Partida Rol por web

Con el segundo matón fuera de combate arremeto contra el que está de espaldas.

Hace unos dos años que parti de mi casa, siguiendo la tradicion familiar, ya que el unico modo de ganar en sabiduria y en conocimientos sobre los que nos rodean es emprender un viaje y mezclarse en la medida de lo posible claro con las gentes que se encuentra uno, Parti como digo de las cercanias del rio Gelion dejando atras los remolinos de agua rapida y cristalina, el sonido de esta cuando se mueve y la vida del mismo, los salmones saltando y otras criaturas curiosas como las que se pegan a las pideras y se alimentan simplemente del aire, deje atras los prados verdes de fresca hierba verde, los arboles de altas copas que en noches frias nos dan cobijo, y comence sliendo al sendero que va por la vereda del bosque, disfrutando del canto de los pajaros y estudiando cada brizna de hierba, cada planta y ser con el que me cruzaba, al avanzar durante la mayor parte del tiempo por caminos poco transitados y por caminos boscosos, no me cruzaba con demasiada gente, con lo que, en cierto modo, el viaje en si era un fracaso. Aunque cualquier botanico o Montaraz hubiera catalogado mi viaje de experiencia enriquecedora y maravillosa.

Con precisión, hundes tu espada entre las costillas del hombre hasta llegar a su corazón. Un vómito sangriento aflora a sus labios y cae muerto.

El tahur queda unos momentos en silencio, apoyado contra la pared, recuperándose de la escena.

- ¡Ingel!- exclama de repente, arrodillándose al lado de su amigo. Comprueba que está muerto y abraza el cuerpo.- Ingel... Lo siento amigo. Guárdame una mesa en el otro lado.

Tras unos momentos de silencio, se gira hacia ti.

- Toma tus monedas- te d una bolsa.- larguémonos antes que llegue la guardia. Tengo que ver al jefe. Y tú también deberías, si piensas trabajar en Umbar.

Hablais con el dependiente un rato, al poco sedisculpa y entra en la tienda.

- ¡Qué interesante! Viajar sólo para aprender, para ver cuan grande es el mundo... Yo nunca he podido salir de casa sin un destino claro. Ahora acompañar a mi padre, ahora ver unos parientes...- suspira la dama.

- No sabes lo que dices, hija. El mundo no es nada seguro para una mujer ¡Si lo sabré yo!.- dice el anciano mercader, llevándose un puñado de arroz a la boca- A veces lamento haber sido tan egoista contigo, querida. Te he privado de la paz de un hogar. Te has criado entre hombres. No has aprendido lo que una buena esposa debe saber...

De repente, un sirviente entra y le murmura algo al oido.

- Al parecer me reclaman mis negocios. ¿Querríais acompañarme un moment, Gelion?

Desde luego señor. Señora disculparme, luego proseguiremos la conversacion... Me levanto y hago un gesto a la dama. Luego sigo a mi anfitrion. Os sigo señor. Sigo a mi anfitrion con los ojos y oidos bien prestos pues me extraña un poco tal nivel de confianza en un extraño aunque intento que no se note en mi actitud.

Tras recoger el cuchillo que había lanzado y comprobar cuanto hay en la bolsa le digo. Llevame pues ante él.

Si te miran directamente se nota, pero si te das la vuelta o te cubres con la capa puedes disimularlo un poco.

Hay 14 monedas de plata y 5 de bronce.

Tras guardar el contenido de la bolsa sigo al tahur bajo la capa, manteniendo una sombra sobre mi cara con la capucha de la capa.

Al ver que los dependientes no le hacian caso, y que no se veia al dueño de la tienda, Rodrick se acercó al guerrero.

Bueno maese Aruzhal, parece que la sutileza no ha servido. Tendremos que ser un poco más directos me temo.
Voy a ver si puedo hacer que salga el dueño, espero que estes dispuesto a cubrirme porque la cosa puede ponerse fea. A nadie le gusta que se le acuse de ladrón.

Con un destello peligroso, una sonrisa cruza la cara del montaraz. Asintiendo con levedad comento con voz baja y bien modulada

Proceded como mejor veais, amigo... si alguien on pone la mano encima puedo asegurar que volverá a su casa, como mínimo, con un mano menos.

