Partida Rol por web

Lo cierto es que parecía que Yukino y Hayane estaban teniendo las mismas ideas. ¿Sería por el miedo? Por parte de Hayane desde luego que sí. Llevaba ya un rato queriendo salir corriendo para huir de lo que fuera que sentía que tenía que esquivar o perder de vista.

Asintió, conforme a la idea de Yukino:

- Claro... además, se supone que esto es una carrera por ver quien llega antes. Habría que ir corriendo. Pero te advierto que no soy muy rápida...- se rascó la barbilla con el dedo índice mientras sonreía pidiendo secretamente perdón por aquello. Con el volumen de Hayane, se podía imaginar que la chica no era muy deportista. Sin contar con que no iban vestidas con sujetadores deportivos.- Vamos allá.

Empezó a correr, primero despacio y poco a poco más deprisa. La urgencia por el miedo la hacía aumentar el sprint, hasta que llegó al máximo de su velocidad y acompañaba el terrorífico paseo por la zona marítima con un constante grito.

- ¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!! - tenía los ojos cerrados y lagrimeaba un poco.

Yukino sabía que la noche seguía plagada de sonidos, como las ramas de los árboles estremeciéndose por el viento o las olas al descargar sobre la arena de la playa pro era incapaz de escuchar nada de eso pues Hayane no paraba de emitir un grito que le estaba crispando sus nervios ya en tensión.

Ojalá se callara, pensó con amargura mientras adaptaba su carrera al ritmo errático de su amiga. Era una suerte que estuviera en buena forma pues el pánico le impedía tomar las profundas bocanadas que le permitían mantener el trote durante más de media hora.

- Hayane, abre los ojos o te la vas a pegar - le advirtió con una enorme gota de sudor cayendo por su nuca.

Con un poco de suerte dejaría aquel espeluznante chillido a un lado que anulaba todos los sonidos ambientas y que además podía atraer atenciones indiscretas sobre ellas. Además, era una cruz sentirse responsable de la chica cuando en aquellos momentos estaba luchando contra sus propias ganas de volver corriendo al hotel y pasar de aquella prueba absurda.

Siguió corriendo sin escuchar las palabras de Yukino debido a sus propios gritos; no obstante, por suerte para Kazehaya, Hayane paró, agotada entre tanta actividad física. Se dobló por la cintura, cogiendo aire y recuperando pulsaciones.

- Bue-no, c...creo q-u-e... he-hemos avan-za-do... uf... bastante.

Y era cierto. Ahora estaban ante dos nuevos caminos: adentrarse en la playa o girar hacia el bosque por uno de sus laterales.

- ¿Por donde ahora?

Le dedicó una mirada compasiva a Hayane. Estaba verdaderamente en mala forma, le venían ganas de pincharle con un dedo el costado para comprobar la flacidez de sus músculos. En otras circunstancias en que ella misma estuviera más relajada tal vez se hubiera metido con ella al respecto pero en aquel momento no sabía si sentirse fastidiada por tener que avanzar lentas o aliviada porque por fin había dejado de gritar.

- Creo que mejor será que avancemos por el bosque - acabó por decir con un suspiro.

Por lo menos por el momento no habían visto nada raro, tal vez podría empezar a relajarse. Quién sabe, quizás los gritos de Hayane habían asustado a los espíritus.

Por suerte el bosque no era muy espeso por lo que la luz de la luna se adentraba con facilidad, iluminando más el lugar. Lo cierto es que era un lugar muy bonito y las chicas se darían cuenta de no ser porque el miedo les atenazaba el cuerpo y la mente.

Alguna que otra vez se escuchaba el sonido de ramas partirse, se apreciaba el movimiento de algunos arbustos por donde pasaban e incluso el sonido del viento silbando les erizaba el vello de la nuca. Hayane, de forma inconsciente, se aferró a la mano de Yukino, deseando que aquel camino no hubiera sido la peor de todas las elecciones.

