Partida Rol por web

Escuchó atentamente, intentando comprender. ¡Y vaya si había comprendido! Todo aquello se debía a Yumi y sus formas de comportarse, aunque quizás él también había tenido algo de culpa de ello. Aún así, ver tan abochornada a Yukino debido a aquel tema le divertía y le proporcionaba una sensación de felicidad bastante alarmante.

- Yumi-san es solo una compañera de clase para mí. Es cierto que para ella quizás yo sea algo más que un compañero, pero mis sentimientos hacia ella no son iguales.-  era raro dar explicaciones sobre una chica a otra chica y más aún a Yukino. Por alguna razón no quería decir algo que la apartara de su lado.- No le correspondo y quizás por ello se comporta contigo de esa manera.- Sí que está celosa de ti.- Me vino a buscar porque tenemos que hacer un trabajo para clase y estamos cerca en la lista por los apellidos. -  por eso estuvo de morros toda la mañana. Porque se vieron cuando me vino a buscar. Y por eso pareció ir más al grano que otras veces.- Más o menos todo son coincidencias.

Aquella explicación la sonrojaría aún más. Seguramente Yukino quería esconder la cabeza en cualquier sitio en esos momentos para que él no la viera así, pero para él aquello solo le hacía verla más guapa. Instintivamente la cogió de los hombros y la estrechó entre sus brazos, colocando una mano en su cabeza.

- Te preocupas demasiado, Kazehaya-san. Y eso hace que te dejes querer. Deberías ser más dura si no quieres que te persiga todo el mundo.

En aquel momento se le antojaba imposible haber hecho más el ridículo. Había interpretado las cosas como había querido sin preguntar y ahora estaba dando una imagen de sí misma que ni quería imaginar. ¿Qué pensaría Tezuka? Posiblemente que era una niña pequeña, como sus hermanas. Aquello era horrible. Casi hubiera preferido no abrir la boca y seguir pensando que era su novia a hacer el ridículo de semejante modo.

- Ya, sí, todo parece tener sentido - respondió vagamente cuando concluyó su explicación, deseando que se la tragara la tierra, de nuevo evitando su mirada, tan ruborizada que le ardían las orejas.

Seguía reconcomiéndose en su vergüenza cuando sintió los brazos de Tezuka envolviéndola y atrayéndola hacia su pecho en un gesto protector. Para cuando terminó de hablar sentía que estaba empezando a humear aunque no se apartó. Tampoco le correspondió ni se quedó rígida como cuando la había atraído hasta su cama, sencillamente se dejó abrazar, confundida, con el corazón latiéndole a mil por hora, avergonzada y con mil mariposas en el estómago.

- ¿Más dura? ¿No está bien cómo soy?

La voz surgió amortiguada por la ropa del chico. ¿Qué iba a decir? La verdad es que tenía una frase en mente, una revelación, que la estaba bombardeando desde hacía unos segundos pero no iba a salir de su boca.

Creo que me gustas.

Las palabras que salieron de la boca de la chica, con la cara pegada al cuerpo del chico provocándole leve vibración en la zona abdominal, gustaron al chico. Era una muy buena pregunta a decir verdad. Él había querido decir que era normal que los chicos se fijaran en ella con aquella actitud tan inocente y vergonzosa porque la hacía ver linda e incluso más guapa de lo que ya era, pero la pregunta de Yukino no era la pregunta que habría esperado. ¿Qué debía responder ante aquello?

La separó un poco, alzando su cabeza para que las miradas se chocasen. Estaban aún pegados y la mano de él descansaba en su cintura al tiempo que tragaba saliva antes de contestar:

- Depende de quién quieras que te quiera.

¿Por qué estaba tan nervioso? ¿Qué tenía Kazehaya Yukino para que él no quisiera otra cosa que verla o tenerla entre sus brazos? ¿Qué tenía para que su único afán fuera protegerla y verla sonreír?

¿Estaría bien besarla?

Él era una persona muy instintiva y aunque intentaba pensar las cosas antes de hacerlas, lo cierto es que terminaba guiándose por sus caprichos y en esos momentos besar a Yukino en aquel ambiente, con hojas de cerezo revoloteando a su alrededor y el viento moviendo el cabello de la chica, era lo que se veía instado a hacer.