Muy bien, entonces vamos a ello.

Con paso decidido Rodrick se dirige nuevamente hacia el vendedor que le había atendido apenas unos intantes. Y con la actitud más seria que pudo poner se encaró con él.

Perdone, pero es urgente que hable con el dueño del establecimiento. Si es tan amable de ir a buscarlo.

Si Rodrick esperaba que de la tienda saliera una banda de ladrones con cimitarras, quedarán decepcionados, pues solo sale un anciano mercader acompañado, eso sí, de un altísimo sujeto de impresionante presencia (Gelion).

- Señores, soy Alif al Dawla, dueño de este establecimiento ¿qué puedo hacer por ustedes?

El tahur te lleva corriendo por los sinuosos callejones hasta la puerta de una casa, indistingible d las demás de ese barrio modesto. Llama de cierta forma y os abre una mujer.

- Djamila, debemos hablar con el Jeque inmediatamente.

La mujer, alarmada por las manchas de sangre en vuestra ropa, asiente y os deja entrar.

Pasáis por la casa hasta un comedor donde sentados en esteras en el suelo, hay media docena de hombres haradrim comiendo de ollas con cuscus, pan y, el único lujo, algo de dátiles y pollo. Son todos hombres maduros salvo el que se sienta en el lugar del anfitrión, que es un anciano muy delgado.

Virdur el tahur espera en la entrada hasta que el anciano se dirige a él.

- Hermano Virdur, la paz sea contigo, aunque pareces venir de la guerra. ¿Qué te ha pasado?

- ¡Me han asaltado esos matones advenedizos, gran jeque!

Los comensales se indignan y murmuran entre sí, pero el anciano sigue impertérrito.

- Siéntate y cuéntanoslo. Y también tu amigo.

Virdur se sienta y cuenta toda la pelea, aún enardecido. Casi se emociona contando como mataron a su amigo y socio, del que se deshace en alabanzas.

-¡... Y todo por que jugaba en el mercado que tú, jeque, tan generosamente me otorgaste! Siempre he respetado tu autoridad y alabado tu juicio. Te he pagado lo que me pediste. Perdí dos dientes peleando por ti como un jabato.  Yo digo, ¿merece un miembro de esta cofradía como yo que un extranjero piojoso le trate así? ¿o que le maten como a un perro, como al pobre Ingel, que era como un hermano para nosotros?

- ¡No! ¡Hemos de atacar!¡Nos lo pagaran!- saltan todos los comensales, gritando entre ellos. El anciano sigue tranquilo, casi letárgicos. La gente espera alguna reacción de él. Pero pasan los segundos, se calman y se desconciertan. FInalmente uno dice:

- Y... ¿qué haremos jeque?

- ¿Haremos? Creo que ya hemos comido todos. Pasad al jardín y Djamila os servirá el té. Yo vendré enseguida. Quiero hablar con ese joven. Y tú, Virdur, que Djamila te de ropa límpia y agua para lavarte. ¿No estás herido, verdad?

- No es nada, gran jeque.

- ¡No es nada, dice! Eres un joven muy imprudente. QUe Djamila te atienda ese corte.- tras regañarle en tono de abuelo, hace n gesto. Todos se van, dejándoos sólo.

Sonriendo Rodrick hace una ligera inclinación de cabeza a modo de saludo. Despues de una apreciativa mirada al guardaespaldas de Alif, le comenta sin ningún tipo de tapujo.

Encantado maese Al Dawla.
Verá, tengo un problema y me han dicho que usted es la persona adecuada para ayudarme.

Resulta que una caravana tenía que haber llegado hoy con una serie de mercancias, pero fue asaltada por el camino. Al parecer parte de esas mercancias estan en vuestra tienda.
Antes de que os ofusqueis sabed que no me interesa para nada lo que teneis vos o hagais con ello. Lo que sí que querría es saber quienes os han vendido esos productos y donde puedo encontrarlos.

Dicho esto se cruza de brazos y mira fijamente al mercader.

Tras sentarme y escuchar como Vidur relata la escaramuza con los matones espero a que todos los comensales se hayan ido para posar mi mirada sobre el anciano. Tras observarle durante unos segundos me dirijo a él.

-Decidme anciano, ¿de que queriais hablar conmigo?