- Qu-quizás estamos cerca...- ¡Si casi temblaba!- ¿Qué te parece si hablamos de algo que nos distraiga?

El miedo, denso y espeso, empezaba a transitar por sus venas en más abundancia que su propia sangre. Lo del bosque no había sido una buena idea pero en su fuero interno sabía que si querían acabar con aquello pronto lo de la playa era un rodeo absurdo que no las llevaría a ningún lado. Aún así el conocimiento no resultaba tranquilizador.

El efecto del aire en los árboles y arbustos era mucho más tenebroso en el interior del bosque que en sus lindes... y eso poniéndose en el mejor de los casos y aceptando como le decía su mente racional que aquello era, efectivamente viento, porque lo que era su imaginación se empeñaba en hacerle imaginar toda clase de seres oscuros y siniestros ocultándose en la periferia de su visión.

El contacto de Hayane la sobresaltó momentáneamente pero no tardó en devolverle el apretón con fuerza. Su amiga estaba asustada, ella estaba asustada... ¿por qué seguían con aquello? Estaba reuniendo fuerzas para sugerirle que volvieran al hotel cuando la chica le preguntó por aquello.

Cinco minutos más y si no hemos encontrado nada le diré que volvamos, se dijo a sí misma. Su orgullo había ocultado la cabeza bajo las sábanas.

- Ah, claro, claro - se apresuró a decir, hablando más alto de lo normal -. ¿De qué quieres hablar? ¿De Renji-kun? - aquello quizás las distraería.

Al menos algo de efecto causó. No podía decir que lo ocurrido con Renji no le hubiera pillado desprevenida, pero también era cierto que poco le decía que él estuviera por ella.

- Me da pena. No me había dado cuenta hasta ahora... y lo cierto es que no me gusta. Nunca me había fijado en él. Siempre... siempre he estado por Kototsu-sempai.- la imagen de Kototsu apareció en su cabeza, dedicándole una sonrisa que él jamás pondría y diciéndole cosas que en la realidad nunca diría mientras los ojos de Hayanse se transformaban en corazoncitos.- Yo aún no sé cómo estás con mi oni-san. ¡Es tan raro!

Oh. Por un momento sus temores quedaron olvidados mientras su boca formaba una "o" por la sorpresa. Lo cierto era que siempre había pensado que a Hayane le gustaba Renji a pesar de que no lo reconociera pero ahora decía aquello. Pobre Renji.

- ¿De verdad de gusta Kototsu-sama? - cierto que era atractivo pero eran tan diferentes que no entendía qué podía ver Hayane en él. Siempre había pensado que le gustaba físicamente y ya aunque quizás la chica sintiera algo más profundo por Kototsu. Como era de esperar, o al menos lo habría sido si Yukino hubiera estado atenta, le preguntó por Tezuka, provocando que se sonrojara por primera vez en lo que iba de noche -. Tu oni-san...Tezuka... - aquello era bochornoso, aquella conversación en general, daba igual cuantas veces la tuviera, le daba vergüenza -...estamos saliendo.

La chica no paró en ningún momento, aún cuando la sorpresa que le habían proporcionado las palabras de Yukino sin duda alguna lo habría hecho. Probablemente el miedo era mayor que las ganas de mostrarse sorprendida en aquellos momentos.

- Lo supuse cuando te devolvió el pañuelo, cuando se comió las trufas que te tocaban a ti, cuando aceptó entrar en la obra de teatro, cuando en el café de maid no me dejaba atenderle, cuando decidió entrar de nuevo en el club de tenis y cuando aceptó la invitación de su hermana pequeña en venir a pasar las vacaciones con ella en vez de pasarla con sus amigos.- comentó enumerando con los dedos.- ¿Qué? Solo soy pava para los estudios... además, eso era muy obvio.- sonrió con suficiencia.- Ains... ojalá Kototsu-sempai se fijara en mí como Tezuka-nii lo ha hecho contigo. ¿Crees que tengo alguna oportunidad?

