Partida Rol por web

Secretum Laviana

Introductio - Las palomas y el viento

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11/09/2016, 20:33
Narrator

Ya jamás la claridad del día. No había lumbre, ni velas. Sólo oscuridad y silencio. Pero siempre, al menos, esa grata compañía que nunca te faltó, el sonido de las palomas y el viento.
¿Dónde estaba el campo en el que cazabas, que era tu libertad y tu vida, dónde? ¿Dónde estába tu cuchillo, fiel compañero? ¿Dónde estaba el Señor de Arango, tu secreto amante y protector?. Desde la muerte del noble todo se había torcido. Su mujer, conocedora de vuestra aventura, había caído enferma a causa de la humillante frustración de saber que su esposo compartía lecho con una cualquiera como tú. Apenas tardó tras la muerte de su marido en cobrar su venganza y darte encierro. Ya nada se interponía entre ella y tu. Tus huesos, olvidados, envejecían en un lúgubre calabozo...

El frío era insoportable, más insoportable aún que el hambre o la sed. Cien veces más insoportable que tu soledad.
Deambulando de un lado a otro de la estancia, no moviéndote más allá que a unos pocos pasos de donde estabas, iban consumiéndose tus días, que se parecían tanto a las noches. Porque por el orificio del techo apenas le llegaba luz. Incluso en eso te hiciste fuerte: ya le habías perdido el miedo a la total oscuridad. Sólo escuchabas el sordo rumor de las pieles al arrastrarse. Pero sentias que pasaba un poco aquel frío que parecía dispuesto a matarte y contra el que de nada valían todas las pieles, pues lo sentías en los huesos. Pronto oiste nuevos ruidos, que fueron tu única compañía. Serían ratas que se habían colado allí a saber por dónde. Al fin las ratas. No te importaban. A más de una tuviste que apartar de sendas patadas. En tu absoluto y oscuro silencio hasta llegaste a escuchar el sonido neutro de la carcoma devorando la madera del dosel de tu lecho, al que apenas conseguías llegar a tientas, ya sin candelabros que guiasen tus pasos. Oiste a la lepisma devorando el cuero de tu sillón y a los ácaros royendo cuanto había en la habitación. Oiste a los murciélagos que, uno tras otro, acabaron colándose por la ranura del techo y haciendo de la estancia su habitáculo. Era tanta la paz que allí tenías, cuando nunca quisiste paz, que te consolabas pensando que afuera todo seguiría igual: el autillo acosando a la oropéndola, la lechuza, tu amiga, helando al jerbo antes de acabar con él. Disecándolo en vida, como tu estabas.

Caían gotas de lluvia en los días de tormenta, pero tan pocas que parecían evaporarse antes de golpear en tu rostro, antes de poderlas recoger entre tus manos, arrugadas por el frío y la mugre. Hasta eso se te negaba.
Es posible que una mañana, ya pasado lo más virulento del frío, llegase una golondrina a la ranura del techo. Es posible, sí, que durante breves momentos los ojillos de esa golondrina, desconcertados por el súbito cambio de luz, de la claridad total a la negrura absoluta, se movieran inquietos. Entonces es posible que fijaran su atención en aquella figura que la aguardaba allá abajo, que le hablaba. Indecisa, el ave permaneció ahí unos instantes. Pero no le gustó lo que vio.
Y huyó también la golondrina. Hasta esto te le negaba. Allí seguías, en tus heces.
Porque pisabas éstas allí doquiera te movieses. Despedían un hedor enorme, pero incluso a eso te acostumbraste. Llevabas el resentimiento cubriéndote el cuerpo como una loriga, como si fuesen escamas, pero apenas alcanzabas a verte las manos. ¿Cuál sería el modo de ver lo que quedaba de tu enjuto y sucio cuerpo, cuál?

Pero Blanca era anfibia y por eso, pese a ser atacada por herpes y pústulas a causa de la suciedad, pese a las liendres y la sarna, supiste desenvolverte en el líquido amniótico de aquella hedionda penumbra...

 

Notas de juego

Empezamos con tu "introductio". Dejo que escribas (aunque aquí encerrada, supongo que poco más puedes hacer salvo una breve reflexíon interna) y continuamos.

