Partida Rol por web

Legué al estanque de la montaña, como hacía cada mañana después de que mi madre me despertara de madrugada para recolectar fruta. Esta vez habían sido fresas y bayas salvajes de temporada, que había apilado cuidadosamente en mi cesta de mimbre caoba.
Había subido hasta allí yo sola para contemplar el amanecer; para ver como la luz hacía brillar las violetas del prado al intensificar el color anaranjado del sol mientras estaba tumbada sobre la hierba y contaba las hojas del sauce que bebía a los pies de aquel agua cristalina.
Me encantaba la paz que me transmitía aquel lugar, la calma con la que los pájaros le cantaban al nuevo día, he intentaba, como siempre, adivinar qué se estarían diciendo entre ellos. ¿Podrían sentir la calma y la felicidad que estaba sintiendo yo en aquellos momentos? Pocas veces me sentía así, y consideraba aquello como mi refugio. 

Un par de Carduelis se amontonaban en lo alto del árbol, oteando el horizonte en busca de la comida de la mañana, ya despiertos. Era la época de apareamiento y el macho protegía a su pareja mientras ésta buscaba pequeñas ramas para poder acabar el nido en el hueco que habían tomado como hogar en una de las cuevas que formaba la corteza.
Me levanté cuando ya pude ver el sol brillar en lo alto y comencé a quitarme la ropa y a apilarla en una de las rocas junto a la cesta de mimbre con cuidado de no mojar nada.
El agua que toqué con mis dedos estaba tibia, y cuando metí las piernas desnudas las plumas de las alas de mi espalda se herizaron levemente por el cambio de temperatura. Poco a poco me fui refrescando las caderas, el abdomen y el busto, sin estar desarrollado aún, hasta que me envalentoné para meter la cabeza debajo del agua.

-Tu padre llegará mañana -me había dicho mi madre mientras me desenredaba el pelo con sus manos azules y comenzaba a trenzarlo. Estaba entusiasmada por volver a verlo de nuevo. Ya habían pasado más de dos lunas llenas desde que no sabíamos nada de él y mi hermano Uldin y yo estábamos deseosos de enseñarle todo lo que habíamos aprendido.

Chapoteé en el agua, intentando coger algunos peces con mis propias manos, algo que ya había visto desde hacía tiempo que era imposible. Su rapidez me sorprendía ya que a mi me daba miedo el agua porque era un medio en el que no me sentía especialmente cómoda. Me había costado más de un mes llegar a meterme en aquel pequeño lago, y solamente me quedaba en la zona donde hacía pie, la zona donde me sentía segura al no saber nadar.

-No pienso haceros daño, de verdad... -Les dije en susurros como si pudieran entenderme - ¡solamente quiero tocar vuestras escamas! - añadí con un suspiro después de varios intentos frustrados. Entonces decidí tumbarme boca arriba sobre el agua con los ojos cerrados como si estuviera haciéndome la muerta, estaticamente y sin moverme ni un ápice por cuenta propia, dejándome balancear por el agua y escuchando los sonidos de mi corazón al resonar en mi pecho.

Cada vez el pueblo era más caótico. Las quimeras se estaban reagrupando debido a las hordas de serafines que habían hecho estragos en las ciudades más grandes, y el ejército no paraba de reclutar a chicos cada vez más jóvenes para marchar y luchar en el frente. Uldin me preocupaba. Él solamente tenía 16 años y no quería que se lo llevaran lejos de aqui, como habían hecho con mi padre. Aunque fuera valiente, su vida era más importante que matar serafines, y a pesar de nuestra condición, tenía claro que no permitiría que nadie lo apartara de nuestro lado.