Se rascó la mejilla, avergonzada y por suerte distraída. Por lo visto el bochorno era un método eficaz contra el miedo porque ahora mismo sólo era consciente de lo mucho que le ardían las mejillas por tener que mantener aquella conversación con Hayane. Y porque estaba claro que si su amiga lo sabía debía estar ya en conocimiento de todos.

- Tan obvio, ¿huh? - musitó rascándose la mejilla, repitiendo unas palabras similares a las que le dijera a Mei cuando hablaron del tema. Por suerte el tema de conversación se desvió ligeramente a uno que era más cómodo para ella y que curiosamente no parecía importunar a Hayane. Era extraño, Yukino estaría sacando vapor por las orejas en su caso pero su amiga parecía desear hablar de ello -. No sé, Hayane... ¿has hablado alguna vez con él? - era una pregunta sincera; la verdad es que tenía serias dudas al respecto pues siempre la había visto babear por él en la distancia -. Kototsu-sama no se fijará en ti si no llamas su atención de algún modo.

- ¿Are?- ahora sí se paró, pensativa. Al parecer el tema de conversación le era mucho más interesante que el miedo.- nunca hice nada... mmmm... llamar la atención...- su mente maquinadora ya estaba dando vueltas al asunto. Yukino quizás no lo sabría aún pero había creado con aquellas palabras un monstruo.

La charla habría continuado de no ser porque escucharon un ruido en los arbustos de la derecha que llamó la atención de las chicas. Hayane volvió al mundo real y cayó en la cuenta de que seguían en el bosque, de noche y con espíritus rondando. ¡Y de pronto una sombra enorme apareció corriendo hacia ellas con un grito agudo!

Hayane no tardó en chillar también. ¡Esa sombra se aproximaba a ellas a gran velocidad!

Realmente seguía pensando que Hayane no tenía nada que hacer con Kototsu. En el peor de los casos éste la trataría como una pesada y en el peor la seguiría observando con indiferencia, había una posibilidad entre un millón de que el chico se enamorara de Hayane pero quizás su amiga necesitaba desengañarse con él para empezar a fijarse en otros. Contuvo un suspiro. Se avecinaban tiempos difíciles para Renji.

Aún no había decidido que responder cuando un estridente grito, según Yukino inhumano, surgió de la nada y de repente una enorme sombra apareció en su campo de visión, corriendo a toda velocidad en su dirección. Su corazón empezó a latir dolorosamente rápido y su estómago se contrajo de terror.

Pronto, con el rostro convertido en una expresión de pánico absoluto, pálida y azul a partes iguales, se unió al grito conjunto de Hayane, olvidando por completo la parte racional de su cerebro. Tuvo la certeza absoluta de que iban a morir ahí, a manos de aquel espíritu malvado del bosque.

Y fue entonces cuando se demostró que el instinto de supervivencia de Yukino no existía porque en lugar de echar a correr como le pedía hasta la última fibra de su cuerpo se puso en cuclillas, incapaz de dar un paso, y se cubrió la cabeza con ambas manos, temblando como una hoja y apretando los párpados entre sí con fuerza.

El monstruo de voz aguda continuó su carrera hacia las chicas. Yukino echa una bola, Hayane paralizada con la boca abiertísima y gritando a más no poder, llegando a tal agudo que podría romper el cristal. El monstruo no se detuvo y continuó...continuó... continuó hacia ellas... hasta que chocó con ellas y cayó de bruces sobre ellas, llenando a las chicas de una sustancia extraña que después comprobarían que sería barro.

???:- Itte...- la voz del monstruo sonaba bastante femenina.- Uh... ¿are? ¿Estáis bien?

¡¿Un monstruo se preocupaba por ellas?!

En ese momento apareció Renji corriendo detrás. Estaba también lleno de barro y parecía totalmente exhausto.