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11/09/2016, 23:43
Blanca

Estaba jodida, la muy zorra de la señora se había cebado conmigo. Jamás oso tocarme mientras el señor estaba con vida, ni siquiera se designaba a mirarme. Hacía como si yo no fuese más que un error, como algo que no tenía que estar allí. Pero estaba, vaya que si estaba. Y me jodia a su marido cuando me entraba en gana. La muy perra lo sabía y me lo tenía guardado. Y cuando pudo me lo hizo pagar metiendome en este agujero de mierda.Pero esto no quedará así, pienso salir de esta y cuando lo haga pateare su noble culo y la haré arrastrarse por el fango pidiendo clemencia como un gorrino en día de matanza. Se la daré, claro que se la daré. Tarde y a mi manera. Vaya que si.

Me levanté lentamente y me dirigí a donde sabía que estaban los murciélagos. Cogí uno con delicadeza con la diestra mientras con la siniestra lo acariciaba suavemente. Me volví a sentar. Apenas veía a la criaturita, ahí indefensa en mis manos. Le cogí un ala y empecé a retorcerla, el murciélago se removia en mi mano y chillo cuando le rompí el ala. Luego repetí la operación con el otro ala.Y finalmente le rompi el ,cuello. Tiré. el murciélago a un rincón,me acurruque y me dormí. Esa noche como tantas otras soñé con mI venganxa

Notas de juego

Desde el móvil.??

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12/09/2016, 01:52
Guardias

-dadme un cuxillo et llevadme a cazar. -recitabas a modo de anáfora siendo una voz cavernosa en la oscuridad.
Así durante horas, días, semanas...

Prohibido tenían dirigirle la palabra quienes una vez cada quince días, según pudiste calcular por los cambios de luz que veías en la ranura del techo, te depositaban el pan y el agua. Nada te dijeron nunca.

Ya ni siquiera te amedrentaba la oscuridad. Te habías hecho a ésta. Era tu imperio. Tampoco te acosaba la claustrofobia, porque seguías haciendo volar tu imaginación, que eras la misma de otrora, cuando fuiste la niña Blanca y muchos te miraban con ojos de deseo o miedo.
Aun en la inmundicia, eras la luciérnaga que siempre soñaste. Tu, superviviente, no ibas a rendirte fácilmente. Y, para sorpresa de todos, la alimaña sobreviviría en su clausura. Pues un día algo cambió...

-¡Arriba! ¡perra! -Gritó una voz que, acompañada de un puntapié que golpeó con fuerza tu costado, te despertó.

El guardia tenía una antorcha. Tus ojos tardaron en acostumbrarse a la anhelada claridad. -Avedes tenido suerte. Alguien importante se ha interesado por vos.

Comenzabas a ver con algo más de claridad. Aquella voz y aquella cara no te sonaban. Tampoco lucía el blasón de la casa de Arango. -¡Vamos! ¡arriba! -inquirió. -¡Non tengo toda la noche!.

Apenas tienes tiempo de reaccionar, y mucho menos de contestar, cuando te percatas de que otro guardia, mal encarado y con un saco de tela en la mano, se dispone a entrar también en la celda. Esto no pinta nada bien.

- Tiradas (1)
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12/09/2016, 02:43
Blanca

Sentí el puntapié en el costado. Me costó reaccionar,me imaginé rajando al hideputa.¿Quién preguntaba por mí? Muerto el señor ¿a quién le impotaba?Intenté adivinar si no sería un juego macabro de los guardias.Darme esperanza para luego verme caer aún más hondo.O quizás me llevaban al cadalso y la zorra de la señora quería verme destruida. Lo llevaba claro.La escupiria a la cara y la miraría con desdén. Sabiendo que su marido me prefería a mí.

Me fui incorporando poco a poco.Mirando al guardia que entraba con el saco. Esperando que me zurrasen en cualquier momento. ¿Quién? pregunté insegura. Me costó pronunciar la palabra.Miré de nuevo a los guardias y esperé el golpe, merecia la pena si decían algo más.