Corrí. Sin descanso, sin aliento, con el corazón golpeando contra mi pecho como un tambor gigante, avisando de que con sus golpes rompería mi pecho de un momento a otro si no hacia nada por remediarlo. Algo me perseguía. No vi más que una sombra por el rabillo del ojo pero el miedo atenazo mis venas y enfrió mi corazón. "corre" me decía el instinto; "huye lejos y no mires atrás" me ordenaba. Sentía la sombra cerca, su pegajoso aliento en mi nuca. Olía a azufre y desesperación. Lo tenia justo encima, mi blanca piel a un centímetro de sus fauces. Una voz sonora como un trueno y profunda como el mar sonó a mis espaldas

-"¡¡¡QUE EMPIECE LA CACERÍA!!!"

Entonces me caí.

Me desperté en el aire intentando desesperadamente agarrarme a algo para frenar mi inexorable vuelo hacia abajo. Mientras caía, vi la rama que me había servido de cama toda la noche alejarse hacia el cielo rodeada del verdor del la vegetación del estanque. El sol se colaba como podía entre la espesa vegetación y el alba, que ya despuntaba, dejaba estelas entre las hojas que se asemejaban a finas cortinas de oro que se mecían con el viento. Todo esto me puse a pensar en mitad del pánico de saber lo que me iba a doler llegar al suelo.

Pero el suelo no llegó. No hubo impacto contra la firme e impasible roca. En su lugar me sumergí en las frías tinieblas del agua del estanque. El frescor se me llevo el estupor del despertar (ayudado por la adrenalina de mi precipitado descenso) y salí a la superficie como una saeta buscando oxigeno. Gire la cabeza desorientado y justo delante de mi había una extraña figura. Una chica de mas o menos mi edad con la piel azul, cuernos, alas a la espalda. Una Frikai supuse, aunque en realidad nunca había visto una, y no digamos una...!!completamente desnuda!!! Me giré como una exhalación mientras notaba como mi cara se tornaba roja como las manzanas en otoño.

-Yo no...yo no...yo solo...yo...el árbol...yo- tartamudee.

Esta escena es opcional, la puede usar quien deseé, solo o con quien quiera. Puedes hablarlo por offtopic con alguien para hacer historias pasadas en caso de conocerse. O sirve para que si durante la partida una escena debe seguir y tú deseas continuar dándole un poco de trasfondo, pues aquí la terminas. Ya digo, es opcional y es con quien quieras o sólo. Pero sólo se marca a los que estén en dicha escena o si estás sola a mi.

Ok cariño, entonces te aviso que comenzaré una escena previ, aquí, platicaré con otros jugadores para ver como se nos ocurre conocernos ... pero si no tengo respuesta la comenzaré sola ... besos!!

Escuché un estruendo en el cielo, un grito de guerra, de caza, y mis ojos, que llevaban cerrados mucho tiempo se abrieron de par en par por el miedo que sentí en aquel instante. Chapoteé unos segundos hasta que un fardo cayó en picado al estanque y se impactó contra las aguas cristalinas que me mecían con cariño. El agua fluyó por encima de mi cabeza y me hundí sin previo aviso, atragantándome al intentar subir de nuevo a flote. Tosí aterrorizada al pensar que iba a ahogarme e intenté hacer pie en las rocas resbaladizas del fondo que estaban cubiertas por aquel musgo verde, y cuando por fin lo conseguí no pude reprimir un grito de asombro al ver que algo estaba frente a mi. ¿Es que los serafines habían llegado hasta aqui e intentaban matarme?

Entonces, tras unos segundos de confusión pude distinguir que lo que yo pensaba que era un ser alado en realidad era una quimera, un pequeño Kitsune desorientado que parecía tener mi edad y que estaba tan estupefacto como yo. Solo cuando sus mejillas empezaron a ponerse de color granate fue cuando caí en la cuenta de mi desnudez, de mi debilidad, y con un movimiento rápido extendí mis alas violetas para intentar cubrirme el cuerpo.