No obstante, justo cuando había decidido aproximarse del todo, dos manos aparecieron, una sujetando a Yukino y otra a Tezuka y en medio de ellos, la cara de Fukiyose, con muy malas pulgas:

Fukiyose:- ¿Se puede saber qué hacéis aquí en vez de en las pistas de tenis? Queda un minuto y no me habéis venido a avisar siquiera.

Depende de quién quieras que te quiera.

Se sentía muy nerviosa con cada gesto y palabra de Tezuka, sobre todo porque le daba la sensación de que él sentía lo mismo que ella en aquel preciso instante. El viento le alborotó el cabello pero no importaba, sólo primaba la sensación de tener la boca seca y no ser lo bastante rápida como para encontrar una respuesta decente a sus palabras.

Se quedaron en silencio, mirándose fijamente, sin saber qué pasaría a continuación. Pero fuera lo que fuera lo que pasó por la mente de Yukino en aquel breve instante estaba claro que Fukiyose no se hallaba entre sus opciones. Dio un fuerte respingo, dirigiéndole una mirada casi asustada a su capitana, fruto de la forma en que había roto la tensión entre ambos.

- ¡Ca-capitana! Ahora íbamos a verte jugar pero ni dijiste nada de que te avisáramos.

Había balbuceado como una niña para terminar con aquel reproche. Le dirigió una mirada a Tezuka por detrás de la capitana y le sonrió azorada. No era dura, era como era y no había nada que pudiera hacer para cambiarlo.

La chica continuó con su cara de pocos amigos mientras se recogía el pelo en una coleta alta aún sin soltar la raqueta de la mano mientras respondía:

- Lo teníais que haber supuesto, por supuesto. Si no hubierais estado...- tuvo que pensar qué decir en esos momentos.- ...contando pétalos de sakura...- al escuchar la palabra "sakura" en su voz cambió instantáneamente de actitud y expresión. Sonrió entonces, mientras Tezuka le dedicó una sonrisa a Yukino ante su forma de actuar segundos antes.- ¡Bueno! No importa. Vamos allá. Estarán preguntándose que dónde estoy.

Y empezó a caminar, aún con paso aparentemente tranquilo hacia las pistas de tenis, raqueta envainada como si fuera un guerrero que va a la batalla.

Tezuka:- Será mejor que no vaya con vosotras.

Fukiyose era fácil de complacer, eso quedó demostrado cuando ella misma se suavizó con la sola mención de su enamorada. Contuvo una sonrisa a tiempo y en su lugar concentró su atención en quitar de su pelo los rosáceos pétalos de la flor del cerezo, que con el aire se habían ido depositando llenando su negro cabello de topos.

Su minucioso examen fue detenido por el comentario de Tezuka, apartando la mirada de su cabello para centrarla en el chico, que estaba comentando que sería mejor no ir con ellas. Tras unos segundos de silenciosa reflexión decidió que posiblemente sería lo más sensato; con Tezuka en otro lado podría volver a serenarse y pensar o no pensar en lo sucedido, según decidiera.

- Come creas mejor - le dirigió una sonrisa algo tímida antes de marcharse tras la capitana -. Hasta luego, Kunimitsu-sempai.

Quizás muchos creyesen que iba a ser un partido complicado ya que el capitán del Hyotei, Atobe, tenía renombre. Lo que muchos no sabían era que ese renombre venía sobretodo dado por su dinero, y no precisamente por su habilidad. Era el mejor de Hyotei, de eso no cabía duda, pero su nivel distaba mucho de otros capitanes de clubes, y entre ellos se encontraba Fukiyose Yui.

Cuando alcanzaron juntas las pistas de tenis, la gente empezó a aclamar a la capitana mientras le dejaban paso hacia las pistas. Yukino terminó por separarse de ella para sentarse en el banquillo al aldo de Momoshiro que expresaba su impaciencia por ver aquel partido.