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12/09/2016, 16:03
Guardias

-¡Cierra la bocaza! -dice el primero de los guardias. -¿o acaso queredes que vos la cierre yo con aquesto? -dice el segundo, burlón, haciendo un gesto obsceno. Ambos rien.

Entonces te cubrieron la cabeza. Un olor rancio te inhundó. No tardó en llegar el golpe, tremendo y directo a la sien.

 

...y perdiste la conciencia. Ya sólo escuchabas risas, risas ahogadas que se perdían en la oscuridad...

 

Notas de juego

Pausamos tu introductio aquí, para sincronizar con el resto.

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12/09/2016, 19:52
Blanca

Sabía que me iban a golpear, pero no esperaba que fuese tan fuerte. No esperaba estar tan débil que ni siquiera soy capaz de aguantar el golpe. Caigo como un fardo contra el suelo, llenándome un poco más de mierda. No soy capaz de imaginar nada, solo intento memorizar la cara del hideputa y añadir su cabeza a mi colección de cabezas imaginaria.

Notas de juego

Ok, a la espera quedo:)

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16/09/2016, 00:15
Figura embozada

Para cuando recuperaste la conciencia, te encontrabas en un pequeño cuarto de paredes desnudas, sin muebles, donde un candelabro puesto en el suelo iluminaba antiguas pinturas en la pared. En un ángulo de la habitación había un hombre fuerte, grande de espaldas, que se mantenía cubierto, tocado con un sombrero sin pluma, cinta ni adornos. Bajo el antifaz que le cubría el rostro despuntaba el extremo de una barba negra y espesa. Vestía ropas oscuras, de calidad, con puños y cuello de encaje fino, y bajo la capa que tenía sobre los hombros brillaban una cadena de oro y el pomo dorado de una espada. Hablaba como quien suele mandar y ser obedecido en el acto, y eso se veía confirmado por la deferencia que le mostraba su acompañante: un hombre de mediana estatura, cabeza redonda y cabello escaso, cubierto con un ropón oscuro que disimulaba su indumentaria. 

El de la cabeza redonda alzó ambas manos. Tenía, observaste, las uñas sucias y manchas de tinta en los dedos, como las de un escribano; pero lucía un grueso sello de oro en el meñique de la siniestra. Introdujo su mano derecha dentro de su capa, bajo el pecho, y sacó un trozo de papel amarillento. Hizo breve ademán de entregarte aquel trozo de papel antes de caer en cuenta de que, para alguien de tu calaña, sería poco menos que imposible descifrar una sola palabra. Entonces se entregó a sosegada lectura:

 


Todo está preparado para la vuestra fuga, mi queridísima Adriana.
Mañana a maitinos, espero encontrarvos en la puerta del jardín.
He conseguido la clave, et en pocas horas vos hallaréis en lugar seguro.
Non dejéis que equívocos escrúpulos vos induzcan a rechazar aqueste medio
de salvaros vos et la inocente criatura que alimentáis en el vuestro seno.
Recordad que prometisteis ser mía mucho antes de ingresar en la iglesia;
que vuestro estado haráse muy pronto evidente ante los ojos observadores de vuessas compañeras,
et que la huida es el único medio de evitar los efectos de su malévolo resentimiento.
¡Adiós, Adriana mía!, ¡mi querida e destinada esposa! ¡Non dejéis de estar en la puerta del jardín a matines!


 

Tras la lectura de aquella invitación a la huida, al amor y a la locura, el aparente escribano te habló: -¿Sabedes a quien va destinada aquesta carta, non?. -esperó impaciente una respuesta.

 

Notas de juego

Probablemente las introductio del resto se alarguen, así que voy a hacer lo propio con la tuya, que se me han ocurrido algunas ideas para darte un poco de acción y vidilla. Vamos allá ;).

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16/09/2016, 22:27
Blanca

Todavía me dolía la cabeza del golpe de ese desgraciado y ahí estában esos dos frente a mí. Me sentí un poco intimidada por el tipo de la barba, pero el antifaz me parecía estúpido, otro juegecito del noble de turno que le gusta divertirse con o a costa de las villanas.

Luego vino lo de la carta, el de la cabeza redonda hizo ademán de dármela. Yo hice un gesto de negación, casi de desprecio por lo que allí estuviese escrito. Pero el hombre ni me miró, sentí su desprecio, y comenzó a leer.