-!¿Quieres hacerme daño?! - Grité de modo instintivo. Nunca había estado cerca de un Kitsune y a pesar de que conocía su existencia porque mi madre me había instruido en ello, jamás había tenido relación con otras quimeras como aquella. Ella siempre me decía que era porque ninguna era capaz de comprendernos del todo, que ninguna tenía la visión del mundo que teníamos nosotros, pero yo sabía perfectamente que la mayoría se alejaban por miedo a la mala suerte que llevábamos a nuestras espaldas. 
Defensiva y rápida, salí del agua con una exhalación. Estaba dispuesta a luchar si era necesario con cualquiera que quisiera herirme y a pesar de mi corta edad, me envalentoné como nunca en mi vida. -¡Contesta o te las verás conmigo! -añadí de nuevo con la voz entrecortada y temblando mientras agarraba un palo que encontré a los pies del estanque y lo interpuse entre aquel el chico y yo.

La chica me gritaba desde el borde del agua. Debía de haberle dado un buen susto. No todos los días se ve que del cielo lluevan zorros. Esa frase hizo que se dibujase una sonrisa pícara en mi cara. La chica me gritaba amenazas huecas, se le notaba en la voz que la había asustado pero eso no significaba que fuese inofensiva. Tenia que arreglar esto antes de que se saliera de madre

-Mira chica...no voy a hacerte daño. Siento haberte asustado yo solo me he caído.- caí en la cuenta de como sonaba eso y automáticamente volví a encenderme como los faroles de la plaza- ¡¡¡NO TE ESTABA ESPIANDO!!! VINE ANOCHE Y ME QUEDE DORMIDO EN ESA RAMA- Dije mientras señalaba la rama con el dedo tembloroso- yo solo...oye esto es un poco ridículo. Yo no voy a hacerte daño y tu no vas a hacerme daño ¿verdad?-dije intentando de dotar a mi voz de una seguridad que no tenía en absoluto. - Por que no nos sentamos con calma y conversamos y arreglamos este malentendido. ¿puedo darme la vuelta ya?- eche una mirada fugaz por el rabillo del ojo. No era lujuria, tengo 12 años no se ni que significa eso. Pero la chica me intrigaba mucho. Tenía alas como los serafines pero cuernos como las quimeras. Ensimismado en mis pensamientos y de pie sobre un montón de rocas cubiertas de musgo pasó lo que tenia que pasar. Resbalé y caí de espaldas al agua. 

Otra vez en la oscuridad, otra vez en el frío abrazo del lago. Pero esta vez era distinto, el abrazo del lago era una expresión, una forma de hablar. Esta vez había algo aferrado a mi tobillo tirando de mi, arrastrándome al fondo. Bracee como un loco buscando ganar cualquier milímetro hacia la superficie y hacia el aire que tanto empezaban a extrañar mis pulmones. Esto pinta mal.

Escuché todos sus argumentos atropelladamente y a cada palabra que decía mi guardia bajaba cada vez más. Me quedó claro que no quería hacerme daño, al igual que yo tampoco iba a hacerle ningún daño a él.
Sin embargo justo cuando iba a pronunciar aquellas palabras vi cómo daba un traspies en la roca, y esperé unos segundos a que su cabeza volviera a emerger del estanque. Pero eso no llegó a ocurrir.

Asustada, tiré el palo y me aproximé hasta la orilla para ver qué estaba ocurriendo y entonces recordé que llevaba el cuchillo de recolección de fruta en la cesta de mimbre. ¿En serio se me había ocurrido amenazarle con un palo en vez de con un arma afilada? Era una completa idiota.

Las aguas empezaron a moverse justo por encima de él, y una terrible sensación me recorrió la espina dorsal. Rápidamente cogi el cuchillo y me tiré al agua sin pensármelo dos veces. Tampoco me importó en ese momento mi desnudez. Confié en mis alas y extendí y moví mis braos como pude cuando me zambullí dentro del estanque cogiendo todo el aire que mis pulmones me permitieron e intentando nadar a pesar de no haber aprendido nunca. 
Abri los ojos debajo del agua y vi al chico pataleando, por lo que me acerqué hacia su tobillo asustada porque pudiera ser algún tipo de animal que quisiera llevarle hasta el fondo. 