Se dieron la mano, echaron quién empezaría sacando y se colocaron en sus puesto. Empezaba sacando Atobe. Primer saque que entró dirigido al cuerpo de Yui que con un rápido movimiento de pies logró colocarse para devolverlo como si no hubiera hecho gran esfuerzo, Atobe logró llegar a las esquina contraria de donde se encontraba para devolverlo con fuerza, y Fukiyose lo devolvió lanzándolo al otro lado con tanta precisión y fuerza que el chico no pudo llegar. Cambio de lado, misma situación. Esta vez le hizo una dejada que él alcanzó a devolver, a continuación un globo perfecto que el chico, esprintando a más no poder, devolvió pero Yui ya estaba en la red saltando a por esa bola, aunque en vez de un smash, hizo una nueva dejada perfecta. Los dos siguiente puntos fueron idénticos. Parecía que la bola que Atobe devolvía iba siempre dirigida a la posición de Fukiyose que apenas tenía que mover levemente los pies. 0-1. 0-2. 0-3. 0-4.

El público aplaudía a rabiar. ¿Sería posible que Fukiyose estuviera realizando algún tipo de técnica que con un efecto extraño, provocara que cada golpe del rival fuera hacia su posición? Momoshiro comentó que aquello ya lo había visto antes, que no era casualidad. El público cada vez aplaudía más y Atobe, que había empezado muy gallito diciéndole algo a Fukiyose cuando chocaron la mano antes de comenzar el partido, parecía ir irritándose más y más. Hasta tal punto que llevó a cabo una de las jugadas más sucias que se podían recordar en el tenis.

Ante una nueva dejada de la chica que él alcanzó con facilidad, lanzó un derechazo con mucha potencia que obviamente fue dirigido a la zona donde Fukiyose se encontraba. Pero no fue lo único que lanzó. La raqueta del chico voló también de forma imprevista hacia la chica. La capitana devolvió el golpe que entró en forma de passing ganando el punto, pero a costa de ello, el marco de la raqueta dio fuertemente contra su cabeza de forma irremediable, tirándola al suelo.

Atobe:- Uy... se me escapó con tanta potencia con que le pegué.- dijo con total tranquilidad.- ¿Estás bien, Fukiyose?

La chica se encontraba apoyada en el suelo por las rodillas y un antebrazo mientras se sujetaba la parte de la sien con la mano que pronto empezó a sangrar.

Momoshiro:- ¡Capitana!
 

Empezó el partido contra un nuevo pijo del Hyotei, otro con el mismo aire insufrible de prepotencia que debían regalar con el dinero o con la matrícula de la preparatoria. Por desgracia para él, esos humos que se gastaba de superioridad se vieron apagados por la técnica de Fukiyose.

Sin ningún problema, la capitana del club de Tenis de Seigaku demostró estar en un nivel muy por encima, devolviendo cada bola y realizando unos saques que superaban con creces las jugadas del capitán del Hyotei. Pronto se hizo evidente que el chico no tenía nada que hacer y por lo visto él también fue consciente de ello.

Yukino no vio venir la táctica sucia porque no la esperaba de un deportista, pero la reconoció en el acto cuando la raqueta golpeó en la frente de su capitana. Si aquello no hubiera sido suficiente la tranquilidad con que se dirigió a Fukiyose fue suficiente.

Son todos igual de insufribles.

No esperó a que nadie atendiera a la capitana, ella misma fue corriendo hasta su posición con una toalla en la mano y se la colocó en la frente, tapando la herida sangrante.

- No puedes seguir jugando así, Fukiyose-sempai - le murmuró preocupada por lo bajo, para que nadie más la oyera -. ¿Quieres que busque a Kuroko-sempai?

Estaba mareada a causa del golpe y la sangre había descendido hasta su ojo ahora cerrado. El dolor era punzante y notaba cómo la sangre bullía de su frente. Tomó la toalla que Yukino le tendió.

¡Cabrón...!

El árbitro esperaba a que llegaran las asistencias. Probablemente deduciría que la jugadora del Seigaku se retiraría, pero no podía estar más equivocado.

