléfono daba interminables tonos. Finalmente oyó lo que, intuyó, era la voz de Sidney.- ¡Sid! ¿Estáis bien? ¿Qué? No te oigo bien. ¿Sid?

Se quedó un rato mirando al teléfono con gesto preocupado. Cuando Jim llegó junto a él. negó con la cabeza y guardó el móvil. Miró a su alrededor, como si la respuesta tuviese que estar escrita en alguna de las paredes. Ya no podía ocultar más su enfado, y se notó en su tono de voz.

- Esos hijos de puta también tienen al hijo de Sidney. -comenzó a crujirse los nudillos.- A la mierda con todo, voy a revolver hasta el último asqueroso rincón de este montón de escombros. -dio un par de pasos, paró y volvió a girarse hacia Jim.- Vamos al sótano. Allí no se les puede ver desde fuera. Voy a romper la puta caldera con sus cabezas. -comenzó a caminar hacia Jonathan, dándole un toque en la espalda para que les siguiera.- O con la de Allison, como nos haya hecho perder el tiempo aquí.

—¡Espera! —gritó, recuperándose lentamente de los vívidos recuerdos que no era capaz de aplacar fácilmente—. No deberíamos movernos, si los demás vienen llegarán hasta aquí, pero luego no sabrán donde hemos ido. —Contuvo un escalofrío al pensar en estar todos allí, separados y sin saber a qué se enfrentaban, puede que algo mucho peor que lo que había ocurrido diez años atrás—. Tendríamos que esperarles, ¿no? Seguro que llegan en seguida...

-Solo hay que cantar esta letanía. Es una alabanza a los dioses antiguos y a los demonios más poderosos... Bueno, no importa mucho lo que dice. Solo hay que hacerlo. El libro dice que si se canta en presencia de los dos seres resucitados volverán al reino de los muertos. - Explicó con la respiración entrecortada.

Juntas se acercaron a la puerta del instituto intentando evitar hacia la desagradable imagen del cuerpo del vigilante nocturno. Cuando cruzaron la puerta del instituto, a Allison volvió a darle otra jaqueca repentina. Solo que esta vez fue menos intensa, o ella logró soportarla mejor y no cayó al suelo, aunque sí se tambaleó.

-Ah... ¡Alguien está en peligro! Es una... ¡una niña!- Dijo señalando a las escaleras. -¡Está pidiendo auxilio!

Troy colgó el teléfono y se puso hecho una furia, quería darle un puñetazo a algo o mejor a alguien. Al puñetero Stark, a Allison incluso, o a quien fuera. Quería que le devolvieran ya a su hija, y al hijo de Sid. Quería terminar con eso de una maldita vez aunque fuera a puñetazos. Jim intentó frenarle advirtiéndole de que debían permanecer juntos, que debían esperar a las demás. Ya bastante se habían alejado por su cuenta y las habían dejado en el exterior, completamente desprotegidas esperando a la vidente. Ni siquiera les habían dejado un arma. Entonces el sheriff reclamó la atención de ambos y les hizo callar con un gesto.

-¿Habéis oído eso? - Susurró intentando escuchar de nuevo lo que fuera que hubiera oído.

Aguzaron el oído. Al principio no escucharon nada, solo un completo silencio solo roto por sus propias respiraciones. Luego escucharon un extraño ruido, como algo de metal que estuviera arrastrándose por el suelo. El sonido iba haciéndose más y más patente, acercándose al gimnasio por una de las puertas laterales que daban a donde en tiempo estuvieron las gradas.

Troy abrió los brazos y resopló.

- ¿Y si Allison tarda media hora en llegar? ¿Nos quedamos aquí sentados y ya está? -sacudió la cabeza y se puso a hacer aspavientos mientras pensaba en voz alta.- Podemos... Yo que sé, dar un par de tiros al aire, así seguro que...

Se interrumpió ante el comentario de Jonathan y agudizó el oído. No escuchaba absolutamente nada, pero justo cuando ya se giraba para soltarle alguna al sheriff, aquel sonido metálico hizo que su instinto se pusiera en pleno funcionamiento. Comenzó a señalar en silencio a distintos puntos donde Jom y Jonathan podían esconderse mientras él hacía lo propio, esperando que las coberturas que pudieran quedar fuesen suficientes para ocultarlos.

- Letanía que solo sabes leer y cantar tú. - Le aclaró Halle a la mujer. - Quizás deberíamos ir cantándola por el camino, así nos la podemos aprender por si perdemos el libro. - O por si la matan a ella.

Dicho esto, Halle se adentró la primera y se asegurtó de que con su abrigo, las otras dos mujeres no viesen el estado del guardia y su sesera tirada por los suelos y paredes cercanas.

Entre Charlie y ella, guiaron a Allison hacia el gimnasio, donde se suponía que estaba Stark haciendo de las suyas. En ese momento, al a mujer le dio un nuevo vaído y Halle la agarró con agilidad.- ¿Se encuentra bien? - Ya era la segunda vez que le ocurría, quizás tenía problemas de tensión... pero no, no era eso.

Halle miró preocupada a la mujer. - Creo que en una de esas visiones o sensación de dolor máximo, caerá inconsciente. Será mejor que nos enseñe el cántico o su presencia aquí no nos habrás servido de mucho. Mientras, iremos a buscar a esa niña. - Y miró a Charlie para ver si estaba de acuerdo con ella o no.

Aquella rechoncha mujer, no tenía mucho tiempo para pensárselo al igual que no tenían tiempo para aprenderse una canción en a saber que idioma, pero debían intentarlo. La niña no era su hija, pero era una niña igualmente. Quizás fuese la de Troy... esperaba que ese bastardo no le diese la espalda a Steven si se lo encontraba y menos aún después de jugarse el pellejo por quien sabía que no era sangre de su sangre, pero sí que era una criatura inocente que no merecía pasar por eso.

Era como si escuchar la voz de Sean hubiese expulsado al frío y cabrón de House de su mente y volviese a tener empatía y corazón. Algo que no demostró cuando el vigilante se suicidó delante de ellos*.

La presencia de Allison era todo un cambio en la tendencia de lo que les espera. Sentía que por primera vez, disponían de un arma, si se podía llamar así, para acabar con Stark y también con su esposa. No era ninguna tontería. Halle bromeaba, pero había algo de lógico en lo que decía, solo que Charlie no pensaba en que alguien más pudiera morir estando tan cerca de acabar con Stark.

Sin embargo, no dijo nada, y cuando Halle tapó con su abrigo el cuerpo de Tom, la miró ciertamente agradecida.

Pero al llegar a la puerta del instituto, Allison volvió a tener una de sus visiones Charlie dio un salto y se giró con rapidez hacia ella, cogiéndola de un brazo. Halle también hizo lo mismo y volvió a insistir sobre lo del cántico, esta vez, completamente en serio. Al ver la mirada inquisitiva de Allison, Charlie asintió. Aquella mujer era ahora otra, quizás porque la posibilidad de encontrar a su pequeño estaba más cerca que nunca, al igual que la de acabar con aquella pesadilla, quizás para siempre, o simplemente porque cuando uno se colocaba una armadura, pensaba Charlie, no podía pasar demasiado tiempo antes de que tuviese que quitársela.

-S-sí, es una buena idea. Ahora mismo eres lo único que tenemos para acabar con ellos, así que cuantos más lo sepamos, más posibilidades tendremos. Dinos que hemos de decir -dijo Charlie, mientras caminaba hacia las escaleras, sin dejar de sostener a Allison, para subirlas siguiendo sus indicaciones.