Sin embargo, cuando me aproxime lo suficiente vi que se trataba de un matojo de algas enroscadas al rededor de su piernas, por lo que utilicé el cuchillo para cortarlas y mis alas para intentar que ambos volviéramos a la superficie. Dios, no podía creerme lo que estaba haciendo, desde luego estaba loca intentando bucear sin noción alguna, pero cuando ambos llegamos a la superficie de nuevo y pude tomar aire, le solté de donde le había cogido y lo único que salió de mi boca fue una carcajada que resonó entre todas las copas de los árboles.

-Pareces un gatito mojado -Le dije divertida después de que ambos estuviéramos a salvo haciendo pie dentro del agua  y yo hubiera parado de reir- y debería darte vergüenza que alguien que no sabe nadar te haya salvado la vida -Añadi, ahora relajada. -Soy Elaris, y no sé quien eres, pero si me estabas espiando me replantearé dejarte aqui dentro para siempre - concluí con una sonrisa mientras observaba su cara de estupefacción

La familia Vassilev es una familia con una larga historia, reconocida durante generaciones como los mercenarios más crueles. 

Parecían unas navidades cualquiera, la única época del año en la que toda la familia se reunía y podían compartir las aventuras que habían vivido durante el año.

Estábamos en casa colocando la mesa para la esperada reunión, pero nadie se esperaba lo que podría pasar en un día como aquel.

La familia se había ganado un nombre entre los Serafines porque eran una gran amenaza para el emperador, nunca había sido capturado ni un solo miembro de la familia, y siempre habían conseguido salir victoriosos en todas sus batallas.

Yo tenía 12 años en este fatídico día, estaba deseando ver a mis padres y compartir tiempo en familia con mis hermanas, en aquella época no tenía muchas más preocupaciones aunque ya empezaban a instruirme en el arte de matar como buena hija de Vassilev.

Entre algunos serafines corría la leyenda de que quien fuera capaz de matar a un Vassilev adquiriría el poder del veneno de los Aracnes y le convertiría en un ser todopoderoso.

Una vez que nos sentamos en la mesa, sentimos una presencia por nuestra gran capacidad de percepción... No podía ser... ¿Eran dos serafines?.

-¡¡¡¡Mamá!!!!. Grité sordamente de pánico. No sabía donde estaban ni que pasaba pero podía sentirlos cerca.

Bueno al menos es seguro que no quiere matarme. Si no no, habría tenido mucho sentido salvarme. La chica estaba asustada y probablemente fuese culpa mía. Recordé las clases de protocolo en las que tanto insistía mi madre y me dispuse a inclinarme para hacer una reverencia y disculparme. Me cuadre me doble hacia abajo y de repente mi cara chocó contra algo blandíto. Era una sensación agradable, suave, cálido y blandito. Abrí los ojos y salte hacia atrás tan rápido que me caí de culo en el borde del lago. Eran sus...sus...ya sabes, de las que hay dos. Instintivamente me tape la cara con mis mojadas colas. -Losientolosientolosiento-balbucee a toda velocidad.- por favor, ¿podrías vestirte para que podamos hablar con más calma?. Eres muy guapa pero yo no quiero ser un descarado y estas desnuda y eso esta bien si para ti esta bien pero no quiero que tengas una mala imagen de mi que no es que no tengas que tenerla porque te he asustado y luego tu me has salvado y luego yo me he disculpado y he tocado tus..tus...y me he caído y he empezado a hablar y a pedir perdón y a pedirte que te vistieras que no es que necesites ropa para ser guapa porque eres muy guapa y no es que yo este intentando nada ni...-las palabras salían atropelladas de mi boca como el agua de una catarata. Mi corazón latía a la velocidad de un caballo desbocado y no podía pensar con claridad. No sabía que decir ni que hacer en esa situación, nunca me habían preparado para nada parecido. jeje es blandita y calentita jejej. ¿Y si separo un poco las colas? NO,  soy un caballero del clan Kitsune hombre! Con quien te crees que estás hablando. A vale, estoy discutiendo conmigo mismo en mi cabeza. Genial.