- Arigató, Kazehaya. Pero estoy bien.- la asistencias llegaron en ese momento pero Fukiyose las paró extendiendo la mano hacia ellas.- No me hace falta, gracias. Solo es una brecha. Estoy bien.- no estaba bien. Estaba mareada y aunque la herida no parecía muy grande, aún salía sangre. Pero no podía parecer débil y mucho menos podría rendirse. Era la capitana del Seigaku y le había costado mucho llegar hasta allí. No sería el primer sacrificio ni tampoco el último. Era su último año de preparatoria y había decidido ganarlo todo. Se apoyó en el hombro de Yukino para incorporarse y se dirigió a ella.- No hace falta que la busques. Sé dónde está.- le tendió la toalla manchada de sangre.- Ahora vuelve al banquillo. Tengo que ganar este partido.- la chica parecía decidida. Se limpió nuevamente la ceja por donde descendía la sangre con la muñequera antes de que alcanzara el ojo y le impidiera la visión.

Estaba preocupada por Fukiyose pero esta no tardó en separarla de sí, queriendo mostrar fortaleza. ¿Cómo pretendía terminar el partido con aquella herida? Pero aún así no quiso desobedecerla, sabía que aquello sería más de lo que podría aguantar; Fukiyose no era una débil y no soportaría creer que los demás pensaban eso de ella.

De ese modo, toalla en mano, volvió al banquillo junto a Momoshiro, sin perder de vista a Fukiyose, preparada para salir corriendo si se caía al suelo o se desmayaba.

- Esto no me gusta...

Momoshiro también pensaba eso, pero debía tener paciencia y confiar en Fukiyose que en aquellos momentos se volvía a limpiar la frente sangrante con la muñequera mientras miraba a los dos Atobe que aún esperaban su respuesta con una sonrisa:

- Estoy bien. Un accidente lo tiene cualquiera.- comentó.- Sigamos.

Lanzó la raqueta de él hacia el chico, pero ni siquiera alcanzó la red desde aquella distancia. No parecía que la chica lo hubiera hecho a propósito cosa que gustó más a Atobe quien sonrió y pasó la red para recoger su arma.

Tsk.

Se colocó en la zona de la derecha, esperando el saque del chico, notando cómo su cuerpo se encontraba en un constante bamboleo. Atobe sacó y Fukiyose ni siquiera acertó a darle a la pelota. 15-0. Con andar tranquilo, la chica se colocó en el otro cuadro de saque. De nuevo lo mismo. 30-0. Y 40-0. Finalmente, juego en blanco para Atobe. 1-4. Cambio de campo. Las pistas de tenis estaban mudas.

2-4. El saque de Fukiyose falló por comlpeto. Todo doble faltas, pero su mirada y su expresión no variaron. No mostraba cómo se sentía. Ni estaba nerviosa, ni desesperada, ni siquiera se mostraba segura de sí misma.

Momoshiro:- Debería rendirse. Ninguno del equipo se lo tendría en cuenta.

3-4. 4-4. 4-5. Fukiyose hacía grandes esfuerzos por mantenerse en pie. El mareo había remitido bastante; no obstante, Atobe estaba lleno de confianza y lo único que hacía era marearla de un lado para otro. Fukiyose bebió agua en el leve descanso de cambio de lado; momento en el cual Atobe le habló de nuevo:

Atobe:- Qué lástima, Fukiyose-san. Pareces agotada. Esperaba más de ti...

La chica terminó de beber agua. La sangre se le había secado aunque aún goteaba por tantos movimientos. Dejó la botella en el banco y sin dirigirle la palabra se fue hacia su lado. 0-15 perdiendo. 0-30 perdiendo. 0-40 perdiendo y punto de partido para Atobe.

Fukiyose respiraba jadeante, perdida y algo desconcentrada. Y entonces, en medio de todo aquel silencio se escuchó una voz:

???:- ¡Vamos Yu-chan! ¡Deja de jugar con él y véncele de una vez!

Claramente era la voz de Kuroko, perdida entre la multitud. La cara de sorpresa de Fukiyose duró un par de segundos, antes de apretar con fuerza la raqueta.

Claro. Si pierdo de esta manera no podré mirarla a la cara... Esta vez Tezuka no es mi oponente. Ahora me toca demostrar que de verdad podría haber ganado ese partido.

Aquella voz fue la energía que Fukiyose Yui necesitó. Dedicó una medio sonrisa a la nada, casi para sí. Y eso fue lo que cambió el partido por completo. 15-40. 30-40. 40-40.