Lo que leía no me dejó indiferente. ¿Adriana? ¿no era ese el nombre de la hija de mi señor ahora muerto? No estába segura, pero tampoco me lo pensé mucho. Esos dos esperaban que dijese que sí, que sabía de que hablaban, de lo contrario volvería a ese pozo de mierda. De modo que asentí, esperando que me dijesen que esperaban de mí.
 

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17/09/2016, 00:20
Figura embozada

-Paresce que nos entendemos -dijo como respuesta al gesto afirmativo de Blanca.

-Sabed que Doña Adriana de Arango, al poco de tomar los hábitos et servir al claustro del convento, huyó en pos de su secreto amante dirección Burgos. -Mientras hablaba, el hombre de la cabeza redonda introdujo una mano en el ropón oscuro que cubría su traje y sacó una pequeña bolsa. Por un instante creíste ver el escudo señorial de una noble casa bordada en sus ropas, pero su atención no tardó en desviarse hacia el dinero que el enmascarado ponía sobre la mesa: la luz del farol hacía relucir Diez doblas de oro. Monedas limpias, bruñidas. Poderoso caballero. Metal bendito, recién acuñado. Gloria pura con la que comprar cama, comida, vestido y el calor de una mujer u hombre, como para Blanca sería menester.   -Los detalles del su amorío non habedes de conoscerlos, más si sabed que aquestos dineros, et su doble a la vuelta, irán a parar a vuestros descoscidos bolsillos si traedes a Doña Adriana de vuelta.

-Procurad que nada salga mal, si non queredes volver al inmundo pozo del que vos habemos sacado.

Los ojos del enmascarado corpulento a quien su acompañante había llamado Excelencia parecieron perforate a través de los agujeros del antifaz. El tono se volvió desabrido: -Es mejor, por el bien de todos, que nada salga mal -dijo.

Su voz había sonado con ecos de amenaza, y era evidente que amenazar formaba parte del tipo de cosas que aquel individuo disponía a diario. También saltaba a la vista que era de los que sólo necesitan amenazar una vez, y las más de las veces ni siquiera eso.

-Habremos de dar por fecho que vos plasce tal negocio. Que los dineros non son pocos, et sacar vuestro bonito trasero de tan inmundo abujero, eslo aún menos, más si vos satisface aqueste asunto, una cosa más a modo de buena voluntad habemos para vos a modo de gratitud et buena voluntad. -una mueca perturbadora se dibujó en el rostro del escribano al decir esto último. Que esta gente no era de dar gratitudes, y mucho menos buenas voluntades. A saber que sería esa "cosa" de la que hablaba.

- ¿Vos place pues el negocio?.

Enjaulada, apaleada y ahora utilizada como peón de un juego mucho mayor de lo que pudieras conocer o entender, te sentiste despojada de libertad y poder de decisión pues, ¿acaso tenías de verdad otra opción que no fuera aceptar el trabajo?. Lo cierto es que la paga era demasiado buena, y el motivo, de peso. En cierta medida te sentías identificada con Adriana; cometer una locura por amor, al igual que habías hecho tú con su propio padre. Ella era su niña bonita, lo sabías. Quizá se lo debías. Encontrar a su niña sería una forma de pagar tu deuda con él. Él había visto algo en ti cuando el resto del mundo sólo te veía como un animal rabioso...

- Tiradas (1)
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17/09/2016, 01:30
Blanca

Cuando ví el oro los ojos me brillaron como platos,¡jamás había visto tanto oro junto!¿y el tipo me lo ofrecía además de sacar mi culo de esa cloaca de mierda una fortuna?¡Claro que me interesaba! Además estaba el asunto de poder servir a mi señor ayudando a su hija...aunque no tenía yo claro si el asunto era ayudarla o arruinarle la vida por obra y gracia del señor enmascarado. Sea lo que fuere me iban a liberar y eso ya era pago suficiente por mis servicios.-Interésame-dije intentando no parecer muy desesperada. Solo quedaba descubrir la sorpresa que se guardaban y si cumplirían lo prometido o se desharían de mí cuando trajese a la Doña.