Cuando aquel chico se abalanzó sobre mi para hacer una reverencia, sentí que toda la piel se me herizaba justo cuando tocó mi pecho con su cabeza.En ese momento, una sensación de calor comenzó a recorrerme de arriba a abajo. O de abajo a arriba, en realidad no estaba segura, pero sentí que todo el agua a mi al rededor estaba hirviendo. Rápidamente me volví a tapar con mis alas, y lo que paso a continuación fue que escuche un discurso del que entendí la mitad. Empecé a reírme sin parar, incluso se me saltó alguna lagrima a ver a mi compañero tan nervioso. Entonces me dí la vuelta, y aunque también estaba desnuda de cintura para abajo, intenté vestirme tan deprisa como pude para que ninguno de los dos nos sintieramos incómodos.

Cielos, era la primera vez que sentía el contacto piel con piel con alguien que no era de mi familia, y sentí... no sé realmente que sentí. La piel se me había puesto de gallina, las mejillas me ardían como si tuviera fiebre, y cuando escuché que estaba diciendo todo aquello, sentí una vergüenza sin igual. ¿Guapa? Alguna vez había escuchado aquella palabra cuando las quimeras macho se lo decían a las hembras, y siempre había pensado que eso era algo de adultos. Nadie jamás me había explicado lo que significada, y tampoco nadie jamás me lo había dicho. En realidad, me sentía aislada del pueblo pese al cariño que la población le tenía a mi familia a pesar de ser Frikai. No estaba muy segura de si lo que me había dicho era algo bueno. Igual le había incomodado y me odiaba-¿Guapa? ¿Eso qué significa? -Le pregunté una vez estaba vestida y me había dado la vuelta, con cara de preocupación

Al principio pensé que la muchacha me estaba vacilando. ¿que significa guapa? ¿en serio? Con una de mis mejores sonrisas me dispuse a iluminar a la pobre inculta. Y me quede con la boca abierta colgando. ¿Como explico eso?- Esto pues...bueno. Es algo bueno creo. Es lo que se dice a las muchachas para halagarlas. Que tus formas me agradan visualmente. Bueno así dicho suena feo. Solo intentaba decirte que eres...bueno eso guapa.- si, te ha quedado bordado. Eres un fiera vaya. Las enamorado vaya. Manda huevos...-¿Elaris dices? Yo me llamo Reynard. Tu eres una frikai ¿no? yo soy un kitsune. ¿Que haces tan lejos de casa? Pensé que tu especie estaba casi extinta...quiero decir, me alegro de que no, no es algo que yo quiera ni nada ni...oooouuuhng no se me da bien esto- y agache la cabeza. Mucho mas tampoco podía hacer. ¿Porque mi lengua va mas rápido que mi cerebro?

Comprendí sus palabras a medias. Entonces... ¿lo que le había dicho era un halago? Así lo supuso. Después de sus palabras todoterreno me acerqué hasta mi cesta de mimbre, cogí unas bayas y me aproximé al kitsune, que tenía la cabeza gacha. Le cogí de la barbilla y le besé en la mejilla. ¿Eso era lo que hacían los amigos,no? Al menos así solían tratarse en la aldea. Mis herramientas sociales no eran las óptimas, pero solamente quería ser agradable con él. Nunca había besado a nadie en la mejilla, y aquello hizo que las mejillas se me encendieran de nuevo.
Tras ello le tomé de la mano y le puse las bayas en su palma como una ofrenda. Eran dulces y esperaba que le gustaran. 
¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? Cálmate Elaris, cálmate, es solo un chico de tu edad ¿no?. Mente fría, como papá siempre dice. Aunque no debería confiar en desconocidos ¿no?. Bueno, no creo que quiera hacerme daño... al fin y al cabo le he salvado ¿no?