5-5. 5-6 y finalmente ganó el partido 5-7. La gente empezó a gritar y los chicos del tenis no pudieron más que correr a abrazar a su capitana que había caído de rodillas.

Cada segundo más que pasaba era un segundo más que quedaba patente que Fukiyose no estaba en condiciones de seguir. Estaba nerviosa, deseando acudir al lado de su amiga y ayudarla pero no podía. El orgullo de su capitana se lo impedía. Por eso se limitaba a golpear con nerviosismo con las cuerdas de su raqueta contra las rodillas, reflejando cada fallo en el ritmo in crescendo de los golpes.

Pero en algún momento del partido las tornas cambiaron. Fue cuando Sakura, seguramente más preocupada que ella, dio aquella voz que fue suficiente para sacar las fuerzas que tenía en reserva la capitana. Cansada y dolorida pero con una sonrisa puso fin a aquel partido demostrando su obvia superioridad como jugadora.

Todos, ella incluida, irrumpieron en vítores mientras se lanzaban hacia su capitana entre abrazos y felicitaciones. Durante un minuto todos sucumbieron a una confusa algarabía de palabras y gestos afectuosos que concluyó cuando Yukino recobró la cordura.

- Dejadle espacio, tenemos que llevarla a la enfermería. Fukiyose-sempai, ¿puedes andar? ¿quieres apoyarte en mi hombro?

Estaba feliz. Aquella victoria había servido para demostrar que era capaz de superar cualquier adversidad. Aquel partido había cambiado en cierto modo la percepción de su entorno y su vida. Se sentía feliz, porque creía que nada podría destruirla. Nada.

Se apoyó en el hombro de Yukino, sonriendo con una felicidad que poco tenía que ver en realidad con el resultado de aquel torneo.

- Antes tengo que hacer algo. ¿Puedes acompañarme al pavellón deportivo?

La capitana estaba tan eufórica de felicidad que parecía ebria y su sonrisa resultaba contagiosa, al menos para Yukino que no pudo evitar sonreír cuando dedujo el motivo por el que quería ir al pavellón. Intentó que su sonrisa no se volviera cómplice y asintió con firmeza mientras rodeaba a Fukiyose por la cintura.

- Claro, lo que sea por mi capitana. Hasta luego.

Se despidió así de los demás mientras llevaba a Fukiyose fuera de la pista, permitiendo que apoyase cuanto peso quisiera en ella.

- Con lo que yo me he preocupado no quiero ni pensar lo que habrá sufrido ella - le insinuó cuando por fin se hubieron alejado del lugar -. Seguro que incluso Kunimitsu-sempai estaba preocupado por ti. Si no fueras mi amiga y mi capitana creo que me enfadaría contigo.

Obviamente bromeaba, se notaba por la forma en que había reafirmado su cuerpo para Fukiyose, por la manera en que la sujetaba llena de cuidado y cariño.

La chica continuó sonriendo. Después de tanto tiempo con dudas, con secretos, con miedos, etc. Había encontrado en Yukino a una muy buena amiga.

Este Tezuka... siempre tiene razón.

Caminaron a paso bastante lento hacia el pavellón, donde debían de estar calentando los jugadores y jugadores del equipo de Seigaku. Dentro no estaban solo ellos, sino que ya había público sentado en las gradas. Los jugadores ensayaban tiros, fintas y mates bajo el mandado de Kuroko Sakura que parecía bastante autoritaria. Le pasaron el balón y lo botaba sin darse cuenta de la llegada de las dos chicas.

Kuroko:- No está mal, pero debéis compenetraros más. Hemos estado ensayando esa jugada muchísimas veces, recordad que...- Fukiyose había seguido caminando siempre apoyada en Yukino sin importar interrumpir. Kuroko se dio cuenta de que sus jugadores no le estaban prestando atención y por eso miró hacia atrás, sorprendiéndose al tener tanto a Yukino como a Fukiyose a escasos pasos de ella.- ¿Are? ¿Yu...?