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18/09/2016, 02:14
Figura embozada

El enmascarado corpulento era hombre de pocas palabras. Todavía aguardó un rato en silencio, escuchando con atención cómo el de la cabeza redonda te explicaba los últimos detalles del asunto: De como la pista de Adriana se había perdido en dirección a Burgos, cerca de Laviana, y allí se debía continuar su búsqueda. De que ibas a formar parte de una compaña de "buscadores" cuyas indentidades no conocerías hasta el último momento, y que sería un reducido grupo que, dentro de dos días al alba, se reuniría en la puerta de Gascona prestos a partir en pos de la noble. 

Un par de veces movió afirmativamente la cabeza el enmascarado, mostrando aprobación a lo que oía. Luego dio media vuelta y anduvo hasta la puerta.

-Non quiero fallos. Que non sode omne de engaños. Nin den fazerlos, nin de recibirlos. -oiste insistir por última vez, desde el umbral.

Por los indicios anteriores, el tratamiento, y sobre todo por el gesto de profundo respeto que le dedicó el otro enmascarado, dedujiste que quien acababa de irse era persona de muy alta condición. Aún pensabas en ello cuando el de la cabeza redonda apoyó una mano en la mesa y te miró a través de los agujeros de su careta, con atención extrema. Había un brillo nuevo e inquietante en su mirada, como si todavía no estuviese dicho todo. Se instaló entonces un incómodo silencio en la habitación llena de sombras, Te preguntabas sin palabras qué quedaba todavía por saber.

Entonces sacó algo metálico, pequeño y brillante. Era una llave.

Sonrió. -Aquesta clave abre la trasera de la casa de la familia de Arango. Vuestra sea si gustáis de cobrar justa venganza et despachar a la señora de Arango. -Apenas creías lo que oías y lo que aquel desconocido te ofrecía. Parecía imposible que pudieras tener más suerte. -Doña Olaya, como bien sabedes, hállase encamada, enferma et postrada. Si gastáis discreción, non vos será tarea difícil mandar a la vieja a reunirse con el Altísimo.

Entonces el de la cabeza redonda se levantó, y antes de desaparecer tras e umbral añadió: -Sea como sea, pasado mañana al alba habréis de estar en el lugar acordado presta para partir a Laviana.

 

Notas de juego

Si miras el MAPA, cuando sales de donde te encuentras, te das cuenta que estás en la zona del Mercado de Trascorrales (7). Conoces la residencia de los Arango. Una imponente casona en la Calle de la Rúa (B).

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18/09/2016, 11:18
Blanca

Asentí al hombre de la barba cuando se marchaba. El no quería fallos y yo no quería volver al pozo, parecíamos destinados a entendernos. Luego habló el de la cabeza redonda y quedeme de piedra¿Me estába dando la llave para liquidar a la zorra de Arango? Miré un momento la llave, sin creérmelo todavía y la cogí presta. Esperando todavía algo a cambio, pero no me pedían nada más, esto era un favor que tendría que pagar y valía más que el oro que me ofrecían. Ví marcharse al cabeza redonda y salí a la calle.

Me costó acostumbrar mis ojos a la luz, ver pasar gente...entónces me dí cuenta de mi aspecto, llena de mierda, me sentí asquerosa. Busqué una fuente y me asee un poco, por lo menos quitarme la mierda de la cara, manos y pies. El vestido estába hecho unos zorros, pero de momento es todo lo que tenía.

¿Ahora qué? Me dirigí a casa de mi madre a buscar una muda limpia, mi equipo y a esperar a la noche para cobrarme mi justa venganza. Miré de nuevo la llave, la apreté fuerte en mi puño, no quería que se cayese y corrí hasta casa de mi madre.

Notas de juego

No tengo un gran plan:

-ver a mi madre,(debería estar a las afueras pero no demasiado lejos) pertrecharme, esperar la noche y asaltar la casa por la puerta trasera.
 