Titubeé un poco antes de contestar a su pregunta -Sí, soy una Frikai. Y sí, somos pocos, pero yo jamás había visto un Kitsune como tú. Eres... como un gato, ¿no? -pregunté con curiosidad mirando las colas que tenía detrás de él. Guau, eran muchas. -Encantada de conocerte -Añadí con una sonrisa. Después espere unos segundos, mi mente estaba totalmente en blanco, solo podía mirar su pelo, que parecía excepcionalmente suave. -Este es... mi refugio. Nunca había visto a nadie venir aquí, y menos caerse desde un árbol. No deberías trepar si no tienes alas, podrías haberte hecho daño -Dije con media sonrisa -¿Dónde vives? ¿Y cuántos años tienes? 

- Estamos listos señor, espramos su indicación para actuar - Susurró Galadfriel junto con una pequeña brigada del ejercito del emperador, que estaban ubicados cerca de dos o tres serafines que iban a irrumpir en el refugio de la peligrosa familia Vassilev, debido a las indicación de los superiores, quienes les informaron que tanto los padres como la hermana mayor participaban dentro de un grupo de quimeras que conspiraban contra el glorioso emperador, entre los que también estaba Pariel, ambos jovenes Serafines del ejercito imperial

   Mientras Galadriel hablaba Pariel no hacia mas que rezar para no perder esta vez el control como veces anteriores y llevar ante la justica a las quimeras que tuvieran alguna esperanza de salvación. Aunque ya la fama estaba hecha y ya sabia detrás de quienes iban, esta vez seria Galadriel la que guiaría el ataque, pero por cuanto tiempo, cuando la ira por la maldad y la mano incesante de la justicia se apoderaría de mi… ya era hora, ya estoy preparado, hora de cumplir con mi deber, no lo pedí pero pero era mi deber. Tomo las espadas que se encontraban clavadas al suelo, tan largas que nadie pensaría luchar con ambas al mismo tiempo, las envaino extendió la mano aun arrodillado y la coloco sobre el hombro derecho de Galadriel – estoy listo – mientras levantaba la cabeza del suelo y se colocaba en posición de asalto. 

        - Comiencen con las flechas de fuego en la entrada de la casa, mientras que nos preparamos a hacer el asalto por la parte trasera, nadie debe sobrevivir si no queremos dejar riesgos latentes para nuestro amado emperador !  -    Dijo la novata líder del grupo, llamada Galadriel, sabiendose observada por los superiores, pero tratando que sus dudas no fuesen evidentes, por medio de su fanático comportamiento, tan natural entre los que le conocen

  Como siempre me dispuse a la vanguardia de la formación y atacar por la retaguardia de la casa para cubrir la salida trasera, como había planificado Galadriel. Desenvaine mis espadas y avance a toda velocidad para antes que nada poder observar a que nos enfrentábamos y cual seria el rumbo de mis acciones. Al encontrar al primer enemigo coloco mis espadas al frente a forma de cruz y tomo una milésima de segundo para juzgar a mis enemigos por sus pecados y saber cual será su sentencia “La Vida o La Mazmorra”.

¿Como un gato? ¿En serio? El orgullo Kitsune ardía en mi pecho. Mi cara debió de reflejar mi descontento porque por un fugaz momento el rostro de Elaris se ensombreció. "Hagamos esto bien Reynard, mantén la mente fría" pensé. Lo cierto es que así todo encharcado seguramente debía de dar  una estampa bastante cómica. -Esto...no. Los Kitsune estamos emparentados con los astutos zorros. Y respecto a lo del árbol...-dí un salto hasta una piedra cercana al borde del lago, cogí impulso e hice un mortal por encima de Elaris mientras giraba sobre mi mismo para sacudirme el agua. Aterricé haciendo el pino y con un pequeño brinco apoyé mis 9 colas en el suelo y las usé para mantenerme  mientras cruzaba las piernas en la posición del loto. Afortunadamente como pesaba muy poco podía hacer eso, lo mas probable es que llegada la edad adulta mis colas no tuviesen la fuerza de sostenerme. Aún ahora hacerlo era muy cansado pero que puedo decir, soy un exhibicionista. - la agilidad no es uno de mis puntos flacos-dije completando la frase. -Aunque desde luego no se puede comparar con volar. Volar tiene que ser genial, libre de las ataduras de la gravedad, compartiendo las caricias del viento con las nubes- volar era algo que desde siempre me había apasionado y aterrado a la vez. En realidad el echo de volar no me asustaba, ni siquiera me daba miedo caerme. Miedo me daba la parada, es decir, cuando llegas al suelo. -Mi pueblo es un poco...tímido. De  echo ni siquiera debería estar aquí. Me escapé a explorar y me encontré con este claro. La verdad es que eres muy bonita...BONITO, ES UN ESTANQUE MUY BONITO!!!- ¿pero que me pasa? yo no suelo ser así. Suelo hacer muy bien mi papel del "regalo de dios". Pero había algo en esos ojos rojo intenso que hacía que me diera vueltas la cabeza.-No puedo decirte donde vivo, no me malinterpretes, no es nada personal. Es la ley de la aldea- dije sonriendo. Me percaté de que llevaba mucho rato sonriendo. Sonriendole a esos ojos rojos envueltos en plumas violeta que olía a bayas salvajes...