Renji:- ¡Aoi-san! ¿Estás bien? Eso... es-estuvo cerca...

La chica se incorporó para dejar de aplastar tanto a Hayane que estaba aún en shock con los ojos haciéndole espirales, como a Yukino. Era muy muy muy alta y ahora, menos manchada de barro, parecía una chica normal.

El monstruo la había llenado de una baba espesa y maloliente antes de comérsela pero estaba tan asustada que no podía hacer nada... y de repente, el monstruo habló. Y resultó ser una chica sucia con el apellido de Haruka que se disculpaba a la vez que las llenaba de barro, seguida por Renji que pasó de ellas como si no hubiera reparado en su presencia.

Les miró, parpadeando avergonzada y confusa, y el simple gesto hizo que un pegote de barro cayera de su flequillo a su nariz. Hizo una mueca de asco antes de limpiarse con el dorso de la mano. Hizo acopio de todas sus fuerzas para ponerse en pie, todavía temblando de arriba a abajo.

- Pero, pero, pero... - en aquel momento las presentaciones no le importaban, seguía asustadísima a pesar de que el espíritu hubiera resultado ser una chica -. ¿Por qué habéis salido corriendo así? ¡Nos habéis dado un susto de muerte! - se llevó la mano al corazón, sintiendo como latía a mil por hora.

La chica permaneció de rodillas y se inclinó levemente en señal de respeto. Cuando habló lo hizo con una voz tan dulce que no parecía congeniar mucho con su gran cuerpo:

- Lo lamento mucho... yo... un pájaro nos empezó a perseguir y... bueno... yo... tengo miedo a los pájaros...- el mero recuerdo le provocaba lágrimas en los ojos- y salí corriendo... tropecé y caí en un charco de barro, seguí corriendo y ahora choqué con vosotras... Lo lamento mucho... Renji-kun...

Renji:- No pasa nada, Aoi-san. Además, mira, ya estamos super cerca del pantano. ¡Podremos ser los primeros!

La chica le miró y sonrió con amabilidad antes de asentir. Estaban manchados de barro, cansados y asustados, pero les quedaba poquísimo para alcanzar la meta. ¿Y si resultaba que eran los primeros?

Renji:- ¡Vayamos los cuatro juntos!

Quiero irme a casa...o al hotel, quiero meterme en la cama y taparme hasta la cabeza, lloriqueó para sí, manchada de barro y muy muy asustada. En su diálogo interno se decía que ella no estaba hecha para estas cosas, le daban miedo, lo pasaba mal y además estaba segura de que no podría dormir en toda la noche, dando vueltas mientras imaginaba sombras que se cernían sobre ella, dispuestas a llevársela a quién sabía dónde.

- Bueno...no te preocupes... - quiso darle unas palmaditas en el hombro pero tuvo que conformarse con dárselas en la parte baja de los omóplatos si no quería tener que alzar el brazo -. Pues vamos ya, quiero irme - a aquellas alturas ya no tenía demasiado sentido intentarse hacer la valiente así que se sujetó con fuerza al brazo de Hayane -. Quiero irme al hotel...

Siguieron caminando, los cuatro juntos y sin hablar más de lo necesario. A pesar de lo alta que era y la protección que parecía ofrecer, Aoi Charlotte estaba tan o más asustada que las dos chicas juntas. Hayane también lloraba por cada paso que las alejaba más del hotel. Mientras, Renji iba por detrás, agotado y casi quedándose atrás. La carrera que había tenido que hacer para alcanzar a la zancuda Charlotte había sido de película. Pero él no era Flash ni Usain Bolt y ahora las piernas se quejaban con cada contracción de músculos.

Al final el sonido del agua les advirtió que estaban muy muy cerca. Renji, con disimulo, se quedó sentado en una piedra. Los pies le dolían muchísimo y total, quería el nenúfar para Hayane, pero si Hayane estaba con él ya no tenía gracia seguir con todo aquello.

