Partida Rol por web

Tras tomar la última copa tus pensamientos y tú os dirigís a tu habitación, en la segunda planta. Una vez allí, y tras haberte aseado, cambiado y echado sobre la cama, notas como la temperatura general en la habitación ha bajado considerablemente.

Esto es inaudito - Piensas. Seguro que brian se ha dejado una pasta aquí.

Sales fuera de la habitación, y efectivamente, el frió es intenso en toda la casa, siendo más que notable el brusco cambio, de hecho aún huele a leña requemada.

Te acercas a la ventana mientras recuerdas el frío que sentiste en la celda contigua a la de gallaguer cuando éste pretendía escapar. Es increíble, pero la niebla es tan sumamente densa que te impide ver incluso la oscuridad que se cierne. A lo lejos - Afortunadamente, piensas, oyes lo que parece el aullido de un lobo.

Qué está pasando aquí ?

¿Qué está pasando aquí?

El recuerdo de lo que sucedió en la Residencia vuelve a mi de pronto, llenándome la boca de bilis. ¿Casualidad?

¿Estaré soñando?
Por favor Patrick, no seas gilipollas, que no has bebido tanto como para eso.
Mi instinto me dice que algo va mal, realmente mal. Tengo que...

¡Brian!

Tengo que despertar a mi hermano. Me dirijo a zancadas hacia su habitación.

- ¿Has visto eso, Ignacio?

Algo pasa altera mis sentidos...

- Iba a preguntarte lo mismo Martín.

Sí, habéis sentido esa presencia, unas sombras en la oscuridad, más allá, internándose en ese callejón, no muy lejos de donde os encontráis.
Por un segundo os miráis, sorprendidos, era él ?? Ambos lo habéis reconocido, era Gallaguer. Casualidad, os estaba siguiendo ??

Habrá que averiguarlo...

Incrédulo por lo acontecido, te acercas a la habitación de tu hermano Brian, sin prisa, no hay razón para alarmarse. Sin embargo, tus pensamientos se tornan oscuros de repente, cuando escuchas los lamentos de Brian, hablando en voz baja pero muy agitadamente, no resulta fácil entender lo que dice, pero sin duda no es normal.

Te diriges rápidamente hasta su puerta, agarras el pomo, te dispones a abrirla... cuando oyes un estruendo como de un cristal saltar en pedazos.

Abres la puerta, muy alarmado, recordando esa última copa con tu hermano Brian.

Están dentro de la habitación, y sientes una gélida brisa. La ventana que da al exterior de la casa ha saltado en pedazos, y al parecer, ha sido rota desde dentro. Sales corriendo a la ventana para divisar el exterior, la neblina ha remitido ligeramente, lo suficiente como para ver lo que ha producido el estallido de la ventana.

Ves una forma semienterrada en la nieve, sin duda se trata de Brian, junto a él, un charco de sangre cuyo tamaño va en aumento. El cuerpo todavía tiene convulsiones, y está algo rezagado sobre sí mismo, como acurrucado.

- ¡Corre!

Salgo detrás de Gallagher a toda velocidad, furioso con mi ex, conmigo mismo, con el maldito viejo, con la Merrick y con Gallagher.

Corro detrás de Martín lo más rápido que puedo:

- Martín, ¿estás ... seguro que hacemos ... bien siguiéndole? ... ¡Recuerda lo que hizo a la camisa de fuerza! -, digo entre jadeos.

Ambos salís corriedno tras él, dobláis la esquina pasados unos segundos, y al fondo, ahí está, es Gallaguer, no hay duda. Sus ropas aparecen enmarañadas y sucias, su pose, ágil y fuerte. No parece haberos advertido, pues sigue de espaldas, al fondo del callejón, en las sombras. Se vuelve hacia la derecha, al parecer, otro callejón se abre paso formando un laberinto de callejuelas alrededor de la manzana.

Oís algo de ruido, muchedumbre y algo de música, hay gente en ese callejón, probablemente celebrando la nochebuena.

Llegáis a la esquina y cuidadosamente observáis al fondo, Gallaguer sube por unas escalerillas de incendios hacia pisos superiores, con gran agilidad.

Una mezcla de miedo y desorientación se hacen presa de mis músculos. Cada uno de mis movimientos están supeditados a una aprobación legal del resto.

- ¡Ptchss! Oye, Gallagher. Aquí -, mi voz temblorosa resuena en la oscuridad de la noche, no se si ha sido buena idea llamar la atención de este loco, pero... ¿qué otra cosa puedo hacer?

Miro fijamente a Martín para que apruebe o desapruebe mi acción, no tengo iniciativa, no tengo el valor suficiente...

No no no no no ... otra vez no...

¡¡BRIAN!!

Salto a través de la ventana, sin pensarlo siquiera, al hacerlo noto como los cristales rotos desgarran mi ropa y se me clavan en la piel. No importa. Caigo al suelo, a la nieve. El impacto es frío y me deja sin aliento por un segundo, pero me pongo de pie y cojeando por un pinchazo de dolor en mi tobillo, me aproximo a la figura acurrucada...

¡¡BRIAN!!

- ¡Eh! ¡Gallagher! ¡Aquí abajo, maldito desquiciado! ¿Dónde coño crees que vas?

Poco a poco, la furia se va disipando en la fría noche londinense. Cuando intento seguirle por la escalera de incendios, las dudas ya se han hecho fuertes.

"Ese tío se arrancó una camisa de fuerza... Martín, ¿pero qué demonios haces? ¿Es que quieres que te mate? Ay Dios..."

Sin pensarlo, sales disparado por la ventana por la que se ha ¿tirado? tu hermano Brian. El cuerpo ya parece inmóvil, ha dejado de convulsionar. El espectáculo es dantesco, la cabeza está dada la vuelta, el vientre ha sido desgarrado y , sin duda alguna, también le han arrancado el corazón. Extasiado ante tal escena, ojeas la yugular de Brian en busca de vida, pero es inútil, ha muerto.

En su mano derecha, el cadáver sujeta con fuerza una extraña cruz de tamaño considerable.

Alzas la cabeza en busca de algo ó alguien, pero lo único audible es el lastimero bramar del viento invernal.

Ante los gritos, véis como Gallagher vuelve su cabeza, mientras subía por el primer piso del edifico por las escaleras de incendios.

Al observaros, sonríe malévolamente, lo cual os estremece, más a Ignacio, que se paraliza por un segundo. Tras ello, suelta una carcajada y sigue subiendo, rápidamente.

Véis que la cola de la escalera llega hasta el suelo, por lo que podéis subir por ella... ó iros.

Saltas por la ventana y aterrizas en la nieve prodigiosamente, si algún ojeador te hubiera observado, seguramente te contrataría para las próximas olimpiadas de Atlanta, quizás hasta tú mismo te hayas sorprendido ante tal muestra de fuerza y agilidad, he tenido bastante suerte , piensas finalmente.

Es entonces cuando observas la escena con detenimiento, horrorizado, pero consigues contenerte y cobrar la compostura, pensado con claridad.

- ¡Vamos, vamos, vamos!

"Nos va a matar. Nos va a partir por la mitad. Exactamente como dijiste que haría con el primer incauto que se cruzase con él. Y vas a ser tu. Y ni siquiera has podido despedirte de Manuela. Mierda. Mierda. Mierda."

Subo corriendo todo lo rápido que pueda, intentando no perderlo de vista.