Pero antes de terminar, Fukiyose se apartó de Yukino y se abrazó con fuerza, casi cayendo por la debilidad y el cansancio, sobre Sakura que, aún sorprendida, fue lo bastante rápida como para sujetarla al tiempo que le devolvía el abrazo. Nadie entendía nada a excepción de tres personas ahí. Aunque algo avergonzada, no se apartó ni apartó a Yui cuya frente ensangrentada descansaba en el hombro de la pelirroja.

Fukiyose:- Arigató ne... Sakura.

Aquella muestra de agradecimiento sí que era una novedad. ¡Las dos capitanas de los equipos más poderosos de Seigaku mostrando agradecimiento y abrazándose! ¿Desde cuándo eran amigas? Muchos se preguntaban si alguna vez habían intercambiado un saludo por los pasillos.

Kuroko:- Baka... yo no...- pero en ese momento se escuchó un leve ronquido. Sakura frunció el ceño.- Oi, Fukiyose. ¡No te duermas encima de mí!

A pesar del paso lento no tardaron demasiado en llegar a donde el equipo de básquet estaba empezando con el calentamiento para los partidos, todos inmersos. Viendo a Sakura ahí nadie diría que hacía unos minutos había estado gritando una frase que había valido para motivar a la capitana del club de tenis para ganar aquel partido, a pesar de sus heridas.

Yukino no sabía lo que sucedería al llegar ahí pero había previsto algo similar pues sabía que Fukiyose preferiría que aquello no tuviera que ser secreto. Por eso no se sorprendió cuando se abrazaron, aunque compuso una sonrisa un tanto azorada para el público, que se convirtió en sincera cuando Fukiyose de durmió.

- Yo la cargaré hasta la enfermería Kuroko-sempai, no te preocupes y da lo mejor de ti - susurró por lo bajo mientras se cargaba a Fukiyose a la espalda -. Creo que quería desearte suerte, de capitana a capitana - comentó alzando la voz para disimular.

Cargando con Fukiyose fue hasta la enfermería donde la echaron en una cama y la enfermera se ocupó por fin de la herida. Tres puntos de aproximación, un lavado de cara y dejarla dormir. Dormida parecía más tranquila que otra cosa. La pobre había hecho un gran esfuerzo y ahora le tocaba descansar pero, ¿qué pensaría si dormía demasiado como para perderse los partidos de baloncesto?

El trabajo ya estaba hecho y ya solo quedaba disfrutar del día que tenía por delante. Al día siguiente tenían una cena entre los Kazehaya y los Otoya en un restaurante japonés. Justamente el que era el máximo rival de los Kunimitsu; pero lo cierto es que había elegido el lugar la señora Otoya sin saber nada de eso y solo pensando en que había ganado mucha fama durante aquellos meses y la comida era excelente.

En ese momento se escucharon gritos en el pasillo. Dos chicos estaban discutiendo. Uno acusaba al otro de haberle robado la cartera y el otro se defendía de malos modos diciendo que eso no era cierto. Habían comenzado a pelearse pero un profesor llegó a tiempo para separarles. El chico que había salido más dañado seguía diciendo que le habían robado la cartera y que seguro que había sido él. El otro chico, que se había defendido y tenía solo un reve arañazo comentaba que no tenía ni idea de qué hablaban. Ese chico era Yamato Tachibana.

Vaya, así que la capitana tenía un lado dulce y tranquilo que mostraba cuando dormía, increíble. Si sus compañeros del club la vieran en aquel momento alucinarían. Sabía que Fukiyose se enfadaría mucho por perderse el partido de baloncesto pero Sakura comprendería que tenía que descansar, se había dado un buen golpe y tenía el sentido del equilibrio alterado, como era de esperar, y a Yukino empezaba a dolerle todo por tener que cargar con el peso muerto de Fukiyose, por más que lo hiciera con el cariño de la amistad.

Su atención fue atraída al exterior por el griterío de dos alumnos. Cuando salió se encontró con la inverosímil escena de Yamato siendo acusado de ladrón y otro profesor intentando mediar entre ellos. Yukino le miró indecisa, sin saber si debería intentar ayudar al muchacho pero lo cierto es que nada sabía del tema y e chico no se había mostrado muy amable con ella. Arrugó un poco la nariz pero decidió que lo mejor era pasar de largo y disfrutar del resto del día libre.