Parecía que aquel comentario no le había hecho gracia y por un momento me sentí confusa porque simplemente quería halagarlo de igual modo que el me había halagado a mi. Sin embargo, mis ojos se abrieron con sorpresa cuando empezó con aquella exhibición de saltos. No podía compararse a volar, pero realmente aquello me fascinó: mis alas y sus plumas violeta no hacían que fuera especialmente ágil sobre la tierra, por lo que su destreza me pareció asombrosa. -Increible... - dije en un susurro. -Ahora no soy capaz de llevarte encima, pero un día, cuando crezca, intentaré hacerte volar -Le dije con una sonrisa, de manera literal, ya que me refería a que cuando fuera más alta y fuerte puede que sí pudiera llevarle volando, aunque solo fuera una distancia corta. Mi madre, sin embargo, hacía volar a las quimeras de un modo distinto: podía otorgarle alas a los terrestres, garras a los marinos y aletas a los alados. - ¿Eso te gustaría? -pregunté. 
-Y... ¿Estás muy lejos de casa? ¿No habrás huido, no? Mi hermano suele hacerlo cuando piensa que van a reclutarle para batallar contra los serafines. ¡¿Te han llamado para las filas?! -Le dije, en este caso de manera triste, una tristeza que se reflejaba en mis ojos. No quería ni pensar en la guerra, donde estaba mi padre y donde había dolor y solo dolor. -Así que eres como un zorro... -Cambié de tema, acercándome más a él y observando su pelaje practicamente seco e intentando no mostrar lo asustada que estaba de que pudieran querer reclutar a alguien tan joven y radiante como él. Era luz. Entonces extendí una mano y toqué una de sus colas. Era muy suave y cálida. - A mi aldea a veces acude gente como tú a negociar con La Resucitadora. Dicen que su pueblo no está lejos de aqui, de la montaña de Era, a los pies del Lago Sarum. Me gustaría... poder visitarlo. -Nunca había ido más allá de este estanque y mis ganas de viajar eran infinitas. ¿Sería una aldea mixta? ¿Grande? ¿pequeña? Puede que estuviera llena de riquezas de la naturaleza- Todas las mañanas vengo a este estanque al amanecer a recoger bayas y fruta. Dicen que el agua que mana del manantial tiene poderes mágicos: en ella se plasma la imagen del deseo más profundo del que se refleja en el agua. Bueno, a mi nunca me ha ocurrido, pero los sabios dicen que es un oráculo del alma -No sabía ni porque leches le contaba aquello. Elaris, va a pensar que eres una bruja o algo peor... - Aunque.. no sé si creo en esas cosas. No hasta que yo misma pueda verlo con mis propios ojos -Notaba que los colores se me habían subido de nuevo, contrastando con el color de mis manos. Me intenté peinar un poco el pelo, que lo llevaba recogido en trenzas que con el alboroto del agua se me habían deshecho. Me habían instruido en muchas artes distintas, pero la interacción con otras quimeras de mi edad no había sido una de ellas, y aquello se notaba