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19/09/2016, 13:09
Ana

Madre se sorprendió de verte, y aún más por el hecho de encontrarte en aquel deplorable estado. Que el agua de la fuente se había llevado gran parte de la suciedad e inmundicia que te había acompañado durante los últimos meses, pero distaba mucho de ser milagrosa. El rostro de tu madre mostraba una mezcla de alegría y rabia. La vieja lo había pasado mal en tu ausencia y, aunque se alegraba, conocías su mal humor y su carácter agrio. No hizo preguntas,  y tu tampoco diste explicaciones. Cogiste tus cosas y, tras beber algo que apagara tu sed y "robar" un mendrugo de pan de la despensa, marchaste tan rápido como llegaste.

No había tiempo que perder. La luna lucía alta y luminosa en aquella noche llamada a la venganza. No tardaste en llegar a la Calle de la Rúa. Apenas te cruzaste con un par de personajes durante el camino; borrachos que, dando tumbos, dirigían sus torpes pasos en dirección a otra taberna en la que seguir mojando gaznate.

La puerta debía de ser de roble, castaño, nogal o algún otro tipo de madera noble y recia, que un carpintero habría tallado con mucha precisión y pésimo gusto para disfrute de la familia Arango. Pero aquella puerta, pesada e infranqueable, no era la que te iba a conducir a la señora de la casa. Entonces diste un rodeo buscando la trasera, y la encontraste. Sacaste la llave que te había dado el enmascarado. ¿Sería cierta tu suerte?. La introduciste en la cerradura. El corazón te latía con fuerza, como un tambor que anunciaba lo que estaba por acontecer. Giró, suave, sin resistencia. En efecto aquella pequeña llave abrió la puerta...

Tras cruzar el umbral y cerrar tras de ti, avanzaste por un corredor que te pareció siniestro; la cal de la pared estaba ennegrecida, en algunos sitios había desconchados de humedad. Pero lo que menos le gustaba era el olor de la casa: un aroma áspero, de guiso grasiento, mezclado con un efluvio agrio a materia en descomposición. Entonces tus pasos se detuvieron en seco. Sobre un banco de madera descansaba un joven criado de aspecto famélico. Parecía haberse quedado dormido ahí, sentado, seguramente cansado tras las labores del día.

 

Notas de juego

- Recuperas todo tu equipo en casa de madre.

- No conoces la casa, pero intuyes que la señora tendrá su dormitorio en el piso de arriba.

- Para buscar las escaleras, tienes que pasar si o si, por este corredor.

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20/09/2016, 09:08
Blanca

No tenía muy claro que hacer, y cuando ví al criado menos. Quería venganza, pero tampoco quería convertir esto en una carnicería. Intenté pasar sigilosa como una gata al criado rumbo a las escaleras, mi venganza no iba con él. Aunque por un momento me ví tentada de pasarle a cuchillo. Pero quería que fuese un trabajo limpio, que pareciese un accidente...que la señora murió mientras dormía. No quería que relaccionasen su muerte con mi fuga. E ir matando criados despertaría sospechas.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Vale, he echo la primera mal, quería que fuese oculta y le he dado a desglosar:/. Aplica la que creas conveniente. Con lo que me digas ya posteo de nuevo.

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21/09/2016, 02:13
Señora de Arango

El suelo se lamentó bajo tus pies. Como un resorte tu mano empuñó el cuchillo como queriéndose defender del crujir de la madera. Contuviste el aliento. Tus ojos, hechos ya a la penumbra, se tranquilizaron al ver como el criado seguía dormido.

Seguiste avanzando. Te pareció interminable aquel corredor, pero valió la pena, pues justo al final se encontraban las escaleras. Lujosos tapices adornaban las paredes. Alfombras de excelente manufactura, seguramente traídas de oriente, abrigaban el suelo mientras candelabros de oro brindaban una tenue luz a la morada de los Arango. Seguramente la señora sería como esos ricos tacaños cuya muerte es celebrada por los herederos.

Entonces llegaste. La puerta estaba entreabierta y una mortecina luz escapaba de su interior. Sin pensarlo dos veces entraste. La estancia era amplia, tenía un gran ventanal que permanecía entornado a pesar de que el ambiente dentro era caluroso. La señora de Arango, responsable de tu penoso encierro, estaba tumbada en la cama. Estaba despierta, y a juzgar por su aspecto, ella debía de ser la materia en descomposición que percibiste abajo. Tenía un rostro macilento de cadáver, y unos labios finos y morados que acentuaban su aspecto insalubre. El pelo le colgaba lacio, blanco y revuelto, hasta las cejas, que casi ocultaban unos ojos pequeños malignos de color almendrado.