Las tres chicas se acercaron más hasta asomarse por unos arbustos para observar qué les deparaba al otro lado de la maleza. La escena era preciosa. La luna se reflejaba en el agua, manchada con lunares de nenúfares verdes. La tranquilidad se reflejaba allí mientras las luciérnagas impregnaban de luz todo el lugar. No obstante, no habían sido las primeras en llegar. A unos metros de ellas, en la orilla del lago, Mei y Otoya se encontraban de frente entre ellos. Otoya tenía los pantalones recogidos hasta la rodilla y sostenía una planta azul. Hablaban pero desde aquel lugar ninguna de las tres chicas podía alcanzar a oír.

Él le entregó el nenúfar y aunque ella lo pareció rechazar en un principio, terminó por aceptarlo. Él se rascó la nuca y sonrió ligeramente, como siempre hacía. Mei, por su parte, se encontraba algo ruborizada. Entonces, Mei sostuvo la mano de Otoya y le colocó con dulzura el nenúfar en la mano, mientras daba explicaciones y él se mostraba sorprendido y sonrojado.

¿Qué harían entonces las chicas? Hayane no iba a interrumpir, tan interesada como estaba en aquella escena y Charlotte quizás era demasiado nueva como para decidir qué hacer. La pregunta estaba en Yukino: ¿Qué haría ella? ¿Interrumpir o seguir observando?

Miedo, terror, pánico y horror habían sido los sentimientos que habían poblado la mente de Yukino hasta hacía un segundo. Ese decisivo segundo que había cambiado por completo su panorama emocional lo había ocupado la escena que se desarrollaba ante sí entre Mei y Otoya.

Su mandíbula se había desencajado por la expresión de sorpresa y aunque en parte un estúpido pensamiento de "oh, qué bonito" no parara de inmiscuirse en su mente, la verdad es que aquello no le parecía bien. ¿Cómo podían hacerle aquello a Momoshiro aprovechando que se hallaba ausente? Su mejor amigo y su novia... Otoya había dicho que nunca le haría eso. Y Mei, aunque al principio había parecido rechazarlo, lo había aceptado y luego se lo había entregado. ¿Dónde quedaba la integridad moral de la rubia?

- Bueno pues todo esto es muy bonito, ¿no? Qué paisaje más espectacular - comentó absurdamente para sus compañeras en un susurro -. Ha merecido la pena venir, ajá, sí, pero es tarde, sí, yo me voy al hotel - todos sus movimientos eran rígidos, como si su cuerpo se hubiera quedado sin articulaciones. Con movimientos robóticos se fue hasta Renji a quien le dirigió una amplia y falsa sonrisa -. Qué pena, ¡se nos han adelantado! Nos vamos, ¿por favor? - hizo especial énfasis en el por favor. La verdad es que quería marcharse ya pero seguía dándole pavor volver sola.

Hayane no se movía de allí y ya era la única que observaba la escena con atención mientras Charlotte se unía a Yukino, también deseosa de salir de allí. Renji se levantó con esfuerzo, lamentando el no haber sido el ganador de aquello. Nunca era el ganador de nada.

- ¡Os vais a perder lo mejor!

Renji:- Sí, anda. Vámonos... estoy agotado después de todo el día...

Charlotte señaló a Hayane que tenía aún el cuerpo metido en los arbustos:

Charlotte:- ¿Qué hacemos con ella?

Una intensa sensación de alivio se apoderó de ella cuando la mayoría de sus compañeros mostraron su acuerdo en cuanto a volver al hotel a excepción de Hayane, que se mostraba más interesada en ver cómo seguía la escena de su hermana, al parecer olvidados todos sus miedos. Puso los ojos en blanco antes de acercarse a ella por detrás y arrastrarla a base de tirones de oreja, como había visto hacer a Mei con anterioridad.

- Ne, Hayane, déjales intimidad, ellos sabrán qué hacen...no querrás quedarte aquí sola y a oscuras, ¿no?