-¿Qué queredes de mí, maldita zorra? -inquirió con una voz gutural, de ultratumba.

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21/09/2016, 13:54
Blanca

Cerré la puerta trás de mí y respondí al insulto- Le dijo la sartén al cazo- Me quedé un momento mirándo a la otrora poderosa señora de Arango, la miré con una mezcla de desprecio, asco y satisfacción. Por un momento me planteé dejarla con vida, alargar su sufrimiento y que viviese sabiendo que yo andaba viva. Por otro lado había hecho una promesa, esta noche la señora de Arango moriría, y vaya si cumplo mis promesas.

Fuí andando lentamente hasta la señora, cogí uno de los almohadones y lo mullí, como si fuese a usarlo para acomodar a la enferma.Entónces hablé, no daba un maravedí por su vida, pero quizás pudiese darme información sobre el enmascarado.-Alguien importante quiere de vuelta a vuestra hija...non se los motivos, ni quién. Pero si queredes ayudarla dadme un nombre. Os juro que haré cuanto esté en mi mano por ayudarla-y no había mentira alguna ni en mis palabras ni en mi mirada-¡Hablad y será rápido!- Esperé su respuesta, que se repusiese y que se diese cuenta de que iba a dar fín a su agonía, casi era una bendición lo que le ofrecía. En cuanto hablase, con lo que dijese, la asfixiaría con el almohadón.

Notas de juego

Espero que hable y me de alguna pista. Lo haga o no la asfixio después de darle tiempo a hacerlo (si me da un nombre mejor)tampoco tengo tiempo que perder.

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22/09/2016, 02:24
Narrator

La señora de Arango, otrora poderosa, no pensaba mostrar debilidad y mucho menos suplicar por su vida ante aquella zorra plebeya que se había amancebado con su esposo. Su vida se hallaba ya en su tramo final, aquello era una realidad irreversible. Acelerar su encuentro con la Parca era algo que no la preocupaba para nada, y así te lo hizo saber respondiendo a tu pregunta con una mueca, una sonrisa burlona, antes de que el almohadón cubriera su rosto.

Sentiste satisfacción mientras la asfixiabas. Tu corazón latía con fuerza. Habías perdido la noción del tiempo en aquel pozo oscuro en el que aquella vieja podrida te había confinado, pero lo que nunca perdiste fue tu sed de venganza. Aprestaste con fuerza aquella almohada mientras sentías como aquel alma poco a poco iba expirando. La decrépita vieja intentaba, inútilmente, defenderse como podía. Su mano blanquecina y huesuda se retorcía frenéticamente pero, a parte de algún que otro arañazo, apenas podía hacer nada.

Aquelló te pareció durar una eternidad. La vieja contra todo pronóstico se resistía y gemía con inesperada resistencia. Quizá pudiera respirar, aunque fuera penosamente, a través del almohadón. No tenías tiempo, y tampoco podías permitirte que te descubrieran, así que retiraste aquella almohada y, como poseída por el Maligno, lanzaste tus manos como garras de rapaz sobre su cuello. Lo disfrutaste. Ahora podías sentir como se le escapaba la vida. Podías ver como el brillo de sus ojos se marchitaba. Al fin, tu venganza estaba cobrada.

Ya muerta, seguiste apretando. Aquella mujer que una vez fue hermosa y poderosa, ahora era un cadáver de ojos muy abiertos y de rostro encarnado. Te sentías extasiada, plena, satisfecha. Ya estaba hecho...

Lo que vino después no lo recuerdas con claridad; imágenes sueltas escapando furtivamente de aquel caserón se juntaban con la sensación de seguridad que te invadió al llegar a casa de tu madre. Te metiste en el camastro, agotada. Ya sólo quedaba dormir y esperar a que llegara el momento de partir en busca de la hija de quien acababas de matar. Toda una paradoja la vida, pero así era...

 

Notas de juego

FIN de tu introductio.